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domingo, 24 de abril de 2022

Circula entre los cardenales un memorándum sobre el próximo cónclave

El siguiente texto, publicado por Maximilien Bernard en Riposte Catholique y apoyado en un artículo de Sandro Magíster, uno de los más serios y respetados vaticanistas en la actualidad, puede constituir un balde de agua fría para muchos católicos, y quizá un escándalo para una mayoría de ellos que, desde hace al menos 170 años (desde el reinado de Pío IX) han estado acostumbrados a una exaltación y exorbitación de la figura del Papa que no se dio jamás en los siglos anteriores, desde la fundación misma de la Iglesia.

Porque, en efecto, en el catolicismo, y debido a la suprema importancia del papado en la constitución de la Iglesia por parte del Señor, siempre se diferenció lo que era el papado, de la figura del hombre concreto, del Papa específico que se sentaba en el trono de Pedro.  En cierto modo, lo que diferencia a un católico de todo otro tipo de cristiano (protestante, ortodoxo, anglicano, etcétera), es su afirmación de la importancia sustancial y real del papado, al cual se le reconoce un papel no meramente honorífico o figurativo (“primero entre iguales”), sino una posición jurídicamente superior y gubernativamente efectiva, por mucho que su poder no sea, ni haya sido jamás, absoluto dentro de la Iglesia, sino sometido a la Sagrada Tradición, que nos trae al presente las enseñanzas apostólicas desde el primer momento, como fuente de la divina revelación que ella es. Pero jamás el criterio católico pensó que no se podía criticar a la persona concreta de un Papa, hecho con circunspección y respeto.

Por eso, la crítica católica a las acciones del Papa son siempre una crítica a las obras de un hombre concreto, no a la institución del papado. Desde este punto de vista es no sólo perfectamente legítimo someter a crítica la bondad o maldad de las acciones de un Papa, así como las políticas y decisiones de gobierno que adopte, sino que ello es necesario e incluso un deber de todos los fieles, siempre que se haga con el respeto debido a la institución y a la investidura. 

A esto hay que agregar algo de máxima importancia, para captar adecuadamente el pensamiento católico de siempre: lo que se critica son las acciones de un determinado Papa, no su persona: si bien las acciones pueden ser, y deben ser, calificadas doctrinal y moralmente, ello no debe acarrear un juicio sobre la persona misma. Se critica acciones, no personas. El juicio de la bondad o maldad de una persona es algo que al católico le está prohibido por el Señor en términos tajantemente claros, que no admiten discusión: “No juzguéis, y no seréis juzgados” (Lc 6, 37). Sólo Dios conoce el fuero interno del ser humano, y sólo Él puede imputarle o no una determinada acción: “escrito está 'A mí la venganza, yo haré justicia, dice el Señor'” (Rm 12, 19).

Por lo tanto, abrir los ojos a la realidad de las acciones de un Papa y de sus colaboradores no puede significar la imputación de un pecado, ni siquiera del más leve. Pero, obviamente, si no pudiéramos juzgar la bondad o maldad de las acciones de cualquier hombre (incluido un Papa y, sobre todo, de un Papa) se haría imposible la vida moral tal como la concibe la Iglesia, y caeríamos, en el mejor de los casos, en la lenidad moral y, en el peor de los casos, en el relativismo moral, uno de los mayores males que afecta al mundo moderno. 

Dicho lo anterior, es de gran importancia que los católicos que aman a la Iglesia y al papado sean capaces de considerar, con gran sobriedad y moderación en lo humano, con recta doctrina y recta moral en lo propiamente religioso y con esperanza teologal y caridad en lo espiritual, las informaciones que hoy se tiene de lo que ocurre en el Vaticano. Y, a continuación, poner cada uno lo que está de su parte para que lo que está mal se corrija: lo principal será la oración por el Papa y quienes tienen en sus manos el gobierno de la Iglesia, y luego los demás medios espirituales que están al alcance de todo católico, como la mortificación y la penitencia, que agradan sobremanera al Señor y poseen la capacidad de obtener de Él lo que le pedimos.

(Foto: Magna carta)

***

Circula entre los cardenales un memorándum sobre el próximo cónclave

Maximilien Bernard 

Un artículo de Sandro Magister hace un balance descarnado del pontificado de Francisco. Desde comienzos de la Cuaresma, los cardenales que erigirán al próximo Papa se transmiten unos a otros este memorándum. Su autor, que usa el pseudónimo de Demos, “pueblo” en griego, es desconocido, pero exhibe gran dominio de su tema. No se excluye que sea un cardenal.

Las comentadores de todas las escuelas, con la notable excepción del P. Antonio Spadaro, s.j., están de acuerdo en decir que este pontificado es desastroso desde varios puntos de vista, una verdadera catástrofe.

El Vaticano en la actualidad

1. El sucesor de San Pedro es la roca sobre la que está edificada la Iglesia, es fuente y fundamente de unidad en el mundo. Históricamente (según San Ireneo), el Papa y la Iglesia de Roma tienen un papel único en la preservación de la tradición apostólica, regla de la fe, y en el aseguramiento de que las Iglesias continúen enseñando lo que Cristo y los apóstoles mismos han enseñado. Antaño se decía: Roma locuta. Causa finita est [Habló Roma. La cuestión terminó]. Hoy se dice: Roma loquitur. Confusio augetur [Roma habla. La confusión aumenta].

(A) El sínodo alemán habla de homosexualidad, de mujeres sacerdotes, de la comunión a los divorciados. El papado calla.

(B) El cardenal Hollerich rechaza la enseñanza cristiana sobre la sexualidad. El papado calla. Lo cual es tanto más significativo cuanto que este cardenal es explícitamente herético: no usa ni claves ni alusiones. Si este cardenal siguiera adelante sin corrección de parte de Roma, ello constituiría una ruptura adicional y aun más profunda con la disciplina, con pocos precedentes en la historia -si es que hay alguno-. La Congregación para la Doctrina de la Fe debe actuar y hablar.

(C) Este silencio es más abrumador todavía porque contrasta con la persecución activa que se hace de los tradicionalistas y de las órdenes contemplativas. 

2. La dimensión cristocéntrica de la enseñanza se ha debilitado: Cristo es desplazado del centro. A veces, Roma misma parece confusa sobre la importancia de un monoteísmo estricto, y se refiere a veces a un cierto concepto de divinidad más amplio, que no es cabalmente panteísmo pero que se parece a una variante del panteísmo hindú.

(A) Pachamama es idolatría, aun si esto no haya sido, sin duda, la intención inicial.

(B) Las religiosas contemplativas son perseguidas, y hay actualmente iniciativas en curso para cambiar la enseñanza de los carismáticos.

(C) La herencia cristocéntrica de San Juan Pablo II en fe y moral es objeto de ataques sistemáticos. Una gran parte de los profesores del Instituto romano para la Familia han sido despedidos, y la mayor parte de los estudiantes se ha ido. La Academia para la Vida ha sido gravemente amagada, y algunos de sus miembros, por ejemplo, han hecho recientemente la apología del suicidio asistido. Ciertos miembros de las academias pontificias y algunos de sus oradores apoyan el aborto.

3. La falta de respeto a la ley en el Vaticano corre el riesgo de transformarse en un escándalo internacional. Estos problemas se han cristalizado por el actual procesamiento de diez personas acusadas de malversaciones financieras, pero el problema es anterior y más grande. 

(A) El Papa ha cambiado cuatro veces la ley en el transcurso del proceso, a fin de ayudar a la acusación. 

(B) El cardenal Becciu no ha sido tratado de manera justa, puesto que ha sido privado de sus funciones y despojado de su dignidad cardenalicia sin proceso de ningún tipo: no ha tenido derecho a un proceso justo, cuando todo el mundo tiene derecho a un proceso justo.

(C) Dado que el Papa es cabeza del Estado del Vaticano y es la fuente de toda autoridad legal, ha usado sus poderes para interferir en los procesos legales.

(D) El Papa gobierna a veces, e incluso a menudo, mediante decretos pontificios (motu proprio) que privan a los interesados de toda posibilidad de apelar.

(E) Numerosos miembros del personal, sobre todo sacerdotes, han sido expulsado sumariamente de la Curia vaticana, a menudo sin razón válida.

(F) Las escuchas telefónicas son cosa de todos los días. No sé exactamente con qué frecuencia son autorizadas.

(G) En el proceso inglés contra Torzi, el juez ha criticado duramente al procurador del Vaticano: son incompetentes o actúan por influjos, y se les impide revelar el cuadro completo. 

(H) La irrupción de la gendarmería vaticana, a las órdenes de M. Giani, en 2017, en las oficinas del auditor financiero Libero Milone, en territorio italiano, fue probablemente ilegal y ciertamente intimidante y violenta. Es posible que se haya fabricado pruebas contra Milone.

(Imagen del artículo original)

4. La situación financiera del Vaticano es grave. 

(A) Los últimos diez años, al menos, han sido casi todos deficitarios. Antes de la pandemia de Covid-19, este déficit giraba alrededor de 20 millones de euros al año. En los tres últimos años, se ha elevado a 30-35 millones al año. Los problemas datan de antes del papa Francisco y del papa Benedicto.

(B) El Vaticano enfrenta un importante déficit en sus fondos de pensiones. Hacia 2014, los expertos del COSEA estimaban que este déficit se elevaría a 800 millones de euros en 2030. Esto era antes del Covid-19.

(C) Se estima que el Vaticano ha perdido 217 millones de euros en el affaire del inmueble londinense de Sloane Avenue. En los años 80, el Vaticano se vio forzado a desembolsar 203 millones en la secuela del escándalo de la Banca Ambrosiana. La ineficacia y la corrupción de estos últimos 25-30 años han costado al Vaticano al menos 100 millones de euros adicionales, y sin duda mucho más todavía, quizá 150-200 millones.

(D) A pesar de la reciente decisión del Santo Padre, los procedimientos de inversión todavía no se han centralizado (como COSEA lo había recomendado en 2014 y como el Secretario para la Economía intentó hacer en 2015-2016), y se sigue ignorando los consejos de los expertos. Durante decenios, el Vaticano ha tenido tratos con financistas de pésima reputación, mantenidos al margen por todos los bancos respetables de Italia.

(E) La renta de las 5.261 propiedades del Vaticano sigue siendo escandalosamente baja. En 2019, antes del Covid-19, la renta media era de alrededor de 4.500 euros al año. En 2020 cayó a 2.900 euros por propiedad.

(F) La actitud cambiante del papa Francisco en las reformas financieras, que han logrado progresos incompletos aunque sustanciales en la lucha contra la criminalidad financiera, y que siguen tratando de corregir las cuentas (salvo en el Instituto para las Obras de Religión), sigue siendo un misterio y un enigma.   

En una primera época, el Santo Padre alentó vigorosamente las reformas. Con posterioridad, ha impedido la centralización de las inversiones, se ha opuesto a las reformas y a la mayoría de las tentativas de terminar con la corrupción, y apoyó al entonces arzobispo Becciu, quien era en esa época el centro de todo el establishment financiero del Vaticano. Pero luego, en 2020, el Papa se volvió contra Becciu y son, al cabo, no menos de 10 personas las que han sido inculpadas y perseguidas. En el pasado, los informes de infracción de la Autoridad de Información Finnciera raramente daban lugar a procedimientos penales.

Los auditores externos de PWC y de Cooper han sido despedidos, y el auditor general Libero Milone fue obligado a renunciar por acusaciones falsas en 2017. Todos ellos se habían acercado demasiado a la corrupción de la Secretaría de Estado. 

5. La influencia política del papa Francisco y del Vaticano son mínimas. Intelectualmente, el nivel de los escritos papales va en descenso en relación con los estándares de San Juan Pablo II y del papa Benedicto XVI. Las direcciones y las orientaciones políticas se limitan a menudo a lo “políticamente correcto”, pero ha habido graves fallas en la defensa de los derechos humanos en Venezuela, Hong Kong, China continental y actualmente, frente a la invasión rusa.

No hay ningún apoyo público a los fieles católicos de China que han sido regularmente víctimas de persecuciones debido a su lealtad hacia el papado, desde hace más de 70 años. Ningún apoyo público de Vaticano a la comunidad católica de Ucrania, sobre todo a los greco-católicos.

Estos problemas deberán ser reexaminados por el próximo Papa. El prestigio político del Vaticano está en su punto más bajo.

6. En otro ámbito, menos importante, la situación de los tradicionalistas tridentinos (católicos) debería ser regularizada.

En un nivel todavía más anecdótico, la celebración “individual” y en pequeños grupos de las Misas matinales en la Basílica de San Pedro, debiera ser nuevamente autorizada. Por ahora, esta gran basílica parece un desierto por las mañanas.

La crisis del Covid-19 ha disimulado el importante descenso de los peregrinos que asisten a las audiencias del Papa y a las Misas.

El Santo Padre goza de un débil apoyo entre los seminaristas y los sacerdotes jóvenes y existe una disociación generalizada en el seno de la Curia vaticana.

El próximo cónclave

1. El Colegio de Cardenales se ha debilitado por nombramientos excéntricos, y no se ha reunido desde el rechazo de las opiniones del cardenal Kasper durante el consistorio de 2014. Hay numerosos cardenales que no se conocen unos a otros, lo que añade una dimensión de imprevisibilidad adicional al próximo cónclave.

2. Desde el Concilio Vaticano II, las autoridades católicas han subestimado a menudo el poder hostil de la secularización, del mundo, de la carne y del diablo, sobre todo en Occidente, y han sobreestimado la influencia y el poder de la Iglesia católica.

Somos hoy más débiles que hace 50 años, y hay numerosos factores cuyo control se nos ha escapado, al menos a corto plazo, como la disminución del número de creyentes, la asistencia a Misa y la declinación o extinción de numerosas órdenes religiosas. 

3. El Papa no tiene por qué ser el mejor evangelizador del mundo, ni una fuerza política. El sucesor de Pedro, en tanto que jefe del colegio de obispos, que son también sucesores de los apóstoles, juega un papel fundamental en la unidad y la doctrina. El nuevo Papa deberá comprender que el secreto de la vitalidad cristiana y católica viene de la fidelidad a las enseñanzas de Cristo y a las prácticas católicas. No viene de la adaptación al mundo ni del dinero.

4. El primer trabajo del nuevo Papa consistirá en restaurar la normalidad, la claridad doctrinal en materia de fe y moral; en restaurar el respeto al derecho y la garantía de que el principal criterio para el nombramiento de los obispos será la aceptación de la tradición apostólica. La competencia y la cultura teológicas representan una ventaja y no un obstáculo para todos los obispos, y sobre todo para los arzobispos.

Tales son los fundamentos necesarios para vivir y predicar el Evangelio. 

5. Si las reuniones sinodales continuaran en todo el mundo, ello significaría malgastar mucho tiempo y dinero en detrimento de la evangelización y del servicio, más que un fortalecimiento de estas actividades esenciales.

Dar autoridad doctrinal a los sínodos nacionales o continentales sería un nuevo peligro para la unidad mundial de la Iglesia, supuesto que, por ejemplo, la Iglesia alemana adopta puntos de vista doctrinales que no son compartidos por las otras Iglesias y que no son compatibles con la tradición apostólica.

Si no viene de Roma una corrección de estas herejías, la Iglesia se verá reducida a una vaga federación de Iglesias locales, con visiones diferentes, probablemente más cercana a un modelo anglicano o protestante que a uno ortodoxo.

Una de las primeras prioridades del próximo Papa será eliminar y prevenir semejante desarrollo, tan peligroso para el porvenir, exigiendo unidad sobre lo esencial y no permitiendo diferencias doctrinales inaceptables. La moralidad de los actos homosexuales será uno de los puntos críticos.

6. Dado que el clero joven y los seminaristas son casi todos ortodoxos y, a veces, bastante conservadores, el nuevo Papa deberá estar consciente de los cambios sustanciales aportados al liderazgo de la Iglesia desde 2013, quizá sobre todo en América del Sur y América Central. Asistimos a un nuevo impulso en el despertar del protestantismo liberal en el seno de la Iglesia católica.

Es poco probable que el cisma venga de la izquierda, a la que generalmente le importan poco las cuestiones doctrinales. Hay más posibilidades de un cisma desde el ala derecha, lo que es siempre posible cuando se inflaman las cuestiones litúrgicas y no se las controla.

Unidad en lo esencial. Diversidad en lo secundario. Caridad en todo.

7. A pesar de su peligrosa declinación en Occidente, de su fragilidad intrínseca y de su inestabilidad en numerosos lugares, debería tomarse en serio la factibilidad de una visita apostólica a la orden de los jesuitas, quienes enfrentan una disminución numérica catastrófica, desde los 36.000 miembros durante el Concilio Vaticano II a menos de 16.000 en 2017 (con probablemente un 20-25% de ellos mayores de 75 años). En ciertos lugares, se asiste igualmente a una declinación moral catastrófica. 

La orden jesuita es muy centralizada y muy susceptible de reformas o de ruina, comenzando por su cabeza. El carisma y el aporte de los jesuitas ha sido y sigue siendo tan importante en la Iglesia que no se los debiera relegar a los libros de historia o reducirlos a una comunidad afro-asiática sin nada que hacer. 

8. Hay que preocuparse del declinar de los católicos y de la expansión del protestantismo en América del Sur. Casi no se habló de esto en el sínodo de la Amazonia. 

9. Hay claramente una gran cantidad de reformas que hacer en el Vaticano, pero ello no debiera ser el principal criterio de selección del próximo Papa.

El Vaticano no tiene deudas importantes, pero un déficit anual persistente terminará por conducirlo a la quiebra. Naturalmente, se tomará medidas para remediarlo, para separar al Vaticano de sus cómplices criminales y volver a poner orden en las cuentas. El Vaticano deberá dar pruebas de competencia y de integridad para atraer las donaciones importantes que ayudarán a resolver este problema.

A pesar del mejoramiento de los procedimientos financieros y de una mayor transparencia, las dificultades financieras persistentes van a seguir constituyendo un problema importante, aunque mucho menos importantes que las amenazas doctrinales y espirituales con que la Iglesia está enfrentada en el Viejo Mundo.

(Foto: Aciprensa)

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