Con algunas pequeñas variaciones de estilo, reproducimos a continuación para nuestros lectores una excelente entrevista a Su Excia. Revma. Monseñor Athanasius Schneider, la que ha sido publicada recientemente por el sitio Adelante la Fe y en la que Mons. Schneider desempeña con gran claridad y firmeza la misión de enseñar que, en cuanto sucesores de los Apóstoles, compete a los obispos (CCE 888 y 892).
Mons. Schneider, de quien hemos publicado antes otras entradas (ver aquí y aquí), nació en 1961 en Kirguistán en el seno de una familia de alemanes del Mar Negro de profunda fe católica, la cual emigró a Alemania en 1973, luego de sufrir grandes vicisitudes a causa de las persecuciones religiosas en la hoy extinta Unión Soviética. Luego de finalizar sus estudios escolares ingresó a la Orden de Canónigos Regulares de la Santa Cruz. S.S. Benedicto XVI lo nombró obispo auxiliar de la arquidiócesis de Santa María de Astana (Kasajistán) en 2006. Mons. Schneider celebra frecuentemente la liturgia tradicional.
Mons. Schneider, de quien hemos publicado antes otras entradas (ver aquí y aquí), nació en 1961 en Kirguistán en el seno de una familia de alemanes del Mar Negro de profunda fe católica, la cual emigró a Alemania en 1973, luego de sufrir grandes vicisitudes a causa de las persecuciones religiosas en la hoy extinta Unión Soviética. Luego de finalizar sus estudios escolares ingresó a la Orden de Canónigos Regulares de la Santa Cruz. S.S. Benedicto XVI lo nombró obispo auxiliar de la arquidiócesis de Santa María de Astana (Kasajistán) en 2006. Mons. Schneider celebra frecuentemente la liturgia tradicional.
Mons. Schneider en la peregrinación tradicional a Chartres 2015
Foto: Notre Dame de Chrétienté
Mons. Schneider: "Es un verdadero honor ser fieles a la verdad de Dios y a las tradiciones espirituales y litúrgicas de nuestros ancestros y de los santos, y ser por tanto objeto de marginación [...] Vosotros sois la verdadera periferia de la Iglesia"
Adelante la Fe: Excmo. Señor, usted participó, como sacerdote secretario de la Comisión litúrgica de la Conferencia episcopal de Kazajistán, en el Sínodo de la Eucaristía en 2005. Su intervención se centró en los recuerdos de su infancia referente a la actitud ante la Sagrada Comunión, poniendo el ejemplo de dos sacerdotes, el beato y mártir Alexis Saritski y el padre Janis Pawlowski. ¿Qué recuerdo tiene de la iglesia de su infancia y de estos sacerdotes?
Beato Alexis Saritski
Mons. Schneider: Del beato Alexis Saritski tengo el testimonio de mis padres, que lo conocieron personalmente. Mi madre acostumbraba decirnos que en la vida no había conocido a un sacerdote más santo que el padre Alexis. Mis padres señalaban con frecuencia sus buenas cualidades. Era muy afable y comprensivo, pero al mismo tiempo enseñaba sin transigencias la plena verdad de la ley de Dios. Estaba entregado de lleno a la salvación de las almas hasta el límite de sus fuerzas físicas (había días en que no había probado bocado por haber estado confesando sin parar). En sus homilías, el beato Alexis decía con frecuencia que debemos mantener la pureza de corazón y la fidelidad a la fe católica. Al P. Janis Pawlowski lo conocí personalmente. Fue mi párroco en Estonia durante cuatro años. Con él me confesé por primera vez y recibí la Primera Comunión. Celebraba la Santa Misa con tanta devoción y reverencia que me dejó una impresión imborrable en el alma. Irradiaba santidad en todas sus palabras y gestos. Cuando, a los doce años, sentí la llamada del sacerdocio, me vino de pronto a la memoria el santo rostro de ese sacerdote. Verdaderamente era un hombre de Dios. Tuve la inmensa gracia de encontrarme con él en Riga (Letonia) después de no haberlo visto en veintisiete años. Él ya tenía 86 años, pero conservaba el mismo semblante espiritualmente joven y luminoso. Los tres días que pasé con él fueron una especie de ejercicio espiritual. Me ayudaba a ponerme las vestiduras para la Misa y me asistía durante la celebración con la sencillez y humildad de un monaguillo.
Adelante la Fe: Excmo. Señor, en su libro, Dominus est, editado por la Librería Editrice Vaticana en 2009, reflexiona sobre sus recuerdos de infancia bajo la persecución comunista, y sobre algunas observaciones históricas-litúrgicas acerca de la Sagrada Comunión. ¿De qué forma la Sagrada Comunión en la mano ha debilitado la fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía?
Mons. Schneider: Cuando mi familia salió de la Unión Soviética en 1973 y nos despedimos del P. Janis Pawlowski, nos hizo esta advertencia: “Cuando lleguen a Alemania, por lo que más quieran, no vayan a iglesias donde se dé la Sagrada Comunión en la mano”. Estas palabras nos dejaron helados; no podíamos imaginar que el Divino y más Santo Sacramento se pudiera recibir de una forma tan frívola. Actualmente es innegable que una parte considerable de los que reciben la Sagrada Comunión habitualmente en la mano, sobre todo los más jóvenes, que no han conocido la recepción de la Eucaristía de rodillas y en la lengua, no tienen la plena fe católica en la Presencia Real, porque exteriormente tratan a la Hostia consagrada del mismo modo que la comida de todos los días. El gesto externo minimalista tiene relación de causa con el debilitar o incluso la pérdida de la fe en la Presencia Real.
Adelante la Fe: Excmo. Señor, el 15 de enero de 2012 intervino en el 4º Encuentro por la Unidad católica en París, con la conferencia titulada: La Nueva evangelización y la Santa Liturgia. En esta importante conferencia habla usted de las cinco llagas del Cuerpo místico litúrgico de Cristo: el sacerdote mirando vuelto a los fieles, la Sagrada Comunión en la mano, las nuevas oraciones del Ofertorio, la desaparición del latín en las celebraciones litúrgicas y el ejercicio de los ministerios litúrgicos de lector y acólito por mujeres. ¿Cómo se han producido estas llagas? Y para que estas llagas sanaran y desaparecieran, ¿qué sería necesario en la Iglesia?
Mons. Schneider: Ninguna de esas heridas lítúrgicas puede encontrar apoyo, ni remotamente, en Sacrosanctum Concilium, la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia. Se han introducido conforme a un plan concreto trazado por un reducido grupo de liturgistas que, fatalmente, ocupaban posiciones clave en la Curia romana durante el inmediato postconcilio. Con astucia y haciendo trampa, presentaron en algunos casos transformaciones radicales (excepto la práctica de comulgar en la mano) como si fueran la voluntad del Papa , y en otros como si fueran una decisión unánime de la Comisión de Reforma Litúrgica [nota de la Redacción: se refiere al Consilium ad Exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia, en funciones entre 1964 y 1974].
Esas manipulaciones están documentadas, por ejemplo, en el libro del cardenal Fernando Antonelli The Development of the Liturgical Reform y en las memorias de Louis Bouyer. Ambos autores fueron miembros de la Comisión de Liturgia postconciliar y son, por tanto, testigos de vista y de oídas de las mencionadas manipulaciones. Por alguna razón misteriosa, Dios ha permitido que las buenas intenciones de los padres del Concilio Vaticano II cayeran en manos de ideólogos litúrgicos impíos y revolucionarios. Pusieron la sagrada liturgia de la Santa Iglesia Romana en estado de cautiverio, en una especie de exilio de Aviñón.
Para sanar estas llagas habría que tomar las siguientes medidas:
1) Estudiar a fondo la historia de la liturgia en lo que se refiere a las cinco llagas litúrgicas mencionadas. Ese estudio obligaría a reconocer con honestidad científica que las prácticas litúrgicas en cuestión jamás se dieron en la Iglesia universal; suponen una ruptura radical con la ley perenne de la oración (lex orandi) y, por consiguiente, una ruptura con la tradición apostólica.
2) Estudiar detenidamente el texto de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium y en particular de las actas de los debates conciliares sobre este tema a fin de conocer la verdadera intención de los padres conciliares (la mens patrum), teniendo en cuenta que la encíclica Mediator Dei del papa Pío XII debía ser la principal clave hermenéutica de Sacrosanctum Concilium.
3) Evitar en lo posible ciertas prácticas litúrgicas como recibir la comunión en la mano, celebrar de cara a los fieles, celebrar toda la liturgia en lengua vernácula y el empleo de mujeres y niñas como lectores y acólitos en la misa. Ninguna de estas prácticas es obligatoria. Sí lo son las oraciones del ofertorio moderno. [Nota de la Redacción: sobre este punto, véase el artículo de Peter Kwasniewski publicado anteriormente en esta bitácora].
4) Pedir a la Santa Sede que promulgue un documento que garantice al celebrante la libertad para elegir entre el ofertorio moderno y el tradicional al celebrar la Santa Misa en la forma ordinaria; el mismo documento podría fomentar la celebración ad Dominum o ad orientem y desaconsejar y limitar la recepción de la comunión en la mano.
5) Instruir mediante catequesis y homilías en el misterio inefable y divino de la Sagrada Eucaristía, en la teología perenne e inmutable de la sagrada liturgia católica, y en el significado espiritual de los detalles de los ritos.
6) Organizar conferencias y charlas litúrgico-científicas para seminaristas, clero y seglares a fin de enseñar los principios litúrgicos perennes y el carácter orgánico de la sagrada liturgia, así como para desbaratar los mitos litúrgicos modernos.
7) Difundir la celebración de la liturgia según la forma antigua y las enseñanzas del motu proprio Summorum Pontificum del S. S. Benedicto XVI.
Esas manipulaciones están documentadas, por ejemplo, en el libro del cardenal Fernando Antonelli The Development of the Liturgical Reform y en las memorias de Louis Bouyer. Ambos autores fueron miembros de la Comisión de Liturgia postconciliar y son, por tanto, testigos de vista y de oídas de las mencionadas manipulaciones. Por alguna razón misteriosa, Dios ha permitido que las buenas intenciones de los padres del Concilio Vaticano II cayeran en manos de ideólogos litúrgicos impíos y revolucionarios. Pusieron la sagrada liturgia de la Santa Iglesia Romana en estado de cautiverio, en una especie de exilio de Aviñón.
Para sanar estas llagas habría que tomar las siguientes medidas:
1) Estudiar a fondo la historia de la liturgia en lo que se refiere a las cinco llagas litúrgicas mencionadas. Ese estudio obligaría a reconocer con honestidad científica que las prácticas litúrgicas en cuestión jamás se dieron en la Iglesia universal; suponen una ruptura radical con la ley perenne de la oración (lex orandi) y, por consiguiente, una ruptura con la tradición apostólica.
2) Estudiar detenidamente el texto de la Constitución conciliar Sacrosanctum Concilium y en particular de las actas de los debates conciliares sobre este tema a fin de conocer la verdadera intención de los padres conciliares (la mens patrum), teniendo en cuenta que la encíclica Mediator Dei del papa Pío XII debía ser la principal clave hermenéutica de Sacrosanctum Concilium.
3) Evitar en lo posible ciertas prácticas litúrgicas como recibir la comunión en la mano, celebrar de cara a los fieles, celebrar toda la liturgia en lengua vernácula y el empleo de mujeres y niñas como lectores y acólitos en la misa. Ninguna de estas prácticas es obligatoria. Sí lo son las oraciones del ofertorio moderno. [Nota de la Redacción: sobre este punto, véase el artículo de Peter Kwasniewski publicado anteriormente en esta bitácora].
4) Pedir a la Santa Sede que promulgue un documento que garantice al celebrante la libertad para elegir entre el ofertorio moderno y el tradicional al celebrar la Santa Misa en la forma ordinaria; el mismo documento podría fomentar la celebración ad Dominum o ad orientem y desaconsejar y limitar la recepción de la comunión en la mano.
5) Instruir mediante catequesis y homilías en el misterio inefable y divino de la Sagrada Eucaristía, en la teología perenne e inmutable de la sagrada liturgia católica, y en el significado espiritual de los detalles de los ritos.
6) Organizar conferencias y charlas litúrgico-científicas para seminaristas, clero y seglares a fin de enseñar los principios litúrgicos perennes y el carácter orgánico de la sagrada liturgia, así como para desbaratar los mitos litúrgicos modernos.
7) Difundir la celebración de la liturgia según la forma antigua y las enseñanzas del motu proprio Summorum Pontificum del S. S. Benedicto XVI.
Adelante la Fe: Excmo. Señor, en 2014 la Librería Editrice Vaticana vuelve a publicar un nuevo libro suyo: CORPUS CHRISTI. La Santa Comunione e il rinnovamento della Chiesa. Aquí vuelve a tomar con más profundidad el tema de la Sagrada Comunión. Concluye con una reflexión digna de tomar en consideración: la opción preferencial por el más pobre, el más inerme, Nuestro Señor Jesucristo en las especies eucarísticas. Ahora que tanto se habla de la opción por los pobres, los débiles, ¿por qué no caemos en la cuenta de la presencia del Pobre entre los pobres en la Sagrada Eucaristía? ¿Hasta qué punto podemos hablar de mentalidad protestante dentro de la Iglesia católica?
Mons. Schneider: Que Cristo, bajo las especies eucarísticas, haya llegado a ser hoy en día el más débil, vulnerable, indefenso y deshonrado en la Iglesia es un claro y lamentable síntoma de hasta qué punto se han deteriorado el amor y la fe plena en la Eucaristía y la Encarnación. Ciertamente, la esencia del protestantismo consiste en rechazar la plena verdad de la Encarnación con todas sus consecuencias: la visibilidad de la Iglesia, la vida de sacramentos, la realidad y grandeza de la Presencia Eucarística, las características encarnativas de la liturgia. La crisis actual de la Iglesia se manifiesta principalmente en estas dos actitudes: una espiritualidad gnóstica y un naturalismo horizontal, cuya raíz está en el antropocentrismo, el cual por su parte es un rasgo típico del protestantismo.
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿cree usted que la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II, era una Iglesia aislada de la realidad del mundo, llena de privilegios y encerrada en sí misma? ¿Fue acaso el Concilio Vaticano II un concilio para una nueva Iglesia distinta de la recibida de la tradición?
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿cree usted que la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II, era una Iglesia aislada de la realidad del mundo, llena de privilegios y encerrada en sí misma? ¿Fue acaso el Concilio Vaticano II un concilio para una nueva Iglesia distinta de la recibida de la tradición?
Mons. Schneider: La época anterior al Concilio Vaticano II, en particular después del Concilio del Trento, se caracterizó por una actividad misionera asombrosamente viva y dinámica, que se podría comparar en cierta medida por sus efectos con la época posterior a Pentecostés. Pensemos, por ejemplo, en la labor misionera de San Francisco Javier, sobre todo en la orden jesuita en su conjunto, la admirable obra misionera de diversas Congregaciones Religiosas en África y Asia durante los siglos XIX y XX. Por medio de su labor misionera, la Iglesia contribuyó decisivamente además a elevar el nivel cultural, científico y sociosanitario de muchas naciones.
Antes del Concilio Vaticano II, el aporte realizado a las ciencias naturales a través de sacerdotes, por ejemplo, Gregor Mendel en el campo de la genética y George Lemaitre en el de la astronomía y la física. Sacerdotes misioneros católicos escribieron las primeras gramáticas y confeccionaron los primeros alfabetos de los idiomas nativos de América, África y Asia. Asimismo, la contribución de la Iglesia fue decisiva para la abolición de la esclavitud (desde Paulo III y por Las Casas en el siglo XVI hasta León XIII y la princesa católica Isabel de Brasil en el siglo XIX). Con la encíclica Rerum novarum, León XIII estableció unas pautas universalmente reconocidas para el tratamiento justo de los trabajadores. En consecuencia, la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II no estaba cerrada en sí misma ni aislada del mundo real. Ni S.S. Juan XXIII ni la inmensa mayoría de los padres del Concilio tenían por objetivo crear una Iglesia diferente.
Todos los documentos emitidos por San Juan XXIII, los documentos preparatorios del Concilio (schemata) y las actas del propio Concilio lo demuestran con creces. La verdadera relación de la Iglesia con el mundo real o la sociedad temporal siempre ha tenido lugar conforme al principio teológico gratia supponit naturam, es decir, la gracia (la Iglesia) presupone la naturaleza (el mundo), y lo purifica, eleva y perfecciona. Si la Iglesia deja de influir, o no lo hace en medida suficiente, en el mundo y sus realidades mediante los dones sobrenaturales (la gracia, la luz de la verdad divina) y por el contrario se ocupa principalmente de asuntos naturales y realidades temporales (por ejemplo, la justicia social o ecología), entonces se cierra en sí misma y priva al mundo de la dimensión eterna, del Cielo. Que la actividad principal de buena parte de la estructura oficial de la Iglesia Católica (asociaciones, comisiones, etcétera) se aísle de lo sobrenatural, del Cielo, para sumergirse en lo temporal y horizontal, es el problema central de la crisis de la Iglesia.
Antes del Concilio Vaticano II, el aporte realizado a las ciencias naturales a través de sacerdotes, por ejemplo, Gregor Mendel en el campo de la genética y George Lemaitre en el de la astronomía y la física. Sacerdotes misioneros católicos escribieron las primeras gramáticas y confeccionaron los primeros alfabetos de los idiomas nativos de América, África y Asia. Asimismo, la contribución de la Iglesia fue decisiva para la abolición de la esclavitud (desde Paulo III y por Las Casas en el siglo XVI hasta León XIII y la princesa católica Isabel de Brasil en el siglo XIX). Con la encíclica Rerum novarum, León XIII estableció unas pautas universalmente reconocidas para el tratamiento justo de los trabajadores. En consecuencia, la Iglesia anterior al Concilio Vaticano II no estaba cerrada en sí misma ni aislada del mundo real. Ni S.S. Juan XXIII ni la inmensa mayoría de los padres del Concilio tenían por objetivo crear una Iglesia diferente.
Todos los documentos emitidos por San Juan XXIII, los documentos preparatorios del Concilio (schemata) y las actas del propio Concilio lo demuestran con creces. La verdadera relación de la Iglesia con el mundo real o la sociedad temporal siempre ha tenido lugar conforme al principio teológico gratia supponit naturam, es decir, la gracia (la Iglesia) presupone la naturaleza (el mundo), y lo purifica, eleva y perfecciona. Si la Iglesia deja de influir, o no lo hace en medida suficiente, en el mundo y sus realidades mediante los dones sobrenaturales (la gracia, la luz de la verdad divina) y por el contrario se ocupa principalmente de asuntos naturales y realidades temporales (por ejemplo, la justicia social o ecología), entonces se cierra en sí misma y priva al mundo de la dimensión eterna, del Cielo. Que la actividad principal de buena parte de la estructura oficial de la Iglesia Católica (asociaciones, comisiones, etcétera) se aísle de lo sobrenatural, del Cielo, para sumergirse en lo temporal y horizontal, es el problema central de la crisis de la Iglesia.
León XIII (retrato de Philip de László)
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿cómo valora el motu proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI? ¿Por qué cree que su aplicación está tan obstaculizada?
Mons. Schneider: El motu proprio Summorum Pontificum es un acto del Magisterio Supremo que reviste unas dimensiones históricas. Era imprescindible. Corresponde a la naturaleza misma de la Iglesia transmitir íntegramente y sin fisuras a las generaciones venideras los tesoros de la fe (lex credendi) y de la liturgia (lex orandi). Una ruptura evidente en la expresión pública de la fe y la liturgia contradice la organicidad de la naturaleza eclesial, porque la Iglesia es un organismo (Cuerpo de Cristo, vid, huerto de Dios) vivo, no una máquina. Los obstáculos interpuestos a la puesta en práctica de Summorum Pontificum tienen su raíz en que un sector considerable del clero no se lleva bien con el principio de tradición orgánica y manifiesta un espíritu rupturista hacia el legado litúrgico de la Iglesia. Y otro motivo de la resistencia y aversión a Summorum Pontificum es la falta de autocrítica con relación a algunos defectos obvios de las reformas litúrgicas postconciliares.
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿puede transmitirnos sus sentimientos cuando oficia el Santo Sacrificio de la Misa según la forma extraordinaria?
Mons. Schneider: Cuando oficio el Santo Sacrificio de la Misa en su forma extraordinaria o, para decirlo con más precisión, en la forma tradicional, tengo una conciencia saludable y beneficiosa de que no soy amo y señor de los sagrados ritos, sino un servidor que cumple la voluntad y los mandamientos de la Iglesia, de la Esposa de Cristo, rezando con las fórmulas y acciones que lo han hecho generaciones de católicos durante más de un milenio. Soy consciente de que aun en los más mínimos detalles estoy realizando algo que no es puramente humano y temporal, sino eterno y celestial. De que estoy celebrando el supremo acto de adoración a la inefable majestad del Dios Trino, que con su misericordia nos colma de gracia redentora.
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿qué factores han propiciado que estemos inmersos en la actualidad en una crisis de fe, cuestionándose aspectos que jamás se pensó que se pudieran cuestionar por la propia jerarquía de la Iglesia? ¿Está en crisis la propia identidad católica?
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿qué factores han propiciado que estemos inmersos en la actualidad en una crisis de fe, cuestionándose aspectos que jamás se pensó que se pudieran cuestionar por la propia jerarquía de la Iglesia? ¿Está en crisis la propia identidad católica?
Mons. Schneider: Las raíces más hondas de la crisis de fe están en el antropocentrismo y el naturalismo, que se manifiestan en la actitud de ver y juzgar la verdad de la revelación y el culto divinos mediante criterios predominantemente racionalistas y totalmente humanistas y tomando como referencia la mudable historia del hombre. Una actitud así desemboca en el relativismo dogmático, moral y litúrgico, y a la larga a una grave deficiencia de fe que raya en la apostasía y el paganismo.
Las palabras de nuestro Divino Salvador se refieren en primer lugar a todos los discípulos de Cristo, y de manera especial a la actual crisis de la Iglesia: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lc. 18,8).
Las palabras de nuestro Divino Salvador se refieren en primer lugar a todos los discípulos de Cristo, y de manera especial a la actual crisis de la Iglesia: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (Lc. 18,8).
Eugenio Lucas Velásquez (1817-1870): Misa en las ruinas de Zaragoza (1859)
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿podría decir unas palabras de aliento a los sacerdotes, que fieles a la tradición de la Iglesia , están aislados y relegados en sus distintas diócesis sin que se les de templos para oficiar la Santa Misa en su forma extraordinaria , así como a los fieles que se les priva de la Santa Misa tradicional?
Mons. Schneider: A esos sacerdotes, seminaristas, jóvenes y familias me gustaría decirles: “Es un verdadero honor ser fieles a la verdad de Dios y a las tradiciones espirituales y litúrgicas de nuestros ancestros y de los santos, y ser por tanto objeto de marginación por parte de los que actualmente ejercen el poder administrativo en la Iglesia. Esta fidelidad y ánimo vuestro constituye el verdadero poder de la Iglesia. Vosotros sois la verdadera periferia de la Iglesia, que mediante el poder de Dios renueva a la Iglesia. Vivir la verdadera tradición del dogma, la liturgia y la santidad es una manifestación de la democracia de los Santos, porque la tradición es la democracia de los Santos. Me gustaría decir con San Atanasio: Quienes se os oponen, os humillan y marginan en la Iglesia han ocupado los templos, mientras que vosotros estáis fuera. Ellos tienen ciertamente los templos, pero vosotros la fe de los Apóstoles. Ellos afirman representar a la Iglesia; pero en realidad son los que se han expulsado de ella y están descarriados”.
San Atanasio de Alejandría
Adelante la Fe: Excmo Señor, recientemente ha visitado los Seminarios de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en Estados Unidos y Francia (FSSPX/SSPX). Sabemos que es un encuentro “discreto”, pero ¿qué valoración puede darnos de lo que ha visto y hablado con ellos? ¿qué expectativas ve de una próxima reconciliación y cual sería el principal obstáculo para la misma?
Mons. Schneider: La Santa Sede me pidió que visitara los dos seminarios de la FSSPX/SSPX con el objeto de sostener un debate sobre un tema teológico concreto con un grupo de teólogos de dicha hermandad y con Su Excelencia el obispo Fellay. Esto me demuestra que para la Santa Sede la FSSPX/SSPX no es una realidad eclesiástica desdeñable, que es preciso tomarla en serio. Guardo muy buena impresión de mis visitas. Pude observar una sana realidad teológica, espiritual y humana en ambos seminarios. El espíritu de sentire cum ecclesia de la FSSPX/SSPX quedó manifiesto cuando me recibieron como enviado de la Santa Sede con verdadero respeto y mucha cordialidad. Es más, en ambos seminarios me alegró ver a la entrada la foto del papa Francisco, el Pontífice actualmente reinante. En las sacristías había placas con nombre de S.S. Francisco y del ordinario de la diócesis. Me conmovió el canto del rezo tradicional por el Papa (“Oremus pro pontifice nostro Francisco…”) durante la solemne exposición del Santísimo Sacramento. Que yo sepa, no hay razones de peso para negar a los sacerdotes y fieles de la FSSPX/SSPX reconocimiento canónico oficial, sino que se los debe aceptar como son entretanto. Eso fue en realidad lo que solicitó el arzobispo Lefebvre a la Santa Sede: “Que nos acepten como somos”.
A mí me parece que la cuestión del Concilio Vaticano II no se debe considerar condición sine qua non, ya que se trató de una asamblea con fines y características primariamente pastorales. Parte de las declaraciones conciliares refleja únicamente las circunstancias del momento y tuvo un valor temporal, como suele pasar con los documentos disciplinares y pastorales. Si nos fijamos en la perspectiva de los dos milenios de la historia de la Iglesia, podemos afirmar que por ambas partes (la Santa Sede y la FSSPX/SSPX) hay una sobrevaloración y sobreestimación de una realidad pastoral de la Iglesia que es el Concilio Vaticano II. El hecho de que la SSPX crea, celebre los ritos y lleve una vida moral como exigía y reconocía el Magisterio Supremo y como observó universalmente la Iglesia durante siglos, y si además reconoce la legitimidad del Papa y de los obispos diocesanos y rece públicamente por ellos, reconociendo también la validez de los sacramentos según la editio typica de los nuevos libros litúrgicos, debería bastar para reconocer canónicamente a la FSSPX/SSPX por parte de la Santa Sede. De lo contrario perderá obviamente credibilidad la tan manida apertura pastoral y ecuménica de la Iglesia de hoy, y un día la historia reprochará a las autoridades eclesiásticas actuales por haber impuesto más cargas que las necesarias (cf. Hechos 15:28), lo cual es contrario al método pastoral de los apóstoles.
A mí me parece que la cuestión del Concilio Vaticano II no se debe considerar condición sine qua non, ya que se trató de una asamblea con fines y características primariamente pastorales. Parte de las declaraciones conciliares refleja únicamente las circunstancias del momento y tuvo un valor temporal, como suele pasar con los documentos disciplinares y pastorales. Si nos fijamos en la perspectiva de los dos milenios de la historia de la Iglesia, podemos afirmar que por ambas partes (la Santa Sede y la FSSPX/SSPX) hay una sobrevaloración y sobreestimación de una realidad pastoral de la Iglesia que es el Concilio Vaticano II. El hecho de que la SSPX crea, celebre los ritos y lleve una vida moral como exigía y reconocía el Magisterio Supremo y como observó universalmente la Iglesia durante siglos, y si además reconoce la legitimidad del Papa y de los obispos diocesanos y rece públicamente por ellos, reconociendo también la validez de los sacramentos según la editio typica de los nuevos libros litúrgicos, debería bastar para reconocer canónicamente a la FSSPX/SSPX por parte de la Santa Sede. De lo contrario perderá obviamente credibilidad la tan manida apertura pastoral y ecuménica de la Iglesia de hoy, y un día la historia reprochará a las autoridades eclesiásticas actuales por haber impuesto más cargas que las necesarias (cf. Hechos 15:28), lo cual es contrario al método pastoral de los apóstoles.
Nota de la Redacción: La traducción al castellano es la proporcionada por Adelante la Fe, revisada y aprobada por Mons. Schneider. Los destacados, así como algunas notas y pequeñas correcciones de estilo, son de la Redacción. La entrevista original en inglés puede leerse en Adelante la Fe.
Actualización [15 de agosto de 2015]: El sitio Secretum meum mihi ha publicado una traducción al castellano de unas declaraciones concedidas por Mons. Schneider a Michael Voris, de Church Militant, en las que precisa y complementa algunas de las afirmaciones vertidas en la entrevista con Adelante la Fe, en especial aquellas referidas a la FSSPX/SSPX. El original en inglés puede verse aquí.
Actualización [22 de agosto de 2015]: El sitio Secretum meum mihi ha publicado una traducción al castellano de otra entrevista de Mons. Schneider, esta vez al medio Catholic Voice, la que puede leerse aquí. En la entrevista, Mons. Schneider se refiere al próximo sínodo de la familia y, en concreto, al Instrumentum Laboris, documento preparatorio del Sìnodo. El original (en inglés) puede verse aquí.
Actualización [4 de febrero de 2016]: El sitio Adelante la fe ofrece la traducción de una entrevista concedida por Mons. Schneider a Rorate Caeli (la versión original en inglés de la entrevista puede ser consultada aquí). En ella se aborda la condición actual de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), la participación de la mujer en la Santa Misa y el lavado de pies, si fue realmente Rusia consagrada al Inmaculado Corazón de María, el motu proprio Summorum Pontificum y los obispos que no ejercen un ministerio pastoral activo y muchos otros temas.
Actualización [13 de junio de 2016]: Hace algunos meses fue publicado en italiano el excelente trabajo del capuchino argentino, S.E.R. Juan Laise, Obispo emérito de San Luis, Argentina, intitulado Comunione sulla mano. Documenti e storia, con prefacio de S.E.R. Athanasius Schneider, Obispo auxiliar de Astana, Kazakhstan, sobre el cual habíamos dicho algo en esta entrada. Hoy, el sitio Que no te la cuenten ha traducido al español el apéndice del libro, que lleva por título "Algunas reflexiones sobre la comunión espiritual", donde se analizan con enorme claridad no sólo esta práctica tan antigua de Iglesia, sino también las condiciones y disposiciones para que tanto la “comunión de deseo” como la sacramental lleven un verdadero fruto a las almas.
Actualización [27 de julio de 2016]: El sitio Catholicvs ha publicada una galería fotográfica de la Santa Misa pontifical en el faldistorio oficiada ayer martes, festividad de Santa Ana, madre de la Santísima Virgen María, a las 11:00 horas por S. E. Mons. Anthanasius Schneider, obispo titular de Celerina y auxiliar de Santa María en Astaná (Kazajistán), en el altar mayor de la iglesia de la Conversión de San Pablo de Kracovia (Polonia). Asistió a ella una gran cantidad de fieles -la mayoría jóvenes-, que se encuentran participando en la Jornada Mundial de la Juventud 2016 que tiene lugar en dicha ciudad.
Actualización [27 de julio de 2016]: El sitio Catholicvs ha publicada una galería fotográfica de la Santa Misa pontifical en el faldistorio oficiada ayer martes, festividad de Santa Ana, madre de la Santísima Virgen María, a las 11:00 horas por S. E. Mons. Anthanasius Schneider, obispo titular de Celerina y auxiliar de Santa María en Astaná (Kazajistán), en el altar mayor de la iglesia de la Conversión de San Pablo de Kracovia (Polonia). Asistió a ella una gran cantidad de fieles -la mayoría jóvenes-, que se encuentran participando en la Jornada Mundial de la Juventud 2016 que tiene lugar en dicha ciudad.
Invitadle a Chile.
ResponderBorrar