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miércoles, 18 de diciembre de 2019

Una conferencia de Dom Alcuin Reid: Orar la liturgia

Les ofrecemos hoy unas muy provechosas notas de Dom Alcuin Reid que Gregory Di Pippo ha hecho públicas (con permiso de su autor) a propósito del sentido que tiene la participación activa de los fieles en la liturgia. Es sabido que el Concilio Vaticano II puso un énfasis particular en la participación activa, plena y fructuosa de todo el Pueblo de Dios en la celebración eucarística, con la cual se justificó la reforma posterior de todos los ritos sagrados. Sin embargo, la liturgia que resultó de esa reforma no ha contribuido a resaltar el sentido profundo que tiene el misterio redentor que va envuelto en el Santo Sacrificio, destacándose más los aspectos externos (como las respuestas de los fieles o el canto) e, incluso, algunos meramente contingentes (como la elocuencia del sacerdote). El texto que ahora compartimos reitera la advertencia que hacía ya en 2007 el papa Benedicto XVI: "la participación activa deseada por el Concilio se ha de comprender en términos más sustanciales, partiendo de una mayor toma de conciencia del misterio que se celebra y de su relación con la vida cotidiana" (Exhortación apostólica Sacramentum Caritatis, núm. 52). En otras palabras, se trata de orar la liturgia, haciéndonos parte con ella de la unión del alma con Dios, dejando de lado lo que es sólo humano.  

Como bien dice el autor, Dom Alcuin Reid no necesita presentación porque es una de las voces más autorizadas del mundo tradicional. Conferenciante litúrgico de renombre internacional, es el fundador y prior del Monasterio de San Benito (Monastère Saint-Benoît) situado en la diócesis de Fréjus-Toulon, Francia, del cual dimos referencia en la entrada que publicamos sobre el monasticismo benedictino tradicional. Es asimismo autor del libro The Organic Development of the Liturgy (Ignatius Press, 2005), que fue prologado por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger y que ha sido traducido a varios idiomas. 

El artículo fue publicado en New Liturgical Movement. La traducción pertenece a la Redacción y las imágenes son las que acompañan el artículo original. 

***

“Orar la liturgia”

Una conferencia de Dom Alcuin Reid

Gregory Di Pippo

Durante el pasado mes de noviembre, la Parroquia Santo Tomás de Aquino, en College Station, Texas, recibió a Dom Alcuin Reid, quien no necesita ser presentado a nuestros lectores y quien dio una conferencia, con el título “Orar la liturgia”, durante un encuentro litúrgico. La conferencia, junto con las preguntas y respuestas que la siguieron, está disponible en el sitio web de la Red-C Catholic Radio, y puede ser bajada gratis como archivo mp3. Como se dice al comienzo de la grabación, Dom Alcuin Reid estuvo en Texas en una campaña para reunir fondos para la comunidad de la que es Prior, el Monasterio Saint Benoît en La Garde-Freinet, Francia (diócesis de Fréjus-Toulon), a fin de comprar una propiedad que está a la venta en la región, y que le vendría muy bien para el futuro monasterio (véase el sitio webde la comunidad para mayores informaciones).

Dom Alcuin Reid

Dom Alcuin Reid tuvo la gentileza de proporcionarnos un resumen de su conferencia.

La sagrada liturgia no es cualquier tipo de actividad: tiene, por así decirlo, su propio “lenguaje”. Pero éste no está compuesto, en primer lugar y sobre todo, por palabras. Una de las paradojas de nuestro tiempo es que la introducción de las lenguas vernáculas ha producido como resultado el que miremos los ritos litúrgicos, primeramente, como un texto hablado e inmediatamente comprensible. La gente ha llegado a esperar que todo en la liturgia sea tan transparente e inmediato como cualquier otro mensaje o información con que se tope en los medios impresos o electrónicos o que reciban en sus propios implementos personales.

Por cierto, los ritos litúrgicos incluyen palabras, y éstas tienen un significado propio que debiera caer dentro de los límites de nuestra inteligencia (si están en latín, mediante el uso de un misal o de su traducción en un folleto). Pero, en nuestra sociedad saturada de palabras quizá nos hemos olvidado de que la liturgia es, primero que nada, una acción, no un discurso. La liturgia no es un conjunto de palabras que se nos lee, o que es leído por nosotros, o junto con nosotros, sino que es, más bien, un rito, un complejo de acciones, gestos y sonidos que tiene lugar en determinados lugares. Sí: incluye palabras, pero el uso que la liturgia les da va más allá de la comunicación eficiente de informaciones o ideas a que estamos acostumbrados.

Lo que es importante en un rito litúrgico no es simplemente lo que se dice: lo que resulta crucial es lo que se hace. Y no tanto lo que hacemos nosotros, no: lo que importa es lo que Dios Todopoderoso hace. Hay algo que ocurre en la liturgia que no depende de nosotros, y es en la dinámica de eso que ocurre, de esa acción, donde debemos entrar. En eso consiste la verdadera participación en la liturgia.

La Santa Misa celebrada durante el encuentro litúrgico

Lo que se realiza en la liturgia lo realiza Cristo, no nosotros, porque la liturgia es el culto que Cristo ofrece en su Iglesia por el poder del Espíritu Santo a Dios Padre. Esto no es algo que, fundamentalmente, hagamos nosotros. Nosotros, ciertamente, por el derecho que nos da nuestro bautismo, podemos participar en esa ofrenda, y de hecho, es deber nuestro bautismal hacerlo del mejor modo que podamos y de acuerdo con nuestra vocación personal. Pero la liturgia es, primero y antes que nada, la acción de Cristo en el mundo de hoy a través de los ritos de su Iglesia. Debido a esto y por medio de esto es que nosotros somos capaces de participar en su acción salvífica, la redención de nuestros pecados que Él nos procuró en la cruz, y la esperanza de vida eterna que se manifiesta en su gloriosa resurrección. En resumen, la sagrada liturgia es la acción salvadora de Cristo en el mundo actual. […]

Comprender que la liturgia es una acción, no un texto, y de que en realidad es, primariamente y sobre todo, la acción de Cristo mismo, es crucial si he de participar en cualquier rito litúrgico, si he de involucrarme consciente y verdaderamente en esa acción, si he, realmente, de orar la sagrada liturgia. De otro modo, seré un simple espectador, posiblemente un espectador aburrido, o quizá incluso uno que está muy entretenido. Pero la liturgia no es un espectáculo o entretención que uno mira, sino una acción en la que debo involucrarme. Es culto. Y es oración. […]

Por tanto, orar la liturgia, que es sencillamente la verdadera o real (a veces se la llama “activa”) participación en ella, no consiste tanto en decir las palabras adecuadas, “tomando parte en las respuestas” o “uniéndose al canto” (tales cosas son medios, no fines), como en sumergirme en la acción de la liturgia, perderme en ella, dejándome atrapar por ella.

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