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miércoles, 12 de junio de 2019

"Declaración de verdades" de dos cardenales y tres obispos

Reproducimos a continuación la traducción que el sitio Adelante la Fe ha hecho de la Nota Explicativa a la Declaración de verdades de la Fe para remediar la «confusión y desorientación doctrinales casi universales» que pone en peligro la salud espiritual y la salvación eterna de las almas en la Iglesia de hoy, suscrita por los cardenales Raymond Burke y Janis Pujats, junto con otros tres obispos: Tomash Peta, Arzobispo de la arquidiócesis de María Santísima en Astana; Jan Pawel Lenga, Arzobispo-Obispo emérito de Karaganda; y Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la arquidiócesis de María Santísima en Astana.

La traducción castellana de la Declaración misma, también realizada por Adelante la Fe y cuya lectura recomendamos encarecidamente a nuestros lectores, puede leerse aquí.

 S.E.R. el Cardenal Burke (izq.) y Mons. Athanasius Schneider
(Fotomontaje: Adelante la Fe)

*

Nota explicatoria a la «Declaración de verdades relativas a algunos de los errores más comunes en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo»

La Iglesia actual sufre una de las mayores epidemias espirituales. Es decir, una confusión y desorientación doctrinal de alcance casi universal, que suponen un peligro seriamente contagioso para la salud espiritual y la salvación eterna de numerosas almas. Al mismo tiempo, es preciso reconocer un letargo espiritual generalizado en el ejercicio del Magisterio a diversos niveles de la jerarquía de la Iglesia de hoy. En buena parte, ello obedece a que no se ha observado el deber Apostólico – según lo declarado también por el Concilio Vaticano II – que los obispos deben «con vigilancia, apartar de su grey los errores que la amenazan» (Lumen gentium, 25).

Los tiempos que vivimos se caracterizan por una aguda hambre espiritual de los fieles católicos de todo mundo para que se reafirmen las verdades que han sido oscurecidas, socavadas y negadas por algunos de los más peligrosos errores de nuestra época. Los fieles que padecen esta hambre espiritual se sienten abandonados, y se encuentran por eso en una especie de periferia existencial. Semejante situación requiere con urgencia un remedio concreto. No admite más demora una declaración pública de las verdades que se oponen a dichos errores. Tenemos, por tanto, presentes las siguientes palabras del papa San Gregorio Magno, válidas para todos los tiempos: «No flaquee nuestra lengua para exhortar y, habiendo asumido el cargo de obispo, no nos condene nuestro silencio ante el tribunal del justo Juez (…) La grey que nos ha sido encomendada abandona a Dios, y callamos. Vive en pecado, y no alargamos la mano para corregirla» (Hom. In ev., 17,3.14).

Somos conscientes de la grave responsabilidad que tenemos como obispos católicos conforme a la amonestación de San Pablo, que enseña que Dios dio a su Iglesia «pastores y doctores a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, al estado de varón perfecto, alcanzando la estatura propia del Cristo total, para que ya no seamos niños fluctuantes y llevados a la deriva por todo viento de doctrina, al antojo de la humana malicia, de la astucia que conduce engañosamente al error. Sino que, andando en la verdad por el amor, en todo crezcamos hacia adentro de Aquel que es la cabeza, Cristo. De Él todo el cuerpo, bien trabado y ligado entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándole en el amor» (Ef 4, 12-16).

Con espíritu de caridad fraterna, publicamos la presente Declaración de verdades a modo de ayuda espiritual concreta para que los obispos, sacerdotes, parroquias, comunidades religiosas, asociaciones de fieles laicos y particulares tengan oportunidad de confesar en privado o en público las verdades que más se niegan o desfiguran en nuestros tiempos. La siguiente exhortación del apóstol San Pablo debe entenderse como dirigida a cada obispo y fiel laico de hoy: «Lucha la buena lucha de la fe; echa mano de la vida eterna, para la cual fuiste llamado, y de la cual hiciste aquella bella confesión delante de muchos testigos. Te ruego, en presencia de Dios que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús –el cual hizo bajo Poncio Pilato la bella confesión– que guardes tu mandato sin mancha y sin reproche hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo» (1Tim 6,12-14).

Ante la mirada del Divino Juez y en su propia conciencia, todo obispo, sacerdote y fiel laico tiene el deber moral de dar testimonio inequívoco de las verdades que hoy en día se oscurecen, socavan y niegan. Declarando dichas verdades mediante actos públicos y privados se podría iniciar un movimiento de confesión de la Verdad, de defensa y reparación por los pecados generalizados contra la Fe y por los pecados secretos y públicos de apostasía, disimulada o manifiesta, de no pocos clérigos y seglares. Eso sí, hay que tener presente que lo que importa en tal movimiento no es el número de sus miembros, sino la verdad, como afirmó San Gregorio Nacianceno ante la confusión doctrinal generalizada de la crisis arriana, cuando declaró que Dios no se complace en los números (cf. Or. 42,7). 
San Gregorio Nacianceno


Al dar testimonio de la perenne fe católica, clero y fieles recordarán la verdad de que «la totalidad de los fieles no puede equivocarse cuando cree, y esta prerrogativa peculiar suya la manifiesta mediante el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo cuando “desde los Obispos hasta los últimos fieles laicos” presta su consentimiento universal en las cosas de fe y costumbres» (Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 12).

Los santos y los grandes obispos que vivieron en tiempos de crisis doctrinales pueden interceder por nosotros y guiarnos mediante su enseñanza, como lo hacen las siguientes palabras de San Agustín dirigidas al Papa San Bonifacio I: «Dado que todos los que ejercemos el episcopado compartimos una misma atalaya pastoral (si bien tu vigilas desde una altura superior), hago lo que está en mis manos con respecto a mi pequeña porción del rebaño en la medida en que el Señor se digna concederme autoridad mediante la ayuda de tus oraciones » (Contra ep. pel., 1,2).

La voz unánime de los pastores y los fieles en una precisa declaración de verdades será indudablemente un medio eficaz de ayuda fraternal y filial al Sumo Pontífice en la extraordinaria situación actual de confusión doctrinal generalizada y desorientación que reina en la vida de la Iglesia.

Hacemos esta Declaración con espíritu de caridad cristiana, la cual se manifiesta velando por la salud espiritual de los pastores y los fieles; es decir, de todos los miembros del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, teniendo presentes las siguientes palabras de San Pablo en su Primera Epístola a los Corintios: «Que no haya disensión en el cuerpo, sino que los miembros tengan el mismo cuidado los unos por los otros. Por donde si un miembro sufre, sufren con él todos los miembros; y si un miembro es honrado, se regocijan con él todos los miembros» (1Cor 12, 25-27), y en la carta a los Romanos: «Pues así como tenemos muchos miembros en un solo cuerpo, y no todos los miembros tienen la misma función, del mismo modo los que somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, pero en cuanto a cada uno somos recíprocamente miembros. Y tenemos dones diferentes conforme a la gracia que nos fue dada, ya de profecía para hablar según la regla de la fe, ya de ministerio, para servir; ya de enseñar, para la enseñanza; ya de exhortar, para la exhortación. (…) Aborreced lo que es malo, apegaos a lo que es bueno. En el amor a los hermanos sed afectuosos unos con otros; en cuanto al honor, daos preferencia mutuamente. En la solicitud, no seáis perezosos; en el espíritu sed fervientes; para el Señor sed servidores» (Rm 12, 4-11).

Los cardenales y obispos que firman esta “Declaración de verdades” la encomiendan al Corazón Inmaculado de la Madre de Dios bajo la advocación “Salus populi romani” (“Salvación del pueblo romano”) considerando el privilegiado significado espiritual que este ícono tiene para la Iglesia Romana. Que toda la Iglesia Católica, bajo la protección de la Virgen Inmaculada y Madre de Dios, “luche intrépidamente la buena batalla de la fe, persevere firmemente en la doctrina de los apóstoles y proceda seguramente entre las tempestades del mundo hasta llegar a la ciudad celestial” (Prefacio de la Misa en honor de la Bienaventurada Virgen María “Salvación del pueblo romano”).

31 de mayo de 2019


Cardenal Raymond Leo Burke, Patrono de la Soberana y Militar Orden de Malta

Cardinal Janis Pujats, Arzobispo emérito de Riga

Tomash Peta, Arzobispo de la arquidiócesis de María Santísima in Astana

Jan Pawel Lenga, Arzobispo-Obispo emérito de Karaganda

Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la arquidiócesis de María Santísima en Astana
(Adelante la Fe. Original)


***


Actualización [29 de agosto de 2019]: El cardenal Gerhard Ludwig Müller, que fuera prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha vuelto a publicar otro documento sobre el sínodo de la Amazonía, como hiciera el pasado 16 de julio (véase aquí). En este caso también se pronuncia sobre el camino sinodal de la Iglesia alemana. El documento ha sido publicado en primicia por InfoVaticana en consorcio con otros medios de todo el mundo, como LifeSiteNews y La Bussola Quotidiana. El cardenal Müller se suma así a las críticas de otro cardenal alemán, Walter Brandmüller, quien ha calificado al sínodo previsto para octubre próximo como una "estratagema para restructurar la Iglesia", con contenidos heréticos e importantes cambios en su doctrina multisecular (véase aquí y aquí). 

Actualización [28 de agosto de 2019]: El cardenal Raymond Leo Burke concedió una amplia entrevista en Youtube al periodista católico Patrick Coffin. En ella ha vuelto a calificar al documento de trabajo presentado para el próximo Sínodo de la Amazonia como una manifestación de apostasía, dado que ella comporta "una deserción completa de la fe, un alejamiento total de Cristo, y de las muchas verdades de fe". Infocatólica ha publicado una breve noticia con las frases dichas por el cardenal estadounidense, que insisten sobre la necesidad de preservar la fe católica. Sus palabras coinciden con las de S.E.R. José Luis Azcona, agustino recoleto y obispo emérito de la Prelatura de Marajó, sufragánea de la Arquidiócesis de Belén de Pará (Brasil) y que forma parte de la región amazónica, para quien el Instrumentum Laboris de dicho sínodo es algo completamente alejado de la realidad de esa zona, contrario a la fe y que entraña el peligro de provocar un cisma en la Iglesia (véase aquí la noticia publicada por Infocatólica). Y las críticas no cesan. Así, por ejemplo, en una entrevista concedida a LifeSiteNewsel Profesor Thomas Stark (Universidad de St. Pölten, Austria) ha asegurado que la teología de la liberación, condenada por la Congregación para la Doctrina de la Fe bajo el cardenal Josef Ratzinger (véase aquí y aquí), se ha transformado en "tribalismo" y ha sido asumido íntegra en el Instrumentum Laboris del Sínodo para la Amazonia. Éste promueve, entonces, una forma de socialismo radical cuyas consecuencias están lejos de avizorarse (véase aquí la traducción ofrecido por Infocatólica). 

Actualización [25 de octubre de 2019]: Es sabido que entre el 6 y el 27 de este mes se está celebrando en la Ciudad del Vaticano un Sínodo cuyo tema es "Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral". Las críticas respecto de los resultados de este encuentro siguen siendo manifestadas por unos pocos prelados que, como los niños que denunciaban la desnudez del emperador que se creía ataviado por un fastuoso traje hecho con hilos preciosos, no tienen miedo en predicar la doctrina de Cristo recogida en las Sagradas Escrituras y la Tradición, únicas fuentes que nos permiten acceder a la Revelación. S.E.R. José Luis Azcona, agustino recoleto y obispo emérito de la Prelatura de Marajó (Brasil), ha vuelto a manifestarse, esta vez a través de un artículo, sobre los graves defectos y carencias del Instrumentum Laboris del Sínodo, denunciando sus silencios, heterodoxia y falta de contenido salvífico. El artículo y un resumen es accesible desde aquí. Por su parte, S.E.R. Rob Mutsaerts, obispo auxiliar de Den Bosch (Holanda), sostiene en un artículo publicado en su bitácora personal que el documento de trabajo sobre el discuten los obispos es un intento de convertir la fe católica en una "nueva religión" al "abrazar el panteísmo" y reconocer la "superstición pagana como fuente de revelación". El obispo asegura que el texto habla sobre todo de "eco-socialismo, cambio climático, ecumenismo, viri probati y la ordenación de mujeres", mientras que hay una "sola mención de Jesús", "pero no como Hijo de Dios y Salvador", sino como "Jesús el filósofo, revolucionario e hippie". Infocatólica entrega una versión castellana de algunos fragmentos de ese artículo. El diagnóstico es compartido por el conocido comentarista estadounidense Michael Voris, para quien el Sínodo tiene un propósito claro: cambiar la Iglesia universal por una "Iglesia mundialista" (véase aquí la fuente). Un comentario similar ha hecho el Cardenal Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una entrevista llevada a cabo por Matteo Matzuzzi para el diario Il Foglio (véase aquí el reportaje que hace de ella Infocatólica). En esa conversación, el cardenal ha vuelto a acusar al Sínodo para la Amazonia de expulsar a Jesús y advierte que el Señor "dio su vida para la salvación de los hombres, no del planeta". En palabras del teólogo George John Woodall, del Ateneo Pontificia Regina Apostolorum, "la creación no es sagrada. No podemos rezar a lo que no es Dios" (véase aquí el reportaje de Religión en libertad). De igual forma, en una nueva declaración sobre el Sínodo, el cardenal Walter Brandmüller ha advertido que la discusión entraña el reemplazo de la fe católica por "una religión panteísta natural del hombre", lo cual incluso hace pensar que podemos estar en los tiempos escatológicos profetizados en el Nuevo Testamento (véase aquí la fuente). También han surgido voces desde el interior de la Curia alertando contra la grave crisis que vive la Iglesia. Es el caso del Cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, quien ha recordado que "aquellos que anuncian en voz alta revoluciones y cambios radicales son falsos profetas", y contra ellos nos previene el Evangelio (véase aquí la fuente). De hecho, considera abominable que se use a los pobres del Amazonas para apoyar proyectos del cristianismo burgués, como "la ordenación de hombres casados, la creación de ministerios femeninos y la jurisdicción de los laicos" (véase aquí el reportaje de Infocatólica). Su consejo, como lo expone en su último libro que cierra una muy recomendable trilogía (Se hace tarde y anochece, publicado en  castellano en agosto de este año por Ediciones Palabra), es claro: “¡No dudéis! ¡Manteneos firmes en la doctrina! ¡Perseverad en la oración!” (véase aquí el reportaje de Religión en libertad). Sin embargo, y como ha recordado la bitácora The Wanderer, los orígenes de un peligroso sincretismo entre la fe católica y el paganismo son más antiguos y se pueden de encontrar ya en el pontificado de Juan Pablo II (véase aquí y aquí). En ese mismo lugar hay un muy recomendable artículo sobre el culto a los ídolos a propósito de una talla de madera que representa a la fecundidad que se vio en algunas ceremonias del Sínodo (el papa Francisco también ha recordado, en su catequesis del miércoles 23 de octubre, que el primer concilio de la Iglesia pidió a los paganos que rechazaran la idolatría). Esos ídolos fueron arrojados a las aguas del río Tíber por alguna persona anónima de buena voluntad (véase aquí el video).  

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