viernes, 15 de abril de 2022

La estética del recogimiento en siete obras de arte

Les ofrecemos hoy, el día en que la Iglesia conmemora la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, un interesante reportaje publicado en Visión Informa, un periódico quincenal desarrollado por la Dirección de Comunicaciones de la Pontificia Universidad Católica de Chile para contar a la comunidad las novedades que ocurren al interior de dicha casa de estudios. El número de esta quincena está dedicado a la Semana Semana, conocida también como Semana Mayor por su importancia dentro del Año litúrgico. Ahí se incluye el reportaje de la periodista Marcela Guzmán que compartimos, donde se hace un recorrido sobre el sentido cristiano del recogimiento a través del arte, invitándonos a meditar a partir de las obras elegidas.

El artículo ha sido adaptado al formato habitual de esta bitácora y también corregido en cuanto a su estilo, agregando algunas explicaciones y enlaces. Las imágenes proceden de Wikicommons, como también sucede en la versión original, salvo el primer ícono. 
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La estética del recogimiento en siete obras de arte

Marcela Guzmán

Entre las diversas expresiones artísticas religiosas destaca la rica iconografía en torno los diferentes episodios bíblicos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo que se evocan en Semana Santa. Artistas de todos los tiempos han dedicado parte importante de su obra a interpretar las escenas más significativas de la vida de Cristo, acentuando la dimensión mística y religiosa a través de la estética.

"Los tiempos litúrgicos como la Semana Santa se viven y se van construyendo en función de los relatos bíblicos del Nuevo Testamento. Allí se narran estos acontecimientos de la vida de Jesús que son el centro del ciclo pascual que abre un nuevo tiempo", señala Federico Aguirre, vicedecano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

(Imagen: Pinterest)

En la historia del arte y también en la vida de la Iglesia "se han desarrollado imágenes con un fundamento muy fuerte en el hecho de que Dios se hizo hombre, con un rostro donde su imagen se muestra y se revela. Lo interesante es que estas imágenes van mostrando lo que dicen los relatos bíblicos de una manera mucho más directa, a través de la contemplación y, además, incorporan ciertos elementos que no están en los relatos, pero que forman parte de la tradición", señala el profesor Aguirre, que experto en teología del arte y pintura de íconos religiosos.

Hay que hacer una distinción importante entre aquellas imágenes religiosas y las imágenes de culto. Las representaciones artísticas, por ejemplo de Semana Santa, son descritas por el teólogo italiano Romano Guardini como las primeras. Es decir, “son imágenes de contenido religioso, pero que se mueven en el campo de la apreciación estética”, y son diferentes a aquellas imágenes de culto, explica Federico Aguirre. En cambio, las segundas “se reproducen y se reciben en el contexto del culto y de una comunidad creyente que ocupa la imagen como un instrumento para conectarse con lo sagrado. Por tanto, esta imagen tiene funciones y una forma de producirse que no necesariamente responden a los cánones de apreciación artística de cada época, como los íconos bizantinos”.

Entre las representaciones iconográficas que destacan dentro del ciclo pascual están, por ejemplo, la entrada de Jesús a Jerusalén, la Última Cena con los apóstoles, la coronación de espinas, y la Crucifixión, Muerte y Resurrección. A lo largo de la historia del arte son innumerables las obras que abordan estos tipos iconográficos, dándole una nueva dimensión al relato religioso de Semana Santa a través del arte. Ofrecemos aquí un recorrido por siete de ellas.

1. Entrada en Jerusalén, de Giotto di Bondone (1302-1305).

La capilla Scrovegni o capilla de la Arena en Padua, Italia, alberga en su interior uno de los más afamados conjuntos murales realizados en pleno Trecento italiano (siglo XIV). Compuesto entre los años 1302 y 1305, la Entrada en Jerusalén, de Giotto di Bodone (1267-1337), muestra a Jesús sobre un pollino–un símbolo de humildad– y a cuyos pies un hombre extiende su manto, que se quita para recibirlo. En el Domingo de Ramos, el Mesías es acompañado por sus discípulos y recibido con esperanza y alegría a su llegada a la ciudad santa, incluso por personas trepadas sobre los árboles para ver mejor la escena (Mt 21, 1-11; Mc 11, 1-11; Lc 19, 28-44; Jn 12, 12-19).

Giotto di Bondone, Entrada en Jerusalén (1302-1305)

2. La Última Cena, de Leonardo Da Vinci (1495-1498)

Este fresco del artista renacentista por antonomasia, Leonardo Da Vinci (1452-1519), fue realizado entre los años 1495 y 1498 en una de las paredes del refectorio del convento dominico de Santa Maria delle Grazie, en Milán, Italia.

Este mural representa la última comida que tuvo Jesús con sus apóstoles, celebrada la noche del Jueves Santo en Jerusalén, como conmemoración de la Pascua judía (Mt 26, 17–30; Mc 14, 12–26; Lc 22, 7–39; Jn 13, 1–17). Mide más de 4 metros de alto por casi 9 metros de ancho y fue encargado a Leonardo por el duque Ludovico Sforza. A diferencia de los frescos tradicionales, La Última Cena fue realizado con temple y óleo sobre capas de yeso. Por la maestría de Leonardo y la majestuosidad de la obra, este mural es considerado como una de las mejores obras pictóricas del mundo, como se comprueba con el gran número de visitas que recibe cada año. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980.

Leonardo Da Vinci, La Última Cena, 1495-1498

3. La coronación de espinas, de Anthony Van Dyck (1620).

La escena de la coronación de espinas ha sido representada por artistas como El Bosco, Tiziano o Caravaggio. En este célebre óleo realizado por el pintor flamenco Anthony Van Dyck (1599-1641) cerca del año 1620, Jesús es vestido y coronado con espinas –con un dejo de burla– como el rey de los judíos. El cuadro que recrea los crudos acontecimientos que componen la Pasión de Jesús durante el Viernes Santo se encuentra en el Museo del Prado, en Madrid, desde 1839 y, a lo largo de su historia, estuvo en posesión de Rubens y Felipe IV.

Anthony van Dyck, La coronación de espinas, 1620

4. Cristo abrazando a la cruz, de El Greco

Esta fue una de las escenas ampliamente desarrolladas por los artistas de la sociedad toledana de la Contrarreforma, que la liturgia cristiana revive en el Vía Crucis (Mt 27, 31-33; Mc 15, 20-22,; Lc 23, 26-32; Jn 19, 16-18​). Doménikos Theotokópoulos (1541-1614), conocido por su apodo de El Greco, representa en esta obra del año 1580 a Jesús cargando la cruz con ojos lagrimosos, pero con serenidad, en su camino por el Calvario del Viernes Santo. El pintor cretense muestra una figura alargada de Jesús, donde los pliegues de su túnica están modelados con luz y color al estilo de la escuela veneciana. Cristo abrazando a la Cruz está actualmente en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York (MOMA).

El Greco, Cristo abrazando la cruz, 1580

5. Cristo crucificado, de Diego de Velázquez (1632).

También custodiada por el Museo del Prado, en Madrid, esta pintura al óleo sobre lienzo del pintor español Diego de Velázquez (1599-1660) –considerado uno de los máximos exponentes del barroco español– entrega otra de las escenas cruciales de Semana Santa y punto cúlmine de la economía de la salvación: la Crucifixión. En Cristo crucificado (conocido también como Cristo de San Plácido, dado que en su origen estuvo situado el Convento de San Plácido de Madrid), obra realizada en el año 1632, su autor muestra a Jesús en un desnudo frontal sin más apoyo narrativo que su misma figura, captando con maestría la belleza y la expresión serena de Jesús crucificado. La atmósfera de la obra se ve realzada por la unión de la humana corporalidad del Mesías y su divinidad. Cabe recordar que, durante la Semana Santa, se leen los cuatro relatos de la Pasión ofrecidos por los Evangelistas: se comienza el Domingo de Ramos (II Domingo de Pasión) con la Pasión según San Mateo, se sigue el Martes Santo con la Pasión según San Marcos, se continúa el Miércoles Santo con la Pasión según San Lucas, y se concluye con el mediante la lectura de la Pasión según San Juan. 

Diego de Velásquez, Cristo crucificado, 1632

6. La piedad, de Miguel Ángel (1498-14998)

Esta magnífica obra escultórica representa el momento en el que una bella y piadosa Virgen María sostiene a Cristo, su Divino Hijo, ya muerto. Miguel Ángel Buonarotti (1475-1564) comenzó a trabajar en ella cuando tenía 24 años, escogiendo personalmente el bloque de mármol más apropiado para la obra, en las canteras de los Alpes Apuanos de la Toscana italiana. La Piedad del Vaticano, o simplemente Pietà, es un grupo escultórico realizado en mármol entre los años 1498 y 1499, y fue encargada al artista italiano por el cardenal de Saint Denis, Jean Bilhères de Lagraulas o de Villiers, embajador de la Corona francesa ante la Santa Sede, al que el artista conoció en Roma. En esta obra escultórica que representa una de las escenas del Viernes Santo y que hoy se encuentra en la primera capilla de la derecha de la Basílica de San Pedro del Vaticano, puede leerse "Miguel Ángel Buonarroti, florentino, lo hizo".

Miguel Ángel Buonarotti, La Piedad, 1498-1499

7. La resurrección de Cristo, de Rafael Sanzio

La resurrección de Cristo, del maestro renacentista Rafael Sanzio (1483-1520), es posiblemente una de las primeras obras de este artista florentino. Realizada entre los años 1499 y 1502 y en un pequeño formato de 52 cm. x 44 cm., la obra representa uno de los acontecimientos más importantes de la doctrina cristina y su teología: la resurrección de Jesús, que se conmemora en la Vigilia Pascual y el Domingo de Gloria. Según los textos del Nuevo Testamento, Jesús fue crucificado, muerto y puesto en un sepulcro excavado en piedra, resucitando al tercer día. El cuadro, donde Cristo resucitado sostiene un estandarte y se eleva por sobre cuatro soldados, se convirtió en una de las escenas pictóricas más representadas en el Renacimiento.

Rafael Sanzio, La resurrección de Cristo, 1499-1502

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