Comenzamos hoy a publicar en esta bitácora una primicia. Se trata de algunos fragmentos de la obra Inter convivas. Entre comensales. La Misa solemne contemplada y comentada. Como su nombre lo indica, el libro consiste en una explicación de la Misa solemne celebrada conforme a la forma extraordinaria del rito romano, que fue escrita antes de la reforma litúrgica posconciliar por José Luis (Dimas) Antuña Gadea (1894-1968), un laico uruguayo que supo penetrar con especial finura el misterio del Sacrificio Redentor y el sentido de los ritos con que éste se reviste. La vida del autor puede ser revisada aquí.
Debemos el conocimiento de esta obra, así como el permiso para reproducirla fraccionada, al P. Horacio Bojorge SJ, con quien uno de los miembros de nuestro equipo de Redacción pudo conversar gratamente en Montevideo durante noviembre de 2016, concretando así el intercambio epistolar que había comenzado en los meses anteriores. Agradecemos su gentileza de ponerse en contacto con nuestra Asociación y ofrecernos este trabajo, que esperamos se difunda y sea de provecho para nuestros lectores.
En esta y en la siguiente entrada publicaremos la presentación del libro, que fue escrita por el mentado P. Bojorge, quien desde 1978 viene difundiendo la vida y obra de Dimas Antuña. Después continuaremos con la secuencia de algunos fragmentos de la citada obra.
Inter convivas no ha sido publicado formalmente, pero puede ser descargado aquí.
(Foto: Dimas Antuña)
Debemos el conocimiento de esta obra, así como el permiso para reproducirla fraccionada, al P. Horacio Bojorge SJ, con quien uno de los miembros de nuestro equipo de Redacción pudo conversar gratamente en Montevideo durante noviembre de 2016, concretando así el intercambio epistolar que había comenzado en los meses anteriores. Agradecemos su gentileza de ponerse en contacto con nuestra Asociación y ofrecernos este trabajo, que esperamos se difunda y sea de provecho para nuestros lectores.
En esta y en la siguiente entrada publicaremos la presentación del libro, que fue escrita por el mentado P. Bojorge, quien desde 1978 viene difundiendo la vida y obra de Dimas Antuña. Después continuaremos con la secuencia de algunos fragmentos de la citada obra.
Inter convivas no ha sido publicado formalmente, pero puede ser descargado aquí.
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PRESENTACIÓN
José Luis Antuña Gadea (1894-1968), fue conocido por sus amigos con el nombre de Dimas –más apodo que pseudónimo– con el cual publicó sus escritos. Dimas, es el nombre con que se conoce, en la tradición cristiana, al “buen ladrón” crucificado junto a Cristo. José Luis eligió ese nombre literario desde muy temprano para rebautizarse a sí mismo[1].
Hemos presentado su vida y obra en ocasiones anteriores[2]. Hemos publicado algunos de sus escritos inéditos y republicado varios de sus escritos editados: poesías, conferencias[3] y algunas cartas suyas[4]. Le hemos dedicado una página en Internet donde se van incluyendo sus escritos[5].
Aunque Dimas, gran cultivador de sus amistades, mantuvo abundante correspondencia con algunos amigos del grupo intelectual que integró, se han conservado relativamente pocas cartas. Esta generación de universitarios católicos y el grupo de amigos que él integró y dentro del cual se le reconoció un destacado aporte espiritual. A esa generación pertenecen los que fundarían más tarde en Buenos Aires los Cursos de Cultura Católica, institución predecesora de la Universidad Católica Argentina. A esa generación pertenece el grupo Convivio que integró Dimas [6]. Ese mismo grupo de amigos fundó también varias revistas en algunas de las cuales colaboró nuestro autor. Nos referimos a las revistas Criterio, Ortodoxia, Número[7] y varias más.
Volante que anuncia la aparición de la revista Criterio (1928)
(Foto: Desde la Roca del Grifo)
Dentro de ese grupo, a Dimas Antuña – desprovisto de títulos académicos pero aplicado autodidacta y de luminosas inspiraciones espirituales – los amigos le reconocieron, sin pretenderlo ni buscarlo él, un ascendiente espiritual, tanto por su testimonio de santidad y piedad de vida como por su erudición litúrgica, teológica y patrística. El pintor y dibujante Juan Antonio Spotorno, por ejemplo, le reconoce esa deuda de gratitud en estos términos: Mucho me acuerdo de Usted en múltiples ocasiones. Es lástima que este río tan ancho nos separe. Tal vez Usted no se imagina qué gran lección de vida cristiana fue para mí tratarlo tan de cerca durante tantos años. Dios se lo tendrá en cuenta [8].
En una nota conmemorativa en ocasión de su fallecimiento en la revista Unitas de la Universidad Católica Argentina, se lo retrata así:
… nacido en el Uruguay en la última década del siglo pasado, era una inteligencia maravillosamente apta para la contemplación espiritual, a la que subordinó todas las dotes de su ingenio poético y literario.
Su muerte, acaecida en Montevideo, el 24 de agosto último, cierra con el ejemplo de su fe profunda, una larga vida cuya mayor parte transcurrió entre nosotros.
Deja unos cuantos deliciosos libros y poemas de juventud, y dos opúsculos sobre San José, donde avezados críticos (entre ellos el ilustre profesor Schlesinger, desaparecido casi simultáneamente con él) habían advertido geniales atisbos en torno al misterio del Patriarca.
Su permanente, incansable actividad de estudioso y contemplativo estaba centrada en la Misa. Quedan innumerables notas, apuntes, borradores, redacciones y correcciones que esperan (con poca esperanza) una inteligencia gemela capaz de utilizarlos.
Pero no es menos cierto que esa tensión espiritual, por obra de su caridad desbordante y a veces violenta, se derramaba sobre sus amigos, a quienes iluminaba, contagiaba, acicateaba y dirigía sin proponérselo, sin querer ser maestro y en ocasiones aparentando no ser amigo. Los beneficiados (que son legión) lo saben… o lo ignoran, pero se lo deben.
Por supuesto que una apresurada nota necrológica no puede dar una semblanza digna de su grandeza. Por eso hemos considerado preferible ofrecer a nuestros lectores ciertas reflexiones suyas sobre el tema de la muerte, que, escritas al correr de la pluma, sin ningún propósito ni cuidado literario, integran una carta confidencial, cuyo destinatario nos ha autorizado para desgajarlas de su contexto íntimo. En ellas, que van a continuación, se retrata y se caracteriza su recia espiritualidad [9].
Retomo los términos de esta nota necrológica para señalar que esta obra de Dimas Antuña sobre la santa Misa que allí se menciona como inédita, es la que estamos presentando ahora. Casi medio siglo después estamos publicando – para utilizar las mismas palabras del autor de la nota que antecede – la parte más importante de esas “innumerables notas, apuntes, borradores, redacciones y correcciones”, fruto de la “permanente, incansable actividad centrada en la Misa del estudioso y contemplativo” Dimas.
Presentamos reunidos aquí un cúmulo de escritos que el autor de la nota necrológica antes transcripta tenía poca esperanza de que se publicaran y que gracias a eso pudieran ser utilizadas alguna vez por alguien. Los hemos digitalizado con la esperanza de que el Señor les abriera el camino de la editorial y la imprenta. Al escribir esta presentación es todavía una posibilidad incierta.
El anónimo autor de la nota necrológica que hemos transcrito reconoció certeramente que: “su permanente, incansable actividad de estudioso y contemplativo estaba centrada en la Misa. Quedan innumerables notas, apuntes, borradores, redacciones y correcciones…” Ese caudal de escritos sobre la santa Misa Solemne, efectivamente, quedó inédito al fallecer Dimas el 24 de agosto de 1968.
Él había dado conferencias sobre la Santa Misa durante toda su vida y dejó por escrito los frutos de sus estudios y de sus vivencias eucarísticas. Dimas fue brindando esos frutos infatigablemente en las conferencias que dictó en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Algunas de ellas aparecieron como artículos en revistas.
Hacia 1978, diez años después del fallecimiento de Dimas, su viuda, Angélica Valla López me confió, junto con otros papeles pertenecientes a su esposo, esta masa documental inédita sobre la Santa Misa Solemne. Esos papeles están contenidos en siete abultadas carpetas. Contienen escritos en distintos grados y estados de redacción; algunos sólo en forma de esquemas.
Podemos decir, pues, que su esposa nos legó una gran obra en borrador en la que su esposo contempla y nos ayuda a contemplar y comprender el sentido espiritual de los ritos de la Misa solemne, sus diversas partes, sus oraciones, los ministros y participantes en esta acción dramática que es la Eucaristía. La divina Providencia, a falta de manos más diestras, puso en las mías la tarea de ordenar esos papeles, seleccionarlos, digitalizarlos y dejarlos prontos para una eventual publicación. Inevitablemente se encontrarán algunas repeticiones.
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La mística eucarística de Dimas Antuña se inscribe en un gran movimiento de reavivación litúrgica iniciado por los Benedictinos y que había llegado a estas regiones con fundaciones monásticas en Buenos Aires y Río de Janeiro. Es la época en que, para servir a esa necesidad de los católicos surgen los misales bilingües como el famoso de Azcárate.
En la conferencia titulada La Misa solemne que se encontrará en el capítulo tercero de este volumen puede verse una visión global de la mirada contemplativa de Dimas sobre la Santa Misa. Él sintetiza en ella su contemplación entrañable del misterio de la Santa Misa. Puede decirse que en esta conferencia se encierra el guión de la obra sobre la que trabajaría toda su vida pero no llegó a dar por terminada para su publicación.
Puesto por la Providencia en el rol de digitalizarla, editarla e intentar publicarla debo reconocer que no ha sido tarea fácil. Los escritos de Dimas Antuña están cuajados de citas bíblicas implícitas o alusiones a pasajes bíblicos o a hechos y textos de la Escritura. Para su publicación he señalado, siempre que me fue posible, las citas en notas al pie de página. Dimas Antuña maneja familiarmente el latín y pasa del castellano al latín como a segunda lengua. He conservado en latín sus continuas referencias a las oraciones latinas de la misa, agregando a veces su traducción castellana en nota o en el texto mismo. He respetado el uso variable de mayúsculas y minúsculas de Dimas al escribir algunas palabras, por ejemplo Iglesia, Misa, etc. Dimas Antuña recreaba en cada ocasión los mismos temas con variaciones de detalle. Esa masa de textos exigió un gran esfuerzo de selección para respetar la esencia y no ahogarla en la multitud de repeticiones.
Ejemplar de La Vida de San José (1941) de Dimas Antuña
(Foto: Mercado Libre)
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La Misa, reconoce acertadamente el autor de la nota necrológica en la revista Unitas, fue el objeto central de toda la vida de Dimas, de sus estudios y de sus pensamientos.
Su sobrina segunda, la Sra. Isabel Martha Antuña Cragnolino nos ha brindado felizmente recuerdos que copio a continuación y que confirman esta centralidad de la misa en la vida de Dimas Antuña, que no vacilamos en llamar su vida mística:
Conocí a Dimas siendo muy pequeña, allá por el 1943 recién llegada a Montevideo desde Santa Fe con mis padres, quienes se instalaban en Montevideo. Mi abuelo paterno Enrique Marcos Antuña Gadea, periodista e historiador, era hermano del padre de Dimas, José Luis Antuña Gadea, escribano, quien se instaló en Dolores, Departamento de Soriano. Mi abuelo vivió en Montevideo hasta 1904, cuando por razones políticas debió trasladarse a Buenos Aires con su esposa e hijos. Su esposa Dolores Gadea Casco, oriunda de Soriano y descendiente del Gadea de la gesta de “Los 33 Orientales”, era hermana de la madre de Dimas. Ambas familias pertenecían a lo que se conoció como el patriciado de la etapa fundacional de la futura sociedad uruguaya, allá por el 1700.
Esta pertenencia familiar tan fuerte, hizo que mi padre y su primo Dimas mantuvieran una relación estrecha, intensa y por momentos con cierta cotidianidad. Es así que yo conocí a Dimas y a Queca - su querida y admirada esposa - desde muy pequeña.
La presencia de Dimas en mi casa, - a través de su esposa y de breves contactos personales en su casa, eran vividos por mí como algo importante y que, desde muy niña, me generaban algo de lo misterioso. Hoy podría decir que la presencia de Dios se hacía sentir a través de ese hombre de fe.
Conocer a Dimas, escucharlo, oír sus parlamentos, era necesariamente impregnarse de un sentir religioso marcado por lo grandioso de la solemnidad de la liturgia -siempre en latín-, con todo el esplendor de aquellos años cuarenta, cincuenta, y algo más. La llamada misa de Gallo a las cero horas en punto del veinticuatro de diciembre – con el esplendoroso himno: ‘¡Gloria Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!” – anunciando y confirmando el nacimiento de Cristo, la culminación del adviento y la inauguración de la vida con Cristo entre nosotros.
Luego la inauguración de la cuaresma el miércoles de ceniza con la imposición de la misma que signaba el comienzo de un tiempo de penitencia y reflexión que se continúa el domingo de Ramos y los oficios de Tinieblas que anunciaban y preparaban las liturgias centrales de la Semana Santa: las misas solemnes del Jueves Santo, la liturgia del Viernes Santo y la Misa de Gloria del Sábado Santo, precedida por el oficio de la bendición del fuego, del agua, de los santos óleos, y las lecturas del Antiguo y Nuevo Testamento, que preparaban el momento del canto del Gloria y la luz de la Resurrección.
Dimas aportaba sus conocimientos litúrgicos y sus convicciones de fe a esta liturgia amada por él, hombre convencido del mensaje de amor que había traído Cristo a la tierra. Asimismo recuerdo a Dimas y a su esposa Queca, muy presentes en mi familia cuando mamá se agravó y se aproximaba el momento de recibir los santos sacramentos que la prepararían para un buen morir. En toda esa circunstancia Dimas estuvo muy presente, nos acompañó y presentó al Padre Livio, sacerdote capuchino que fue el ministro de Cristo en esa tan dolorosa circunstancia.
Dimas orientó y agregó palabra de sabiduría cristiana para la preparación de mi Primera Comunión - y por tanto de mi primera confesión -. Si bien la preparación fue en el Colegio Clara Jackson de Heber al cual yo concurría, las lecturas y charlas en mi casa le sumaron profundidad y una impronta personal y vivencial.
Ponerme en contacto con mis recuerdos sobre Dimas y sus legados me han hecho sentir lo valioso e enriquecedor de haberlo conocido personalmente y desde lo familiar, percibir el cariño y respeto que le tenía mi tía paterna María Martha Antuña Gadea a su primo Dimas, ya que lo consideraba un referente imprescindible como cristiano centrado en el acto esencial de la liturgia: la Santa Misa.
Recordar a Dimas es instalarnos en la liturgia como en un ritual cargado de sentido, que debía ser respetado en sus formas y presentación, sin desviaciones que le restaran impacto a la puesta en escena de un acto que debía ser solemne, sobrio e impactante y acorde a la celebración litúrgica en juego.
Dimas ordenaba su día y jornada laboral desde un eje inamovible: la hora de concurrencia a la Santa Misa [10].
Litografía (1840) de la Iglesia de la Matriz de Montevideo, hoy Catedral Metropolitana de Montevideo
(Imagen: Wikimedia Commons)
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Podemos preguntarnos si Dimas Antuña no se propuso publicar su obra sobre la santa Misa, o bien no lo consideró posible o quizás nunca la consideró terminada. Creemos más bien que no tuvo la oportunidad de publicarla, contra lo que hubiera sido su deseo. Y por eso nunca puso a punto un texto definitivo. Nos dejó lo que podríamos llamar, como él las veía, innumerables conversaciones de sobremesa.
En efecto, frecuentemente insiste él en advertir que no se atribuye un ministerio docente en la Iglesia y que habla de la misa simplemente en plan de comensal que, con otros invitados, participa del Convite divino.
Con pena hemos tenido que sacrificar muchos de esos apuntes de sus conversaciones de sobremesa y seleccionar los más completos y elaborados.
Haya tenido o no la intención de publicar algún día, lo cierto es que esa oportunidad nunca se le presentó, por lo cual dejó inédito un material muy rico y que merece ser preservado aún más allá de lo que consigamos salvar volcándolo en letras de imprenta.
Estos papeles, como queda dicho, llenan cinco carpetas: una por cada parte del rito eucarístico, y algunas carpetas accesorias más. En ellas se contiene el resultado de largos años de dedicación amorosa al misterio eucarístico y de un diligente apostolado para invitar al banquete divino. Décadas de hablar infatigablemente del Banquete.
Desde la década de 1930 hasta la de 1960 su apostolado consistió en dar a conocer y amar la Misa, en introducir a su público en el lenguaje litúrgico de la fe católica, que es el lenguaje que habla el rito de la Santa Misa Solemne.
Entre 1938 y 1943, Dimas hace cuatro viajes a Brasil. En Río de Janeiro se aloja en casa de un amigo, Wagner Antúnez Dutra, que le brinda hospitalidad y el retiro necesario para escribir. En esa época traba amistad con Alceu Amoroso Lima (Tristán de Athayde) y otras figuras de la cultura católica del Brasil. Ya en el primer viaje a Río (1938) presenta sus consideraciones eucarísticas a través de conferencias. Vuelve a Río en 1939 y es invitado a hablar en Juiz de Forá y en Belo Horizonte. En 1940 visita el Paraguay. En 1941 va a pronunciar sus conferencias en Salta y otros lugares de las Provincias Argentinas. Vuelve a Río de Janeiro en 1942 y desde julio a diciembre de 1943, siempre acompañado por su esposa.
Alceu Amoroso Lima (Tristán de Athayde)
(Foto: Folha de S. Paolo)
Su última conferencia puede datarse en los comienzos de la década de 1960.
Lo mejor de la obra de Antuña lo constituye lo que podemos llamar su destreza pedagógica para mostrar la Misa; para hacérnosla ver, como lo dice el título de la conferencia “Ver la Misa” contenida en este volumen. Él nos hace ver: la misa y sus partes, y a la vez el templo, los ritos sacramentales, los ministros, el coro, el pueblo. Aborda el misterio del culto como mistagogo de generaciones de católicos ignorantes del idioma espiritual de las ceremonias y de sus sacramentales. Mistagogo para muchos creyentes que asistían a misa sin entender; algunos por obligación, otros que perseveraban en el cumplimiento del precepto, pero sofocados por el formalismo y que, a menudo, terminaban huyendo hacia la informalidad; y por último tantísimos ciegos sin lazarillos.
Así lo intuye Dimas cuando titula los artículos que le publicaron por los años 1945-46 en la revista Itinerarium [11] con el epígrafe: La liturgia y el ciego. Su apostolado puede resumirse en la intención de “hacernos ver la misa” a los ciegos.
Pero esto, no como quien “enseña” sino como quien habla “Inter convivas”, entre los convidados a un banquete, departiendo con los demás acerca de lo que los ha reunido.
[1] Con ese nombre publica
en 1921 en Buenos Aires, a los 26 años, su primer libro: Israel contra el
Ángel.
[2] Por primera vez en el
artículo “Vida y obra de un autor
uruguayo poco conocido” en la Revista de la Biblioteca
Nacional (Montevideo) Nº 18 (Mayo 1978) pp. 159-175. Años después en la
revista Gladius actualizando la anterior reseña bio - bibliográfica:
“José Luis (Dimas) Antuña Gadea 1894-1968. Vida y obra de un profeta rioplatense desconocido”, en Gladius 28 (Navidad 2011) Nº 82, pp. 31-55.
[3] “La Iglesia: Casa de
Dios” Gladius (Abril de 1993) nº 26, pp. 57-80. “Carta a un escultor para hacer
una imagen de San José” Gladius 10
(1993) Nº 28, pp. 73-79 donde puede verse en la página 74 una foto de Dimas
Antuña joven. “El Misterio del Reino de Dios” Gladius 10 (1994) Nº 30 pp. 17-31. “El sacerdote” Gladius 10 (1994) Nº 31 pp. 43-52.
“Beatus vir” (Himno en latín a San José y traducción castellana, con foto de
Dimas adulto) Gladius 13 (1997) Nº 39
pp. 56-57. “La unión con Dios en San Pablo” Gladius
17 (1999) Nº 46 pp. 117-132. “Mulier amicta Sole. Conferencia sobre la
imagen de Nuestra Señora del Luján” Gladius
18 (2000) Nº 49 pp. 23-44 (Hay que advertir que esta conferencia aparece
por error con el solo título de “El Testimonio” por el libro del que fue
tomada); “El Bautismo” 20 (2003) Nº 56, pp. 11-30.
[4] Véase: “Algunas cartas
de Dimas Antuña” en Gladius 13 (1997) nº 40, pp. 115-132 dirigidas a
Juan Antonio Spotorno, Rafael Gigena van Marke, al R.P Pablo Mauro Sáenz OSB,
Carlos Sáenz; Martina Spotorno “Cartas de Dimas Antuña a Juan Antonio Spotorno”
en Gladius 28 (Navidad 2011) Nº 82, pp. 57-72.
[6] Véase la información
acerca de este grupo en Alberto Caturelli; Historia
de la Filosofía en Argentina, Coedición de Ciudad Argentina y Universidad
del Salvador, Buenos Aires, 2001. Dimas Antuña en las páginas 668-669 en el
contexto del grupo Convivio. En particular conexión con Carlos Sáenz cuya
amistad con Dimas duró toda la vida, y en relación también con el núcleo
reunido alrededor de Luis G. Martínez Villada, en Córdoba; Dimas colaboró con
ellos en la efímera revista Arx.
Dictó conferencias en el Instituto santo Tomás de Aquino, de los Padres
Dominicos. Véase
también Sebastián Sánchez; Diccionario de
Autores Católicos de habla hispana desde 1850 Editorial Vórtice, Buenos
Aires 2013, Dimas Antuña en la página 17. Reseña varios autores del grupo
Convivio, César E. Pico, Osvaldo H. Dondo, y otros: Nimio de Anquin, Luis
Martínez Villada, Tomás D. Casares etc. Véase
también Alejandra Niño Amieva, El Grupo
Convivio en Número y la definición de un programa estético-artístico del
catolicismo argentino (1930-1931). Por
último señalamos: El grupo Convivio
http://www.adversus.org/indice/nro-28/articulos/XII2804.pdf5
[7] Véase la monografía
histórica de Isabel De Ruschi Crespo, “Criterio”
un periodismo diferente. Génesis y fundación. Una respuesta católica al desafío
de la prensa en la Argentina en la década de 1920. Ed Fundación Banco de
Boston – Nuevo hacer, Grupo editor latinoamericano, (Col. Temas) Buenos Aires 1998. La autora menciona a nuestro
autor en el grupo fundador de Convivio en la página 90: “Así el
Convivio, de tan flexible y ágil estructura, centro de expansión juvenil, y
como el más espontáneo, fácil y eficaz instrumento de irradiación para las
ideas, se constituye, a juicio de los que han pasado por los Cursos, en uno de
sus elementos más memorables, acaso su corazón, y que si bien reúne desde el
comienzo a figuras como Jijena Sánchez, Dondo, Bernárdez, Lara, Camino,
Ballester Peña, Basaldúa, Anzoátegui, Antuña, Juan Antonio y otros,
indudablemente se identificará posteriormente con la extraordinaria
personalidad de César E. Pico, en quien todos reconocen un maestro
incomparable”.
[8] En carta dirigida a su ahijado de confirmación Pablo Sáenz,
monje benedictino, de fecha 3 de mayo de 1962, publicada en Gladius 28 (Navidad 2011) Nº 82, pp.
57-72
[9]
DIMAS ANTUÑA - In Memoriam; Memento mei
Domine, revista Unitas (Pontificia Universidad de Buenos Aires) Nº 7 Octubre de 1968, págs. 51-53
[10] Memorias manuscritas de la psicóloga Da. Isabel Martha Antuña Cragnonlino
[11] Revista de los
franciscanos en Santa Fe
Actualización [19 de julio de 2017]: El sitio Que no te la cuenten ha publicado una interesante entrevista al P. Horacio Bojorge S.J., donde se hace presente su lucha por mantener un auténtico espíritu ignaciano, su humildad y su fortaleza para combatir el error.
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Actualización [19 de julio de 2017]: El sitio Que no te la cuenten ha publicado una interesante entrevista al P. Horacio Bojorge S.J., donde se hace presente su lucha por mantener un auténtico espíritu ignaciano, su humildad y su fortaleza para combatir el error.
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