miércoles, 20 de diciembre de 2017

FIUV Position Paper 14: La reforma de la Semana Santa (primera parte)

En una entrada anterior explicamos nuestro propósito de traducir los Position Papers sobre el misal de 1962 que desde hace algún tiempo viene preparando la Federación Internacional Una Voce, de la cual nuestra Asociación es capítulo chileno desde su creación en 1966. 

En esta ocasión les ofrecemos la traducción de la primera parte del Position Paper 14 y que versa sobre los aspectos generales de la reforma de la Semana Santa de 1955, cuyo original en inglés puede consultarse aquí. Dicho texto fue preparado en el mes de febrero de 2013. Para facilitar su lectura hemos agregado un título (Texto) para separar su contenido del sumario (Abstract) que lo precede. Siguiendo el mismo orden de la Federación, en una siguiente entrada publicaremos la segunda parte de este Position Paper, que se ocupa de los aspectos litúrgicos de la reforma piana. 


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La reforma de la Semana Santa de 1955

Primera parte: los aspectos generales

Abstract

Las ceremonias de Semana Santa, tal como existían en el Misal Romano de 1570, fueron resultado de un largo y complejo desarrollo, y hasta la década de 1950 permanecieron inalteradas en lo sustancial. La reforma de 1955 incluyó una sistemática abreviación de las ceremonias, la reposición de algunos elementos obsoletos, la inserción de otros enteramente nuevos y un cambio en el horario de las funciones litúrgicas. Cada uno de estos aspectos puede ser objeto de críticas, y hay también tensiones entre ellos. Estas dificultades configuran la primera parte de una defensa del uso opcional de las ceremonias de 1570 por los católicos que adhieren a la forma extraordinaria del rito romano. El examen de las ceremonias reformadas será emprendido en la Parte II.

Texto

1. Los libros litúrgicos de 1962 incluyen las ceremonias de Semana Santa reformadas en 1955. Dicha reforma ha dado lugar a controversias, y existe, entre quienes están ligados a la forma extraordinaria, un deseo generalizado de que se permita el uso opcional de las formas anteriores de estos ritos, contenidas en el Missale Romanum de 1945, que son, para todos los efectos prácticos, las del Misal tridentino de 1570. Sin embargo, no es nuestro ánimo imponer nada a nadie en estas materias y, en especial, no deseamos agregar más dificultades prácticas para la celebración cabal de la Semana Santa a las muy grandes que ya existen cuando no se trata de un monasterio, de un seminario o de una parroquia bien preparada para la forma extraordinaria.

2. Este ensayo, en sus dos partes, tiene el modesto propósito de demostrar que la reforma de 1955 está lejos de ser irrefutable: por el contrario, hay mucho que decir en favor de la ceremonias de 1570 y reconocer que ellas contienen, como lo dice Benedicto XVI, “riquezas que han crecido con la vida y la oración de la Iglesia”, por lo que debiera otorgárseles algún espacio en la permanente vida litúrgica de la Iglesia [1]. En este ensayo queremos llamar la atención hacia ciertos rasgos generales y problemáticos de la reforma de 1955; en la parte II examinaremos las ceremonias específicas con más detalle.

 El Papa Pío XII. Durante su pontificado tuvo lugar la reforma de la Semana Santa.

Las motivaciones para la reforma de 1955.

3. La motivación que llevó a la reforma fue el deseo, propio del Movimiento Litúrgico [2], de que un mayor número de fieles pudiera experimentar las riquezas litúrgicas de la Iglesia [3], cuya devoción se había enfocado a actos paralitúrgicos (véase el Apéndice).

4. La limitación de los recursos musicales y de disponibilidad de clero impedía que muchas parroquias, pequeñas y medianas, pudieran celebrar las ceremonias con el esplendor que era ideal [4]. Sería, sin embargo, una simplificación decir que antes de la década de 1950 los fieles no asistían a ellas.

5. En primer lugar, los católicos tuvieron, hasta 1642, la obligación de asistir a las principales ceremonias del Triduo [5].

6. En segundo lugar, hay una serie de indicios de que al menos algunas de las ceremonias y de las ideas litúrgicas capturaron la imaginación popular. El “Vía Crucis” en Viernes Santo, por ejemplo, entusiastamente descrito por William Langland en el siglo XIV [6], era aparentemente muy concurrido en Francia en 1915, de lo cual fue testigo el poeta inglés Wilfred Owen [7]. Asimismo, existió una cantidad de devociones paralitúrgicas directamente relacionadas con la Semana Santa, especialmente el “Sepulcro Pascual”, donde se colocaba el Santísimo Sacramento el Viernes Santo en la Inglaterra medieval [8] y en algunas partes de Europa (como Alemania y Polonia) hasta el Concilio Vaticano II. Finalmente, el Beato Ildefonso Schuster recuerda la popular devoción de las partículas de las velas (el triplex candela coniuncta o trikirion) usadas en la Vigilia Pascual en Italia a comienzos del siglo XX [9] (se menciona las devociones paralitúrgicas de nuevo en el Apéndice).

7. En tercer lugar, no solamente los religiosos asistían multitudinariamente a la liturgia de la Semana Santa con gran edificación, sino también los fieles concurrían a los retiros organizados para ellos en los monasterios [10]. Para quienes asistían a estas populares actividades, como por ejemplo el novelista Evelyn Waugh, ellas daban lugar a una intensa experiencia espiritual, y Waugh escribe que las reformas las arruinaron [11]. Ciertamente las ceremonias no eran ociosas si alimentaban la vida espiritual y la imaginación litúrgica de los católicos.

 Evelyn Waugh 
(Foto tomada en 1955 por Cecil Beacon en el Chateau St. Firmin, Chantilly)

8. Los reformadores favorecieron ritos más antiguos y más sencillos en vez de otros más recientes [12], a pesar de la condenación del arqueologismo, hecha apenas unos pocos años antes, por Pío XII en Mediator Dei [13], y a pesar de las inevitables limitaciones de los testimonios históricos y de la investigación académica [14]. Pero simultáneamente los reformadores agregaron elementos sin precedentes históricos que se suponía que atraerían a la gente, o que subrayaban algún aspecto teológico, como la renovación de las promesas bautismales en la Vigilia Pascual, o la procesión del Cirio Pascual. La primera fue condenada por el liturgista dom Bernard Capella, no obstante estar vinculado con el movimiento en pro de la reforma [15]. Se puede dañar la tradición objetiva, es decir, la liturgia que nos ha sido transmitida con toda la complejidad y aparente ilogicidad de las grandes obras de arte, tanto por las tendencias arqueologizantes como por las innovaciones.

9. La reforma tendió a reducir la duración de las ceremonias, especialmente disminuyendo el número de lecturas que se usaba en la Vigilia Pascual [16]. Hubo también simplificaciones, como la abolición de las casullas plegadas, un antiguo rasgo de la liturgia romana en tiempos penitenciales. Pero se añadió novedades que se pensó tenían valor pastoral, como la recepción de la comunión en Viernes Santo, y se realizaron esfuerzos para enfatizar determinados actos que se quería favorecer, como la procesión del Domingo de Ramos [17].

10. Todo esto ofrece la dificultad general de que, por haberse acortado y simplificado la liturgia para que la gente pudiera apreciarla más integralmente, el resultado es que hubo menos que apreciar. Asimismo, el reemplazo de algunas antiguas y quizá misteriosas ceremonias por otras recién inventadas y fáciles de apreciar, significa para los fieles, e incluso para los investigadores, perder para siempre la oportunidad de aumentar la comprensión de las primeras. Y supone también, erróneamente, que los símbolos que son en alguna medida opacos no producen efecto en los fieles [18]. Mejor hubiera sido, como lo expusieron muchos miembros del Movimiento Litúrgico, enseñar a los fieles a apreciar las riquezas de la liturgia en su integridad [19]. Se puede agregar también que no hay que esperar que los fieles asistan a todas las ceremonias cada año.

 Diácono y subdiácono llevando casulla plegada o pianeta plicata. 

El horario de las ceremonias.

11. Uno de los cambios más impactantes realizados por la reforma fue el horario de las ceremonias. En el Misal de 1570, se debe celebrar las ceremonias a la hora corriente para las Misas de cuaresma, después de Tercia (9 a.m.) [*]. En su origen, la Vigilia Pascual se celebraba durante la noche [20], la Misa de la Cena del Señor en Jueves Santo al atardecer (en memoria de la Última Cena) [21], y la Misa de Presantificados, el Viernes Santo, a la hora de la crucifixión, después del mediodía [22]. Igualmente, el Oficio de Tinieblas (maitines y laudes), que en los comienzos se celebraba en la noche (después de la medianoche), comenzó a celebrarse en el atardecer del día previo. El proceso de adelantar ceremonias, ya terminado en 1570, comenzó en el siglo X. También en las Iglesias de Oriente existe la tendencia a celebrar los oficios de Semana Santa más temprano en cada día.

12. Para evaluar este aspecto cabe considerar, en primer lugar, que la celebración de estas ceremonias, salvo en las condiciones ideales de un monasterio, de un seminario o de una parroquia dedicada a la forma extraordinaria, debe adaptarse a los horarios en que hay iglesias y clero disponible, y sería un error pastoral, en el momento actual, adoptar una postura rígida en este punto.

13. En segundo lugar, se debe tener presente que la tendencia a adelantar la Vigilia a un horario más temprano se ha ido consolidando fuertemente desde 1970. La realidad es que, para muchos católicos, especialmente con hijos pequeños, o para los que, como es el caso de muchos que adhieren a la forma extraordinaria, tienen que viajar largas distancias para asistir a las ceremonias, una ceremonia que comienza a medianoche y termina después de las 2 de la madrugada no resulta ni atractiva ni practicable, y además es incompatible con la asistencia a la Misa de Pascua. Una vigilia tarde en la noche claramente no es el ideal desde el punto de vista de alentar todo lo posible la asistencia a ella.

14. En tercer lugar, el Oficio de Tinieblas es una liturgia muy conmovedora al atardecer o de noche, cuando se puede usar efectivamente el simbolismo de la luz y la oscuridad. Pero de acuerdo con la reforma, tiene que celebrarse por la mañana para poder hacer lugar a las ceremonias principales [23], y resulta así un verdadero desastre. 

15. Finalmente, tal como ha ocurrido en tantas ocasiones en la historia de la liturgia, el significado simbólico ha quedado vinculado con el horario de las ceremonias, y este simbolismo todavía es elocuente para nosotros. Benedicto XVI ha escrito: “El día de mi bautismo, como he dicho, fue un Sábado Santo. En aquellos años [1927], todavía se usaba anticipar la Vigilia Pascual a la mañana, luego de la cual continuaba el ambiente sombrío del Sábado Santo, sin el Alleluia. Me parece que esta particular paradoja, esta peculiar anticipación de la luz en un día oscuro, podría ser una imagen de la historia en nuestros tiempos. Por un lado, continúa todavía el silencio de Dios y su ausencia, pero, con la Resurrección de Cristo ya se tiene una anticipación del 'sí' de Dios, y vivimos apoyados en esta anticipación. Y en el silencio de Dios, escuchamos Sus palabras, y en la oscuridad de su ausencia, divisamos su luz. La anticipación de la Resurrección en el curso de una historia que sigue transcurriendo es la fuerza que nos muestra el camino y nos ayuda a avanzar por él” [24].

 Un joven Joseph Ratzinger, luego Benedicto XVI

Conclusión.

16. La reforma, que comenzó de modo experimental en 1951 [25] y concluyó en 1955 [26], produjo un creciente interés en las ceremonias y un aumento en la asistencia a ellas. Es imposible decir hasta qué punto esto fue resultado de la novedad de las ceremonias reformadas, de la vigorosa promoción de las mismas por sus partidarios y por los obispos y sacerdotes a quienes se urgió a publicitarlas o, por el contrario, del cambio de los horarios de celebración. En todo caso, se hizo imposible apreciar los efectos a largo plazo de esta reformas por la irrupción de las nuevas reformas comenzadas en 1964. Hubo informes sobre la declinación de la asistencia a la Vigilia Pascual ya en 1955 [27], y numerosos obispos se quejaron de las dificultades prácticas de la Vigilia [28], especialmente del cansancio del clero, a quien se le pedía que atendiera confesiones todo el día y realizara luego una exigente ceremonia tarde en la noche [29]. La reforma final y obligatoria de 1955 experimentó la fuerte oposición de algunos obispos, en particular del arzobispo McQuaid, de Dublin, y del cardenal Spellman, de Nueva York [30].

17. La controversia desatada por esa reforma en aquel tiempo no ha concluido. Sus efectos en las diversas ceremonias los discutiremos en la Parte II.

 El Cardenal Spellman
(Foto: JFK Library)

ApéndiceEl Triduo y las devociones paralitúrgicas.

Algunos miembros del Movimiento Litúrgico gustaban de subrayar la superioridad de la liturgia, la oración pública de la Iglesia, sobre las devociones paralitúrgicas (“populares”). Este punto está reflejado en las palabras recogidas en el núm. 13 de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la liturgia del Concilio Vaticano II: Se recomiendan encarecidamente los ejercicios piadosos del pueblo cristiano, con tal que sean conformes a las leyes y a las normas de la Iglesia, en particular si se hacen por mandato de la Sede Apostólica. Gozan también de una dignidad especial las prácticas religiosas de las Iglesias particulares que se celebran por mandato de los Obispos, a tenor de las costumbres o de los libros legítimamente aprobados. Ahora bien, es preciso que estos mismos ejercicios se organicen teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos, de modo que vayan de acuerdo con la sagrada Liturgia, en cierto modo deriven de ella y a ella conduzcan al pueblo, ya que la liturgia, por su naturaleza, está muy por encima de ellos” [31].

Antes de la reforma de 1955, existió una cantidad de devociones paralitúrgicas que, aunque variaban según los lugares, eran a menudo muy concurridas y tenían lugar, usualmente, en los tiempos entre las ceremonias. Así, el Jueves Santo, entre la Misa de la mañana y el Oficio de Tinieblas de la tarde, se acostumbraba visitar el Monumento. De aquí surgió una nueva práctica, especialmente en las ciudades, la de “los siete altares”, que consistía en visitar siete Monumentos y orar ante ellos. Asimismo, el Viernes Santo, entre la Misa de Presantificados en la mañana y el Oficio de Tinieblas en la tarde, se llenaba con la muy extendida devoción del Via Crucis, que se realizaba públicamente con cierta solemnidad (dirigida por un sacerdote revestido con sobrepelliz y quizá capa pluvial, acompañado a veces por acólitos que llevaban una cruz procesional y cirios). Además, en algunos lugares se predicaba una serie de sermones sobre las “Ultimas Siete Palabras”. La liturgia del Viernes Santo se vinculaba con la Vigilia Pascual mediante la práctica, común en el Medioevo y todavía vigente en algunos países, del “Sepulcro Pascual”. 

Estas devociones armonizan con los tiempos litúrgicos y derivan de la liturgia y son, por tanto, altamente recomendables, y su popularidad es prueba de su importancia para la vida espiritual de los fieles. Era lamentable que relativamente pocos fieles asistieran a la Misa de Presantificados con anterioridad a 1955, pero no lo era que muchos asistieran al Vía Crucis del Viernes Santo. Ambas cosas no se excluían mutuamente. Uno de los efectos de los cambios de horario de la liturgia del Triduo fue que los horarios asignados tradicionalmente a estas devociones en las tardes del Jueves Santo y del Viernes Santo se hicieron imposibles. Aunque fuera posible, en teoría, ubicarlas en otras horas, a menudo éstas no eran adecuadas o convenientes, y en la práctica tales devociones desaparecieron de la vida católica, con gran empobrecimiento de la espiritualidad católica.

 Procesión claustral del "Santo Entierro" en la iglesia del Patriarca de Valencia



[1] Queremos dejar de lado, en este ensayo, la cuestión de la Oración por los Judíos en la liturgia del Viernes Santo, que no se cambió en 1955 pero sí se reemplazó en 1962 y, de nuevo, en 2007. Esto no afecta la comparación de los méritos de las versiones de las ceremonias de Semana Santa de 1570 y de 1955.

[3] El Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos Maxima redemptionis nostrae mysteria (1955) lamentaba la celebración del Triduo “por clérigos solos, en una iglesia casi desierta”.

[4] Memoriale Rituum, de Benedicto XIII (1725), determina los ritos y lo que hace falta para celebrarlos en pequeñas iglesias parroquiales, donde no hay clero adicional [nota de la Redacción: véase la referencia que publicamos aquí].

[5] El cambio se hizo por Urbano VIII, en la Constitución apostólica Universa per orbem (1642).

[6] Se suprimió, con grandes dificultades, luego de la reforma inglesa. Duffy cita a Edmund Grindal, el segundo arzobispo de Canterbury de Isabel I, quien se queja de que la devoción continuaba. Cfr. Duffy, E., The Stripping of the Altars: Traditional Religion in England c. 1400- c. 1580 (New Haven, Yale University Press, 1992), p. 29.

[7] Owen dejó un testimonio en su poema “Jueves Santo” (Maundy Thursday), título que refleja su ignorancia litúrgica. En él describe la veneración de la Cruz por los hombres, mujeres y niños de la parroquia. Probablemente presenció la ceremonia en Merignac, cerca de Burdeos, donde vivía con una familia francesa. Véase The Poems of Wilfrid Owen editados por Jon Stallworthy (Londres, Chatto & Windus, 1990), pp. xxiii y 86.

[8] Véase Duffy, The Stripping of the Altars, cit., pp. 31-37.

[9] Schuster, I., The Sacramentary (Liber Sacramentorum): historical and liturgical notes on the Roman Missal (edición inglesa, Londres, Burns Oates, 1925), vol. II, p. 286: “Incluso en la actualidad, en muchas partes de Italia, el pueblo tiene gran devoción a las partículas ya no de las velas pascuales, sino del Lumen Christi, que envuelve en bolsitas de seda y que cuelga del cuello a los niños”. 

[10] De hecho, tales retiros siguen haciéndose en los monasterios que siguen la forma extraordinaria, especialmente en Francia, y en monasterios que usan la forma ordinaria.

[11] Escribiendo para The Spectator en 1962 decía Waugh: “Durante los últimos años hemos experimentado el triunfo de los 'liturgistas' en las nuevas disposiciones de las ceremonias de Semana Santa y de Pascua. Durante siglos, ellas fueron enriquecidas por devociones que eran caras a los laicos: la anticipación del Oficio de Tinieblas matutino, la vigilia ante el Monumento, la Misa de Presantificados. Lo que importa no es cómo los cristianos del siglo II celebraban estos días, sino cuál es el crecimiento orgánico de las necesidades de la gente. No todos los católicos tenían a su alcance las ceremonias, pero centenares tenían a la mano el poder irse a los monasterios o cerca de ellos para hacer un retiro anual que comenzaba con el Oficio de Tinieblas del Miércoles Santo en la tarde y terminaba alrededor del mediodía del Sábado Santo con la Misa Pascual anticipada. Durante esos tres días se distribuía convenientemente el tiempo entre los ritos de la Iglesia y las pláticas del sacerdote que predicaba el retiro, con pocas tentaciones de distracción. En la actualidad, nada ocurre antes de la tarde del Jueves Santo. La mañana del Viernes Santo está vacía. Se pasa en la iglesia una hora, más o menos, en la tarde del Viernes. La Misa Pascual se celebra a medianoche ante una concurrencia cansada a quien se le urge 'renovar sus votos bautismales' en vernáculo e irse después a la cama. El significado de la Pascua como fiesta del amanecer se pierde totalmente, así como lo típico de la Navidad es la Nochebuena. He notado, en el monasterio al que suelo ir, un claro descenso en el número de quienes hacen el retiro desde que se hicieron las innovaciones o, como prefieren llamarlas los liturgistas, las restauraciones. Puede muy bien ser el caso que estas ceremonias están más cerca de la práctica de la cristiandad primitiva, pero si la Iglesia se alegra con el desarrollo del dogma  ¿por qué no admitir también el desarrollo de la liturgia?”. Véase Ried, S. (ed.), A Bitter Trial: Evelyn Waugh and John Carmel Cardinal Heenan on the liturgical changes (Londres, St. Austin Press, 1996), pp. 24-25.

[12] Igual que otros ejemplos mencionados más adelante, el Miserere final del Oficio de Tinieblas, que databa por lo menos del siglo XII, desapareció con la reforma por “ser tarde” y porque duplicaba su recitación, hecha antes. Este Miserere inspiró una de las piezas sagradas más famosas del repertorio occidental, el Miserere de Gregorio Allegri, compuesto en la década de 1630.

[13] Pío XII, Encíclica Mediator Dei (1947), núm. 61: “La liturgia de épocas pasadas es ciertamente digna de la máxima veneración. Pero no se debe estimar que los usos del pasado son más propios y adecuados, sea por sí mismos, sea por su significación, para los nuevos tiempos y situaciones por la simple razón de que prolongan el sabor y el aroma de la antigüedad. Los ritos litúrgicos más recientes también merecen reverencia y respeto, y también deben su inspiración al Espíritu Santo, quien asiste a la Iglesia en todas las edades y hasta la consumación de los tiempos. Ellos son también recursos que emplea la ínclita Esposa de Jesucristo para promover y procurar la santidad del hombre” (“Utique vetustae aetatis Liturgia veneratione procul dubio digna est; verumtamen vetus usus, non idcirco dumtaxat quod antiquitatem sapit ac redolet, aptior ac melior existimandus est vel in semetipso, vel ad consequentia tempora novasque rerum condiciones quod attinet. Recentiores etiam liturgici ritus reverentia observantiaque digni sunt, quoniam Spiritus Sancti afflatu, qui quovis tempore Ecclesiae adest ad consummationem usque saeculorum (cfr. Matth. 28, 20), orti sunt; suntque iidem pariter opes, quibus inclita Iesu Christi Sponsa utitur ad hominum sanctitatem excitandam procurandamque”).

[14] Por ejemplo, en la reforma de 1955 el color de los ornamentos durante la bendición de los ramos cambió de violeta a rojo porque se creyó que éste era el color auténtico. Pero de hecho el violeta había sido usado desde antiguo en el rito romano, por lo que el cambio fue injustificado. Véase Goddard, P., Festa Paschalia: A history of the Holy Week liturgy in the Roman Rite (Leominster, Gracewing, 2011), p. 285, nota 9.

[15] Capella escribió: “No es necesaria la introducción de esta innovación […] Para asegurarse de que la tarea de reformar la liturgia alcance sus objetivos, es necesario que esté informada por el deseo de regresar, de un modo prudente y discreto, a sus orígenes más puros. Sería, por tanto, sumamente inoportuno introducir ritos que no sólo no están aprobados por una larga tradición sino que son enteramente nuevos. Ello es especialmente intolerable cuando las liturgias en las que se introducen son las más antiguas y sagradas”. Citado en la traducción inglesa por Goddard, Festa Paschalia, cit., p. 248, y en el latín original por Ried, A., The Organic Development of the Liturgy (San Francisco, Ignatius Press, 2a ed., 2005), p. 176, nota 103.

[16] Otros ejemplos incluyen la abolición del Asperges, de las Oraciones al pie del altar y del Ultimo Evangelio, y la Missa sicca de la bendición de los ramos el Domingo de Ramos; la Misa de los Presantificados fue también gravemente podada. El salmo Iudica (Ps 42) se suprimió de las Oraciones al pie del altar durante  la Semana de Pasión y la Semana Santa. El cardenal Antonelli, que tuvo a su cargo la reforma, explicó que uno de los motivos era “abreviar”. Véase Ried, Organic Development, cit., p. 173 y nota 87, donde cita a Giampietro Cardinal Ferdinando Antonelli, pp. 24-26.

[17] Goddard, Festa Paschalia, cit., p. 266: “Se efectuó cambios mayores al rito de la bendición de los ramos y a la posterior procesión. Ellos fueron motivados por el deseo de trasladar el foco del rito de los primeros a los segundos”. 

[18]  Nichols, A., Looking at the Liturgy: a critical review of its contemporary form (San Francisco, Ignatius Press, 1996), p. 61: “La noción de que mientras más inteligible sea el rito, más efectivamente entrará en la vida de los fieles es implausible para la imaginación sociológica […] una cierta opacidad es esencial en la acción simbólica, según explican los sociólogos […]”.

[19] Un representante de esta actitud fue el P. Hans Anscar Reinhld, que escribía lo siguiente en 1947: “El moderno Movimiento Litúrgico es obediente, ortodoxo, modesto. Lo primero que pide es que todos nosotros, nosotros mismos, realicemos la liturgia tal como está en los libros y nos conformemos a ella. Auto reforma y perfección. En segundo lugar, esperamos que esto nos abra los ojos a las sutilezas y nuevos descubrimientos, los que han de transformar nuestro pensamiento en algo más dogmáticamente correcto, más proporcionado y más gozoso. Lo tercero será ver la liturgia restaurada a su simplicidad y originalidad. Sólo en cuarto lugar nos iremos a postrar a los pies del Santo Padre a pedirle que haga las reformas”. Citado por Ried, Organic Development, cit., pp. 141-142.

[*] Nota de la Redacción: En el texto original hay un error, porque dice “Nona (9 a.m.)”, cuando dicha hora canónica se reza a las 3 p.m. A las 9 a.m. se recita el oficio de Tercia.

[20] O, como se describe a veces, de “mañana”, es decir temprano en la mañana, antes de la salida del sol.

[21] En Roma el Papa celebraba una sola Misa al mediodía, en la cual bendecía los óleos, en tanto que en el resto de la ciudad (cuya liturgia se preserva en el Sacramentario Gelasiano Antiguo) se celebraba tres Misas: una Misa en la mañana con la reconciliación de los penitentes, una Misa crismal a mediodía, y al atardecer una Missa in Coena Domini ad sero. Con todo, fueron los libros papales (“gregorianos”) los que se adoptó, con adiciones, por Alcuíno en la reforma de la liturgia de los francos, en tiempos de Carlomagno, y fue esta reforma la que influyó en la romana en tiempos posteriores. De este modo, la Misa del Jueves Santo del misal de 1570 deriva, en último término, de la Misa de mediodía del Papa y  no de la antigua Misa vespertina de ese día. Véase Goddard, Festa Paschalia, cit., p. 134.

[22] En la antigua tradición gelasiana, en el siglo VIII, se celebra a las 3.00 pm; en el siglo XII, la Pontifical se celebra al mediodía, como se ve en el Missale Romanum de 1474. La celebración en la mañana surgió más tarde.

[23] Los maitines de Pascua, que se celebraban el Sábado Santo en la tarde como primera ceremonia de Pascua, fueron totalmente abolidos.  Sobre esto véase FIUV, Position Paper 15, núm. 12.

[24] Benedicto XVI, Homilía de la Misa en acción de gracias por su cumpleaños, 16 de abril de 2012.

[25] La Vigilia Pascual experimental, en la forma aprobada substancialmente en 1955, fue autorizada en el nuevo horario nocturno desde 1951 por el Decreto Dominicae Resurrectionis Vigiliam, de 9 de febrero de 1951, no mucho antes de Pascua. Ried hace notar que el Ordo, necesario para la ceremonia reformada, se publicó menos de un mes antes de Pascua, que ese año cayó el 25 de marzo (Ried, Organic Development, cit., p. 172, nota 80).

[26] El Ordo Hebdomadae Sanctae Intauratus, que comenta oficialmente los cambios, se publicó en 1956, aunque los textos habían estado disponibles antes. La versión final de la Semana Santa reformada contenía algunas modificaciones de la Vigilia Pascual experimental y versiones reformadas de otras ceremonias de Semana Santa, haciéndolas obligatorias a todas.  

[27] El P. John Coyne, rector del seminario de Oscott, Inglaterra, comentaba en 1955: “Ahora que la novedad está pasando de moda, las parroquias de muchas zonas informan sobre un descenso en la asistencia. También en muchos lugares la Vigilia Pascual no se ha aproximado jamás al número de asistentes a la Misa de Nochebuena. Tampoco la nueva ceremonia ha sido siempre adoptada donde más hubiéramos esperado que lo fuera. En la catedral de Westminster, por ejemplo, no entró en uso hasta 1955. San Pedro, en Roma, todavía no abandona la ceremonia en la mañana”. Citado por Reid, Organic Development,  cit., p. 222. Véase también el informe de Evelyn Waugh sobre la disminución de la asistencia al retiro pascual de Downside, en texto de 1962 citado en la nota 11.

[28] Entre los obispos que enviaron informes sobre la introducción experimental de las ceremonias de Semana Santa, estuvieron Mons. Felice Bonomini, obispo de Como; el cardenal Siri, arzobispo de Génova, y Mons. Cornelio Cuccarollo, arzobispo de Otranto. Véase Ried, Organic Development,  cit., p. 222, nota 70.

[29] Se advirtió este problema en el  informe oficial sobre el experimento, una Positio escrita por el cardenal Antonelli y publicada por la Sagrada Congregación de Ritos en 1955. Véase Ried, Organic Development,  cit., pp. 221-222 y nota 269.

[30] Véase Ried, Organic Development, cit., p. 231.

[31] Concilio Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium, núm. 13: “Pia populi christiani exercitia, dummodo legibus et normis Ecclesiae conformia sint, valde commendantur, praesertim cum de mandato Apostolicae Sedis fiunt. Speciali quoque dignitate gaudent sacra Ecclesiarum particularium exercitia, quae de mandato Episcoporum celebrantur, secundum consuetudines aut libros legitime approbatos. Ita vero, ratione habita temporum liturgicorum, eadem exercitia ordinentur oportet, ut sacrae Liturgiae congruant, ab ea quodammodo deriventur, ad eam populum manuducant, utpote quae natura sua iisdem longe antecellat”.


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Actualización [28 de febrero de 2018]: Según informa el sitio Secretum Meum Mihi, la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro ha recibido, ad experimentum por tres años, un indulto de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei para celebrar la Semana Santa conforme a los ritos vigentes antes de la reforma litúrgica de Pío XII, con excepción de la oración por los judíos, debiendo rezarse la versión de ésta promulgada por Benedicto XVI. De acuerdo con lo recogido por el mismo sitio, ya son varios los apostolados de la FSSP que en sus boletines han anunciado que se acogerán a esta autorización.

Actualización [1° de marzo de 2018]: El sitio Secretum Meum Mihi ha difundido en el original francés y en traducción española el boletín publicado por los benedictinos de Saint-Benoit, en Toulon (Francia), quienes también han recibido autorización de las autoridades competentes para celebrar la Semana Santa de este año conforme a los ritos vigentes antes de la reforma litúrgica de Pío XII. 

Actualización [10 de marzo de 2018]: El sitio Rorate Caeli ha anunciado la creación de un sitio en inglés e italiano que pone a disposición de clérigos y laicos abundante material explicativo y recursos litúrgicos relativos a la celebración de la Semana Santa conforme a las rúbricas vigentes antes de la reforma de Pío XII de 1955. Los materiales incluyen folletos descargables en latín y lengua vernácula con las celebraciones completas del Domingo de Ramos, Jueves y Viernes Santo y de la Vigilia Pascual, además de folletos para el Oficio de Tinieblas, así como material auditivo y partituras. Se puede acceder directamente al sitio aquí.

Actualización [29 de marzo de 2018]: El sitio Dominus est ha publicado una galería fotográfica de la Procesión y Misa celebrada el pasado Domingo de Ramos en la ciudad de Guadalajara, México, por la Fraternidad de San Pedro conforme a los ritos anteriores a la reforma de 1955.

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