jueves, 4 de junio de 2015

La dalmática y la tunicela

Dos ornamentos que conviene considerar conjuntamente con la casulla son la dalmática y la tunicela. 

 La dalmática es una holgada túnica de seda que se pone encima del alba, cubre el cuerpo por delante y detrás, y lleva para tapar los brazos una especie de mangas anchas y abiertas. Se llama así por proceder de una túnica blanca con mangas anchas y cortas y adornada de púrpura, que tomaron de los dálmatas los antiguos romanos de las clases sociales más acomodadas. En el siglo IV hay referencia a ella en cuanto vestidura litúrgica de los diáconos romanos, como un privilegio que les correspondía por su relación especial con el Papa. Ha conservado hasta hoy su forma primitiva, si bien fue acortada en el siglo XI y, a partir del siglo siguiente, se comenzó a abrir por los costados mediante aperturas que fueron extendiéndose con el tiempo.  

Dalmática española

La tunicela, por su parte, es una túnica fina de mangas largas y estrechas, más corta y menos rica en los adornos que la dalmática, que también se viste sobre el alba y que se diferencia de ésta por estar sin ceñir. Con todo, y dada su confección habitual, quizá la diferencia más sustancial entre una y otra vestimenta sea que la tunicela carece de gorjal o collarín, esto es, de aquel cordón decorativo con borlas que desciende verticalmente desde la parte superior de la túnica.

Gorjal o collarín de la dalmática
El Greco,  El entierro del Conde de Orgaz (detalle)

Sin embargo, a menudo la dalmática y la tunicela son idénticas en la forma y diseño, con la única diferencia que, en algunos casos, la tunicela tiene una barra horizontal y la dalmática dos, lo que permite distinguirlas. No son inusuales otras pequeñas variantes en los adornos bordados, más simples en el caso de la tunicela, para diferenciar una de otra.





Ambas vestiduras son del color litúrgico del día. La dalmática y la tunicela simbolizan la alegría (de ahí que no se usasen en los días de penitencia, siendo sustituidas por planetas plegadas), y al revestirse con ellas se reza una oración propia. El diácono dice: «Revestidme, Señor, con el ornamento de salvación y con el vestido de gozo; y cubridme siempre con la dalmática de la santidad»; y el subdiácono: «Que el Señor me revista con la túnica del gozo y con el ornamento de la alegría».

En la Misa solemne celebrada según la forma extraordinaria, el preste viste casulla, el diácono dalmática, el subdiácono tunicela y el sacerdote asistente capa pluvial (aunque sólo en las Misas pontificales y en la primera Misa de un nuevo sacerdote). Si la Misa es celebrada por un obispo, éste viste la casulla sobre la dalmática y la tunicela (réplicas en seda sin forrar de la que portan el diácono y el subdiácono), para indicar que en él reside la plenitud del sacerdocio (Rubricarum Instructum, núm. 134, 135 y 137).  

 Dalmática y tunicela pontificales, sobre las cuales
el obispo viste la casulla.

Estas reglas experimentaban una cierta extensión en lo que a la Iglesia española se refiere, por la existencia de dos particularidades relativas al presbítero asistente y al uso de la dalmática.

El presbítero asistente, vestido con capa pluvial, era de rigor en la primera Misa de un nuevo sacerdote. Propiamente se trata de un privilegio prelaticio, que comparten por gracia especial los provinciales franciscanos y carmelitas (así como el canon, la palmatoria y el tronetto). Sin embargo, en España, por un uso antiquísimo se permite que cualquier sacerdote pueda ser ayudado por un presbítero asistente en toda Misa solemne, y no sólo en las pontificales. La validez de este uso fue confirmado por un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos al Obispo de Urgel en 1883. Evidentemente el presbítero asistente, como su nombre indica, debe ser sacerdote y no cabe reemplazarlo por un ministro laico.

Misa pontifical. El diácono y subdiácono revestidos con dalmática y tunicela; el presbítero asistente, con capa pluvial. Durante la consagración, el subdiácono se reviste además con el velo humeral.
 
Asimismo, en España era común el uso de dalmáticas por parte de ministros legos o clérigos no ordenados. En efecto, aunque no existía aprobación expresa de esta costumbre, hay grabados efectuados por viajeros del siglo XIX que muestran a los ceroferarios y al turiferario con dalmáticas. Incluso, hay testimonios escritos de que en el seminario de Sevilla existían antiguamente dalmáticas de todos los colores para aquellas ocasiones en que los seminaristas asistían solemnemente a la catedral. 

Uso de la dalmática por ministros legos en España.

Cabe hacer notar que el motu proprio Ministeria Quedam (1972) suprimió las órdenes menores, categoría a la que pertenecían el ostiario, el lector, el exorcista, el acólito y el subdiácono, transformándolos en ministerios laicales (lectorado y acolitado). En la forma ordinaria, por tanto, la dalmática permanece como la vestimenta propia del diácono, quien la viste sobre el alba y la estola, aunque puede omitirse por una necesidad o por un menor grado de solemnidad (Instrucción General del Misal Romano, núm. 119 b y 338). El Ceremonial de los Obispos aconseja también que, en la celebración solemne, según la antigua costumbre, debajo de la casulla éstos vistan la dalmática, que podrá ser siempre blanca (núm. 56), que era el color primitivo de esta última vestidura. 

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