domingo, 21 de junio de 2015

La capa pluvial

El siguiente ornamento al que conviene referirse es la capa pluvial, un manto circular que cubre toda la espalda de quien la viste y se sujeta por delante con un broche, llamada así en los países meridionales de Europa desde el siglo IX. 


Capa pluvial de la catedral de Tudela
Todo parece indicar que antiguamente, en las frecuentes procesiones que se hacían por los alrededores de los pueblos de esta región, los clérigos llevaban previsoramente una capa para guardarse de la lluvia que pudiera sobrevenir. Para ese fin, este modelo de capa no sólo les cubría el cuerpo, sino que además tenía entre los hombros una capucha con la que protegerse la cabeza si empezaba a llover. Por esta razón, aún hoy a esta capa se le llama «pluvial», o sea, para la lluvia, y por la misma razón, en recuerdo de su origen, se le añade en el puesto adecuado un capillo que evoca la capucha original. La capa comenzó a ser utilizada en las comunidades monásticas por los miembros más importantes y, especialmente, por los cantores. Por influencia de Cluny su uso se extendió a toda Europa. Con esta difusión, mientras la casulla mantuvo su forma tradicional y se reservó para la celebración de la Santa Misa, la capa pluvial, más cómoda para el libre movimiento de los brazos, se impuso pronto en las funciones litúrgicas menores, como procesiones, incensación en laudes y vísperas, consagraciones, etcétera. Como fuere, la capa pluvial no ha sido nunca una vestidura estrictamente sacerdotal, por lo que su uso no es exclusivo del sacerdote y pueden llevarla también los clérigos menores, pero no los seglares (cfr. Pontificia Comisión Ecclesia Dei, Respuesta de 7 de junio de 1993, Prot. núm. 24/92). 




Conviene saber que hoy la capa pluvial sigue la regla del color litúrgico del día y que su uso es obligatorio en ciertas ceremonias o bendiciones más solemnes, por ejemplo, en la bendición anual de las candelas, de la ceniza, de los ramos, de la pila bautismal y del fuego nuevo; también debe llevarse en la bendición con la custodia durante la exposición del Santísimo Sacramento, así como en una procesión; en los ritos exequiales fuera de la Misa y en las laudes y vísperas; y por parte de los asistentes al oficiante en las vísperas solemnes. También se puede llevar cuando un presbítero acompaña al celebrante en la Misa solemne y por los portainsignias en la Misa pontifical celebrada según la forma extraordinaria.  

 S.S. Benedicto XVI revestido de capa pluvial


El papa Francisco preside las exequias del Cardenal Simon Loudusamy, Prefecto emérito de la Congregación para las Iglesias Orientales, vestido con capa pluvial 

No debe confundirse la capa pluvial con el manto papal. Este último es una de las insignias que caracterizan al Romano Pontífice, aunque su uso ha casi desaparecido. También es distinta de este ornamento la vimpa, nombre con que se conoce una especie simple de velo humeral que utilizan los monaguillos que sostienen el báculo y la mitra del obispo en las funciones pontificales.

Los obispos diocesanos y los cardenales, al vestir la capa pluvial, y los papas al vestir el manto papal, colocaban encima del broche propio otro más ricamente adornado, llamado formal

El papa usaba tres tipos de formales: 

(a) El formal penitencial, que tenía tres piñas colocadas de modo triangular. Desde 1969 los papas dejaron de usar el formal penitencial, hasta que Benedicto XVI lo recuperó en las primeras Vísperas de Adviento de 2007. 


(b) El formal ordinario, consistente en una placa de oro labrada o grabada. 


(c) El formal precioso, usado en las ocasiones más solemnes, que se caracteriza por tener piedras incrustadas.


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