Queda comentar una última insignia litúrgica común a diáconos, presbíteros y obispos: la estola. Ella consiste en una banda de tela de dos metros aproximadamente de largo y unos siete centímetros de ancho, con tres cruces, una en el medio y otra en cada extremo, los cuales usualmente se ensanchan de manera gradual hasta medir en los bordes doce centímetros.
Los orígenes de la estola son oscuros. Joseph Wilpert (1856-1944) es de la opinión que la estola de los diáconos deriva del mantile o linteum que ya usaban los ministros de los sacrificios paganos (camilli), dado su oficio de servir la mesa del sacrificio eucarístico. Poco a poco, cesando su servicio material, ella se transformó en un objeto ornamental y distintivo de su orden, convirtiéndose en lo que hoy es. En cambio, este autor piensa que la estola presbiteral fue en su origen un verdadero orarium (un paño normalmente fino que llevaban las personas distinguidas en Roma) para proteger del frío en invierno y secarse el sudor en verano. Ese doble origen explicaría la doble denominación con que los griegos diferencian la estola diaconal (orarion) y la presbiteral (epitrachélion, vale decir, sobre el cuello). Al convertirse en simple insignia, el ornamento protector del sudor pasó a ser el amito.
En cambio, Johann Braun (1801-1863) defiende la hipótesis según la cual el orarium fue instituido por la Iglesia desde la Antigüedad por una cumplir una disposición propia y concreta, como era el de ser un distintivo de las órdenes mayores. De hecho, desde el siglo IV, en Oriente y poco después en Hispania y en la Galia, el orarium se presenta como un elemento esencial en el rito de la ordenación de los diáconos, presbíteros y obispos. Incluso en Roma era tenido en tan alto concepto que recibía una especie de consagración, la que consistía en depositarlo durante una noche junto al sepulcro de San Pedro.
Mario Righetti (1882-1975) considera que debe preferirse la hipótesis de Wilpert en cuanto ella explica mejor el origen de la estola presbiteral, puesto que resulta inconcebible que se crease una insignia para ocultarla debajo de la casulla.
En la disciplina actual, la estola está prescrita para la Misa, la confección y administración de los sacramentos y sacramentales y siempre que el sacerdote debe tener contacto directo con la Sagrada Eucaristía. El uso de esta insignia en la Edad Media era todavía más amplio. En algunas diócesis, como ocurría en Maguncia en el siglo IX y en Verona en el siglo X, los sacerdotes debían llevar la estola siempre puesta, incluso fuera de los actos litúrgicos. En otros lugares estaba mandado que los nuevos sacerdotes la llevaran durante un año entero contado desde el día de su ordenación. Al menos en Cataluña, hasta la reforma litúrgica de l beato Pablo VI, los misacantanos iban revestidos de estola blanca o dorada, siempre y en todo lugar hasta haber cantado las tres primeras Misas.
En los monumentos medievales, la estola aparece mucho más larga que las nuestras, llegando incluso hasta los pies. Así lo ordenaban muchos sínodos, como el de Lieja (1287) y el de Cambray (1300). La estola de San Bernulfo de Utrecht († 1054), hallada en su tumba, mide 7 cm de ancho y 2,74 mt de largo, sin contar con los flecos de 11 cm que la rematan. Igual que el manípulo, con frecuencia se adornaba con flecos, borlillas, campanillas y se enriquecía con esmaltes, piedras preciosas y suntuosas bordados. En razón de su longitud, para mantener la estola adherida a la persona, hacia el siglo XIII se hizo común en los países del norte de Europa el empleo de una placa de tela, que el celebrante se colgaba del cíngulo y descendía por delante. Tuvo el nombre de subcintorium, praecinctoirum o subcingullum. Después se consideró más cómodo sustituirla fijando la estola con los dos extremos del cíngulo, cayendo en desuso el subcíngulo. Sólo se conservó como un recuerdo bastante desfigurado en el ritual pontificio, donde una larga cinta de seda se ataba a la cintura del Papa y colgaba hacia delante como un delantal.
Sólo pueden llevar la estola quienes han recibido el sacramento del orden en alguno de sus grados, esto es, los diáconos, presbíteros y obispos. Ella se pone sobre el alba debidamente ceñida, pero cada uno de los ministros recién mencionados lo hace de un modo distinto. En la forma extraordinaria, el diácono la lleva sobre el hombro izquierdo y la cruza su lado derecho, sujetándola con el cíngulo; el sacerdote la viste cruzándola de derecha a izquierda sobre el pecho, y el obispo simplemente colgando del cuello. Su color se corresponde con el tiempo litúrgico.
Sacerdote con estola penitencia confesando a un monaguillo
(Foto: Francesco Lay)
Los orígenes de la estola son oscuros. Joseph Wilpert (1856-1944) es de la opinión que la estola de los diáconos deriva del mantile o linteum que ya usaban los ministros de los sacrificios paganos (camilli), dado su oficio de servir la mesa del sacrificio eucarístico. Poco a poco, cesando su servicio material, ella se transformó en un objeto ornamental y distintivo de su orden, convirtiéndose en lo que hoy es. En cambio, este autor piensa que la estola presbiteral fue en su origen un verdadero orarium (un paño normalmente fino que llevaban las personas distinguidas en Roma) para proteger del frío en invierno y secarse el sudor en verano. Ese doble origen explicaría la doble denominación con que los griegos diferencian la estola diaconal (orarion) y la presbiteral (epitrachélion, vale decir, sobre el cuello). Al convertirse en simple insignia, el ornamento protector del sudor pasó a ser el amito.
En cambio, Johann Braun (1801-1863) defiende la hipótesis según la cual el orarium fue instituido por la Iglesia desde la Antigüedad por una cumplir una disposición propia y concreta, como era el de ser un distintivo de las órdenes mayores. De hecho, desde el siglo IV, en Oriente y poco después en Hispania y en la Galia, el orarium se presenta como un elemento esencial en el rito de la ordenación de los diáconos, presbíteros y obispos. Incluso en Roma era tenido en tan alto concepto que recibía una especie de consagración, la que consistía en depositarlo durante una noche junto al sepulcro de San Pedro.
San Josemaría Escrivá de Balaguer, con sobrepellliz y estola, durante la consagración del altar mayor del Santuario de Torreciudad (24 de mayo de 1975)
(Foto: Santuario de Torreciudad)
Mario Righetti (1882-1975) considera que debe preferirse la hipótesis de Wilpert en cuanto ella explica mejor el origen de la estola presbiteral, puesto que resulta inconcebible que se crease una insignia para ocultarla debajo de la casulla.
En la disciplina actual, la estola está prescrita para la Misa, la confección y administración de los sacramentos y sacramentales y siempre que el sacerdote debe tener contacto directo con la Sagrada Eucaristía. El uso de esta insignia en la Edad Media era todavía más amplio. En algunas diócesis, como ocurría en Maguncia en el siglo IX y en Verona en el siglo X, los sacerdotes debían llevar la estola siempre puesta, incluso fuera de los actos litúrgicos. En otros lugares estaba mandado que los nuevos sacerdotes la llevaran durante un año entero contado desde el día de su ordenación. Al menos en Cataluña, hasta la reforma litúrgica de l beato Pablo VI, los misacantanos iban revestidos de estola blanca o dorada, siempre y en todo lugar hasta haber cantado las tres primeras Misas.
Estola medieval
(Foto: Pinterest)
En los monumentos medievales, la estola aparece mucho más larga que las nuestras, llegando incluso hasta los pies. Así lo ordenaban muchos sínodos, como el de Lieja (1287) y el de Cambray (1300). La estola de San Bernulfo de Utrecht († 1054), hallada en su tumba, mide 7 cm de ancho y 2,74 mt de largo, sin contar con los flecos de 11 cm que la rematan. Igual que el manípulo, con frecuencia se adornaba con flecos, borlillas, campanillas y se enriquecía con esmaltes, piedras preciosas y suntuosas bordados. En razón de su longitud, para mantener la estola adherida a la persona, hacia el siglo XIII se hizo común en los países del norte de Europa el empleo de una placa de tela, que el celebrante se colgaba del cíngulo y descendía por delante. Tuvo el nombre de subcintorium, praecinctoirum o subcingullum. Después se consideró más cómodo sustituirla fijando la estola con los dos extremos del cíngulo, cayendo en desuso el subcíngulo. Sólo se conservó como un recuerdo bastante desfigurado en el ritual pontificio, donde una larga cinta de seda se ataba a la cintura del Papa y colgaba hacia delante como un delantal.
Estola antigua con flecos en sus extremos
(Foto: Toda colección)
Espiritualmente, la estola recuerda la dignidad de hijos de Dios que desgraciadamente perdimos por el pecado de Adán y Eva; y así, al ver que el sacerdote, que es nuestro representante ante el Altísimo, lleva la estola puesta, podemos gozosamente contar con que la gracia divina nos devolverá aquella dignidad y herencia que le corresponde, es decir, la Gloria eterna. De ahí que la Iglesia haga pedir, al imponérsela el sacerdote, la inmortalidad, perdida por el pecado, y el premio de nuestro último y feliz destino. Por eso, el sacerdote se reviste con ella mientras recita la siguiente oración: «Devuélveme, Señor, la estola de la inmortalidad, que perdí con la prevaricación del primer padre, y aun cuando me acerque, sin ser digno, a celebrar tus sagrados misterios, haz que merezca el gozo sempiterno».
Sacerdote revistiéndose con la estola sobre el alba, ceñida con el cíngulo
(Foto: Religión en libertad)
Sólo pueden llevar la estola quienes han recibido el sacramento del orden en alguno de sus grados, esto es, los diáconos, presbíteros y obispos. Ella se pone sobre el alba debidamente ceñida, pero cada uno de los ministros recién mencionados lo hace de un modo distinto. En la forma extraordinaria, el diácono la lleva sobre el hombro izquierdo y la cruza su lado derecho, sujetándola con el cíngulo; el sacerdote la viste cruzándola de derecha a izquierda sobre el pecho, y el obispo simplemente colgando del cuello. Su color se corresponde con el tiempo litúrgico.
Obispo, sacerdotes y diácono con el uso tradicional de la estola en la forma ordinaria
(Foto: Jesús te llama hoy)
El modo de llevar la estola en la forma ordinaria difiere del uso existente en la forma extraordinaria. En ella, el sacerdote lleva la estola alrededor del cuello y pendiendo ante el pecho, sin cruzársela (OGMR 340). Esta última posición también existe en la forma extraordinaria siempre que el sacerdote lleve la estola puesta encima de la sobrepelliz, como ocurre cuando administra la Sagrada Comunión fuera de la Santa Misa o en ella pero sin ser el celebrante, cuando asiste a aquélla desde el presbiterio sin participar ministerialmente, cuando imparte la bendición con el Santísimo, cuando celebra algún otro sacramento o bien cuando predica. Generalmente, para estos fines de usa el estolón. Éste consiste en una pieza larga de tela de unos 25 cm de ancho (igual que la estola), pero con un trozo de tela que cuelga desde el cuello hacia la espalda (de forma semejante a una “Y” invertida). En estricto rigor, este ornamento era usado por el diácono en las Misas de los días feriados de Cuaresma, y se vestía sólo cuando se quitaba la dalmática y se quedaba con el alba.
Conviene recordar que, fuera del mundo hispánico, la bendición de matrimonios y la administración del bautismo, salvo en el caso de que los presidiese un obispo, se hacía sólo con la estola, por lo que éste era el único ornamento visible y, obviamente, por razones de decoro, requería un mayor tamaño y despliegue decorativo. Sin embargo, en Hispanoamérica, quizá por pervivencias del rito mozárabe se constata (incluso en la actualidad) un generoso uso de la capa pluvial en la administración de sacramentos, y bajo ella obviamente está la estola, pero no tan visible como para exigir un mayor desarrollo que el de una estola normal.
Asimismo, en la forma ordinaria se permite que, si hay una justa causa, por ejemplo, un gran número de concelebrantes o falta de ornamentos, los concelebrantes, con excepción siempre del celebrante principal, puedan omitir la casulla o planeta, poniendo la estola directamente sobre el alba (OGMR 209).
El Papa viste una estola grande y preciosa llamada orario.
Recepción de D. Alexander Robertson a la plena comunión con la Iglesia Católica
(Foto: Catholicvs)
Conviene recordar que, fuera del mundo hispánico, la bendición de matrimonios y la administración del bautismo, salvo en el caso de que los presidiese un obispo, se hacía sólo con la estola, por lo que éste era el único ornamento visible y, obviamente, por razones de decoro, requería un mayor tamaño y despliegue decorativo. Sin embargo, en Hispanoamérica, quizá por pervivencias del rito mozárabe se constata (incluso en la actualidad) un generoso uso de la capa pluvial en la administración de sacramentos, y bajo ella obviamente está la estola, pero no tan visible como para exigir un mayor desarrollo que el de una estola normal.
Celebración del sacramento del matrimonio según la forma extraordinaria en Guadalajara, México
(Foto: Catholicvs)
Asimismo, en la forma ordinaria se permite que, si hay una justa causa, por ejemplo, un gran número de concelebrantes o falta de ornamentos, los concelebrantes, con excepción siempre del celebrante principal, puedan omitir la casulla o planeta, poniendo la estola directamente sobre el alba (OGMR 209).
Concelebración de la Santa Misa en Macau
(Foto: Noticias de Macau)
El Papa viste una estola grande y preciosa llamada orario.
El papa Francisco impartiendo la bendición Urbi et Orbi con orario el día de Navidad de 2015
(Foto: Ahora mismo)
Buenisimo artículo, muchas gracias
ResponderBorrar