domingo, 30 de agosto de 2015

Misa de la Asunción de Nuestra Señora en Magnificat

Rubens, La Asunción de la Virgen

"Pronunciarnos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste" (S.S. Pío XII, Bula Munificentissimus Deus).

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A continuación ofrecemos una selección de fotografías de la Santa Misa del día de la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, celebrada por nuestra Asociación en la Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, el día sábado 15 de agosto pasado:

































jueves, 27 de agosto de 2015

Una belleza que ya no existe

En ocasiones anteriores nos hemos referido a la belleza que emana de las celebraciones litúrgicas conforme a la Forma Extraordinaria, la que ha sido capaz de conmover tanto a creyentes como incrédulos. Es en esa belleza donde muchos, sin buscarlo o incluso oponiéndose a su existencia, logran descubrir a Dios.  Por eso, el Catecismo de la Iglesia Católica enseña que, "con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En todo esto se perciben signos de su alma espiritual. La 'semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia' (GS 18,1; cf. 14,2), su alma, no puede tener origen más que en Dios" (núm. 33).

Una vez más queremos compartir con nuestros lectores algunas palabras de Marguerite Yourcenar (1903-1987), donde la idea de divinidad se refleja a través de la belleza del rito. 

 Marguerite Yourcenar

- Entonces, ¿sigue siendo sensible a la mística católica?

Me gusta la mística que se desprende de las ceremonias cuando son bellas, cuando no son estropeadas por cualquier razón. Me gustan también las imágenes sagradas, y cuando veo la imagen del Cristo ultrajado, el "hombre de los dolores", en una iglesia de Brujas, vuelvo a encontrar exactamente los sentimientos que experimentaba a los ocho años en una iglesia de un pueblo del norte de Francia. Sentía ya en él, vagamente, a todo hombre insultado. Sin embargo, lo que me emociona en las ceremonias, es un cierto esfuerzo por participar, en un nivel en que todo el mundo puede acceder, lo cual es importante, porque eso no ocurre casi nunca en el campo de la inteligencia; la gente interpreta los conceptos a su manera. Las ceremonias (o las fiestas, es casi lo mismo), en las cuales los seres se sienten solidarios son hermosas, como una forma de vida más ferviente. A menos, por supuesto, que se se caiga al muy bajo nivel de chauvinismo de muchedumbre, sea católica, comunista, fascista, racista, poco importa, donde el fervor cede muy pronto su lugar a la arrogancia y al odio. 

Intenté explicar el sentido místico del rito a propósito de un poeta sobre el que había escrito, demasiado pronto, un mal estudio, a los dieciocho años: Píndaro. Al completar el libro que acabo de publicar sobre la poesía griega, me dije: pediré perdón a Píndaro, trataré de aclarar esa concepción de la religión griega, no muy alejada del catolicismo, el que a su vez no está muy lejos del shintoísmo, en el cual lo importante es justamente el esplendor de las ceremonias, el rito, el sentimiento de lo sagrado, porque reúne todo un mundo durante, quizá una media hora, y muestra los gestos de la vida en toda su belleza. Una belleza que ya no existe en las religiones de nuestros días, en el catolicismo en particular, que parece huirle, al reemplazarla por la guitarra eléctrica. Creo que es un error. Creo que es desconocer el sentido de las religiones, es decir, de "lo que reúne", como ya dijimos. Se trata de unir al hombre con todo lo que es, ha sido, y será, y no con la moda de un día.  

Aloysius O'Kelly: Mass in a Connemara Cabin (1884)

- No obstrante, parece que la religión católica actual ha querido aclarar las cosas, aunque sólo fuera diciendo la misa en francés.

Me pregunto qué queda. Pienso que las palabras fijadas, establecidas hace mucho tiempo, las palabras que sirvieron a miles de experiencias humanas, se cargaban de emoción, de un considerable voltaje que han perdido. En cierto modo eran mantras, y se las reemplaza por el lenguaje de todos los días, será difícil anclarlas en el alma humana, en la inteligencia y en la sensibilidad. 

Nota de la Redacción: El texto está tomado de Yourcenar, M., Con los ojos abiertos. Conversaciones con Mattheu Galey, trad. de Elena Berni, Barcelona, Plataforma Editorial, 2008, pp. 50-51. Los destacados son de la Redacción.

domingo, 23 de agosto de 2015

¿A vueltas con el latín?

En 2011, con ocasión de la publicación de la Instrucción Universae Ecclesia de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei para la correcta aplicación del motu proprio Summorum Pontificum publicado tres años antes, el P. Martín Gelabert OP escribió un artículo en su bitácora personal (aunque enlazada al sitio de la Orden de Predicadores) donde criticaba la decisión del papa Benedicto XVI de permitir la celebración libre de la Santa Misa conforme al misal romano de 1962, considerando que ella suponía un retroceso en la reforma litúrgica querida por el Concilio Vaticano II. En esa oportunidad, y en ejercicio del derecho que reconoce a todo fiel católico el canon 212 § 3 del Código de Derecho Canónico, uno de nuestros colaboradores preparó una documentada respuesta que intentó publicar como comentario a la referida entrada, la que nunca fue permitida por el autor (los comentarios se publican previa autorización del administrador). Desde entonces y hasta hoy, ese texto permaneció inédito. Pese a los años transcurridos, creemos que el tema tiene todavía actualidad y que esa respuesta puede ver la luz a través de esta nuestra bitácora. 



En respuesta al P. Martín Gelabert OP


El artículo del P. Martín Gelabert OP intitulado “A vueltas con el latín” y publicado en su blog personal (pero enlazado al sitio web de la Orden de Predicadores) el 15 de mayo de 2011 demuestra un profundo desconocimiento de las normas aplicables a la Forma Extraordinaria del rito romano y, además, es tendencioso en cuanto a la explicación del reciente documento de la Santa Sede dedicado a ella y en lo que atañe al uso de la lengua latina en la Iglesia Católica.

La Instrucción Universae Ecclesiae publicada la semana pasada, así como el motu propio Summorum Pontificum que pretende desarrollar, significan un permiso generalizado (y ya no un indulto, como hasta 2007) para que cualquier sacerdote pueda celebrar los distintos sacramentos conforme a los libros litúrgicos promulgados por el beato [hoy santo] Juan XXIII en 1962. Estos libros contienen la actualización de la liturgia católica a partir de los principios que el propio Papa Juan XXIII había formulado en el Código de rubricas de 1960, en continuación con el movimiento litúrgico al que el Venerable Pío XII dedicó su encíclica Mediator Dei (1947) y en plena concordancia con la tradición de la Iglesia a la que aludía el Concilio Vaticano II (Constitución Sacrosanctum Concilium, núm. 4). 


 Pío XII (centro), el entonces Cardenal Roncalli (luego Juan XXIII, izq.)
y el hoy Cardenal Capovilla (der.)

Pues bien, basta leer la mentada instrucción de rubricas de Juan XXIII para saber cuándo procede la homilía, materia sobre la cual el P. Gelabert denuncia una notable laguna: “Después del Evangelio, especialmente los domingos y fiestas de precepto, téngase, según la oportunidad, una breve homilía al pueblo” (núm. 474). Esta homilía debe hacerse según los criterios dados por la Instrucción de Musica Sacra et Sacra Liturgia de 1958 [núm. 22, letra d)], donde se encarece a los sacerdotes que prediquen sobre los textos leídos y sobre los misterios de la fe, especialmente los domingos y fiestas. Basta recordar que la Instrucción General del Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI hace mención expresa a estos principios al dictar las normas sobre la homilía (núm. 13) y que dicha regulación, aunque más pormenorizada, es plenamente coincidente con la existente respecto de la Forma Extraordinaria (Instrucción General del Misal Romano, núm. 29, 55, 65, 66, 67, 360, 382 y 391). Para favorecer que los fieles puedan comprender las lecturas, la Instrucción Universae Ecclesiae  precisa que las lecturas de la Eucaristía celebrada con observancia del Misal de 1962 «pueden ser proclamadas exclusivamente en lengua latina, o bien en lengua latina seguida de la traducción en lengua vernácula o, en las misas leídas, también sólo en lengua vernácula» (núm. 26).

El subdiácono lee la Epístola durante la Missa cantata (rito de Sarum)
(Foto: Alcuin Club, reproducida por el blog Modern Medievalism)

Al contrario de lo que señala el P. Gelabert, la utilización de la Forma Extraordinaria del rito romano no significa un desconocimiento o negación de todo el magisterio posterior de la Iglesia, como la propia Instrucción Universae Ecclesia se preocupa de recordar (núm. 19), y menos aún un régimen jurídico excepcional (núm. 12, 13, 27 y 30). Esto significa que la excelente exhortación apostólica post-sinodal del Papa Benedicto XVI sobre la palabra de Dios es plenamente aplicable a la forma extraordinaria y vinculante para cualquier fiel católico que desee profundizar en el misterio de la Palabra de Dios, sea en la oración personal, sea en la liturgia comunitaria.

Otra cuestión que se omite en el mentado artículo es que el latín ha permanecido siempre como la “lengua viva de la Iglesia”, por utilizar la expresión empleada por el Papa Juan XXIII poco antes de comenzar el Concilio Vaticano II (Constitución apostólica Veterum Sapientia, núm. 5). Este último, que pretendió abrir una nueva primavera para la Iglesia (Juan XXIII, discurso con ocasión del septuagésimo aniversario de la encíclica Rerum Novarum, 14 de mayo de 1961), mantuvo el latín como lengua litúrgica (Constitución Sacrosanctum Concilium, nr. 36) y recordó la necesidad de que los seminaristas fueran instruidos en ella (Decreto Optatam Totius, núm. 13). Y no debe olvidarse que los padres conciliares insistieron especialmente en que se debía procurar “que los fieles sean capaces también de recitar o cantar juntos en latín las partes del ordinario de la Misa que les corresponde” (Constitución Sacrosanctum Concilium, núm. 54; cfr. Instrucción General del Misal Romano, núm. 12, 41, 389 y 392), persuadidos de que en ello había una gran riqueza cultural. 

No por nada el Papa Pablo VI, poco después de que hubiera promulgado el nuevo Misal romano de 1969, recibió una carta de manos del entonces Arzobispo primado de Inglaterra, Monseñor John C. Heenan, firmada por ochenta personas relacionadas con la cultura, en la que le solicitaban que mantuviera la hoy llamada Forma Extraordinaria incluso en régimen de subsistencia con otros ritos, llamando la atención de la Santa Sede sobre la apabullante responsabilidad en que incurriría en la historia del espíritu humano si se negaba a permitir la subsistencia de aquélla. El mismo texto de la carta aclaraba que se trataba de una petición completamente ecuménica y apolítica, como lo demuestran las distintas creencias de los suscriptores. Su razón de proceder era simple: dicho rito pertenece a la cultura universal y no es patrimonio exclusivo de la Iglesia.  

 La escritora de misterio Agatha Christie, una de los firmantes de la carta a 
Pablo VI mediante la cual se solicitaba la preservación de la Misa tradicional

Más recientemente, el Papa Benedicto XIV ha recomendado que, para expresar mejor la unidad y universalidad de la Iglesia, exceptuadas las lecturas, la homilía y la oración de los fieles, conviene que las grandes celebraciones sean dichas en latín; “y se ha de procurar que los mismos fieles conozcan las oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano algunas partes de la liturgia” (Exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis, núm. 62). En la Instrucción Universae Ecclesiae se recuerda nuevamente que en los seminarios se debe proveer de los medios necesarios para que los futuros sacerdotes tengan una formación conveniente en el estudio del latín y, según las conveniencias pastorales, sean instruidos en la Forma Extraordinaria (núm. 21). Dicho de otra forma, el reciente documento no hace más que recordar lo que ha sido una regla invariable en la Iglesia y que el Papa, siguiendo los deseos del último concilio, ha tratado de rescatar e incentivar. 

Jóvenes asistentes a la Misa tradicional
La Forma Extraordinaria no es una simple nostalgia de unos pocos deseosos de volver al pasado o de intentar reivindicaciones de algo perdido. Ahí donde ésta se celebra, encanta a jóvenes que crecieron bajo la Eucaristía celebrada con el Misal de Pablo VI. Quienes acuden a este tipo de celebraciones litúrgicas, fuera de exigir un derecho fundamental de los fieles reconocido por el Código de Derecho Canónico de 1983 (canon 214), quieren profundizar en el misterio del sacrificio de Cristo que representa la Eucaristía (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 1323) y en cual Éste se hace real, verdadera y sustancialmente presente. Al final y al cabo, la virtud de la justicia impone dar a cada uno lo suyo, y el primero a quien esto se debe dar es a Dios a través de la virtud de la religión (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2095). El culto que debemos a Dios debe ser auténtico (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2105) y no escatimar en buscar todo aquello que externamente contribuya a dar mayor gloria a Dios. Por algo Jesús aprobó el gesto de María, la hermana de Lázaro, cuando derramó un costoso perfume de nardo puro sobre su cabeza, dado que éste estaba destinado con antelación al rito de su sepultura (Mt 26,6-13; Jn 12,1-8).


Dieric Bouts, Cristo en la casa de Simón

La Tradición no es un concepto estático y anquilosado, sino la transmisión de lo vivo útil. Constituye el alma de la historicidad de un pueblo, en la cual el hombre encuentra un fundamento para su existencia con miras a un encuentro pleno con Dios, leyendo así a la luz de la Fe la interpretación del querer divino (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 74). En la Iglesia, la tradición está formada por todas aquellas enseñanzas, escritos o ritos que son aceptados por ella y que no forman parte de la Biblia (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 78). La forma de celebrar la Eucaristía, de la que tenemos noticia documental ya desde el siglo II por el relato de San Justino, es parte fundamental de esta Tradición, como lo recordaba el Concilio Vaticano II (Constitución Dei Verbum, núm. 8). 


Sesión del Concilio Vaticano II

A mayor abundamiento, cabe recordar que el Concilio Vaticano II dejó en claro que su objetivo no era otro que “acrecentar de día en día entre los fieles la vida cristiana, adaptar mejor a las necesidades de nuestro tiempo las instituciones que están sujetas a cambio, promover todo aquello que pueda contribuir a la unión de cuantos creen en Jesucristo y fortalecer lo que sirve para invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia” (Constitución Sacrosanctum Concilium, núm. 1). Una particular aplicación de este ferviente deseo fue la reforma y el fomento de la Liturgia al que se dedicó la primera Constitución aprobada y sancionado por el Papa Pablo VI el 4 de diciembre de 1963. 

En clara consonancia con la hermenéutica de la continuidad o la reforma a la que aludía el Papa Benedicto XVI en su célebre discurso a la curia romana de 22 de diciembre de 2005, y en las que recordaba que la intención del Concilio Vaticano II era «transmitir la doctrina en su pureza e integridad, sin atenuaciones ni deformaciones», pero profundizada y expuesta según las exigencias de nuestro tiempo (haciendo así suyas las palabras del Papa Juan XXIII en su Discurso de apertura del Concilio, de 11 de octubre de 1962), la Instrucción Ecclesiae Universae dispone que la Pontifica Comisión Ecclesia Dei queda encargada de la edición de los libros litúrgicos necesarios para celebrar la forma extraordinaria (núm. 11), tarea que comprende la inclusión de los nuevos santos y de algunos de los nuevos prefacios (núm. 25). Esta revisión se enmarca dentro del proceso de enriquecimiento recíproco de las dos formas del rito romano del que hablaba el Papa en la carta a los obispos que acompañó el Motu proprio Summorum Pontificum.

Un último aspecto a considerar es terminológico. El artículo del P. Gelabert señala que la denominación «Misa» para referir la Eucaristía es una preferencia de «los amantes del rito antiguo». Olvida que el propio Catecismo de la Iglesia Católica incluye este término dentro de las formas legítimas con que se puede denominar el sacramento de la Eucaristía, «porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación se termina con el envío de los fieles (‘missio’) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana» (núm. 1332).


 Missa cantata conforme al rito dominicano
(Foto: EWTN News)

Por si las consideraciones anteriores no fuesen suficientes, la Instrucción Universae Ecclesia permite expresamente que las órdenes religiosas puedan hacer uso de sus libros litúrgicos propios (núm. 34). Esto, en el caso de un orden como la de Predicadores, es especialmente importante, ya que cuenta con un rito propio desde el siglo XIII que conviene honrar, conservar y fomentar según el deseo del Concilio Vaticano II (Constitución Sacrosanctum Concilium, núm. 4). A este rito los compañeros de orden del P. Gelabert han dedicado un excelente blog.  Además, el pasado sábado 14 [de mayo de 2011] la universidad que la Orden de Predicadores tiene en Roma, esto es, la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum), acogió la tercera versión del Congreso sobre la aplicación del motu proprio Summorum Pontificum organizado por la Associazione Giovani e Tradizione y el Sodalicio Amicizia Sacerdotale Summorum Pontificum, y que contó con el patrocinio de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei. La presidencia de este acto académico estuve a cargo de otro compañero de Orden del P. Gelabert, el P. Vincenzo Nuara OP.  Paradojas de la vida. 



Actualización [16 de noviembre de 2016]: el destacado novelista y articulista española Juan Manuel de Prada publicó recientemente una valiosa columna de opinión en defensa de la enseñanza de las lenguas clásicas, la que puede leerse aquí.

viernes, 21 de agosto de 2015

El manípulo

En la forma extraordinaria hay una última insignia litúrgica con el que se revisten los ministros sagrados: el manípulo. El sacerdote (y también el diácono y el subdiácono en las Misas solemnes) lleva fija sobre el antebrazo izquierdo una faja de tela de la misma hechura de la estola, pero más corta, sujeta por medio de un fiador o de unas cintas sobre la manga del alba. En Rubricarum instructum (1960) sólo existe una indicación sobre el manípulo, y se refiere a su incompatibilidad con la capa pluvial o con la vestimenta del sacerdote cuando realiza bendiciones sobre el altar (núm. 136). Así ocurre, por ejemplo, en la liturgia de tinieblas del Viernes Santo (Rubricarum instructum, núm. 135, letra f). En la Forma Ordinaria este ornamento no se utiliza y no existe ninguna mención a él en la Instrucción General del Misal Romano. Sin embargo, D. Mauro Gagliardi, consultor de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, es del parecer que este ornamento jamás fue abrogado por la reforma litúrgica y que bien podría ser utilizado todavía («Liturgical Vestments and the Vesting Prayers», 18 de diciembre de 2009). Conviene recordar que la Segunda Instrucción para la aplicación de la Constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia Tres ahhinc annos (1967) sólo previno que podía eliminarse el manípulo, sin ordenarlo imperativamente. 


Existen dudas sobre el origen del manípulo. Algunos piensan que procede de un trozo de lienzo que antiguamente llevaban los cónsules y que agitaban en el aire para ordenar la salida en las carreras de circo y también como objeto de etiqueta. Litúrgicamente, esta costumbre continúo observándose mediante el uso de un fino pañuelo que portaban los diáconos romanos durante la Misa, cuya función era más de decoro que para fines prácticos. Otros autores creen que su empleo obedecía a una razón funcional: el manípulo era un sencillo pañuelo con el que los ministros se limpiaban el sudor y enjugaban sus lágrimas durante la Misa y, además, con el que el subdiácono purificaba los vasos sagrados. De acuerdo a esta explicación, el manípulo recuerda el pañuelo (mappa y su diminutivo mappula) que usaban los romanos para el aseo de las manos y la boca después de cada comida, y también el que utilizaban las damas de sociedad para enjugarse el sudor. Sea cual fuere su origen, el uso del manípulo se institucionalizó hacia el siglo XII como parte de los ornamentos propios del orden sagrado de la Iglesia latina, ya que hasta ese momento su uso se circunscribía casi exclusivamente a Roma.

El manípulo, que ha de ser del color litúrgico del día, debe tener en su centro, que viene encima mismo del brazo, una cruz que ha de besar el que lo lleva, tanto antes de ponérselo como al momento de quitárselo. Ordinariamente también suele colocarse una cruz a cada extremo, aunque no está propiamente mandado. Espiritualmente, este ornamento recuerda que las buenas obras, los trabajos y el dolor ofrecidos a Dios serán espléndidamente recompensados. La oración que el sacerdote pronuncia al ponérselo es: «Merezca, Señor, llevar el manípulo del llanto y del dolor, para poder recibir con alegría el premio de mis trabajos». En el recuerdo de la Pasión, el manípulo representa las ataduras con que fueron ceñidas las manos de Nuestro Señor al ser azotado.


miércoles, 19 de agosto de 2015

África lidera el aumento de católicos en el Mundo

Un interesante y reciente estudio del Centro para la Investigación Aplicada del Apostolado de la Universidad de Georgetown (Center for Applied Research in the Apostolate, o “CARA” por sus siglas en inglés, se puede consultar aquí) confirma una importante tendencia ya anunciada por la más reciente versión del Anuario Estadístico de la Iglesia Católica, editado el año 2012: a contar del año 1980, mientras en Europa el número de católicos ha crecido tan solo un 6%, en África esa cifra se ha ampliado en un 238%.


El exponencial crecimiento de la Iglesia en África

El vertiginoso crecimiento de la Iglesia africana demuestra lo acertadas de las palabras de S.E.R. Peribe Taban, cuando señalaba que el futuro de la Iglesia está en ese continente, aunque cuando para algunos de trate de una "tímida primavera de la Iglesia" (véase aquí el artículo de El País). 

San Carlos Luanga y compañeros mártires de Uganda

De acuerdo al estudio, el mayor crecimiento de la Iglesia –en casi todos los indicadores- tiene lugar en África. Las altas tasas de fertilidad –las mayores a nivel mundial- y el mejoramiento de las expectativas de vida están impulsando considerablemente el número de católicos africanos, desde los 58,6 millones de fieles de 1980, pasando por los actuales 198,6 millones de fieles, hasta unos 460,1 millones estimados para el año 2040. En términos comparativos con el total de la población, los fieles católicos representaban un 12,5% de la población africana hacia el año 1980, cifra que se incrementa a un 18,6% hacia el año 2012.

Durante este mismo período, el número de parroquias en África se ha duplicado desde las 7.162 del año 1980 hasta las 15.217 parroquias existentes hacia el año 2012. Asimismo, se ha dado un incremento considerable en cuanto al número de obras sociales de la Iglesia –tales como hospitales y escuelas- que han aumentado de 7.828 e 1980 a 15.419 en 2012. Estas cifras contrastan dramáticamente con la misma información respecto de Europa, donde el número de parroquias han disminuido en un 12%, existiendo actualmente 16.669 parroquias menos que en 1980.


Adoración eucarística en Níger

En cuanto al número de sacerdotes africanos, este ha crecido de 17.346 en 1980 a 40.133 hacia el año 2012. El mayor crecimiento se produce en el número de sacerdotes diocesanos, que han aumentado en 21.441 desde el año 1980, lo que representa un crecimiento del 354%. En el mismo período, el número de diáconos ha crecido en un 225%. En contraste con otras regiones del mundo, existe también importante crecimiento respecto al número de religiosos: las vocaciones a la vida consagrada han aumentado en un 92,7% en el caso de las mujeres y un 61,2% en el caso de los hombres, a partir del año 1980. En la actualidad, hay 252 obispos africanos más que en el año 1980.


Católicos en Misa dominical celebrada en Gabón por el ICRSS

Los datos estadísticos anteriormente señalados suponen un enorme desafío pastoral para la Iglesia Católica. En efecto, y sin perjuicio del enorme crecimiento comparativo que tiene la Iglesia africana respecto a otras regiones del mundo en términos de nuevas parroquias y sacerdotes, dicho incremento no alcanza a satisfacer la demanda de fieles, que requieren de atención sacramental y espiritual. En este sentido, el número de fieles por parroquia ha pasado de 8.193 el año 1980 a 13.050 en año 2012, lo que seguirá aumentando de seguir la tendencia. Cabe agregar que la asistencia dominical a la Santa Misa alcanza a un 70% de la población católica adscrita a una parroquia o misión, cifra comparativamente alta respecto a las tasas europeas o iberoamericanas.

Los Institutos Ecclesia Dei y África

La liturgia tradicional no conoce fronteras y ha demostrado a lo largo de la historia de la Iglesia ser una fuente maravillosa de santidad y conversión para los nuevos cristianos. En este sentido, las misiones de los institutos asociados ala Pontificia Comisión Ecclesia Dei han sido muy fructíferas y exitosas en zonas de misión, como es el caso de gran parte del continente africano y también en algunos lugares de Hispanoamérica.


El Superior General de la FSSP, Rvdo. John Berg, de visita en Nigeria (2007). 

La historia del Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote (del cual ya hemos hablado aquí) se encuentra íntimamente vinculado al continente africano. El año 1990, el entonces obispo de la Diócesis de Mouila (Gabón) Mons. Simeon Obamba, aprobó su erección canónica como instituto de derecho diocesano. Desde entonces, el instituto siempre ha sostenido misiones en Gabón, estando algunas en medio de la selva y otras en zonas urbanas empobrecidas. El Instituto, a través de sus misioneros, ha restaurado y construido oratorios, escuelas y dispensarios médicos, alimentando la vida espiritual de millares de personas y aliviando también sus duras condiciones de vida. 

Por su parte, la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (de la cual ya hemos hablado aquí), sostiene desde el año 2001 un apostolado en el santuario de Nne Enyemaka (Inmaculada Concepción) en Umuaka, Nigeria. Para ello, la Fraternidad ha debido vencer grandes obstáculos, especialmente la precariedad de las condiciones materiales con las que se encontraron al llegar. Cabe destacar que el año 2007, coincidiendo con la promulgación del motu proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI, dicho santuario fue elevado a la categoría de parroquia personal, encargada al cuidado de la Fraternidad de San Pedro. En la actualidad, miles de nigerianos asisten con devoción a la Santa Misa que se celebra regularmente en dicho santuario, dedicado exclusivamente a la forma tradicional del rito romano.


A continuación encontrarán una serie de fotografías adicionales de los distintos apostolados en África sostenidos por institutos Ecclesia Dei:


Misa en Libreville, Gabón, celebrada por canónigo del Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote 


Nueva Iglesia del Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote en Libreville, Gabón


Procesión de la Dominica de Ramos, presidida por Mons. Gilles Wach, superior del Instituto Cristo Rey Sumo Sacerdote

Nueva iglesia en Nigeria, del Apostolado de la Fraternidad de San Pedro

Procesión de Corpus Christi en la misión nigeriana de la FSSP


Confirmaciones presididas por el Obispo local en la misión nigeriana de la FSSP


Actualización [23 de agosto de 2015]: El sitio Secretum meum mihi trae un interesante comentario efectuado por el cardenal Robert Sarah, hoy Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y por veintidós años arzobispo de Conakri (Guinea), con ocasión de un peregrinaje mariano en Bénin. El mismo viene referido por la emisión en francés de Radio Vaticano, pero omitido en su versión española. En él, el cardenal Sarah manifiesta su confianza absoluta en la cultura africana, la que salvará finalmente a la familia en medio de los ataques que se le dirigen desde diversos frentes en la víspera del próximo Sínodo de octubre. 

Actualización [27 de agosto de 2015]: La bitácora Acción litúrgica ha publicado una nota sobre la reciente visita de Su Eminencia el Cardenal Burke a la Parroquia Personal de Libreville (Gabón), apostolado confiado al Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote. Durante su estadía en esa ciudad celebró la Santa Misa Pontifical en presencia del arzobispo de Libreville, que gentilmente auspicio su visita para el provecho espiritual de sus fieles, y del Presidente de Gabón y la Primera Dama, el pasado 15 de agosto. Asistieron también Monseñores Dennis Kuruppassery, encargado de negocios de la Nunciatura Apostólica en Gabón, y Marco Agostini, ceremoniero pontificio. 

Actualización [21 de septiembre de 2015]: Nuevamente, el sitio Secretum meum mihi reporta una larga entrevista concedida por el cardenal Robert Sarah al National Catholic Register (puede consultarse aquí el original en inglés), donde vuelve a insistir en que África salvará el matrimonio y la familia cuando ambos son amenazados desde dentro de la propia Iglesia. 

Actualización [11 de septiembre de 2017]: El pasado 15 de agosto, fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, S.E.R. Gregory Ochiagha, Obispo Emérito de Orlu, ordenó sacerdote al reverendo Charles Ike, de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (FSSP), en el Santuario Nne Enyemaka, de Umuaka, Nigeria. Se trata de la primera ordenación con la liturgia tradicional en los últimos cincuenta años ocurrida en ese país. Véase la información y fotografías que proporciona el sitio oficial de dicho instituto

sábado, 15 de agosto de 2015

Fallece Monseñor Rogelio Livieres

Ha fallecido el día 14 de agosto en Buenos Aires Mons. Rogelio Livieres Plano (1945-2015), Obispo emérito de Ciudad del Este, Paraguay. Nacido en Corrientes (Argentina), fue ordenado sacerdote en 1978, perteneciendo a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Realizó estudios universitarios en Paraguay y España, recibiendo el título de Doctor en Derecho Canónico de la Universidad de Navarra.



Durante el período a cargo de la diócesis de Ciudad del Este (2004-2014), Mons. Livieres se mostró como un fiel y valiente servidor de Nuestro Señor Jesucristo y de su Iglesia, esforzándose especialmente en restaurar la dignidad de la Liturgia y en fomentar la piedad eucarística de sacerdotes y fieles. En diez años transformó profundamente la diócesis: fundó un floreciente seminario diocesano, bendecido con abundantes vocaciones, e instauró ocho capillas de adoración perpetua, aumentando admirablemente durante dicho período el número de sacerdotes y de parroquias, así como el número de personas que reciben los sacramentos y que realizan retiros. Las cifras hablan por sí mismas

Mons. Livieres se mostró siempre como un amigo de la liturgia tradicional, siendo en todo momento un pastor solícito para con todos los sacerdotes y fieles cercanos a ella, según el espíritu de reconciliación y paz litúrgicas que animaron a S.S. el Papa Benedicto XVI a promulgar el motu proprio Summorum Pontificum (2007).


Elevamos nuestras oraciones en sufragio del alma de Monseñor Livieres, con la esperanza que Nuestro Señor lo reciba en su Santo Reino y premie su fidelidad a la Fe Católica y su celo apostólico con la palma de la eterna gloria.

Requiem aeternam dona ei Domine.
Et lux perpetua luceat ei.
Requiescat in pace. Amen.


viernes, 14 de agosto de 2015

Una interesante entrevista a Monseñor Athanasius Schneider



Con algunas pequeñas variaciones de estilo, reproducimos a continuación para nuestros lectores una excelente entrevista a Su Excia. Revma. Monseñor Athanasius Schneider, la que ha sido publicada recientemente por el sitio Adelante la Fe y en la que Mons. Schneider desempeña con gran claridad y firmeza la misión de enseñar que, en cuanto sucesores de los Apóstoles, compete a los obispos (CCE 888 y 892).

Mons. Schneider, de quien hemos publicado antes otras entradas (ver aquí y aquí), nació en 1961 en Kirguistán en el seno de una familia de alemanes del Mar Negro de profunda fe católica, la cual emigró a Alemania en 1973, luego de sufrir grandes vicisitudes a causa de las persecuciones religiosas en la hoy extinta Unión Soviética. Luego de finalizar sus estudios escolares ingresó a la Orden de Canónigos Regulares de la Santa Cruz. S.S. Benedicto XVI lo nombró obispo auxiliar de la arquidiócesis de Santa María de Astana (Kasajistán) en 2006. Mons. Schneider celebra frecuentemente la liturgia tradicional.

 Mons. Schneider en la peregrinación tradicional a Chartres 2015

Mons. Schneider: "Es un verdadero honor ser fieles a la verdad de Dios y a las tradiciones espirituales y litúrgicas de nuestros ancestros y de los santos, y ser por tanto objeto de marginación [...] Vosotros sois la verdadera periferia de la Iglesia" 

Adelante la Fe: Excmo. Señor, usted participó, como sacerdote secretario de la Comisión litúrgica de la Conferencia episcopal de Kazajistán, en el Sínodo de la Eucaristía en 2005. Su intervención se centró en los recuerdos de su infancia referente a la actitud ante la Sagrada Comunión, poniendo el ejemplo de dos sacerdotes, el beato y mártir Alexis Saritski y el padre Janis Pawlowski. ¿Qué recuerdo tiene de la iglesia de su infancia y de estos sacerdotes?

 Beato Alexis Saritski


Mons. Schneider: Del beato Alexis Saritski tengo el testimonio de mis padres, que lo conocieron personalmente. Mi madre acostumbraba decirnos que en la vida no había conocido a un sacerdote más santo que el padre Alexis. Mis padres señalaban con frecuencia sus buenas cualidades. Era muy afable y comprensivo, pero al mismo tiempo enseñaba sin transigencias la plena verdad de la ley de Dios. Estaba entregado de lleno a la salvación de las almas hasta el límite de sus fuerzas físicas (había días en que no había probado bocado por haber estado confesando sin parar). En sus homilías, el beato Alexis decía con frecuencia que debemos mantener la pureza de corazón y la fidelidad a la fe católica. Al P. Janis Pawlowski lo conocí personalmente. Fue mi párroco en Estonia durante cuatro años. Con él me confesé por primera vez y recibí la Primera Comunión. Celebraba la Santa Misa con tanta devoción y reverencia que me dejó una impresión imborrable en el alma. Irradiaba santidad en todas sus palabras y gestos. Cuando, a los doce años, sentí la llamada del sacerdocio, me vino de pronto a la memoria el santo rostro de ese sacerdote. Verdaderamente era un hombre de Dios. Tuve la inmensa gracia de encontrarme con él en Riga (Letonia) después de no haberlo visto en veintisiete años. Él ya tenía 86 años, pero conservaba el mismo semblante espiritualmente joven y luminoso. Los tres días que pasé con él fueron una especie de ejercicio espiritual. Me ayudaba a ponerme las vestiduras para la Misa y me asistía durante la celebración con la sencillez y humildad de un monaguillo.


 
Adelante la Fe: Excmo. Señor, en su libro, Dominus est, editado por la Librería Editrice Vaticana en 2009, reflexiona sobre sus recuerdos de infancia bajo la persecución comunista, y sobre algunas observaciones históricas-litúrgicas acerca de la Sagrada Comunión. ¿De qué forma la Sagrada Comunión en la mano ha debilitado la fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía?

Mons. Schneider: Cuando mi familia salió de la Unión Soviética en 1973 y nos despedimos del P. Janis Pawlowski, nos hizo esta advertencia: “Cuando lleguen a Alemania, por lo que más quieran, no vayan a iglesias donde se dé la Sagrada Comunión en la mano”. Estas palabras nos dejaron helados; no podíamos imaginar que el Divino y más Santo Sacramento se pudiera recibir de una forma tan frívola. Actualmente es innegable que una parte considerable de los que reciben la Sagrada Comunión habitualmente en la mano, sobre todo los más jóvenes, que no han conocido la recepción de la Eucaristía de rodillas y en la lengua, no tienen la plena fe católica en la Presencia Real, porque exteriormente tratan a la Hostia consagrada del mismo modo que la comida de todos los días. El gesto externo minimalista tiene relación de causa con el debilitar o incluso la pérdida de la fe en la Presencia Real.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, el 15 de enero de 2012 intervino en el 4º Encuentro por la Unidad católica en París, con la conferencia titulada: La Nueva evangelización y la Santa Liturgia. En esta importante conferencia habla usted de las cinco llagas del Cuerpo místico litúrgico de Cristo: el sacerdote mirando vuelto a los fieles, la Sagrada Comunión en la mano, las nuevas oraciones del Ofertorio, la desaparición del latín en las celebraciones litúrgicas y el ejercicio de los ministerios litúrgicos de lector y acólito por mujeres. ¿Cómo se han producido estas llagas? Y para que estas llagas sanaran y desaparecieran, ¿qué sería necesario en la Iglesia?

Mons. Schneider: Ninguna de esas heridas lítúrgicas puede encontrar apoyo, ni remotamente, en Sacrosanctum Concilium, la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia. Se han introducido conforme a un plan concreto trazado por un reducido grupo de liturgistas que, fatalmente, ocupaban posiciones clave en la Curia romana durante el inmediato postconcilio. Con astucia y haciendo trampa, presentaron en algunos casos transformaciones radicales (excepto la práctica de comulgar en la mano) como si fueran la voluntad del Papa , y en otros como si fueran una decisión unánime de la Comisión de Reforma Litúrgica [nota de la Redacción: se refiere al Consilium ad Exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia, en funciones entre 1964 y 1974]. 

Esas manipulaciones están documentadas, por ejemplo, en el libro del cardenal Fernando Antonelli The Development of the Liturgical Reform y en las memorias de Louis Bouyer. Ambos autores fueron miembros de la Comisión de Liturgia postconciliar y son, por tanto, testigos de vista y de oídas de las mencionadas manipulaciones. Por alguna razón misteriosa, Dios ha permitido que las buenas intenciones de los padres del Concilio Vaticano II cayeran en manos de ideólogos litúrgicos impíos y revolucionarios. Pusieron la sagrada liturgia de la Santa Iglesia Romana en estado de cautiverio, en una especie de exilio de Aviñón. 

Para sanar estas llagas habría que tomar las siguientes medidas: 

 1) Estudiar a fondo la historia de la liturgia en lo que se refiere a las cinco llagas litúrgicas mencionadas. Ese estudio obligaría a reconocer con honestidad científica que las prácticas litúrgicas en cuestión jamás se dieron en la Iglesia universal; suponen una ruptura radical con la ley perenne de la oración (lex orandi) y, por consiguiente, una ruptura con la tradición apostólica. 

2) Estudiar detenidamente el texto de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium y en particular de las actas de los debates conciliares sobre este tema a fin de conocer la verdadera intención de los padres conciliares (la mens patrum), teniendo en cuenta que la encíclica Mediator Dei del papa Pío XII debía ser la principal clave hermenéutica de Sacrosanctum Concilium

3) Evitar en lo posible ciertas prácticas litúrgicas como recibir la comunión en la mano, celebrar de cara a los fieles, celebrar toda la liturgia en lengua vernácula y el empleo de mujeres y niñas como lectores y acólitos en la misa. Ninguna de estas prácticas es obligatoria. Sí lo son las oraciones del ofertorio moderno.  [Nota de la Redacción: sobre este punto, véase el artículo de Peter Kwasniewski publicado anteriormente en esta bitácora].

 4) Pedir a la Santa Sede que promulgue un documento que garantice al celebrante la libertad para elegir entre el ofertorio moderno y el tradicional al celebrar la Santa Misa en la forma ordinaria; el mismo documento podría fomentar la celebración ad Dominum o ad orientem y desaconsejar y limitar la recepción de la comunión en la mano. 

5) Instruir mediante catequesis y homilías en el misterio inefable y divino de la Sagrada Eucaristía, en la teología perenne e inmutable de la sagrada liturgia católica, y en el significado espiritual de los detalles de los ritos.

6) Organizar conferencias y charlas litúrgico-científicas para seminaristas, clero y seglares a fin de enseñar los principios litúrgicos perennes y el carácter orgánico de la sagrada liturgia, así como para desbaratar los mitos litúrgicos modernos. 

7) Difundir la celebración de la liturgia según la forma antigua y las enseñanzas del motu proprio Summorum Pontificum del S. S. Benedicto XVI.



Adelante la Fe: Excmo. Señor, en 2014 la Librería Editrice Vaticana vuelve a publicar un nuevo libro suyo: CORPUS CHRISTI. La Santa Comunione e il rinnovamento della Chiesa. Aquí vuelve a tomar con más profundidad el tema de la Sagrada Comunión. Concluye con una reflexión digna de tomar en consideración: la opción preferencial por el más pobre, el más inerme, Nuestro Señor Jesucristo en las especies eucarísticas. Ahora que tanto se habla de la opción por los pobres, los débiles, ¿por qué no caemos en la cuenta de la presencia del Pobre entre los pobres en la Sagrada Eucaristía? ¿Hasta qué punto podemos hablar de mentalidad protestante dentro de la Iglesia católica?

Mons. Schneider: Que Cristo, bajo las especies eucarísticas, haya llegado a ser hoy en día el más débil, vulnerable, indefenso y deshonrado en la Iglesia es un claro y lamentable síntoma de hasta qué punto se han deteriorado el amor y la fe plena en la Eucaristía y la Encarnación. Ciertamente, la esencia del protestantismo consiste en rechazar la plena verdad de la Encarnación con todas sus consecuencias: la visibilidad de la Iglesia, la vida de sacramentos, la realidad y grandeza de la Presencia Eucarística, las características encarnativas de la liturgia. La crisis actual de la Iglesia se manifiesta principalmente en estas dos actitudes: una espiritualidad gnóstica y un naturalismo horizontal, cuya raíz está en el antropocentrismo, el cual por su parte es un rasgo típico del protestantismo.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿cree usted que la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II, era una Iglesia aislada de la realidad del mundo, llena de privilegios y encerrada en sí misma? ¿Fue acaso el Concilio Vaticano II un concilio para una nueva Iglesia distinta de la recibida de la tradición?

Mons. Schneider: La época anterior al Concilio Vaticano II, en particular después del Concilio del Trento, se caracterizó por una actividad misionera asombrosamente viva y dinámica, que se podría comparar en cierta medida por sus efectos con la época posterior a Pentecostés. Pensemos, por ejemplo, en la labor misionera de San Francisco Javier, sobre todo en la orden jesuita en su conjunto, la admirable obra misionera de diversas Congregaciones Religiosas en África y Asia durante los siglos XIX y XX. Por medio de su labor misionera, la Iglesia contribuyó decisivamente además a elevar el nivel cultural, científico y sociosanitario de muchas naciones. 

Antes del Concilio Vaticano II, el aporte realizado a las ciencias naturales a través de sacerdotes, por ejemplo, Gregor Mendel en el campo de la genética y George Lemaitre en el de la astronomía y la física. Sacerdotes misioneros católicos escribieron las primeras gramáticas y confeccionaron los primeros alfabetos de los idiomas nativos de América, África y Asia. Asimismo, la contribución de la Iglesia fue decisiva para la abolición de la esclavitud (desde Paulo III y por Las Casas en el siglo XVI hasta León XIII y la princesa católica Isabel de Brasil en el siglo XIX). Con la encíclica Rerum novarum, León XIII estableció unas pautas universalmente reconocidas para el tratamiento justo de los trabajadores. En consecuencia, la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II no estaba cerrada en sí misma ni aislada del mundo real. Ni S.S. Juan XXIII ni la inmensa mayoría de los padres del Concilio tenían por objetivo crear una Iglesia diferente. 

Todos los documentos emitidos por San Juan XXIII, los documentos preparatorios del Concilio (schemata) y las actas del propio Concilio lo demuestran con creces. La verdadera relación de la Iglesia con el mundo real o la sociedad temporal siempre ha tenido lugar conforme al principio teológico gratia supponit naturam, es decir, la gracia (la Iglesia) presupone la naturaleza (el mundo), y lo purifica, eleva y perfecciona. Si la Iglesia deja de influir, o no lo hace en medida suficiente, en el mundo y sus realidades mediante los dones sobrenaturales (la gracia, la luz de la verdad divina) y por el contrario se ocupa principalmente de asuntos naturales y realidades temporales (por ejemplo, la justicia social o ecología), entonces se cierra en sí misma y priva al mundo de la dimensión eterna, del Cielo. Que la actividad principal de buena parte de la estructura oficial de la Iglesia Católica (asociaciones, comisiones, etcétera) se aísle de lo sobrenatural, del Cielo, para sumergirse en lo temporal y horizontal, es el problema central de la crisis de la Iglesia.

 León XIII (retrato de Philip de László)

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿cómo valora el motu proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI? ¿Por qué cree que su aplicación está tan obstaculizada?

Mons. Schneider: El motu proprio Summorum Pontificum es un acto del Magisterio Supremo que reviste unas dimensiones históricas. Era imprescindible. Corresponde a la naturaleza misma de la Iglesia transmitir íntegramente y sin fisuras a las generaciones venideras los tesoros de la fe (lex credendi) y de la liturgia (lex orandi). Una ruptura evidente en la expresión pública de la fe y la liturgia contradice la organicidad de la naturaleza eclesial, porque la Iglesia es un organismo (Cuerpo de Cristo, vid, huerto de Dios) vivo, no una máquina. Los obstáculos interpuestos a la puesta en práctica de Summorum Pontificum tienen su raíz en que un sector considerable del clero no se lleva bien con el principio de tradición orgánica y manifiesta un espíritu rupturista hacia el legado litúrgico de la Iglesia. Y otro motivo de la resistencia y aversión a Summorum Pontificum es la falta de autocrítica con relación a algunos defectos obvios de las reformas litúrgicas postconciliares.


Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿puede transmitirnos sus sentimientos cuando oficia el Santo Sacrificio de la Misa según la forma extraordinaria?

Mons. Schneider: Cuando oficio el Santo Sacrificio de la Misa en su forma extraordinaria o, para decirlo con más precisión, en la forma tradicional, tengo una conciencia saludable y beneficiosa de que no soy amo y señor de los sagrados ritos, sino un servidor que cumple la voluntad y los mandamientos de la Iglesia, de la Esposa de Cristo, rezando con las fórmulas y acciones que lo han hecho generaciones de católicos durante más de un milenio. Soy consciente de que aun en los más mínimos detalles estoy realizando algo que no es puramente humano y temporal, sino eterno y celestial. De que estoy celebrando el supremo acto de adoración a la inefable majestad del Dios Trino, que con su misericordia nos colma de gracia redentora.

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿qué factores han propiciado que estemos inmersos en la actualidad en una crisis de fe, cuestionándose aspectos que jamás se pensó que se pudieran cuestionar por la propia jerarquía de la Iglesia? ¿Está en crisis la propia identidad católica?


Mons. Schneider: Las raíces más hondas de la crisis de fe están en el antropocentrismo y el naturalismo, que se manifiestan en la actitud de ver y juzgar la verdad de la revelación y el culto divinos mediante criterios predominantemente racionalistas y totalmente humanistas y tomando como referencia la mudable historia del hombre. Una actitud así desemboca en el relativismo dogmático, moral y litúrgico, y a la larga a una grave deficiencia de fe que raya en la apostasía y el paganismo.

Las palabras de nuestro Divino Salvador se refieren en primer lugar a todos los discípulos de Cristo, y de manera especial a la actual crisis de la Iglesia: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lc. 18,8).

 Eugenio Lucas Velásquez (1817-1870): Misa en las ruinas de Zaragoza (1859)

Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿podría decir unas palabras de aliento a los sacerdotes, que fieles a la tradición de la Iglesia , están aislados y relegados en sus distintas diócesis sin que se les de templos para oficiar la Santa Misa en su forma extraordinaria , así como a los fieles que se les priva de la Santa Misa tradicional?

Mons. Schneider: A esos sacerdotes, seminaristas, jóvenes y familias me gustaría decirles: “Es un verdadero honor ser fieles a la verdad de Dios y a las tradiciones espirituales y litúrgicas de nuestros ancestros y de los santos, y ser por tanto objeto de marginación por parte de los que actualmente ejercen el poder administrativo en la Iglesia. Esta fidelidad y ánimo vuestro constituye el verdadero poder de la Iglesia. Vosotros sois la verdadera periferia de la Iglesia, que mediante el poder de Dios renueva a la Iglesia. Vivir la verdadera tradición del dogma, la liturgia y la santidad es una manifestación de la democracia de los Santos, porque la tradición es la democracia de los Santos. Me gustaría decir con San Atanasio: Quienes se os oponen, os humillan y marginan en la Iglesia han ocupado los templos, mientras que vosotros estáis fuera. Ellos tienen ciertamente los templos, pero vosotros la fe de los Apóstoles. Ellos afirman representar a la Iglesia; pero en realidad son los que se han expulsado de ella y están descarriados”.

 San Atanasio de Alejandría

Adelante la Fe: Excmo Señor, recientemente ha visitado los Seminarios de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en Estados Unidos y Francia (FSSPX/SSPX). Sabemos que es un encuentro “discreto”, pero ¿qué valoración puede darnos de lo que ha visto y hablado con ellos? ¿qué expectativas ve de una próxima reconciliación y cual sería el principal obstáculo para la misma?

Mons. Schneider: La Santa Sede me pidió que visitara los dos seminarios de la FSSPX/SSPX con el objeto de sostener un debate sobre un tema teológico concreto con un grupo de teólogos de dicha hermandad y con Su Excelencia el obispo Fellay. Esto me demuestra que para la Santa Sede la FSSPX/SSPX no es una realidad eclesiástica desdeñable, que es preciso tomarla en serio. Guardo muy buena impresión de mis visitas. Pude observar una sana realidad teológica, espiritual y humana en ambos seminarios. El espíritu de sentire cum ecclesia de la FSSPX/SSPX quedó manifiesto cuando me recibieron como enviado de la Santa Sede con verdadero respeto y mucha cordialidad. Es más, en ambos seminarios me alegró ver a la entrada la foto del papa Francisco, el Pontífice actualmente reinante. En las sacristías había placas con nombre de S.S. Francisco y del ordinario de la diócesis. Me conmovió el canto del rezo tradicional por el Papa (“Oremus pro pontifice nostro Francisco…”) durante la solemne exposición del Santísimo Sacramento. Que yo sepa, no hay razones de peso para negar a los sacerdotes y fieles de la FSSPX/SSPX reconocimiento canónico oficial, sino que se los debe aceptar como son entretanto. Eso fue en realidad lo que solicitó el arzobispo Lefebvre a la Santa Sede: “Que nos acepten como somos”. 

A mí me parece que la cuestión del Concilio Vaticano II no se debe considerar condición sine qua non, ya que se trató de una asamblea con fines y características primariamente pastorales. Parte de las declaraciones conciliares refleja únicamente las circunstancias del momento y tuvo un valor temporal, como suele pasar con los documentos disciplinares y pastorales. Si nos fijamos en la perspectiva de los dos milenios de la historia de la Iglesia, podemos afirmar que por ambas partes (la Santa Sede y la FSSPX/SSPX) hay una sobrevaloración y sobreestimación de una realidad pastoral de la Iglesia que es el Concilio Vaticano II. El hecho de que la SSPX crea, celebre los ritos y lleve una vida moral como exigía y reconocía el Magisterio Supremo y como observó universalmente la Iglesia durante siglos, y si además reconoce la legitimidad del Papa y de los obispos diocesanos y rece públicamente por ellos, reconociendo también la validez de los sacramentos según la editio typica de los nuevos libros litúrgicos, debería bastar para reconocer canónicamente a la FSSPX/SSPX por parte de la Santa Sede. De lo contrario perderá obviamente credibilidad la tan manida apertura pastoral y ecuménica de la Iglesia de hoy, y un día la historia reprochará a las autoridades eclesiásticas actuales por haber impuesto más cargas que las necesarias (cf. Hechos 15:28), lo cual es contrario al método pastoral de los apóstoles.

Nota de la Redacción: La traducción al castellano es la proporcionada por Adelante la Fe, revisada y aprobada por Mons. Schneider. Los destacados, así como algunas notas y pequeñas correcciones de estilo, son de la Redacción. La entrevista original en inglés puede leerse en Adelante la Fe.

Actualización  [15 de agosto de 2015]: El sitio Secretum meum mihi ha publicado una traducción al castellano de unas declaraciones concedidas por Mons. Schneider a Michael Voris, de Church Militant, en las que precisa y complementa algunas de las afirmaciones vertidas en la entrevista con Adelante la Fe, en especial aquellas referidas a la FSSPX/SSPX. El original en inglés puede verse aquí.

Actualización [22 de agosto de 2015]: El sitio Secretum meum mihi ha publicado una traducción al castellano de otra entrevista de Mons. Schneider, esta vez al medio Catholic Voice, la que puede leerse aquí. En la entrevista, Mons. Schneider se refiere al próximo sínodo de la familia y, en concreto, al Instrumentum Laboris, documento preparatorio del Sìnodo. El original (en inglés) puede verse aquí.

Actualización [4 de febrero de 2016]: El sitio Adelante la fe ofrece la traducción de una entrevista concedida por Mons. Schneider a Rorate Caeli (la versión original en inglés de la entrevista puede ser consultada aquí). En ella se aborda la condición actual de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), la participación de la mujer en la Santa Misa y el lavado de pies, si fue realmente Rusia consagrada al Inmaculado Corazón de María, el motu proprio Summorum Pontificum y los obispos que no ejercen un ministerio pastoral activo y muchos otros temas. 

Actualización [13 de junio de 2016]: Hace algunos meses fue publicado en italiano el excelente trabajo del capuchino argentino, S.E.R. Juan Laise, Obispo emérito de San Luis, Argentina, intitulado Comunione sulla mano. Documenti e storia, con prefacio de S.E.R. Athanasius Schneider, Obispo auxiliar de Astana, Kazakhstan, sobre el cual habíamos dicho algo en esta entrada. Hoy, el sitio Que no te la cuenten ha traducido al español el apéndice del libro, que lleva por título "Algunas reflexiones sobre la comunión espiritual", donde se analizan con enorme claridad no sólo esta práctica tan antigua de Iglesia, sino también las condiciones y disposiciones para que tanto la “comunión de deseo” como la sacramental lleven un verdadero fruto a las almas.

Actualización [27 de julio de 2016]: El sitio Catholicvs ha publicada una galería fotográfica de la Santa Misa pontifical en el faldistorio oficiada ayer martes, festividad de Santa Ana, madre de la Santísima Virgen María, a las 11:00 horas por S. E. Mons. Anthanasius Schneider, obispo titular de Celerina y auxiliar de Santa María en Astaná (Kazajistán), en el altar mayor de la iglesia de la Conversión de San Pablo de Kracovia (Polonia). Asistió a ella una gran cantidad de fieles -la mayoría jóvenes-, que se encuentran participando en la Jornada Mundial de la Juventud 2016 que tiene lugar en dicha ciudad.