jueves, 11 de diciembre de 2014

Los santos y la liturgia: San Alberto Hurtado (1901-1952)

¡Mi Misa es mi vida, y mi vida es una Misa prolongada!





El P. Alberto Hurtado Cruchaga SJ (1901-1952) es el segundo santo chileno, canonizado por Benedicto XVI en 2005, y célebre por su compromiso con la construcción del orden social cristiano y la fundación de la Asociación Sindical y Económica Chilena, la Revista Mensaje y el Hogar de Cristo. Fue ordenado sacerdote en Lovaina el 24 de agosto de 1933 por el cardenal primado de Bélgica, S.E.R. Jozef-Ernest Van Roey (1874-1961), reconocido pocos años después por su oposición al nazismo. 



En la siguiente imagen se puede ver al Padre Hurtado celebrando su primera Misa en la iglesia de los jesuitas de dicha ciudad, sita en Rue de Recollets, al día siguiente de su ordenación. Lo asistió el P. Álvaro Lavín SJ (1902-1990), e hizo de acólito Juan Luis Edwards Sanfuentes (1912-2012). También asistieron Rebeca Sanfuentes de Edwards, Emilio Edwards Sanfuentes, Joaquín Larraín Simkins y otros chilenos de paso por la ciudad. 


La actividad del P. Hurtado, tal como lo recogen sus escritos y muchos testimonios de sus contemporáneos, estaba profundamente alimentada por la devoción y piedad eucarística. De ahí que S.S. Benedicto XVI, con motivo del año sacerdotal 2010, lo haya declarado como un «modelo sacerdotal para la Iglesia Universal» (véase aquí). Tal ha sido su influencia que, recientemente, la Fraternidad de San José Custodio, asociación pública de fieles de derecho diocesano fundada en la diócesis de Frejús-Toulon (Francia) y que presta un gran énfasis en la formación de sacerdotes en ambos usos del Rito Romano, denominó su casa de formación sacerdotal en dicha diócesis con el nombre de este santo chileno.

A continuación compartimos un extracto de un ciclo de charlas sobre la Eucaristía dadas por este gran santo chileno a la Congregación Mariana en julio de 1940. La que aquí se ofrece lleva por título «Eucarístia y felicidad» y corresponde al 7 de julio.


Eucaristía y felicidad*

La Eucaristía y las aspiraciones del hombre


La gran obra de Cristo, que vino a realizar al descender a este mundo, fue la redención de la humanidad. Y esta redención en forma concreta se hizo mediante un sacrificio. Toda la vida del Cristo histórico es un sacrificio y una preparación a la culminación de ese sacrificio por su inmolación cruenta en el Calvario. Toda la Vida del Cristo místico no puede ser otra que la del Cristo histórico y ha de tender también hacia el sacrificio, a renovar ese gran momento de la historia de la humanidad que fue la primera Misa, celebrada durante veinte horas, iniciada en el Cenáculo y culminada en el Calvario.

Toda santidad viene del sacrificio del Calvario, él es el que nos abre las puertas de todos los bienes sobrenaturales. Todas las aspiraciones más sublimes del hombre, todas ellas, se encuentran realizadas en la Eucaristía:

1. La Felicidad: El hombre quiere la felicidad y la felicidad es la posesión de Dios. En la Eucaristía, Dios se nos da, sin reserva, sin medida; y al desaparecer los accidentes eucarísticos nos deja en el alma a la Trinidad Santa, premio prometido sólo a los que coman su Cuerpo y beban su Sangre.

2. Ser como Dios: El hombre siempre ha aspirado a ser como Dios, a transformarse en Dios, la sublime aspiración que lo persigue desde el Paraíso. Y en la Eucaristía ese cambio se produce: el hombre se transforma en Dios, es asimilado por la divinidad que lo posee; puede con toda verdad decir como San Pablo: “ya no vivo yo, Cristo vive en mí” (Gal II, 20), y

3. Hacer cosas grandes: El hombre quiere hacer cosas grandes por la humanidad; pero, ¿dónde hará cosas más grandes que uniéndose a Cristo en la Eucaristía? Ofreciendo la Misa salva la humanidad y glorifica a Dios Padre en el acto más sublime que puede hacer el hombre. El sacerdote y los fieles son uno con Cristo, “por Cristo, con Él y en Él” ofrecemos y nos ofrecemos al Padre.

4. Unión de caridad: En la Misa, también nuestra unión de caridad se realiza en el grado más íntimo. La plegaria de Cristo; “Padre, que sean uno... que sean consumados en la unidad” (Ioh XVII, 22-23), se realiza en el sacrificio eucarístico.

¡Oh, si fuéramos a la Misa a renovar el drama sagrado, a ofrecernos en el ofertorio con el pan y el vino que van a ser transformados en Cristo pidiendo nuestra transformación! La consagración sería el elemento central de nuestra vida cristiana.

Teniendo la conciencia de que ya no somos nosotros, sino que tras nuestras apariencias humanas vive Cristo y quiere actuar Cristo...

Y la comunión, esa donación de Cristo a nosotros, que exige de nosotros gratitud profunda, traería consigo una donación total de nosotros a Cristo, que así se dio, y a nuestros hermanos, como Cristo se dio a nosotros.

A la comunión no vamos como a un premio, no vamos a una visita de etiqueta, vamos a buscar a Cristo para “por Cristo, con Él y en Él” realizar nuestros mandamientos grandes, nuestras aspiraciones fundamentales, las grandes obras de caridad...

Después de la comunión, quedar fieles a la gran transformación que se ha apoderado de nosotros. Vivir nuestro día como Cristo, ser Cristo para nosotros y para los demás:

¡Eso es comulgar!

___________
* Nota de la Redacción: El texto está tomado de Hurtado Cruchaga, A., Un fuego que enciende otros fuegos, selección de textos preparada por el Centro de Estudios y Documentación Padre Hurtado de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Ediciones UC, 2005, pp. 129-130.

Actualización [5 de enero de 2017]: El pasado sábado 17 de diciembre de 2016, en la basílica de San Maximino, situada en la localidad francesa de Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, S.E.R. Dominique Rey, Obispo de Fréjous-Toulon, concedió órdenes menores a cuatro seminaristas diocesanos y uno de la Fraternidad de San José Custodio, y ordenó sacerdote a un seminarista francés del Instituto del Buen Pastor, quien está destinado en la diócesis escocesa de Argyll. Véase aquí el reportaje fotográfico de la ceremonia que ofrece el sitio The New Liturgical MovementLa referida Fraternidad tiene sus orígenes en Chile y nace como resultado del trabajo pastoral llevado a cabo por el R.P. Federico Alcamán Riffo (véase, además del sitio oficial enlazado en el cuerpo de esta entrada, el artículo que le dedica el sitio Divinas Vocaciones Religiosas).  De ella también hicimos mención en esta entrada por la Misa de réquiem celebrada en memoria del Rvdo. Jacques Hamel, martirizado por dos terroristas islámicos a mediados del año pasado. 

Actualización [23 de enero de 2017]: El sitio Acción litúrgica da cuenta de la misión realizada en Limahuida, Prelatura territorial de Illapel, Región de Coquimbo (Chile), por la Fraternidad de San José Custodio entre el 2 y 8 de enero pasados. Predicó la misión el Rvdo. Cristián Lizana. La Santa Misa, las bendiciones y la liturgia de las horas fueron celebradas conforme a la forma extraordinaria del rito romano.  

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Política de comentarios: Todos los comentarios estarán sujetos a control previo y deben ser formulados de manera respetuosa. Aquellos que no cumplan con este requisito, especialmente cuando sean de índole grosera o injuriosa, no serán publicados por los administradores de esta bitácora. Quienes reincidan en esta conducta serán bloqueados definitivamente.