domingo, 8 de enero de 2017

Acerca de las Misas de campaña (primera parte)

La Santa Misa requiere de una dignidad en su celebración debida al gran misterio que envuelve, que no es otro que la renovación del sacrificio redentor de Cristo. Como es el mismo Cristo quien se hace presente bajo las apariencias del pan y el vino tras la consagración, el culto que la Iglesia ha dispensado a la Santa Misa siempre ha previsto no sólo cuidados materiales, sino gestos y comportamientos del sacerdote orientados a dar el trato más respetuoso y delicado que se pueda al Señor Sacramentado. Esto explica las disposiciones del derecho de la Iglesia sobre el lugar de celebración, el modo de revestirse el sacerdote y los elementos materiales que deben disponerse para decir la Misa. Sin embargo, este cuidado no ha impedido que siempre haya sido necesario prever disposiciones para casos de excepción, pues a veces se requiere celebrar la Santa Misa en lugares que no cuentan con un altar consagrado. Tal es el caso de las Misas de campaña, donde la precariedad de las circunstancias no puede hacer desmerecer el culto que ha de darse a Dios. 


Bajo el Código de Derecho Canónico de 1917, podía decirse Misa en un hogar honesto y decoroso, pero siempre sobre piedra consagrada (el llamado "altar portátil"). Se excluía de este destino los dormitorios y comedores. Con el código de 1983 desparece la exigencia del ara consagrada, bastando que se emplee una mesa apropiada, aunque utilizando mantel y corporal. Rige todavía la misma limitación sobre aquellos lugares donde no puede decirse la Santa Misa. Se requiere asimismo que se trate de un caso particular exigido por necesidades concretas.

Hace algún tiempo, el sitio The New Liturgical Movement publicó una serie de entradas sobre las Misas de campaña. El primero de ellos fue escrito por el Prof. Peter Kwasniewski, conocido por los lectores de esta bitácora, y en él se aborda las condiciones para una celebración adecuada de esta clase de Misas según la forma extraordinaria (véase aquí el original en inglés). Los dos artículos siguientes son un complemento del anteriormente referidos y reproducen imágenes enviadas por los lectores de Misas de campaña según el rito tradicional (véase respectivamente los originales aquí y aquí). El último artículo muestra el cuidado puesto por un sacerdote que organizó una Misa pontifical reformada en medio del campo (véase aquí el original). En esta y la siguiente entrada les ofreceremos la traducción de esos artículos hecha por la Redacción. 


Como cierre de esta serie sobre las Misas de campaña, en una tercera entrada queremos ofrecerles cuatro anexos: el primero sobre las normas que regulan el lugar de celebración de la Santa Misa; el segundo con imágenes de una Misa de campaña celebrada por el Papa emérito Benedicto XVI poco tiempo después de ordenado; el tercero con una fotografía de un joven (y hoy beato) Óscar Romero celebrado la Santa Misa al interior de El Salvador, y el cuarto con imágenes de Misas de campaña celebradas en Chile a través de la historia. 

Puede verse una entrada publicada con anterioridad en esta bitácora, donde se aborda un tema relacionado con el que ahora abordamos: la Santa Misa de siempre celebrada en su mínimo esplendor, vale decir, sin los elementos materiales que usualmente caracterizan su celebración.  

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La digna celebración de una Misa de campaña

Peter Kwasniewski

(23 de mayo de 2016)

Ahora que, al menos en el hemisferio norte, estamos en vísperas del verano y de todas las actividades puertas afuera y de los viajes que esto hace posible, vale la pena analizar el fenómeno de las Misas de campaña, cuya popularidad parece ir en aumento con el paso del tiempo.

Es obvio que no siempre hay una buena razón para celebrar una Misa de campaña. Como se sabe, el Derecho Canónico especifica que el lugar normal para la liturgia es una iglesia o capilla consagradas. Pero si uno forma parte de un grupo de católicos que ha emprendido un viaje largo a través del descampado y se está a muchos kilómetros (con montañas incluidas) de cualquier lugar civilizado, o si se va en peregrinación de varios días de un santuario a otro, lo que resulta correcto es prever Misas celebradas a lo largo del camino. 

Pero aún así, hay que celebrarlas correctamente, es decir, con reverencia, con todos los aspectos esenciales del rito, y excluida toda posibilidad de profanación. En otras palabras, si se va a celebrar una Misa de campaña, debe hacérselo bien, y si ello no es posible por alguna razón, es mejor abstenerse de celebrarla. El P. Pierre-Jean de Smet (1801-1873), auténtico apóstol del oeste norteamericano, dijo en alguna ocasión que una de las cosas más arduas para un misionero era la cantidad de veces que se veía impedido de celebrar Misa por lo difícil de las circunstancias.

El tema de las Misas de campaña me interesó a propósito de mi vínculo con el Wyoming Catholic College, que contempla un intenso Programa de Liderazgo a Campo Abierto, el cual envía a todos los alumnos de primer año a un viaje de tres semanas por parajes solitarios, acompañados por capellanes durante las dos primeras semanas. Algunos otros viajes, como el de una semana de invierno que deben hacer dichos alumnos, han contado con la bendición de la asistencia sacerdotal por parte de nuestros capellanes estables. Yo mismo tuve la suerte de participar en un viaje de doce días, con mochila, hace algunos veranos atrás, durante el cual tuvimos la suerte de ir acompañados por un sacerdote de la Fraternidad de San Pedro que celebró diariamente la Misa tradicional en medio de los paisajes más impresionantes que he visto jamás. Incluso cantamos una Misa solemne en la fiesta de la Transfiguración (yo había llevado conmigo una fotocopia de los Propios y del Ordinario).

En este artículo mi propósito es reunir una considerable cantidad de fotografías y sugerencias sobre las Misas de campaña. Soy de la opinión de que algún sacerdote de sensibilidad tradicional con experiencia en viajes de mochila y otras actividades a campo abierto, debiera escribir algún día un libro amplio y abundantemente ilustrado sobre estos temas. Mientras aguardamos ese libro, tenemos al menos algunas estupendas fotos que contemplar para inspirarnos y guiarnos, y también diez consejos que el P. Anthony Sumich, FSSP, me comunicó mientras yo redactaba este artículo. 

Dos escenarios distintos

Cuando se celebra una Misa de campaña, existen dos diferentes escenarios: uno es la situación en que se puede preparar la Misa con cierta holgura, debido a que se va en vehículos o a que hay una gran cantidad de personas que pueden acarrear objetos y éstos no tienen que estar al aire libre por mucho tiempo. Incluso puede que haya carpas, un altar portátil, candelabros, estatuas, sillas, etcétera, con lo que se puede formar una especie de capilla provisional. Otro escenario es la situación en que hay que llevar lo menos posible, en que la parquedad y liviandad es clave, debido a que el sacerdote y sus compañeros habrán de caminar durante largos trechos llevando a cuestas toda la comida necesaria y otra impedimenta. 

Por cierto, no existe una separación nítida entre estos dos escenarios y, en la práctica, existe gran variedad de casos y niveles. El usus antiquior requiere de más cosas que el Novus Ordo, pero, como lo muestran las fotos, se ha desarrollado, con gran ingenio, una versión portátil de cada cosa (sugiero que se consulte “St. Joseph's Apprentice”, una empresa que ofrece muchos modelos, incluido un altar de campaña. OnePeterFive ofreció un fascinante artículo del carpintero que la fundó).

(1) Escenario 1: una capilla temporal de campaña.

A través de los años, The New Liturgical Movement ha publicado fotos de muchas Misas de campaña que corresponden a la descripción del primer escenario. Lo más notable, por cierto, es el caso de las Misas del peregrinaje anual de Chartres [Nota de la Redacción: sobre la cual hemos publicado previamente una entrada].



   
Otro gran ejemplo es la Misa celebrada por el P. Sumich en el cima del Monte Kilimanjaro, la cumbre más alta del continente africano. En ese caso el Padre fue asistido por laicos católicos que ayudaron a transportar la mesa y otras cosas que se ve en la foto.




Otra foto que pertenece a esta categoría:


Otros ejemplos pueden encontrarse aquí y aquí.

(2) Escenario 2: Caminata en descampado.

The New Liturgical Movement no ha publicado muchas fotos en esta categoría. La excepción sería el viaje de invierno de unos novatos del Wyoming Catholic College, en que compitieron por construir el mejor altar y presbiterio en pleno enero, en los alrededores del Parque Nacional Grand Teton (estado de Wyoming). 

He aquí algunas fotos del viaje con mochilas de los profesores del Wyoming Catholic College, durante el cual ofició como capellán el P. Terence Gordon, FSSP:







(3) Híbridos

Un escenario híbrido sería el caso en que uno está en un campamento y cuenta con varios materiales, tales como una mesa de picnic o grandes leños o tablas, no disponibles en el descampado.



 En un coto de caza en Zimbabue

 Parque Yoho, Columbia Británica

 Misa con 5° F [Nota de la Redacción: equivalente a -15° C]

 



Diez consejos.

El P. Sumich me comunicó los siguientes consejos, en beneficio de los sacerdotes que leen The New Liturgical Movement.

1°. Decir Misa en estos lugares a campo abierto requiere de una buena organización y planificación detallada. Las mañanas temprano son la oportunidad en que no hay viento, algo muy importante. Con todo, una vez que yo decía Misa en el desierto de Namibia justo antes de salir el sol se levantó un viento huracanado y tuve que detener la Misa en la epístola…

2°. Para evitar que los manteles se vuelen hay que contar con clips o piedras.

3°. Es difícil mantener prendidas las velas. Las velas a prueba de temporal funcionaron de lo más bien en Kilimanjaro, pero se puede mejorar en esto.

4°. Si se lleva dos conjuntos de ornamentos reversibles, debe poderse doblarlos cada uno en una bolsa zip-lock separada (una para cada conjunto). 

5°. El altar que usé en el Kilimanjaro fue fantástico ya que me proporcionó entre 20 y 25 centímetros adicionales de altura por sobre una mesa plegable. Esto ayuda a evitar agacharse para decir la Misa. Pero la mesa sólo puede usarse si hay quienes la carguen. En plena selva sería demasiado peso para cargarla, y hay que construir un altar ad-hoc. 

6°. Hace falta un contenedor de hostias que no se aplaste y que resista el agua. 

7°. El misal tiene que ser, naturalmente, pequeño pero si es demasiado chico será difícil de leer. 

8°. Los implementos seguramente se van a ensuciar, pero doblar los ornamentos, y especialmente los manteles y albas, bien apretados de cierto modo puede evitar que se ensucien demasiado. Las bolsas zip-lock son fantásticas. 

9°. Dependiendo de los números, un ciborio bien pequeño o copón es lo mejor para la cantidad de hostias. 

10°. Es posible decir la Misa cuando hace frío, pero cuando la vinajera del agua se congela inevitablemente, se está en problemas. Mantener calientes las manos del celebrante es también complicado porque los dedos están al desnudo, y el cáliz se vuelve muy frío. He visto una Misa en el Polo Norte sobre un altar de hielo. 

La experiencia de muchos, como lo muestran las fotos precedentes, son prueba de que se puede efectivamente celebrar los sagrados misterios a campo abierto con gran cuidado, reverencia y atención al detalle. Me gustaría agradecer a todos los sacerdotes que lo han hecho bien y que están, por tanto, en situación de mostrar a otros cómo hacerlo. 

Créditos de las fotografías: Las fotos que acompañan esta traducción son las originales con que fue publicado originalmente el artículo en el sitio The New Liturgical Movement. 


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Actualización [31 de diciembre de 2017]: Religión en libertad ha publicado un hermoso vídeo del P. Tomás Ravaioli, un misionero argentino de 36 años que pertenece al Instituto del Verbo Encarnado, quien actualmente tiene su misión en Papúa Nueva Guinea. El vídeo muestra las imágenes de su visita a una aldea para llevar la predicación y los sacramentos en medio de la selva. Por su parte, el periódico ABC tiene publicado un álbum con Misas de campaña celebradas en España en otro tiempo.  

Actualización [28 de junio de 2021]: Infovaticana da cuenta de la nueva vida que han vuelto a tener los 26 altares de piedra que salpican la campiña irlandesa, testigos de los tiempos de persecución del siglo XVII, cuando los católicos se reunían en lugares aislados para asistir a la Misa clandestina al aire libre. Producto de la prohibición impuesta por el gobierno al culto público, persiguiendo incluso las confesiones al aire libre, los católicos de Irlanda han recuperado esta tradición en los últimos días y los altares han vuelto a ser usados para decir la Santa Misa. 

3 comentarios:

  1. Ave María! Buen artículo. Soy un sacerdote del interior de la Argentina. He celebrado la Sta. Misa en campamentos en medio de las sierras o en el campo con gran dignidad. Hasta ahora Novus Ordo ad orientem, pero no habría ninguna dificultad añadida en celebrar según la forma extraordinaria. Si le interesa, le puedo mandar algunas fotos de capillas construidas por acampantes

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    1. Muchas gracias por su comentario. Tenemos dos entradas más dedicadas al tema que publicaremos en breve. Puede enviarnos las fotografías para ver la mejor forma de difundirlas.

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  2. Nuestra dirección de correo electrónico es magnificatunavocechile@gmail.com

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