viernes, 14 de octubre de 2016

Los ornamentos e insignias de los obispos (IV): el báculo y el gremial

En una entrada anterior decíamos que los ornamentos e insignias que caracterizan al obispo cuando celebra pontificalmente la Santa Misa son el calzado litúrgico, la cruz pectoral, la dalmática y la tunicela, las quirotecas, el solideo, la mitra, el báculo, el gremial y la palmatoria. Continuamos ahora con la revisión de ellos (véase aquí la segunda y tercera parte de esta serie). 

El báculo pastoral, a veces llamado simplemente por este último nombre, es el cayado que usan los obispos como símbolo de su condición de pastores espirituales del pueblo creyente. 

La mención más antigua que se conoce del báculo como insignia litúrgica se encuentra en el rito de bendición de un abad en el Liber Ordinum de la liturgia mozárabe. Pero todo indica que también lo usaban los obispos. San Isidoro ve en él un signo de autoridad episcopal, asociado siempre con el anillo. Con todo, las primeras representaciones del báculo no son anteriores al siglo VIII, pese a que algunos autores señalan que su uso comienzan hacia el siglo IV, cuando los obispos, generalmente por su mayor edad, lo usaban como un instrumento de apoyo al caminar. Su empleo trae también al recuerdo la figura del Buen Pastor, con el cual el obispo debe identificarse.

San Isidoro de Sevilla (1655) de Bartolomé Esteban Murillo (Catedral de Sevilla)


El báculo consta por lo general de dos partes distintas y separables, que a menudo son de material diferente una de la otra, a saber: el palo o asta y el cayado o voluta, que lleva en su base un nudo esférico o prismático. Toda esta segunda parte que siempre se decora más que el asta, suele estar adornada, desde el siglo XII, con figuras emblemáticas o iconísticas, sobre todo en medio de la voluta. 


El arzobispo de Oviedo, S.E.R. Jesús Sanz Montes OFM, despide a uno de los peregrinos que parte a la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid (2011) y porta en su mano un hermoso báculo pastoral que perteneció al primer Arzobispo de Oviedo, S.E.R. Francisco Javier Lauzurica y Torralba
(Foto: Hoc Signo)


La forma más antigua de báculo era la de un asta de madera rematada en una bola o en una cruz, o también terminada en un pequeño travesaño horizontal, de hueso o marfil, en forma de tau griega. De ahí que esa cruz que lo remataba haya recibido este nombre. Existen todavía algunos de estos báculos, como el de Santo Domingo de Silos y el de San Eriberto, arzobispo de Colonia, ambos del siglo XI. En el siglo XIII se comienzan a generalizar los báculos terminados en espiral, en la que se grababan figuras o episodios bíblicos o símbolos cristianos. En la actualidad se construyen báculos con la voluta apenas apuntada. Cabe hacer notar que los abades mitrados lo llevan habitualmente menos ornamentado que los obispos y con un corto velo suspendido del nudo (el sudario), mientras que los obispos de rito griego sustituyen la voluta por un travesaño en forma de T adornada y decoran el asta con nudos artísticos y otras labores. El báculo del Papa termina, en cambio, en un crucifijo y se llama férula. 

Detalle de uno de los báculos usado por el Cardenal Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago de Chile


Respecto de su uso, el báculo se emplea por el obispo y otros prelados equiparados durante las Misas y otros oficios solemnes que presiden. En las catedrales, los obispos diocesanos pueden ceder su báculo a otro obispo que preside la Santa Misa (principalmente el nuncio apostólico de Su Santidad o algún otro dignatario vaticano), aunque en algunas ocasiones, éste suele traer su propio báculo, habiendo uno de madera y otro de metal. Mientras no se usa, el báculo es sostenido por un monaguillo con vimpa.


Monaguillo sosteniendo el báculo con vimpa
(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)

En ocasiones, al báculo se ataba un lienzo llamado sudario (sudarium, sudariolum, orarium, pannus o panniculus), que en principio denota jurisdicción restringida, por lo que era habitual en los báculos de abades y prelados que antes de las reformas de San Pío X gozaban de tal privilegio. Esta es la razón por la cual el blasón de un abad suele llevar el sudario atado al báculo. El origen práctico de este lienzo se atribuye al hecho de que los abades medievales no tenían permiso para usar quirotecas o guantes litúrgicos.


El abad mitrado de Heiligenkreuz (Austria) con sudario
(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)

El gremial (del latín gremium, que significa regazo) es un paño cuadrado o rectangular del mismo color que los ornamentos que se pone sobre las rodillas del obispo cuando está sentado celebrando una Misa pontifical. En la actualidad se suele usar a veces, por un sentido práctico, confeccionado en lino blanco. Se emplea para no manchar la casulla con el santo crisma de las ordenaciones. Asimismo, se utiliza durante la dedicación de templos, donde se usa el santo crisma y se derrama sobre el altar y las paredes, y en la ceremonia del lavatorio de los pies de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. El gremial se solía usar acompañado de unos manguitos (manicotti), que estaban destinados a contener el extremo de la manga de la dalmática para proteger el alba y los demás ornamentos.

El Obispo de Tuy, S.E.R. Luis Quinteiro Fiuza, usando gremial durante unas ordenaciones sacerdotales de su diócesis
(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)


Benedicto XVI con manguitos mientras vierte el óleo para consagrar un altar

(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)

Si bien hoy el gremial es privativo de los obispos, durante los siglos XIII y XIV también fue utilizado por los sacerdotes y se sigue utilizando así en la Misa solemne de rito dominicano con el nombre de mappula.

El uso de la mappula en el rito dominicano
(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)

Otro uso del gremial de lino era el de amarrarlo a la cabeza de quien era consagrado obispo. Durante el rito de la consagración episcopal, después de la imposición de las manos y de la oración consactaroria, se le amarraba al nuevo obispo un gremial de tal material en la cabeza. Una vez que se hacía esto, se le ungía la cabeza con el santo crisma. A la vez, el obispo consagrante principal tenía otro gremial en las rodillas. De esta manera se evitaba que el crisma se derramase por la cara del nuevo consagrado o que manchase la casulla del obispo consagrante.

Consagración episcopal de Karol Wojtyla con el gremial atado alrededor de la cabeza


Existe también un gremial conocido como delantal procesional, que corresponde al paño que se llevaba en las procesiones delante del celebrante y que era sostenido por dos diáconos o acólitos que caminaban  a su lado.



Delantal procesional
(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)

4 comentarios:

  1. Es realmente triste que la Iglesia haya llegado a esos niveles de demostración de poderío económico. "Mi reino no es de este mundo" dijo Jesucristo ante Pilatos. Como hemos olvidado esa frase y lo que ella significa.

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    1. Anónimo de las 08:59: Existe un malentendido de su parte. Los ornamentos e insignias litúrgicas no son una muestra de poderío económico, sino que cada uno de ellos tiene un significado que se explica en cada entrada. En el culto litúrgico, la Iglesia se esfuerza en darle a Dios lo mejor que tiene, también desde un punto de vista material, tal como los Sabios de Oriente le entregaron al Niño Dios sus dones preciosos. No olvide tampoco lo que Nuestro Señor responde al reproche de Judas Iscariote a la mujer pecadora que vierte el costoso perfume en sus pies de por qué no se había vendido para dar el dinero a los pobres (San Juan 12:1-8).

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  2. Les quiero hacer una consulta: existe alguna disposición acerca de la posición que debe tener el báculo si el Obispo que lo porta es el Diocesano o no lo es?. Gracias de antemano

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  3. Para la forma ordinaria, el núm. 59 del Ceremonial de los obispos trata del punto. Ahí se dice: "El báculo, signo de su ministerio pastoral, lo usa el Obispo en su territorio. Pero puede usarlo, con consentimiento del Obispo del lugar, cualquier Obispo que celebra solemnemente. Sin embargo, cuando varios Obispos están presentes en la misma celebración, sólo el Obispo que preside usa el báculo. El Obispo usa el báculo con la curvatura dirigida hacia el pueblo, o sea vuelta ante sí. El Obispo lo usa de ordinario en la procesión, para escuchar la lectura del Evangelio, para hacer la homilía, para recibir los votos, promesas o la profesión de fe; por último, para bendecir las personas, a no ser que deba hacer imposición de manos". Para la forma extraordinaria, las disposiciones son muy similares (Ceremonial de los obispos, Libro I, Capítulo XVII).

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