Las Témporas (del latín quattuor anni tempora, literalmente "las cuatro estaciones del año") son una antiquísima institución consistente en breves tiempos litúrgicos vinculados a las cuatro estaciones del año, los cuales están destinados a reunir a la comunidad, instándola al ayuno y a la oración, para dar gracias a Dios por los frutos de la tierra y pedir su bendición sobre el trabajo de los hombres.
El año litúrgico tradicional
(Foto: New Liturgical Movement)
Nacieron en Roma hacia el siglo III y se difundieron paulatinamente con la liturgia romana. Al principio se celebraban en otoño, invierno, y verano, en los meses de septiembre, diciembre, y junio, que son los que corresponden a esas estaciones en el hemisferio norte. Las Témporas de primavera no estaban consideradas dentro del ciclo, porque ellas caían en medio de la Cuaresma, tiempo ya dedicado especialmente a la oración, el ayuno y la limosna. La ocasión inmediata para el establecimiento de estos breves tiempos de penitencia y acción de gracias fue la práctica pagana de aquella época. Los romanos eran originalmente entregados a la agricultura, y sus dioses nativos pertenecían a la misma clase. Cuando comenzaba el tiempo de la siembra y de la cosecha, se realizaban ceremonias religiosas para implorar la ayuda de sus deidades: en junio para una cosecha abundante, en septiembre para una rica vendimia, y en diciembre para la siembra; de ahí sus feriae sementivae, feriae messis, y feri vindimiales. Por los sermones de San León Magno se conoce el significado de estas jornadas penitenciales asociadas a cada una de las divisiones climáticas del año, las que quedaron fijadas de forma definitiva por Gregorio VII en el siglo XI como breves ciclos litúrgicos estacionales.
En la ordenación anterior a la reforma posconciliar se celebraban las Témporas cuatro veces al año, coincidiendo casi con el inicio de la primavera, del verano, del otoño y del invierno. Era el tiempo designado también, junto con las plegarias, rogativas y ayuno, para conferir las órdenes sagradas. En cada una de las Témporas, la Iglesia invitaba a los fieles a vivir el ayuno y la oración durante tres días (miércoles, viernes y sábado) con el fin de implorar al Señor sus bendiciones para la estación, pedir los frutos de la tierra y suplicar por nuevas vocaciones sacerdotales. El tercer día (sábado) quedaba destinado a la administración de las órdenes sagradas, práctica que comenzó con el papa Gelasio I (492-496). La estructura de estos breves tiempos litúrgicos recuerda así la antigua costumbre de ayunar tres días cada semana (miércoles, viernes y sábado), de suerte que cuando ella desapareció la Iglesia quiso conservar esta práctica al menos en ocasiones señaladas del año, coincidiendo con el inicio de cada una de las estaciones. Hacia fines de la Edad Media, los tres días de Témporas eran todavía fiestas de precepto.
Las Témporas forman parte de la liturgia estacional, de suerte que cada día tiene asignada una iglesia romana. La estación de los miércoles siempre es Santa María la Mayor, sede hasta 1964 del Patriarcado Latino de Antioquía, mientras que las estaciones de los otros días varían según cada Témpora. El color litúrgico es diverso igualmente. Dado que son tiempos que tienen una función parcialmente penitencial, por principio su color debería ser el morado. Así ocurre con las Témporas de primavera, de otoño y de invierno, aunque sólo en las segundas el morado prima por sobre el color propio del tiempo; en las otras dos el color es el mismo que la Cuaresma y el Adviento en que ellas se celebran. Para las Témporas de verano, en cambio, prima la Octava de Pentecostés y el color de los ornamentos es el rojo. Salvo para las Témporas de Cuaresma, el formulario de las tres restantes prevé lecturas adicionales a las dos usuales (Epístola y Evangelio): tres para los miércoles, seis para los sábados y siete para los sábados.
Las Témporas de primavera (o primeras) se celebran el miércoles, viernes y sábado de la segunda semana de Cuaresma.
Las Témporas de verano (o segundas) tiene lugar el miércoles, viernes y sábado de la primera semana después de Pentecostés. Estas Témporas tienen algunas particularidades, dado que se encuentran dentro del Tiempo Pascual y, además, coinciden con el comienzo del período estival en el hemisferio norte. Por eso, en ellas la Iglesia ofrece a Dios las primicias de la nueva estación y ora por los sacerdotes que han de recibir el Espíritu Santo ese sábado. Entre las particularidades se cuenta que los fieles permanecen de pie durante las Colectas y no existe Flectamus genua; el Gradual es reemplazo por versículos aleluyáticos, y el verso Veni Sancti Spiritus se dice como los demás días de la Octava. La estación del Jueves de Témporas de Pentecostés tenía lugar antiguamente en la Basílica de los Doce Apóstoles, que fueron quienes formaron la Iglesia naciente, cuya alma es el Espíritu Santo. El Sábado de Témporas es el último día del Tiempo Pascual y de la Octava de Pentecostés, durante el cual se solían conferir las órdenes menores y mayores. La estación para ese día es la Basílica de San Pedro del Vaticano, dado que comienza el tiempo de la Iglesia militante con el Papa a la cabeza.
Las Témporas de otoño (o terceras) corresponden al miércoles, viernes y sábado siguientes al 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Si este día cae en miércoles, entonces las témporas se celebran el miércoles, viernes y sábado de la semana siguiente. Las Misas de estos días son una acción de gracias por la cosecha y la vendimia. Ellas están ubicadas antes del XVIII Domingo después de Pentecostés, lo que explica que la Epístola de esa Domínica recuerde los poderes conferidos al sacerdote con su ordenación.
Las Témporas de invierno (o cuartas) son las que corresponden al Adviento. Ellas se celebran el miércoles, viernes y sábado siguientes al 13 de diciembre, fiesta de Santa Lucía. Si este día cae en miércoles, entonces las Témporas se trasladan el miércoles, viernes y sábado de la semana siguiente. Respecto de ellas, el Directorio de piedad popular (2002) aconseja conservar esta costumbre ahí donde haya permanecido su celebración: "Donde la piedad popular haya establecido expresiones celebrativas del cambio de estación, consérvense y valórense como tiempo de súplica al Señor y de meditación sobre el significado del trabajo humano, que es colaboración con la obra creadora de Dios, realización de la persona, servicio al bien común, actualización del plan de la Redención" (núm. 100).
Vitral representando una ordenación sacerdotal (St. Mary's, Charleston, Carolina del Sur, EE.UU.)
(Imagen: Thine own service)
Las Témporas forman parte de la liturgia estacional, de suerte que cada día tiene asignada una iglesia romana. La estación de los miércoles siempre es Santa María la Mayor, sede hasta 1964 del Patriarcado Latino de Antioquía, mientras que las estaciones de los otros días varían según cada Témpora. El color litúrgico es diverso igualmente. Dado que son tiempos que tienen una función parcialmente penitencial, por principio su color debería ser el morado. Así ocurre con las Témporas de primavera, de otoño y de invierno, aunque sólo en las segundas el morado prima por sobre el color propio del tiempo; en las otras dos el color es el mismo que la Cuaresma y el Adviento en que ellas se celebran. Para las Témporas de verano, en cambio, prima la Octava de Pentecostés y el color de los ornamentos es el rojo. Salvo para las Témporas de Cuaresma, el formulario de las tres restantes prevé lecturas adicionales a las dos usuales (Epístola y Evangelio): tres para los miércoles, seis para los sábados y siete para los sábados.
Las Témporas de primavera (o primeras) se celebran el miércoles, viernes y sábado de la segunda semana de Cuaresma.
Procesión con ocasión de las témporas de otoño
(Foto: A Catholic Life)
Las Témporas de verano (o segundas) tiene lugar el miércoles, viernes y sábado de la primera semana después de Pentecostés. Estas Témporas tienen algunas particularidades, dado que se encuentran dentro del Tiempo Pascual y, además, coinciden con el comienzo del período estival en el hemisferio norte. Por eso, en ellas la Iglesia ofrece a Dios las primicias de la nueva estación y ora por los sacerdotes que han de recibir el Espíritu Santo ese sábado. Entre las particularidades se cuenta que los fieles permanecen de pie durante las Colectas y no existe Flectamus genua; el Gradual es reemplazo por versículos aleluyáticos, y el verso Veni Sancti Spiritus se dice como los demás días de la Octava. La estación del Jueves de Témporas de Pentecostés tenía lugar antiguamente en la Basílica de los Doce Apóstoles, que fueron quienes formaron la Iglesia naciente, cuya alma es el Espíritu Santo. El Sábado de Témporas es el último día del Tiempo Pascual y de la Octava de Pentecostés, durante el cual se solían conferir las órdenes menores y mayores. La estación para ese día es la Basílica de San Pedro del Vaticano, dado que comienza el tiempo de la Iglesia militante con el Papa a la cabeza.
Las Témporas de otoño (o terceras) corresponden al miércoles, viernes y sábado siguientes al 14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Si este día cae en miércoles, entonces las témporas se celebran el miércoles, viernes y sábado de la semana siguiente. Las Misas de estos días son una acción de gracias por la cosecha y la vendimia. Ellas están ubicadas antes del XVIII Domingo después de Pentecostés, lo que explica que la Epístola de esa Domínica recuerde los poderes conferidos al sacerdote con su ordenación.
Las Témporas de invierno (o cuartas) son las que corresponden al Adviento. Ellas se celebran el miércoles, viernes y sábado siguientes al 13 de diciembre, fiesta de Santa Lucía. Si este día cae en miércoles, entonces las Témporas se trasladan el miércoles, viernes y sábado de la semana siguiente. Respecto de ellas, el Directorio de piedad popular (2002) aconseja conservar esta costumbre ahí donde haya permanecido su celebración: "Donde la piedad popular haya establecido expresiones celebrativas del cambio de estación, consérvense y valórense como tiempo de súplica al Señor y de meditación sobre el significado del trabajo humano, que es colaboración con la obra creadora de Dios, realización de la persona, servicio al bien común, actualización del plan de la Redención" (núm. 100).
Oración antes de las cosechas
(Imagen: Traditional Catholic Priest)
En la actual ordenación del calendario litúrgico, las Témporas están tratadas en el Ceremonial de los obispos (1984) junto a las Rogativas, a las cuales ya dedicamos una entrada (núm. 381-384). En éste se prevé que, con el fin de que las Cuatro Témporas se adapten a las diversas necesidades de los lugares y de los fieles, conviene que sean las Conferencias Episcopales quienes determinen el tiempo y la manera cómo han de celebrarse, estableciendo con ese fin las normas acerca de la extensión de esta celebración por uno o varios días, así como su repetición en el curso del año (núm. 382). Consecuente con esta directriz, la Instrucción general del misal romano (2002) señala que en el calendario litúrgico de cada país deben indicarse los días de las Rogativas y de las Cuatro Témporas, así como las formas y los textos para celebrarlas (núm. 394).
Su actual tratamiento explica que la práctica usual sea que las Témporas se celebren una sola vez al año en el día de acción de gracias. Se trata de un día al final del verano en el que agradece los frutos de las cosechas. Su localización en el calendario e incluso su duración dependen de las Conferencias Episcopales de cada país, dada la disparidad de las estaciones. Por ejemplo, dicha celebración ha sido fijada en España para el día 5 de octubre, y en Estados Unidos de América para el cuarto jueves de noviembre, cuando se celebra el tradicional Día de Acción de Gracias (Thankgiving Day). En Chile, hasta donde sabemos, no hay ninguna disposición especial al respecto.
Su actual tratamiento explica que la práctica usual sea que las Témporas se celebren una sola vez al año en el día de acción de gracias. Se trata de un día al final del verano en el que agradece los frutos de las cosechas. Su localización en el calendario e incluso su duración dependen de las Conferencias Episcopales de cada país, dada la disparidad de las estaciones. Por ejemplo, dicha celebración ha sido fijada en España para el día 5 de octubre, y en Estados Unidos de América para el cuarto jueves de noviembre, cuando se celebra el tradicional Día de Acción de Gracias (Thankgiving Day). En Chile, hasta donde sabemos, no hay ninguna disposición especial al respecto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Política de comentarios: Todos los comentarios estarán sujetos a control previo y deben ser formulados de manera respetuosa. Aquellos que no cumplan con este requisito, especialmente cuando sean de índole grosera o injuriosa, no serán publicados por los administradores de esta bitácora. Quienes reincidan en esta conducta serán bloqueados definitivamente.