Hace algunas semanas, el sitio New Liturgical Movement publicó un artículo sobre la conversión de una artista china, quien descubrió la Fe gracias a las iluminaciones de unos manuscritos medievales. Este hecho, que demuestra cómo la belleza es capaz de cautivar el alma humana y acercar a Dios, tiene también una moraleja litúrgica sobre la que hemos insistido en ocasiones anteriores: si Dios es la Belleza suprema, la liturgia debe tratar de reproducir, con los imperfectos medios humanos, una belleza que eleve al hombre hacia la transcendencia, para que en ella el Cielo y la Tierra se unan gracias a los frutos del misterios de la Redención. Sólo así es posible cantar, como Dante, al Amor que mueve al sol y a todas las demás estrellas. Les ofrecemos una traducción al español de este artículo hecha por la Redacción.
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Una artista china se convierte al estudiar las iluminaciones de los
manuscritos medievales
David Clayton
David Clayton
Quizá
algunos de ustedes ya conocen la conversión al catolicismo de la artista china Yan
Zu, de la cual han informado el National Catholic Register y la Catholic News Agency. Fue un fraile dominico de la Provincia Occidental, originario de
Taiwan, quien me puso en antecedentes de esta noticia.
Fue
el estudio de la historia del arte europeo, y específicamente de las
iluminaciones de los manuscritos medievales, lo que atrajo a la fe a Yan, quien
tiene un blog en lengua china, del cual he tomado estas imágenes de su trabajo
artístico.
Esta
historia me resulta interesante por dos razones. Primero, me pregunto si esto
que ha ocurrido es otra prueba más de una afinidad natural entre el arte
figurativo chino y el europeo, que permite que tenga lugar con gran facilidad una
mutua influencia (he escrito en detalle sobre esto aquí). El estilo del paisaje chino tradicional es resultado de una
visión taoísta del mundo, en la que el mundo material nos dirige, por su
belleza, hacia el cielo, que es un ámbito inmaterial de un orden perfecto. Los
artistas cristianos de Occidente están en condiciones de expresar el mismo
propósito en su pintura paisajista, especialmente en la tradición barroca. La
diferencia está en que, para el cristiano, el cielo está habitado, por decirlo
así, por Dios, sus santos y sus ángeles.
Segundo,
esta historia sugiere que la cultura cristiana tradicional es, por una parte,
universal y, por otra, propia de ciertos tiempos y lugares. Si se nos hiciera
el encargo de imaginar una forma de arte que pudiera convertir al pueblo chino,
muchos dirían que tendríamos que adaptar algo que fuera propio de la cultura
china a una forma que le hablara más directamente del cristianismo. Creo, por
cierto, que este enfoque es oportuno cuando se lo lleva a cabo con
discernimiento. Sin embargo, queda claro que esta forma de arte cristiana, que
carece de toda vinculación con lo chino y que nació en Europa occidental
durante la Edad Media, ha hablado poderosa y elocuentemente a esta mujer china.
Aunque
pienso que hay elementos geográficos y temporales que caracterizan a todos los
aspectos de la cultura, no creo que sean éstas las únicas influencias. La
cultura cristiana refleja también la fe, que es universal, es decir, válida
para todos los pueblos. Y me parece que la cultura europea
tradicional, por ejemplo, tiene el aspecto que la caracteriza debido a que es cristiana,
y hubiera tenido, en gran medida, el mismo aspecto aunque se hubiera originado
en el extremo sur de África. Supuesto que esto es así, toda forma de arte es,
en la medida en que es cristiana, comprensible para cualquier pueblo en
cualquier época y lugar. Lo cual significa, por lo tanto, que, contra lo que se
podría pensar, exportar al resto del mundo la cultura de Europa occidental (o
la cultura de la Europa del Este o, por ejemplo, la cultura cristiana del
Oriente medio) no constituye imperialismo cultural. Nadie le impuso a Yan esta
vía: simplemente ella sintió su atractivo, y la siguió. Con ello, ha respondido
a un don, que le ha sido dado gratuitamente, y que se llama ¡evangelización!
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Actualización [23 de noviembre de 2016]: El 24 de noviembre se presentará el libro Ensayos sobre estética de Mario Soria. El libro muestra la íntima conexión que existe entre el artista y Dios a través de la idea de creación. Religión en libertad ha publicado una entrevista al autor, que conviene leer.
Actualización [26 de marzo de 2017]: New Liturgical Movement ha publicado una interesante entrada sobre una casulla de Dom Pierre-Célestin Lou Tseng-Tsiang OSB (1871-1949), en cuya confección se refleja una correcta inculturación entre el arte sacro y la tradición textil china.
Actualización [17 de agosto de 2018]: New Liturgical Movement ha publicado dos interesantes entradas (ver aquí y aquí) acerca del sombrero sacrificial chino, usado con autorización de la Santa Sede por los clérigos católicos en China (incluso durante la Santa Misa) hasta comienzos del siglo XX, cuando en dicho país tuvo lugar una romanización del vestuario clerical. Se trata de un ejemplo de inculturación bien entendida, en que la adopción de ciertos elementos de una cultura no desdibujan el mensaje de Cristo, sino que facilitan su transmisión al servirse de ellos, dándoles un nuevo sentido a la luz del Evangelio.
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