El 8 de diciembre de 1854, Su Santidad el Beato Pío IX definía solemnemente y con el consentimiento de todo el episcopado católico, como artículo de fe, mediante la Bula dogmática Ineffabilis Deus, el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.
El origen de esta fiesta se remonta al siglo VIII, entre los monjes de Oriente. Luego, los benedictinos bajo la dirección de San Anselmo de Aosta (1033-1109), y los franciscanos encabezados por el beato Juan Duns Escoto (1266-1308), fueron sus principales propulsores en la Iglesia de Occidente. En España fue siempre una creencia muy extendida, siendo los grandes teólogos hispánicos los más ardientes defensores de esta prerrogativa mariana, como los franceses lo fueron del dogma de la Asunción de la Santísima Virgen proclamada en 1950 por el papa Pío XII.
En Chile, esta fiesta reviste la particularidad de corresponder con el cierre el mes de María, ejercicio piadoso que en el resto del orbe cristiano se celebra tradicionalmente durante el mayo, por ser ése el mes de las flores en el hemisferio norte. En 1854, monseñor Joaquín Larraín Gandarillas (1822-1897), entonces rector del Seminario Pontificio de Santiago, quiso celebrar esta vieja tradición europea entre el 8 de noviembre y el 8 de diciembre, para preparar adecuadamente la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción y evitar el frío que el otoño depara en Chile durante el mes de mayo. La costumbre arraigó entre los fieles y continuó celebrándose en los años siguientes. A esta iniciativa se sumó que un gran amigo de monseñor Larraín Gandarillas, monseñor Rodolfo Vergara Antúnez (1847-1914), compusó una preciosa oración de inicio y otra de cierre que se ha trasmitido de generación en generación y que, durante este mes mariano, se reza diariamente en templos, colegios y hogares, generalmente junto a una imagen de la Santísima Virgen adornada con flores.
Numerosas son las demostraciones de piedad popular entre los fieles católicos asociados a esta fiesta señalada en el calendario litúrgico. Valga recordar, entre otras muchas, la peregrinación al Santuario de Nuestra Señora Purísima de Lo Vázquez, la que año tras año reúne a cientos de miles de peregrinos que acuden con gran fervor a venerar a la Madre de Dios.
Numerosas son las demostraciones de piedad popular entre los fieles católicos asociados a esta fiesta señalada en el calendario litúrgico. Valga recordar, entre otras muchas, la peregrinación al Santuario de Nuestra Señora Purísima de Lo Vázquez, la que año tras año reúne a cientos de miles de peregrinos que acuden con gran fervor a venerar a la Madre de Dios.
¿En qué consiste el dogma de la Inmaculada Concepción?
Dios otorgó a la Santísima Virgen el privilegio de la Concepción Inmaculada, porque convenía a la santidad y majestad de Jesucristo que la virgen destinada a ser su madre no fuese ni un instante esclava del demonio.
En este sentido, y como enseña la fe, la Virgen María, por singular privilegio y por los méritos de Jesucristo Redentor, fue santificada con la divina gracia desde el primer instante de su concepción, y así preservada inmune de la culpa original.
El Catecismo Mayor de San Pío X precisa que las intenciones de la Santa Iglesia en la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción son: (i) despertar en nosotros un vivo reconocimiento a Dios, que con tal privilegio ha ensalzado tanto a la Santísima Virgen; (ii) avivar nuestra fe en este privilegio de María; (iii) darnos a entender cuánto estima y ama Dios la pureza y santidad del alma; y (iv) aumentar más y más en nosotros la devoción a la Santísima Virgen María.
Conviene entonces asociarse a la alegría que profesa la Santa Iglesia con motivo de un privilegio tan misterioso otorgado por el mismo Dios a su criatura más perfecta. Como entona el Introito de esta fiesta, tomado de la profecía de Isaías: «Me alegraré
sobremanera en el Señor, y mi alma se regocijará en mi Dios, porque me vistió
con ropaje de santidad y me cubrió con manto de gracia, como a esposa ataviada
con sus joyas».
Por eso, invitamos a todos los fieles a la celebración de la Santa Misa según la forma extraordinaria del rito romano, en latín y con canto gregoriano, en la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria (Av. Bellavista 37, entre Pío Nono y Pinto Lagarrigue) el próximo lunes 8 de diciembre a las 12:00 hrs. Se recuerda además que ese día es fiesta de precepto.
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