En el corazón de la Iglesia de San Francisco, en pleno centro de la ciudad de Santiago, se encuentra ella: la Virgen del Socorro. Se trata de una pequeña estatua de la Santísima Virgen, de labios rojizos, mejillas con rubor, ojos de cristal, manos con alargados dedos y 29 centímetros de altura. Sin embargo, esta imagen no es una escultura sacra cualquiera, sino que es la portadora de siglos de historia.
Construida casi con seguridad en Italia, dada las características de sus rasgos y los detalles de los elementos litomorfos que decoran sus vestimentas, esta escultura de bulto tallada en madera policromada, montada sobre una base de bol de Armenia y con dorado de pan de oro fue traída al país por Pedro de Valdivia en 1540. La imagen tiene una vestimenta diaria que la presenta con peluca negra, corona, escapulario, capa y con el Niño Dios en los brazos. La coronación fue hecha en la catedral metropolitana por el cardenal José María Caro, arzobispo de Santiago, por encargo del papa Pío XII.
La imagen tuvo tuvo un papel protagonismo durante el viaje de exploración emprendido por Valdivia, de suerte que prometió construirle una ermita si es que llegaban a un lugar seguro. Atravesó la cordillera, el desierto y muchos kilómetros hasta llegar al valle del río Mapocho, que fue nombrado como Santiago de Nueva Extremadura en recuerdo de su tierra natal. Era un lugar seguro, pero el conquistador tardó un tiempo en cumplir su promesa.
De todas maneras, la escultura recibió pronto el nombramiento de Patrona de la ciudad, pues cuenta la leyenda que los españoles sobrevivieron al ataque indígena sólo gracias a que Ella echó tierra en los ojos de los picunches. Todo comenzó el 11 de septiembre de 1541, cuando el cacique Michimalonco atacó la recién fundada ciudad, carga que acabó en su destrucción y la huida de los indígenas. Una crónica del siglo XVII atribuye esa derrota a una dama que golpea sus vestidos y levanta una polvareda que enceguece a los indígenas y los hace huir. Desde el siglo XVIII se asigna esa intercesión a la Santísima Virgen bajo su advocación del Socorro. Considerando estos méritos, el 15 de abril de 1645 tuvo lugar en el Cabildo de Santiago la votación para elegir a la Virgen del Socorro como patrona de la ciudad.
La ermita prometida por Pedro de Valdivia fue construida una vez que los debilitados colonizadores recibieron socorro desde Perú. Por ello, tanto el lugar como la escultura fueron llamadas del Socorro, y su cuidado confiado a la Orden de la Merced. En ese entonces, el lugar elegido era un sitio apartado y solitario, pues la ciudad se ordenaba en torno a la plaza de armas. La cercanía que tenía con el brazo del río que corría por el trazado de la actual Alameda producía a veces que se aislara completamente cuando había crecidas. Pero después de un tiempo pasó de ser un simple lugar de peregrinación y recogimiento para convertirse en una iglesia hecha y derecha construida en 1575. La estructura ha sido modificada con el paso de los años y varios terremotos que la dañaron, pero los cimientos se han mantenido.
De todas maneras, la escultura recibió pronto el nombramiento de Patrona de la ciudad, pues cuenta la leyenda que los españoles sobrevivieron al ataque indígena sólo gracias a que Ella echó tierra en los ojos de los picunches. Todo comenzó el 11 de septiembre de 1541, cuando el cacique Michimalonco atacó la recién fundada ciudad, carga que acabó en su destrucción y la huida de los indígenas. Una crónica del siglo XVII atribuye esa derrota a una dama que golpea sus vestidos y levanta una polvareda que enceguece a los indígenas y los hace huir. Desde el siglo XVIII se asigna esa intercesión a la Santísima Virgen bajo su advocación del Socorro. Considerando estos méritos, el 15 de abril de 1645 tuvo lugar en el Cabildo de Santiago la votación para elegir a la Virgen del Socorro como patrona de la ciudad.
La ermita prometida por Pedro de Valdivia fue construida una vez que los debilitados colonizadores recibieron socorro desde Perú. Por ello, tanto el lugar como la escultura fueron llamadas del Socorro, y su cuidado confiado a la Orden de la Merced. En ese entonces, el lugar elegido era un sitio apartado y solitario, pues la ciudad se ordenaba en torno a la plaza de armas. La cercanía que tenía con el brazo del río que corría por el trazado de la actual Alameda producía a veces que se aislara completamente cuando había crecidas. Pero después de un tiempo pasó de ser un simple lugar de peregrinación y recogimiento para convertirse en una iglesia hecha y derecha construida en 1575. La estructura ha sido modificada con el paso de los años y varios terremotos que la dañaron, pero los cimientos se han mantenido.
Iglesia y convento de San Francisco
A la muerte de Valdivia, la Iglesia quedó a manos de la orden franciscana, la cual en 1544 fundó el convento anejo. La razón de este cambio se debió a que se juzgó que un patrono como San Francisco –caracterizado por su sencillez, cercanía a la gente común y amor por los animales y criaturas- era más apropiado para la evangelización de los indígenas. De ahí que, incluso tras el regreso de los mercedarios de sus labores en el sur del país, la ermita siguiese confiada a los franciscanos, formalizándose la cesión por decisión de Cabildo de la ciudad en 1554. Esta destinación desplazó un poco la imagen principal y la que fue el motivo de la construcción de la Iglesia, la Virgen del Socorro. La Iglesia de San Francisco fue adquiriendo una fuerte identidad relacionada con su Santo Patrono: hoy en día la gente lleva a sus animales a Misa o pone fotos de ellos en un altar especial para encomendarlos.
Junto a la Iglesia se construyó, muy posteriormente, un museo de arte colonial, inaugurado en 1969. En él abundan objetos del período indiano y obras de arte de la época. La mayoría de los cuadros, esculturas y artefactos presentan motivos religiosos. El ambiente del museo gira en torno a San Francisco: la sala de exposición más importante tiene una serie de óleos que narran episodios de su vida, y en el medio hay un gran patio lleno de árboles centenarios, una fuente y animales, pavos, gallinas, peces y tortugas, que se pasean libremente.
Basilio Santa Cruz, Nacimiento de San Francisco (Museo de Arte Colonial de San Francisco)
Pero a pesar del protagonismo que tiene el santo de los animales, tanto la Iglesia misma como el museo vecino mantienen la atmósfera que era original de la construcción. Muchos años antes, Pedro de Valdivia construyó una ermita en un lugar alejado de la población (hoy en día, pleno centro de Santiago), donde la gente iría por silencio e inspiración religiosa. Ahora, este lugar quieto dedicado a la Virgen del Socorro es una suerte de oasis en medio de un ruidosa y populosa ciudad. La arquitectura colonial, fresca de ambos edificios transporta a otra época, y los árboles y animales proporcionan una tranquilidad y calma que, al parecer, han sido constantes a través de los siglos.
Nave central de la iglesia de San Francisco
Claustro del convento de San Francisco
Pocas veces la Virgen del Socorro ha bajado de su ubicación, en medio del retablo del altar mayor. Una de ellas fue durante el Congreso Eucarístico de Santiago, celebrado en noviembre de 1941, cuando la Virgen fue paseada sobre los hombros de franciscanos y capuchinos en la Misa de los niños que tuvo lugar en la Estadio Nacional (véase aquí el texto del radiomensaje que el papa Pío XII dirigió a los participantes del congreso). En 1953 volvió a bajar para celebrar los 400 de presencia franciscana en Chile. En 1973 la imagen fue sacada del templo en extrañas circunstancias, apareciendo al día siguiente. La imagen visitó nuevamente la catedral en 2002 para celebrar los 450 años de la Orden de Frailes Menores en Chile. El miércoles pasado la imagen fue expuesta al público por algunas horas, custodiada por efectivos de la Brigada Investigadora de Delitos contra el Medioamiente y el Patrimonio, para conmemorar los 65 años de la declaración de monumento nacional de la Iglesia de San Francisco.
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