Les ofrecemos la sexta y última parte de la versión escrita de la conferencia impartida por el Profesor Augusto Merino Medina en el II Congreso Summorum Pontificum de Santiago de Chile celebrado el pasado mes de agosto de 2016.
Prof. Augusto Merino Medina
(Imagen: Youtube/Una Belleza Nueva)
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Lex orandi, lex credendi: cómo alterar la fe sin tocar la doctrina (VI)
Para finalizar, quisiera presentar algunos ejemplos
musicales, muy breves, que ilustran el tipo de música religiosa que se toca
durante la Santa Misa en nuestros templos. Los tres primeros provienen de una
colección que tiene por título “Canciones para la Misa”:
1. El primer ejemplo nos muestra la ridiculez y
trivialidad que es tan común, en un canto que apenas podría considerarse
“religioso”, intitulado “Yo tengo un
amigo que me ama”:
2. El segundo describe bien el
estilo de los cantos en la Santa Misa reformada y lleva por título “Aleluya por esa gente”:
3. El tercero ilustra el estilo
sentimental, lánguido, de letra sin riqueza teológica, que se ha impuesto como
“canto de reflexión” para después de la comunión. Se titula “Jesús
amigo”:
Los siguientes ejemplos provienen
de otras colecciones de música para la Santa Misa:
4. Hemos espigado aquí en una
antología de música de mala calidad, en que el lenguaje musical, en tonalidad
menor y descendente, es vehículo de un texto que proclama la resurrección del
Señor, que es todo menos descendente, y que lo único que debe evitar es la
sombría tonalidad menor. Su autor es Kiko Argüello y lleva por nombre “Resucitó, aleluya”:
5. A continuación tenemos una
canción, de un carácter relativamente culto, puesto que es obra de un clérigo
cantautor (el jesuita Cristóbal Fones), pero con un texto inapropiado. Ella se intitula “Paz armada”:
6. Un ejemplo de texto igualmente
inadecuado, de carácter más popular, “comprometido” o “solidario”:, es la muy conocida canción “Baja a Dios
de las nubes”:
7.
Y, finalmente, un ejemplo estupendo de incultura histórica y musical, como es la
adaptación de una melodía satírica que se usaba en la parodia de la Misa, conocida
como “la Misa del asno”, durante la Edad Media:
“Bendigamos al Señor”:
“Bendigamos al Señor”:
Todos estos ejemplos
nos muestran que el lenguaje musical es un poderosísimo lenguaje que puede ser
usado y que está siendo usado para demoler la liturgia, en consonancia con
otros esfuerzos afines: convertir la Misa en una “asamblea” o un “banquete” es
algo que se puede lograr mediante la manipulación del vocabulario, y es algo
que se está intentando, ciertamente; pero cuando el lenguaje musical
proporciona su apoyo a esta empresa, las defensas y resistencias afectivas y
emocionales de los fieles ya son demolidas de un modo verdaderamente admirable.
Lo que queda es esa triste ruina litúrgica para cuya contemplación se nos
ofrece una oportunidad diaria o, al menos, dominical.
Conclusiones
Si en algún momento este texto ha
parecido estar escrito desde una perspectiva que ve, en los hechos que hemos
descrito, conspiración para manipular la sensibilidad y afectividad del pueblo
católico en lo que reza y en lo que canta, eso es precisamente lo que se quería
dar a entender.
No reconocer esos designios ocultos
o disimulados, que se van manifestando gradualmente y con ambigüedad, es
situarse en un terreno de irenismo totalmente equivocado y fatal. No hay nada
más propiamente evangélico que tomar para todo en cuenta la presencia de un
enemigo, el Diablo, que está de continuo presente en la vida de la Iglesia, en
su vida cotidiana, no menos que en la cotidianeidad de nuestras vidas
individuales. El Nuevo Testamento en su conjunto contiene reiteradas
advertencias de que la lucha que enfrentamos los católicos no es contra fuerzas
terrenales o humanas, sino contra otras, muy superiores y mucho más poderosas,
de carácter espiritual. En la hora de Completas, todas las noches del año se ha
leído por siglos, en el antiguo Breviario, aquella lección breve tomada de San
Pedro: “estad despiertos y vigilad, porque vuestro enemigo el diablo da vuelta
alrededor de vosotros rugiendo y buscando a quien devorar”.
Imagen: Wikimedia Commons
Sin embargo, si bien he querido denunciar este
designio maligno, no ha sido mi propósito emitir un juicio sobre persona alguna
determinada y sus intenciones más íntimas. Dios es el juez. Lo cual no
significa que, mientras Él no juzgue, no podemos indicar la existencia de
delitos y pecados.
Nuestro propósito ha sido, por el contrario,
precisamente indicar la existencia de esos delitos y pecados contra la pureza
de la fe y la unidad de la Iglesia, pero no asumiendo nosotros el papel de
árbitros, sino apoyándonos precisamente en la autoridad de la propia Iglesia,
expuesta en su milenaria liturgia y, para mayor claridad, por si alguien
tuviera dudas, en su Magisterio.
Específicamente lo que hemos querido denunciar es el
propósito diabólico de ir solapada e hipócritamente produciendo cambios y
alteraciones en la verdad revelada mediante el expediente de alterar, cambiar,
modificar, “mejorar” y, si se permite la castellanización, “aggiornar”, la lex orandi.
¡Recórcholis!, viene muy bien al caso el pasaje bíblico de Oseas:4, 6. ``Mi pueblo perecerá por falta de conocimiento, por haber rechazado el conocimiento...´´ puesto que por mucho tiempo pensé que esas canciones y su música eran litúrgicamente correctas y sin embargo, no es así. Lo triste de todo esto es que no soy sólo yo, sino que muchas otras personas pasan por lo mismo. ¿Saben que ayudaría a muchas gente? hacer un listado o glosario que contenga las canciones (los nombres junto a sus respectivos compositores, así como también su respetivo link, ya sea para la letra, la partitura o un video de YouTube) como saben en casi todo el mundo se vive la ausencia y falta de la Santa Misa de siempre, y por ello es inevitable participar en la Santa Misa del Novus Ordo, en la que se vive este problema, ya que en la Misa Tridentina se mantiene con estricto cuidado y se vela con meticulosidad la prevalencia de los Textos Sagrados para la inalterable Música Sacra, por eso no creo que sea necesaria mi sugerencia para el canto gregoriano de la Misa Tradicional, pero para la forma ordinaria si sería bueno, porque de esta manera se ayudaría a regular los himnos y canticos de la Santa Misa, así como también con la instrumentalización, la cual ha perdido su sacralidad con la inculturaciones particulares de cada país.
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