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martes, 11 de abril de 2017

Lo que los sacerdotes aprenden cuando comienzan a celebrar la Misa tradicional

En esta entrada, les ofrecemos la traducción de un artículo publicado en Liturgy Guy y que aborda un aspecto que a veces pasa inadvertido cuando se piensa en la celebración de la Misa tradicional. Ella guardaba una perfecta sintonía con el pensamiento teológico de la Iglesia, de suerte que los seminaristas veían en las rúbricas lo mismo que sus formadores les habían trasmitido en las salas de clase. No es extraño, entonces, que los últimos concilios haya deseado asegurar la Fe en consonancia con el culto y el Derecho, pues ambos sirven a la enseñanza del camino para alcanzar la salvación. Cierto es que el catolicismo no supone observar sólo un conjunto de reglas o máximas morales, con cuya práctica uno crece en santidad. Ser cristiano significa identificarse con Cristo, y hacerlo en el mayor grado posible. Pero esto no quita que tanto el derecho como la disciplina litúrgica se ordenen a facilitar esa tarea. 

En el caso de la liturgia, las rúbricas buscan dar la significación adecuada al misterio, para que los fieles perciban que el sacerdote, como otro y a su vez el mismo Cristo, renueva el sacramento redentor sobre el altar. De ahí que, cuando la enseñanza teológica se resiente, la liturgia también lo haga. Por eso no sorprende que los mayores cambios de la liturgia provengan de una época donde el modernismo y la llamada "nueva teología" cobraban seguidores ávidos de novedades, como si Cristo no hubiese enseñado que su Palabra implicaba permanencia. Esto explica que, en ocasiones, volver a la liturgia tradicional no sea fácil: primero hay que derribar la barrera teologal que separa las dos formas de rito, una como expresión del misterio redentor y otra como símbolo del misterio pascual. De eso se dio cuenta el protagonista de la anécdota que reproduce el artículo que hoy compartimos con ustedes. La traducción pertenece a la Redacción. 

 (Foto: Liturgy Guy)

***

Los que los sacerdotes aprenden cuando comienzan a celebrar la Misa tradicional
Brian Williams


Un lector de Liturgy Guy me ha relatado hace poco la siguiente anécdota. Podría pensarse que no vale la pena dedicar una entrada entera de un blog a una sola anécdota; pero como he oído que ha ocurrido la misma historia en otras experiencias, creo que ésta merece ser compartida con ustedes.

"He conocido a un sacerdote que trataba de aprender la Misa tradicional. Otro sacerdote le había prometido enseñársela, pero le advirtió que ello, muy probablemente, le arruinaría la vida".

"Lo que quiso decir con esto, explicaba, es que este aprendizaje podría hacer que el sacerdote en cuestión viera con claridad las deficiencias de su propia formación y de su comprensión del Sacrificio de la Misa, cosa que podría causarle una gran frustración. Y le dijo algo más importante todavía: aprender la Misa tradicional le haría muy difícil seguir celebrando después la nueva Misa".

"No vas a querer volver más a ella".

"Varios meses después quise comprobar qué había pasado con el sacerdote estudiante, y me contó que, de hecho, había procedido a aprender la Misa tradicional, y que incluso la había celebrado durante un tiempo, antes de renunciar a ella".

"¿Renunciar?, le pregunté. ¿Por qué?"

"Me contestó que, al cabo, le había resultado muy ajena. Y yo le pregunté (con mucho cuidado y respeto) cómo era posible que una Misa celebrada durante la mayor parte de la historia de la Iglesia hubiera podido parecerle ajena. ¿Qué decía esto de su propia formación?"

"Estuvo de acuerdo conmigo en que su formación sacerdotal había sido obviamente deficiente en algo muy significativo: simplemente, él carecía, en lo que se refería a la Misa, del apoyo y formación teológicos y espirituales como para celebrar el rito antiguo".

"Y esto había sido un golpe para él".

Ilustración medieval de la Misa (anónimo)
(Imagen: Joe Martos)

***

Es lamentable constatar que a menudo la Iglesia ha fallado al enseñar la Fe a los sacerdotes, quienes a continuación han fallado a su vez frente a los fieles, que se supone que son santificados por esos sacerdotes.
 
A menudo pensamos que la clásica expresión “lex orandi, lex credendi” (creemos según lo que rezamos) se aplica a los laicos. En verdad, se aplica igualmente a nuestros sacerdotes, y a ellos más que a nadie.Recordemos también que muchos de los sacerdotes formados por la nueva Misa en los últimos cincuenta años han llegado a ser obispos, y aquí nos topamos con las consecuencias letales de tal formación litúrgica y de sus ramificaciones en la Iglesia.
 
Los desafíos que actualmente se hacen a la ortodoxia no pueden ser separados de los ataques a la ortopraxis. Roguemos que más laicos, más sacerdotes y más obispos se den cuenta de esto. Por cierto, esto requiere de cierta familiaridad con la liturgia tradicional. Lo que me preocupa es que hay muchos que no se dan cuenta de esta conexión, y esta es la razón por la que son tan hostiles con la Misa tradicional.

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