jueves, 15 de agosto de 2019

Pistas de lectura: Resurgimiento en medio de la crisis, de Peter Kwasniewski

Según lo anunciáramos recientemente, ha aparecido bajo el sello Angelico Press el libro Resurgimiento en medio de la crisis: Sagrada liturgia, Misa tradicional y renovación en la iglesia (publicada originalmente en inglés en 2014), del Dr. Peter Kwasniewski, asiduo colaborador de esta bitácora (véase aquí la entrada que le dedicamos al libro en su día). La traducción es obra de Augusto Merino, también colaborador estable de esta bitácora, y nuestra Asociación estuvo a cargo del trabajo de edición y asumió el financimiento de este proceso. El libro, disponible en tapa dura y en rústica, puede adquirirse, además de en la página web de la editorial, aquí (envío desde EE.UU.) o aquí (envío desde España).

Hoy, además, queremos presentarles una recensión de la obra remitida por un lector, la que esperamos anime a muchos a leer este libro imprescindible para todo católico interesado en la auténtica renovación litúrgica, que no es otra cosa que el regreso al origen, vale decir, a la Misa de siempre.


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Kwasniewski, P., Resurgimiento en medio de la crisis. Sagrada liturgia, Misa tradicional y renovación en la Iglesia, trad. de Augusto Merino Medina, Nueva York, Angelico Press, 2019, 288 pp.

Un católico perplejo

Peter Kwasniewski es uno de los más importantes escritores católicos contemporáneos, ampliamente versado en filosofía y teología y, además, un importante compositor de música sagrada. Desde que, en su juventud, descubrió la Misa tradicional, que la Iglesia posterior al Concilio Vaticano II quiso ocultar infructuosamente a los fieles haciendo como que había sido abolida, Kwasniewski experimentó una verdadera epifanía que lo ha llevado a dedicar toda su intensa actividad al estudio de la liturgia tradicional de la Iglesia y, ahora último, específicamente de la Sagrada Tradición, fuente de la Revelación Divina, de cuyo seno ha nacido -y en cuyo seno sigue existiendo lleno de vigor- este rito sagrado que el propio Vaticano II calificó de “raíz y cumbre de la vida cristiana”.

Este libro, que ya había sido publicado en inglés y en otros siete idiomas, está prologado, en su edición castellana, por Monseñor Athanasius Schneider, obispo auxiliar de Astana, Kasajistán, quien, junto con un grupo de egregios prelados, encabeza el movimiento de regreso a la Sagrada Tradición de la Iglesia, especialmente en lo que se refiere a la liturgia de la Misa.

El libro tiene como base algunas publicaciones anteriores del autor, pero la clara unidad de su texto atestigua la coherencia de su pensamiento a lo largo del tiempo, y la fuerza con que Kwasniewski se expresa revela cuán profundamente siente él las ideas expresadas. Por su parte, el vigoroso impacto que produce en el lector ver reunidos en un solo libro todo el espectro de temas que se centran en la liturgia demuestra cuán actuales son las ideas expuestas, cuán vigentes, cuán importantes en los tiempos que corren, y cuán obligada resulta su lectura.

Con gran acierto, Kwasniewski aborda en el primer capítulo el tema de la solemnidad de las celebraciones litúrgicas. En realidad, tal es el mejor punto de partida, por cuanto el pecado capital de la “nueva Misa” de Pablo VI es, quizá, la pérdida de la sacralidad, del sentido de lo sagrado, que con tanta fuerza emergía del milenario rito romano. Lo que era, en la teología católica tradicional, esencialmente un “sacrificio”, con su connotación de “hacer sagrada” alguna realidad, ha sido reemplazado por una banal reunión dominical de la “asamblea” parroquial, donde las cosas se dan en el nivel prosaico de cualquier asamblea humana. Los gestos sagrados han sido reemplazados por gestos “de acogida”, de “simpatía”, de “fraternidad”, en una perspectiva horizontal en que todo lo referido a Dios pasa a segundo plano -si es que se lo retiene del todo-.

Y en el orden de un desarrollo que revela, de por sí, el potente concepto que el autor tiene de la Misa, se habla a continuación de la “palabrería” de que está infectado el rito de Pablo VI: se trata de un rito “ilustrado”, en que se subraya la supuesta “comprensibilidad” de los ritos y en que, por tanto, se echa mano del lenguaje verbal como supremo medio de comunicación. La verbosidad, la palabrería de la Misa de Pablo VI es su rasgo más inmediatamente perceptible y, quizá, más importante, también. Los reformadores litúrgicos que la inventaron creían que lo más necesario era hacer participar en ella a los fieles, y para tal fin no discurrieron nada mejor que hacerla “comprensible” por la palabra, reducida a un lenguaje cotidiano desprovisto de toda dignidad, una palabra llena del didacticismo de la Ilustración, y prescindiendo del lenguaje no verbal, que es mil veces más influyente en el alma y, sobre todo, del silencio, que marca esa “soledad” en que se da el íntimo contacto con Dios y que, además, simboliza, en la Misa tradicional, la soledad del celebrante que, de modo similar a lo que hacía el Sumo Sacerdote judío cuanto entraba solo en el Sancta Sanctorum una vez al año, entra solo en el tiempo sagrado del Canon, corazón del rito. 

 Peter Kwasniewski

Tuvo razón el Concilio Vaticano II cuando, en aquella confusa constitución Sacrosanctum Concilium, llena de ocultas “bombas de tiempo” que habrían de estallar en las décadas posteriores, dijo que la Misa es la “raíz y la cumbre” de la vida cristiana. No hay nada que forme más y de más excelente modo el alma y la sensibilidad de un católico que el milenario rito de la Misa tradicional. Y por eso su desmantelamiento de signos y símbolos sagrados, su auténtica “demolición” (en términos de algunos honestos reformadores litúrgicos que contemplaron posteriormente, con espanto, lo que habían hecho), es la más eficaz herramienta para la “descatolificación” de los fieles, lo que significa, al cabo, la pérdida de la fe. Y tal es, en efecto, el oculto propósito perseguido por Bugnini en el siglo XX, tal como lo fue el de Cranmer, en el siglo XVI: el cambio de la fe católica por otra. Cuál sea esa otra fe es algo incierto: por el momento, sí es posible afirmar que se apuntó a una fe protestante, pero no se sabe, a la larga, en qué fe -cristiana o no- ha de terminar el proceso, visto el camino de degeneración que el propio protestantismo ha venido recorriendo desde hace no menos de doscientos años.

Ese “desmantelamiento” de la Misa queda bien resumido en las “cinco llagas” de que ha escrito Mons. Schneider, que Kwasniewski aborda en otro capítulo, entre las que destaca, por su importancia simbólica, la supresión -hecha contra la voluntad del propio Concilio- del latín, como lengua sagrada. Son, en lo fundamental, llagas que desacralizan la Misa y, con ello, van reduciendo la vida cristiana entera, que aquella formaba tan maravillosamente, a una especie de ética humanística de tono masónico, en que los temas que predominan son el cuidado del medioambiente y la protección de las especies en peligro (salvo de los humanos en gestación), la promoción de un cristianismo que “no es una amenaza para nadie” y, al cabo, de una especie de religión universal que abarca en su monstruoso seno todo tipo de creencias y de prácticas, sin importar cuán aberrantes o incoherentes sean.

El último capítulo de este libro es un estupendo clarinazo sobre lo que debe hacerse si se quiere recuperar todo lo que la destructiva “reforma” litúrgica de Pablo VI arrasó impíamente. Una vuelta a la salud de la fe católica exige tres cosas: la restauración del antiguo rito de la Misa (punto en el cual el autor, en sus últimas publicaciones, insiste de modo cada vez más enérgico, sin concesiones a soluciones “intermedias”, como la teoría de las “dos formas”); recuperación de la teología de Santo Tomás de Aquino y de la “philosophia perennis” que le sirve de apoyo, a fin de contrarrestar el esmog intelectual del que surgió la “nouvelle théologie” y su expresión litúrgica y, finalmente, la proclamación de la “doctrina social” de la Iglesia, es decir, no sólo de lo que ella ha dicho sobre la “cuestión social” surgida en los últimos dos siglos, sino de todo el pensamiento católico sobre la polis y la vida colectiva, tal como se ha venido configurando, a partir de la fe apostólica, a lo largo de los siglos. Este capítulo es de lo más iluminador, dentro de su concisión, que se ha escrito en los últimos años, y unifica espléndidamente tres temas que, a poco avanzar en el análisis de la actual crisis de la Iglesia, aparecen como los más centrales y pertinentes.

Este libro de Kwasniewski sin duda habrá de causar en el lector un gran impacto en su primera lectura, y ello sugiere que merece absolutamente una segunda lectura meditada.

No existe en castellano, hoy por hoy, ningún otro texto comparable a éste en claridad, vigor, profundidad y capacidad de motivar una acción eficaz, sobre todo entre los laicos, a quienes parece haberles caído la principal responsabilidad, en estos aciagos tiempos, de revigorizar a la fe católica, maltratada por los jerarcas, incluso los más altos, de la Iglesia.

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