Continuando con la serie dedicada a los libros litúrgicos, en esta entrada abordaremos el Ceremonial de los obispos (Cæremoniale Episcoporum).
Ilustración de un Ceremonial de 1651
(Foto: Invaluable)
Éste es un libro litúrgico complementario del Pontifical Romano, porque da las líneas generales del marco ritual en el que deben desenvolverse las grandes funciones de las catedrales y colegiatas. Su origen es relativamente reciente, aunque los elementos que lo componen pertenecen a la antigua tradición litúrgica romana, recogida en los Ordines y en la práctica viva de la capilla pontificia, cuyas costumbres fueron compiladas por primera vez bajo el papa Inocencio (1488) y después publicadas en 1516 por Cristóbal Marcello con el nombre de Cæremoniale romanum.
Este texto reemplazó a los Ordines romani que desde finales del siglo VII proponían las normas para las acciones litúrgicas del Romano Pontífice. Entre estos Ordines, Gregorio X (1271-1276) había mandado editar uno (individualizado con el número XIII en el Museo itálico según la numeración de Juan Mabillon), aproximadamente en el año 1273, para presentarlo durante el Segundo Concilio de Lyon (1274). En este libro se describían las ceremonias para elegir y coronar al Papa, y también se daban indicaciones para la Misa papal y el resto de las celebraciones durante el año litúrgico.
Casi cuarenta años después, el Ordo Romanus XIV, preparado por el Cardenal Santiago Cayetano Stefaneschi, aproximadamente entre 1314 y 1320, y luego divulgado hacia el año 1341, describía las acciones sagradas que se celebraban en la elección y coronación del Sumo Pontífice, y también con ocasión de un concilio general, de una canonización y de la coronación de emperadores y reyes. Bajo Benedicto XII (1334-1342) y Clemente VI (1342-1352) este mismo libro apareció enriquecido y, luego, bajo Urbano V (1362-1370), se le añadió un suplemento que trataba de la muerte del Sumo Pontífice y de la condición de los cardenales.
Por entonces, la Curia papal utilizaba el Ordo Romanus XV, siempre según la numeración de Juan Mabillon, conocido como Libro de ceremonias de la Iglesia Romana del Patriarca Pedro Ameil, compuesto a fines del siglo XIV bajo el pontificado de Urbano VI (1378-1389) y después adicionado bajo Martín V (1417-1431) por Pedro Assalbit, Obispo de Olarión (Aquitania), junto con los manuscritos de Aviñón. El conjunto recibía el nombre de Libro de las ceremonias de la Santa Iglesia Romana. Fue entonces cuando, por mandato de Inocencio VIII (1484-1492), Agustín Patrizi, Obispo de Ancona e Ilice (Liguria), concluyó en el nuevo Ceremonial de 1488. Este libro, con algunas modificaciones de estilo, fue editado por Cristóbal Marcello, Arzobispo electo de Corfinio, en Venecia, el año 1516 con el título de Rituum ecclesiasticarum sive sacrarum. Caeremoniarurn Sanctie Romana Ecelesiam libri tres non ante impressi (Tres libros inéditos de los ritos eclesiásticos o ceremonias sagradas de la Santa Iglesia Romana), el cual permaneció en uso hasta el siglo XX en las ceremonias del Romano Pontífice.
Paride de Crassis (1470-1528), ceremoniero mayor del papa Julio II (1503-1513), extrajo de un libro ceremonial anterior, no sólo el Ordo Romanus para la liturgia papal, sino que también compuso una obra que en 1564 recibió el título de De coeremoniis cardinalium et episcoporum in eorum dioecesibus, libri duo (Dos libros de ceremonias de los cardenales y de los obispos en sus diócesis), con la cual adaptó la liturgia papal a la práctica episcopal de la diócesis de Bolonia.
Algunos años más tarde, Gregorio XIII (1572-1585), con el deseo de dar una ordenación oficial en esta materia, nombró, por sugerencia de San Carlos Borromeo, una comisión destinada a enmendar el anterior libro ceremonial de Paride de Crassis. Constituida el 15 de diciembre de 1582, esta comisión fue precursora de la Sagrada Congregación de Ritos y Ceremonias y de su coordinación se encargó el propio San Carlos. Como este último ya había pasado a Milán, el Cardenal Gabriel Paleotti se ocupó de su marcha cotidiana. Sin embargo, al morir Gregorio XIII en 1585 los trabajos de la comisión cesaron.
Sixto V (1585-1590) no sólo creó el 22 de febrero de 1588 la Sagrada Congregación de Ritos y Ceremonias, con el fin de que reformaran los libros litúrgicos de acuerdo a las indicaciones del Concilio de Trento, sino que desde el 19 de marzo de 1586 dispuso que le llevaran muchos códices de la Biblioteca Vaticana para elaborar él mismo la nueva observancia de los sagrados ritos de las ceremonias papales. El éxito de esta empresa se ignora, pues no hay constancia del trabajo realizado.
Los trabajos emprendidos en Roma recién dieron sus frutos el 16 de julio de 1600, cuando el papa Clemente VIII (1592-1605), mediante la bula Cum novissimi, promulgó el Ceremonial de los Obispos. Para componerlo se usaron con libertad no sólo los libros de Agustín Patrizi, y de Paride de Crassis, sino también otros hoy desconocidos, trabajando en aquel tiempo en la Sagrada Congregación de Ritos los Cardenales César Baronio, San Roberto Bellarmino y Silvio Antoniano, todos varones ilustres por su santidad y ciencia. La bula introductoria del Ceremonial tridentino nunca habla de un libro nuevo, sino siempre se refiere a la corrección del Ceremonial de los Obispos ya en uso, libro que asume era conocido por todos.
El Ceremonial de los obispos tuvo diversas revisiones en los siglos siguientes. El 30 de julio de 1650 Inocencio X (1644-1655) hizo pública una nueva edición corregida y revisada. Casi un siglo después, el 7 de marzo de 1727 volvió a ser publicada otra edición, esta vez por obra de Benedicto XIII (1724-1730), no sin antes haberse corregir algunos puntos oscuros, ambiguos y contradictorios. Quince años más tarde, el 25 de marzo de 1742, Benedicto XIV (1740-1758), quien había sido oficial de la Sagrada Congregación de Ritos, volvió a editar el Ceremonial, agregándole un libro III relativo a aquellas cosas que le convenían al Estado Romano Eclesiástico, ensalzando el método de la escuela litúrgica que entonces primaba en el Colegio Gregoriano Romano de la Compañía de Jesús. Finalmente, León XIII (1878-1903) mandó publicar en 1886 una nueva edición típica, conservando en su totalidad el libro III, aunque no tuviera ya ninguna importancia, por estar suprimidos los Estados Pontificios, los que habían quedado reducidos a la Ciudad del Vaticano debido al cautiverio del Papa provocado por la unificación italiana.
Este texto reemplazó a los Ordines romani que desde finales del siglo VII proponían las normas para las acciones litúrgicas del Romano Pontífice. Entre estos Ordines, Gregorio X (1271-1276) había mandado editar uno (individualizado con el número XIII en el Museo itálico según la numeración de Juan Mabillon), aproximadamente en el año 1273, para presentarlo durante el Segundo Concilio de Lyon (1274). En este libro se describían las ceremonias para elegir y coronar al Papa, y también se daban indicaciones para la Misa papal y el resto de las celebraciones durante el año litúrgico.
Casi cuarenta años después, el Ordo Romanus XIV, preparado por el Cardenal Santiago Cayetano Stefaneschi, aproximadamente entre 1314 y 1320, y luego divulgado hacia el año 1341, describía las acciones sagradas que se celebraban en la elección y coronación del Sumo Pontífice, y también con ocasión de un concilio general, de una canonización y de la coronación de emperadores y reyes. Bajo Benedicto XII (1334-1342) y Clemente VI (1342-1352) este mismo libro apareció enriquecido y, luego, bajo Urbano V (1362-1370), se le añadió un suplemento que trataba de la muerte del Sumo Pontífice y de la condición de los cardenales.
Frontispicio
(Imagen: Invaluable)
Por entonces, la Curia papal utilizaba el Ordo Romanus XV, siempre según la numeración de Juan Mabillon, conocido como Libro de ceremonias de la Iglesia Romana del Patriarca Pedro Ameil, compuesto a fines del siglo XIV bajo el pontificado de Urbano VI (1378-1389) y después adicionado bajo Martín V (1417-1431) por Pedro Assalbit, Obispo de Olarión (Aquitania), junto con los manuscritos de Aviñón. El conjunto recibía el nombre de Libro de las ceremonias de la Santa Iglesia Romana. Fue entonces cuando, por mandato de Inocencio VIII (1484-1492), Agustín Patrizi, Obispo de Ancona e Ilice (Liguria), concluyó en el nuevo Ceremonial de 1488. Este libro, con algunas modificaciones de estilo, fue editado por Cristóbal Marcello, Arzobispo electo de Corfinio, en Venecia, el año 1516 con el título de Rituum ecclesiasticarum sive sacrarum. Caeremoniarurn Sanctie Romana Ecelesiam libri tres non ante impressi (Tres libros inéditos de los ritos eclesiásticos o ceremonias sagradas de la Santa Iglesia Romana), el cual permaneció en uso hasta el siglo XX en las ceremonias del Romano Pontífice.
Paride de Crassis (1470-1528), ceremoniero mayor del papa Julio II (1503-1513), extrajo de un libro ceremonial anterior, no sólo el Ordo Romanus para la liturgia papal, sino que también compuso una obra que en 1564 recibió el título de De coeremoniis cardinalium et episcoporum in eorum dioecesibus, libri duo (Dos libros de ceremonias de los cardenales y de los obispos en sus diócesis), con la cual adaptó la liturgia papal a la práctica episcopal de la diócesis de Bolonia.
Algunos años más tarde, Gregorio XIII (1572-1585), con el deseo de dar una ordenación oficial en esta materia, nombró, por sugerencia de San Carlos Borromeo, una comisión destinada a enmendar el anterior libro ceremonial de Paride de Crassis. Constituida el 15 de diciembre de 1582, esta comisión fue precursora de la Sagrada Congregación de Ritos y Ceremonias y de su coordinación se encargó el propio San Carlos. Como este último ya había pasado a Milán, el Cardenal Gabriel Paleotti se ocupó de su marcha cotidiana. Sin embargo, al morir Gregorio XIII en 1585 los trabajos de la comisión cesaron.
(Imagen: Invaluable)
Sixto V (1585-1590) no sólo creó el 22 de febrero de 1588 la Sagrada Congregación de Ritos y Ceremonias, con el fin de que reformaran los libros litúrgicos de acuerdo a las indicaciones del Concilio de Trento, sino que desde el 19 de marzo de 1586 dispuso que le llevaran muchos códices de la Biblioteca Vaticana para elaborar él mismo la nueva observancia de los sagrados ritos de las ceremonias papales. El éxito de esta empresa se ignora, pues no hay constancia del trabajo realizado.
Los trabajos emprendidos en Roma recién dieron sus frutos el 16 de julio de 1600, cuando el papa Clemente VIII (1592-1605), mediante la bula Cum novissimi, promulgó el Ceremonial de los Obispos. Para componerlo se usaron con libertad no sólo los libros de Agustín Patrizi, y de Paride de Crassis, sino también otros hoy desconocidos, trabajando en aquel tiempo en la Sagrada Congregación de Ritos los Cardenales César Baronio, San Roberto Bellarmino y Silvio Antoniano, todos varones ilustres por su santidad y ciencia. La bula introductoria del Ceremonial tridentino nunca habla de un libro nuevo, sino siempre se refiere a la corrección del Ceremonial de los Obispos ya en uso, libro que asume era conocido por todos.
El Ceremonial de los obispos tuvo diversas revisiones en los siglos siguientes. El 30 de julio de 1650 Inocencio X (1644-1655) hizo pública una nueva edición corregida y revisada. Casi un siglo después, el 7 de marzo de 1727 volvió a ser publicada otra edición, esta vez por obra de Benedicto XIII (1724-1730), no sin antes haberse corregir algunos puntos oscuros, ambiguos y contradictorios. Quince años más tarde, el 25 de marzo de 1742, Benedicto XIV (1740-1758), quien había sido oficial de la Sagrada Congregación de Ritos, volvió a editar el Ceremonial, agregándole un libro III relativo a aquellas cosas que le convenían al Estado Romano Eclesiástico, ensalzando el método de la escuela litúrgica que entonces primaba en el Colegio Gregoriano Romano de la Compañía de Jesús. Finalmente, León XIII (1878-1903) mandó publicar en 1886 una nueva edición típica, conservando en su totalidad el libro III, aunque no tuviera ya ninguna importancia, por estar suprimidos los Estados Pontificios, los que habían quedado reducidos a la Ciudad del Vaticano debido al cautiverio del Papa provocado por la unificación italiana.
Frontispicio y página de ejemplo
(Imagen: Colegium Divi Marci)
Tras esta última edición típica, el Ceremonial de los obispos quedó compuesto de tres libros: el primero está dedicado a los principios generales, que afectan a todas las ceremonias; el segundo versa sobre funciones particulares, concretamente la Santa Misa y las Vísperas; y el tercero se ocupa de las normas ceremoniales sobre la precedencia y sobre los modos de recibir a los obispos, legados y gobernadores eclesiásticos.
En cumplimiento de las indicaciones del Concilio Vaticano II, el Ceremonial de los obispos fue completamente revisado para conseguir que la liturgia episcopal fuese a la vez simple, noble, plenamente pastoral y capaz de servir de ejemplo para las demás celebraciones. La nueva edición fue publicada en 1984. El nuevo Ceremonial de los obispos está dividido en ocho partes: (i) la liturgia pontifical en general; (ii) la Santa Misa; (iii) la Liturgia de las horas y las celebraciones de la Palabra de Dios; (iv) las celebraciones de los Misterios del Señor a lo largo del año; (v) los sacramentos; (vi) los sacramentales; (vii) las fechas importantes en la vida de un obispo; y (viii) las celebraciones litúrgicas solemnes relacionadas con el gobierno episcopal. Después se agregan cuatro anexos: (i) las vestimentas sagradas de los prelados; (ii) un elenco de festividades litúrgicas en orden cronológico; (iii) una tabla de Misas rituales, por varias necesidades, votivas y de réquiem; y (iv) un listado de abreviaturas y siglas usadas en el libro.
El Ceremonial de los obispos, sumamente útil desde el punto de vista de las rúbricas y de la disposición material del culto, es de obligada observancia no sólo en las iglesias catedrales, sino también en las menores, sea para las funciones propias del obispo, sea para las de cualquier sacerdote cuando celebra actos litúrgicos. Tanto en la versión que debe ser usada en la forma ordinaria (1984) como en aquella que se emplea para la forma extraordinaria (1886), este libro entrega una serie de respuestas a muchas dudas que surgen en las parroquias e iglesias en torno a cómo celebrar correctamente la sagrada liturgia según el rito romano.
Ceremonial de los obispos reformado
(Imagen: AbeBooks)
S.E.R. Mons. Eugenio Ravignani, obispo emérito de Trieste, celebra en Venecia una Pontifical (Novus Ordo, pero Coram Deo) con ocasión de la fiesta de San Roque. La mayor sencillez del Ceremonial reformado no importa que deba renunciarse a una celebración digna y decorosa, consciente de la necesidad de armonía con la Tradición litúrgica precedente
(Foto: Sacris Solemnii)
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