El sitio Aleteia ha publicado recientemente un interesante artículo sobre el órgano de tubos y su poder evangelizador, el que a continuación ofrecemos en una traducción propia a nuestros lectores (el original, en inglés, puede leerse aquí). Es particularmente triste el casi total abandono que en toda Hispanoamérica, también en nuestro país, ha sufrido este “rey de los instrumentos” (no
es difícil encontrar numerosísimos ejemplos de comunidades que han
permitido un lastimoso deterioro material de instrumentos de gran valor
musical o histórico, sea por un falso concepto de lo pastoral, por indiferencia o ignorancia, por falta de recursos
económicos o bien por “reparaciones” chapuceras hechas por personas sin
los conocimientos necesarios), para ser reemplazado por instrumentos profanos como la guitarra, que en nada contribuyen a dar un culto digno a Dios ni a la edificación espiritual de los fieles. Resulta además curioso que quienes dicen tener por propósito implementar las disposiciones litúrgicas del Concilio Vaticano II hagan oídos sordos a lo que la Constitución Sacrosantum Concilium prescribe sobre el órgano de tubos: “Téngase en gran estima en la Iglesia latina el órgano de tubos, como instrumento musical tradicional, cuyo sonido puede aportar un esplendor notable a las ceremonias eclesiásticas y levantar poderosamente las almas hacia Dios y hacia las realidades celestiales” (N.° 120).
Es al menos una pequeña esperanza los incipientes, aunque todavía tímidos, signos en Chile de un renovado interés por el órgano de tubos, tanto desde el punto de vista interpretativo como del noble oficio de su conservación y restauración. Ojalá nuestros pastores sepan escuchar y alentar estos signos, y que así el órgano vuelva al sitial que merece en la liturgia católica, para mayor gloria de Dios y bien de las almas.
Es al menos una pequeña esperanza los incipientes, aunque todavía tímidos, signos en Chile de un renovado interés por el órgano de tubos, tanto desde el punto de vista interpretativo como del noble oficio de su conservación y restauración. Ojalá nuestros pastores sepan escuchar y alentar estos signos, y que así el órgano vuelva al sitial que merece en la liturgia católica, para mayor gloria de Dios y bien de las almas.
Órgano Cavaillé-Coll de la catedral de Nancy (Francia)
(Imagen: Wikimedia Commons)
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El poder evangelizador del órgano de tubos
Philip Kosloski
El órgano de tubos ha sido, desde hace siglos, un elemento usual en la liturgia católica. Aunque cada día hay menos personas que pueden tocar este antiguo instrumento, es innegable su estrecha asociación con el culto cristiano.
Los orígenes del órgano datan del tercer siglo antes de Cristo, cuando fue inventado por un ingeniero griego de nombre Ctesibio de Alejandría. En su comienzo se lo usó principalmente para acontecimientos profanos, pero hacia el siglo X se lo introdujo en la iglesia. Durante el Medioevo su uso se extendió por Europa y se lo reconoció “como el más complejo de los instrumentos mecánicos desarrollados antes de la Revolución Industrial”.
Benedicto XVI recordó su poder espiritual al dirigirse a un grupo coral que lo visitaba. Recordando una ocasión en que bendijo un órgano, expresó “Tengo un recuerdo imborrable de cómo, en la armonía de aquel órgano maravilloso, del coro dirigido por Kohlhaufel, y de la luminosa belleza de la iglesia, experimentamos el gozo que proviene de Dios. Ya no sólo la “chispa de los dioses”, de que habla Schiller, sino en realidad la llama del Espíritu Santo que hizo que sintiéramos, en lo más íntimo de nuestro ser, aquello mismo que conocemos también por el Evangelio de San Juan: que Él mismo es gozo. Y este gozo fue el que se nos comunicó”.
Añadió el Papa que el órgano “continúa sonando y ayudando a los hombres a percibir algo del esplendor de nuestra fe, un esplendor alumbrado por el mismo Espíritu Santo. Y con esto, el órgano lleva a cabo una función evangelizadora, proclamando a su modo el Evangelio”.
Órgano barroco (S. XVIII) del monasterio de Santa Cruz, Coímbra (Portugal)
(Foto: Wikimedia Commons)
(Foto: Wikimedia Commons)
La bendición de un órgano de tubos, que se encuentra en el Ritual Romano, trae a la memoria ese poder espiritual: “Oh Dios, que por Moisés, tu siervo, ordenaste que sonaran las trompetas para acompañar los sacrificios ofrecidos a tu nombre, y quisiste que los hijos de Israel cantaran alabanzas a tu nombre con trompetas y timbales, te pedimos que bendigas este órgano que consagramos a tu servicio. Y concede que tus fieles, que se alegran con los cánticos sagrados en esta tierra, puedan alcanzar la eterna alegría del cielo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén”.
El órgano de tubos fue usado por los misioneros para predicar el Evangelio. Según el Instituto de Órganos Históricos, cuando los misioneros españoles llegaron a México, “Incluidos en el cargamento venían órganos de sobre mesa, que resultaron ser una poderosa herramienta en el cometido de convertir al cristianismo a la población nativa. Puesto que se recuerda más fácilmente las palabras cuando se las canta que cuando se las dice, el órgano proporcionó un brillante acompañamiento a las oraciones y los himnos. La importancia de la música en el proceso de las conversiones fue tan bien reconocido por el Rey, Carlos V, que se dio prioridad, en la selección de los religiosos que iban a ser enviados al exterior, a aquéllos que tenían habilidades musicales”.
El empleo del órgano de tubos ha disminuido en las últimas décadas, pero recientemente hay muchos jóvenes que han respondido al desafío de aprender a tocar este complejo instrumento y están haciendo todo lo que está a su alcance para preservar, para las futuras generaciones, su papel en las ceremonias sagradas.
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