lunes, 29 de junio de 2015

La Misa de siempre: esperanza entre las ruinas

El sitio Rorate Caeli publicó recientemente una interesante nota enviada desde Escocia por uno de sus lectores, la que a continuación les ofrecemos traducida, con algunos pequeños añadidos de la Redacción. 

Resulta imposible no advertir el poderoso elemento simbólico del acontecimiento: de entre las ruinas causadas en los últimos cincuenta años por lo que el Papa Benedicto XVI llamó una hermenéutica de la ruptura y por innumerables abusos litúrgicos, se alza la Misa de Siempre como un signo de esperanza y prueba de la indefectibilidad prometida por Nuestro Señor a su Iglesia.

Esperanza entre las ruinas: la Iglesia de Cristo vivirá por siempre




El 20 de junio se celebró la Santa Misa según la Forma Extraordinaria en las ruinas de la Abadía de Crossraguel, situada en el concejo de South Ayrshire (Escocia). El celebrante fue el P. Mark Morris, de la arquidiócesis de Glasgow, dentro de cuya jurisdicción se encuentra la antigua abadía. 

La abadía fue fundada a mediados del siglo XIII por monjes de la Orden de Cluny provenientes de la hoy también inexistente Abadía Paisley. En 1307 resultó saqueada por el ejército del rey Eduardo I de Inglaterra. Fue reconstruida, pero su vida religiosa sólo se extendió hasta 1560 y llegó a su fin con la Reforma escocesa. Con la muerte del último monje en 1601, la abadía fue completamente abandonada.



Hoy en día, gracias a Una Voce Scotland, el capítulo escocés de la Federación Internacional Una Voce, las ruinas de la abadía proporcionan aún un lugar para la celebración del Santo Sacrificio de la Misa, en pleno siglo XXI. ¡Por los próximos 800 años!




Nota de la Redacción: Las fotos han sido tomadas de Rorate Caeli

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Actualización [7 de agosto de 2015]: Puede leerse aquí un interesante artículo publicado en el sitio Paix Liturgique, donde se comparan las estadísticas de ordenaciones sacerdotales en Francia de sacerdotes ordenados según el rito tradicional y consagrados a éste con aquellas de las ordenaciones de sacerdotes destinados a la celebración del Novus Ordo. El rito tradicional es fuente de esperanza para el futuro respecto de la falta de sacerdotes, pero, tristemente, ni aun el vigor y fecundidad de las comunidades tradicionales en cuanto vocaciones sacerdotales pueden suplir de momento el preocupante déficit global de sacerdotes en Francia, otrora hija predilecta de la Iglesia. 

Actualización [12 de julio de 2018]: LifeSiteNews ha publicado un reportaje referido a las ordenaciones sacerdotales en Francia durante 2018. En ese país mientras el número de vocaciones de los seminarios ha descendido ligeramente (este año hubo 19 ordenaciones menos que en 2017), los institutos tradicionales continúan en alza, representado más de un 20% de los sacerdotes ordenados en 2018. Una prueba más de que la Tradición será a la larga el sostén de la Iglesia. 

jueves, 25 de junio de 2015

El obispo de Illapel con la Misa Tradicional

Su Excia. Revma. Mons. don Jorge Patricio Vega Velasco, Obispo de la Prelatura de Illapel (Chile), asistió en coro el pasado 15 de junio a la Santa Misa con la forma tradicional del Rito Romano, celebrada por el reverendo don José Lucio Cáceres Méndez, párroco de San Antonio de Padua, en Caimanes, comuna de Los Vilos (Provincia de Choapa, Región de Coquimbo), en el vigésimo aniversario de su ordenación sacerdotal.  

Predicó el P. Milan Tisma, Párroco de San Juan de Dios de Buzeta (Santiago de Chile) y Capellán de nuestra Asociación, y fue Maestro de ceremonias el P. Marcelo Guzmán.

A continuación les ofrecemos algunas fotos de la ocasión, tomadas del sitio Catholicvs, a cuyos administradores expresamos nuestro agradecimiento.


















domingo, 21 de junio de 2015

La capa pluvial

El siguiente ornamento al que conviene referirse es la capa pluvial, un manto circular que cubre toda la espalda de quien la viste y se sujeta por delante con un broche, llamada así en los países meridionales de Europa desde el siglo IX. 


Capa pluvial de la catedral de Tudela
Todo parece indicar que antiguamente, en las frecuentes procesiones que se hacían por los alrededores de los pueblos de esta región, los clérigos llevaban previsoramente una capa para guardarse de la lluvia que pudiera sobrevenir. Para ese fin, este modelo de capa no sólo les cubría el cuerpo, sino que además tenía entre los hombros una capucha con la que protegerse la cabeza si empezaba a llover. Por esta razón, aún hoy a esta capa se le llama «pluvial», o sea, para la lluvia, y por la misma razón, en recuerdo de su origen, se le añade en el puesto adecuado un capillo que evoca la capucha original. La capa comenzó a ser utilizada en las comunidades monásticas por los miembros más importantes y, especialmente, por los cantores. Por influencia de Cluny su uso se extendió a toda Europa. Con esta difusión, mientras la casulla mantuvo su forma tradicional y se reservó para la celebración de la Santa Misa, la capa pluvial, más cómoda para el libre movimiento de los brazos, se impuso pronto en las funciones litúrgicas menores, como procesiones, incensación en laudes y vísperas, consagraciones, etcétera. Como fuere, la capa pluvial no ha sido nunca una vestidura estrictamente sacerdotal, por lo que su uso no es exclusivo del sacerdote y pueden llevarla también los clérigos menores, pero no los seglares (cfr. Pontificia Comisión Ecclesia Dei, Respuesta de 7 de junio de 1993, Prot. núm. 24/92). 




Conviene saber que hoy la capa pluvial sigue la regla del color litúrgico del día y que su uso es obligatorio en ciertas ceremonias o bendiciones más solemnes, por ejemplo, en la bendición anual de las candelas, de la ceniza, de los ramos, de la pila bautismal y del fuego nuevo; también debe llevarse en la bendición con la custodia durante la exposición del Santísimo Sacramento, así como en una procesión; en los ritos exequiales fuera de la Misa y en las laudes y vísperas; y por parte de los asistentes al oficiante en las vísperas solemnes. También se puede llevar cuando un presbítero acompaña al celebrante en la Misa solemne y por los portainsignias en la Misa pontifical celebrada según la forma extraordinaria.  

 S.S. Benedicto XVI revestido de capa pluvial


El papa Francisco preside las exequias del Cardenal Simon Loudusamy, Prefecto emérito de la Congregación para las Iglesias Orientales, vestido con capa pluvial 

No debe confundirse la capa pluvial con el manto papal. Este último es una de las insignias que caracterizan al Romano Pontífice, aunque su uso ha casi desaparecido. También es distinta de este ornamento la vimpa, nombre con que se conoce una especie simple de velo humeral que utilizan los monaguillos que sostienen el báculo y la mitra del obispo en las funciones pontificales.

Los obispos diocesanos y los cardenales, al vestir la capa pluvial, y los papas al vestir el manto papal, colocaban encima del broche propio otro más ricamente adornado, llamado formal

El papa usaba tres tipos de formales: 

(a) El formal penitencial, que tenía tres piñas colocadas de modo triangular. Desde 1969 los papas dejaron de usar el formal penitencial, hasta que Benedicto XVI lo recuperó en las primeras Vísperas de Adviento de 2007. 


(b) El formal ordinario, consistente en una placa de oro labrada o grabada. 


(c) El formal precioso, usado en las ocasiones más solemnes, que se caracteriza por tener piedras incrustadas.


lunes, 15 de junio de 2015

Recomendaciones del Padre Pío para vivir con plenitud la Santa Misa

San Pío de Pietrelcina OFM Cap. (1887-1968) es conocido por los estigmas con que el Señor quiso marcar su unión y por la unción con que celebraba la Santa Misa. A continuación ofrecemos a nuestros lectores una carta donde "el humilde fraile que ora", como él mismo se definió en alguna ocasión, da consejos a Annita Rodote, una dirigida suya, para que viva en plenitud la Santa Misa. 

Pietrelcina, 25 de julio de 1915.

Amada hija de Jesús,

¡Que Jesús y nuestra Madre sonrían siempre en su alma, obteniendo de ello, a partir de su Santísimo Hijo, todos los carismas celestiales!

Estoy escribiéndole por dos motivos: para responder a algunas preguntas de su última carta y para desearle un feliz día no en el dulcísimo Jesús, lleno de todas las más especiales gracias celestiales. ¡Oh! ¡Si Jesús atendiera mis oraciones por usted o, mejor aún, si al menos mis oraciones fueran dignas de ser atendidas por Jesús!


Entre tanto, las aumentaré cien veces para su consuelo y salvación, suplicando a Jesús que las atienda, no por mí, sino a través del corazón de su bondad paternal e infinita misericordia.

Con el fin de evitar irreverencias e imperfecciones en la casa de Dios, en la iglesia – que el divino Maestro llama casa de oración -, le exhorto en el Señor a practicar lo siguiente.

Entre en la iglesia en silencio y con gran respeto, considerándose indigna de aparecer ante la Majestad del Señor. Entre otras consideraciones piadosas, recuerde que nuestra alma es el templo de Dios y, como tal, debemos mantenerla pura y sin mácula ante Dios y sus ángeles.


Avergoncémonos por haber dado acceso al diablo y sus seducciones muchas veces (con su seducción del mundo, su pompa, su llamada a la carne) por no ser capaces de mantener nuestros corazones puros y nuestros cuerpos castos; por haber permitido a nuestros enemigos insinuarse en nuestros corazones, profanando el templo de Dios que somos a través del santo bautismo.

En seguida, tome agua bendita y haga la señal de la cruz con cuidado y lentamente.

En cuanto esté ante Dios en el Santísimo Sacramento, haga una genuflexión devotamente. Después de haber encontrado su lugar, arrodíllese y haga el tributo de su presencia y devoción a Jesús en el Santísimo Sacramento. Confíe todas sus necesidades a Él junto con la de los demás. Hable con Él con abandono filial, dé libre curso a su corazón y dele total libertad para actuar en usted como él crea mejor.


Al asistir a la Santa Misa y a las funciones sagradas, permanezca muy compuesta, cuando en pie, arrodillada y sentada, y realice todos los actos religiosos con la mayor devoción. Sea modesta en su mirada, no gire la cabeza aquí y allí para ver quien entra y sale. No ría, por respeto a este santo lugar y también por respeto de quienes están cerca de usted. Intente no hablar, excepto cuando la caridad o la estricta necesidad lo requieran.

Si reza con los demás, diga las palabras de la oración claramente, observe las pausas y nunca se apresure.

En suma, compórtese de tal manera que todos los presentes sean edificados, y que, a través de usted, sean instados a glorificar y amar al Padre celestial.



Al salir da iglesia, debe estar recogida y calma. En primer lugar, pida el permiso de Jesús en el Santísimo Sacramento; pida perdón por las faltas cometidas en su presencia divina y no Le deje sin pedir y recibir Su bendición paterna.

Cuando esté fuera de la iglesia, sea como todo seguidor del Nazareno debería ser. Sobre todo, sea extremamente modesta en todo, pues esta es la virtud que, más que cualquier otra, revela los sentimientos del corazón. Nada representa un objeto más fiel o claramente que un espejo. Igualmente, nada representa mejor las buenas cualidades de un alma que la mayor o menor regulación del exterior, como cuando alguien parece más o menos modesta.


Debe ser modesta al hablar, modesta en la sonrisa, modesta en su porte, modesta al caminar. Todo eso debe ser practicado, no por vanidad, con el fin de mostrarse a si misma, ni con hipocresía con el fin de aparecer buena a los ojos de los demás, sino, por la fuerza interna de la modestia, que reglamenta el funcionamiento exterior del cuerpo.

Por tanto, sea humilde de corazón, circunspecta en las palabras, prudente en sus resoluciones. Sea siempre económica al hablar, asidua a la buena lectura, atenta en su trabajo, modesta en su conversación. No sea desagradable con nadie, sino benevolente para con todos y respetuosa con los más ancianos. Que cualquier mirada siniestra salga de usted, que ninguna palabra osada escape de sus labios, que nunca haga una acción indecente o de alguna forma gratuita; nunca especialmente una acción gratuita o un tono de voz petulante.

En suma, deje que todo su exterior sea una imagen vívida de la compostura de su alma.


Mantenga siempre la modestia del divino Maestro ante sus ojos, como un ejemplo; este Maestro que, según las palabras del Apóstol a los Corintios, colocó la modestia de Jesucristo en pié de igualdad con a mansedumbre, que era su virtud particular y casi su característica: “Ahora yo, Paulo, os ruego, por la mansedumbre y humildad de Cristo”, y de acuerdo con tal modelo perfecto, reforme todas sus acciones externas, que deben ser reflejos fieles, revelando los afectos de su interior.

Nunca se olvide de este modelo divino, Annita. Intente ver una cierta majestad adorable en su presencia, una cierta agradable autoridad en su modo de hablar, una cierta agradable dignidad en el andar, en el mirar, en el hablar, al conversar; una cierta dulce serenidad del rostro.

Imagine esa extremamente compuesta y dulce expresión con la que él llamó a la multitud, haciendo que dejasen ciudades y castillos, llevándolos a las montañas, los bosques, a la soledad y las playas desiertas del mar, olvidando totalmente la comida, la bebida y los quehaceres domésticos.

Así, intentemos imitar, tanto como nos sea posible, estas acciones modestas y dignas. Y hagamos lo mejor para ser, en lo que sea posible, semejantes a Él en la tierra, con el fin de que podamos ser más perfectos y más semejantes a Él por toda la eternidad en la Jerusalén celeste.


Termino aquí, pues soy incapaz de continuar, recomendando que usted nunca se olvide de mí ante Jesús, especialmente durante estos días de extrema aflicción para mí. Espero que la misma caridad de la excelente Francesca por quien usted tuvo la gentileza de dar, en mi nombre, mis manifestaciones de extremo interés en verla crecer cada vez más en el amor divino. Espero que ella me haga la caridad de hacer una novena de Comuniones por mis intenciones.

No se preocupe si es incapaz de responder a mi carta inmediatamente. Lo sé todo, así que no se preocupe.


Me despido de usted con el beso santo del Señor. Yo soy siempre su siervo.

Fray Pío, capuchino

Nota de la Redacción: La carta ha sido tomada del sitio Religión en libertad. Los destacados son de la Redacción.

lunes, 8 de junio de 2015

Taller de la FSSP para sacerdotes sobre la forma extraordinaria

La Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (a la cual dedicáramos recientemente una entrada), en colaboración con Una Voce America y la William C. Meier Foundation, es la mayor proveedora en los Estados Unidos de cursos y materiales para sacerdotes que desean aprender a celebrar la Forma Extraordinaria del Rito Romano.

Iniciado en junio de 2007, el programa de entrenamiento para sacerdotes en la celebración de la Forma Extraordinaria de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro ha realizado cursos para más de 130 sacerdotes en 72 diócesis de Norteamérica. Más del 80% de los participantes celebran ahora la Misa tradicional de manera regular.

Los talleres, de cinco días de duración, se realizan en el seminario de Nuestra Señora de Guadalupe, en Denton, Nebraska (EE.UU.).

El próximo taller programado estará dedicado a la celebración de la Misa rezada y tendrá lugar entre los días 14 al 18 de diciembre de 2015.

Más información sobre el programa, incripciones y los costos de participación pueden encontrarse aquí, así como información relativa a eventuales ayudas económicas por parte de Una Voce America para sacerdotes que así lo requieran.

Les agradecemos a nuestros lectores su ayuda en difundir la información sobre estos talleres entre aquellos sacerdotes que pudieran tener interés. 



domingo, 7 de junio de 2015

Recordatorio del Congreso Summorum Pontificum en Santiago de Chile

Queremos recordar a nuestros lectores que entre los días 21 y 23 de julio de este año tendrá lugar en Santiago de Chile un congreso dedicado al Motu Proprio Summorum Pontificum (2007), dado por S.S. Benedicto XVI y relativo a la aplicación de la forma tradicional del rito romano. 

El congreso se realizará en la Casa Nuestra Señora de la Dehesa, comuna de lo Barnechea, y está abierto a la participación tanto de clérigos como de seglares. Contará como invitado de honor con la distinguida presencia de Su Emcia. Revma. el Cardenal Jorge Medina Estévez, quien dictará la conferencia inaugural. 

El programa cubrirá, mediante la participación de diversos conferencistas, cuestiones históricas, litúrgicas, jurídicas y de espiritualidad, así como relativas a la música sacra y consideraciones prácticas de aplicación del Motu Proprio

Se ofrecerán asimismo para los sacerdotes participantes talleres prácticos para la celebración de la Santa Misa en la Forma Extraordinaria. 

Información e inscripciones:

Correo electrónico: SummorumPontificumChile@gmail.com
Facebook: Summorum Pontificum en Chile 
Twitter: @SummorumPontificumCL 

La ficha de inscripción se encuentra aquí.

Mayores detalles relativos al costo e inscripciones, y sobre el programa y los expositores, se encuentran en el afiche y el programa imprimible anexos. El programa puede descargarse en formato PDF también desde aquí.




viernes, 5 de junio de 2015

Las primeras cien entradas


Con la entrada publicada ayer, nuestra bitácora ha completado el primer centenar de ellas. Queremos agradecer a los sitios que nos han enlazado y a todos nuestros lectores, que son la razón del trabajo que realizamos en servicio de la Iglesia y con fin de dar a conocer la Forma Extraordinaria del Rito Romano. Como Redacción seguiremos trabajando para ofrecerles nuevos materiales y difundir las noticias relevantes sobre la Misa tradicional en Chile y el mundo. Desde ya hemos comenzado a preparar nuestro quincuagésimo aniversario, del que pronto daremos noticia. 

A.M.D.G

jueves, 4 de junio de 2015

La dalmática y la tunicela

Dos ornamentos que conviene considerar conjuntamente con la casulla son la dalmática y la tunicela. 

 La dalmática es una holgada túnica de seda que se pone encima del alba, cubre el cuerpo por delante y detrás, y lleva para tapar los brazos una especie de mangas anchas y abiertas. Se llama así por proceder de una túnica blanca con mangas anchas y cortas y adornada de púrpura, que tomaron de los dálmatas los antiguos romanos de las clases sociales más acomodadas. En el siglo IV hay referencia a ella en cuanto vestidura litúrgica de los diáconos romanos, como un privilegio que les correspondía por su relación especial con el Papa. Ha conservado hasta hoy su forma primitiva, si bien fue acortada en el siglo XI y, a partir del siglo siguiente, se comenzó a abrir por los costados mediante aperturas que fueron extendiéndose con el tiempo.  

Dalmática española

La tunicela, por su parte, es una túnica fina de mangas largas y estrechas, más corta y menos rica en los adornos que la dalmática, que también se viste sobre el alba y que se diferencia de ésta por estar sin ceñir. Con todo, y dada su confección habitual, quizá la diferencia más sustancial entre una y otra vestimenta sea que la tunicela carece de gorjal o collarín, esto es, de aquel cordón decorativo con borlas que desciende verticalmente desde la parte superior de la túnica.

Gorjal o collarín de la dalmática
El Greco,  El entierro del Conde de Orgaz (detalle)

Sin embargo, a menudo la dalmática y la tunicela son idénticas en la forma y diseño, con la única diferencia que, en algunos casos, la tunicela tiene una barra horizontal y la dalmática dos, lo que permite distinguirlas. No son inusuales otras pequeñas variantes en los adornos bordados, más simples en el caso de la tunicela, para diferenciar una de otra.





Ambas vestiduras son del color litúrgico del día. La dalmática y la tunicela simbolizan la alegría (de ahí que no se usasen en los días de penitencia, siendo sustituidas por planetas plegadas), y al revestirse con ellas se reza una oración propia. El diácono dice: «Revestidme, Señor, con el ornamento de salvación y con el vestido de gozo; y cubridme siempre con la dalmática de la santidad»; y el subdiácono: «Que el Señor me revista con la túnica del gozo y con el ornamento de la alegría».

En la Misa solemne celebrada según la forma extraordinaria, el preste viste casulla, el diácono dalmática, el subdiácono tunicela y el sacerdote asistente capa pluvial (aunque sólo en las Misas pontificales y en la primera Misa de un nuevo sacerdote). Si la Misa es celebrada por un obispo, éste viste la casulla sobre la dalmática y la tunicela (réplicas en seda sin forrar de la que portan el diácono y el subdiácono), para indicar que en él reside la plenitud del sacerdocio (Rubricarum Instructum, núm. 134, 135 y 137).  

 Dalmática y tunicela pontificales, sobre las cuales
el obispo viste la casulla.

Estas reglas experimentaban una cierta extensión en lo que a la Iglesia española se refiere, por la existencia de dos particularidades relativas al presbítero asistente y al uso de la dalmática.

El presbítero asistente, vestido con capa pluvial, era de rigor en la primera Misa de un nuevo sacerdote. Propiamente se trata de un privilegio prelaticio, que comparten por gracia especial los provinciales franciscanos y carmelitas (así como el canon, la palmatoria y el tronetto). Sin embargo, en España, por un uso antiquísimo se permite que cualquier sacerdote pueda ser ayudado por un presbítero asistente en toda Misa solemne, y no sólo en las pontificales. La validez de este uso fue confirmado por un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos al Obispo de Urgel en 1883. Evidentemente el presbítero asistente, como su nombre indica, debe ser sacerdote y no cabe reemplazarlo por un ministro laico.

Misa pontifical. El diácono y subdiácono revestidos con dalmática y tunicela; el presbítero asistente, con capa pluvial. Durante la consagración, el subdiácono se reviste además con el velo humeral.
 
Asimismo, en España era común el uso de dalmáticas por parte de ministros legos o clérigos no ordenados. En efecto, aunque no existía aprobación expresa de esta costumbre, hay grabados efectuados por viajeros del siglo XIX que muestran a los ceroferarios y al turiferario con dalmáticas. Incluso, hay testimonios escritos de que en el seminario de Sevilla existían antiguamente dalmáticas de todos los colores para aquellas ocasiones en que los seminaristas asistían solemnemente a la catedral. 

Uso de la dalmática por ministros legos en España.

Cabe hacer notar que el motu proprio Ministeria Quedam (1972) suprimió las órdenes menores, categoría a la que pertenecían el ostiario, el lector, el exorcista, el acólito y el subdiácono, transformándolos en ministerios laicales (lectorado y acolitado). En la forma ordinaria, por tanto, la dalmática permanece como la vestimenta propia del diácono, quien la viste sobre el alba y la estola, aunque puede omitirse por una necesidad o por un menor grado de solemnidad (Instrucción General del Misal Romano, núm. 119 b y 338). El Ceremonial de los Obispos aconseja también que, en la celebración solemne, según la antigua costumbre, debajo de la casulla éstos vistan la dalmática, que podrá ser siempre blanca (núm. 56), que era el color primitivo de esta última vestidura.