martes, 12 de marzo de 2019

FIUV Position Paper 19: El beso de la paz

En una entrada anterior explicamos nuestro propósito de traducir los Position Papers sobre el misal de 1962 que desde hace algún tiempo viene preparando la Federación Internacional Una Voce, de la cual nuestra Asociación es capítulo chileno desde su creación en 1966. 

En esta ocasión les ofrecemos la traducción del Position Paper 19 y que versa sobre el beso de la paz, cuyo original en inglés puede consultarse aquí. Dicho texto fue preparado en el mes de junio de 2014. Para facilitar su lectura hemos agregado un título (Texto) para separar su contenido del resumen (Abstract) que lo precede. 


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El beso de la paz

Resumen

El beso de paz o Pax, en la forma extraordinaria del rito romano, antes del Agnus Dei implica, en su forma más plena en la Missa Solemnis, que el celebrante bese el altar y que transmita la Paz de Cristo a partir del propio Cristo, representado por el altar y por la hostia consagrada que yace sobre él, a los otros ministros sagrados y las demás personas situadas en el presbiterio, mediante un leve abrazo. El significado histórico de esta ceremonia incluye la noción de que el pueblo sella y aprueba los misterios recién celebrados, y la preparación necesaria para la recepción de la Comunión. En épocas anteriores, la Pax se daba también a los fieles, con un abrazo o besando el portapaz, el cual servía para subrayar el origen de la Paz en el Santísimo Sacramento y para hacer posible darse la paz entre ambos sexos. Esta costumbre desapareció, por motivos prácticos, en la mayor parte de Europa. Sin embargo, los fieles siguen uniéndose mediante el simbolismo, muy claro, del saludo ceremonial que intercambian los ministros sagrados en el presbiterio.

Los comentarios a este texto pueden enviarse a positio@fiuv.

 Alonzo Rodríguez, La despedida de San Pedro y San Pablo (s. XVI, Museo Regionale di Messina)

Texto

1. La forma extraordinaria del rito romano hace un significativo uso del osculum, el beso litúrgico, del cual el amplexus, el abrazo, es una variante. Varias veces, a lo largo de la Misa, el celebrante besa el altar, se vuelve hacia los fieles y dice “Dominus vobiscum[1]”, y besa asimismo el altar  antes de darles la bendición[2].

2. La transmisión a los fieles del saludo o de la bendición del Señor, representado en estos casos por el altar, se realiza de un modo más explícito en la Pax. Después del Pater Noster y de su embolismo, al final del cual el celebrante se santigua con la patena y la besa, el celebrante dice en alta voz “Pax Domini sit semper vobiscum” mientras traza el signo de la cruz, con una partícula de la hostia, sobre el cáliz, en el cual la deposita a continuación. La respuesta que se le da es “Et cum spiritu tuo[3]. Luego el celebrante reza, en silencio, la oración Haec commixtio, y después el Agnus Dei. En la Missa Solemnis, mientras se canta el Agnus Dei, el celebrante y el diácono besan el altar e intercambian el Beso de Paz, mediante un leve abrazo, y el diácono hace lo mismo con el subdiácono, el cual lo hace extensivo al resto del clero y acólitos presentes en el coro[4]. Se omite la Pax en la Misa de Difuntos y en el Jueves Santo.

3. En algunos casos, el Beso de Paz se puede dar usando un portapaz y, al usarse éste, se lo puede dar en la Missa Cantata y en la Misa rezada: aquí también la Pax es transmitida, mediante un beso, desde el altar. El uso del portapaz, en la forma extraordinaria, se explica más en detalle en el Apéndice.

4. La práctica de la forma extraordinaria contrasta, en cierta forma, con el “Signo de Paz”, que se da muy frecuentemente con un apretón de manos[5] antes del Agnus Dei, en la forma ordinaria. En este texto procuramos dar la explicación y la razón de la práctica de la forma extraordinaria[6].


El desarrollo histórico de la Pax.

5. Si bien la Pax está hondamente enraizada en la tradición litúrgica latina[7], su historia es compleja y aquí sólo podemos intentar dar un esquema general[8]. El mártir San Justino registra un intercambio de besos como finalización de la ceremonia de oraciones y lecturas[9].

6. Más tarde, se la encuentra en los ritos galicanos antes del Ofertorio. El Pseudo Germanus comenta: “Se dan unos a otros la Paz de Cristo de tal modo que, mediante un beso, conservan el afecto de amor unos por otros”[10]. Esto parece estar sugerido en Mt. 5, 23[11].

7. En las liturgias africana y romana, sin embargo, el rito está puesto inmediatamente antes de los ritos de comunión[12], lugar recomendado por el papa San Inocencio I en una carta del año 416: “Es claro que, por la paz, el pueblo da su consentimiento a todo lo que se ha realizado en los misterios celebrados en la Iglesia. La paz es el sello que nos prueba que tales misterios han sido realizados”[13].

8. El Pater Noster que lo precede, en tiempos del papa San Gregorio Magno (+604), sugiere el mutuo perdón que se recomienda en esta oración[14]. Se puede, pues, considerar que la práctica romana implica tanto el tema de un sello conclusivo de los misterios, similar al Amen al final del Canon, como el del mutuo perdón que se enfatiza en la tradición galicana.

9. Con el tiempo la Pax se transformó, de un mutuo intercambio de besos de los ministros en el altar y de los fieles cercanos[15], en una práctica más ceremoniosa en que el beso se comunica desde el mismo Señor, en la hostia consagrada o representado por la patena, el altar, el cáliz, el misal o el crucifijo o por una combinación de éstos, hasta los ministros sagrados y después hasta los fieles, de una persona en otra. Esto hace más pertinente que la Pax tenga lugar mientras se canta el Agnus Dei y después de la consagración: el efecto es que la paz irradia desde el Cordero de Dios sacrificado (se podría decir) sobre el altar, no sólo porque el beso parte desde ahí, sino porque el texto y la música ocurren simultáneamente. Como dice Joseph Jungmann: “Así, se hace proceder desde el altar el beso de la paz, como un mensaje o un don que proviene del Santísimo Sacramento y se distribuye a los demás y al pueblo”[16].

Esta práctica se encuentra ya bien consolidada en los Pontificales del siglo X. En el contexto de recepción infrecuente de la comunión en aquella época, era de especial importancia el simbolismo de una bendición transmitida a los fieles desde el Santísimo Sacramento en el altar.

10. No hay, pues, riesgo alguno de confundir la paz de que se trata en esta ceremonia con una mera armonía secular en la comunidad: aquí se trata, de modo muy específico, de la Paz de Cristo, que irradia desde el Santísimo Sacramento, presente ahora en el altar.

11. En todos los ritos de la Iglesia, el beso experimentó un proceso de estilización, transformándose en ciertas Iglesias orientales, por ejemplo, en una reverencia o en un beso en los dedos. En Occidente, el abrazo encontró, en la forma extraordinaria hoy desarrollada y en Inglaterra, una elegante solución en el portapaz que comenzó a usarse en las iglesias parroquiales[17], uso que se extendió por Europa continental y que aparece en el Missale Romanum de 1570. Entre algunas variaciones del portapaz encontramos el uso de un crucifijo o un relicario.

12. El portapaz permitió que se diera la Pax entre los sexos, cosa que estaba, de otro modo, prohibida (con la notable excepción de la pareja en la Misa nupcial)[18].

13. La participación directa de los fieles en la Pax, para la cual el portapaz era especialmente adecuado, comenzó a desaparecer en los siglos siguientes en la mayoría de los países[19]. El liturgista Polycarpus Radó sugiere que hubo “razones de higiene” en esta declinación[20]. Otra razón de carácter práctico parece haber sido el que la circulación del portapaz entre los fieles según su rango social conducía a disputas poco edificantes sobre precedencias[21]. Un factor moderno que reduce el tiempo disponible para el uso del portapaz es la frecuencia de la comunión de los fieles en la Misa[22].

 (Foto: Modern Medievalism)

Participación y propuestas de reforma

14. La posibilidad recién aludida de que la participación directa de los fieles en la Pax cause desorden tiene un paralelo contemporáneo en las dificultades que presenta la práctica en el forma ordinaria. Esto fue analizado en el Sínodo de Obispos de 2007[23], y se pidió a la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos estudiar la propuesta de trasladarla, para mitigar los problemas, al comienzo del Ofertorio.

15. Sin embargo, como se advirtió más arriba, el significado de la Pax en la forma extraordinaria está ligado con el Santísimo Sacramento, como fuente de la paz. Como dice San Alfonso María de Ligorio: “Antes de dar la paz, el sacerdote besa el altar para mostrar que él no puede dar la paz si no la ha recibido de Jesucristo, que está representado en el altar”[24]. Besar el altar, al lado de la hostia misma y de la patena, es el primer eslabón en la cadena que transmite la Paz de Cristo a los Sagrados Ministros y a los demás presentes en el presbiterio.

16. La forma extraordinaria puede mantener este importante y antiguo símbolo, sin peligro de desórdenes, porque invita a los fieles a unirse espiritualmente con la expresiva y delicada ceremonia realizada en el presbiterio por los sagrados ministros. Toda señal física de paz es, en sí misma, un símbolo, y el punto es si los fieles pueden hacer suyo un gesto simbólico realizado por los sagrados ministros de un modo mejor que un gesto realizado por ellos mismos: el caso es que hay menos diferencias entre estas dos formas que las que parece haber a primera vista.

17. Este desarrollo es ejemplo de un doble fenómeno muy extendido en la historia de la liturgia: la reducción de los ritos y ceremonias a un mínimo simbólicamente importante, y la realización únicamente por el clero de ceremonias que involucraron alguna vez a los fieles, todo ello en beneficio de estos últimos. Hay quienes han visto en este desarrollo motivos para lamentarse, pero Pío XII nos recuerda que las prácticas litúrgicas arcaicas no son necesariamente preferibles a las formas más desarrolladas, ya que el desarrollo ha tenido lugar con la guía de la Providencia[25].

18. El rito romano retiene, con frecuencia, algunas ceremonias arcaicas abreviadas o en forma de vestigios, permitiendo que el significado de todo el rito se exprese sucintamente y nos recuerde la antigüedad del rito. Los significados comprimidos del rito son una barrera frente a la banalidad: hasta el menor aspecto de la forma extraordinaria está lleno de significado, como detalles de toda gran obra de arte.

Conclusión

19. La Pax en la forma extraordinaria es la más significativa de una serie de ocasiones en que el celebrante comunica a los fieles la paz de Cristo, representado por el altar al cual se besa, y tiene este significado especial porque, en este caso, el Cordero de Dios está presente en el altar en la hostia consagrada.

20. La Pax intercambiada entre los sagrados ministros y otras personas es una expresión visualmente elocuente de lo que tiene lugar en cada una de estas ocasiones, de esta paz que se irradia hacia los fieles. Los temas de la aprobación y sello de los misterios realizados, así como de la reconciliación mutua y de la preparación para recibir la comunión, dependen, en este contexto, de esta idea central de que la Paz viene de Cristo.

21. La continuación del uso del portapaz en ciertos lugares y en ciertas órdenes religiosas, que se analiza con más detalle en el Apéndice, ilustra la legítima diversidad de la forma extraordinaria y la preservación de costumbres antiguas en determinados contextos particulares. Estas costumbres son parte de la auténtica cultura litúrgica de tales regiones u órdenes, y debieran ser preservadas y fomentadas todo lo posible.

 El portapaz
(Ilustración: Modern Medievalism)

Apéndice: el portapaz

El portapaz, en inglés “paxbrede” (deletreado también “pax-brede” y “paxbred”) y en latín instrumentum pacis u osculatorium[26], es, a menudo, un plato de plata labrada con una manilla en el dorso, pero puede tener una cantidad de formas, y algunas veces lleva incorporada una reliquia. En la Edad Media se lo hacía frecuentemente de madera, con una imagen pintada. Algunos ejemplos más modernos son a menudo dorados, con una imagen esmaltada. También puede servir como portapaz un crucifijo o un ícono[27].

Actualmente, el uso del portapaz en la forma extraordinaria debe ser considerado en tres contextos: primero, en el rito romano simpliciter; segundo, en los ritos y usos de ciertas ordenes religiosas y, tercero, en las costumbres y privilegios propios de España y de su antiguo imperio de ultramar.

El primero está resumido en el libro de rúbricas de John O’Connell, The Celebration of Mass“A los prelados 'mayores' presentes en la Misa rezada, al clero en la Misa cantada, y a los laicos de alto rango que asisten a la Misa solemne o a la Misa rezada, el beso de paz es transmitido mediante el instrumentum pacis o portapaz”[28].

El portapaz es besado por el presbítero asistente (en la Misa pontifical), o por el diácono (en la Misa solemne), luego de haber recibido la Pax del celebrante mediante un amplexus; o es besado por el celebrante (en la Misa rezada) después de haber besado el altar, y se lo lleva a las demás personas mencionadas por O’Connell.

Segundo, en los ritos y usos de varias órdenes religiosas, además de lo indicado más arriba, el portapaz es usado para dar la Pax a los acólitos y miembros de la comunidad en el coro durante la Misa solemne, y de este modo complementa el abrazo que se da entre los ministros sagrados, según se ha descrito, o lo reemplaza: así, por ejemplo, los dominicos no usan en absoluto el amplexus. El liturgista Archdale King analiza los detalles en el caso de los cartujos[29], los premonstratenses[30], y los dominicos[31]. También se lo ha usado históricamente, y sigue usándoselo en algunos lugares, por los dominicos en la Misa rezada[32]. Jungmann menciona también que usan el portapaz los franciscanos capuchinos los domingos y fiestas importantes[33].

Tercero, en España y en el antiguo imperio español, el Manual de liturgia del P. Gregorio Martínez de Antoñana, CMF, escribe que, además de lo que dice O’Connell sobre la Misa rezada: “Se lo puede dar en general a todos los fieles […] Pero sea lo que fuere que se hace, a los príncipes y personas de dignidad equivalente se lo da con un amplexo […] En España existe el privilegio de que el acólito trae la paz al coro con el portapaz”[34].

En otras palabras, el portapaz se puede extender en las Misas rezadas y cantadas a los fieles, reservándose el abrazo para los dignatarios laicos: esto puede ser considerado una costumbre de España y sus antiguas posesiones. Además, el “privilegio de Pío V” permite a un acólito llevar la Pax al clero que está en el coro mediante un portapaz, tal como se hace en las órdenes religiosas ya citadas.

El llevar el portapaz a los fieles en España y en sus antiguas posesiones representa una importante prolongación de la práctica medieval existente en Inglaterra y otros lugares. Hoy, cuando hay poco tiempo, se puede llevar el portapaz, si es necesario, a un número representativo de fieles, como los que están en primera fila, o a la primera persona sentada en cada banco. 

(Foto: Modern Medievalism)



[1] “El Señor esté con vosotros”. La respuesta que se da es “Et cum spiritu tuo” (“Y con tu espíritu”). En la primera de estas ocasiones, si el celebrante es un obispo, éste dice “Pax vobis” (“La paz esté con vosotros”). La respuesta es la misma.

[2] Benedicat vos omnipotens Deus, Pater, et Filius, et Spiritus Sanctus ("Os bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo, y Espiritu Santo"). La respuesta es “Amen”.

[3] “La paz del Señor sea con vosotros” (siempre en plural). “Y con tu espíritu”.

[4] Cuando la Misa es celebrada por un obispo, éste da el abrazo al presbítero asistente, y luego, si no van a recibir la comunión, al diácono y al subdiácono. El presbítero asistente lo da al clero que está en el coro y después al maestro de ceremonias.

[5] Véase Instrucción General del Misal Romano, núm. 82: “En cuanto al signo mismo para dar la paz, establezca la Conferencia de Obispos el modo, según la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos. Conviene, sin embargo, que cada uno exprese la paz sobriamente sólo a los más cercanos a él” (Ad ipsum signum pacis tradendae quod attinet, modus a Conferentiis Episcoporum, secundum ingenium et mores populorum statuatur. Convenit tamen ut unusquisque solummodo sibi propinquoribus sobrie pacem significet”).

[6] El uso de un apretón de manos en lugar de un abrazo (o de un beso al portapaz) es incompatible con la práctica, en la forma extraordinaria, de que el celebrante mantenga el pulgar y el índice juntos desde la consagración de la hostia hasta las abluciones después de la comunión, momento en que los dedos son lavados con vino y agua. Esta práctica refleja la preocupación de que puedan adherirse a los dedos algunas partículas de la hostia. Un lavado especial de los dedos (además de la purificación del cáliz) comienza a encontrarse en la tradición litúrgica latina desde el siglo VIII. Véase Jungmann, J., The Mass of the Roman Rite: its origin and development (trad. inglesa, Nueva York, Benzinger Brothers, 1955), vol. II, p. 417. El lavado de los dedos del celebrante después de la comunión se omite en el Misal de 1970. Las rúbricas que ordenan al celebrante mantener el pulgar y el índice juntos aparecen en los primeros misales publicados a fines del siglo XV.

[7] Archdale King señala que en todos los idiomas celtas la palabra corriente “beso” deriva del latín “pax”, debido a su asociación con el beso litúrgico. Véase su Liturgies of the Past (Londres, Longmans, 1959), p. 270.

[8] Para un análisis de las investigaciones recientes, que ponen en duda la comprensión del desarrollo histórico propuesto por Josef Jungmann y otros, véase Cabié, R., The Eucharist (trad. de Matthew J. O’Connell, Collegeville, The Liturgical Press, 1986), pp. 113-115 (segundo volumen de la serie The Church at Prayer, editada por A.G. Martimort).

[9] San Justino, Primera Apología, 65.

[10] Pseudo Germanus: Expositio brevis antiquae liturgiae gallicanae “De Sono” (PL 72.93 D-94A). El pasaje continúa: “[...] y que aquel que está oscurecido por alguna disputa pueda rápidamente volver a la gracia o pedir perdón a su prójimo, para no caer en la compañía del Traidor al dar una paz falsa. De este modo también la recepción de la Eucaristía o de la bendición puede ser más provechosa, al ver Cristo que los corazones están en paz, ya que Él mandó a sus discípulos, cuando ascendió a los cielos: 'Mi paz os dejo, mi paz os doy' (Jn 14, 27) y 'conozcan todos que sois mis discípulos en esto: en que os amáis unos a otros'” (Pacem autem ideo Christo mutuo proferunt ut per mutuo osculo teneant in se caritatis affectum, et qui aliqua fuscatur discordia, cito recurrat ad gratiam vel peteat próximo veniam, ne pacem falsam dando incurrat proditoris consortium, et tanto melius proficiat Eucharistia suscepta vel benedictio tradita quantum Christus conspicerit pacifica esse corda quia ipse mandavit discipulis caelos ascendens pacem relinquo vobis pacem meam do vobis (Joan XIV 27) et in hoc cognoscent omnes quod discipuli mei estis si vos invicem dilexeritis”). Archdale King cita en parte este pasaje (The Eucharist, cit., p. 171). King cita también la colecta de Epifanía del Missale Goticum: “ut osculum quod in labiis datur in cordibus non negatur” (“que el beso dado con los labios no sea contradicho por el corazón”).

[11] “Si, por tanto, traes tu ofrenda al altar, y recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano, y luego vuelve a presentar tu ofrenda” (Si ergo offeres munus tuum ad altare, et ibi recordatus fueris quia frater tuus habet aliquid adversum te: relinque ibi munus ante altare, et vade prius reconciliari fratri tuo; et tunc veniens offeres munus tuum”).

[12] Jungmann, The Mass of the Roman Rite, cit., vol. II, p. 322.

[13] San Inocente I, carta a Decentius, obispo de Gubbio, Epistula 25.1.4. (PL 20.553A). Traducción literal de un pasaje más largo: “Dices que algunos sacerdotes ordenan la Paz al pueblo antes de que los misterios hayan sido confeccionados, que se la dan unos a otros aunque la paz debe ser proclamada necesariamente después de que todas las cosas, que no necesito mencionar explícitamente, ya que por ella [o sea, la pax] se manifiesta que el pueblo ha dado su consentimiento a todo lo que se ha hecho en los misterios y se ha celebrado en la iglesia, y se muestra que éstas han sido cumplidas por el signo de conclusión de la paz” (Pacem igitur asseris ante confecta mysteria quosdam populis imperare vel sibi inter sacerdotes tradere cum post omnia, quae apperire non debeo, pax sit necesario indicenda, per quam constet populum ad omnia, quae in mysteriis aguntur atque in eclesia celebrantur, praebuisse consensum, ac finita esse pacis concludentis signaculo demonstrentur). San Inocencio I sostiene en esta carta que la práctica romana de la Pax, en este lugar de la Misa, es de “tradición apostólica”.

[14] Mt 6, 12: “Y perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” (Et dimitte nobis debita nostra sicut et nos dimittimus debitoribus nostris).

[15] Jungmann, The Mass of the Roman Rite, cit., vol. II, p. 321, notas 1-2, citando a San Agustín sobre el uso africano y los Ordines romanos más antiguos.

[16] Jungmann, The Mass of the Roman Rite, cit.,vol. II, p. 326.

[17] Jungmann, The Mass of the Roman Rite, cit., vol. II, pp. 328-329, cita estatutos diocesanos ingleses de 1248; pone el origen del portapaz hacia el año 1000, en las Club Collections de Alcuino, núm. 87 (Londres, SPCK, 2012), 215.

[18] Jungmann, The Mass of the Roman Rite, cit., vol. II, p. 327.

[19] Para excepciones, véase el Apéndice.

[20] Radó, P., Enchiridion Liturgicum (Herder, 1961), tomo II: “en muchísimos lugares ha caído en desuso, especialmente por razones de higiene” (plerisque locis nunc in desuetudinem abiit, praecipue ob rationes hygienicas). Conviene decir que el signo de paz en la forma ordinaria ha sido suspendido en numerosas ocasiones, en tiempos de epidemia.

[21] Véase Duffy, E., The Stripping of the Altars (New Haven, Yale, 1992), pp. 126-127: “En 1494 los guardias de la parroquia de Todos los Santos, Stanyng [Inglaterra] detuvieron a una mujer por quebrar el portapaz lanzándolo al suelo 'porque otra mujer de la parroquia lo había besado antes que ella'. El día de Todos los Santos de 1522, Master John Brown, de la parroquia de Theydon-Garnon en Essex, habiendo besado el portapaz durante la Misa en la parroquia, se lo quebró en la cabeza a Richard Pond, el oficial del agua bendita que se lo había pasado, 'causando ríos de sangre que corrieron por el suelo'. Brown se enfureció porque se había entregado el portapaz primero a Francis Hamden y a su mujer Margery, a pesar de que el domingo anterior había advertido a Pond: 'Oficial, si a partir de hoy no me das el portapaz primero, te lo quebraré en la cabeza'”.

[22] J.B. O’Connell comenta, en las ocasiones en que se usa el portapaz: “Cuando el beso de paz ha de ser dado a gran cantidad de personas, debiera terminar antes de que el celebrante cante el Dominus vobiscum que precede a la oración de postcomunión” (The Celebration of Mass: a study of the Rubrics of the Roman Missal, Milwaukee, The Bruce Publishing Company, 4a ed., 1963). Esto parece suponer que no hay comunión de los fieles en la Misa, como de hecho fue el caso durante muchos siglos, ya sea porque los fieles comulgaban sólo en las fiestas más importantes, o porque lo hacían fuera de la Misa.

[23] Benedicto XVI, Exhortación post-sinodal Sacramentum Caritatis (2007), núm. 49: “[…] durante el Sínodo de los Obispos [de 2007] se ha visto la conveniencia de moderar este gesto, que puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la Comunión. Sería bueno recordar que el alto valor del gesto no queda mermado por la sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a la celebración, limitando por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanos” (Synodo Episcoporum, opportunitas est considerata moderandi hunc gestum, qui nimium pondus assumere potest, quemdam confusionem gignens inter fideles et quidem ante ipsam Communionem. Probe est asseverandum quemadmodum huius actus praestantiae nihil detrahat sobrietas, necessaria ad servandum idoneum celebrationis spiritum, exempli gratia, cum efficitur ut mutuum signum pacis detur solummodo personae proximae”).

[24] Citado en Crean, T., The Mass and the Saints (Oxford, Family Publications, 2008), p. 180: la cita proviene de Ligorio, “El sacrificio de Jesucristo”.

[25] Pío XII, Encíclica Mediator Dei (1948), núm. 78: “La liturgia de los tiempos pasados merece ser venerada sin duda ninguna; pero una costumbre antigua no es ya solamente por su antigüedad lo mejor, tanto en sí misma cuanto en relación con los tiempos sucesivos y las condiciones nuevas. También son dignos de estima y respeto los ritos litúrgicos más recientes, porque han surgido bajo el influjo del Espíritu Santo, que está con la Iglesia siempre, hasta la consumación de los siglos[52], y son medios de los que la ínclita Esposa de Jesucristo se sirve para estimular y procurar la santidad de los hombres” (Utique vetustae aetatis Liturgia veneratione procul dubio digna est; verumtamen vetus usus, non idcirco dumtaxat quod antiquitatem sapit ac redolet, aptior ac melior existimandus est vel in semet ipso, vel ad consequentia tempora novasque rerum condiciones quod attinet. Recentiores etiam liturgici ritus reverentia observantiaque digni sunt, quoniam Spiritus Sancti afflatu, qui quovis tempore Ecclesiae adest ad consummationem usque saeculorum, orti sunt; suntque iidem pariter opes, quibus inclita Iesu Christi; Sponsa utitur ad hominum sanctitatem excitandam procurandamque).

[26] Otros términos usados son, en inglés, Paxboard, y en latín, Pacificale, Paciferum, Pax, Tabula ad pacem o Asser ad pacem.

[27] Radó, Enchiridion Liturgicum, tomo II, p. 1440: “Muchos Instrumentos de Paz son tablas cuadradas decoradas con la imagen de Cristo con reliquias de santos. Otros fueron hechos de un modo incluso más exquisito, como retablos de altar, en tanto que otros tienen la apariencia de un escudo (medallón). Un cuarto tipo de Instrumento de Paz es una cruz provista con un pie, llamada Pacificale. El material de que fueron hecho fue madera, también piedra, marfil, plata, oro o algún otro metal”.

[28] O’Connell, The Celebration of Mass, cit. Cf. Ritus servandus (1962), X, 3.

[29] King, A. Liturgies of the Religious Orders (Londres, Longmans, 1955), p. 53.

[30] King, Liturgies of the Religious Orders, cit., pp. 218 y 233.

[31]  King, Liturgies of the Religious Orders, cit., p. 388.

[32] Archdale King se refiere a que la Provincia española conserva la costumbre (Liturgies of the Religious Orders, cit.). Hoy se la usa en la Provincia australiana y por la Fraternidad San Vicente Ferrer (Fraternité Saint Vincent Ferrier), que usa el rito dominico.

[33] Jungmann, The Mass of the Roman Rite, cit., vol. II, p. 330, nota 47.

[34] Martínez de Antoñana, G., Manual de liturgia, p. 419, nota 1.

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