sábado, 26 de noviembre de 2016

50 años de Magnificat: recordando al Cardenal Carlos Oviedo Cavada

Al igual que los demás arzobispos de nuestra ciudad desde la época de S.E.R. el Cardenal Raúl Silva Henríquez, monseñor Carlos Oviedo Cavada OdM (1927-1998) dio apoyo a la Asociación de Artes Cristianas y Litúrgicas Magnificat. En su caso, empero, ha sido uno de los que mayor identificación ha tenido con la Santa Misa tradicional y su celebración en Santiago de Chile durante sus ocho años como pastor de esta Arquidiócesis (1990-1998), permitiéndola con frecuencia semanal mucho antes del motu proprio Summorum Pontificum.

S.E.R. Carlos Oviedo Cavada
Arzobispo de Santiago
(1990-1998)

Fue él quien nos autorizó en 1992 para celebrar la Santa Misa de siempre en la Parroquia de los Santos Ángeles Custodios, aunque por distintas razones que no es del caso comentar ahora no fue posible cantarla más que con una frecuencia mensual. Tal fue el lugar de celebración previo al traslado a la capilla del Campus Lo Contador de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el que se mantuvo hasta 2007 con la entrada en vigor del motu proprio Summorum Pontificum y el comienzo de la celebración dominical.

Incluso, en una ocasión él mismo celebró con gran decoro y corrección una Misa prelaticia para nuestra Asociación. Celebrar pontificalmente fue imposible hasta el recién motu proprio de Benedicto XVI por falta de sacerdotes y monaguillos que conocieran el elaborado ceremonial. Dicha Misa tuvo lugar el domingo 7 de noviembre de 1991, con una muy buena asistencia de fieles. Al finalizar, el Cardenal se detuvo en la puerta de la iglesia para saludar a cada uno de los fieles asistentes y, posteriormente, hubo un almuerzo con la directiva de la época en la casa parroquial. Lamentablemente, no quedaron registros gráficos de esa celebración.


El 8 de septiembre de 1994, poco antes de ser creado cardenal por San Juan Pablo II, el Arzobispo de Santiago publicó su carta pastoral intitulada Un solo rebaño, un solo pastor dedicada a los fieles católicos vinculados a la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, que desde hacía una década contaban con un creciente apostolado en nuestra ciudad. Si bien sus palabras resultan hoy superadas por los acontecimientos posteriores, allí invitaba a los fieles a permanecer en comunión con la Iglesia jerárquica, viviendo según la Tradición viva. En dicha carta existe una referencia a nuestra Asociación a propósito de la ahí llamada impropiamente “Misa de San Pío X” (mentada a veces como de San Pío V):

También hay fieles católicos atraídos por el rito romano de la antigua Misa llamada de San Pío X, y en latín, tal como la celebrábamos antes de la reforma litúrgica originada en el Concilio Vaticano II (el nuevo rito comenzó entre nosotros el 7 de junio de 1964). A este respecto debe advertirse que la Santa Misa es una sola y la misma, tal como la instituyó Nuestro Señor Jesucristo en la Última Cena: “Haced esto en memoria mía” (Cfr. Lc 22, 19-20). ¿Cómo celebran la Eucaristía los Apósteles, cómo los cristianos de los primeros siglos? Ciertamente su rito era distinto del que formalizara San Pío V después del Concilio de Trento, y del que estableciera San Pío X a comienzos de este siglo, y del que instituyera la reforma postconciliar del Vaticano II.

En la tradición latina también se han tenido diversos ritos, por ejemplo, el ambrosiano, el mozárabe y el de algunas órdenes religiosas, como también son muy variados los ritos en la Iglesia Católica oriental aún hoy en día. Pero, la Santa Misa es, en todos esos casos, esencialmente la misma, la que instituyera Nuestro Señor. ¿Por qué, entonces, privilegiar hoy
un solo rito y hacer una cuestión de principios algo que obviamente no lo es?


Ahora bien, la Santa Sede, con el ánimo de allanar todos los obstáculos en materias que no fueran estrictamente doctrinales, autorizó que, según la petición del Ordinario del lugar, se celebrara la Santa Misa del rito de San Pío X. Mi antecesor, el Cardenal Fresno, autorizó esa Misa en un lugar determinado una vez al mes; y yo, aconsejado por la Santa Sede, extendí ese permiso a todos los domingos del año. No ha sido fácil para los fieles agrupados en la asociación “Magníficat”, que se encarga de dicha celebración, mantener esa frecuencia, por la falta de sacerdote oficiante. Para apoyar esa iniciativa y expresar mi comprensión hacia ella, yo mismo les celebré una vez la Santa Misa en ese rito, porque soy Pastor de todos y a todos debo hacer crecer en la comunión de la Iglesia.

Escudo y lema episcopal de S.E.R. Carlos Oviedo Cavada

En diciembre de 1996, nuestra Asociación recibió una visita sorpresiva del cardenal Oviedo en plena celebración de la Santa Misa que se cantaba cada tercer domingo de mes en la capilla del Campus Lo Contador. Venía de una celebración en el santuario de la Inmaculada Concepción en la cumbre del cerro San Cristóbal y, enterado por los avisos que entonces se publicaban mensualmente en el periódico El Mercurio para informar de la celebración de la Santa Misa tradicional, quiso pasar a saludar a sus fieles ahí reunidos. El celebrante, el P. Antonio Grill sdb, estaba pronunciando la homilía cuando llegó nuestro Arzobispo, ante la sorpresa y alegría de los fieles. Después de unos minutos de prédica del celebrante, el cardenal tomó la palabra y dirigió una breve pero afectuosa alocución, donde exhortó a todos a continuar con este apostolado tan caro para toda la Iglesia.

En enero de 1997, el cardenal Oviedo ordenó sacerdote a D. Milan Tisma Díaz, a quien de inmediato le concedió autorización verbal para celebrar la Santa Misa tradicional y los demás sacramentos conforme a los libros litúrgicos de 1962 cada vez que hubiese necesidad pastoral. Desde entonces, y por ya casi veinte años, se ha desempeñado como el capellán de nuestra Asociación. 

El Cardenal Oviedo en el Santuario de Santa Teresa de los Andes en Auco

Un año después, el cardenal Carlos Oviedo presentó su renuncia como arzobispo de Santiago debido a la grave enfermedad que lo aquejaba. Falleció el 7 de diciembre de ese mismo año, víspera de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, cuya imagen preside desde las alturas del Cerro San Cristóbal nuestra ciudad.

3 comentarios:

  1. A considerar:
    1. Los Sacerdotes de la FSSPX fueron los que le enseñaron al Padre Milán a celebrar la misa de San Pío V.
    2. Jonathan Díaz fue el que preparó la misa pontifical que celebró el cardenal Medina. Y ahora Jonathan es feligrés de la FSSPX.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Me parecen sorprendentes las referencias a Silva Henriqez.
    Mi abuelo Alfonso Letelier me contó que magnificat inicio precisamente como un grupo de conservación de música sacra opuesto a las disposiciones de quien alguna vez dijo que, "el mes de María era una superstición "

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