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Legado de Julio
Retamal Favereau
Julio Retamal repetía que su mayor obra era la preservación de la liturgia tradicional. En esa tarea consumió dos tercios de su vida, sufrió incomprensiones y afrontó situaciones difíciles. Jamás dejó de perseverar, porque sabía que por Dios no se trabaja en vano.
La salvaguarda de ese legado espiritual fue otra proyección de su quehacer de historiador, centrado en la configuración de Occidente como el crisol donde se funden la filosofía griega, el derecho romano y la revelación cristiana.
Forjada
a partir de su institución sacramental por un desarrollo orgánico bimilenario, la
liturgia romana pertenece a toda la cultura universal y forma parte de su
patrimonio inmaterial. Con ese fin fundó en 1966 la Asociación Litúrgica
Magnificat, capítulo chileno de la Federación Internacional Una Voce, que
permanece hasta hoy.
Conservar la sacralidad de la
liturgia y convertirla en el centro y culmen de la vida cristiana sigue siendo
un desafío. Poco después de su elección, León XIV expresaba la necesidad de recuperar
el primado de Dios y el sentido del misterio, que involucra a la persona humana
en su totalidad, canta la belleza de la salvación y suscita el asombro ante la
grandeza divina.
Tras su partida, corresponde a
otros proyectar este legado con idéntico compromiso.