sábado, 11 de julio de 2020

La Misa con mentalidad "Walmart"

Les ofrecemos hoy un fragmento del muy recomendable libro de Ulrich L. Lehner intitulado Dios no mola (título original: God Is Not Nice: Rejecting Pop Culture Theology and Discovering the God Worth Living For)cuya traducción castellana fue publicada en 2019 por la editorial Homo Legens. El autor, nacido en 1976 en Straubing (Baviera, Alemania), es actualmente titular de la cátedra de teología Warren Foundation en la Universidad de Notre Dame (Estados Unidos), siendo reconocido por sus trabajos sobre la influencia de la Modernidad y la Ilustración en el Cristianismo. 

Como decía The Wanderer en una entrada redactada a propósito de la lectura de esta obra, se trata de "un libro básico, pero recomendable para ser leído por todos, y en especial por aquellos que tienen responsabilidades educativas, a fin de 'liberarse de un dios fabricado a medida de la cultura pop y adentrarse por sí mismos en la grandeza radical de Dios'". Pero, como precisaba dicha bitácora, "a estas palabras que figuran en la contratapa del libro habría que agregarle que no solamente la cultura pop se ha encargado de fabricar un Dios a medida, sino lo que lo ha hecho la misma Iglesia". En buena medida, esto ha sido responsabilidad de los nuevos derroteros teológicos y pastorales abiertos por el Concilio Vaticano II, los cuales se manifiestan con especial fuerza en la Misa reformada y en la actitud con la que los fieles asisten a ella. Entre los muchos aspectos que esta Misa presenta, está aquel que resalta Lehner: es el reflejo de la Iglesia "Walmart", donde ya no puede habitar el Dios del trueno del que habla la Sagrada Escritura, pues se apela a los sentimientos del fiel convertido en consumidor.  


Lehner no es el único que ha hecho un diagnóstico semejante. El fragmento que enseguida transcribimos confirma la descripción del catolicismo posconciliar que hacía Nicolás Gómez Dávila (1913-1994): “El cristiano moderno se siente obligado profesionalmente a mostrarse jovial y jocoso, a exhibir los dientes en benévola sonrisa, a profesar cordialidad babosa, para probarle al incrédulo que el cristianismo no es religión ‘sombría’, doctrina ‘pesimista’, moral ‘ascética’. El cristianismo progresista nos sacude la mano con ancha risa electoral”. Así, entre la experimentación para conservar a los fieles, se diluye la prédica y la presencia de Quien se proclamó Camino, Verdad y Vida. 

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La Iglesia "Walmart"

Ulrich L. Lehner

Si se abre cualquier libro de texto católico de los años 50, está claro que Dios nunca fue descrito como muchos teológos progresistas afirman. Pero hay que decir también que algunos aspectos de la justicia y la ley de Dios se exageraron, y en cambio se descuidaron algunas enseñanzas sobre la transformación y la misericordia cristiana. Por eso Hildebrand escribió su obra maestra Nuestra transformación en Cristo en los años 40, y August Adam su La primacía del amor en 1932. Y, sin embargo, en lugar de continuar su trabajo después del Concilio Vaticano II e intensificar la catequesis, los educadores en teología sustituyen el contenido por los sentimientos. Este no fue sólo un fenómeno católico, sin que se extendió a toda las denominaciones cristianas. 

En las dos décadas siguientes, la Iglesia deseó ser moderna y comprometerse con el mundo moderno, en el que los sentimientos se habían convertido en algo infalible. Haciendo que la gente se sintiera bienvenida, los católicos se propusieron crear un ambiente seguro al que la gente pudiera volver con alegría. Parece que creíamos que esto detendría el éxodo de la gente practicante. Se podría llamar  esto la "mentalidad Walmart", dado que al entrar a Walmart nos acogen con una efusiva y cordial bienvenida. Pero como en Walmart, en las iglesias en que esto sucede, la idea de Dios cambia según la estación, la oferta y la demanda. Los creyentes ya no iban a Misa porue adoraran al verdadero Dios, que les salva y les llamaba a la unión eterna con Él, sino porque les hacía sentirse bien. "Quiero que la Misa me aporte algo", se convirtió en la expectativa habitual. La consecuencia fue que los sacerdotes intentaban tener siempre ideas nuevas para atraer a las masas, como en un supermercado. Los precios o, mejor dicho, las expectativas disminuyeron. En cada estación se lanzaban "nuevas rebajas" y, en consecuencia, los creyentes practicantes empezaron a esperar, como en el mundo consumista, una serie infinita de experiencias adquisitivas gratificantes. 

El Rvdo. Humberto Álvarez, de Ojo de Agua, Sotillo, México, durante un particular rito del Asperges (Foto: Twitter)

Comprar en un almacén nos ayda a evitar la realidad. En la iglesia Walmart encontramos un bien que ya no es salvaje y que no nos arrastra a la aventura. Encontramos a un aburrido abuelo celestial que no nos causa ninguna incomodidad. Me puedo sentar en el regazo de este dios como si fuera el regazo de Papá Noel del centro comercial, decirle mis deseos, recibir una sonrisa y una palmadita en la espalda. Hace que me sienta bien. De un dios así no esperamos mucho, y no hay razón para que busque en las honduras del alma los deseos y necesidades que quisiera poner ante él. ¿Por qué debería rezar a un Jesús que es sólo "el símbolo del amor de Dios por la humanidad"? Si dios ya no es Dios, rezar es una pérdida de tiempo. 

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Una fe con contenido, con afirmaciones de la verdad y el compromiso, ha sido reemplazada por una religón de sentimientos difusos. Demasiados catequistas y teológos han hecho que millones de católicos crean que los principios racionales, la Tradición y la Escritura no importan tanto como la "experiencia de los fieles". 

Nota de la Redacción: El fragmento está tomado de Lehner. U., Dios no mola, trad. de Helena Faccia Serrano, Madrid, Homo Legens, 2019, pp. 88-91. El título proviene del apartado donde se encuentra el texto reproducido. 

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