martes, 24 de octubre de 2017

John Senior y sus consejos de lectura

La novela El despertar de la señorita Prim admite diversos grados de lectura. Uno de ellos es el que hoy queremos destacar, usando esta obra como carta de presentación de John Senior (1923-1999) y su plan de formación cultural. 

 (Imagen: Planeta)

Senior no aparece mencionado en el libro de Natalia Sanmartin, aunque fueron él y su Programa de Humanidades Integradas los que provocaron la conversión del Hombre del Sillón. Lo sabemos por la respuesta que da su madre cuando la señorita Prim la interroga sobre el origen del peculiar estilo de vida del pueblo de San Ireneo de Arnois. Pero dejemos que sea la misma autora la que nos introduzca a Senior de esta manera oblicua a la que hacemos referencia: 

—¿Cómo se le ocurrió crear la colonia? No todo el mundo se decide a acometer una empresa tan extraordinaria.

La anciana dejó su taza sobre la mesa, echó la cabeza hacia atrás y entrecerró los ojos como si hiciera un profundo esfuerzo por recordar.

—Ojalá lo supiera. En realidad, no creo que hubiese un único factor. Evidentemente tuvo que ver con su encuentro con ese viejo benedictino nonagenario, del que imagino que ya habrá oído hablar.

La señorita Prim se recostó en la butaca y degustó otro sorbo de la bebida que le había servido la dama.

—Recuerdo que acababa de terminar de dar un ciclo de conferencias —continuó ésta—, así que se tomó un descanso para asistir a un seminario universitario en Kansas. Algo descubrió allí, no me pregunte qué. Ese verano viajó a Egipto; después visitó Simonos Petras, en Athos, y también estuvo en Barroux, con los benedictinos. Al regresar me dijo que había decidido vivir unos meses en la abadía de San Ireneo. Figúrese, en un monasterio de benedictinos tradicionalistas; él, que no había pisado una iglesia en veinte años. Creí que no aguantaría; pero un año después me pidió permiso para reabrir la casa, y así empezó esta larga historia. Pero no se extrañe, la vida es sorprendente.


Abadía de Santa Magdalena del Barroux

La bibliotecaria, pensativa, guardó silencio.

—Pero ¿y los niños? —preguntó—. ¿No le preocupa que tenga demasiada influencia sobre los niños?

—¿Preocuparme? —exclamó la anciana con sorpresa—. Mi querida señorita Prim, mis nietos son los únicos niños que conozco que pueden recitar a Dante, a Virgilio o a Racine, que leen textos clásicos en lengua original, que reconocen la mayoría de las grandes piezas musicales con sólo unos cuantos acordes. No sólo no estoy preocupada, sino que estoy orgullosa, francamente orgullosa. Es una de las pocas cosas que apruebo de este retiro eremítico que ha elegido mi hijo y que, no le voy a mentir, detesto profundamente.

—No me refería a la cultura, sino a la religión. ¿No le preocupa que sean, por así decirlo, demasiado religiosos, precozmente religiosos? Ya sabe lo que quiero decir.

La mujer volvió a mirar con incredulidad a la bibliotecaria y, sin mediar respuesta, soltó una alegre carcajada.

—Pero, querida, veo que sabe muy poco sobre la casa en la que vive —dijo con los ojos brillantes por la risa. 

La señorita Prim la miró sin comprender.

—¿Qué quiere decir?

La dama la contempló sonriendo.

—Lo que quiero decir es que no fue mi hijo el que inculcó sus creencias en esas criaturas. Ya había dado algún que otro paso cuando se hizo cargo de ellos tras la muerte de mi hija. Había descubierto la profundidad del pensamiento y la cultura cristiana y disfrutaba extraordinariamente de la belleza del culto. Pero no había dado todavía el paso final; se encontraba, por así decirlo, en el umbral. ¿No comprende lo que trato de decirle? No fue él quien lo hizo, fueron ellos. Fueron los niños, precisamente los niños, los que le guiaron hasta donde hoy está.

En algún momento de su vida, el Hombre del Sillón fue a la Universidad de Kansas y algo descubrió allí. Pero, ¿qué es lo que un hombre que por más de veinte años había abandonado toda práctica religiosa encontró ahí y que lo llevó a un cambio de vida tan radical como irse a vivir a un pueblo autosustentable situado en el faldeo de la colina donde se erige un monasterio benedictino que celebra la liturgia tradicional? La respuesta es un programa de asignaturas optativas llamado The Integrated Humanities Program (IHP), aunque conocido habitualmente como el Pearson integrated Humanities Program, el que fue impartido en la Universidad de Kansas entre 1970 y 1979 por los profesores Dennis Quinn, John Senior y Frank Nelick. 

 Logo del Programa de Humanidades Integradas

El señalado programa, en palabras de Dennis Quinn, tenía el propósito de "enseñar los grandes libros, desde los griegos, pasando por los romanos, la Edad Media, el Renacimiento, hasta llegar a los modernos". La gran meta era insuflar en los estudiantes el sentido del asombro y el amor por la verdad. Junto con estudiar los "grandes libros", los alumnos se reunían para memorizar poesía y cantar canciones folclóricas, recibían lecciones formales de baile y contemplaban juntos las estrellas, esta última una actividad que, en opinión de los fundadores del programa, predisponía especialmente a la actitud de asombro que los griegos  identificaban como el inicio del conocimiento, de la ciencia y especialmente de la filosofía. 

Por desgracia, el gran número de conversiones al catolicismo entre los alumnos que participaron del programa (más de doscientas conversos, de los cuales una treintena se hicieron monjes en la abadía benedictina tradicional francesa de Notre Dame de Fontgombault, volviendo después a Estados Unidos para fundar la abadía de Clear Creek, mientras otros formaron junto a sus familias una pequeña comunidad de familias católicas en Nuevo México) dio lugar a una encarnizada campaña en su contra, incluso con caricaturas en un periódico local (una caricatura mostraba una especie de evolución darwiniana de un hippie que acaba convertido en un monje católico), la que llevó finalmente a que el programa fuera desmantelado por las autoridades universitarias, pese a que un informe interno de la Universidad de Kansas había descartado la acusación relativa a que los profesores del programa realizaran adoctrinamiento religioso dentro del aula de clases. 
 
Caricatura de un periódico local sobre el programa
(Imagen: The Rad Trad)

Entre los alumnos que pasaron por el programa destacan S.E.R. Mons. James Conley, obispo de Lincoln (Nebraska), un converso al catolicismo (John Senior fue su padrino de bautismo); S.E.R. Mons. Paul Coakley, Arzobispo de Oklahoma City (Oklahoma); Dom Philip Anderson, abad del monasterio benedictino tradicional de Nuestra Señora de la Anunciación de Clear Creek; y el Dr. Robert Carlson, fundador del Wyoming Catholic College.

En cuando a la figura de John Senior, probablemente el más destacado fundador del programa, realizó sus estudios en la Universidad de Columbia, donde obtuvo un doctorado en filosofía. Se convirtió y fue recibido en la Iglesia en 1960. Comenzó su carrera académica en la Universidad de Cornell, donde al poco andar sintió que no daba los frutos esperados, por lo cual migró a la Universidad de Kansas, donde comenzó enseñando literatura comparada. Entre sus obras publicadas destacan La muerte de la cultura cristiana (The Death of Christian Culture, 1977) y La restauración de la cultura cristiana (The Restoration of Christian Culture, 1983). De esta última existe una traducción castellana aparecida recientemente en la editorial argentina Vórtice, obra del Profesor Rubén Peretó Rivas, cuyo primer capítulo puede ser consultado aquí. La misma editorial argentina ha publicado la versión castellana de La muerte de la cultura cristiana, la que de momento sólo se encuentra disponible en formato digital (puede ser descargada desde aquí, en tres formatos). La vida de Senior ha sido contada por Dom Francis Bethel, O.S.B., otro monje de la abadía de Clear Creek, en el libro John Senior and the Restoration of Realism


El Prof. John Senior
(Foto: IHP Memorial Fund) 

Este plan de formación, como después dejará dicho Senior en La restauración de la cultura cristiana, abocaba a un re-descubrimiento de la propia fe y suponía la Santa Misa y las prácticas de piedad tradicionales como un elemento esencial: 

Desde el punto de vista cultural, que debo insistir no es algo menor o accidental sino algo indispensable en los medios ordinarios de la salvación, y prescindiendo de las difíciles controversias canónicas y teológicas sobre su licitud o validez, como así también de los aspectos pastorales, debo decir que la Misa nueva, al menos tal como se celebra en los Estados Unidos, es un desastre. Y con el respeto debido a las autoridades, debo dar testimonio público de mis peticiones privadas para que se restaure la gran liturgia gregoriana y tridentina que se celebraba antes: la obra de arte más refinada y más bella que haya existido en el mundo; el corazón, el alma, la fuerza más determinante de nuestra civilización occidental; y la madre nutricia de tantos santos. Los niños católicos formados por lo mejor de la literatura inglesa deben alimentarse al mismo tiempo de las prácticas católicas tradicionales, como el rosario, las visitas al Santísimo o el Via Crucis. 

Finalmente, cabe decir que el Programa de Humanidades Integradas se enmarca dentro del contexto del "Movimiento de los Grandes Libros", el que comenzó en EE.UU. alrededor de las décadas de 1920 y 1930 (con algunos antecedentes previos, como por ejemplo la biblioteca de clásicos publicada por la Universidad de Harvard en 1909, consistente en 51 volúmenes, los que tuvieron gran difusión) como reacción a lo que sus propulsores consideraban una excesiva especialización del conocimiento en el ámbito universitario, la cual, consideraban, había dañado la calidad de la formación académica al privar a los estudiantes del contacto con las grandes obras de la cultura occidental. Se quería así un retorno a la formación clásica de las llamadas artes liberales, con fuertes elementos interdisciplinarios. Uno de los primeros y más destacados exponentes del movimiento fue el Prof. John Erskine, de la Universidad de Columbia. Los programas universitarios de "Grandes Libros", orientados a alumnos de pregrado, se basaban en listados de libros considerados pertenecientes al canon filosófico y literario de Occidente, con énfasis en el acceso de los estudiantes a fuentes primarias, es decir, a los libros mismos, con discusiones abiertas parcialmente guiadas por el profesor o tutor, habitualmente en grupos pequeños. Además, los estudiantes escribían ensayos relacionados con las obras discutidas. En un momento muy difundidos por todo EE.UU., hoy los programas de "Grandes Libros" se ofrecen en pocas universidades; a partir de las "guerras culturales" de las décadas de 1960 y 1970, el movimiento encontró creciente resistencia de parte de quienes propugnaban miradas "multiculturalistas", los cuales le reprochaban un pretendido carácter "eurocéntrico" u "occidentalista".

Un buen resumen sobre la obra de John Senior y su vigencia se encuentra en este artículo del filósofo Michael Pakaluk, publicado originalmente por el Catholic Education Resource Center y traducido al castellano por Religión en libertad

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La traducción y una advertencia general

Hoy queremos ofrecer la traducción de la lista de libros que el propio Senior proponía como parte de esa restauración de la cultura cristiana a la que llamaba en su obra más celebre, la cual fue publicada como anexo de La muerte de la cultura cristiana. A la auténtica fe sólo se llega asumiendo primero la cultura en su integridad, como manifestación de la realidad humana. La traducción es de la Redacción y ha sido preparada desde el original en inglés accesible aquí. En la versión castellana del libro publicada por la Editorial Vórtice, que puede ser descargada desde aquí, también se encuentra el listado que ahora ofrecemos (pp. 170-185).

Ahora bien, como en toda enumeración, la lista propuesta por Senior tiene el inconveniente de que toma en cuenta preferentemente lo que hay de valioso casi exclusivamente en el mundo angloparlante, mencionando muy pocos autores italianos o españoles e incluso sólo un puñado de franceses. La cuestión de las listas y sus dificultades ha sido abordada por Miguel Sanmartin Fenollera, hermano de la autora de El despertar de la señorita Prim, en su muy recomendable bitácora sobre libros para niños (véase aquí y aquí), donde Senior suele ser citado a menudo.  Recientemente, se han publicado también en castellano otros libros que abordan el tema de los clásicos de la literatura (véase, por ejemplo, Clásicos para la vida. Una pequeña biblioteca ideal, de Nuccio Ordine, publicado por la Editorial Acantilado, y Cita con los clásicos, de Kenneth Rexroth, cuya versión española se debe a la Editorial Pepitas de Calabaza), materia en la cual Pierre Jacomet hizo en su día su aportación con Un viaje por mi biblioteca (publicado inicialmente por la Editorial Andrés Bello y después por Catalonia).  

 Brigit Ganley, El dramaturgo
(Imagen: Harriet Devine's Blog)

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Mil buenos libros
(o “Lo que todo el mundo debiera leer”)

John Senior

El Movimiento “Grandes Libros”, iniciado hace una generación atrás, no es que haya fracasado, sino que se esfumó. Y no por problemas de los libros –que eran, para usar palabras de Matthew Arnold, “los mejor pensados y escritos”-, sino que, como pasa con el buen champán que se embotella en plástico, se desvaneció. Para usar otra imagen: las semillas eran buenas, pero el terreno estaba agotado. Las ideas más fecundas de Platón, Aristóteles, San Agustín, Santo Tomás, crecen bien sólo en un terreno imaginativo saturado de las fábulas, cuentos de hadas, narraciones, rimas y aventuras que han dado origen a los mil libros de Grimm, Andersen, Stevenson, Dickens, Scott, Dumas y otros más. La tradición occidental, al incorporar a sí misma todo lo mejor del mundo greco-romano, nos ha dado los mil buenos libros en preparación para los grandes y para todos los estudios en las artes y las ciencias, sin los cuales tales estudios son inhumanos. El atleta brutal y el esteta afectado adolecen de vicios opuestos a la virtud de lo que Newman llamó el “gentleman”. Todo aquel que estudie alguna arte o ciencia en la universidad, ya sea en las llamadas “artes y ciencias puras” o en las “aplicadas”, descubrirá que ha dado un salto substancial apenas logre reunir un poco de terreno cultural bajo sus pies: crecerá como planta desnutrida a la que, súbitamente, se la fertiliza y riega. Por cierto, la distinción entre “grande” y “bueno” no es absoluta. “Grande” implica una cierta magnitud: se podría decir que Guerra y paz o Los miserables son grandes por su extensión, o Crítica de la razón pura por su dificultad. Los grandes libros exigen reflexión filosófica; en cambio, los buenos libros son populares y atraen sobre todo a la imaginación. Pero naturalmente algunos escritores son ambas cosas, y se puede leer sus obras más de una vez desde diversos puntos de vista. Esto ocurre con Shakespeare y Cervantes, por ejemplo. 

 Jean-Honoré Fragonard, La lectora

Hay un consenso general en que tanto lo “grande” como lo “bueno” sólo se pueden juzgar cuando media cierta distancia. Se puede apreciar y disfrutar las obras contemporáneas, pero no se las puede propiamente juzgar, y así como un principio cualquiera debe estar fuera de la cadena de consecuencias que se derivan de él (como ocurre con el punto en relación con la línea), así también un estándar cultural debe ser ubicado en un tiempo al menos tan separado del nuestro como el que nos separa de nuestros abuelos. Hoy, para nosotros, el punto de separación está constituido por la Primera Guerra Mundial, antes de la cual los automóviles y la luz eléctrica no habían comenzado a dominar nuestras vidas, y la experiencia de la naturaleza no había sido todavía distorsionada por la velocidad y la desaparición de las sombras. Existe una seria controversia (seguramente con argumentos de una y otra parte) acerca de si puede haber en absoluto cultura en una sociedad mecanizada. Cualquiera sea la postura que se adopte en relación con esto, es indudablemente cierto que no podemos comprender lo que está en juego aquí sin un esfuerzo de la imaginación por captar ese mundo que hemos perdido.

Lo que sigue a continuación no es una lista exhaustiva: casi todos los autores han escrito mucho libros, algunos de ellos tan buenos como los que aquí se incluye; y sin duda hay autores de cierta importancia que hemos omitido involuntariamente. Pero esta lista es suficiente para comenzar. Todos encontrarán en ella gran cantidad de libros que no han leído, y todo lo que está en ella es, según consenso general, parte de la cultura normal que resulta esencial para el crecimiento de un angloparlante.

Recuérdese que el punto de vista, en un curso de estudios como éste, es el de un aficionado –un hombre corriente que ama algo y disfruta amándolo-: no es el del experto en tecnología crítica, histórica o textual.  

 Friedrich Frotzel, El antiguo librero (1923)
(Imagen: Curiator)

Se ha dividido los libros (de forma dudosa, a veces, porque algunos están a medio camino entre las categorías) de acuerdo con las etapas de la vida que corresponden a las clásicas “edades” del hombre y que coinciden con las divisiones de la moderna psicología infantil, según las explicaciones de Freud o de Piaget. Y debido a que la vista es el primero de los sentidos y resulta particularmente poderoso en los primeros años, es muy importante procurarse libros ilustrados por artistas que procedan en el sentido de la tradición cultural que estudiamos, tanto en lo que dice relación con una introducción al arte, cuanto con lo que se refiere a la experiencia imaginativa del libro en cuestión. Esto no significa descalificar a los artistas contemporáneos, del mismo modo que la tradición no descalifica los experimentos contemporáneos: por el contrario, uno de los frutos de un curso como éste debiera ser alentar la buena lectura y la buena ilustración. Los estándares no deben jamás ser considerados como restrictivas camisas de fuerza, sino como maestros y modelos para el éxito. La perfección en la ilustración de libros se alcanzó en el siglo XIX con los trabajos de Randolph Caldecott, Kate Greenaway, Walter Crane, Gustave Doré, George Cruikshank, “Phiz”, Gordon Browne, Beatrix Potter, Sir John Tenniel, Arthur Rackharn, Howard Pyle, N.V. Wyeth y muchos otros. El consejo más básico es procurarse una edición decimonónica o un facsímil que, aunque no tan nítido como en el texto impreso, se encuentran disponibles a precios moderados.

Lo que sigue ahora es una lista provisional e incompleta de anotaciones que pueden servir como una primera guía.

 George Dunlop Lesley, Alicia en el País de las Maravillas
(Imagen: Myth & Moor)

Primera infancia (entre 2 y 7 años).

- Esopo. Fábulas.
-Andersen, Hans Christian. Cuentos de hadas.
-Las mil y una noches  (la versión expurgada de Andrew Lang para niños).
-Belloc, Hilaire. Libro de las bestias para los niños inadecuados; Cuentos de advertencias.
-Caldecott, Randolph. Libros de imágenes, 16 pequeños volúmenes.
-Carroll, Lewis. Alicia en el país de las maravillas; A través del espejo. Ilustrados por Tenniel.
-Collodi, Carlo. Pinocho.
-de la Mare, Walter. Ven acá, y Canciones de la infancia.
-Edgeworth, Maria. Asistente del padre; Cuentos morales.
-Ewing, Juliana. Mequetrefe.
-Gesta Romanorum.  Traducido por Swann (facsímiles de estudiante).
-Grahame, Kenneth. El viento en los sauces (ilustrado por Ernest Sheppard).
-Greenaway, Kate. Pastel de manzana; Libro de cumpleañosLas maravillas del jardín; Mamá ganso; Debajo de la ventana; El lenguaje de las flores.
-Grimm. Historias del hogar (ilustrado por Walter Crane).
-Harris, Joel Chandler. Tío Remus.
-Kingsley, Charles. Los bebés del agua.
-Kipling, Rudyard. Precisamente asíLibro de las tierras vírgenes.
-Lamb, Charles. La bella y la bestia; Cuentos de Shakespeare.
-Lang, Andrew. Libro Azul de cuentos de Hadas y otros colores (ilustrado por H.J. Ford).
-Lear, Edward. Tonterías Ómnibus; El búho y el minino (ilustrado por Lear).
-Lofting, Hugh. El Circo del Dr. Doolittle y otros en la serie.
-Milne, A.A. Winnie the Pooh y otros de la serie.
-Mamá Ganso (ilustrado por Ra)
-Perrault, Charles. Cuentos de hadas (ilustrado por Doré).
-Potter, Beatriz. Peter Rabbit y 23 pequeños volúmenes.
-Stevenson, Robert Louis. Jardín de versos para un niño.

La experiencia literaria comienza, para los niños muy pequeños, con la lectura en alta voz que se hace mientras miran las ilustraciones. Pero pueden comenzar a leer por sí mismos algunas historias sencillas que ya han aprendido a querer a una edad muy temprana.

Edad escolar (entre 7 y 12 años).

-Alcott, Louisa May. Mujercitas; Hombrecitos;  otros.
-Aldrich, Thomas Bailey. Historia de un chico malo.
-Burroughs, Edgar Rice. Serie Tarzán.
-Browning, Robert. El flautista de Hamelín  (ilustrado por Kate Greenaway).
-Burnett, Francis Hodgson. El jardín secreto; El pequeño Lord.
-Collins, William. El paseo de John Gilpin (ilustrado por Caldecott).
-Cooper, James Fenimore. Deerslayer y muchos otros.
-Dana, Richard Henry. Dos años al pie del mástil.
-Dickens, Charles. Canción de Navidad; El grillo del hogar; David Copperfield; Oliver Twist (estos últimos pueden ser reservados para los adolescentes o volver a ser leídos).
-Dodge, Maria Mapes. Hans Brinker.
-Defoe, Daniel. Robinson Crusoe.
-Garland, Hamlin. Hijo de la media frontera y otros.
-Hawthorne, Nathaniel. Cuentos de Tanglewood.
-Henty, George.  Cientos de libros para "muchachos".
-Irving, Washington. Bosquejo del libro.
-James, Will Smoky. El llanero solitario; libro de vaqueros, ilustrados por James.
-Kingsley, Charles. Westward Ho, y los demás.
-Kipling, Rudyard. Capitanes intrépidos; Stalky y Co (ilustrado por Millar).
-Longfellow, Henry Wadsworth. Hiawatha, Evangeline.
-Marryat, Frederick. De grumete a almirante; Masterman Ready, y otros.
-Masefield, John. Jim Davis.
-Porter, Gene Stratton. Pecas y otros.
-Pyle, Howard. Robin Hood y otros (ilustrados por Pyle).
-Sewell, Anna. Belleza negra.
-Shakespeare. La comedia de los errores.
-Spyri, Johanna. Heidi.
-Stevenson, Robert Louis. La isla del tesoro, Secuestrado, y otros (ilustrados por N.C. Wyeth).
-Stowe, Harriet Beecher. La cabaña del tío Tom.
-Tarkington, Booth. Penrod y otros de la serie.
-Til Eulenspiegel.
-Twain, Mark. Tom Sawyer; Huckleberry Finn, El príncipe y el mendigo; pero no El yanqui y novelas posteriores.
-Verne, Julio. La vuelta al mundo en ochenta días;  y muchos otros.
-Wilder, Laura Ingalls. La pequeña casa en la pradera  y otros.
-Wyss, Johann. Una familia de Robinsones.

Norman Rockwell, Niño leyendo una historia de aventuras (1923)
(Imagen:  Smithsonian)

Adolescencia (entre 12 y 16 años).

-Bronte, Emily. Cumbres borrascosas.
-Collins, Wilkie. La piedra lunar y otros.
-Dampier, William. Un viaje alrededor del mundo.
-Daudet, Alphonse. Tartarín, Fromont.
-Dickens, Charles. Barnaby Rudge; Nicholas Nickleby; La tienda de antigüedades.
-Doyle, Arthur Conan.  Serie Sherlock Holmes; La Compañía Blanca.
-Du Maurier, George. Trilby.
-Dumas, Alejandro. Los tres mosqueteros y otros.
-Eggleston, Edward. El maestro de Indiana.
-Eliot, George Romola. Adam Bede; El molino del Floss.
-Fabre, Henri.  Selecciones de Recuerdos entomológicos.
-Hughes, Thomas. Días de escuela de Tom Brown; Tom Brown en Oxford.
-Hugo, Victor. Noventa y tres; Los miserables; El jorobado de Notre-Dame.
-Ibáñez, Blasco, Vicente. Sangre y arena; Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
-Le Sage, Alain. Gil Blas.
-Park, Mungo. Viajes por África.
-Parkman, Francis. Oregon Trail.
-Poe, Edgar Allen. Cuentos y poemas.
-Polo, Marco. Viajes.
-Reade, Charles. El claustro y el hogar.
-Rodas, Eugene. Las mejores novelas y cuentos (editado por Dobie).
-Scott, Walter. Ivanhoe, Rob Roy y muchas otras.
-Shelley, Mary. Frankenstein.
-Shakespeare, Willliam. El sueño de una noche de verano, Romeo y Julieta, El mercader de Venecia.
-Sienkiewicz, Henryk. Quo Vadis; A sangre y fuego.
-Swift, Jonathan. Los viajes de Gulliver.
-Wallace, Edgar. Cuatro hombres justos, Sanders del río;  otros.
-Wells, H.G. La máquina del tiempo; El hombre invisible;  otros.
-Wister, Owen. El virginiano.

Juventud (entre 16 y 20 años).

-Austen, Jane. Orgullo y Prejuicio;  y otros.
-Balzac, Honore. Papá Goriot;  y muchos otros.
-Bellamy, Edward. Mirando hacia atrás.
-Bernanos, Georges. Diario de un cura rural.
-Blackmore, Richard. Lorna Doone;  y otros.
-Borrow, George. Romany Rye;  y otros.
-Bronte, Charlotte. Jane Eyre.
-Buchanan, John. Los treinta y nueve escalones;  y muchos otros.
-Butler, Samuel. El destino de la carneErewhon o allende las montañas.
-Cabell, James Branch. Jurgen;  y otros.
-Cable, George Washington. Viejos días criollos;  y otros.
-Cather, Willa. Mi Antonia; La muerte llama al arzobispo;  y otros.
-Chejov, Anton. Cuentos; obras de teatro.
-Chesterton, G.K.  Serie del Padre Brown; Un hombre eterno; El hombre que fue jueves.
-Colon, Cristóbal. Cuatro viajes al Nuevo Mundo.
-Conrad, Joseph. Lord Jim;  y muchos otros.
-Cook, James. Exploraciones del capitán Cook.
-De Maupassant, Guy.  Cuentos.
-Dickens, Charles. La casa desolada; Nuestro común amigo, Martin Chuzzlewit.
-Dostoievski, Fiodor. Crimen y castigo; Los hermanos Karamazov.
-Doughty, Charles. Los viajes por el Desierto de Arabia.
-Fielding, Henry. Tom Jones; Jonathan Wilde.
-Hakluyt, Richard. Viajes al Nuevo Mundo.
-Hawkins, Anthony Hope. El prisionero de Zenda.
-Hawthorne, Nathaniel. La letra escarlata; y otros.
-Irving, Washington. Vida de Colón; La conquista de Granada; La vida de George Washington.
-Jackson, Helen Hunt. Ramona.
-Lagerlof, Selma. Jerusalén. Gosta Berling;  y otros.
-Loti, Pierre. Pescador de Islandia;  y otros.
-Manzoni, Alessandro. Los novios.
-Melville, Herman. Moby Dick; Billy Budd;  y otros.
-Moore, Thomas. Lalla Rookh.
-Morris, William. Noticias de ninguna parte.
-Scott, Robert. La última expedición de Scott.
-Shakespeare, William.  MacBethHamletLa fierecilla domadaComo gustéis.
-Stendhal. Rojo y negro; La Cartuja de Parma.
-Stanley, Henry Morton. Cómo encontré a Livingstone.
-Thackeray, William Makepeace. La  feria de las vanidades; Henry Esmond;  y otros.
-Tolstoi, Leo. Guerra y Paz;  y otros.
-Trollope, Anthony.  La serie Barchester.
-Turgenev, Ivan. Padres e hijos; Nido de hidalgos;  y otros.
-Undset, Kristin. Sigrid Lavransdatter;  y otros.
-Verga, Giovanni. La casa del níspero;  y otros
-Washington, Booker T . De la esclavitud a la libertad

 Knut Ekvall, La lección de lectura

Lectura espiritual (para todas las edades).

La Santa Biblia [...]

[Nota de la Redacción: en el texto original, Senior discute sobre el mérito literario de las dos traducciones inglesas más conocidas, la protestante del Rey Jacobo y la católica de Douay-Rheims. La discusión no parece pertinente en castellano, donde hay muy buenas versiones vernáculas: la de Jerusalén, la Nácar-Colunga, la de la Universidad de Navarra, la de monseñor Juan Straubinger, etcétera]. 

John Bunyan, El progreso del peregrino (Pilgrim's Progress): la obra maestra del protestantismo. 

[Nota de la Redacción: Senior creía que no había que despreciar necesariamente el protestantismo como parte de la formación cultural. Así lo expresaba en La restauración de la cultura cristiana: "Debido a que somos de lengua inglesa y que vivimos en una sub-cultura no católica, es bueno para los niños que conozcan con su imaginación el medio hostil en el que viven, exceptuando por supuesto la burla, la pornografía y la subversión, pero esto no aparece en la literatura infantil clásica. Ella es buena artística, moral y espiritualmente, aunque incompleta"].

San Francisco de Sales, Introducción a la vida devota: el mejor libro espiritual. 

[Nota de la Redacción: En La restauración de la cultura cristiana, Senior cita especialmente la Regla de San Benito, que aconseja meditar, y las obras de Santa Teresa de Jesús y San Agustín. Por su parte, en La muerte de la cultura cristiana y a propósito del capítulo intitulado "La noche oscura de la Iglesia" da el siguiente consejo sobre la lectura espiritual: "Gracia a Dios hay unos pocos, y unos pocos libros buenos, no difíciles de leer, aunque difíciles de escribir. En primer lugar, Una introducción a la vida devota, de San Francisco de Sales, y por último, su Tratado del amor de Dios; y en el medio, los cuatro grandes cantos de San Juan de la Cruz, Subida del Monte Carmelo, Noche oscura del alma, Cántico espiritual y Llama de amor viva; y los tres de Santa Teresa de Ávila: Autobiografía, Camino de perfección y Castillo interior". En alguna entrada futura esperamos ofrecer a nuestros lectores una lista más completa de recomendaciones de lectura espiritual (véase aquí esa entrada)]. 

Música. 

Aquí se difumina la distinción entre lo “grande” y lo “bueno”, aunque se eviten los extremos de lo difícil y de lo ligero –ni Bach ni Debussy-. El alumno debiera oír sólo una obra por al menos una semana, repitiendo una y otra vez los diversos movimientos o actos hasta que pueda reconocer los temas que se reiteran a medida que se presentan. Es preferible conocer muy bien unas pocas obras que pasearse superficialmente sobre muchas. El siguiente es un buen ordenamiento para los neófitos. 

Beethoven: Concierto para violín

Beethoven: Sinfonía Pastoral

Verdi: Rigoletto. En el caso de una ópera, léase el libreto entero traducido al propio idioma, luego tómese sólo una escena y óigasela varias veces, tratando de seguir las palabras italianas (o francesas o alemanas) y de comprender su significado. Una vez que se ha oído la ópera entera, escena tras escena, selecciónese los grandes momentos –arias, duetos, etcetera-. Es bueno tener dos grabaciones, una de la obra completa y otra de los puntos más importantes.

Puccini: La Bohème

Mozart: Concierto para clarinete; Sinfonía "Júpiter".

Beethoven: Séptima Sinfonía

Brahms: Cuarta Sinfonía

Chopin: Selecciones

Mozart: Música para piano (especialmente interpretada por Walter Gieseking).

(Lo más importante: los estudiantes deberían asistir a conciertos en el lugar donde viven).

Arte.

La serie Civilización de Kenneth Clark. Y lo más importante es visitar museos y salas de exposición. Lord Clark ha publicado un libro con las ilustraciones y los textos de la serie.

[Nota de la Redacción: En 1946 Kennet Clark (1903-1983) se convirtió en profesor de historia del arte en la Universidad de Oxford. Destacó por su actividad como ensayista y divulgador, tanto en libros como en medios de comunicación. En 1969 alcanzó fama internacional con Civilisation: A Personal View, una serie producida por la BBC]. 

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Colofón

Como cierre de este artículo, sirva una cita tomada de una reciente entradas de la bitácora De libros, padres e hijos, que bien puede aplicarse al plan propuesto por John Senior: 

Volvamos a la que era hasta hace poco la existencia cotidiana de la gente, asentada, como decía Chesterton en una vida «digna de vivirse», basada «en costumbres y no en modas, en leyendas y no en rumores, en tradiciones y no en caprichos, en lazos sociales duraderos y arraigados en lugares vivos», y no dejemos que los libros enmudezcan y agonicen, pues con ellos agonizan los hombres. 

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Adenda

Juan Manuel de Prada ha recopilado en un libro intitulado Una biblioteca en el oasis sesenta reseñas de libros clásicos que publicó en la revista mensual Magnificat. Religión en libertad ha publicado un reportaje sobre el libro y también una entrevista con el autor sobre la batalla cultural que debe dar hoy el cristiano. 


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Actualización [29 de noviembre de 2017]: Religión en libertad ha publicado la traducción de la entrevista concedida por Gabriele Finaldi a Catholic Herald. Nacido en Londres en 1965, Finaldi es uno de los grandes especialistas de arte y conservación que existen hoy en el mundo. De origen italiano y polaco, y educado en el catolicismo, ha sido hasta 2014 director adjunto del Museo del Prado de Madrid y desde entonces director de la National Gallery de Londres. En la entrevista habla de la importancia de conocer la Biblia y la tradición cultural para entender completamente el arte, que muestra la fe desde una perspectiva visual. Por eso, se lamenta de que la secularización, la falta de educación religiosa y de la propia fe impidan contemplar en su máximo esplendor las obras que guardan los museos.

Actualización [4 de diciembre de 2017]: La Editorial Vórtice ha publicado ya la traducción española de La muerte de la cultura cristiana, de John Senior. De momento, el libro sólo se encuentra disponible en versión digital, la que es accesible desde este enlace (puede ser descargada en tres formatos)

Actualización [9 de diciembre de 2017]: La bitácora De libros, padres e hijos, citada en el cuerpo de esta entrada, ha publicado un texto intitulado "La cultura familiar cristiana", muy alineada con el pensamiento de John Senior. En ella recomienda la lectura de la vida de los santos, la prácticas de piedad tradicionales, la formación intelectual y moral, y la meditación habitual de la Biblia.  

Actualización [18 de abril de 2018]: La editorial española Homolegens ha publicado igualmente una traducción castellana de La restauración de la cultura cristiana, la cual se encuentra disponible en formato papel y electrónico. 

Actualización [10 de julio de 2018]: Coincidiendo con el verano boreal, Religión en libertad ha publicado una lista con treinta libros recomendados por S.E.R. José Ignacio Munilla, Obispo de San Sebastián (España), para estas vacaciones. Uno de los libros que figuran en esa lista es La restauración de la cultura cristiana, de John Senior, recientemente publicado en España por la Editorial Homolegens (ver la actualización anterior). 

Actualización [31 de octubre de 2018]: El sitio Infovaticana ha publicado una interesante reseña de Gabriel Calvo Zarraute sobre la traducción de La restauración de la cultura cristiana de John Senior, recientemente publicada en España por la Editorial Homolegens (ver la actualización de 18 de abril de 2018).

Actualización [6 de marzo de 2019]: El sitio Que no te la cuenten ha publicado un listado de libros recomendados según las distintas edades para una formación católica seria, confeccionado por la Provincia argentina de los Padres Escolapios. Se trata de una orden religiosa que, en los últimos años, ha dado una “vuelta de tuerca”, volviendo a sus orígenes con la obligada consecuencia de verse rápidamente bendecidos con nuevas y jóvenes vocaciones y las consiguientes persecuciones.

Actualización [23 de mayo de 2019]: De la forma como lo hizo con La restauración de la cultura cristiana (véase la actualización de 18 de abril de 2018), la editorial española Homolegens ha publicado una traducción castellana de La muerte de la cultura cristiana, con prólogo de Natalia Sanmartin Fenollera, la cual se encuentra disponible en formato papel y electrónico. El libro también puede ser comprado a través de la Librería Vórtice, de Buenos Aires. 

Actualización [26 de julio de 2019]: Gilmar Siqueira ha publicado en Marchando Religión un artículo muy recomendable sobre la vida y formación intelectual de John Senior, destacando su función de maestro. Tal es quien no enseña en abstracto, sino también con su vida y su obra. Por eso, la biografía de este autor escrita por Dom Francis Bethel OSB lleva por título John Senior y la restauración dele realismo (John Senior and the Restoration of Realism, St. Merrimack, NH, Thomas More College Press, 2017). 

4 comentarios:

  1. Exelente Articulo!! todavía no lo leo entero, pero espigando me doy cuenta que me...... cambiará la vida!!! (exagerando un poco...) soy monja....

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    1. Hermana, muchas gracias por leernos. Nos alegra mucho que le haya gustado el artículo. John Senior es definitivamente un autor que merece mucho la pena tener en cuenta y que proféticamente nos muestra el camino a seguir en estos tiempos turbulentos.
      Un cordial saludo en Jesús y María.

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  2. Estoy leyendo " La muerte de la cultura cristiana", me llama sorprende que el autor se refiera a Inglaterra como reina de la cristiandad y como posible instauradora de un estado mundial cristiano. ¿ Como es que alguien converso al catolicismo y ferviente defensor de la misa tridentina, soslaya a España y a su intento de instaurar la monarquia católica? Intento combatido por Inglaterra como principal potencia anticatólica. Tambien constato que la mayoria de libros recomendados son de autores protestantes, entre ellos " La Biblia en España" de George Borrow.Lo cierto es que me deja perplejo. Salvando lo dicho ( que es mucho salvar) el resto de lo expuesto es excelente.Dios quiera que empezara a ponerse en práctica .

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  3. Muchas gracias por leernos y también por leer a Senior. Por la propia formación del autor, en el listado de libros hay un sesgo hacia los autores anglosajones. Algo de eso hemos dicho en la introducción que hemos añadido, y también hemos reproducido alguno de los pasajes de "La restauración de la cultura cristiana" donde Senior explica por qué un católico que vive en Estados Unidos o Inglaterra no puede despreciar la literatura protestante. Inglaterra tuvo el mérito de haber conservado la fe a pesar de las persecuciones, y por ahí va quizá la comparación que hace el autor con el mundo que hoy vivimos. Sobre consejos de lecturas, recomendados el blog De libros, padres e hijos, enlazado al final de la entrada.

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