En una entrada anterior explicamos nuestro propósito de traducir los Position Papers sobre el misal de 1962 que desde hace algún tiempo viene preparando la Federación Internacional Una Voce, de la cual nuestra Asociación es capítulo chileno desde su creación en 1966.
En esta ocasión les ofrecemos la traducción del Position Paper 5 y que versa sobre el uso de la Vulgata y de los antiguos salterios latinos, cuyo original en inglés puede consultarse aquí. Dicho texto fue preparado en el mes de mayo de 2012. Para facilitar su lectura hemos agregado un título (Texto) para separar su contenido del resumen (Abstract) que lo precede. Se ha añadido una nota final de la Redacción con la referencia a una entrada anterior donde abordamos en esta bitácora la traducción del breviario hecho en tiempos de Pío XII.
****
El uso de la Vulgata y de los antiguos salterios latinos
Resumen
El Misal de 1962 emplea predominantemente la antigua traducción latina de la Biblia conocida como Vulgata; para el Salterio utiliza el antiguo salterio galicano y (en parte) el romano. Estas versiones hacen uso de un distintivo estilo de "latín cristiano" y siguen, en el Antiguo Testamento, la traducción griega de la Septuaginta. Ambas características las han expuesto a la crítica: en 1945 se promulgó el "Salterio piano", utilizando el estilo de latinistas paganos y basándose en el texto masorético hebreo. (La "Neovulgata", una traducción latina completamente nueva de la Biblia completa, fue finalmente publicada en 1979.) Sin embargo, textos conciliares y posconciliares afirman el valor de estos rasgos. De modo especialmente notable, el uso de la Septuaginta hace a la antigua traducción latina parte de una tradición de interpretación usada por los autores del Nuevo Testamento y por los Padres latinos y griegos por igual, la que pasó al uso litúrgico de pasajes claves. El uso de los antiguos textos latinos es una parte importante de la integridad orgánica del misal de 1962, y los elementos del Salterio piano que se encuentran allí por motivos históricos deberían, idealmente, ser removidos.
Los comentarios a este texto pueden enviarse a positio@fiuv.
Caravaggio, San Jerónimo escribiendo (1605, Galleria Borghese)
(Imagen: Wikimedia Commons)
Texto
1. Una de las diferencias entre las dos
formas del rito romano, compleja y de profundas raíces, es el uso en el leccionario, en la forma extraordinaria, de la antigua traducción Vulgata de la
Biblia, asociada a San Jerónimo con ciertas adaptaciones, y de los salterios
romano y galicano en los Propios. En cambio, el Graduale Romanum de 1974, que
usa los antiguos textos de los cantos, emplea en la forma ordinaria una
traducción enteramente nueva desde el latín, la Editio Nova Vulgata, la Neovulgata [1].
El propósito de este artículo es explicar el valor de los textos que se
encuentran en el misal de 1962 y hasta qué punto es apropiada la reforma.
El estilo del latín cristiano y del
clásico
2. Aunque este artículo no se refiere
principalmente al Oficio, vale la pena considerar la revisión de los himnos del
Oficio en tiempos del papa Urbano VIII. Las versiones publicadas en 1629 [2] tenían
el propósito de ajustarse al estilo latino de la Edad de Augusto. En general se
ha considerado que los himnos revisados son más difíciles de cantar y, en parte
debido a esto, los dominicos, benedictinos, cistercienses, carmelitas calzados y
cartujos nunca los adoptaron.
3. El salterio de Pío XII (y también los
cánticos usados en el Oficio, revisados al mismo tiempo), supervisado por el P.
Augustín Bea SJ (luego Cardenal) y autorizados en 1945 [3],
tuvo también como modelo el estilo de Augusto [4].
Se autorizó este salterio como una opción en el rezo del Oficio, y se lo empleó
en la composición de textos Propios para las fiestas nuevas (o revisadas) desde
1945 en adelante (véase el Apéndice A).
S. Emcia. Revma. el Cardenal Augustin Bea
(Foto: FSCIRE)
4. En contraste con esta tendencia
clasicista, sin embargo, el latín cristiano tiene un valor propio. La gran
clasicista holandesa Christine Mohrmann [5] ha
advertido que, en las traducciones latinas antiguas de la Escritura, se
reemplazó el vocabulario latino que tenía asociaciones paganas por otro arcaico
o foráneo o por palabras creadas al efecto. Algunas traducciones muy fieles
llevaron a la incorporación de modismos, sintaxis y aún elementos gramáticos
griegos y semíticos. El resultado fue un estilo de latín dotado de una poderosa
identidad, reconocible inmediatamente como cristiano, asociado de cerca con la
Escritura y apropiado a la liturgia, de un modo que recuerda notablemente los
consejos de la Instrucción Liturgiam authenticam [6].
Digno de especial mención es el hecho de que los salterios latinos que
surgieron de esta tradición imitaron la construcción rítmica de la poesía
hebrea y son muy adecuados para ser cantados.
5. El valor del latín cristiano fue
decididamente reivindicado en la Constitución sobre la liturgia del Concilio
Vaticano II, Sacrosanctum Concilium. Acerca
de los himnos ésta dice, sencillamente: “En cuanto parezca deseable, debe
restaurarse los himnos a su forma original” [7].
En cuanto al salterio, la Constitución dispone que la revisión del mismo debe
tomar en cuenta el estilo del latín cristiano, el uso litúrgico de los salmos
(también cuando se los canta) y toda la tradición de la Iglesia latina [8].
Traducción latina de a llamada Carta de Aristeas o Carta a Filócrates, texto helenístico del S. III que relata la historia tradicional de la Septuaginta
(circa 1480, Bayerische Staatsbibliothek)
(Foto: Wikimedia Commons)
La Septuaginta y la tradición de la
interpretación
6. Mientras que el Antiguo Testamento y
la Neovulgata se basan en el texto masorético hebreo, la Vulgata y los antiguos
salterios latinos dependen de la traducción del Antiguo Testamento desde el
griego llamada Septuaginta. La Instrucción Varietates legitimate (1994) describe la traducción de la Septuaginta como “un
enriquecimiento de las Escrituras” “bajo la inspiración divina” [9], juicio
que refleja el consensus de los Padres de la Iglesia [10].
Como lo ha explicado el Papa Benedicto XVI recientemente [11],
en comparación con las versiones hebreas que están hoy a nuestra disposición,
la Septuaginta refleja tanto una más antigua tradición manuscrita hebrea [12] como
una comprensión teológica más desarrollada, y es digno de advertirse que ella
es usada en el Nuevo Testamento en algunos casos precisamente porque se separa
del hebreo [13].
Es la Septuaginta la que sirvió de base a los comentarios escriturísticos y las
exégesis de los Padres griegos, y al usar traducciones latinas basadas en la
Septuaginta, los Padres y Doctores latinos pudieron trabajar en continuidad con
aquéllos.
7. En resumen, la lectura del Antiguo
Testamento hecha por los traductores de la Septuaginta constituye un eslabón en
una tradición de interpretación adoptada y desarrollada más extensamente por
los autores del Nuevo Testamento y los Padres, Doctores y estudiosos de la
Iglesia hasta los tiempos modernos. Es esta tradición de interpretación la que
se refleja en el uso litúrgico del Antiguo Testamento, especialmente de los
salmos, según la antigua tradición litúrgica latina.
8. La importancia de “toda la tradición
de la Iglesia latina” es aludida en el pasaje de Sacrosanctum Concilium citado anteriormente, y se la reafirma
enfáticamente en Liturgiam Authenticam:
"Debe
hacerse un esfuerzo para asegurarse de que las traducciones sean acordes con la
comprensión de los pasajes bíblicos que nos ha sido legada por el uso litúrgico
y por la tradición de los Padres de la Iglesia, especialmente en lo que se
refiere a textos muy importantes como los salmos y las lecturas usadas en las
principales celebraciones del año litúrgico. En estos casos, debe tenerse el
mayor cuidado para que la traducción exprese el sentido tradicional tanto
cristológico como tipológico y espiritual, y se manifieste la unidad e
interrelación de los dos Testamentos" [14].
La
preservación de esta tradición de interpretación en los textos del misal de
1962, en contraste con la Neovulgata, queda ilustrado por el Apéndice C [15].
El Papa Clemente VIII (anónimo italiano del S. XVII)
(Imagen: Wikimedia Commons)
9. La restauración de los antiguos
textos litúrgicos por los papas San Pío V [16],
Clemente VIII [17]
y San Pío X [18],
demuestra un profundo respeto por los textos auténticos y antiguos (véase
Apéndice B), y plantea la cuestión, relacionada con la de la tradición
hermenéutica, de la continuidad del culto. Cuando se usa las ipsissima verba de innumerables
generaciones de católicos predecesores nuestros, reaccionamos en las mismas
ocasiones litúrgicas con nuestra meditación de los mismos textos [19].
Como lo ha dicho el papa Benedicto XVI:
“El
aspecto diacrónico, el orar con los Padres y los apóstoles, es parte de lo que
queremos decir con 'rito' […] Los ritos son […] formas de la Tradición apostólica y
de su desarrollo en los grandes lugares de la Tradición […] Debido al carácter
histórico de la acción de Dios, la “Divina Liturgia” […] ha sido moldeada, de un
modo parecido a la Escritura, por los seres humanos y sus habilidades […] La
autoridad de la liturgia ciertamente puede compararse con la de las grandes
confesiones de fe de la Iglesia primitiva” [20].
10. Aunque el salterio de Pío XII [21] y
la Neovulgata [22]
fueron preparados teniendo presente la exactitud, reflejan inevitablemente el
consenso académico de su tiempo. En general, han tenido lugar profundos cambios
en los estudios bíblicos desde que se hizo estas traducciones. Cada vez se
reconoce más la dificultad de fijar un texto original de forma definitiva [23],
y se ha puesto en duda muchos de los criterios que han guiado a los expertos [24].
La verdad es que toda traducción se basa en juicios especializados que están
sujetos a revisión a la luz de la acumulación de nuevas pruebas y de los
cambios de estilo académico. La necesidad de una base escritural estable para
la liturgia significa que debemos aceptar que nuestros textos litúrgicos no
siempre van a estar de acuerdo con los últimos consensos de los expertos.
11. En este punto, el Papa Pío XII hace
una importante distinción en su encíclica Divino afflante Spiritu (1943):
“Así
pues, esta privilegiada autoridad o, como dicen, autenticidad de la Vulgata no
fue establecida por el concilio [de Trento] principalmente por razones críticas, sino más
bien por su legítimo uso en las iglesias durante el transcurso de tantos siglos;
con el cual uso ciertamente se demuestra que la misma está en absoluto inmune
de todo error en materia de fe y costumbres; de modo que, conforme al
testimonio y confirmación de la misma Iglesia, se puede presentar con seguridad
y sin peligro de errar en las disputas, lecciones y prédicas; y, por tanto,
este género de autenticidad no se llama con nombre primario crítica, sino más
bien jurídica” [25].
El
uso que la Iglesia hace de la Vulgata no la compromete con el juicio de que
ésta es la forma de traducción más exacta posible del texto hebreo inspirado,
sino que, más bien, refleja la interpretación de la propia Iglesia de ese
texto, y cuenta con la garantía de que no introduce en él ningún error moral o
doctrinal.
El Siervo de Dios Pío XII
(Foto: Alchetron)
Conclusión
12. Los antiguos textos usados por la
tradición litúrgica de la Iglesia son un verdadero tesoro, representan un gran
logro de la intelectualidad cristiana, y son la culminación del desarrollo de
un estilo cristiano que tiene inmensa importancia en la cultura cristiana [26].
Además, por su uso hoy en día estamos en situación de usar exactamente las mismas palabras
de muchos de nuestros antepasados en la fe y, lo que es más importante, de
apreciar el uso homilético, exegético y litúrgico que se les ha dado. El valor
de la continuidad diacrónica que esto representa ha sido enfatizado por Sacrosanctum Concilium, por Liturgiam Authenticam y por el papa
Benedicto XVI. De aquí se sigue que debiera conservarse en la forma
extraordinaria el uso de la Vulgata y de los antiguos salterios, y que
cualquier Propio nuevo debiera usar esas versiones.
13. La presencia de los elementos del
salterio de Pío XII en el misal de 1962 claramente entorpece, en éste, la
estabilidad del salterio, que es “el libro de oraciones fundamental del pueblo
cristiano”, tan encarecido por Liturgiam
Authenticam [27]. La Instrucción Il Padre, incomprensibile (1996), que se dirige a las iglesias
Orientales, expresa esto de modo muy claro:
“El
primer requisito de toda renovación de la liturgia de Oriente, como lo es
también de toda reforma litúrgica en Occidente, es redescubrir la perfecta
fidelidad a la propia tradición litúrgica, beneficiándose con sus riquezas y
eliminando lo que ha alterado su autenticidad” [28].
A
la luz de lo dicho por Sacrosanctum
Concilium no parece haber duda alguna de que el salterio de Pío XII y sus
cánticos, y los himnos del Oficio revisados por Urbano VIII, representan, para
decirlo con una frase de la citada Instrucción Il Padre, incomprensibile “una intrusión inorgánica” [29]
en la tradición litúrgica encarnada en el misal de 1962 y en los libros
litúrgicos con él vinculados. En resumen, pues, ellos debieran idealmente ser
reemplazados, respectivamente, por los correspondientes pasajes del salterio galicano, por los cánticos de la Vulgata, y por los himnos auténticos del
Oficio medieval.
Pietro da Cortona, Retrato de Urbano VIII (1627, Museos Capitolinos)
(Imagen: Wikimedia Commons)
Apéndices
Apéndice A
El salterio de Pío XII y
los cánticos contenidos en los libros de 1962
En la preparación a la Misa: salmos 83,
84, 85, 115 y 129.
En la acción de gracias después de la
Misa: Benedicite y salmo 150.
En la Semana Santa reformada (1955):
Jueves Santo: salmo 21 (que acompaña al desnudamiento de los altares).
Vigilia Pascual y Laudes que la siguen:
Benedictus.
1 mayo, San José Obrero: Salmo del
versículo de Introito; versículo y respuesta del Gradual; Tracto; Ofertorio.
31 mayo, BVM Reina: Verso del salmo de
Introito; Gradual.
15 agosto, Asunción: Versículo y respuesta
del Gradual.
3 septiembre, San Pío X: antífona y salmo
del Introito; versículo y respuesta del Gradual; versículo del Aleluya;
Tracto; doble Aleluya pascual.
Para otras ocasiones, 6 mayo, Santo Domingo
Savio: Salmo del Introito; Gradual, Aleluya, Tracto, Ofertorio.
Para otras ocasiones, 6 julio, Santa María
Goretti: Antífona y salmo del Introito; versículo y respuesta del Gradual;
Aleluya, Tracto.
(Conviene advertir también que en el Breviarium Romanum de 1962, que conserva
el salterio de la Vulgata, se emplea el salterio de Pío XII para el oficio de
Navidad y de Pascua, que tienen un salterio propio para la fiesta y la octava,
así como para las antífonas, capítulos y responsoria
que se usa para otros oficios de santos compuestos después de 1945, San José
Obrero, San Pío X, etcétera).
San Pío X
(Imagen: Return to Fatima)
Apéndice B
Ejemplos históricos de
restauración de los textos litúrgicos auténticos
Misale Romanum de 1570:
Tercer domingo de Adviento, Introito,
antífona (Flp 4, 4-6): “Gaudete in Domino semper; iterum dico, gaudete.
Modestia vestra nota sit omnibus hominibus: Dominus prope est. Nihil solliciti
sitis, sed in omni oratione petitiones vestrae innotescant apud Deum”.
Salmo
84, 2: “Benedixisti, Domine, terram tuam: avertisti captivitatem Iacob”.
Missale Romanum de 1474:
El versículo del salmo había sido reemplazado
por “et pax Dei quae exsuperat omnem sensum custodiat corda vestra et
intelligentias vestras in Christo Iesu” (Flp 4, 7), continuando el texto de la
epístola usado en la antífona.
Cuarto domingo de Adviento (y miércoles
de témporas de Adviento), Introito, antífona (Is 45, 8): “Rorate, caeli,
desuper, et nubes pluant iustum: aperiatur terra, et germinet Salvatorem”.
Salmo
18, 2: “Caeli enarrant gloriam Dei: et opera manuum eius annuntiat firmamentum”.
Missale
Romanum de 1474:
El salmo había sido reemplazado por “Et
iustitia oriatur simul ego dominus creavi eum…” (continuando con el texto de
Isaías usado en la antífona).
Graduale Romanum de 1908:
26 diciembre, San Esteban, Introito,
salmo 118, 23: "Et enim sederunt príncipes, et adversum me loquebantur" (antiguos manuscritos musicales)
Graduale Romanum de 1871:
Este usaba “Sederunt príncipes, et
adversum me loquebantur” (texto cambiado al parecer por razones de estilo).
Décimo domingo después de Pentecostés,
Introito, salmo 54, 17: “Dum clamarem ad Dominum…” (manuscritos antiguos)
Graduale Romanum de 1871:
Usaba: “Cum clamaren ad Dominum…” (texto
cambiado supuestamente por razones de estilo).
Se continuó usando los textos no
restaurados en las ediciones posteriores del Missale Romanum.
Gradual del Rey Juan I Alberto de Polonia
(Imagen: Wikimedia Commons)
Apéndice C
Antiguos textos latinos y
la Neovulgata
Domingo de Pascua, Introito, salmo 138
(139) v. 18, Salterio Romano: “Resurrexi et adhuc sum tecum” (“Resucité y aun
estoy contigo”).
[Salterio Galicano: “exsurrexi et adhuc
sum tecum” (“Me he levantado…”): este texto fue interpretado también como una
referencia a la Resurrección por San Agustín, quien lo leyó de este modo].
Neovulgata: “Si ad finem pervenerim,
adhuc sum tecum” (“Si llegase hasta el fin, aun estoy contigo”).
La tradición interpretativa, referida a
la Resurrección y representada en el uso litúrgico de este texto, queda
excluída por la Neovulgata.
Fiesta de San Andrés: salmo 138, 17:
“Mihi autem nimis honorati sunt amici tui, Deus: nimis confortatus est
principatus eorum” (“Tus amigos, oh Dios, son para mí muy honorables, y su
principado se fortalece muchísimo”).
Neovulgata: “Mihi autem nimis pretiosae
cogitationes tuae, Deus: nimis gravis summa earum” (“Pero para mí tus
pensamientos son preciosísimos, oh Dios, y de enorme peso la suma de ellos”).
La tradición de interpretación que se
refiere a los Apóstoles queda excluida por la Neovulgata.
Liturgia de las Horas, lunes de la
cuarta semana de Cuaresma, Oficio de Lectura, Levítico 16, 13-14 y un pasaje de
Orígenes que lo explica.
Lv 16, 13-14 dice en la Vulgata, de
acuerdo con la Septuaginta: “tomará algo de la sangre del toro y la aspergerá
con sus dedos siete veces sobre la Sede de la Misericordia hacia el Este”. El
significado del Este es explicado por Orígenes. Pero la Neovulgata, de acuerdo
con el texto hebreo masorético, dice: “y la aspergerá con sus dedos siete veces
hacia el frente del altar de la misericordia”.
Salmo 19 (18), 6-7, proporcionó a los
Padres Griegos y Latinos, que lo leyeron en textos más o menos idénticos de la
Septuaginta y de los antiguos salterios, una tradición de exposición de acuerdo
con la cual el Eterno Hijo puso su Tabernáculo en el sol de la Cámara Nupcial
de las entrañas de la Virgen, y sale, como un Gigante de dos sustancias, humana
y divina, a recorrer su curso encarnado. La Neovulgata confunde esta
imaginería, que es fundamental para los tres himnos del Oficio: Conditor alme siderum, Veni redemptor
gentium y Fit porta Christi pervia.
[1] El salterio de la Neovulgata se publicó primeramente en 1969, el
Nuevo Testamento en 1971, y la Biblia completa en 1979. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en la Instrucción Liturgiam Authenticam (2001), núm. 37, la describe como “el punto de referencia
en lo relativo a la fijación del texto canónico”: “Novae Vulgatae editionis
esse referenda quoad textum canonicum Sacrarum Scripturarum definiendum”. Cf.
también el núm. 24.
[2] Una edición del Breviario Romano que las contenía se publicó en
1631.
[3] AAS 37, 1945, pp. 65 ss.
[4] Bea llama a la Edad de Augusto un “mejor período del latín” (“di
quel megliore periodo della latinità”): Biblica
26 (1945) pp. 203 ss. Bea describe el latín de los antiguos textos como “latin
vulgar y tardío” (“latino volgare e posteriore”), y llama al suyo, el latín al
estilo de Augusto, “un latín más selecto, más clásico” (“un latino più scelto,
più classico”).
[5] Mohrmann, C., Vigiliae
Christianae I (1947) pp. 114-128 y 168-182. Véase también su obra Liturgical Latin. Its Origins and Caracther.
[6] Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción Liturgiam Authenticam (2001), núm. 27: Los arcaicismos, “expresiones
supuestamente poco elegantes” (“vocabula aut locutiones specie inelegantes
continente”) que se derivan de una traducción literal, y otros factores, pueden
contribuir a un “estilo sagrado que llegará a ser considerado el propio del
lenguaje litúrgico” (“stylum sacrum, qui et tamquam sermo proprie liturgicus
agnoscatur”). Cfr. el núm. 40 sobre evitar “el modo de hablar” usado en el
lenguaje religioso no católico o no cristiano (“loquendi consuetudine
communitatum ecclesialium non catholicarum, aut aliarum religionum”). Cfr. Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción Varietates legitimae
(1994), núm. 53: “ciertas palabras de uso corriente en latín (memoria, sacramentum)
adquirieron un significado nuevo en la fe cristiana”.
[7] Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium (1963), núm. 93: “Hymni, quantum expedire
videtur, ad pristinam formam restituantur”.
[8] Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium (1963), núm. 91: “respectu habito latinitatis
christianae, usus liturgici etiam in cantu, necnon totius traditionis latinae
Ecclesiae”.
[9] Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción Varietates
Letigitimae (1994), núm. 9: “[…] la traducción de la Biblia al griego introdujo la
Palabra de Dios a un mundo que había estado cerrado a ella y provocó, bajo la
inspiración divina, un enriquecimiento de las Escrituras” (“Versio librorum
sacrorum in graecam linguam verbum Dei immisit in mundum, qui ei clausus erat,
atque, Deo inspirante, ad Scripturas ipsas locupletandas induxit”).
[10] San Agustín escribió: “Con relación a todo lo que hay en la Septuaginta
que no está en los manuscritos hebreos, podemos decir que el único Espíritu
quería decirlo por medio de los escritores de la primera en vez de los
segundos, a fin de mostrar que tanto la una como los otros son inspirados” (De Civitate Dei 18, 43). Véase Smith SJ, R., “Inspiration and Inerrancy”, en Brown et al., Jerome Biblical Commentary (Londres, Geoffrey Chapman, 1969) pp.
499-514, especialmente pp. 511-512.
[11] Véase infra, nota 20.
[12] Benedicto XVI, "Fe, razón y la universidad: memorias y reflexiones", conferencia dada en el encuentro con los representantes de la ciencia celebrada en el Aula
Magna de la Universidad de Regensburg, 12 de septiembre de 2006: “Hoy sabemos que
la traducción griega del Antiguo Testamento realizada en Alejandría –la
Septuaginta- es más que una simple (y en ese sentido, en verdad, menos que
satisfactoria) traducción del texto hebreo: es un testigo textual independiente
y un paso distinto y decisivo en la historia de la Revelación, el cual produjo
este encuentro de un modo que fue decisivo para el nacimiento y expansión de la Cristiandad”.
[13] El ejemplo más famoso es el de la profecía de Isaías (Is 7, 14) de
que “una Virgen concebirá”, en que los traductores de la Septuaginta apuntan
hacia el nacimiento virginal con una claridad de que carece el texto hebreo. El
término “virgo” de la Vulgata sigue al “he parthenos” de la Septuaginta; el
hebreo “almah”, en cambio, podría traducirse igualmente como “una mujer joven”.
Véase Smith, "Inspiration and Inerrancy", cit., p. 511: “Frecuentemente [en el Nuevo Testamento],
se cita [la Septuaginta] en vez de alguna traducción [al griego] basada
directamente en [el texto masorético].
Además, a veces [la Septuaginta] es citada en apoyo de algunas doctrinas
cristianas básicas precisamente porque el texto [hebreo] no apoya la doctrina
en cuestión”.
[14] Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción Liturgiam Authenticam (2001), núm. 41: “Opera detur, ut translationes
ad intellectum locorum biblicorum ab usu liturgico ac traditione Patrum
Ecclesiae transmissum conformentur, praesertim cum de textibus magni momenti
agitur, sicut psalmi et lectiones in praecipuis celebrationibus anni liturgici
adhibitae: his in casibus diligentissime curetur oportet, ut translatio
traditum sensum christologicum, typologicum aut spiritualem exprimat atque
unitatem et nexum inter utrumque Testamentum manifestet”. Igualmente: “se alienta con fuerza a los traductores para que
presten gran atención a la historia de la interpretación”. Y de nuevo:
“Respétese algunas expresiones que pertenecen al patrimonio de toda la Iglesia
antigua o de una gran parte de ella, así como también otras que han llegado a
ser parte del patrimonio humano general”.
[15] Cfr. Jeffery, P., Translating Tradition: a chant historian
reads Liturgiam authenticam (Collegeville, Liturgical Press, 2005), pp.
33-39.
[16] Que condujo al Missale Romanum de 1570.
[17] Que condujo al Missale Romanum de 1608. Sobre la restauración de
Clemente del texto litúrgico auténtico (en contraposición a la Vulgata), véase Jeffery, Traslating Tradition, cit., pp. 50-52.
[18] Que condujo al Graduale Romanum de 1908.
[19] Esta tendencia fue particularmente bien articulada por los
estudiosos anglicanos que editaron una versión latina del Book of Common Prayer en 1865, quienes deseaban incorporar
“exactamente las mismas palabras que tienen su origen en los Doctores más
distinguidos […] León […] Gregorio […] que fueron caros a nuestros predecesores Beda […] el
rey Alfredo el Grande […], Osmundo y Anselmo y otros a través de muchos siglos, en
sus devotas transacciones con el cielo (in pio cum coelis comercio cordi
fuere)”. Cfr. Bright, W./Medd, P. G., Libri
Precum Publicarum Ecclesiae Anglicanae Versio Latina (Rivington, 1865).
[20] Ratzinger, J., Spirit of the Liturgy (San Francisco, Ignatius Press, 2000), pp. 164-167. Véase Benedicto XVI, Carta a los obispos que acompaña al motu proprio Summorum Pontificum: “En la historia de la liturgia encontramos
crecimiento y progreso, pero no ruptura. Lo que fue sagrado para las
generaciones anteriores, sigue siendo sagrado y grande también para nosotros”.
[21] Por ejemplo, el salterio de Pío XII se publicó en la víspera del
descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto, que en algunos casos reivindicaron
a la Septuaginta en vez del texto masorético hebreo, el que había sido base de
la traducción de Pío XII. Véase Brown, R./ Johnson, D. W./O’Connell, K. “Texts and versions”, en Brown et al., The New Jerome Biblical Commentary
(Londres, Geoffrey Chapman, 1986), pp. 1083-1112, especialmente p. 1086: en los Manuscritos de
Qumram “se encuentra muchas lecturas alternativas y desarrollos para los que no
tienen equivalente los manuscritos hebreos medievales en [la tradición
masorética], pero que a menudo eran conocidos ya por las fuentes griegas o
samaritanas […]”.
[22] Una vez más, el Nuevo Testamento de la Neovulgata se basó en United Bible Societies’ Greek New Testament,
en sus dos primeras ediciones (1966 y 1968). Estas usaron un sistema de anotar
diversas interpretaciones con las letras A, B, C, D, que indicaban su “relativo
grado de certeza” en opinión de los editores, el cual fue muy criticado y se lo
abandonó en ediciones posteriores. Haciendo la revisión de la cuarta edición,
el Prof. J.K. Elliott se refirió “al extraño y a menudo criticado sistema de
distribuir letras calificatorias”, llamándolo “arbitrario y fluctuante”, y
concluyendo que “aun en esto los editores reconocen que este 'texto estándar' está todavía en flujo, y podría cambiar”. Elliott, J. K., “New Testament Textual Criticism:
the Application of Thoroughgoing Principles” (Leiden, Brill, 2010), pp. 557-558.
[23] Véase Epp, E. J./Gaventa, B. R., Junia: The First Woman Apostle (Augsburg, Fortress Publishers, 2005), p. 5, sobre el problema de definir un “texto
original autorizado” estable y preciso. Una de las influencias en esto fue la
percepción, entre los partidarios del clasicismo (por ejemplo, Rosalind Thomas) y los
estudiosos del Nuevo Testamento (por ejemplo, Loveday Alexander), de que, en las
transacciones con un mundo anterior a la imprenta, que hizo posible “ediciones”
definitivas, el estudio de la “literalidad” y su relación con la “oralidad”
tiene mucho que enseñarnos acerca del propósito, génesis y evolución de los
diversos tipos de texto.
[24] Para citar sólo un ejemplo, la suposición de que las versiones más
largas de un texto son más susceptibles de interpolaciones que las versiones
más cortas y truncadas, ha perdido apoyo. Epp/Gaveta, Junia, cit., p. 5: “tanto este simplismo como la correspondiente inocencia del
criticismo textual del Nuevo Testamento comenzaron a desmoronarse”.
[25] Pío XII, Encíclica Divino
afflante Spiritu (1943), núm. 14.
[26] Cfr. Pablo VI, Carta apostólica Sacrificium laudis (1966): “Porque esta lengua [el latín] es, en la
Iglesia latina, una fuente abundante de cultura cristiana y un riquísimo tesoro
de piedad” (“cum sit in Ecclesia Latina christiani cultus humani fons uberrimus
et locupletissimus pietatis thesaurus”).
[27] Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Instrucción Liturgiam Authenticam (2001), núm. 36.
[28] Congregación para las Iglesias Orientales, Instrucción Il Padre
incomprensibile (1996), núm. 18.
[29] Congregación para las Iglesias Orientales, Instrucción Il Padre incomprensibile (1996), núm. 58.
Nota de la Redacción: Sobre el salterio mandado a componer en tiempos de Pío XII hemos publicada precedentemente esta entrada.
****
Nota de la Redacción: Sobre el salterio mandado a componer en tiempos de Pío XII hemos publicada precedentemente esta entrada.
Hola, qué Biblia les parece mejor para el uso de la traducción de los textos bíblicos del latín de la Misa?
ResponderBorrarMuchas gracias por escribirnos. Siempre se ha dicho que la mejor traducción castellana de la Biblia es aquella preparada por monseñor Juan Straubinger, que se puede encontrar en formato digital en Internet.
ResponderBorrar