domingo, 1 de agosto de 2021

Un paralelo entre la domesticación de la yuca o mandioca y el desarrollo litúrgico

Les ofrecemos hoy un nuevo artículo del Dr. Peter Kwasniewski, bien conocido de nuestros lectores. A partir de un texto de divulgación científica, que explica cómo la tradición cultural de un pueblo originario fue aprendido sobre el mejor modo de procesar la yuca o mandioca para evitar sus consecuencias adversas, el autor resalta la importancia que tiene la Tradición en la formación de los ritos litúrgicos. La razón proviene de que las comunidades humanas, como consecuencia del pecado original que es semilla de discordia y disgregación, tienden a la entropía, vale decir, hacia el caos. La Torre de Babel es un reflejo de lo que hace una comunidad que, viviendo bajo las reglas del mundo, busca el particularismo y la diferencia hasta el extremo que la convivencia resulta imposible. La paz sólo es posible, decía San Agustín, cuando hay tranquilidad en el orden, de suerte que la tendencia centrífuga del ser humano tiene que domeñarse mediante un principio organizativo. Para la Iglesia ese principio se encuentra en la gracia y se manifiesta en la Tradición, que ha soportado la criba de los siglos. Ella es la que transmite a las generaciones futuras lo vivo útil que conviene conservar. 

El artículo fue publicado en New Liturgical Movement y ha sido traducido por la Redacción. Las imágenes son las que acompañan al artículo original. 

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Un paralelo entre la domesticación de la yuca o mandioca y el desarrollo litúrgico

Peter Kwasniewski 

Raíces de yuca (mandioca)

Un amigo mío, que estaba leyendo cierto libro, me envió un pasaje del mismo, con una críptica nota: “Temas relevantes de tu interés”. El libro, de Joseph Henrich, es The Secret of Our Success: How Culture Is Driving Human Evolution, Domesticating Our Species, and Making Us Smarter [El secreto de nuestro éxito: cómo la cultura lidera a la evolución humana, domestica nuestras especies y nos hace más inteligentes], publicado por Princeton University Press en 2017. Hay otro bitácora, The Scholar’s Stage, que ha resumido el planteamiento de Henrich del siguiente modo (¡les aseguro que esta entrada tendrá en algún momento una aplicación litúrgica!).

“Henrich propone la idea de que la capacidad del cerebro no es, por sí sola, capaz de explicar por qué los humanos constituyen una especie tan exitosa. Su argumento es que los humanos no son en absoluto tan inteligentes como creemos que son. Príveselos de la cultura y del medioambiente en que han aprendido a actuar, y fracasan rápidamente. El ejemplo favorito del autor en este punto es el de los exploradores europeos, que mueren en medio de los desiertos, selvas o despoblados árticos a pesar de que cientos de generaciones de cazadores-recolectores han sido capaces de sobrevivir y multiplicarse en esos mismos lugares. Si el éxito humano se debiera a nuestra capacidad de solucionar problemas, de analizarlos y de desarrollar racionalmente nuevas soluciones para nuevos desafíos, los exploradores hubieran salido adelante. Pero su espantoso fin sugiere que la racionalidad puede no ser la única clave de la supervivencia humana.

“Si el pensamiento racional no es la clave de nuestro éxito, ¿cuál es ella?

“Para responder a esta pregunta, dice Henrich, deberíamos considerar la yuca o mandioca. La yuca, o mandioca, es uno de los alimentos básicos más populares en el mundo. Pero tiene una trampa: si no se la prepara correctamente, la yuca envenena lentamente. Con todo, algunas poblaciones la comen sin ningún problema. ¿Cómo es esto?

Citemos ahora al propio Henrich:

“En las Américas, donde por primera vez se domesticó la yuca, las sociedades que han consumido sus variedades amargas durante miles de años no muestran evidencia alguna de envenenamiento crónico por cianuro. En el Amazonas colombiano, por ejemplo, los indios tukanoanos emplean una técnica de procesamiento de varias etapas, que dura varios días, que incluye un mondado, un rallado y, finalmente, un cocimiento de las raíces a fin de separar la fibra del almidón y del líquido. Una vez que éstos se han separado, el líquido es hervido y se lo toma como bebida, en tanto que la fibra y el almidón deben reposar dos días más, al cabo de los cuales puede asárselos y comérselos…

“Estas técnicas de procesamiento son cruciales para la vida en muchas partes de la Amazonia, donde es difícil cultivar otros alimentos y donde, a menudo, ellos son poco rendidores. Sin embargo, a pesar de su utilidad, una persona, en soledad, tendría problemas para imaginarse cuál es la técnica desintoxicante. Piénsese en la situación de los niños y adolescentes que aprenden esas técnicas. Rara vez habrán visto producirse un envenenamiento por cianuro, porque las técnicas funcionan. E incluso si el procedimiento fuera ineficaz, de modo que los cuellos hinchados o los problemas neurológicos fueran frecuentes, sería difícil reconocer el vínculo entre estos problemas de salud y el consumo de yuca. La mayor parte de la gente ha comido yuca durante años sin efectos aparentes. Las variedades bajas en cianuro son normalmente hervidas, pero hervirlas es insuficiente para evitar enfermedades crónicas en el caso de las variedades amargas. El hervido, con todo, elimina o reduce el sabor amargo y evita los síntomas agudos (por ejemplo, diarrea, problemas estomacales y vómitos).

 “Así pues, si un individuo hiciera lo que dicta el sentido común y sólo hirviera la yuca con alto contenido de cianuro, las cosas parecerían estar bien hechas. Debido a que la tarea de procesar la yuca tiene varias etapas y es larga, ardua y aburridora, cumplirlas es, ciertamente, algo no intuitivo. Las mujeres tukanoanas emplean cerca de una cuarta parte del día en quitar lo tóxico a la yuca, por lo que esta técnica es, a corto plazo, costosa. Ahora, piénsese en el caso de una madre tukanoana, segura de sí misma, que decidiera abandonar algunos pasos aparentemente innecesarios del procesamiento de la yuca amarga. Podría ser el caso que ella viera con ojos críticos el procedimiento que le ha sido transmitido por las generaciones antiguas y concluyera que la finalidad de todo el procedimiento es eliminar el sabor amargo. Y luego podría experimentar con otros procedimientos alternativos, evitando uno o más pasos de mucho trabajo y de mucho consumo de tiempo. Seguramente se convencería de que con un procedimiento más breve y menos laborioso se puede eliminar el sabor margo. Si adoptara este protocolo más fácil, tendría más tiempo para otras actividades, como cuidar a sus hijos. Naturalmente, algunos años o décadas más tarde, su familia comenzaría a evidenciar síntomas de envenenamiento crónico con cianuro.

“Y así, la negativa de esta madre a dar fe a las prácticas que ha heredado de generaciones anteriores daría como resultado la enfermedad y la muerte prematura de los miembros de su familia. El aprendizaje individual no paga aquí, y las intuiciones son engañosas. El problema es que las etapas en este procedimiento son causalmente opacas, y un individuo no puede fácilmente inferir sus funciones, interrelaciones o importancia. La opacidad causal de muchas adaptaciones culturales ha producido un gran impacto en nuestra psicología.

Preparación tradicional de la yuca

“¡Cuidado! Puede que me equivoque en esto del procesamiento de la yuca. Después de todo, ¿no será fácil, quizá, que un individuo descubra los pasos para desintoxicar la yuca? Afortunadamente, la historia nos proporciona aquí un caso control. Hacia comienzos del siglo XVII, los portugueses llevaron por primera vez la yuca desde Sudamérica al África Occidental. Pero no llevaron consigo los antiguos procedimientos indígenas ni el compromiso subyacente de usar esas técnicas. Debido a que la yuca es fácil de plantar y es de un alto rendimiento en áreas de sequía, ella se expandió rápidamente por toda África y se convirtió en el alimento básico de muchas poblaciones. Las técnicas de procesamiento, sin embargo, no se regeneraron fácil ni coherentemente. Incluso después de cientos de años, el envenenamiento crónico por cianuro sigue siendo un grave problema de salud en África. Hay estudios detallados de las técnicas locales de preparación que demuestran que los niveles de cianuro siguen siendo altos, y que en muchos individuos que portan niveles bajos de cianuro en su sangre o en su orina, todavía no se han manifestado los síntomas. En algunas partes no se realiza procesamiento alguno, y en otras el procesamiento en realidad aumenta el contenido de cianuro. Desde el lado positivo, algunos grupos africanos han desarrollado culturalmente algunas técnicas eficaces de procesamiento, pero éstas se difunden muy lentamente.

“Aquí el punto es que la evolución cultural resulta, a menudo, mucho más inteligente que nosotros: como tiene lugar con el sucederse de las generaciones, a medida que los individuos inconscientemente escuchan a, y aprenden de, los miembros más saludables, más exitosos y más prestigiados de sus comunidades, este proceso evolutivo genera adaptaciones culturales. Aunque estos complejos repertorios parecen bien diseñados para solucionar los desafíos locales, no son en sí mismos el producto de determinados individuos que aplican modelos causales, o pensamiento racional, o análisis de costo/beneficio. A menudo, todos los individuos -o la mayoría de ellos- expertos en el desarrollo de estas prácticas adaptativas no entienden cómo o por qué ellas operan, y ni siquiera saben si ellas “hacen” algo en absoluto. Adaptaciones tan complejas como éstas pueden surgir, precisamente, porque la selección natural ha favorecido a quienes con frecuencia ponen su fe más en su patrimonio cultural, en la sabiduría acumulada que está implícita en sus prácticas y en sus creencias, derivadas de sus antepasados, que en sus propias intuiciones y en sus experiencias personales”.

Hasta aquí Henrich. Es difícil leer algo como esto y no pensar -mutatis mutandis- en la experiencia de la Iglesia católica en el siglo XX. La aplicación de esto al patrimonio cultural de la liturgia tradicional latina es obvia, así como también lo son las limitaciones de la aplicación de la pura razón a la cultura y el ritual, de los cuales no puede dar cuenta enteramente, pero de los cuales no puede prescindir. Véase la siguiente creativa reescritura de lo que escribe Henrich:

“En la Iglesia católica, que es donde se realizó primero la Misa, los creyentes que han dependido durante siglos del patrimonio tradicional no muestran señal alguna de envenenamiento herético ni contrario a la religión. La Misa Solemne, por ejemplo, es un proceso complejo, de muchas etapas, que toma muchas horas en llevarse a cabo. A pesar de la belleza y del contenido doctrinal que ella contiene, un individuo experimentaría dificultades para descubrir por qué las cosas se hacen como se hacen, y ciertamente ninguna persona aislada, ni ningún comité de personas, podría llegar a producirla (o a producir algo mejor que ella). Los niños que crecen con este patrimonio aprenden, sencillamente, asistiendo a ella, observando, orando y, en muchos casos, acolitando o cantando o participando en una procesión, con la ayuda en sus casas de algunas prácticas de apoyo. Rara vez verán que alguien se envenene con herejías o irreligiosidad, porque las prácticas funcionan. Aunque en algunas ocasiones las prácticas puedan ser de calidad inferior, sería raro el caso de un envenenamiento, ya que la forma de orar elimina o reduce los males y evita los síntomas agudos.

“Así, si las personas hicieran lo que es de sentido común y simplemente cumplieran con las costumbres que han heredado, todo estaría bien. Debido a que la tarea, compuesta de muchas etapas, de la liturgia católica es larga, ardua y a veces repetitiva, apegarse a ella podría parecer contra intuitivo. El clero emplea cerca de una cuarta parte del día diciendo Misa y leyendo el breviario, por lo que esta técnica es costosa, a corto plazo. Ahora, piénsese cuál podría ser el resultado si un sacerdote seguro de sí, o un obispo, o un papa, decidieran suprimir, de su tiempo diario de oración, cualquier etapa que pareciera innecesaria: podría quizá examinar críticamente las prácticas que le han sido transmitidas desde las generaciones pasadas y concluir que la finalidad del procedimiento es lograr que todos se involucren activamente en algún quehacer comunitario; podría experimentar, enseguida, algunas prácticas alternativas, eliminando algunas de las etapas más laboriosas o más largas: descubriría que con un proceso más corto y menos trabajoso se podría conseguir una apariencia de actividad religiosa. Si adoptara este protocolo, tendría más tiempo para otras actividades, como el acompañamiento, la justicia social, las excursiones culturales y el golf. Naturalmente, algunos años o décadas más tarde, su grey desarrollaría síntomas de envenenamiento crónico herético o irreligioso.

“Así pues, la renuencia de este padre a dar fe a las prácticas que se le ha transmitido por las generaciones pasadas redundaría en enfermedad y muerte prematura de los miembros de su grey. El aprendizaje individual no paga aquí, y las intuiciones personales son engañosas. El problema es que los elementos de las prácticas tradicionales son causalmente opacos: el individuo no puede fácilmente identificar sus funciones, interrelaciones e importancia.

“Pero, un momento. ¿Podría ser un error mío el aceptar las prácticas que nos han sido transmitidas? ¿Podría ser en realidad fácil imaginarse las etapas correctas de la oración litúrgica, de modo que cada comunidad pudiera redescubrirlas por sí mismas?  Afortunadamente, la historia nos proporciona un caso de prueba. Después de que la forma compleja de la liturgia fue abandonada por el Papa, la nueva forma se extendió por el mundo. Pero lo que no se exportó con ella fueron las antiquísimas rúbricas, ni el compromiso subyacente de seguir la tradición romana. Debido a que la nueva liturgia era fácil de poner en práctica, se expandió rápidamente y se convirtió en el alimento básico de muchas comunidades. Los rendimientos espirituales, sin embargo, no fueron abundantes, e incluso después de muchas décadas, el envenenamiento crónico herético o irreligioso sigue siendo un gran problema de salud espiritual en la Iglesia católica en todos los continentes. Existen estudios detallados sobre Iglesias particulares (como las de la India) que revelan altos niveles de sincretismo religioso, de eclecticismo, y de indiferentismo, de los que muchos individuos son portadores en sus mentes. Desde el lado positivo, algunos pocos grupos han, de hecho, desarrollado técnicas efectivas de oración (llamadas “reforma de la reforma”), pero ellas se difunden muy lentamente.

Aquí el punto es que el desarrollo litúrgico es, a menudo, mucho más inteligente que nosotros, en cuanto individuos aislados o agrupados en comités. Este proceso, que se lleva a cabo a lo largo de las generaciones, a medida que los individuos asisten a, y aprenden de, Iglesias locales más exitosas, prestigiadas y más sanas, especialmente la Iglesia de Roma, genera adaptaciones culturales y relacionamientos (como la conexión entre el respeto y el arrodillarse para recibir la Eucaristía en la boca). Aunque estos complejos repertorios parecen, cuando se los mira de cerca, bien diseñados para responder a los desafíos locales, no son primariamente resultado de algunos individuos que recurren a modelos causales, pensamiento racional o análisis de costo/beneficio. Con frecuencia quienes valoran y llevan a cabo estas prácticas adaptativas no entienden cómo o por qué funcionan. Estas adaptaciones complejas surgen precisamente porque la Divina Providencia guía a los individuos que ponen su fe más en el patrimonio cultural de la Iglesia, en la sabiduría acumulada implícita en las prácticas y creencias que provienen de los antepasados, que en sus propias ideas y en sus experiencias personales”.

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