Son numerosas las órdenes, tanto monásticas como mendicantes, que han pasado en su historia por procesos de reforma luego de relajarse la observancia de la respectiva regla, buscándose mediante una observancia más estricta un retorno a la pureza original de ésta. Es también el caso de la tradición benedictina, a partir de la cual han surgido numerosos movimientos reformados, entre los que destacan los cistercienses, los trapenses, camaldulenses y silvestrinos.
En tiempos recientes, en
que los frutos prometidos del Concilio Vaticano II tampoco se han
manifestado en el monasticismo (el que desde hace al menos medio siglo se encuentra en
una innegable y profunda crisis), algunas comunidades, a través del retorno a la liturgia
tradicional y, en especial, a su rito propio (en el caso de aquellas que lo tengan), han expresado su deseo de
regresar a una vida monástica más auténtica y más acorde con la
espiritualidad original de San Benito. Esto como efecto secundario positivo ha suscitado en algunos de esos monasterios un aumento de las vocaciones jóvenes. Habiéndonos ya referido en una entrada al monasticismo tradicional benedictino no reformado, hemos preparado para nuestros lectores una
serie de dos entradas dedicadas a comunidades monásticas benedictinas
reformadas que han retomado la liturgia tradicional; la primera, que publicamos ahora, dedicada
a la abadía cisterciense de Vyšší Brod (República Checa) y la segunda, de próxima aparición, a la Trapa de Mariawald (Alemania).
La orden cisterciense
Los tres santos abades fundadores del Císter (miniatura, S. XIII)
(Imagen: Wikimedia Commons)
La orden cisterciense
La orden cisterciense (llamada hoy de la Común Observancia, por oposición a la reforma trapense) fue fundada en Francia en 1098 en Císter o Cîteaux (Cistercium, en latín, de donde deriva el nombre de la orden), localidad cercana a Dijon, donde un grupo de monjes provenientes de la abadía de Molesmes fundaron una nueva abadía, en la cual esperaban retomar la observancia original de la regla de San Benito, la que consideraban había sido descuidada por los monasterios seguidores del movimiento de Cluny al abandonar éste el trabajo manual y al acumular gran cantidad de prebendas y privilegios. Entre aquellos monjes destacan San Roberto de Molesmes, San Alberico de Císter y San Esteban Harding, quienes fueron los tres primeros abades de la abadía de Císter, cuya vida fue novelada con gran acierto por el trapense M. Raymond (1903-1990) en la obra Tres monjes rebeldes (hay una versión castellana publicada por la Editorial Herder). En 1113 ingresó a la abadía San Bernardo de Claraval junto a varios familiares y acompañantes (hasta treinta, según algunas fuentes), quien sería determinante en la rápida expansión de la orden por toda Europa.
La clave de la vida cisterciense fue la observancia literal de la regla de San Benito, procurándose la austeridad de vida y el cultivo del trabajo manual, en especial de la agricultura. A través de este énfasis, la orden cisterciense logró grandes avances técnicos, especialmente en los campos de la agricultura, la arquitectura, la ingeniería hidráulica y la metalurgia, desempeñando un papel clave en el desarrollo tecnológico durante la Edad Media.
Sin embargo, la orden sufrió un declive considerable en su influencia, primero por el surgimiento de las órdenes mendicantes a partir del siglo XIII y por las dificultades para mantener la observancia estricta en todos los monasterios de la orden, y posteriormente por la disolución de los conventos por Enrique VIII y la reforma protestante en Inglaterra, por la Revolución Francesa y por la oposición del movimiento ilustrado a la vida monástica, la que se manifestó especialmente en los dominios de los Habsburgo en las medidas del Josefinismo contra los monasterios y conventos. Sin embargo, algunas comunidades sobrevivieron y a partir del siglo XIX se constata una recuperación de la vida cisterciense. En los años del posconcilio, la orden, que adoptó de modo generalizado el Misal reformado de Pablo VI y abandonó el rito propio cisterciense, ha sufrido también con la baja generalizada de vocaciones, aunque subsisten numerosas comunidades repartidas en varios continentes. Según estadísticas oficiales de la orden, ésta cuenta actualmente con 1626 miembros masculinos, entre profesos solemnes, temporales y novicios (2015), y 825 religiosas de la rama femenina (2014).
Filippino Lippi, Aparición de Nuestra Señora a San Bernardo (1486, Badia Fiorentina)
(Imagen: Wikimedia Commons)
La clave de la vida cisterciense fue la observancia literal de la regla de San Benito, procurándose la austeridad de vida y el cultivo del trabajo manual, en especial de la agricultura. A través de este énfasis, la orden cisterciense logró grandes avances técnicos, especialmente en los campos de la agricultura, la arquitectura, la ingeniería hidráulica y la metalurgia, desempeñando un papel clave en el desarrollo tecnológico durante la Edad Media.
Sin embargo, la orden sufrió un declive considerable en su influencia, primero por el surgimiento de las órdenes mendicantes a partir del siglo XIII y por las dificultades para mantener la observancia estricta en todos los monasterios de la orden, y posteriormente por la disolución de los conventos por Enrique VIII y la reforma protestante en Inglaterra, por la Revolución Francesa y por la oposición del movimiento ilustrado a la vida monástica, la que se manifestó especialmente en los dominios de los Habsburgo en las medidas del Josefinismo contra los monasterios y conventos. Sin embargo, algunas comunidades sobrevivieron y a partir del siglo XIX se constata una recuperación de la vida cisterciense. En los años del posconcilio, la orden, que adoptó de modo generalizado el Misal reformado de Pablo VI y abandonó el rito propio cisterciense, ha sufrido también con la baja generalizada de vocaciones, aunque subsisten numerosas comunidades repartidas en varios continentes. Según estadísticas oficiales de la orden, ésta cuenta actualmente con 1626 miembros masculinos, entre profesos solemnes, temporales y novicios (2015), y 825 religiosas de la rama femenina (2014).
La historia de Vyšší Brod (Hohenfurth)
La abadía de Vyšší Brod (en alemán, Hohenfurth; en latín, Altum Vadum) se ubica en la actual República Checa, muy cercano a la frontera austríaca. Junto con la abadía de Osek, es la última abadía todavía existente de las numerosas abadías cistercienses históricas fundadas en la antigua Bohemia y Moravia (diez en Bohemia y tres en Moravia). Cuatro de ellas fueron destruidas en el curso de las Guerras husitas y otras siete fueron suprimidas a consecuencia de las medidas del Emperador José II en contra de la vida monástica.
Vyšší Brod fue fundada en 1259 por Vok de Rožmberk (Rosenberg), Mariscal del Reino de Bohemia, quien se dirigió al Abad General de la orden cisterciense para que éste proveyera a la recién fundada abadía de monjes que la habitaran. El Abad General dispuso que monjes provenientes de la abadía de Wilhering, ubicada cerca de Linz (Austria), en la ribera del Danubio, poblaran Vyšší Brod. En 1870, Vyšší Brod obtuvo autonomía jurisdiccional de manos del Emperador Francisco José I.
Vyšší Brod fue fundada en 1259 por Vok de Rožmberk (Rosenberg), Mariscal del Reino de Bohemia, quien se dirigió al Abad General de la orden cisterciense para que éste proveyera a la recién fundada abadía de monjes que la habitaran. El Abad General dispuso que monjes provenientes de la abadía de Wilhering, ubicada cerca de Linz (Austria), en la ribera del Danubio, poblaran Vyšší Brod. En 1870, Vyšší Brod obtuvo autonomía jurisdiccional de manos del Emperador Francisco José I.
Escena de la Natividad del Señor del Altar de Vyšší Brod, obra del llamado Maestro de Vyšší Brod o de Hagenfurth (circa 1350)
(Imagen: Wikimedia Commons)
Pese a haber resistido las grandes vicisitudes que supusieron las Guerras husitas, la Guerra de los Treinta Años, las reformas del Josefinismo y la Primera Guerra Mundial, la abadía fue disuelta por primera vez en 1941 por las autoridades alemanas luego de la anexión de los Sudetes por parte del Tercer Reich. Los monjes, que en ese momento sumaban 69 (el mayor número alcanzado en los 700 años de historia de la abadía y que hacía de ella en ese momento la abadía cisterciense con más miembros), fueron dispersados. Durante la Segunda Guerra Mundial, veintiún monjes, entre sacerdotes, seminaristas y hermanos legos, fueron enrolados, muriendo diez de ellos.
En 1945, algunos de los monjes que eran pastores de las parroquias asociadas a la abadía, fueron expulsados junto con los fieles de etnia alemana. En 1948 las autoridades comunistas se apoderaron de la abadía y el último abad, Dom Tecelin Jaksch, debió huir a Austria, país en el cual la mayor parte de los monjes fueron acogidos en las abadías cistercienses allí existentes. En 1950 la abadía fue suprimida oficialmente por el gobierno comunista, pasando a ser una barraca y puesto fronterizo del ejército checoslovaco durante diez años, siendo luego abandonados los edificios. Luego de un fallido intento de refundación por parte del Prior Regente en Schillingsfürst (Bamberg, Alemania), la abadía de Vyšší Brod acordó en 1959 una fusión con la abadía de Rein, a la cual la unían desde su fundación estrechos lazos (la abadía de Wilhering había sido poblada a su vez por monjes de la abadía de Rein en 1146). Para 1977 la comunidad de Vyšší Brod se reducía a nueve miembros.
Luego de la caída del comunismo en 1990, los últimos dos Padres checos pudieron regresar a Vyšší Brod. Otros miembros de la comunidad que vivían en Alemania no pudieron hacerlo debido a su avanzada edad. Pese a las grandes dificultades, una pequeña comunidad más joven pudo celebrar en 1998 en Vyšší Brod los 800 años de la orden cisterciense. La Providencia y la ayuda material proveniente de Austria han facilitado el restablecimiento de la vida monástica en la abadía.
En 1945, algunos de los monjes que eran pastores de las parroquias asociadas a la abadía, fueron expulsados junto con los fieles de etnia alemana. En 1948 las autoridades comunistas se apoderaron de la abadía y el último abad, Dom Tecelin Jaksch, debió huir a Austria, país en el cual la mayor parte de los monjes fueron acogidos en las abadías cistercienses allí existentes. En 1950 la abadía fue suprimida oficialmente por el gobierno comunista, pasando a ser una barraca y puesto fronterizo del ejército checoslovaco durante diez años, siendo luego abandonados los edificios. Luego de un fallido intento de refundación por parte del Prior Regente en Schillingsfürst (Bamberg, Alemania), la abadía de Vyšší Brod acordó en 1959 una fusión con la abadía de Rein, a la cual la unían desde su fundación estrechos lazos (la abadía de Wilhering había sido poblada a su vez por monjes de la abadía de Rein en 1146). Para 1977 la comunidad de Vyšší Brod se reducía a nueve miembros.
Luego de la caída del comunismo en 1990, los últimos dos Padres checos pudieron regresar a Vyšší Brod. Otros miembros de la comunidad que vivían en Alemania no pudieron hacerlo debido a su avanzada edad. Pese a las grandes dificultades, una pequeña comunidad más joven pudo celebrar en 1998 en Vyšší Brod los 800 años de la orden cisterciense. La Providencia y la ayuda material proveniente de Austria han facilitado el restablecimiento de la vida monástica en la abadía.
Interior de la abadía
(Foto: Czech Tourism)
A partir de 2012, la comunidad de Vyšší Brod regresó a su rito propio, el rito cisterciense, celebrándose actualmente tanto la Misa conventual diaria como la totalidad del Oficio Divino en conformidad con dicho rito.
Debe aclararse que la Misa es celebrada al modo en que era celebrada por los cistercienses inmediatamente antes de la reforma litúrgica posconciliar, pues, en estricto rigor, el rito cisterciense original (uno de aquellos que San Pío V, al momento de promulgar el Misal Romano, permitió seguir celebrando por su antigüedad mayor a 200 años) había sufrido en el siglo XVII bajo Dom Claude Vaussin (1608-1670) como Abad General (1643-1670) una fuerte romanización, la cual redujo considerablemente las diferencias del Misal cisterciense respecto del Misal Romano tradicional, aunque se conservaron varias particularidades (sobre la historia del rito y sus singularidades antes y después de la reforma romanizante puede verse aquí; fotos del rito previas al Concilio Vaticano II pueden verse aquí). Los intentos de reconstrucción del rito cisterciense medieval en tres casas de la orden durante las décadas de 1930 y 1940 no pasaron de ser experimentos aislados, que finalmente no prosperaron.
Debe aclararse que la Misa es celebrada al modo en que era celebrada por los cistercienses inmediatamente antes de la reforma litúrgica posconciliar, pues, en estricto rigor, el rito cisterciense original (uno de aquellos que San Pío V, al momento de promulgar el Misal Romano, permitió seguir celebrando por su antigüedad mayor a 200 años) había sufrido en el siglo XVII bajo Dom Claude Vaussin (1608-1670) como Abad General (1643-1670) una fuerte romanización, la cual redujo considerablemente las diferencias del Misal cisterciense respecto del Misal Romano tradicional, aunque se conservaron varias particularidades (sobre la historia del rito y sus singularidades antes y después de la reforma romanizante puede verse aquí; fotos del rito previas al Concilio Vaticano II pueden verse aquí). Los intentos de reconstrucción del rito cisterciense medieval en tres casas de la orden durante las décadas de 1930 y 1940 no pasaron de ser experimentos aislados, que finalmente no prosperaron.
Misa en la abadía
(Fotos: Rorate Caeli)
Video de la Misa Pontifical tradicional celebrada en 2012 en Vyšší Brod por el Dom Josef Vollberg OCSO, Abad de Mariawald
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