martes, 13 de septiembre de 2016

La Misa orientada al Sol Naciente, el Crucificado

El sitio Tradinews ofrece una breve entrevista del sacerdote africano Wilfried Ouilly, radicado desde hace algún tiempo en París, donde ayuda en el Centro San Pablo del Instituto del Buen Pastor. Quien escribe estas líneas ha tenido la oportunidad de asistir a algunas de sus Misas y puede dar fe de lo que acaba significando el descubrimiento de la Misa de siempre para aquellos sacerdotes que desean profundizar en el Misterio que se obra sobre el altar. La traducción desde el francés es de la Redacción. 



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La Misa orientada al Sol Naciente, el Crucificado


El P. Wilfried Ouilly, originario de Burkina Fasso, es un joven sacerdote que trabaja actualmente en el Centro San Pablo, situado en la calle Saint-Joseph núm. 12, en el Segundo Arrondisement de París. Y explica a Présent su descubrimiento de la Misa tridentina.

- Padre, para ubicar a nuestro lectores, ¿podría hablarnos de usted y de su formación?

Quisiera, antes que nada, agradecer mucho a Présent que me ofrece esta oportunidad de compartir con sus lectores mi experiencia espiritual en la liturgia de la Misa según la forma extraordinaria. ¡Que en esta misión de ustedes de informar Dios los ayude a ser siempre un instrumento de evangelización!

Por lo que se refiere a mi formación, contrariamente a la mayor parte de los sacerdotes de Burkina Fasso, yo no tuve la oportunidad de ir al seminario menor antes de entrar en el seminario mayor. Hice mis estudios en la escuela primera y secundaria antes de escribir mi solicitud de ingreso al seminario mayor. Durante ese periplo “propedéutico”, fui acompañado y sostenido por un director espiritual. Fue así que, con la autorización de mi obispo, se me permitió seguir mi formación en el seminario mayor, con vistas al sacerdocio.

 Así, hice dos años de estudio filosófico-teológicos en el seminario filosófico San Pedro y San Pablo en Ouagadougou, seguidos de cinco años de estudios teológicos en el seminario mayor San Juan Bautista, situado también en la capital de Burkina Fasso. Luego de este tiempo de formación según las disposiciones canónicas romanas, fui llamado por mi obispo a las órdenes sagradas de diaconado y presbiterado, en junio de 2005 y julio de 2006, respectivamente. En poco tiempo más, el próximo mes de julio, voy a celebrar mis diez años de sacerdocio.

- Como sacerdote joven, usted no conoció en su infancia la Misa llamada “tridentina”. ¿Cómo la descubrió?

Como sacerdote joven de una iglesia joven, como la de Burkina (cien años de evangelización), no conocí la Misa tridentina. Por cierto, en el curso de liturgia en el seminario, se nos la enseñó como una forma antigua de celebración eucarística, con sus ventajas y sus limitaciones, sobre todo en términos de la participación de los fieles. En lo personal, yo quería conocer más de esta Misa tridentina que ha sido llamada “Misa de espaldas al pueblo”. Alentado por el testimonio de un amigo sacerdote de Burkina Fasso y sostenido por un monasterio amigo en Francia, me he dediqué a descubrir la Misa según la forma extraordinaria en el espíritu del motu proprio Summorum Pontificum del Papa emérito Benedicto XVI. Así, en 2012 fui recibido en el Instituto del Buen Pastor por el P. Guillaume de Tanoüarm en el Centro San Pablo, donde aprendí a celebrar concretamente la Misa en su forma extraordinaria “anterior al Concilio Vaticano II”.

 Misa tradicional en África
(Foto: Rorate Caeli

- Así pues, usted celebra actualmente según el rito tradicional. ¿Es porque usted lo ha deseado, o es también por petición de su obispo?

Actualmente es por razones personales que celebro la Misa según la forma extraordinaria. En cuanto a mi obispo, no tiene objeciones a que la celebre en privado, sobre todo porque los fieles de mi diócesis no conocen esta Misa, salvo algunas personas de cierta edad. Pero creo tener una futura misión: hacerla conocer por los fieles de mi diócesis, por cierto con la autorización de mi obispo.

- ¿Qué encuentra usted en el rito tradicional que no existe en el rito nuevo?

En cuanto sacerdote que celebra las dos formas, tengo una preferencia por la forma extraordinaria por el hecho de que ella me parece más recogida y pone en evidencia el carácter sagrado y místico de la Misa. Además, en la liturgia tradicional, el sacerdote se siente más movido por la Misa que celebra que por la asamblea, con la cual se orienta en la misma dirección: hacia el Sol Naciente, el Crucificado; y está abierto al misterio divino más que concentrado en sí mismo. Así, el pasar de la forma extraordinaria a la forma ordinaria, tengo la impresión de que la Misa está un poco menos centrada en el misterio que ella significa, debido a algunas iniciativas que se entrega a la decisión del sacerdote. Éste puede correr el riesgo de poner el acento en la comunicación con los fieles en detrimento de la orientación común de todos hacia el Señor.

En contraste, siento una carencia a nivel de pobreza de los textos litúrgicos en números muy reducidos en la forma extraordinaria, sin considerar las oraciones al pie del altar,  que son de una gran riqueza escrituraria. Pasa lo mismo con los prefacios, que podrían enriquecerse con el agregado de prefacios muy bellos propuestos por la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. 

Para terminar, invito a todos a descubrir la gran riqueza y la profundidad espiritual que hay en la Misa en general y, más particularmente, en la llamada “tridentina”. Usted la puede descubrir, como yo, en el Centro San Pablo, que hace un magnífico trabajo de apostolado por la formación y la cultura a través de las Misas, la catequesis, los cursos de latín y las conferencias sobre diversos temas.

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