La Ascensión del Señor es una fiesta cristiana que se celebra cuarenta días después del Domingo de Resurrección, todavía durante el Tiempo Pascual, y que conmemora el ascenso de Jesucristo al Cielo en presencia de sus discípulos tras anunciarles que les enviaría el Espíritu Santo para que los asistiera hasta su Segunda Venida. Esta solemnidad es una festividad litúrgica de muy antigua data. Aunque no hay evidencia documental de su existencia previa al siglo V, cuando ya es posible encontrar dípticos y frescos alusivos, san Agustín de Hipona señaló que era una celebración de origen apostólico, y se refirió a ella como una festividad de carácter universal en la Iglesia desde antes de su tiempo. Este año de 2017, la Ascensión del Señor se celebra el jueves 25 de mayo.
Pietro Perugino, Políptico de San Pedro (La Ascensión de Cristo), Musée des Beaux-Arts de Lyon, Francia
(Imagen: Wikimedia Commons)
Según el calendario litúrgico tradicional, la Iglesia celebra las llamadas "Rogativas" durante los tres días previos a la Ascensión del Señor, vale decir, los días 37°, 38° y 39° después de la Pascua. La expresión "rogativas" viene del latín, así como el término "letanías" proviene del griego, y es sinónimo de oraciones, súplicas e invocaciones. En un sentido más estricto, reciben este nombre las oraciones públicas hechas por la Iglesia en los tres días que preceden a la fiesta de la Ascensión, para pedir a Dios la conservación de los bienes de la tierra y la gracia de estar libres de los azotes y desgracias. El Directorio de piedad popular incluye las Rogativas dentro de las procesiones y las define como "una súplica pública de la bendición de Dios sobre los campos y sobre el trabajo del hombre, y tienen también un carácter penitencial" (núm. 245). Incluso, el mismo mismo V Domingo de Pascua recibe el nombre de "Domingo de Rogativas". La razón es que el Evangelio de esa domínica Cristo nos enseña que cuanto pidamos al Padre en su nombre nos será dado (Jn 16, 23).
Se atribuye la institución de las rogativas a San Mamerto, obispo de Vienne, quien hacia 474 exhortó a los fieles del Valle del Ródano y del Delfinado a hacer oraciones, procesiones y obras de penitencia durante tres días a fin de aplacar la justicia divina y obtener la cesación de los terremotos, incendios y devastaciones de bestias feroces que afligían la zona. El resultado de estas oraciones hizo se continuasen como una manera de preservar al pueblo contra semejantes calamidades. En 511 el Concilio de Orleans dispuso que se hiciesen tales rogativas en toda la Francia, añadiéndose pronto la práctica del ayuno. Este uso pasó a España a principios del siglo VII, pero en esta nación se destinó el jueves, viernes y sábado después de Pentecostés, ya concluido el Tiempo Pascual. En 816 el papa León III adoptó también las Rogativas en Roma, haciéndolas pronto extensivas a toda la Iglesia universal. La legislación civil dio respaldo a esta costumbre. Carlomagno y Carlos el Calvo prohibieron al pueblo trabajaren tales días y sus leyes fueron observadas durante largo tiempo.
Esta práctica de piedad existía también en Inglaterra antes del cisma y se dice que todavía se conservan algunos vestigios de ellas en la costumbre observada en muchas parroquias anglicanas de recorrer en procesión los deslindes parroquiales durante los tres días que preceden a la Ascensión.
Bendición (anglicana) de los campos en el Domingo de Rogativas en Hever, Kent (Inglaterra), 1967
(Foto: Wikimedia Commons)
Se cree que la costumbre de las rogativas llegó a las Islas Británicas en el siglo VII y el primer texto del Uso de Salisbury (Sarum) que la menciona data del siglo XII. Las procesiones eran acompañadas con numerosos estandartes con imágenes de personajes bíblicos y santos, siendo precedidos por uno con la imagen de un dragón, representación de Poncio Pilato, seguido de otro de un león, que representaba a Cristo. Textos del Uso de Salisbury de los siglos XIII a XV indican que en la Víspera de la Ascensión el estandarte del dragón era desplazado al final de la procesión, siendo reemplazado por el león, simbolizando así el triunfo de Cristo. En el siglo XVI se añadieron portadores de reliquias y turiferarios. Durante el reinado de Enrique VIII las procesiones de rogativas enfatizaron el aspecto de invocación de la protección divina sobre las cosechas. Luego de la Reforma protestante, durante el reinado de Eduardo VI las rogativas no encontraron ningún reconocimiento oficial, pero, luego del Acta de Uniformidad (1558) de Isabel I, fueron expresamente incorporadas a la liturgia anglicana. Sin embargo, las procesiones ya no contaban con iconos ni turiferarios, al tiempo que, para distanciarlas de la práctica católica, se hizo hincapié en el sentido ya mencionado con el que aún subsisten de recorrido de los deslindes parroquiales, para asegurar la conservación e integridad de éstos (aunque las procesiones con este sentido precedían a la Reforma protestante y tenían antecedentes remotos en el tiempo previo a la invasión normanda de las Islas Británicas). En la actualidad no se trata de una costumbre ampliamente observada en la iglesia anglicana, pero la fiesta existe en numerosas comunidades.
Ilustración (inicios del S. XVI) de un procesional del Uso de Salisbury para la procesión del día de la Ascensión
(Ilustración: Wikimedia Commons)
Las procesiones de las Rogativas se llamaron pequeñas letanías, letanías menores o letanías galicanas, porque habían sido instituidas por un obispo de esas tierras y para distinguirlas de las Letanías Mayor o Letanía Romana, que es la procesión que se hace el 25 de abril, día de San Marcos y cuya institución se atribuye a San Gregorio Magno, cuyo pontificado comporta un punto de referencia ejemplar de una relación fecunda entre liturgia y piedad popular (Directorio de piedad popular, núm. 27).
En un comienzo, esta procesión tenía por objeto celebrar el aniversario de la entrada de San Pedro en Roma para hacer de ella la capital del mundo cristiano. El 25 de abril se celebrada en esa ciudad la fiesta pagana de las Robigalia, y ésta consistía principalmente en una procesión que, saliendo de la urbe por la puerta Flaminia, se dirigía al puente Milvio, para terminar en un templo suburbano, situado junto a la Via Claudia, donde se inmolaba una oveja en honor de Robigo, el dios romano de la roya del trigo. De esta forma, la Letanía Mayor no consistió más que en sustituir dicha fiesta pagana por una celebración cristiana. En ella, todos los fieles de Roma iban a la Iglesia de San Lorenzo in Lucina, la más próxima a la puerta Flaminia, para comenzar una procesión que hacía estación en San Valentín, atravesaba el puente Milvio y de allí torcía a la izquierda en dirección al Vaticano. Después de detenerse junto a una cruz, ella entraba solemnemente en la Basílica de San Pedro para la celebración solemne de la Santa Misa. Hacia el siglo VI se añadieron a esta procesión algunas oraciones destinadas a pedir el alejamiento de las calamidades y la conservación de los productos de la tierra.
En el siglo VIII se fijó para ese mismo día, 25 de abril, la fiesta de San Marcos, de donde procede el nombre con el que se conoce a esta práctica, sin que exista conexión entre ambas celebraciones. Esta es la razón por la cual, cuando el 25 de abril cae dentro de la Octava de Pascua, se hace la procesión en el día señalado y la fiesta de San Marcos se traslada para después de concluida ella. Las Letanías Mayores sólo se trasladan cuando coinciden con el Día de Pascua, caso en el cual se desplazan para el martes siguiente.
En un comienzo, esta procesión tenía por objeto celebrar el aniversario de la entrada de San Pedro en Roma para hacer de ella la capital del mundo cristiano. El 25 de abril se celebrada en esa ciudad la fiesta pagana de las Robigalia, y ésta consistía principalmente en una procesión que, saliendo de la urbe por la puerta Flaminia, se dirigía al puente Milvio, para terminar en un templo suburbano, situado junto a la Via Claudia, donde se inmolaba una oveja en honor de Robigo, el dios romano de la roya del trigo. De esta forma, la Letanía Mayor no consistió más que en sustituir dicha fiesta pagana por una celebración cristiana. En ella, todos los fieles de Roma iban a la Iglesia de San Lorenzo in Lucina, la más próxima a la puerta Flaminia, para comenzar una procesión que hacía estación en San Valentín, atravesaba el puente Milvio y de allí torcía a la izquierda en dirección al Vaticano. Después de detenerse junto a una cruz, ella entraba solemnemente en la Basílica de San Pedro para la celebración solemne de la Santa Misa. Hacia el siglo VI se añadieron a esta procesión algunas oraciones destinadas a pedir el alejamiento de las calamidades y la conservación de los productos de la tierra.
Letanías Mayores en Roma
(Foto: New Liturgical Movement)
En el siglo VIII se fijó para ese mismo día, 25 de abril, la fiesta de San Marcos, de donde procede el nombre con el que se conoce a esta práctica, sin que exista conexión entre ambas celebraciones. Esta es la razón por la cual, cuando el 25 de abril cae dentro de la Octava de Pascua, se hace la procesión en el día señalado y la fiesta de San Marcos se traslada para después de concluida ella. Las Letanías Mayores sólo se trasladan cuando coinciden con el Día de Pascua, caso en el cual se desplazan para el martes siguiente.
La estructura de las celebraciones litúrgicas de estos tres días previos a la Ascensión es doble, pues se contemplan las Rogativas propiamente tales y la Misa de Rogativas.
Las Rogativas propiamente tales están compuestas por las Letanías de los Santos, los Salmos y las oraciones que se cantan durante la procesión. Ellas tienen por fin alejar del pueblo los azotes de la Divina Justicia y atraer las bendiciones de su misericordia sobre los sembrados. Se prescribe el color morado en señal de penitencia. Originalmente, esta procesión recorría todo el contorno del territorio jurisdiccional de la parroquia, deteniéndose en las cruces estacionales que servían de hitos. Este es el origen de las cruces que se encuentran en los caminos rurales de Europa y que todavía se puede ver en algunas zonas del campo chileno.
Durante la procesión de Rogativas destaca especialmente el canto o recitación de las Letanías de los Santos. Ellas son una estructura litúrgica ágil, sencilla, popular, atestiguada en Roma desde los inicios del siglo VII, donde convergen elementos procedentes de la tradición litúrgica junto con otros de origen popular. Su entonación es expresión de la confianza de la Iglesia en la intercesión de los Santos y de su experiencia de la comunión de vida entre la Iglesia de la Jerusalén celeste y la Iglesia todavía peregrina en la ciudad terrena (Directorio de piedad popular, núm. 235).
Durante la procesión de Rogativas destaca especialmente el canto o recitación de las Letanías de los Santos. Ellas son una estructura litúrgica ágil, sencilla, popular, atestiguada en Roma desde los inicios del siglo VII, donde convergen elementos procedentes de la tradición litúrgica junto con otros de origen popular. Su entonación es expresión de la confianza de la Iglesia en la intercesión de los Santos y de su experiencia de la comunión de vida entre la Iglesia de la Jerusalén celeste y la Iglesia todavía peregrina en la ciudad terrena (Directorio de piedad popular, núm. 235).
Procesión de Rogativas (en alemán Hagelprozession, "Procesión del granizo") en Westfalia (Alemania), 1992
(Foto: Wikimedia Commons)
La Misa de Rogativas tiene un propio que se repite durante el lunes, martes y miércoles que preceden a la fiesta de la Ascensión del Señor. El color litúrgico propio es el morado y durante la Misa no se enciende el cirio pascual. Hay una iglesia estacional para cada día: el lunes corresponde estación en Santa María la Mayor, el martes en San Juan de Letrán, y el miércoles en San Pedro del Vaticano. Todo el propio inculca cuál sea la eficacia de la oración del justo cuando es humilde, confiada y perseverante. Elías con su oración cerró y abrió los cielos en la prolongada sequía que afligió al pueblo de Israel (Epístola), y nuestro Señor mismo nos muestra mediante dos parábolas cómo Dios da su Espíritu Santo a los que se lo piden, porque es bueno y misericordioso (Evangelio y Aleluya). En nuestras aflicciones pongamos en Él nuestra confianza y seremos oídos (Introito y Oración).
Tras la reforma posconciliar del calendario litúrgico, las Rogativas fueron conservadas, pero con indicación de que ellas pueden ser celebradas en cualquier tiempo, correspondiéndole a las respectivas conferencias episcopales fijar su disciplina (Ceremonial de los obispos, núm. 382, y Directorio de piedad popular, núm. 245). El Ceremonial de los obispos exhorta a los ordinarios a procurar la celebración de las Rogativas junto al pueblo que les sido confiado (núm. 383), y señala que para la Misa de cada uno de esos días se escogerá de entre las Misas para diversas necesidades aquella que sea más apropiada a la intención por la cual se hacen las súplicas(núm. 384).
Tras la reforma posconciliar del calendario litúrgico, las Rogativas fueron conservadas, pero con indicación de que ellas pueden ser celebradas en cualquier tiempo, correspondiéndole a las respectivas conferencias episcopales fijar su disciplina (Ceremonial de los obispos, núm. 382, y Directorio de piedad popular, núm. 245). El Ceremonial de los obispos exhorta a los ordinarios a procurar la celebración de las Rogativas junto al pueblo que les sido confiado (núm. 383), y señala que para la Misa de cada uno de esos días se escogerá de entre las Misas para diversas necesidades aquella que sea más apropiada a la intención por la cual se hacen las súplicas(núm. 384).
Procesión de Rogativas de la Parroquia San Juan Evangelista de Montreal, Canadá
(Foto: New Liturgical Movement)
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Actualización [26 de mayo de 2017]: New Liturgical Movement ha publicado una entrada con la procesión de Rogativas celebrada por la Fraternidad de San José Custodio en La Londe Les Maures, Francia. Por razones de último momento, la ceremonia debió ser trasladada del Lunes de Rogativas al sábado anterior, lo que explica que se haya rezado la Misa de San Bernardino de Siena con ornamentos blancos.
Actualización [1° de junio de 2017]: New Liturgical Movement ha publicado un reportaje sobre la procesión y Misa de Rogativas celebrada el pasado lunes 22 de mayo por la Comunidad de San Felipe Neri en la localidad húngara de Balatonederics, un pequeño pueblo en la ribera norte del Lago Balatón.
Actualización [1° de junio de 2017]: New Liturgical Movement ha publicado un reportaje sobre la procesión y Misa de Rogativas celebrada el pasado lunes 22 de mayo por la Comunidad de San Felipe Neri en la localidad húngara de Balatonederics, un pequeño pueblo en la ribera norte del Lago Balatón.
Actualización [10 de mayo de 2021]: Correspondencia Romana ha publicado un interesante artículo de Roberto de Mattei sobre el espíritu de las Rogativas.
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