Siguiendo con la serie dedicada a los libros litúrgicos, en esta entrada abordaremos el Pontifical Romano (Pontificale Romanum).
Recibe este nombre el libro que contiene las fórmulas y rúbricas de las funciones litúrgicas reservadas a los obispos y a quienes tienen la facultad de celebrar pontificalmente (prelados y abades mitrados). Comprende los ritos de confirmación, las órdenes sagradas, la dedicación de una iglesia y las demás consagraciones y bendiciones que no están concedidas al simple sacerdote como tal.
La historia de este libro litúrgico está dividida en dos partes, siendo el Pontifical de Egberto de York († 766) el que sirve de división para ambos períodos. Antes de esa fecha, los elementos relativos a estos ritos se encontraban repartidos en los sacramentarios y los ordines, sin que hubiese surgido la idea de reunir en un solo libro las fórmulas y rúbricas necesarias para la celebración de las funciones litúrgicas por parte de un obispo o del Papa. La presentación del Pontifical como un libro separado fue una consecuencia de la unión de los ritos romano-galicanos.
Cuando a finales del siglo VIII los carolingios concibieron el plan de componer, conforme a la orientación de la liturgia de Roma, el amplio ritual galicano preexistente y pusieron manos a la obra, fue necesario no solo disponer de sacramentarios con los formularios romanos, sino también de ordines que indicaran las ceremonias correspondientes según la costumbre romana en la celebración de la Santa Misa y en las demás funciones pontificales. Con esta finalidad se prepararon dos colecciones anónimas de ordines, uno casi puramente romano y otro mezclado con elementos galicanos. Estas dos colecciones, junto con otros elementos de diversa procedencia, fueron recopilados hacia mediados del siglo X con la finalidad de formar un único libro para el servicio de las celebraciones pontificales. El trabajo fue realizado en Maguncia, Alemania, por un monje de la abadía de San Albano, quien no le dio ningún nombre. La obra tuvo mucha aceptación, no obstante su falta de cuidado en algunas partes, y se difundió por toda Europa. Su uso se extendió, siempre con algunas correcciones, hasta el siglo XIII, cuando Guillermo Durando (1230-1296), obispo de Mendo, publicó su Pontifical, el cual circuló como oficial hasta el siglo XV. Se trata de un libro calcado, en cuanto a sus elementos esenciales, al que se usaba en la corte pontificia, lugar donde Guillermo Durando pasó casi toda su vida, aunque con las adaptaciones necesarias para hacerlo adecuado a las necesidades de un obispo diocesano.
El libro de Guillermo Durando, por el orden lógico con que se había dispuesto la materia, por la cuidadosa selección de los ritos y de las fórmulas, y por la estrecha relación que el autor mantenía con Roma, fue enseguida muy apreciado. De hecho, ya Clemente V (1305-1314) apelaba a su autoridad. Fue así adoptado por muchos obispos de la curia, se realizaron un sinnúmero de copias de él y se extendió, durante los siglos XIV y XV, con la categoría de oficial. La estima pública dada al pontifical de Durando movió a Inocencio VIII (1484-1492) a proponerlo como el libro pontifical para todos los obispos de la Iglesia latina. Con este fin, este Papa dio instrucciones a Augusto Patrizi Piccolomini, obispo de Pienza, para que preparase una edición destinada a recibir sanción pontificia. Éste, con la colaboración de Johannes Burcardus, aunque adoptó sustancialmente el texto compuesto por Durando, eliminó ciertos ritos antiguos (por ejemplo, la expulsión de los penitentes el Miércoles de Cenizas) y le añadió otros tomados de los ordines romanos. El texto fue finalmente publicado en Roma en 1485, sucediéndose muchas ediciones en los años siguientes.
Sin embargo, el nuevo pontifical, aunque había sido reconocido por el Papa, no tenía todavía una aprobación formal de la Sede Apostólica. Ésta recién llegó con Clamente VIII (1592-1605), quien, tras una revisión de poca importancia, a través de la bula Ex quo in Ecclesia Dei, de 20 de febrero de 1596, dio su sanción oficial al libro, el que desde ese momento llevaría el nombre de Pontificale Romanun. Esta edición típica substituyó obligatoriamente los diversos pontificales que venían siendo usados en la Iglesia, los cuales recibían los nombres más variados (Liber Pontificalis, Liber Sacramentorum, Liber Officialis, Ordinarium Episcopale e incluso Bendicionale).
En los siglos siguientes, el Pontifical fue objeto de algunas modificaciones menores bajo Urbano VIII (1944) y Benedicto XIV (1752). León XIII publicó una nueva edición típica en 1888. El 20 de febrero de 1950 se incluyeron las reformas correspondientes al rito de la ordenación que proveían de la constitución apostólica Sacramentum Ordinis (1947), merced a la cual el papa Pío XII precisó la materia y la forma del sacramento del orden sagrado. San Juan XXIII promulgó en 1962 una tercera edición típica, que es la que se debe usar actualmente conforme al motu proprio Summorum Pontificum y la Instrucción Universae Ecclesia.
Pontifical Romano de 1485
(Foto: Wikimedia Commons)
Cuando a finales del siglo VIII los carolingios concibieron el plan de componer, conforme a la orientación de la liturgia de Roma, el amplio ritual galicano preexistente y pusieron manos a la obra, fue necesario no solo disponer de sacramentarios con los formularios romanos, sino también de ordines que indicaran las ceremonias correspondientes según la costumbre romana en la celebración de la Santa Misa y en las demás funciones pontificales. Con esta finalidad se prepararon dos colecciones anónimas de ordines, uno casi puramente romano y otro mezclado con elementos galicanos. Estas dos colecciones, junto con otros elementos de diversa procedencia, fueron recopilados hacia mediados del siglo X con la finalidad de formar un único libro para el servicio de las celebraciones pontificales. El trabajo fue realizado en Maguncia, Alemania, por un monje de la abadía de San Albano, quien no le dio ningún nombre. La obra tuvo mucha aceptación, no obstante su falta de cuidado en algunas partes, y se difundió por toda Europa. Su uso se extendió, siempre con algunas correcciones, hasta el siglo XIII, cuando Guillermo Durando (1230-1296), obispo de Mendo, publicó su Pontifical, el cual circuló como oficial hasta el siglo XV. Se trata de un libro calcado, en cuanto a sus elementos esenciales, al que se usaba en la corte pontificia, lugar donde Guillermo Durando pasó casi toda su vida, aunque con las adaptaciones necesarias para hacerlo adecuado a las necesidades de un obispo diocesano.
El libro de Guillermo Durando, por el orden lógico con que se había dispuesto la materia, por la cuidadosa selección de los ritos y de las fórmulas, y por la estrecha relación que el autor mantenía con Roma, fue enseguida muy apreciado. De hecho, ya Clemente V (1305-1314) apelaba a su autoridad. Fue así adoptado por muchos obispos de la curia, se realizaron un sinnúmero de copias de él y se extendió, durante los siglos XIV y XV, con la categoría de oficial. La estima pública dada al pontifical de Durando movió a Inocencio VIII (1484-1492) a proponerlo como el libro pontifical para todos los obispos de la Iglesia latina. Con este fin, este Papa dio instrucciones a Augusto Patrizi Piccolomini, obispo de Pienza, para que preparase una edición destinada a recibir sanción pontificia. Éste, con la colaboración de Johannes Burcardus, aunque adoptó sustancialmente el texto compuesto por Durando, eliminó ciertos ritos antiguos (por ejemplo, la expulsión de los penitentes el Miércoles de Cenizas) y le añadió otros tomados de los ordines romanos. El texto fue finalmente publicado en Roma en 1485, sucediéndose muchas ediciones en los años siguientes.
Sin embargo, el nuevo pontifical, aunque había sido reconocido por el Papa, no tenía todavía una aprobación formal de la Sede Apostólica. Ésta recién llegó con Clamente VIII (1592-1605), quien, tras una revisión de poca importancia, a través de la bula Ex quo in Ecclesia Dei, de 20 de febrero de 1596, dio su sanción oficial al libro, el que desde ese momento llevaría el nombre de Pontificale Romanun. Esta edición típica substituyó obligatoriamente los diversos pontificales que venían siendo usados en la Iglesia, los cuales recibían los nombres más variados (Liber Pontificalis, Liber Sacramentorum, Liber Officialis, Ordinarium Episcopale e incluso Bendicionale).
Extracto del Pontifical de Płock (S. XIII)
(Foto: Wikimedia Commons)
En los siglos siguientes, el Pontifical fue objeto de algunas modificaciones menores bajo Urbano VIII (1944) y Benedicto XIV (1752). León XIII publicó una nueva edición típica en 1888. El 20 de febrero de 1950 se incluyeron las reformas correspondientes al rito de la ordenación que proveían de la constitución apostólica Sacramentum Ordinis (1947), merced a la cual el papa Pío XII precisó la materia y la forma del sacramento del orden sagrado. San Juan XXIII promulgó en 1962 una tercera edición típica, que es la que se debe usar actualmente conforme al motu proprio Summorum Pontificum y la Instrucción Universae Ecclesia.
El Pontifical está dividido en tres secciones. La primera comprende el rito de la confirmación, de las ordenaciones (desde el ostiario al episcopado), la bendición de los abades y abadesas, la consagración de las vírgenes, y la coronación de los reyes y de las reinas. La segunda contiene los ritos relacionados con la dedicación de las iglesias. La tercera está destinada a algunas funciones especiales, como el anuncio de las fiestas anuales, la reconciliación de los penitentes el Jueves Santo, la bendición de los santos óleos, la degradación y rehabilitación de clérigos, las procesiones solemnes y el rito de absolución sobre el cadáver del Papa y de los obispos. Después sigue un apéndice en el que están incluidos, para comodidad del obispo, los ritos pontificales del bautismo, del orden para la consagración de varios obispos, del matrimonio, de la bendición apostólica y un suplemento que se refiere a la consagración de los altares y la coronación de las imágenes de la Santísima Virgen.
Parte de los libros que integran el Pontifical Romano reformado
(Imagen: AbeBooks)
Después de Concilio Vaticano II, el Pontifical fue completamente revisado para adaptarlo a los nuevas orientaciones litúrgicas y su contenido comenzó a publicarse en volúmenes separados, uno para cada sacramento. Para la forma ordinaria, por tanto, el Pontifical se compone hoy de los siguientes fascículos: el ritual de ordenación del diácono, del presbítero y del obispo (1968); el ritual de la consagración de vírgenes (1970); el ritual de la bendición del óleo de los catecúmenos y enfermos y de la consagración del crisma (1971); el ritual de la confirmación (1972); el ritual para instituir acólitos y admitir candidatos al diaconado y al presbiterado, y para la promesa de observar el celibato (1973); y el ritual de dedicación de iglesias y altares (1973).
El Patriarca ortodoxo de Moscú lee del Archieratikon (2008)
(Foto: Wikimedia Commons)
En las Iglesias orientales, el equivalente del Pontifical es el Archieratikon. Este libro se edita habitualmente con un gran formato y contiene los ritos de ordenación y de consagración de una iglesia, pero también algunas partes de las Vísperas, los Maitines y la Divina Liturgia que corresponden de forma exclusiva a los obispos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Política de comentarios: Todos los comentarios estarán sujetos a control previo y deben ser formulados de manera respetuosa. Aquellos que no cumplan con este requisito, especialmente cuando sean de índole grosera o injuriosa, no serán publicados por los administradores de esta bitácora. Quienes reincidan en esta conducta serán bloqueados definitivamente.