martes, 31 de enero de 2017

Aviso sobre la suspensión de la Santa Misa durante febrero

La Asociación Magnificat, capítulo chileno de la Federación Internacional Una Voce, lamenta comunicar que la celebración dominical de la Santa Misa en la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria (Bellavista 37, entre Pío Nono y Pinto Lagarrigue, M1 y M5 Baquedano) se suspende durante el mes de febrero, reanudándose el servicio litúrgico el domingo 5 de marzo. Puede empero consultarse el Directorio de Misas que publicamos hace algún tiempo para ver otros lugares donde se celebra la Misa tradicional en Santiago y en otras ciudades de Chile.

Esta bitácora seguirá actualizándose normalmente, aunque con una periodicidad de dos entradas por semana.
 
 Foto: Asociación Magnificat

sábado, 28 de enero de 2017

FIUV Position Paper 3: El modo de recibir la comunión

En una entrada anterior explicamos nuestro propósito de traducir los Position Papers sobre el misal de 1962 que desde hace algún tiempo viene preparando la Federación Internacional Una Voce, de la cual nuestra Asociación es capítulo chileno desde su creación en 1966. 

En esta ocasión les ofrecemos la traducción del Position Paper 3 y que versa sobre el modo de recibir la comunión, cuyo original en inglés puede consultarse aquí. Dicho texto fue preparado en el mes de abril de 2012. Para facilitar su lectura hemos agregado un título (Texto) para separar su contenido del resumen (Abstract) que lo precede. 


***

El modo de recibir la comunión

Resumen

La Instrucción Universae Ecclesiae deja en claro que la comunión debe recibirse de rodillas y en la lengua en la celebración de la forma extraordinaria. La recepción en la lengua es, de hecho, la ley universal de la Iglesia, a la cual determinadas Conferencias Episcopales han hecho excepciones. El valor de arrodillarse para expresar humildad en presencia de lo sagrado está afirmado en innumerables textos de la Escritura y enfatizado por el Papa Benedicto XVI en su libro El espíritu de la liturgia. El momento de recibir la comunión es el más apropiado de todos para demostrar esta actitud. La recepción en la lengua, aun cuando no fue universal en la Iglesia primitiva, se universalizó rápidamente, reflejando la gran preocupación de los Padres de que no se perdieran partículas de la hostia, preocupación reiterada por el Papa Pablo VI en la Instrucción Memoriale Domini. En conclusión, la forma tradicional de recibir la comunión, que muestra tanto humildad como receptividad de niños, prepara al comulgante para una recepción fructífera. Además, se conforma perfectamente con la actitud general de reverencia hacia las Sagradas Especies, tal como se encuentra en la forma extraordinaria.

Los comentarios a este texto pueden enviarse a positio@fiuv.


***

 Foto: Luce che sorge

Texto

1. Tal como ocurre con el servicio de hombres y niños en el altar[1], la cuestión del modo de recibir la comunión en las celebraciones de la forma extraordinaria del rito romano ha sido resuelta por la Instrucción Universae Ecclesiae (2011), que sostiene la obligatoriedad, en las celebraciones de la forma extraordinaria, de las leyes litúrgicas vigentes en 1962 [2]. Ellas especifican que la comunión ha recibirse por los fieles de rodillas y en la lengua.

2. Mientras que el servicio del altar por mujeres ha sido permitido en la forma ordinaria, según el parecer del Ordinario del lugar, la prohibición de recibir la Comunión en la mano por los fieles fue expresamente reiterada por el papa Pablo VI[3], quien estableció que las solicitudes de derogación de la ley deberían hacerse a la Santa Sede por una Conferencia Episcopal. Explicar el valor de esta práctica, como lo aspira a hacer este ensayo, es explicar el valor de la legislación propia de la Iglesia.


De rodillas

3. Como lo ha hecho ver el papa Benedicto XVI, “[a]rrodillarse no es algo propio de una sola cultura, sino que proviene de la Biblia y de su experiencia de Dios” [4]. Y sigue explicando que arrodillarse es algo que se encuentra en numerosos pasajes de la Escritura como la actitud conveniente a la oración de petición y de adoración en presencia de Dios. Al arrodillarnos seguimos el ejemplo del mismo Señor [5], cumplimos con el Himno de Cristo de la Carta a los Filipenses [6] y nos adecuamos a la liturgia celestial que se deja entrever en el Apocalipsis [7]. El Santo Padre concluye: “Resulta probable que el arrodillarse sea extraño a la cultura moderna, en la medida que ella constituye una cultura, porque esta cultura ha dado las espaldas a la fe y ya no conoce al Uno, delante del cual arrodillarse es lo propio, es, en realidad, la postura intrínsecamente necesaria. El hombre que aprende a creer aprende también a arrodillarse, y la fe y la liturgia para la cual arrodillarse no fuera lo normal estaría enferma en lo más íntimo. Donde el arrodillarse se ha perdido, debe recuperárselo de modo que, en nuestra oración, permanezcamos en la compañía de los apóstoles y los mártires, en la compañía de todo el cosmos, en unión, efectivamente, con el mismo Jesucristo [8].

4. Es necesario agregar que el momento de la recepción del Cuerpo del Señor en el Santísimo Sacramento es el momento apropiado para arrodillarse, y hacerlo es una muy antigua tradición en Occidente [9], que reemplazó otros gestos de reverencia [10]. San Juan Pablo II nos recuerda que la actitud correcta para recibir la Comunión es “la humildad del Centurión del Evangelio” [11]: esta actitud se expresa por y se alimenta de la postura de la humildad, el arrodillamiento. La exigencia, en la disciplina actual de la Iglesia, de que se haga “un gesto de reverencia” cuando se recibe la Comunión [12] se cumple de un modo muy natural y no forzado recibiéndola de rodillas.

San Juan Pablo II recibe la Comunión de manos del entonces Cardenal Ratzinger, luego Benedicto XVI

En la lengua

5. La recepción de la comunión en la lengua y no en la mano, aunque no fue una práctica exclusiva en la Iglesia primitiva, se remonta a los tiempos más antiguos. De ello da testimonio San Efrén el Sirio [13] y la antigua liturgia de Santiago [14], y se la menciona al menos como una posibilidad por el papa San Gregorio Magno [15], y fue mandada por el Concilio de Rouen alrededor del año 878 [16]. Parece que el Señor puso el pan directamente en la boca de Judas en la Última Cena [17], y es posible que haya hecho lo mismo con las Especies Consagradas. La difusión de este método en la Iglesia (con variantes distintas en Oriente y Occidente) deriva naturalmente de la gran preocupación de los Padres de que no se perdiera ninguna partícula de la Hostia. San Cirilo de Jerusalén (citado invariablemente por su descripción de la Comunión en la mano [18]) advierte que los fragmentos de Hostia debieran ser considerados más preciosos que el polvo de oro [19], e igual preocupación muestran Tertuliano [20], San Jerónimo [21], Orígenes [22], San Efrén [23] y otros más [24]. Esta preocupación de funda en la Escritura, en el mandamiento del Señor a los discípulos luego de alimentar a la multitud, tipo de la Eucaristía: “Recojan los fragmentos que hayan sobrado, para que no se pierdan” [25].

6. Esta preocupación se reitera, y se la vincula con la recepción en la lengua, por la Instrucción Memoriale Domini (1969), que resume una serie de consideraciones en favor de la forma tradicional de distribuir la comunión: “En vistas del estado de la Iglesia en general hoy día, debe observarse este modo de distribuir la comunión, no sólo porque está respaldada por una tradición de muchos siglos sino especialmente porque es un signo de reverencia de los fieles hacia la Eucaristía. Esta práctica no disminuye de modo alguno la dignidad personal de quienes que se acercan a este gran Sacramento, y es parte de la preparación que se necesita para una fructífera recepción del Cuerpo del Señor” [26]. Esta reverencia es un signo de que no se comulga con “el pan y la bebida ordinaria” [27] sino con el Cuerpo y la Sangre del Señor […] Además, esta manera de comulgar, que hoy debe ser considerada como prescrita por la costumbre, da una seguridad más efectiva de que la comunión será distribuida con la apropiada reverencia, decoro y dignidad; de que se evitará todo peligro de profanación de las Especies Eucarísticas, en las que “el Cristo todo y entero, Dios  y hombre, está sustancialmente contenido y permanentemente presente de un modo único” [28] y, finalmente, de que se mantendrá el diligente cuidado que la Iglesia ha recomendado siempre para cada fragmento del pan consagrado: “Si permitís que algo se pierda, considerad que perdéis uno de vuestros miembros” [29].

7. La posibilidad de que la comunión en la mano conduzca a “una deplorable falta de respeto hacia las Especies Eucarísticas” fue confirmada por San Juan Pablo II [30]. El peligro de una profanación deliberada del Santísimo Sacramento, advertida asimismo en Memoriale Domini, se ha hecho también tristemente evidente en una época en que los actos sacrílegos pueden hacerse públicos en Internet, para escándalo de los católicos de todo el mundo. Este tema es abordado de nuevo por la Instrucción Redemptionis Sacramentum (2004), que se refiere otra vez a la distribución del Santísimo Sacramento sólo en la lengua como el remedio efectivo: “Si hay riesgo de profanación, la Comunión no debe ser dada a los fieles en la mano” [31].

 San Pío de Pietrelcina imparte la Sagrada Comunión a un niño
(Foto: Veritatem facientes in Caritate)

8. San Juan Pablo II planteó un problema relacionado cuando escribió que “[t]ocar las sagradas especies y distribuirlas con sus manos es un privilegio de los ordenados” [32], y vincula esto con la consagración de las manos del sacerdote [33]. Esto trae a la memoria el famoso pasaje de Santo Tomás de Aquino, citado en relación con esto en una declaración oficial de la Oficina para lasCelebraciones Litúrgicas del Supremo Pontífice [34]: “[…] por reverencia hacia el Sacramento, nada lo toque, a menos de estar consagrado; de ahí que el corporal y el cáliz están consagrados, y del mismo modo las manos del sacerdote, para tocar este Sacramento. Por ello no es lícito para nadie más tocarlo, salvo por necesidad como, por ejemplo, si fuera a caer al suelo, o en algún caso de urgencia” [35].

9. El que este método tradicional se haya desarrollado a través del tiempo, no es un argumento en su contra, sino un testimonio de las importantes consideraciones que, de un modo reiterado, condujeron a su adopción. Como el Papa Pío XII lo afirmara en Mediator Dei (1948) de modo bien conocido, las prácticas más antiguas no son ipso facto preferibles a otras que se han desarrollado bajo la guía del Espíritu Santo a lo largo de muchos siglos [36].


Conclusión

10. La importancia de la actitud interior de humildad, recalcada por San Juan Pablo II, y la exigencia de un “gesto de reverencia” [37], no son sólo una cuestión de decoro ante la Presencia Real del Señor, por muy importante que esto sea. Más bien, la gracia recibida por quien comulga depende de su disposición, y el cultivo de la disposición correcta, la de humildad e infantil receptividad, se facilita por la recepción de rodillas y en la lengua. Como lo enfatizó Pablo VI: se trata de una “parte de la preparación necesaria para la recepción fructífera del Cuerpo del Señor” [38].

11. El valor de este método tradicional fue reiterado por la decisión de Benedicto XVI de distribuir él mismo la comunión en la lengua a los fieles durante las celebraciones pontificias. El comentario oficial a esta decisión menciona tanto la preocupación por la pérdida de partículas de la Hostia Consagrada como por aumentar entre los fieles la devoción a la Presencia Real de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía [39]. Además, el método tradicional es llamado “un signo exterior” que “promueve la comprensión del misterio de este gran Sacramento” [40].

12. En el contexto específico de la forma extraordinaria del rito romano, la práctica exclusiva de recibir la comunión de rodillas y en la lengua va de la mano con la gran reverencia del sacerdote celebrante hacia el Santísimo Sacramento en dicha forma. Dos ejemplos de ello serían la doble genuflexión del sacerdote en la Consagración, y el mantener unidos el pulgar y el índice desde la Consagración hasta la purificación del cáliz. La recepción de la comunión en la mano crearía una dañina disonancia con otros elementos de la liturgia. El tema está bien expresado en la Instrucción Il Padre, incomprensibile (1996), dirigida a las Iglesias Orientales, sobre la importancia de continuar con el modo de recibir la comunión tradicional en esas Iglesias: “Aun si esto impide poner de relieve el valor de otros criterios, también legítimos, e implica renunciar a cierta expedición, cambiar el uso tradicional tiene el riesgo de incurrir en una intrusión no orgánica en el marco espiritual a que se refiere” [41].



[1] Federación Internacional Una Voce, Position Paper 1: El servicio del altar de hombres y niños.

[2] Pontificia Comisión Ecclesia Dei, Instrucción Universae Ecclesiae (2011), núm. 28.

[3] Instrucción Memoriale Domini (1969): “el Supremo Pontífice juzgó que la antigua forma de administrar la Comunión a los fieles no debía ser cambiada”.

[4] Ratzinger, J., El espíritu de la liturgia (Madrid, Cristiandad, 2001), p. 228.

[5] Lc. 22, 41 (durante la agonía en Getsemaní): “y se retiró de ellos la distancia de un tiro de piedra. Y arrodillándose, oraba” (et ipse avulsus est ab eis quantum iactus est lapidis et positis genibus orabat).

[6] Flp. 2, 10: “Al nombre de Jesús toda rodilla se doble” (ut in nomine Iesu omne genu flectet).

[7] Apoc. 5, 8: “Y cuando hubo abierto el libro, las cuatro criaturas vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero” (et cum peruisset librum quattuor animalia et viginti quattuor seniores ceciderunt coram agno).

[8] Ratzinger, El espíritu de la liturgia, cit., p. 228.

[9] En Occidente el desarrollo del arrodillarse para la comunión data de al menos el siglo VI: véase Schneider, A., Dominus est (Pine Beach NJ: Neman House Press, 2008) p. 27. [hay traducción española: Dominus est. Reflexiones de un obispo de Asia Central sobre la Sagrada Comunión, Ciudad del Vaticano, Libreria Editrice Vaticana, 2009]. Arrodillarse se hizo general y luego universal entre los siglos XI y XVI: Joseph Jungmann, The Mass of the Roman Rite: its origins and developments (trad. inglesa, New York, Benzinger, 1955), p. 376.

[10] Jungmann cita ejemplos de aproximarse a la comunión descalzos, haciendo una genuflexión y una reverencia tres veces repetida y besando el suelo, o el pie del sacerdote (The Mass of the Roman Rite, cit., II, p. 377-8).

[11] Juan Pablo II, Encíclica Ecclesia de Eucharistia (2003), núm. 48: “cum demissione centurionis in Evangelio”.

[12] Instrucción General del Misal Romano (2002), núm. 160.

[13] San Edrén el Sirio, Sermones in Hebdomada Sancta 4, 5: “Isaías me vio [Cristo] como vosotros me veis ahora extendiendo mi mano derecha y poniendo en vuestras el pan vivo”. Se hace referencia a la visión de Isaías del ángel que le tocó los labios con un carbón encendido (Isaías 6, 6-7).

[14] Bozestwennaya Liturgia Swjatago Apostoloa Iakowa Brata Boziya I perwago bierarcha Ierusalima (Roma, Grottaferrata, 1970) p. 151: “El Señor os bendiga, y os haga dignos con el toque de nuestros dedos puros de llevar el carbón encendido y ponerlo en la boca de los fieles […]”.

[15] San Gregorio Magno, Diálogos 3, c. 3: “después de que le puso el Cuerpo del Señor en la boca, esa lengua, que por largo tiempo no había hablado, fue desatada”. El contexto es la curación de un hombre enfermo, que posiblemente no podía ponerse la Hostia en la boca: era la lengua, entre otras cosas, que necesitaba curación. Con todo, el texto no indica sorpresa ante el hecho de que se ponga la hostia directamente en la boca del hombre. 

[16] Concilio de Rouen, cap. 2: “que no ponga [el sacerdote] la Eucaristía en las manos de laico alguno, hombre o mujer, sino que él la ponga sólo en la boca con las siguientes palabras: Corpus Domini et Sanguis prosit tibi ad remissionem peccatorum et ad vitam aeternan” (nulli autem laico aut feminae eucharistian in manibus ponat, sed tantum in os eius). Mansi 10: 1199 ss. Cfr. Jungmann, The Mass of the Roman Rite, cit., II, pp. 381-2.

[17] Jo. 13, 26-27: Jesús respondió: es aquel a quien Yo dé el pan untado. Y untando el pan, se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. Y con ese bocado, Satán entró en él”.

[18] San Cirilo de Jerusalén, Mystagogical Catechesis, 5, 21 y ss.

[19] San Cirilo de Jerusalén, Mystagogical Catechesis, 5, 2.

[20] Tertuliano, De Corona, 3: “Nos duele que el pan o el vino, aun el nuestro, caiga al suelo”.

[21] San Jerónimo, In Ps, 147, 14: “hay peligro si algo cayera al suelo”.

[22] Orígenes, In Exod. Hom., 13, 3: “cuando recibas el Cuerpo del Señor, cuida reverentemente de que no caiga ni la más mínima partícula”.

[23] San Efrén, Sermones in Hebdomada Sancta 4, 4: “no piséis ni siquiera los fragmentos. El menor de estos fragmentos de este Pan puede santificar a millones de hombres […]”.

[24] En especial los cánones de la Iglesia Copta (Collationes canonum Copticae): “No permita Dios de que ninguna de estas perlas o fragmentos consagrados se adhiera a los dedos o caiga al suelo” (Denzinger, Ritus Orientalium, I, p. 95).

[25] Jo. 6, 12. Cf. Mt 14, 20 y 15, 37; Mc. 6, 43 y 8, 9; Lc. 9, 17.

[26] [Nota 6 al pie en Memoriale Domini]. Cfr. San Agustín, Enarrationes in Psalmos, 98, 9 (PL 37, 1264-1265).

[27] [Nota 7 al pie en Memoriale Domini]. Cfr. San Justino, Apologia, I, 66 (PG 6, 427), y San Ireneo, Adversus Haereses, 1, 4, c. 18 n. 5 (PG 7, 1029-1029).

[28] [Nota 9 al pie en Memoriale Domini].

[29] [Nota 10 al pie en Memoriale Domini] Cirilo de Jerusalén, Catecheses Mystagogicae, V. 21 (PG 33, 1126).

[30] San Juan Pablo II, Carta Dominicae Coenae (1980), núm. 11.

[31] Instrucción Redemptionis Sacramentum (2004), núm. 92, donde se reitera la respuesta de la Congregación para el Culto Divino a un dubium de 1999, registrada en Notitiae 35 (1999), pp. 160-161.

[32] Juan Pablo II, Carta Dominicae Coenae, núm. 11.

[33] Juan Pablo II, Carta Dominicae Coenae, núm. 11: “Pero no debe olvidarse el oficio primer de los sacerdotes, que han sido consagrados por su ordenación para representar a Cristo Sacerdote: por esta razón sus manos, igual que sus palabras y su voluntad, se han convertido en instrumentos directos de Cristo”.

[34] Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Supremo Pontífice: “Comunión recibida en la lengua y de rodillas” (2010) [el texto sólo está disponible en inglés: véase aquí].

[35] Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, IIIa q. 82, a. 3 c: “in reverentiam huius sacramenti, a nulla re contingitur nisi consacrata, unde et corporales et calix consecrantur, similitere et mabus sacerdotis, ad tangendum hoc sacramentum. Unde nulli alii tangere licet, nisi in necessitate puta si caderet per terram, vel in aliquo alio necessitatis casu”.

[36] Pío XII, Encíclica Mediator Dei (1948), núm. 61: “La liturgia de los primeros siglos es ciertamente digna de toda veneración. Pero los usos antiguos no deben ser estimados más adecuados o convenientes, ya sea en sí mismos o por su significado, para épocas posteriores y nuevas situaciones, sobre la mera base de que tienen el sabor y aroma de la antigüedad. Los ritos litúrgicos más recientes también merecen reverencia y respeto. Ellos también deben su inspiración al Espíritu Santo, que asiste a la Iglesia en cada época, hasta la consumación del mundo (Mt. 28, 20]. Ellos son igualmente recursos que la ínclita Esposa de Jesucristo usa para promover y procurar la santidad del hombre” (Haec eadem iudicandi ratio tenenda est, cum de conatibus agitur, quibus nonnulli enituntur quoslibet antiquos ritus ac caeremonias in usum revocare. Utique vetustas aetatis Liturgia veneratione procul dubio digna est; veruntamen vetus usus, non idcirco dumtaxat quod antiquitatem sapit ac redolet, aptior ac melios existimandus est vel in semetipso, vel ad consequentia tempora novasque rerum condiciones quod attinet. Recentiores etiam liturgici ritus reverentia observantiaque digni sunt, quoniam Spiritus Sancti afflatu, qui quovis tempore Ecclesiae adest ad consummationem usque saeculorum (cf. Mt. 28, 20) orti sunt; suntque iidem pariter opes, quibus ínclita Iesu Christi Sponsa utitur ad hominum sanctitatem excitandam procurandamque).

[37] Véase el párrafo 4.

[38] Pablo VI, Memoriale Domini.

[39] Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Supremo Pontífice, Comunión recibida en la lengua y de rodillas (2010).

[40] Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Supremo Pontífice, Comunión recibida en la lengua y de rodillas (2010).

[41] Congregación para las Iglesias Orientales, Instrucción Il Padre, incomprensibile” (1996), núm. 53.

jueves, 26 de enero de 2017

Entrevista a Martin Mosebach y comentarios de Paix Liturgique

Reproducimos a continuación una entrevista al destacado novelista, ensayista y periodista católico alemán Martin Mosebach (nacido en Francoforte del Meno en 1951), receptor de numerosos premios literarios y que en el mundo cercano a la liturgia tradicional es especialmente conocido por su brillante colección de ensayos intitulado La herejía de lo informe: la liturgia romana y su enemigo (Häresie der Formlosigkeit: die römische Liturgie und ihr Feind), aparecido en 2002 y traducido a varios idiomas, entre los que no se cuenta el español (véase la nota final de esta entrada), donde defiende vigorosamente la necesidad de la restauración de la liturgia plurisecular de la Iglesia de Occidente

La traducción ha sido hecha por la Redacción del texto publicado en la carta núm. 577 de la versión francesa del sitio Paix Liturgique, que fue publicada el 11 de enero pasado. El original en alemán (disponible sólo para suscriptores) puede ser consultado en este enlace

Martin Mosebach
***

Un servicio que se hace no sólo al cristianismo sino al mundo entero

Anticipándose al décimo aniversario del motu proprio Summorum Pontificum, el diario católico alemán Die Tagespost ha publicado, el 30 de diciembre de 2016, una entrevista con Martin Mosebach, de la cual ofrecemos esta semana una traducción. 

Novelista de fama en Alemania, autor de cuentos, poemas, artículos sobre arte y literatura, escenarios fílmicos y libretos de óperas, Martin Mosebach es también autor de un libro sumamente original, Häresie der Formlosigkeit: die römische Liturgie und ihr Feind (Hanser, 2002) [La herejía de lo informe: la liturgia romana y su enemigo], publicado en francés con el título La liturgie et son ennemie: l’hérésie de l’informe por Hora Decima en 2005, el cual hemos tenido a menudo ocasión de citar en nuestras cartas, especialmente debido a la cercanía entre Martin Mosebach y el cardenal Joseph Ratzinger.


Foto: dtv

I. La entrevista hecha a Martin Mosebach por Regina Eiling para la edición de Die Tagepost del 30 de diciembre de 2016

1) Señor Mosebach, los fieles tradicionalistas celebrarán en 2017 el décimo aniversario del motu proprio Summorum Pontificum. Al generalizar la autorización del rito romano tradicional, ¿ha querido el papa Benedicto XVI hacer un regalo sólo a quienes ya creían en Cristo?

Yo no calificaría Summorum Pontificum simplemente de “regalo”. De lo que se trató, más bien, fue de un intento serio de corregir una falta masiva y peligrosa para toda la Iglesia. La reforma litúrgica originada en el Concilio Vaticano II, realizada por desgracia en un mundo marcado por los acontecimientos de 1968, condujo finalmente en diversos lugares a una dramática falta de certeza sobre la naturaleza de la Eucaristía. El intento de erradicar totalmente la única forma de Misa válida hasta entonces, constituyó una ruptura de la Tradición, porque jamás la Iglesia ha prohibido un rito antiguo.

 S.S. Benedicto XVI
(Foto: dapd, Gregorio Borgia/RP Online)

2) ¿Cuál es la contribución, en el plano doctrinal, de la liturgia tradicional?

Por muchos reproches que se le haya podido hacer a la antigua liturgia, ella nunca permitió, a diferencia de la liturgia reformada, error alguno sobre su naturaleza. Es debido a esto que era necesario reconocerle un lugar de honor entre los libros litúrgicos. Quisiera subrayar, además, que se trata de un servicio hecho no sólo al cristianismo, sino al mundo entero. Porque la liturgia tradicional, en tanto que forma visible del cristianismo, es fundamento no sólo de la Iglesia sino también de la cultura que emana de ésta.  Dicha liturgia es el auténtico arquitecto de nuestros grandes edificios religiosos: ella es quien ha inspirado la música, la pintura y la escultura. La basílica romana, la catedral gótica, la iglesia barroca hablan de ella. Sin la liturgia tradicional, todos estos edificios son incomprensibles, porque fue para ella que se los construyó. El hecho de que perduren, de un modo u otro, como santuarios de nuestra religión, es altamente significativo del hecho de que el culto que les dio origen no ha caído en el olvido.

3) ¿Por qué aquéllos que buscan a Dios encuentran a veces más fácilmente la verdad del Evangelio en la celebración de la liturgia tradicional que en el rito nuevo? 

Quienes están alejados de la Iglesia, a quienes este mundo secularizado no satisface, se asombran a menudo al constatar, en contacto con la antigua liturgia, que su mundo material antimetafísico presenta fallas y trizaduras: descubren que ese mundo no es la única realidad y que hay otro mundo más allá. A sus ojos, el reproche que más frecuentemente se hace a la liturgia tradicional de no saber pertenecer “a nuestro tiempo”, aparece al contrario como una cualidad de gran valor porque ellos quieren, justamente, entrar en contacto con una realidad diferente de la que los rodea y ahoga.

4) Según el papa Francisco, Benedicto XVI respondió simplemente a las expectativas “de algunos grupos y personas que tenían nostalgia” [Nota de la Redacción: la frase fue dicha por el Santo Padre en una entrevista concedida el al periódico italiano Il Giornale y aparecida en la edición del 10 de noviembre de 2016, reproducida después en la recopilación hecha por el P. Antonio Spadaro SJ a la que se hace referencia aquí]. ¿Qué piensa usted de estos reproches de nostalgia y de esteticismo que a menudo se hace a los creyentes apegados al antiguo rito romano?

Este reproche es un estupendo ejemplo de la “mentalidad de la posverdad (postfaktisch)” [Nota de la Redacción: neologismo alemán que proviene del término inglés post-truthque significa “que no se preocupa de la verdad”] que caracteriza a nuestra época. El combate por la liturgia comenzó hace casi medio siglo. Sus primeros defensores están, en su mayoría, muertos. Unas generaciones totalmente diferentes continúan este combate. Quien pelea hoy por la liturgia tradicional no la conoció, por lo general, en su juventud: aquí no hay lugar alguno para la nostalgia. En lo que toca al reproche de esteticismo, es un hecho que, entre nuestros contemporáneos, existe desconfianza e incluso odio a la belleza. Es un fenómeno muy extendido que tiene que ver con la psicopatología: mientras que antaño la belleza era una prueba de Dios, hoy la liturgia tradicional suscita reacciones violentas simplemente porque es bella.   

 Misa tradicional en Notre-Dame de París

5) “La ley de la oración corresponde a la ley de la fe”: ¿puede hacerse sentir la sal de la liturgia tradicional en una Iglesia donde el propio Magisterio parece haber depuesto las armas?

¡Es una razón más para recurrir a ella! En medio de la tormenta de las opiniones y de las luchas partidistas, cuando el magisterio parece andar en busca de un nuevo papel, es importante no perder de vista la tarea propia de la Iglesia: poner a los creyentes en relación con Cristo, presente en los sacramentos. En la Iglesia de Cristo, la doctrina y la moral vienen sólo en segundo lugar. Una Misa tiene infinitamente más significación que las palabras del Papa. Y la tendrá tanto más cuanto más se la celebre en una forma que manifieste sin ambigüedades lo que en ella se contiene. 

6) Para sorpresa de sus formadores, el clero joven se siente cada vez más atraído por la liturgia tradicional. Nadie ha guiado a estos sacerdotes y seminaristas jóvenes hacia el camino de la antigua Misa. ¿Cómo explica usted este fenómeno?

El que hoy se siente llamado al sacerdocio –y no hay nadie a quien admire tanto como a estos jóvenes- comprende muy rápidamente que el sacerdocio es indisociable de los sacramentos. Si no se tiene una idea clara de los sacramentos, se puede ser un asistente social, un docente, un responsable comunitario, pero no un sacerdote. El sacerdocio depende de la Misa que el sacerdote celebra in persona Christi. Pues bien, es evidente que ese obrar in persona Christi salta a la vista en el rito tradicional.

7) ¿Existe algún impulso misionero que se desprenda de las grandes demostraciones de la fe –como, por ejemplo, la peregrinación a Chartres- organizadas por quienes cultivan el rito romano clásico?

Pienso que los acontecimientos como esa peregrinación realmente única a Chartres [Nota de la Redacción: peregrinación sobre la cual publicamos una entrada, y que tiene un equivalente en Argentina], están destinados sobre todo a dar seguridad a los propios participantes: éstos se dan cuenta de que no son los únicos en tener semejantes convicciones, que participan de la misma fe que muchos otros y que pueden en verdad tener la experiencia de ser miembros de la Iglesia. Evidentemente, también ocurre que, de regreso a casa, los participantes sienten crecer en ellos el coraje y el entusiasmo por difundir su fe en su medio cotidiano.

[…]

 Peregrinaje de París a Chartres

8) ¿Cómo ve usted el futuro?

Pienso que, a largo plazo, el motu proprio Summorum Pontificum va a producir todos sus efectos. Se ha dicho que la Misa antigua y la nueva son “dos usos de un único y mismo rito”. Si ello quiere decir lo que en realidad intenta decir, el nuevo rito debe, entonces, poder cumplir las normas del antiguo. Es claro que, por el momento, no hay nada de eso. Pero, tarde o temprano, hasta el más ciego verá que en la relación entre los dos ritos hay algo que no funciona. Estará cerca, entonces, el día de una “reforma de la reforma”…

II. Las reflexiones de Paix Liturgique

1) Un diario católico de gran tiraje, que se interese en el mundo tradicional y que, honesta y libremente, dé la palabra a uno de los actores de ese mundo y no a uno de sus detractores, ¿es, entonces, posible? ¿Incluso en Alemania, país donde el modernismo teológico y litúrgico sigue haciendo de las suyas? Esto puede servirnos de fundamento para formular el voto, para este 2017, de ver a La Croix poner en portada el retrato del Abad de Le Barroux o de Fontgombault, o del párroco de San Eugenio y Santa Cecilia [Nota de la Redacción: la iglesia parisina que tiene confiada la celebración diaria de la liturgia tradicional].

2) Hay que decir que Martin Mosebach es considerado como uno de los grandes novelistas alemanes. Casado con una luterana convertida, su itinerario no deja de tener semejanzas con el de G.K. Chesterton: no es un autor cristiano que publica para una minoría, sino un escritor de primer rango que habla con libertad de su fe católica. Por este motivo su libro sobre la liturgia constituyó en 2002 un auténtico acontecimiento en Alemania, hasta el punto de que Martin Mosebach fue invitado a dar una conferencia sobre sus ideas litúrgicas ante la asamblea del catolicismo alemán, de tendencia muy progresista, el Katholikentag, en la cual fue derechamente al corazón mismo del tema: “La crisis de la liturgia no es para mí una forma de decadencia: ella es algo infinitamente más grave. Ella representa, a mi juicio, una inédita catástrofe, una catástrofe espiritual y cultural”. 

3) “La liturgia tradicional, en tanto que forma visible del cristianismo, es el fundamento no sólo de la Iglesia sino también de la cultura que emana de ella”: la sensibilidad de Martin Mosebach confluye aquí con la de innumerables artistas, católicos o no, que desde la reforma litúrgica han alertado a la Iglesia contra la tentación de hacer tabla rasa de su patrimonio, el cual pertenece también, y en una parte no menor, a la humanidad entera. Martin Mosebach se contó entre los firmantes, en 2009, de una llamada a Benedicto XVI para “volver a un arte sagrado auténticamente católico”. Posteriormente estuvo entre los artistas que el Papa recibió en la Capilla Sixtina el 21 de noviembre de 2009.  Igual que el filósofo Robert Spaemann [Nota de la Redacción: del cual hemos hablado aquí, aquí y aquí], Mosebach se cuenta entre los amigos de Joseph Ratzinger y puede ser considerado como uno de los intérpretes de aquél a quien la historia considerará, en definitiva, como el Papa de Summorum Pontificum, que opuso una primera reacción oficial e institucional contra esa “herejía de lo informe” representada por la nueva liturgia desde el punto de vista tanto estético como del teológico.

 Encuentro de S.S. Benedicto XVI con artistas (2009)
(Foto: Die Zeit)

4) En un mundo en plena crisis de identidad, en que la pérdida de raíces y la hybris tecnológica van a la par, la Misa tradicional es una garantía de equilibrio y de estabilidad, pues ella ordena todas las cosas a Dios, y no sólo religa a la creatura con su Creador, sino también al hombre moderno con las generaciones que lo preceden, al tiempo que lo abre a las generaciones que vendrán. Ella “manifiesta sin ambigüedad lo que en ella se contiene”, de acuerdo con el perfecto resumen que hace Mosebach.

5) Refiriéndose a la peregrinación a Chartres, Martin Mosebach considera que su primera virtud –y la de otros acontecimientos similares- es la de “dar seguridad”, en el sentido de dar nuevos estímulos, a quienes participan en ellos. Esta visión un poco restrictiva de lo que es la más importante manifestación visible de la juventud y de la vitalidad de la liturgia tradicional en el mundo, no deja por ello de ser verdadera. Es verdadera desde un punto de vista espiritual, porque la multitud de Chartres restaura el alma de los peregrinos con tanta fuerza como podría hacerlo un retiro solitario en el silencio de una abadía. Pero es también verdadera desde un punto de vista eclesial, porque devuelve a los fieles que se sienten a menudo aislados en el plano diocesano –aun cuando participen de una comunidad tradicional activa- el sentido de pertenencia a la comunidad eclesial. Lo que fue verdadero en los tiempos del motu proprio Ecclesia Dei [1988], que veía a los fieles tradicionales como una comunidad aparte de la Iglesia local, sigue desgraciadamente siendo todavía verdadero después de 10 años del motu proprio Summorum Pontificum [2007], el que, sin embargo, trata a los fieles tradicionales como miembros de pleno derecho de la parroquia. Es que, por ahora, la práctica no está todavía a la altura de la teoría [Nota de la Redacción: véase los esfuerzos de restauración parroquial de los que dábamos cuenta aquí, aquí y aquí].

Nota de la Redacción: En la presentación de esta entrada hemos dicho que la colección de ensayos de Martin Mosebach sobre la liturgia tradicional, que lleva el sugerente título de La herejía de lo informe, no está traducido al español, como sí lo está a otros idiomas (por ejemplo, el inglés, italiano o francés). Sin embargo, esto sólo es cierto en cuanto a la existencia de una edición formal, pues los distintos ensayos que componen el libro están disponibles en español en el sitio The Whiskerer.