jueves, 7 de abril de 2016

Sobre la forma de la casulla: a propósito de la Domínica de Gaudete de 2015

A quien se acerca por primera vez a la Misa tradicional puede llamar la atención el corte de la casulla que habitualmente usa el sacerdote y que difiere de lo que se ve en la mayoría de las iglesias.  La razón de esta sorpresa proviene de que se suele asociar la casulla barroca con la forma extraordinaria y la casulla gótica con la forma ordinaria, como si una y otra fuesen inseparables. Pero no es así y detrás de esta creencia hay costumbres que fueron asentándose en la historia de la Iglesia, motivadas más bien por la comodidad del celebrante o el ahorro de material que por exigencias rituales. Aunque sobre este punto ya hemos tratado en una entrada anterior, queremos volver ahora sobre la cuestión de la forma de la casulla.  

 Casulla "de guitarra", fotografiada por ambos lados

Durante muchos siglos, la casulla conversó la forma amplia y majestuosa de la poenula nobilis que le sirvió de origen y que aparece registrada como de uso corriente hacia el siglo III. La que lleva el papa Teodoro I (642-649) en el mosaico de san Venancio ,en la basílica de San Juan de Letrán (siglo VII), y las que aparecen representadas con frecuencia en los mosaicos antiguos, permiten suponer que la base formaba casi una circunferencia perfecta, mientras que en la parte superior se estrechaba en forma de cono. Sin embargo, este corte tan amplio de casulla debía ser bastante incómodo para el celebrante al mover los brazos, especialmente si la tela era pesada o con una rica decoración, como sucedía con frecuencia a partir de la época carolingia. 

Por eso, hacia los siglos X y XI se registra una primera modificación en la confección, que consiste en acortar de manera notable la parte anterior de la casulla, dejándole una forma semicircular o, con mayor frecuencia todavía, en punta. La célebre casulla de san Willigiso († 1011), obispo de Maguncia, que se conserva en el Museo Nacional Bávaro, tiene por detrás 1,57 metros de altura y por delante apenas 1,15 metros. También la casulla que lleva san Clemente (Papa entre los años 88 y 97) en el fresco de la basílica de su nombre que le está decicada en la Ciudad Eterna (construida hacia el siglo XI), termina en punta y es bastante corta por delante, mientras que la parte posterior llega hasta los talones. Como no resulta difícil de intuir, este diseño, tan poco satisfactorio desde el punto de vista estético, fue pronto abandonado. 

Casulla de San Willigiso de Maguncia

En los siglos XII y XIII prevalecen las llamadas casullas acampanadas, bastante amplias e igualmente largas por ambos lados. Durante los dos siglos siguientes, las casullas en rombo o góticas, como suelen ser conocidas pese al anacronismo de la denominación, tan largas como anchas, que conservando una forma artística y digna a la vez, dejan ya suficientemente libre el movimiento de los brazos. 

Hacia fines del siglo XV, al difundirse cada vez más las telas recamadas, comienza la tendencia a mutilar las casullas, que no obstante los esfuerzos de san Carlos Borromeo (1538-1594) y Bartolomé Gavanti (1569-1638), fueron reduciéndose hasta alcanzar la forma que estuvo en uso hasta entrado el siglo XX.

Casulla del S. XIII mutilada para adaptarla al modelo "de guitarra"

A mediados del siglo XIX, el canónigo Franz Bock (1823-1899), de Aquisgrán, y el arquitecto converso Augustus Welby Pugin (1812-1852), de Inglaterra, entre muchos otros, impulsaron un movimiento para reintroducir la casulla de forma gótica (en realidad la antigua casulla romana, previa al barroco). Sin embargo, la Santa Sede, interpelada por el arzobispo de Münster, respondió que no aprobaba esta tendencia (Sagrada Congregación de Ritos, decreto de 11 de febrero de 1863), aunque el propio papa Pío IX mitigó la decisión en una carta posterior (21 de agosto de 1863). A comienzos del siglo XX, y en el marco del Movimiento Litúrgico, el reclamo recobró fuerzas y recibió múltiples apoyos, que culminaron con una respuesta de la Santa Sede fechada el 9 de diciembre de 1927. Pese a su texto más bien ambiguo, ella fue interpretada en sentido favorable hacia el uso de las casullas góticas. Por decreto de 20 de agosto de 1957, la Sagrada Congregación de Ritos dejó al criterio prudente de cada obispo la decisión sobre la forma de los ornamentos, pudiendo concederse la autorización sobre aquellos de estilo antiguo, pero evitando en cualquier caso que se afecte la santidad o el decoro del culto o se introdujeran novedades arbitrarias o inoportunas. Fue así como el uso de las casullas de corte medieval se fue extendiendo en la Iglesia, sobre todo ahí donde el Movimiento Litúrgico había penetrado con mayor fruto, y no supuso ningún problema para la práctica sacramental.  

Frontispicio de The Glossary of Ecclesiastical Ornament (1844), de Augustus Welby Pugin

San Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975) fue, por ejemplo, un gran defensor de la «casulla amplia» que menciona en el punto 543 de su libro Camino, escrito originalmente en una cuartilla hacia 1938: 

Me viste celebrar la Santa Misa sobre un altar desnudo —mesa y ara—, sin retablo. El Crucifijo, grande. Los candeleros recios, con hachones de cera, que se escalonan: más altos, junto a la cruz. Frontal del color del día. Casulla amplia. Severo de líneas, ancha la copa y rico el cáliz. Ausente la luz eléctrica, que no echamos en falta.

—Y te costó trabajo salir del oratorio: se estaba bien allí. ¿Ves cómo lleva a Dios, cómo acerca a Dios el rigor de la liturgia?

Entre los papeles dejados por este sacerdote y conservados hoy en Roma existen varias notas bibliográficas y argumentaciones históricas y teológicas para mostrar la coherencia litúrgica de celebrar con casulla de estilo gótica en una época donde predominaban las casullas llamadas (por su forma) de "guitarra". Tanto él como los sacerdotes de la Sociedad de la Santa Cruz comenzaron a usar esa tipo de casullas. Hemos tenido la ocasión de ver, en la sacristía de una casa de retiros, una casulla blanca de forma cónica confeccionada con sencillos materiales por su hermana Carmen en el comienzo de la posguerra española. 

 San Josemaría Escrivá celebrando la Santa Misa (usus antiquior) en Roma en 1969

En cuanto a la decoración de las casullas, ella también ha variado mucho con el paso del tiempo. Tras el Movimiento Litúrgico lo usual era la cruz en forma de Y, con algún simbolismo litúrgico en la confluencia de los brazos de la cruz. También se usaba una sola franja delante y otra detrás en el centro de la casulla, de arriba a abajo, o simplemente con un simbolismo cristiano adecuado en la parte que corresponde frontal y el otro en el mismo sitio de la parte posterior. 



Dos modelos de casullas actuales: el primero con una cruz y el segundo con una franja
(Foto: Ars Sacra)

Desde el Concilio Vaticano II se han reforzado las disposiciones en favor del libre diseño de las casullas y se deja en manos de las conferencias episcopales, con supervisión de la Santa Sede, dar normas más precisas respecto de la forma y materiales para confeccionar los ornamentos sagrados (SC 124 y 128). 

S.E.R. Marcel Lefebvre durante las ordenaciones sacerdotales de 1976 en Écône previas a su suspensión

De hecho, en la actualidad la Instrucción general del Misal Romano sólo da las siguientes directrices en relación con la casulla: 

(a) "La vestidura propia del sacerdote celebrante, en la Misa y en otras acciones sagradas que se relacionan directamente con la Misa, es la casulla o planeta, a no ser que se determinara otra cosa, vestida sobre el alba y la estola" (OGRM 337).

(b) "En cuanto a la forma de las vestiduras sagradas, las Conferencias de Obispos pueden establecer y proponer a la Sede Apostólica las adaptaciones que respondan a las necesidades y a las costumbres de cada región" (OGMR 342).

(c) "Para la confección de las vestiduras sagradas, además de los materiales tradicionales, pueden emplearse las fibras naturales propias de cada lugar, y además algunas fibras artificiales que sean conformes con la dignidad de la acción sagrada y de la persona. La Conferencia de Obispos juzgará estos asuntos" (OGMR 343).

(d) "Es conveniente que la belleza y la nobleza de cada una de las vestiduras no se busque en la abundancia de los adornos sobreañadidos sino en el material que se emplea y en su forma. Sin embargo, que el ornato presente figuras o imágenes y símbolos que indiquen el uso litúrgico, evitando todo lo que desdiga del uso sagrado" (OGMR 344).

 Ilustraciones de Augustus Welby Pugin de casullas y capas pluviales de inspiración medieval
(Imagen: Modern Medievalism)

Con el fin de eliminar algunos de los abusos que comúnmente ocurren, la Instrucción Redemptionis Sacramentum sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía (2004) ha prescrito: 

(a) "En el Misal Romano se da la facultad de que los sacerdotes que concelebran en la Misa, excepto el celebrante principal, que siempre debe llevar la casulla del color prescrito, puedan omitir «la casulla o planeta y usar la estola sobre el alba», cuando haya una justa causa, por ejemplo el gran número de concelebrantes y la falta de ornamentos. Sin embargo, en el caso de que esta necesidad se pueda prever, en cuanto sea posible, provéase. Los concelebrantes, a excepción del celebrante principal, pueden también llevar la casulla de color blanco, en caso de necesidad. Obsérvense, en lo demás, las normas de los libros litúrgicos" (núm. 124).

(b) "Sea reprobado el abuso de que los sagrados ministros realicen la santa Misa, incluso con la participación de sólo un asistente, sin llevar las vestiduras sagradas, o con sólo la estola sobre la cogulla monástica, o el hábito común de los religiosos, o la vestidura ordinaria, contra lo prescrito en los libros litúrgicos. Los Ordinarios cuiden de que este tipo de abusos sean corregidos rápidamente y haya, en todas las iglesias y oratorios de su jurisdicción, un número adecuado de ornamentos litúrgicos, confeccionados según las normas" (núm. 126).

Les dejamos, en fin, una selección fotográfica inédita de la Domínica III de Adviento (conocida como de Gaudete) del año pasado, donde se ve cómo nuestro capellán aparece revestido con una casulla de corte gótico de color rosado y adornada con una franja en su parte anterior y posterior. Puede compararse la diferencia con aquella que vist para la Domínica IV de Cuaresma (dicha de Laetare), según quedó registrado en esta entrada





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