martes, 6 de septiembre de 2016

Pistas de lectura: Le Vicaire du Christ, de Roberto de Mattei

De Mattei, Roberto, Le Vicaire du Christ. Peut-on réformer la papauté?, trad. francesa, Éditions Le Drapeau blanc, Fleurance, 2016, 220 pp.

El libro que aquí se reseña corresponde a la traducción francesa de aquel publicado con el título Vicario di Cristo. Il primato di Pietro tra normalitá ed eccezione por la editorial Fede & Cultura en 2013. Su autor no necesita ya presentación. Nacido en Roma en 1948, es profesor de historia moderna de la Universidad Europea de Roma y la Universidad de Cassino, presidente de la Fundación Lepanto y activo colaborador de Radici Cristiane, Correspondance européene y Corrispondenza romana, además de consejero del gobierno italiano en materias internacionales entre 2002 y 2005.


La obra resulta muy actual y su lectura es recomendable para cualquier persona que quiera sacudirse los lugares comunes que suelen repetirse en torno a la persona del Santo Padre. Debido a la definición dogmática de inefabilidad por el Concilio Vaticano I y la creciente exposición pública del Papa en los medios de comunicación desde Pío XII y, sobre todo, desde San Juan Pablo II, el papado ha acabado revestido de características que teológica y jurídicamente no tiene y nunca ha tenido. Porque ni la indefectibilidad prometida por Cristo a su Iglesia ni la infalibilidad magisterial significan que la elección del papa sea obra del Espíritu Santo ni que cada una de sus palabras o acciones esté libre de error o merezca una obediencia acrítica. Bien lo sabía San Pablo, cuando contestó la postura de San Pedro en Antioquía respecto de los judaizantes pese a la enseñanza del Concilio de Jerusalén. 

Frente a esta tendencia asentada, este breve libro del profesor de Mattei permite acercarse a la figura del Romano Pontífice desde la historia y la teológica, asignándole la función y la importancia que tiene dentro de la Iglesia, a la vez que pone en guardia respecto de la necesidad de conservar esta configuración para que la Iglesia siga siendo lo que es, como no puede ser de otra forma por su constitución divina.

En la primera parte se trata del primado romano en la historia. Como es natural, comienza por la atribución que hace Cristo de este primado a San Pedro, desde entonces el primero de entre los apóstoles. Dicha concesión implica una triple metáfora: la proclamación de Simón hijo de Juan como la piedra de la Iglesia, las entrega de las llaves de la Ciudad de Dios y la concesión del poder de atar y desatar. Se analiza enseguida cómo Pedro adquiere conciencia de su cargo y lo ejerce, y cómo durante los siguientes siglos se consolidan las características del papado hasta llegar a su máxima expresión con San Gregorio Magno. 

 Peter Paul Rubens, Cristo entrega a Pedro las Llaves del Reino (1614)

La segunda parte se ocupa del poder del Romano Pontífice. Esto exige entender la constitución jerárquica de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo y las particularidades de los poderes de orden y jurisdicción en su interior. Sólo así se comprende por qué el Papa tiene, en virtud de su función, una potestad ordinaria, que es suprema, plena, inmediata y universal sobre toda la Iglesia, y que puede siempre ejercer libremente (canon 331 CIC). El libro analiza enseguida el contenido de esta potestad y el ámbito de aplicación, dedicando un apartado a la infalibilidad. Quizá se echa en falta en este último una mayor explicación sobre los grados de adhesión al Magisterio según su contenido, pero es verdad que esta cuestión, ya de por sí una materia complicada y que exige diversas distinciones, da para un estudio separado.

La tercera parte aborda los que el autor llama “casos de excepción”. Ellos son en realidad distintas situaciones que la historia o la teoría plantean y que desafían la potestad del Papa sobre la Iglesia. Ahí comparecen el mecanismo de elección del Romano Pontífice, el momento desde el cual se recibe la potestad suprema que le corresponde, la posibilidad de renunciar al cargo y los supuestos de enfermedad, pérdida de las facultades mentales y herejía, así como aquellos casos de papas inciertos y de antipapas. El autor profundiza además en el derecho que tiene la Iglesia a desobedecer (aunque no a juzgar) al Papa cuando éste se aparta notablemente de la enseñanza tradicional e incluso de corregirlo fraternalmente, posibilidad contemplada por teólogos como Santo Tomás, Francisco de Vitoria o San Roberto Belarmino. Cierra esta parte un apartado destinado a determinar, entre todos los títulos que corresponde al Romano Pontífice, cuál de ellos expresa mejor su función. La respuesta viene ya anunciada en el título del libro: ser vicario de Cristo denota con mayor evidencia cuál es el cometido que tiene quien sucede a Pedro como cabeza de la Iglesia, pues con tal misión subordinada se delimita el campo de acción que tiene su titular sobre el depósito de la fe. 

 Vasco Fernandes, San Pedro en su trono (c. 1530)

Para acabar, el autor ofrece unas conclusiones que buscan llamar la atención del lector sobre lo que se juega en una eventual reforma de la Curia romana que signifique redefinir el papado, convirtiéndolo en un primado de honor o de amor sobre los obispos, verdaderos titulares del poder confiado por Cristo sobre su Iglesia. La institución del Romano pontífice constituye el más grande obstáculo al ecumenismo, como afirmaba Pablo VI, pero es a la vez la garantía de que la Iglesia sigue siendo aquella que Cristo fundó y a la que prometió su asistencia hasta el final de los tiempos. Eliminar las notas que por disposición divina tiene el papado sólo es el primer paso para cambiar radicalmente la constitución interna de la Iglesia. La siguiente etapa es el episcopado, porque los luteranos rechazan dicha estructura, y enseguida el presbiterado, pues el sacerdocio ministerial sólo tiene un valor simbólico para las confesiones protestantes, concluyendo en un gobierno mixto conformado por eclesiásticos y laicos. Por cierto, con ello se diluyen también las certezas en cuanto a los dogmas y la moral, de suerte que la Iglesia deja de enseñar la Verdad y se vuelca a contentar los volubles deseos del siglo.  En suma, la consumación de la herejía modernista que condenase San Pío X. 

El libro incluye finalmente dos anexos. El primero recoge tres artículos publicados por su autor con ocasión de la renuncia de Benedicto XVI y la elección de Francisco en los meses de febrero y marzo de 2013, donde se esbozan apretadamente los argumentos que el libro desarrollo con apoyo documental. El segundo incluye una lista de los papas a través de la historia, con mención de aquellos antipapas reconocidos como tales.

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