martes, 20 de diciembre de 2016

Las costumbres de Adviento

El Adviento y, singularmente, el tiempo de Navidad son una época del año cargada de festividades, celebraciones y ritos de gran calado popular. En la actualidad, el año litúrgico comienza con ese tiempo preparación para el nacimiento de Cristo que se celebra en durante los días de Navidad, donde convergen los anhelos de la Iglesia por la venida del Señor. Surge en la Galia e Hispania hacia el siglo IV, y hoy se compone de cuatro semanas, que incluyen los cuatro domingos anteriores al 25 de diciembre. A continuación revisaremos algunas de las costumbres antiguas y recientes que se viven durante el Adviento. 

 Robert Campin, La Anunciación (circa 1420-1440)
(Imagen: Wikimedia Commons

Costumbres antiguas

1. La confesión sacramental

Los tiempos litúrgicos de Adviento y Cuaresma tienen un carácter marcadamente penitencial, el que se refleja en los ritos y en el color morado de los ornamentos. Desde el siglo VIII está documentada la confesión durante el tiempo de Adviento. Aunque la Iglesia sólo imponga el mandamiento de confesarse una vez al año y en peligro de muerte, el creyente sabe que no puede celebrar con coherencia el Nacimiento de Aquel "que salvará al pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21) sin un esfuerzo por morir al propio pecado viviendo en la  espera vigilante del Señor que volverá al final de los tiempos. De ahí que, hasta el día de hoy, sigue siendo una costumbre muy arraigada del pueblo cristiano el acercarse al Sacramento de la Reconciliación antes de Navidad. 

2. Las Misas Rorate

Las Misas Rorate son Misas votivas de la Santísima Virgen, celebradas a comienzos del Adviento, y denominadas así por el canto del Rorate Caeli ("Cielos, lloved desde lo alto") en el introito. Es tradición que se celebren con cantos gregorianos y a la luz de las velas. Se las conoce también como Misas de aguinaldo, dado que dicha expresión es sinónima de los tradicionales villancicos que se cantan por Navidad. Por su importancia, en especial por la recomendación de su celebración hecha hace algunos días por el papa Francisco, dedicaremos a estas Misas una entrada separada durante esa semana (véase aquí dicha entrada). 

3. Las Antífonas de la O

Los últimos ocho días del Adviento tienen una gran carga simbólica, por la cercanía del nacimiento de Jesús, al punto que el Primer Concilio de Zaragoza (380) exhorta a la asistencia diaria a Misa a partir del 17 de diciembre.  Esos días se denominan las “ferias mayores de Adviento”. La antífona del Magníficat de las Vísperas comienza todos los días con una exclamación y una invocación a Cristo: ¡Oh Señor…!, ¡Oh, Raíz…!, ¡Oh, Hijo de David…! A partir de estas antífonas tiene su origen la advocación de Virgen de la Esperanza o de la O, cuya celebración tiene lugar el 18 de diciembre, la fiesta mariana más importante de la liturgia visigótica. Precisamente de la celebración de las ferias de la O, también llamadas olerías, deriva el Olentzero, figura que anuncia la Navidad en el ámbito vasco.


Virgen de la Esperanza (Hermandad de la O, Sevilla)

De estos usos litúrgicos sólo han quedado las antífonas de la O que claman a Jesús utilizando títulos mesiánicos sacados del Antiguo Testamento. Se utilizan como versículo del aleluya (a cantarse antes del Evangelio) y expresan la riqueza poética de la liturgia. En cada uno de los textos se une un título mesiánico de Cristo con una súplica para que venga pronto con su salvación. Expresan muy bien el espíritu del Adviento. Se utilizan también para las antífonas de Vísperas del Oficio Divino.

4. Las Témporas de Adviento 

Las Témporas son una antiquísima institución litúrgica vinculada a las cuatro estaciones del año, para reunir a la comunidad, instando al ayuno y a la oración, para dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y pedir su bendición sobre el trabajo de los hombres. Nacieron en Roma y se difundieron con la liturgia romana. Al principio se celebraban en otoño, invierno, y verano, en los meses de septiembre, diciembre, y junio, que son los que corresponden a esas estaciones en el hemisferio norte. Por los sermones de San León Magno se conoce el significado de estas jornadas penitenciales, las que quedaron fijadas de forma definitiva por Gregorio VII en el siglo XI como breves ciclos litúrgicos estacionales.  

En la ordenación anterior a la reforma posconciliar se celebraban las Témporas correspondientes al inicio del invierno, de la primavera, del verano y del invierno. Era el tiempo designado también, junto con las plegarias, rogativas y ayuno, para conferir las órdenes sagradas. En la actual ordenación del calendario litúrgico se celebra una sola vez al año el día de acción de gracias. Es un día al final del verano en el que agradece los frutos de las cosechas. Su localización en el calendario e incluso su duración dependen de las Conferencias Episcopales de cada país, dada la disparidad de las estaciones. Por ejemplo, dicha celebración ha sido fijada en España para el día 5 de octubre, y en Estados Unidos de América para el cuarto jueves de noviembre, cuando se celebra el tradicional Día de Acción de Gracias (Thankgiving Day).

En cada una de las Témporas, la Iglesia nos invita a vivir el ayuno y la oración durante tres días (miércoles, viernes y sábado) con el fin de implorar al Señor sus bendiciones para la estación, pedir los frutos de la tierra y suplicar por nuevas vocaciones sacerdotales. El tercer día (sábado) queda destinado a la administración de las órdenes sagradas.

Las Témporas de Invierno (o cuartas) son las que corresponden al Adviento. Ellas se celebran el miércoles, viernes y sábado siguientes al 13 de diciembre, día de Santa Lucía. Si este día cae en miércoles, entonces las témporas serán el miércoles, viernes y sábado de la semana siguiente.

A las Cuatro Témporas hemos dedicado también una entrada separada. 

 Misa Rorate
(Foto: FSSP)

5. Las dramatizaciones de Adviento

Las dramatizaciones que se realizan durante el Adviento pueden tener una triple finalidad: conversión, catequesis y regalos. Existe una especie de auto de fe acerca de Adán y Eva o de los Apóstoles. Antes de volver a este mundo, Jesús envía a sus discípulos para que investiguen la vida de los hombres. Regresan y cuentan de toda clase de vicios, por eso exigen un castigo. La Virgen María, San Wenceslao y otros santos intervienen ante Dios para pedir clemencia.

6. Las posadas

La piedad popular celebró, y sigue celebrando, los últimos días previos a la Navidad con la costumbre de las posadas. Esta celebración, también denominadas las jornaditas, tiene especial importancia en Hispanoamérica, y singularmente en México, y se ha conservado también entre las tradiciones de los conventos femeninos de clausura. Consiste en que durante los siete días finales de Adviento se lleva una imagen de la Madre de Dios encinta de casa en casa y entre vecinos se reúnen para rezar y cantar. A veces también se llevan las estatuas de María y José. 

Otra tradición mexicana muy popular son las pastorelas. Ellas consisten en la recreación de los problemas que enfrenta un grupo de pastores para llegar a la adoración del Niño Jesús nacido en Belén. En el trayecto luchan contra Lucifer quien, representando los siete pecados capitales, pone todo tipo de trampas, obstáculos y tentaciones para hacerlos desistir. El Arcángel San Miguel libra una intensa batalla con él y finalmente lo vence. Se trata de un enfrentamiento entre el bien y el mal del que se desprenden ciertas lecciones. Estas representaciones adquieren un nuevo carácter al salir de los atrios de las iglesias para escenificarse en las calles y plazas, donde se recogen las costumbres y prácticas de cada región. 

7. El canto de la antífona Alma Redemptoris Mater

Desde el comienzo del Adviento y hasta el 2 de febrero, día de la Purificación de la Virgen o fiesta de la Candelaria, se canta la antífona mariana que lleva por nombre Alma Redemptoris Mater debido a la frase con la que comienza ("Augusta Madre del Redentor..."). 

Se atribuye la creación de esta antífona al monje benedictino alemán Herman de Reichenau o Augiensis, más conocido como Herman Contracto (1013-1054). Se trataba de uno de esos extraordinarios personajes que surgieron en la Edad Media, de saber poliédrico, que dominaban variadas disciplinas del conocimiento humano, prefigurando así el ideal humanista. Además de cronista, poeta y compositor se dedicó a las matemáticas, la astronomía, la geografía y la medicina.

Herman Contracto compuso la antífona Alma Redemptoris Mater basándose en los escritos de san Ireneo de Lyon (130-202), san Epifanio de Salamina (315-403) y san Fulgencio de Ruspe (462/467-527/533). El primero de ellos, padre de la Iglesia al que puede considerarse casi apostólico (pues fue discípulo de san Policarpo de Esmirna, quien lo fue, a su vez, del apóstol san Juan), fue quien habló de las dos Evas, asimilando María a la madre de todo el género humano: por ésta vino el pecado y por Aquélla la redención. San Epifanio (siglo IV) fue el primero en usar la expresión “siempre virgen” para referirse a la Santísima Virgen. Por su parte, san Fulgencio destacó el importante papel desempeñado por María en la economía de la salvación como madre del Redentor. 

La antífona fue usada originalmente como canto procesional de la hora de Sexta del oficio de la Ascensión. Fue el papa Clemente VI quien en 1350 determinó su lugar actual en el rezo de las horas canónicas, asignándole el tiempo de Adviento y Navidad (cada unas de las cuatro antífonas marianas tiene un tiempo litúrgico propio). Geoffrey Chaucer la menciona en Los Cuentos de Canterbury hacia fines del siglo XIV.

El Alma Redemptoris Mater ha inspirado hermosas composiciones musicales a lo largo de la historia. Aparte de las melodías gregorianas (en tono solemne y en tono simple), destacan el coro de Leonel Power († 1442), la bellísima polifonía a seis voces de Orlando di Lasso (1532-1594) y el coro a capella de Giovanni Pierluigi da Palestrina (1525-1594), quizá una de las interpretaciones más conocidas.  


 Corona de adviento

Costumbres modernas

1. El repique de campanas de Adviento

Durante quince minutos se repican las campanas la víspera del I Domingo de Adviento, anunciando así el inicio de este tiempo de preparación para la venida de Cristo.

2. La corona de Adviento

Se trata de un conjunto de ramas verdes, de preferencia de especies perennifolias y en cualquier caso sin flores debido a la austeridad propia del Adviento, dispuestas o trenzadas en círculo, a las que se suman cuatro cirios ubicados en la periferia. Habitualmente, estos cirios son del color litúrgico del tiempo, vale decir, hay tres morados y uno rosado. El primer cirio se enciende el I Domingo de Adviento, junto con la lectura de un pasaje bíblico (generalmente, el Evangelio de ese día) o la realización de plegarias. Sucesivamente se encienden los restantes cirios, uno nuevo en cada uno de los siguientes domingos, hasta que en el domingo previo a la Navidad se encienden los cuatro cirios. A menudo, se coloca en el centro un quinto cirio de color blanco, que se enciende en Nochebuena o el propio día de Navidad. La costumbre se observa tanto en reuniones familiares como en servicios litúrgicos públicos, por lo que es usual verla en las iglesias durante este tiempo. 

Cada uno de los elementos de la corona posee un significado. El círculo es un símbolo del ciclo eterno de las estaciones, mientras que las especies perennifolias en general simbolizan la inmortalidad, y la luz se identifica con el espíritu y la fuerza de la vida que persiste, aún en medio de los días cortos y del frío que gobierna usualmente el Hemisferio Norte en el tiempo de Adviento. Esta luz que representa a Cristo, a partir del Evangelio de Juan que lo presenta como la "luz del mundo" (Jn 8, 12). De ahí que ella vaya naciendo durante el Adviento y se consume con la Navidad. El simbolismo es, pues, muy cercano con aquel que representa en toda su magnificencia la liturgia de la Vigilia Pascual. 

3. El pregón de Adviento

El pregón de Adviento tiene dos manifestaciones. La primera y más popular consiste en que grupos de niños, jóvenes y adultos recorren la ciudad y anuncian el Adviento mediante canciones apropiadas. La otra es de carácter más litúrgico y consiste en el texto que se lee en la Misa recordando los misterios que recuerda este tiempo. Nuevamente, existe un paralelo con la Vigilia Pascual, que se inicia con el pregón que bendice la culpa que nos ha merecido tan grande Redentor. 

4.  Los almanaques de Adviento

Los llamados "almanaques de Adviento" tienen formas diversas. Algunos son de cartón con 24 ventanillas: cada día se abre una y se descubre el mensaje que ella guarda. Otros consisten en una hoja de papel para cada día, el que lleva escrito oraciones o sugerencias para buenas acciones. En algunas regiones se conocen como las "maderas de Adviento", pues el propietario talla una ranura por cada buena acción realizada. Una versión comercial son las cajas con ventanilllas que esconden en su interior una chocolatina. 

Los niños pueden fabricar su propio almanaque personal, dividiendo una hoja de papel en tantas partes como días tiene el Adviento. Para cada día anotan una buena acción que quieren realizar: cantar una canción, lustrar los zapatos, comprar el pan, cuidar a los hermanos menores, jugar con los más pequeños, visitar a los abuelos, renunciar a los dulces o golosinas, compartir parte de la mesada con los pobres, etcétera.

 Almanaque de Adviento alemán

5. La preparación del pesebre

Aunque se ha ido implantando en los últimos tiempos el árbol de Navidad, la principal manifestación decorativa navideña ha sido siempre la instalación del belén, nacimiento o pesebre. Su finalidad es rememorar gráficamente el acontecimiento originario de la Navidad, el nacimiento de Jesucristo en el portal de Belén. Su origen puede remontarse a San Francisco de Asís, quien para celebrar la Navidad de 1223 construyó una reproducción del pesebre de Belén en un gruta de Greccio, y ha dado lugar a espectaculares manifestaciones artísticas, también notables por su valor etnográfico. Conocida es, por ejemplo, la tradición belenista de Nápoles. 

De esta forma, durante el Adviento se prepara el ambiente externo del pesebre (sin las estatuillas) y los niños pueden colocar un trozo de paja o un algodón para el Niño por cada buena acción que han realizado por amor a Dios . En otros lugares se coloca por cada día una figura más, de manera que el día 24 están ya todas las figurillas menos la del Niño. Ésta llegará sólo el día siguiente, cuando se conmemora la Natividad del Señor. 

Benedicto XVI recordaba sobre el pesebre de su infancia: "Cada año, nuestro 'Nacimiento' aumentaba con alguna figura y era siempre motivo de gran alegría ir con mi padre al bosque a coger musgo, enebro y ramitas de abeto" (Ratzinger, J., Mi vida, trad. de Carlos Dd'Ors Fühers, Madrid, Cristiandad, 7ª ed., 2005, p. 39).

En la Plaza de San Pedro es ya habitual la instalación tanto de un árbol de Navidad como de un pesebre. En 2016, el primero es un abeto rojo de 25 metros proveniente de los bosques de Scurelle, donado por la región de Trento, el que está decorado con bolas confeccionadas por los niños internados en los departamentos de oncología de los hospitales italianos y 18 mil luces LED de bajo consumo. Por su parte, el belén es un regalo de la arquidiócesis y el Gobierno de Malta y obra del artista Manwel Grech, ganador del concurso que se organizó para su diseño. El Nacimiento, colocado a los pies del obelisco, reproduce el paisaje maltés con su arquitectura, fauna y flora locales. También incluye la tradicional cruz de Malta y un “luzzu”, la típica embarcación de madera de Malta pintada de color azul y amarillo, que alude a la situación de los refugiados e inmigrantes que cruzan el Mediterráneo sobre barcazas para llegar a Europa. La obra mide 17 metros de largo, 12 de profundidad y 8 de alto, y cuenta con 17 figuras, sin incluir los animales.

El 1° de diciembre de 2019, coincidiendo con el Primer Domingo de Adviento, el papa Francisco ha publicado la carta apostólica Admirabile signum sobre el valor y significado del pesebre. En ella, el Santo Padre insta a conservar y recuperar esta bella y antigua tradición que "forma parte del dulce y exigente proceso de transmisión de la fe": "Espero que esta práctica [de preparar en familia el pesebre] nunca se debilite; es más, confío en que, allí donde hubiera caído en desuso, sea descubierta de nuevo y revitalizada".

6. Las plantas de Santa Bárbara.

En la fiesta de Santa Bárbara (4 de diciembre) se siembra maíz u otra semilla en recipientes con tierra. Se riegan cada día y así se dispone de un césped para adornar el pesebre cuando llegue la Navidad.

 7. San Nicolás

Al comienzo del Adviento, el 6 de diciembre, el calendario litúrgico recuerda la conmemoración de San Nicolás, un santo muy relacionado con la infancia. Esto explica que en tiempos antiguos ese día fuese la fiesta escolar por excelencia, por cuanto el santo se había alzado con el patronazgo de los escolares, entendiéndose estos por los miembros de una schola o escolanía. Su culto se difundió extraordinariamente, sobre todo desde que sus reliquias se trasladaron a la ciudad italiana de Bari en 1087. San Nicolás es el primer estadio de la popular figura de Santa Claus (corrupción de su nombre latino Sanctus Nicolaus) o Papá Noel de la tradición nórdica y anglosajona, ampliamente difundida con posterioridad a escala mundial. 

Para el día de San Nicolás existe la costumbre en algunos lugares de revestir de obispo a un amigo de la familia, quien visita a los niños. El personaje alaba a los pequeños por sus buenas obras y los invita a corregir sus defectos como preparación para la Navidad. Finalmente, les entrega algunos regalos. 

 Pesebre austríaco

8. El canto de los villancicos

Los primeros villancicos que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores en el siglo V con la finalidad de llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer. Sus letras hablaban en lenguaje popular sobre el misterio de la Encarnación y estaban inspirados en la liturgia de la Navidad. Estas composiciones recibieron el nombre de villanus por estar dirigidos a los aldeanos, y con el tiempo el nombre cambió a "villancicos". Éstos hablan en un tono sensible e ingenioso de los sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo. En el siglo XIII se extienden por todo el mundo junto con los nacimientos de San Francisco de Asís.

El famoso Stabat Mater Speciosa es atribuido a Jacopone Todi (1230-1306), mientras que el popular Adeste Fideles data del siglo XVII y es de origen probablemente portugués. 

Los villancicos favorecen la participación en la liturgia de Adviento y de Navidad. Cantar villancicos es un modo de demostrar nuestra alegría y gratitud a Jesús y escucharlos durante el Adviento ayuda a la preparación del corazón para el maravilloso acontecimiento de la Navidad.

Nota de la Redacción: La presente entrada ha sido redactada a partir de la información suministrada por el sitio de los Misioneros del Sagrado Corazón, la cual ha sido complementada y reformulada. 


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Actualización [26 de diciembre de 2016]: En su edición del pasado 24 de diciembre, El Mercurio de Santiago publicó un reportaje sobre la larga tradición de los pesebres en Chile. Ahí se da cuenta de cómo una costumbre que llegó al país durante el período indiano, como parte de la evangelización de estas tierras, fue paulatinamente inculturizándose con elementos locales. 

Actualización [20 de diciembre de 2017]: El sitio Liturgia y Tradición católica ha publicado una entrada sobre le mensaje que ocultan las antífonas que se recitan entre el 17 y el 23 de diciembre, conocidas como "Antífonas de la ''O", respecto de las cuales hemos tratado en el cuerpo de esta entrada. Leídas en sentido inverso las iniciales latinas de la primera palabra después de la "O", dan el acróstico "ero cras", que significa "seré mañana" o "vendré mañana", la cual comporta la respuesta del Mesías a la súplica de sus fieles que esperan su venida el día de Navidad (siguiente al último en que se cantan las referidas antífonas). 

Actualización [5 de enero de 2018]: Lex orandi reproduce un artículo publicado originalmente en Liturgia y espiritualidad por Jaume González Padrós y referido a la ubicación del pesebre. Suele ser usual que en las parroquias se instale un pesebre que recuerde el nacimiento de Jesús en Belén, y no pocas veces éste se sitúa delante del altar. El artículo fundamenta por qué esa práctica, no obstante la piedad que la inspira, debe ser evitada, cuidando de no hacer perder la centralidad que el altar debe tener dentro del templo. Lo mismo cabría decir de las figuras que se utilizan, como recuerda El búho escrutador a propósito del pesebre de la Plaza de San Pedro del Vaticano.  

Actualización [2 de diciembre de 2019]: El día de ayer, Primera Domínica de Adviento, fue publicada la carta apostólica Admirabile signum sobre el valor y significado del pesebre. Hemos añadido la referencia a ella en el cuerpo de esta entrada. 

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