Como informa Lifesite News, la Dra. Anca-Maria Cernea, del Centro de Diagnóstico y Tratamiento Victor Babes y presidente de la Asociación de Médicos Católicos de Bucarest (Rumania), pronunció el pasado viernes 16 de octubre durante las sesiones del Sínodo de la Familia en Roma la ponencia que a continuación transcribimos para nuestros lectores.
Se trata de un valeroso testimonio de una mujer laica, en tiempos en que muchos obispos e incluso cardenales o bien callan sobre la Verdad que la Iglesia ha recibido el mandato de enseñar o, peor aún, propagan doctrinas incompatibles con la Fe Católica, especialmente en lo que respecta a los sacramentos y la familia, y que importan una completa rendición ante el espíritu del mundo.
Es imposible no pensar en otras mujeres en la historia de la Iglesia, como Santa Catalina de Siena o Santa Juana de Arco, que han sido instrumento de Dios para recordarle a los hombres de Iglesia su deber, que no es otro que proclamar el Evangelio de Cristo y llamar al mundo a la conversión verdadera, promoviendo la santidad universal a la que nos urgía el Concilio Vaticano II (LG 41).
Se trata de un valeroso testimonio de una mujer laica, en tiempos en que muchos obispos e incluso cardenales o bien callan sobre la Verdad que la Iglesia ha recibido el mandato de enseñar o, peor aún, propagan doctrinas incompatibles con la Fe Católica, especialmente en lo que respecta a los sacramentos y la familia, y que importan una completa rendición ante el espíritu del mundo.
Es imposible no pensar en otras mujeres en la historia de la Iglesia, como Santa Catalina de Siena o Santa Juana de Arco, que han sido instrumento de Dios para recordarle a los hombres de Iglesia su deber, que no es otro que proclamar el Evangelio de Cristo y llamar al mundo a la conversión verdadera, promoviendo la santidad universal a la que nos urgía el Concilio Vaticano II (LG 41).
Santidad, Padres Sinodales, hermanos, represento a la Asociación de Médicos Católicos de Bucarest.
Pertenezco a la Iglesia Católica rumana de rito griego.
Mi padre era un dirigente político cristiano que estuvo encarcelado durante diecisiete años por los comunistas. Aunque mis padres estaban comprometidos para casarse, no pudieron hacerlo hasta 17 años después.
Durante todos aquellos años, mi madre esperó a mi padre, sin saber siquiera si estaría aún vivo. Fueron heroicamente fieles a Dios y a su compromiso.
Su ejemplo demuestra que la gracia de Dios puede sobreponerse a unas circunstancias sociales terribles y a la pobreza material.
Los médicos católicos que defendemos la vida y la familia vemos que, ante todo, nos encontramos en una batalla espiritual.
La pobreza material y el consumismo no son la causa primera de la crisis de la familia.
La causa primera de la revolución sexual y cultural es ideológica. Nuestra Señora de Fátima dijo que los errores de Rusia se propagarían por todo el mundo.
Se hizo primero de forma violenta, con el marxismo clásico, matando a decenas de millones de personas.
Ahora se hace mediante el marxismo cultural. Hay una continuidad, desde la revolución sexual leninista, a través de Gramsci y de la Escuela de Frankfurt, hasta la actual ideología de los derechos homosexuales y de género.
El marxismo clásico pretendía rediseñar la sociedad adueñándose por medios violentos de la propiedad.
Ahora la revolución va más lejos: pretende redefinir la familia, la identidad sexual y la naturaleza humana.
Esta ideología se hace llamar progresista, pero no es otra cosa que la tentación de la serpiente antigua para que el hombre se haga el amo, reemplace a Dios y organice la salvación en este mundo.
Pertenezco a la Iglesia Católica rumana de rito griego.
Mi padre era un dirigente político cristiano que estuvo encarcelado durante diecisiete años por los comunistas. Aunque mis padres estaban comprometidos para casarse, no pudieron hacerlo hasta 17 años después.
Durante todos aquellos años, mi madre esperó a mi padre, sin saber siquiera si estaría aún vivo. Fueron heroicamente fieles a Dios y a su compromiso.
Su ejemplo demuestra que la gracia de Dios puede sobreponerse a unas circunstancias sociales terribles y a la pobreza material.
Los médicos católicos que defendemos la vida y la familia vemos que, ante todo, nos encontramos en una batalla espiritual.
La pobreza material y el consumismo no son la causa primera de la crisis de la familia.
La causa primera de la revolución sexual y cultural es ideológica. Nuestra Señora de Fátima dijo que los errores de Rusia se propagarían por todo el mundo.
Se hizo primero de forma violenta, con el marxismo clásico, matando a decenas de millones de personas.
Ahora se hace mediante el marxismo cultural. Hay una continuidad, desde la revolución sexual leninista, a través de Gramsci y de la Escuela de Frankfurt, hasta la actual ideología de los derechos homosexuales y de género.
El marxismo clásico pretendía rediseñar la sociedad adueñándose por medios violentos de la propiedad.
Ahora la revolución va más lejos: pretende redefinir la familia, la identidad sexual y la naturaleza humana.
Esta ideología se hace llamar progresista, pero no es otra cosa que la tentación de la serpiente antigua para que el hombre se haga el amo, reemplace a Dios y organice la salvación en este mundo.
Miguel Ángel, Caída del Hombre, pecado original y expulsión del Paraíso terrenal
(Capilla Sixtina, Roma)
Es un error de naturaleza religiosa; es gnosticismo.
Los pastores tienen la misión de reconocerlo y de alertar al rebaño de este peligro.
“Buscad, pues, primero el Reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura”.
La misión de la Iglesia es salvar almas. En este mundo el mal proviene del pecado. No de la disparidad de ingresos ni del “cambio climático”. La solución es clara: evangelización y conversión.
No reside en un dominio cada vez mayor por parte de las autoridades, ni en un gobierno mundial. Esos son hoy en día los agentes principales de la imposición del marxismo cultural, por medio del control de la natalidad, la salud reproductiva, los derechos de los homosexuales, la ideología de genero, etcétera.
Lo que el mundo necesita hoy en día no es que se limite la libertad, sino libertad verdadera, que es liberación del pecado y salvación.
Nuestra Iglesia estuvo prohibida durante la ocupación soviética. Pero ninguno de nuestros doce obispos traicionó la comunión con el Santo Padre. Nuestra Iglesia sobrevivió gracias a la determinación y el ejemplo de nuestros obispos, que resistieron en las cárceles y entre el terror.
El Siervo de Dios Iuliu Hossu (1885-1970), obispo greco-católico rumano,
muerto en cautiverio y ejemplo de resistencia heroica por la Fe.
Nuestros prelados pidieron a los fieles que no siguieran al mundo ni cooperasen con los comunistas.
Ahora necesitamos que Roma le diga al mundo como Cristo: “Arrepentíos de vuestros pecados y volved a Dios, porque el Reino de los Cielos está cerca”.
No sólo nosotros los católicos laicos, sino también muchos cristianos ortodoxos están rezando fervorosamente por este Sínodo. Porque, como ellos dicen, si la Iglesia Católica se entrega al espíritu de este mundo, será muy difícil para todos los demás cristianos resistirlo.
[Traducción de Alex Bachmann, publicada en el sitio Adelante la Fe, con destacados y pequeñas correcciones de estilo de la Redacción]
Actualización [18 de noviembre de 2015]: La bitácora Wanderer Revisited ha publicado una entrevista a Anca María Cernea, donde se refuerzan las ideas expuestas en su intervención ante el Sínodo y ofrecidas en esta entrada. La versión original (en inglés) puede consultarse aquí. La traducción es de Jack Tollers.
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