FIUV Position Papers

El mundo tradicional

Glosario litúrgico

Comentarios del Evangelio

Curso de Liturgia de Augusto Merino

Iglesia

Textos fundamentales

Documentos sobre la forma extraordinaria

Subsidios

Institutos tradicionales

Asociaciones Una Voce

Blogs, noticias y directorios (la Asociación no se hace responsable por su contenido)

lunes, 9 de marzo de 2015

El aborto y la enseñanza de la Iglesia

El Catecismo de la Iglesia Católica (vid. núm. 2270 y ss.) enseña que la vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción y hasta su término natural. El ser humano, desde el primer momento de su existencia, debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (cfr. Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae, 1, 1). Lo anterior por lo demás es, ante todo, una cuestión de derechos humanos fundamentales, vinculantes para todos, y no de índole exclusivamente religiosa.

El aborto, esto es, la muerte provocada del feto realizada por cualquier método y en cualquier momento del embarazo desde el instante mismo de la concepción, es gravemente contrario a la ley moral. Y lo es por varias razones: (i) la víctima es inocente e indefensa; (ii) su muerte es causada precisamente por quienes tienen una especial obligación de velar por su vida, como es la propia madre y el personal sanitario (basta ver, por ejemplo, el texto utilizado en el juramento hipocrático del Colegio Médico de Chile), y (iii) algo que debe particularmente interpelar a los católicos, se priva a la criatura abortada del sacramento del Bautismo, necesario para recibir la gracia santificante. De ahí que la Iglesia Católica sea particularmente severa para con quienes comentan este horrendo crimen y establezca la grave sanción de la excomunión latae sententiae para quienes procuren el aborto, en caso que éste se produzca (véase el canon 1398 del Código de Derecho Canónico).


El Magisterio constante de la Iglesia Católica refuerza el imperativo ético y jurídico de proteger la vida del que está por nacer, al dirigirse especialmente a todos quienes participan de la actividad pública, recordándoles que existe una grave obligación de conciencia de oponerse a toda ley que pretenda legalizar el aborto, no siéndole a nadie lícito contribuir a campañas de opinión o programas políticos favorables a una legislación en dicho sentido, ni menos concurrir a dicha legalización con el propio voto (cfr.Evangelium Vitae, núm 73; Declaración de la CDF sobre el aborto, de 18 de noviembre de 1974, núm. 22; Nota doctrinal de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de 24 de noviembre de 2002, sobre el compromiso y la conducta de los católicos en la vida pública, núm. 4).


En contra de una concepción relativista del pluralismo político, el Magisterio de la Iglesia hace presente que la defensa del derecho a la vida de toda persona humana, desde su concepción hasta su término natural, se encuentra entre las exigencias éticas fundamentales e irrenunciables de la acción en el ámbito político, respecto de las cuales ningún cristiano puede admitir componendas o compromisos de ningún tipo (cfr. Nota doctrinal sobre el compromiso y conducta de los católicos en la vida pública, cit., núm. 4).

Con motivo de las últimas discusiones en torno al proyecto de ley presentado por el gobierno chileno en enero de 2015, que despenaliza el aborto en tres supuestos (violación, riesgo vital presente o futuro de la madre, y feto que padece alteraciones estructurales congénitas o genéticas incompatibles con la vida intrauterina), conviene recordar la última declaración conjunta efectuada por la Conferencia Episcopal de Chile sobre el tema, donde se reafirma la enseñanza de la Iglesia acerca de la grave ilicitud del aborto en cualquier circunstancia o condición. Trascribimos a continuación su texto. 

***
Clamor por la vida de los inocentes



 
Declaración de los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile

En el día de los Santos Inocentes,
28 de diciembre de 2010.


1.            En estos días en torno a Navidad, en que nos alegramos con la celebración del nacimiento del Señor Jesús, en nuestro país surgen nuevamente voces de algunos legisladores que proponen despenalizar el aborto en determinados casos; por ejemplo, cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la madre o atenta gravemente en contra de su salud, en casos en que el embarazo es producto de una violación, o bien cuando el concebido que se desarrolla en el vientre materno posee malformaciones, que incluso se prevé que lo llevarán a la muerte una vez nacido.

2.            Frente a estas situaciones, ninguna postura ni decisión es neutral, ni puede serlo. Como pastores de la Iglesia Católica y a partir de su enseñanza, con caridad en la verdad, queremos ofrecer luces para el discernimiento en conciencia de los católicos y de todas las personas de buena voluntad; también como un aporte a la reflexión de los legisladores y autoridades ante un tema que toca profundamente el alma nacional, como es el elemental derecho a la vida.

3.            Ciertamente, las situaciones a las que se refieren estos proyectos de ley son muy dramáticas y dolorosas tanto para la madre como para las personas cercanas a ella, y no se suele estar preparado para vivirlas. El sentimiento de dolor que experimenta una madre y su familia al saber que el propio fruto de la concepción implica un peligro para su vida, que el hijo que espera con tantas ansias viene con una malformación grave, o que el ser humano que se gesta en su seno es el fruto de una violación; es un sentimiento que hay que comprender y debe constituir una gran preocupación para la familia, los servicios de salud y por cierto también en la propia comunidad cristiana. Situaciones como éstas, aunque escasas, son fuentes de angustia, incertidumbre y dolor que a nadie pueden dejar indiferente.

4.            Ante tales situaciones, la pregunta es cómo responder de la mejor manera para ser respetuosos con la vida, tanto de la madre como la de su hijo, logrando que la respuesta del marco jurídico, de los servicios de salud y de la sociedad entera refleje un hondo respeto al derecho a la vida que tiene cada ser humano. Al mismo tiempo nos eduque a todos en los valores humanos fundamentales que están en juego, como son el respeto a la vida, el cuidado del más débil, así como la solidaridad, la compasión y la justicia. Consideramos que éstas son las cuestiones que hay que poner en la discusión. Pues las respuestas que demos como sociedad y país marcarán la vida de la madre y del hijo, como asimismo el alma nacional y la cultura que vamos construyendo.

5.            El Papa Juan Pablo II, explicando el mandamiento “no matarás”, manifestó nuestra convicción con estas palabras: “Confirmo que la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral” (Evangelium vitae, 57). Este principio ético, profundamente humano y anterior al cristianismo, vale con toda razón cuando hay que proteger la vida del ser humano que aún no ha nacido y en consecuencia rechazar la legalización del aborto.

6.            Pensamos que, en un embarazo en el cual la vida o la salud de la madre corre peligro, no es lícito eliminar la vida del niño concebido. Desde la perspectiva de lo más propio de la medicina, que es sanar, curar y nunca dañar, y compartiendo el pensamiento de Pío XII, consideramos que “es erróneo poner el asunto con esta alternativa: o la vida del niño o aquella de la madre. No, ni la vida de la madre ni la del niño pueden ser objeto de un acto de directa supresión. De una parte como de la otra la exigencia no puede ser más que una: hacer todo esfuerzo por salvar ambas vidas, la de la madre y la del niño”. Las prácticas abortivas son la negación misma de lo que se entiende por un acto médico, que consiste en hacer el bien posible, en este caso, a sus dos pacientes: la madre y su hijo. Nunca será un acto médico el que dañe directamente a cualquiera de ellos.

7.            Ello no se opone, sin embargo, a considerar lícitas las acciones terapéuticas necesarias en favor de la madre para sanarla de una enfermedad, aunque comporten un riesgo, incluso letal, para el ser que no ha nacido. No se debe confundir una acción terapéutica a favor de la madre, que encierra como consecuencia no buscada el peligro de una pérdida, con la directa eliminación del ser que no ha nacido.

8.            En relación a despenalizar el aborto, cuando se puede predecir con probabilidad o subjetiva certeza que el niño nacerá con un defecto o enfermedad, hay que tener presente que la eliminación de un ser humano no constituye terapia alguna puesto que no sana a nadie. Se trata de un aborto directo ilícito desde el punto de vista moral y gravemente contrario al ordenamiento legal y constitucional de nuestra nación.

9.            A veces se invoca el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo. Con ello se olvida que el ser humano que está en su seno no es parte de ella: es otro ser humano distinto al padre y a la madre. Por otra parte, los sentimientos de la madre que son invocados, ciertamente son respetables y muy atendibles. Pero nunca un sentimiento puede prevalecer como un valor superior por sobre el derecho a la vida que tiene todo ser humano, ya sea que esté sano o enfermo. Entre los derechos humanos, éste es el primero, sin el cual no existen los demás. Este derecho a la vida también se le ha de respetar al ser inocente que ha sido concebido como consecuencia de un acto tan violento y condenable como lo es una agresión sexual.

10.         Creemos que el nivel de desarrollo de una comunidad se mide por la capacidad que tiene de hacerse cargo de los débiles y enfermos. Una sociedad que los elimina permite que la violencia se constituya en el método para resolver los conflictos, convirtiéndose en una dictadura donde los más fuertes terminan decidiendo por los más débiles. Nadie tiene derecho a arrogarse el poder de decidir qué vida merece ver la luz del día y cual no.

11.         Resulta más razonable preguntarse en qué medida podemos todos generar instancias capaces de acompañar adecuada y efectivamente a la madre y su familia, con ayuda sicológica, social, económica y espiritual. Invitamos a los profesionales del área de la salud a buscar y ofrecer caminos ante estas situaciones que no signifiquen la destrucción deliberada de la misma vida sino su cuidado. Hay muchas experiencias conmovedoras de instituciones que se dedican al servicio de cuidar la vida de los pequeños, los sufrientes, los más pobres y abandonados de la sociedad. Ellas merecen nuestra gratitud y abren camino a otras iniciativas que pueden surgir.

12.         Confiamos que en estos días en que los cristianos del mundo entero y -en cierta medida- el conjunto de la sociedad estamos celebrando el nacimiento del Niño Jesús [Nota de la Redacción: esta declaración fue emitida en de la Octava de Navidad del año 2010], se acreciente en todos nosotros el amor por la vida, el respeto a la vida de todos y -en especial- el deber de todos de cuidar la vida de los pequeños, los sufrientes y los más pobres y abandonados de nuestra sociedad. De un modo especial invitamos a orar por las madres que viven estas situaciones tan dramáticas y difíciles. Y también imploramos para que la sabiduría y fortaleza de Dios guíen las decisiones en tan trascendente materia. Presentamos estas intenciones al Padre Dios, por intercesión de la Virgen María, que trajo a este mundo al Autor de la vida y nos enseña a amarlo.



Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile

Fuente: http://documentos.iglesia.cl/

Actualización [18 de marzo de 2015]: Para conocer las declaraciones de los obispos chilenos sobre el aborto, recomendamos consultar también el siguiente enlace

Actualización [18 de abril de 2015]: Aquí encontrarán una nueva declaración de los obispos chilenos, de fecha 25 de marzo del presente, en el que, con motivo del proyecto de legalización del aborto presentado por el Gobierno de Chile, se pronuncian en defensa del derecho a la vida y de la dignidad de toda persona humana, especialmente aquella que está por nacer.

Actualización [2 de agosto de 2015]: Aquí encontrarán una síntesis de la declaración de los obispos chilenos de fecha 25 de marzo de 2015, publicada como inserción en el diario El Mercurio de Santiago de fecha 2 de agosto del presente, en la cual se reafirma la defensa del derecho a la vida del que está por nacer, y se recuerda a los legisladores cristianos su inexcusable e irrenunciable deber de no colaborar con ningún tipo de ley de aborto.

Actualización [18 de marzo de 2016]: El día de ayer, 17 de marzo, la Cámara de Diputados aprobó por 66 votos contra 44 (véase aquí el resultado de las votaciones) el proyecto de ley presentado por el gobierno chileno que despenaliza el aborto (delito sancionado por los artículos 342 a 345 del Código Penal) en tres causales: el peligro para la vida de la mujer, la inviabilidad letal de carácter letal y el embarazo producto de una violación (véase aquí la información oficial sobre el proyecto). Ante esta primera aprobación legislativa de un proyecto que permite un crimen nefando contra un inocente, el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile ha dado a conocer un mensaje intitulado "Firme nuestra esperanza en defensa de la vida", que ahora reproducimos y que será leído en todas las Misas del país durante este Domingo de Ramos.


Firme nuestra esperanza en defensa de la vida



Mensaje a los católicos y pueblo de Chile, 
ante la aprobación en primer trámite del proyecto de Ley pro aborto


1. La Cámara de Diputados, con una relativa mayoría de votos, ha dado su aprobación al proyecto de Ley presentado por el actual Gobierno que preside la Sra. Michelle Bachelet, que despenaliza y permite el aborto en tres casos. Junto a muchos expertos, innumerables organizaciones de la sociedad civil, la Iglesia católica y otras confesiones cristianas, hemos señalado respetuosa y reiteradamente, que esta decisión constituye una grave ofensa a la dignidad del ser humano y en particular una agresión contra la vida del más inocente de todos los seres: el concebido y no nacido, al que la Constitución política afirma que la Ley protege. Creemos que esta decisión constituye una trágica expresión de la “cultura del descarte”, en que los excluidos son considerados desechos “sobrantes” de la sociedad, como lo llama el papa Francisco (cfr. Evangelii gaudium, 53 y 74).

2. Agradecemos a los diputados que han defendido la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural. Su testimonio es una expresión de coherencia que ennoblece el trabajo legislativo.

3. Mientras gobiernos y autoridades, también muchos de los legisladores a favor del aborto, debaten las diversas formas de salvaguardar la “casa común” de la humanidad, recordamos la afirmación del papa Francisco, que no "es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débiles (…) si no se protege a un embrión humano (…): «Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social»” (Laudato Si’, 120).

4. Esperamos que el Senado de la República vuelva a estudiar en profundidad el proyecto de Ley aprobado por la Cámara baja. Más que abortos, nuestra sociedad, entre otras medidas, necesita la creación de unidades de acompañamiento a las mujeres con embarazos difíciles en todos los centros de salud, de salvar siempre ambas vidas y agilizar los itinerarios de adopción. Como siempre, junto a muchas otras instancias sociales, estamos disponibles para hacer llegar nuestros aportes y contribuir a salvaguardar la vida de nuestros compatriotas más vulnerables, así como acompañar a las madres que tantas veces se sienten presionadas a no tener al hijo que esperan.

5. En la cercanía de Semana Santa, en que celebramos a Jesús, Señor de la vida, los obispos de la Iglesia Católica de Chile invitamos a nuestros hermanos creyentes y no creyentes, a mantener firme la esperanza y a trabajar con más fuerza y decisión para que la vida y la dignidad de cada ser humano sea respetada siempre.

6. Esta es la hora de intensificar la oración por nuestra Patria y sus legisladores y de realizar las acciones legítimas que sean necesarias para asegurar que toda creatura humana tenga la posibilidad de desarrollarse en plenitud y ser feliz.

Que la Virgen del Carmen, madre de Chile, nos acompañe en la misión de hacer de Chile una “casa común”, un espacio donde todos gocemos de un lugar privilegiado y donde la vida sea acogida, acompañada y respetada.


EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE

+ Ricardo Card. Ezzati Andrello
Arzobispo de Santiago
Presidente

+ Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Vicepresidente

+ Fernando Chomali Garib
Arzobispo de la Ssma. Concepción

+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt

+ Cristián Contreras Villarroel
Obispo de Melipilla
Secretario General

Santiago, 18 de marzo de 2016.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Política de comentarios: Todos los comentarios estarán sujetos a control previo y deben ser formulados de manera respetuosa. Aquellos que no cumplan con este requisito, especialmente cuando sean de índole grosera o injuriosa, no serán publicados por los administradores de esta bitácora. Quienes reincidan en esta conducta serán bloqueados definitivamente.