Afiche del congreso
(Fuente: Messa in latino)
El quinto congreso sobre el motu proprio Summorum Pontificum tuvo lugar el día 14 de septiembre de 2017, Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y décimo aniversario de la entrada en vigencia de dicho texto promulgado por S.S. Benedicto XVI, en dependencias de la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (“Angelicum”) de Roma, dependiente de la Orden de Predicadores, ubicada en la calle Largo Angelicum, colina del Quirinal. La jornada contó con la participación de alrededor de trescientos de asistentes, entre religiosos y laicos, venidos de todas partes del mundo y congregados en el marco de la Peregrinación “Populum Summorum Pontificum”, que se desarrollaría durante los días siguientes en la ciudad de Roma (para más información, ver aquí). Nuestra Asociación no quiso restarse de este importante Congreso, haciéndose presente mediante la persona de nuestro secretario, quien nos envía en exclusiva un completo reporte.
Iglesia de Santo Domingo y Sixto
(Fuente: Wikipedia Commons)
La jornada comenzó con la celebración de una Misa rezada conforme al rito dominicano a las ocho y media de la mañana en la iglesia de Santo Domingo y Sixto, templo principal del campus universitario, la cual se encontraba completamente llena de fieles, para después trasladarnos al salón dispuesto para las conferencias que tendrían lugar a lo largo del día. Desde un primer momento, se pudo constatar la considerable concurrencia a la actividad. En efecto, las adhesiones al congreso se agotaron con varios días de anticipación al mismo. El congreso destacó por la gran diversidad de asistentes, que incluía religiosos, sacerdotes y laicos, en su mayoría jóvenes. El congreso contó asimismo con la presencia de tres Cardenales de la Iglesia, Sus Eminencias Gerhard Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Robert Sarah, prefecto para la Congregación de Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, y Raymond Leo Burke, consultor del Tribunal de la Signatura Apostólica y cardenal patrono de la Orden de Malta, quienes permanecieron prácticamente durante toda la duración del Congreso. También destacó la presencia de Su Excelencia Monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, así como los superiores de distintas congregaciones, monasterios e institutos religiosos adscritos a dicha Pontificia Comisión.
Vista general de la Conferencia durante el rezo del himno Veni Creator Spiritus
(Fuente: New Liturgical Movement)
El Congreso comenzó puntualmente a las 9.30 horas. Después de que la congregación entonara el himno Veni Creator Spiritus, solicitando el auxilio del Espíritu Santo, dio las palabras de bienvenida a los asistentes el P. Vicenzo M. Nuara OP, en su calidad de moderador de la agrupación Amicizia Sacerdotale Summorum Pontificum y capellán de Giovani e Tradizione. El P. Nuara se refirió en primer lugar a que estos primeros diez años de vigencia del motu proprio han estado acompañados tanto de momentos de alegría como de dificultades, pero que -en resumen- se han cristalizado en un movimiento litúrgico sin precedentes que tiene como protagonista a los jóvenes. Así, es posible constatar que en muchas ocasiones ha sido la antigua liturgia aquella que ha rejuvenecido muchas comunidades eclesiales que otrora contaban con una escasa asistencia de gente de mayor edad, y esto, según el P. Nuara, por cuanto Summorum Pontificum es uno de los documentos que mejor interpreta el rol central de la Sagrada Liturgia en la Iglesia conforme al espíritu auténtico del Concilio Vaticano II. Expresó también su gratitud al Papa emérito Benedicto XVI por la promulgación de este documento, y dedicó unas palabras en memoria del recientemente fallecido Cardenal Carlo Caffarra, destacando sus cualidades personales como pastor de la Iglesia, su permanente apoyo a las comunidades Ecclesia Dei y su decidido rol en la defensa del matrimonio y la familia cristiana. Finalizó anunciando a los presentes que la Santa Misa Pontifical a ser celebrada el siguiente sábado en el Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro, y que originalmente habría celebrado el recientemente fallecido Cardenal Caffarra, tendría como celebrante a S.E.R. mons. Guido Pozzo.
El P. Vincenzo Nuara da la bienvenida a los asistentes
Luego de esta intervención, fue el turno de monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, quien pronunció la primera ponencia denominada “Summorum Pontificum diez años después: balance y perspectivas” (la cual se puede leer en su traducción al inglés aquí). Primeramente, mons. Pozzo dio lectura a una carta de felicitación a los asistentes y organizadores del congreso enviada por S.E.R. monseñor Luis Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, en tal condición, presidente la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. En su ponencia, Monseñor Pozzo enfatizó que el motu proprio no puede ser visto ni entendido de manera restrictiva, es decir, como una concesión otorgada exclusivamente a los grupos tradicionales o sólo como una forma de acercamiento para lograr la anhelada plena reconciliación con la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX). Por el contrario, el objetivo del documento es permitir, según el anhelo de Benedicto XVI, la coexistencia de ritos, tal como siempre ha ocurrido en la historia de la Iglesia. Oponerse a esta visión involucraría el riesgo de entender la reforma litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II en la lógica de la “hermenéutica de la ruptura”, en oposición al desarrollo armónico y continuo de la tradición litúrgica. Pasando al análisis cuantitativo, monseñor Pozzo estima que el balance de estos diez años es positivo, por cuanto se ha aumentado considerablemente el número de lugares donde se celebra la Misa según la forma extraordinaria, lo que ilustró haciendo un detallado análisis de cifras por países. A su vez, el motu proprio ha generado mayor conciencia en las diferentes diócesis acerca de esta realidad eclesial y ha permitido solucionar desencuentros y conflictos a través de los mecanismos establecidos en el mismo documento.
Luego de hacer este análisis, monseñor Pozzo pasó a detallar los principales problemas existentes en la actualidad, que resumió en la falta de sacerdotes preparados para oficiar y administrar los sacramentos conforme a los libros vigentes el año 1962, lo que ha impedido a muchos Ordinarios cumplir con la obligación de proveer sacerdotes para tal efecto. Otra importante dificultad identificada por monseñor Pozzo es aquella que denominó como “prejuicios pastorales”, esto es, entender en el contexto parroquial a los grupos adheridos a la Tradición litúrgica como obstáculos para el trabajo pastoral o como grupos aislados del resto, anclados en una mentalidad “nostálgica”. En este punto, Su Excelencia señaló que a su juicio no puede existir una concepción más alejada de la realidad respecto a la generalidad de los grupos Ecclesia Dei. En efecto, la gran mayoría de éstos están integrados por gente joven que no experimentó los cambios litúrgicos introducidos con posterioridad al Concilio y, al mismo tiempo, se aprecia una mayor disposición pastoral e interés en muchos sacerdotes jóvenes. Estos grupos, más que nostálgicos, están en busca de sus raíces en la Tradición de la Iglesia.
Luego de la intervención de monseñor Pozzo, correspondió el turno de S.E.R. el Cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe y ex presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, quien pronunció una presentación intitulada “Dogma y Liturgia” (cuyo original se puede leer aquí) en la cual se refirió a la estrecha vinculación existente entre ambas, y la comprensión de la liturgia como fuente de la Fe, explicada en el tradicional axioma “lex orandi-lex credendi”, el que se puede entender como expresión de la fundamental comprensión de la naturaleza de la liturgia como autorrealización de la Iglesia y fuente normativa de toda la teología, de la cual proviene en sensus fidelium del Pueblo de Dios. En este sentido, Su Eminencia señaló que la Sagrada Liturgia no puede ser interpretada simplemente en un sentido histórico, por cuanto es a través de la continuidad de la celebración litúrgica que la Iglesia, en tanto comunidad de creyentes, permanece idéntica a sus orígenes y a su realización en los diferentes períodos históricos y lugares del orbe. Pese a ello, sí es necesario entender que ésta, en cuanto a sus rituales y lingüística, está sometida a un natural y progresivo desarrollo, el cual debe ser -en cualquier caso- siempre consistente con la Tradición de la Iglesia.
Tras una breve pausa y la intervención de don
Marino Neri, secretario de Amicizia
Sacerdotale Summorum Pontificum, a fin de presentar el libro que recoge las
actas del pasado Cuarto Congreso Summorum
Pontificum del año 2015, correspondió el turno a Dom Jean Pateau, Abad del
Monasterio benedictino de Fontgombault, Francia, para dirigir su ponencia, esta
vez en francés, llamada “Los frutos de gracia de Summorum Pontificum para la vida monástica y sacerdotal” (cuyo
original se puede leer aquí). El Rvdo. Abad efectuó una narración de la historia
de la Abadía de Fontgombault, desde la introducción de la reforma litúrgica del
Papa Pablo VI hasta la entrada en vigor del motu proprio Summorum Pontificum, la que estuvo marcada por la resistencia a la
implementación del nuevo Misal Romano de 1969 (véase aquí la entrada que le dedicamos en su día). Así, puntualizó que el retorno al uso de los libros litúrgicos de
1962 no se debió a motivos de desobediencia por parte del entonces abad.
Mientras que por un lado existían serias dudas acerca de la abrogación del
Misal Romano antiguo, por otro, la adopción de los libros litúrgicos vigentes
al año 1962 se debió principalmente a su particular armonía con la vida
monástica, marcada por la búsqueda de Dios en el silencio del claustro, en
parte debido a que el rito romano basa su desarrollo y codificación en la
llamada Edad Media, donde la actividad y vida monástica era de particular
relevancia y centralidad en la vida social y de la Iglesia.
El Rvdo. Abad señaló que se podrían resumir en tres las principales “virtudes” de la liturgia tradicional a la luz de la vida monástica, a saber, el silencio, la repetición y la sobriedad. La liturgia romana tradicional, señaló Pateau, no tiene temor en la introducción y uso del silencio en la liturgia, una característica central de la vida contemplativa. Por otro lado, el Misal de 1962, al igual que todos los ritos anteriores a la reforma litúrgica, usa la repetición, la insistencia en las fórmulas, por cuanto el hombre necesita tiempo para contemplar lo esencial. A su vez, la sobriedad del leccionario del Misal de 1962 es, paradójicamente, muy adecuado para la vida monacal. Contrario a lo que se podría pensar, para los monjes, la abundancia y la variedad de lecturas, éstas seguramente no sin valor, parece generalmente excesiva, por cuanto sacrifican la repetición, la relectura, la memorización y, en suma, la contemplación de los textos litúrgicos. Tras dedicar unas palabras a la importancia de la gestualidad de la liturgia tradicional y su labor enriquecedora de la denominada forma ordinaria del rito romano, el Rvdo. Abad finalizó expresando su gratitud a S.S. Benedicto XVI por cuanto su iniciativa pacifica la cuestión litúrgica en el corazón de los pastores, abriendo el camino a una nueva evangelización de la liturgia, en toda su riqueza.
Luego correspondió el turno al ensayista y
escritor Martin Mosebach con su ponencia titulada “Santa Rutina: el misterio de
la repetición” (cuya traducción al inglés se puede leer aquí). En su
presentación, el afamado ensayista y escritor alemán centró su análisis en la
importancia de la repetición para el culto, lo cual aparentemente contrasta con
lo dispuesto en el párrafo 34 de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium, en
el sentido de que los ritos deben evitar en ellos las denominadas “repeticiones
inútiles”. Mosebach inquiere en que para una adecuada interpretación y
aplicación del precepto es necesario darle un significado a la palabra
“innecesario”, lo que, si reducimos las rúbricas a una creación literaria, puede
desatar las más grandes disputas al no presentar una solución unívoca. Así,
ilustró el caso de la simplificación de la súplica Kyrie Eleison en la liturgia
reformada, modificación que claramente se encuadra en las disposiciones de la
constitución conciliar. ¿En qué medida la doble repetición es menos necesaria
que la triple repetición? En el cumplimiento de la instrucción conciliar, ¿No se
podría haber optado -se pregunta Mosebach- por una solución más radical y
simplemente pronunciar un solo “Kyrie Christus Eleison”? ¿No se podría haber
efectuado lo mismo con la triple repetición del Sanctus con los múltiples
saludos al pueblo o con la triple repetición del Agnus Dei?
El Dr. Martin Mosebach dando su conferencia
Para Mosebach, un análisis crítico del Misal Romano nos lleva naturalmente a concluir que las repeticiones consignadas son elementos intencionales que siguen un principio estilístico, presente en el culto aún fuera de la tradición cristiana, tales como la iteración interminable de mantras en el hinduismo, y lo mismo se podría decir en el caso del cristianismo acerca del rezo del Santo Rosario, o las letanías de los Santos. En la repetición -señala Mosebach- se encuentra respuesta a aquel mandato paulino de “rezar sin cesar”, y es así como esa simplicidad requerida por Sacrosanctum Concilium se encuentra precisamente en la repetición. Dicho lo anterior, el ensayista invitó a analizar cuál es la motivación detrás de la repetición en la oración de la Iglesia. Para esto, recurrió a una analogía con las Vísperas de la Santísima Virgen María de Monteverdi: esta pieza musical fue compuesta para la Catedral de San Marcos en Venecia, la que presenta coros en lados opuestos al altar mayor, en la cual el coro de un extremo responde al otro. En las Vísperas de Monteverdi, el Sanctus tiende a disolverse como un eco, a fin de representar la eternidad mediante el uso de elementos temporales. En este sentido, la Eternidad en cuanto tal es inimaginable, pero más que un futuro sin fin es un presente permanente, sin movimiento, pasado o futuro. Por ello, en cuanto el lenguaje requiere de un movimiento, exige de la repetición para imitar la “stasis”, la quietud que es un atributo de la Eternidad, donde el canto del Sanctus nunca acaba. Por ello, a juicio de Mosebach, la aversión a la “repetición innecesaria” no puede resultar sino en apartarse de la dimensión escatológica de la liturgia.
Tras una pausa de almuerzo los jardines del
claustro universitario, en que hubo tiempo suficiente para conversar con los
demás asistentes a la conferencia, y a quienes lo desearan, para rezar el
Breviario de forma privada, se dio inicio a la segunda parte del Congreso exactamente a las
15.00 horas con el canto de la Salve. Posteriormente, el P. Vincenzo Nuara
OP aprovechó la ocasión para felicitar la concurrencia a las aulas del
Angelicum con motivo del Congreso, destacando a la numerosa delegación venida de
Hong Kong, así como la presencia de diversas comunidades religiosas,
encontrándose presente incluso una religiosa eremita proveniente de Laponia.
También dio lectura a una carta de felicitación enviada por una comunidad
misionera de Tanzania, la cual lamentablemente no pudo estar presente en las
actividades. Todo lo anterior, señaló el P. Nuara, es fiel reflejo de la
universalidad y extensión de la actividad evangelizadora de la Iglesia, para lo
cual el uso de las formas y ritos tradicionales de la Iglesia es un medio más
que apropiado y efectivo.
Tras estos anuncios, correspondió el turno a la ponencia de Su Eminencia el Cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, titulada “El silencio y la primacía de Dios en la Sagrada Liturgia”. En su ponencia, y en lo que es ya un tópico
recurrente en su incansable labor ministerial e intelectual, explicó la
importancia y significado de la celebración versus Deum, la que considera
pastoralmente ventajosa en una sociedad moderna que invita a los hombres a
olvidar a Dios. En este mismo sentido, expresó que uno de los grandes aciertos
del Concilio Vaticano II fue identificar a la liturgia como la fuente y
culmine de la vida cristiana. A la luz de tal reflexión, es coherente entonces
enfatizar la correcta y cuidada celebración de la liturgia, en lugar de buscar
la innovación innecesaria y el desorden. El riesgo de introducir ruidos
extraños en la liturgia es -a juicio de Su Eminencia- riesgoso, pues amenaza el
espacio íntimo de encuentro con Dios del fiel cristiano, pudiendo incluso
convertirse en una liturgia antropocéntrica, donde el centro está puesto en el
hombre y no en Dios, alterando el objetivo central de ésta. En este sentido, la
entrada en vigencia del motu proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI no
puede ser más que bienvenida, pues acaba con el escándalo de división de la
Iglesia originado como resultado de la reforma litúrgica emprendida con
posterioridad al Concilio. De esta manera, este texto permite el enriquecimiento mutuo de
ambas formas, expresión de la misma “lex credendi” de la Iglesia, por de pronto
en la denominada forma ordinaria, a través de la introducción del silencio,
presente de forma tan prolífica en la llamada forma extraordinaria.
El P. Nuara presentando a Su Eminencia el Cardenal Sarah
Tras estos anuncios, correspondió el turno a la ponencia de Su Eminencia el Cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, titulada “El silencio y la primacía de Dios en la Sagrada Liturgia”.
El cardenal Sarah continuó expresando su
opinión respecto a la creación de un único rito romano, fruto del
enriquecimiento mutuo de ambas formas. En este punto indicó que espera que tal
cosa ocurra en un futuro, pero considera que este nuevo rito no debe hacerse de
manera artificial o “desde arriba”, sino que debe ser fruto del desarrollo
orgánico, lento y espontáneo de ambas formas. Dando ejemplos del
enriquecimiento mutuo, el cardenal consideró que el silencio prevalente en la forma extraordinaria sería de gran conveniencia en la forma nueva de la
liturgia romana, mientras que el antiguo Misal podría beneficiarse de la
expansión de su leccionario, en línea con el actualmente vigente para la
denominada forma ordinaria. Su Eminencia culminó su exposición haciendo un
llamado a aquellos que se oponen a la liturgia antigua a visitar y conocer
estas comunidades, a sus hermanos en el episcopado a abrir su corazón al Usus antiquior como una parte normal de la vida de la Iglesia en pleno siglo XXI, y
a quienes son católicos adheridos a la Misa tradicional a no considerarse a sí
mismos como excéntricos o piezas de museo en un gabinete de curiosidades, sino
como una parte integral y viva de la Iglesia.
Luego de la intervención del cardenal Sarah, correspondió el turno a mons. Markus Graulich, vicesecretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, con su ponencia intitulada “Del indulto a la ley universal de la Iglesia, una lectura canonística de Summorum Pontificum” en la que trató los aspectos jurídicos del motu proprio. Monseñor Graulich realizó una detallada descripción del documento pontificio, dotado de una parte narrativa, una parte normativa, y acompañado de una carta explicativa a todos los Ordinarios receptores del documento. En cuanto a su ámbito de aplicación, enfatizó su carácter de ley universal de la Iglesia -de aplicación general- en oposición a un mero indulto particular como podría ser aquel otorgado en 1984 por San Juan Pablo II. Señaló que este documento legislativo posee a su vez una interpretación auténtica, que ha sido en gran parte sistematizada mediante la instrucción Universae Ecclesiae del año 2011, cuya finalidad es por, una parte, facilitar la aplicación de las disposiciones del motu proprio, y por otra, despejar las dudas que pudiera suscitar la redacción del documento. En este sentido, lamentó la interpretación restrictiva que varios Ordinarios han otorgado a las disposiciones del motu proprio, lo que es a su juicio, contrario al derecho de la Iglesia.
Monseñor Graulich prosiguió repasando las principales disposiciones del documento pontificio. En cuanto a su artículo 1°, señaló que este contiene, a su juicio, dos puntos esenciales para la comprensión del marco jurídico y litúrgico otorgado a la hoy denominada forma extraordinaria del rito romano. Por un lado, ésta indica que el Misal de 1962 es una expresión de la lex orandi de la Iglesia, sin que exista una división de su lex credendi, que es la misma expresada a través de la lex orandi del Misal de 1969. En consecuencia, el Misal de 1962 debe gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Por otro lado, este artículo declara expresamente que los libros litúrgicos publicados el año 1962 se entienden como “nunca abrogados” y, por tanto, plenamente vigentes. Así, la vigencia de un libro litúrgico no debe ser entendida de la misma forma a la promulgación o derogación de una ley. En el caso de la entrada en vigencia del Novus Ordo del Beato Pablo VI, su publicación solo prescribe la aplicación del nuevo Misal, pero no deroga el anterior que conserva su completa vigencia, sin perjuicio de que el derecho de la Iglesia pueda regular su aplicación, tal como ocurría con los documentos anteriores Quattuor abhinc annis (1984) y Ecclesia Dei (1988), promulgados por San Juan Pablo II.
Luego de esta exposición general acerca del
sentido y alcance del motu proprio, mons. Graulich se refirió detalladamente a una
de las principales dudas que surgen de la interpretación de su texto, y
que se encuentra en las características que debe reunir el “coetus” de fieles
que solicita la aplicación de las disposiciones del mismo. En cuanto al número
de fieles, Mons. Graulich indicó que la interpretación de la Santa Sede es que basta un grupo de tres personas “faciunt collegium” y que, en consecuencia y por no
contarse con un requisito más exigente por las disposiciones vigentes, no se
requiere de un grupo más numeroso para solicitar al párroco del lugar la
celebración de la Santa Misa de conformidad a la forma extraordinaria. En
cuanto a las formalidades de constitución de éste, señaló que no se requiere de
una existencia formal o institucional, basta que sea, a tenor de las
disposiciones vigentes, un grupo de fieles. Finalmente, en cuanto a la locación
del grupo estable, indicó que sólo se requiere que este exista “dentro de la
parroquia”, sin que sea necesario que sus miembros residan dentro de sus
límites territoriales.
El Dr. Ettore Gotti Tedeschi pronunciando la última conferencia de la jornada
La última ponencia correspondió al ex presidente del Instituto para las Obras de la Religión (IOR) Dr. Ettore Gotti Tedeschi, titulada “La Economía de la Liturgia”. En una dinámica y provocativa ponencia, el Dr. Tedeschi invitó a los oyentes a realizar una interpretación de la liturgia católica usando las categorías propias de la ciencia económica. En este sentido, señaló que, al igual que con la economía, la liturgia que se desconecta de la moralidad y la conciencia en el destino sobrenatural del hombre produce lo contrario a lo que precisamente debiera enfocarse, esto es, una mejora en las condiciones materiales y espirituales de la humanidad. Así, el objetivo de la liturgia es producir una transformación en el alma humana y, por tanto, la corrupción de la liturgia tiene como consecuencia lógica la corrupción del hombre. Por esto, postula Tedeschi, la crisis hodierna es ante todo una crisis moral que no puede ser resuelta con la implementación de reformas técnicas. La crisis moral que vemos hoy no es efecto, sino causa, de la crisis económica por la que atraviesa occidente. El Dr. Tedeschi llamó a estar atentos a las reformas litúrgicas, por cuanto es a través de éstas que se pueden introducir ideas que conlleven la corrupción de su teología subyacente. En esta línea, denunció que este afán reformista puede estar impulsado por la intención de establecer un nuevo diseño u orden mundial apartado de las leyes de Dios y de la Iglesia, para lo cual sería fundamental introducir un germen de corrupción en la liturgia.
Tras la ponencia del Dr. Tedeschi, el P. Vincenzo
Nuara OP dio unas palabras de cierre agradeciendo a todos los expositores y al
numeroso público asistente. Enseguida procedió invitar a todos a participar en el
canto de las Vísperas Solemnes de la Exhaltación de la Santa Cruz, presidida
por Monseñor Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia de la Santa Sede y
secretario personal del Papa Emérito Benedicto XVI, en la Basílica de San Marco
Evangelista en Campidoglio, sita en la Plaza Venecia de la ciudad de Roma, a
las 18.30 horas.
Canto de Vísperas Solemnes de la Exhaltación de la Santa Cruz en la Basílica de San Marco Evangelista en Campidoglio
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