martes, 22 de agosto de 2017

Sobre las formas de celebración del obispo: Misa pontifical o Misa rezada

El 14 de junio de 2017, la Pontificia Comisión Ecclesia Dei ha evacuado la respuesta a una consulta elevada por un coro tradicional de Filipinas acerca de la celebración de la Santa Misa por parte de un obispo según la forma extraordinaria del rito romano. La razón de la pregunta formulada a la Sede Apostólica proviene de que en algunos casos no existe la posibilidad de organizar una Misa pontifical o bien no se dispone de los ministros sagrados necesarios (diácono, subdiácono, presbítero asistente). En sustitución, y con el deseo de dignificar dichas celebraciones con el canto, en ocasiones se ha previsto la celebración de una Misa "casi pontifical".

La Pontificia Comisión Ecclesia Dei señala que estas prácticas no son conformes a los libros litúrgicos, puesto que la celebración de la Santa Misa debe atenerse exclusivamente a las rúbricas del Misal y del Pontifical vigentes en 1962 y no a las modificaciones posteriores. De esta manera, los obispos sólo pueden optar por las dos fórmulas previstas en dichas rúbricas: (i) la Misa solemne dicha por un prelado, con sus correspondientes ministros; o (ii) la Misa "baja" o rezada. El texto de la respuesta puede ser consultada aquí (en inglés). 

Cada una de estas modalidades de celebración tiene sus particularidades, que revisaremos brevemente. En una entrada anterior ya nos habíamos referido a las clases de Misa que admite la forma extraordinaria. 

 S.E.R. Mons. Guido Pozzo, Secretario de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, celebra una Misa Pontifical

I. La Misa solemne dicha por un prelado

Se trata de la celebración del Santo Sacrificio más solemne que prevé el rito romano y sólo puede ser celebrada por un prelado que goza de ese derecho con todo el ceremonial propio de su carácter. Corresponde esta facultad a un obispo, un abad o un protonotario apostólico. 

El lugar donde se sitúa predominante el celebrante depende de quién cumpla esa función: puede ser desde la cátedra (obispos residenciales en su diócesis o en una ajena si cuenta con la autorización del respectivo titular, y cardenales en todo el mundo) o desde el faldistorio (obispos titulares, coadjutores, auxiliares y residenciales fuera de su territorio). De acuerdo al Ceremonial de los obispos, el celebrante se reviste con los ornamentos para pontificar y, por consiguiente, viste casulla, dalmática, tunicela, quirotecas, cáligas y sandalias, y lleva además báculo y mitra (combinando los tres modelos: dorada, preciosa y simple). 

Esta clase de celebración admite a su vez dos modalidades posibles: (a) Misa pontificial y (b) Misa prelaticia. 


(a) La Misa pontifical

 S.E.R. el Cardenal Jorge Medina Estévez duranta una Misa Pontifical celebrada para nuestra Asociación (2009)

 Recibe este nombre la Misa que celebra un obispo en su diócesis, o en otra diócesis con la autorización del respectivo ordinario del lugar. El obispo siempre usa sus insignias pontificales, que las reviste sobre un altar. En estas Misas el obispo se sienta en el trono, poniéndose sobre las rodillas el gremial. A cada lado del obispo se sitúan dos diáconos llamados "diáconos de honor" que se revisten con sobrepelliz y dalmática, quienes tienen la función de atender al obispo. Además, siempre está presente un presbítero asistente con capa pluvial. Los monaguillos también visten capa pluvial. La cátedra se sitúa siempre al lado izquierdo del altar. 

Vestido de capa magna, el obispo hace su ingreso al templo, visita el Santísimo Sacramento y se dirige a aquella sacristía llamada secretarium donde participa del Oficio de Tercia y se prepara para la Santa Misa. Mientras se cantan los salmos, el reza las oraciones respectivas y se reviste de los ornamentos pontificales. 

Comienza entonces la procesión hacia el altar precedida por el turiferario, la cruz procesional y los demás monaguillos, con el obispo al final. Una vez ahí, el obispo reza las oraciones preparatorias (Salmo 42 y Confíteor), se reviste con el manípulo, besa el ara y el Evangelio e inciensa el altar. Posteriormente, se dirige al trono, donde permanece hasta el Ofertorio. Esta es quizá la nota más distintiva de las Misas pontificales. Cuando llega ese momento, el obispo se quita las quirotecas, se lava las manos y se dirige al altar para continuar con la celebración. Después de las abluciones, el obispo se lava nuevamente las manos, canta la fórmula especial de la bendición episcopal haciendo tres signos de cruz y reza el Último Evangelio en el altar antes de volver al trono. En esta clase de Misas no emplean las sacras, sino el Canon pontifical

El resto de las ceremonias de la Misa pontifical son muy similares a las de la Misa solemne. Sin embargo, hay algunas diferencias, pues el obispo canta Pax vobis en vez de Dominus vobiscum, lee la Epístola, el Gradual y el Evangelio sentado en el trono y da el beso de la paz a cada uno de sus cinco principales ministros. Una descripción detallada de las ceremonias de la Misa pontifical puede verse aquí

En una Misa pontifical de réquiem no se utilizan cáligas, sandalias, quirotecas ni báculo, y tampoco se enciende el séptimo candelabro sobre el altar.  

La Misa papal es aquella pontifical celebrada por el Sumo Pontífice, la cual presenta algunas particularidades que trataremos en una entrada futura. 

 El Papa Juan XXIII celebra una Misa pontifical papal (circa 1962)

No se debe confundir la Misa casi pontifical de la que se hablaba antes con lo que se denominaba tradicionalmente una "media pontifical". La primera es en realidad una Misa cantada donde el preste es un obispo, y a tal se refiere la prohibición que recuerda la Pontificia Comisión Ecclesia Dei en la respuesta que da pie a estos comentarios. Por el contrario, la modalidad aquí referida corresponde a la Misa solemne con asistencia del obispo con pluvial y mitra y báculo. Según el Ceremonial de los Obispos, para ella se disponen las cosas poco más o menos de la misma manera que para la Misa pontifical y el prelado se sienta en el trono. Tiene tres asistentes: dos diáconos y un presbítero, a ser posible canónigos y de las primeras dignidades del Cabildo, que si son canónigos, visten su traje coral, aunque la Misa sea en otra iglesia, y si no, sobrepelliz. El obispo también puede asistir con capa magna, en cuyo caso también puede ocupar el trono. Por supuesto, no usa báculo y, en vez de mitra, lleva birrete. Tiene los mismos asistentes igual vestidos. 

Por el contrario, cuando el obispo asiste de hábito coral, no puede ocupar el trono, sino el primer lugar del coro, y si no es la ceremonia en la catedral, ocupa un reclinatorio en el presbiterio en medio de dos clérigos con sobrepelliz.
 

En la forma ordinaria también existe una celebración más solemne y otra menos solemne: la primera es la Misa estacional que preside el obispo y la segunda es aquella donde el obispo asiste sin celebrar. De ambas trata el Ceremonial de los obispos de 1985 (respectivamente, pars II, caput I, núm. 119-170, y pars II, caput III, núm. 175-186), el cual prevé también una forma de celebración por parte del obispo simplificada cuando en la Misa hay menor concurrencia de pueblo y de clero, como ocurre cuando visite parroquias o comunidades de su diócesis (pars II, caput II, núm. 171-174). De este modo, en la liturgia reformada hay dos maneras de celebrar previstas para el Obispo, más aquella en que sólo asiste sin ostentar la calidad de celebrante.

La Misa estacional se ha de conservar sobre todo en las mayores solemnidades del año litúrgico, cuando el obispo consagra el sagrado crisma, y en la Misa vespertina en la Cena del Señor, en las celebraciones del Santo Fundador de la Iglesia local o del Patrono de la diócesis; en el “día natalicio” del Obispo, en las grandes reuniones del pueblo cristiano y también en la visita pastoral. Esta Misa es siempre cantada, y en ella conviene que haya por lo menos tres diáconos, que sean verdaderamente tales, uno que sirva al Evangelio y al altar, y otros dos que asistan al Obispo. Las rúbricas prevén una procesión de entrada y ciertos ritos particulares, en cierta manera similares a los ya descritos.

 Misa (Novus Ordo) celebrada por S.E.R. el Cardenal Sarah en el Oratorio de Brompton (Londres) durante el congreso Sacra Liturgia

En la Misa simplificada, el obispo es asistido por un diácono revestido con las vestiduras de su orden. Si no lo hay, un presbítero leerá el Evangelio y servirá al altar; y si éste no concelebra, viste alba y estola. El obispo lleva sus ornamentos e insignias propias, y al inicio de la Misa saluda al pueblo, diciendo: "La paz sea con vosotros".

Cuando el obispo asiste a la Misa sin celebrar, viste alba, cíngulo, cruz pectoral, estola y pluvial del color conveniente y, según la costumbre, mitra y báculo. Debe ser asistido por dos diáconos revestidos con las vestiduras litúrgicas propias de su orden o dos presbíteros con capa pluvial. Preside la procesión de entrada tras el celebrante con sus diáconos y ministros. Si hay incienso, al comienzo de la Misa inciensa el altar y se dirige a su cátedra, y durante el Ofertorio es incensado inmediatamente después del celebrante. En la consagración se arrodilla en reclinatorio preparado delante de la cátedra vuelto al altar. Si comulga, lo hace en el altar después del celebrante. La bendición final la imparte siempre el obispo. Por el contrario, si el obispo participa en la Santa Misa con hábito coral, debe situarse en un lugar apto preparado para él y no en la cátedra.


(b) La Misa prelaticia


 Dom Jean Pateau, abad mitrado de Fontgombault, durante la peregrinación París-Chartres 2016
(Foto: Acción Litúrgica/Notre-Dame de Chrétienté)


Con este nombre se conoce la Misa que celebra un prelado que no ha sido consagrado obispo (abades, provinciales, etcétera), o cuando celebra un obispo fuera de su diócesis. En esta clase de celebración, además del diácono y el subdiácono, participa también un presbítero asistente, revestido con la capa pluvial. Cuando el prelado tenga derecho a usar mitra o báculo, lo usa. El obispo que celebra una Misa prelaticia sólo usa la mitra. El celebrante se sienta en el faldistorio y no al trono.

II. La Misa rezada dicha por un obispo

 S.E.R. el Cardenal Raymond Leo Burke celebra una Misa rezada pontifical

En la Misa rezada se encienden dos velas en el altar; al sacerdote es asistido por uno o dos monaguillos; no participa el diácono ni el subdiácono; no se usa incienso; y no se canta ni el Proprio ni el Ordinario. Aquella Misa dicha por un obispo es idéntica a la rezada por un sacerdote, salvo por algunas particularidades: (i) sólo viste el manípulo después de haber dicho las oraciones al pie del altar; (ii) dice Pax vobis en lugar de Dominus vobiscum; e (iii) imparte la bendición trazando tres signos de cruz. 

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