Ayer se celebró la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, que coincide en ambos calendarios (el nuevo y el reformado) del rito romano. Se trata de una solemnidad (fiesta de 1ª clase en la forma extraordinaria) que se festeja el viernes posterior al segundo domingo después de Pentecostés. Esta fecha fue elegida por ser entonces el día viernes inmediatamente sucesivo a la octava litúrgica de Corpus Christi, la cual fue abolida por el papa Pío XII en 1955.
Con ocasión de esta fiesta les ofrecemos un breve texto de Gregory DiPippo publicado en New Liturgical Movement, donde recuerda su origen y ofrece el formulario previsto para conmemorarla en el Misal parisino de 1738. La traducción pertenece a la Redacción y la entrada reproduce las imágenes originales que acompañan el artículo.
Les recordamos que mañana, domingo 30, tendrá lugar la tradicional procesión en honor del Sagrado Corazón de Jesús, la cual comienza con la Santa Misa a las 16.00 horas en la Catedral Metropolitana. Ella será oficiada por S.E.R. Cristián Roncagiolo, obispo auxiliar de Santiago. Desde ahí la procesión se dirigirá hasta el Primer Monasterio de la Visitación, en Huérfanos con Bulnes.
Les recordamos que mañana, domingo 30, tendrá lugar la tradicional procesión en honor del Sagrado Corazón de Jesús, la cual comienza con la Santa Misa a las 16.00 horas en la Catedral Metropolitana. Ella será oficiada por S.E.R. Cristián Roncagiolo, obispo auxiliar de Santiago. Desde ahí la procesión se dirigirá hasta el Primer Monasterio de la Visitación, en Huérfanos con Bulnes.
***
Una curiosidad litúrgica para la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
Gregory DiPippo
De igual manera que la devoción al Santísimo Sacramento es más antigua que la fiesta litúrgica del Corpus Christi, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús precede en varios siglos a la institución formal de una fiesta en su honor. Por ejemplo, Santa Gertrudis la Grande, que vivió entre 1256 y los primeros años del siglo siguiente, escribe sobre una visión de San Juan Evangelista que ella contempló el día de su fiesta, donde éste la hizo recostar sobre su costado como él mismo había hecho durante la Última Cena. Santa Gertrudis, luego de preguntar al Apóstol si había oído el latido del corazón del Señor como lo había hecho ella, y cuando éste le respondió afirmativamente y que su dulzura había penetrado en él hasta lo más íntimo, le replicó que por qué esto no había quedado recogido en el Evangelio. San Juan le contestó entonces:
"Mi deber era escribir a la joven Iglesia sobre el Palabra increada de Dios Padre [...] Hablar sobre la dulzura de los latidos [de Su Corazón] se postergó para tiempos modernos, para que, oyendo los hombres estas maravillas, se renueve en el mundo, envejecido y tibio, el amor de Dios" (El Heraldo de la Misericordia Divina, 4, 4).
Ugolino di Nerio, La Última Cena, 1325-1328
Al igual que la fiesta de Corpus Christi, la del Sagrado Corazón fue propuesta por primera vez en una visión recibida por una monja. A lo largo de la devoción de las Cuarenta Horas, en la Octava del Corpus Christi de 1675, el Señor se apareció a Santa Margarita María de Alacoque, una visitandina francesa, consumando una larga serie de visiones. Luego le pidió que trabajara para la institución de una fiesta en reparación por la ingratitud y la indiferencia que tantos Le muestran "en el sacramento del amor", la que había de guardarse al día siguiente de la Octava de Corpus, en viernes, el día de su Pasión. Durante la vida de la santa, la fiesta había sido adoptada en su orden y en algunas otras congregaciones. Ella fue reconocida formalmente y permitido por el papa Clemente XIII en 1765, y extendida al calendario universal de la Iglesia por el beato Pío IX en 1856.
Cuando el arzobispo Charles de Ventimiglia promulgó el Misal neogalicano de París en 1738, la fiesta aún no había sido oficialmente aprobada por Roma ni aceptada ampliamente fuera de algunas órdenes religiosas. Sin embargo, el nuevo Misal parisino recogió uno de las peticiones hechas por el Señor a Santa Margarita María de Alocoque. Entre la colección de Misas votivas se encuentra una especial "para reparar las ofensas a Cristo en el Santísimo Sacramento". Esta Misa está situada entre la Misa votiva del Sacramento y la de la Pasión; además, una rúbrica dispuesta después de la Octava de Corpus Christi prescribe que esta Misa sea pronunciada al día siguiente, el que ahora está reservado para la fiesta del Sagrado Corazón.
Aquí está el texto completo de la Misa. Las traducciones al inglés de las oraciones son mías; las citas de las Escrituras están tomadas de la traducción de Douay-Reims, con algunas modificaciones necesarias para darles sentido.
La aparición de Nuestro Señor a Santa Margarita María de Alacoque. Vitral de la Iglesia de St Brendan, Birr, Condado de Offaly, Irlanda
Introito. Quanta
malignatus est inmicus in sancto! in terra polluerunt tabernaculum nominis
tui, Domine. Usquequo, Deus, irritat adversarius nomen tuum
in finem?
|
Todo lo destruyó el enemigo en el Santuario. Profanaron,
hasta arrasarla, la Morada de tu Nombre. ¿Hasta cuándo, oh Dios, te insultará
el enemigo?
|
|
Salmo. Ut
quid, Deus, repulisti in finem? iratus est furor tuus super oves
pascuae tuae. Gloria Patri. Quanta malignatus...
|
¿Por qué, oh Dios, nos rechazaste para siempre
y arde tu indignación contra las ovejas de tu rebaño? Gloria al Padre... Todo lo destruyó el enemigo...
|
|
Colecta. Gementes
et dolentes super cunctis abominationibus quae fiunt in domo tua,
propitius respice, Deus omnipotens; et pro contumeliis quibus in
Sacramento sui amoris impetitur Dominus Jesus, ipsum fac pro nobis esse
apudte propitiationem. Qui tecum.
|
Mira con misericordia, Dios todopoderoso,
a los que lloran por todas las abominaciones que tienen lugar en tu
santa morada. Y recibe a Jesucristo Vuestro Hijo como víctima propiciatoria
por las ofensas que Él padece en el sacramento de Su amor. Que vives y reinas.
|
|
Epístola, Hebreos 10, 22-31. Hermanos:
Acerquémonos, entonces, con un corazón sincero y llenos de fe, purificados
interiormente de toda mala conciencia y con el cuerpo lavado por el agua
pura. Mantengamos firmemente la confesión de nuestra esperanza, porque aquel
que ha hecho la promesa es fiel. Velemos los unos por los otros, para
estimularnos en el amor y en las buenas obras. No desertemos de nuestras
asambleas, como suelen hacerlo algunos; al contrario, animémonos mutuamente,
tanto más cuanto que vemos acercarse el día. Porque si después de haber
recibido el pleno conocimiento de la verdad, pecamos deliberadamente, ya no
hay más sacrificio por los pecados. Sólo resta esperar con terror el
juicio y el fuego ardiente que consumirá a los rebeldes. El que viola la
Ley de Moisés, es condenado a muerte irremisiblemente por el testimonio de
dos o tres testigos. Pensad, entonces, qué castigo merecerá el que pisoteó al
Hijo de Dios, el que profanó la sangre de la Alianza con la cual fue
santificado y ultrajó al Espíritu de la gracia. Porque nosotros conocemos a
aquel que ha dicho: La venganza me pertenece y yo daré la retribución. Y
además: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Verdaderamente es algo terrible
caer en las manos del Dios viviente!
|
||
Gradual. Viderunt altare
profanatum, et sciderunt vestimenta sua, et planxerunt planctu mano. V. Imposuerunt cinerem super caput suum,
et ceciderunt in faciem super terram, et clamaverunt in caelum.
|
Cuando vieron el altar profanado, y rasgaron
sus vestiduras, e hicieron un gran duelo. V. Ellos se cubrieron la cabeza con ceniza y
cayeron con el rostro en tierra, y luego, a una señal dada por
las trompetas, alzaron sus gritos al cielo. 1 Mac. 4, 38-40.
|
|
Alleluja, alleluja. Zelus omus tuae
comedit me, et opprobria exprobrantium tibi ceciderunt super me.
Alleluja,
|
Aleluya, aleluya. Porque el celo de tu Casa me devora, y caen
sobre mí los ultrajes de los que te agravian. Aleluya. Ps. 68, 10.
|
|
Evangelio, Mateo 22, 1-14. En aquel tiempo, Jesús
les habló otra vez en parábolas, diciendo: «El
Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió
entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron
a ir. De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los
invitados: "Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros
y mis mejores animales, y todo está a punto: Venid a las bodas". Pero
ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro
a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y
los mataron. Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que
acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus
servidores: "El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no
eran dignos de él. Salid a los cruces de los caminos e invitad a todos los
que encontréis". Los servidores salieron a los caminos y reunieron a
todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de
convidados. Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un
hombre que no tenía el traje de fiesta. "Amigo, le dijo, ¿cómo has
entrado aquí sin el traje de fiesta?". El otro permaneció en silencio.
Entonces el rey dijo a los guardias: "Atadlo de pies y manos, y arrojadlo
afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes".
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos».
|
||
Ofertorio. Ad Christum accedamus cum
vero corde in plenitudine fidei, aspersi corda a conscientia mala, et
consideremus invicem in provocationem caritatis, et bonorum operum.
|
Acerquémonos,
entonces, con un corazón sincero y llenos de fe, purificados interiormente de
toda mala conciencia. Velemos los unos por los otros, para estimularnos en el
amor y en las buenas obras. Hebreos 10, 22 y 24.
|
|
Secreta Deus, qui Unigenitum tuum
in Cruce pro transgresso
ribus orantem exaudisti; quae sumus, ut nos, qui in altari tuo ipsum offerimus pro contamiatoribus mensae illius orantes, clementer exaudire digneris. Per eundem. |
Oh
Dios, que oíste a Tu Hijo Unigénito orar en la cruz por la transgresores de tu ley, te pedimos con misericordia que te dignes a escuchar las humildes oraciones que ofrecemos en tu altar por los que profanan tu santa mesa. Por
el mimo Jesucristo Nuestro Señor.
|
|
Comunión. Quanta
putatis mereri supplicia, qui Filium Dei conculcaverit, et sanguinem testamenti pollutum duxerit, in quo sanctificatus est?
|
Piensen, entonces, qué castigo merecerá el que
pisoteó al Hijo de Dios, el que profanó la sangre de la Alianza con la cual
fue santificado y ultrajó al Espíritu de la gracia. Hebreos
10, 29.
|
|
Postcomunión. Domine Jesu Christe, qui zelo domus Dei succensus, vendentes et ementes de templo
ejecisti: da comedentibus panem tuum, eodem zelo animari; et propter reos corporis tui aut tabescere gementes, aut ad prohibendum fortes ignescere. Qui vivis.
|
Señor
Jesucristo, que consumido por el celo de la casa de Dios, echaste fuera del templo a los que ahí compraban y vendían, acoge con el mismo celo a a los que comen de tu pan, para que o soporten el dolor a la vista de los profanadores de Vuestro Cuerpo o tengan el coraje de reprimir esa profanación. Tú que vives y reinas.
|