En una entrada anterior explicamos nuestro propósito de traducir los Position Papers sobre el Misal de 1962 que desde hace algún tiempo viene preparando la Federación Internacional Una Voce, de la cual nuestra Asociación es capítulo chileno desde su creación en 1966.
En esta ocasión les ofrecemos la traducción del Position Paper 24 y que versa sobre las oraciones por la Iglesia perseguida y las preces leoninas, cuyo original en inglés se puede consultar aquí. Dicho texto fue preparado en el mes de febrero de 2015 y revisado en marzo del mismo año. Para facilitar su lectura hemos agregado un título (Texto) para separar su contenido del resumen (Abstract) que lo precede.
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Las oraciones por la Iglesia perseguida y las preces leoninas
Resumen
En el contexto de las persecuciones a los cristianos en todo el mundo y, especialmente, en el Medio Oriente, hacia las cuales el papa Francisco ha llamado la atención frecuentemente, los católicos adherentes a la forma extraordinaria querrán naturalmente echar mano de la oración pública y litúrgica para enfrentar este problema. La Edad Media hizo un extenso uso de diversas versiones del “Clamor de Tierra Santa” para pedir la liberación de ese territorio durante tres siglos, a partir de 1188. Las “oraciones al pie del altar” de la Misa rezada (las preces “leoninas”) se introdujeron, ante otra crisis específica, primero por Pío IX en 1859, y se extendieron a todo el mundo, con algunas adaptaciones, por León XIII en 1884. Es encomiable el uso de Misas votivas y de Conmemoraciones en favor de los cristianos perseguidos, las cuales pueden ser facilitadas por la Santa Sede y los Ordinarios del lugar autorizando que se las use en mayor número de días.
Los comentarios a este texto pueden enviarse a positio@fiuv.
(Foto: Pinterest)
Texto
1. Este Position Paper es una respuesta al
ferviente llamado del papa Francisco: “Somos testigos de un fenómeno
terrorista de dimensiones hasta ahora inimaginables. Hay tantos hermanos y
hermanas nuestros que son perseguidos y han tenido que abandonar sus hogares,
de modo incluso brutal. Pareciera que se ha perdido la conciencia del valor de
la vida humana, que la persona no cuenta y que puede ser sacrificada a
determinados intereses. Y todo esto ocurre, lamentablemente, ante la
indiferencia de muchos. Esta injusta situación requiere
también, además de nuestra oración constante, una respuesta apropiada por parte
de la comunidad internacional. Estoy cierto de que, con la ayuda del Señor, el
presente encuentro conducirá a útiles reflexiones y sugerencias para ayudar a
nuestros hermanos y hermanas que sufren y para enfrentar también la tragedia de
la reducción de la presencia cristiana en la tierra que vio nacer a la
Cristiandad y desde la cual se propagó”[1].
La actual persecución de los
cristianos, que ha sido comparada con una “guerra global contra los cristianos”[2],
es particularmente grave en el Medio Oriente pero lo es también en algunas
partes de Africa y del Sudeste Asiático.
2. Además de
la oración privada[3], los
católicos que adhieren a la forma extraordinaria querrán naturalmente usar la
oración pública y litúrgica, que es la forma de oración más perfecta que se
ofrece sin cesar a Dios por toda la Iglesia. Existe una cantidad de opciones en
este aspecto, en relación con la forma extraordinaria, que no necesitan ser
mutuamente excluyentes.[4]
Maestro de Becerril, El martirio de San Pelayo
(Imagen: Wikimedia Commons)
Los antecedentes
de las preces leoninas.
3. Un fenómeno
digno de consideración en la liturgia de la Edad Media fue el “Clamor de Tierra
Santa” por la liberación de ese territorio, del cual hubo versiones, hechas por
iniciativa local y también por mandato papal, con posterioridad a la batalla de los Cuernos de Hattin, en 1187, y luego durante tres siglos[5].
El “Clamor” tenía lugar inmediatamente después del Pax Domini y antes del Pater
Noster o, si no, después de Agnus Dei
(también existió una versión para ser rezada en el Oficio Divino), se lo componía
sobre la base del salmo Deus venerunt
gentes, con versículo y colecta, y se lo omitía en días de fiesta. Durante
la Edad Media existieron “clamores” por diversas intenciones.
4. Un
precedente, de larga duración, de la adición de oraciones al final de la Misa
está constituido por las oraciones por el Soberano, Domine salvum fac, que siguen diciéndose en algunos países después
de la Misa[6].
El papa León XIII (1898)
(Foto: Wikimedia Commons)
La historia e
intenciones de las preces leoninas.
5. Las
oraciones después de la Misa rezada (Orationes
post Missam) o “plegarias leoninas”[7]
fueron instituidas primeramente por Pío IX en 1859, para ser usadas en los
Estados Papales. En su forma original comprendían el Ave María (repetida tres veces), la Salve Regina, y cuatro colectas del Misal Romano[8].
La intención de las oraciones era la preservación de los Estados Papales, el
resto de cuyos territorios fue efectivamente capturado por el Reino de Italia
en 1870.
6. León XIII
hizo universales las oraciones en 1884, reemplazando las cuatro colectas por
una recientemente compuesta “a fin de obtener de Dios la ayuda necesaria en
tiempos de tanta dificultad y prueba”[9].
En 1886 esta colecta fue substancialmente reemplazada, y a ella se agregó la
oración a San Miguel Arcángel (una triple invocación al Sagrado Corazón se añadió por
Pío X en 1904)[10].
7. En esta forma, León XIII amplió la
intención de las oraciones y se conservó el sentido de necesaria defensa de la
Iglesia y sus miembros. El contexto histórico de las oraciones fue la “cuestión
romana” creada por la pérdida del Poder Temporal. Luego de la creación del
Estado de la Ciudad del Vaticano en 1929, Pío XI ordenó (en 1930) que, de ahí
en adelante, se dijeran para pedir que se devolviera a la afligida población de
Rusia la tranquilidad y libertad de profesar la fe[11],
intención que mantiene su vigencia[12].
Pío XII reiteró esta intención en 1952[13].
8. Cuando
dispuso su uso universal, León XIII reiteró que estas oraciones podían ser
dichas en vernáculo. Sin embargo, la tarea de traducirlas fue dejada en manos
de los Ordinarios del lugar, con el resultado de que hay pequeñas
variaciones entre, por ejemplo, diversas versiones en inglés y alemán usadas en
diferentes lugares.
9. Según las
normas vigentes en 1962, las preces leoninas podían ser omitidas en ciertas
ocasiones[14], y
fueron abolidas en 1964 por la Instrucción Inter
Oecumenici (núm. 14).
10. El papa
Juan Pablo II hizo el siguiente comentario a la oración a San Miguel Arcángel: “Que la oración nos fortalezca para
el combate espiritual a que se refiere la Carta a los Efesios: “Sed fuertes en
el Señor y en la fuerza de su poder” (Eph. 6,10). El Apocalipsis se refiere a
esta misma batalla, trayendo ante nuestros ojos la imagen de San Miguel
Arcángel (Apoc. 12, 7). Ciertamente León XIII tenía esta imagen presente
cuando, a fines del siglo pasado, introdujo para toda la Iglesia la oración
especial a San Miguel: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé
nuestra protección contra las insidias y asechanzas del demonio…”. Aunque ya no
se recita esta oración al final de la Misa, pido a todos que no la olviden y
que la reciten para obtener ayuda en la batalla contra las fuerzas de la
oscuridad y contra el espíritu de este mundo”[15].
El papa Francisco consagró el Estado
de la Ciudad del Vaticano a San Miguel Arcángel en 2013, pidiendo que se le dirigieran
oraciones para vencer a Satanás [16].
11. El 24 de
enero de 2012, el obispo Daniel Jenky, de Peoria, Estados Unidos de
Norteamérica, ordenó que se dijese la oración a San Miguel Arcángel en la Oración
Universal (Oración de los fieles) de la Misa dominical en su diócesis, dentro del
contexto del problema creado por el Affordable Care Act (2010)[17].
12. Las preces
leoninas no son, claramente, parte de la Misa, y nunca se las ha incluido en el
Misal. Sin embargo, se las recita por el celebrante, revestido, antes de dejar
el presbiterio[18], y
están íntimamente ligadas con la liturgia y con la experiencia litúrgica de los
fieles en la Misa rezada. La colecta y la oración a San Miguel Arcángel son ambas
hermosos ejemplos de cómo componer una oración, y son muy queridas por los
católicos que adhieren a la forma extraordinaria del Rito Romano.
13. En la
práctica, las preces leoninas son una acción de gracias después de la Misa, y
ayudan a formar el importante hábito de dar gracias inmediatamente por la Misa
y, cuando es del caso, por la recepción de la comunión por parte de los fieles.
Andrei Rublev, San Miguel Arcángel (1408)
(Imagen: Wikimedia Commons)
Las Misas por
intenciones particulares.
14. La Misa
puede, por cierto, decirse por una determinada intención, como el término de
una persecución, y además el Misal incluye Misas votivas y Conmemoraciones[19]
por esta intención.
15. Según las
normas vigentes en 1962, las Misas votivas, en general, sólo se pueden decir en
las ferias y en las fiestas de cuarta clase[20], y las Conmemoraciones solamente se pueden hacer en las Misas rezadas[21].
Sin embargo, la Santa Sede y los Ordinarios pueden (e históricamente lo han
hecho) alentar que se digan Misas votivas específicas y Conmemoraciones,
otorgando al efecto permisos más amplios, o preceptuándolas. El ejemplo más
conocido de Misas votivas recomendadas es la del Sagrado Corazón los días
viernes[22].
Las Conmemoraciones por la propagación de la fe, por el obispo o por el Papa
tienen también un estatus privilegiado, que permite hacerlas más a menudo[23].
Los Ordinarios pueden instituir una “oratio imperata”, que son Conmemoraciones que
deben ser añadidas a las Misas por un período determinado y según normas
específicas[24]. Las
normas sobre Conmemoraciones de 1960 son más restrictivas que las por ellas
reemplazadas[25].
16. Además de
las Misas, otra antigua forma de oración pública por determinada intención es
la de las procesiones públicas. En Inglaterra y Gales se autoriza las
procesiones “en tiempo de guerra contra los enemigos de la Santa Iglesia”, con
oraciones especiales al final (véase Apéndice C)[26].
Un sacerdote reza las preces leoninas
(Foto: Aleteia)
Conclusión
y sugerencias prácticas.
17. Las
plegarias leoninas, que piden por la “libertad y exaltación” de la Iglesia, nos
recuerdan la necesidad de implorar la asistencia celestial a la Iglesia, que
sigue siendo perseguida hoy tanto como lo fue en tiempos de Pío IX y León XIII,
aun cuando el centro geográfico de ellas y de sus antecesoras ha cambiado de
Tierra Santa a Roma y Rusia, según se ha dado el desarrollo de los
acontecimientos mundiales.
18. Además,
los sacerdotes pueden decir Misas (y los fieles asistir a ellas) celebradas por
la intención de los perseguidos, usando especialmente, cuando ello es posible,
adecuadas Misas votivas y Conmemoraciones, y la Federación Internacional Una
Voce urge a todos los católicos a aprovechar estas oportunidades. Como se dijo
anteriormente, el uso de éstas podría ser facilitado también por decisiones de
la Santa Sede o del Ordinario del lugar.
Apéndice A:
Las oraciones después de la Misa rezada.
Las cuatro Colectas que, en 1859, Pío IX dispuso
que se dijeran:
“Concede a tus siervos, te rogamos,
Señor, gozar de perpetua salud de alma y de cuerpo, y por la gloriosa
intercesión de la Bienaventurada siempre Virgen María, verse libres de las
tristezas presentes y gozar de la felicidad eterna”[27].
“Oh Dios, que a nadie rechazas sino
que te aplacas con tierna misericordia con la penitencia de los grandes
pecadores, escucha con piedad nuestras humildes súplicas e ilumina nuestros
corazones para que seamos capaces de cumplir tus preceptos”[28].
“Oh Dios, de quien proceden los
santos deseos, los consejos rectos y las buenas acciones, concede a tus siervos
aquello que el mundo no puede dar, para que, dispuestos nuestros corazones a
obedecer tus mandamientos, y vencido el temor de los enemigos, nuestros
tiempos, con tu protección, gocen de tranquilidad”[29].
“Oh Dios, que amas y proteges la paz
y la caridad, concede a todos nuestros enemigos paz y caridad verdaderas, la
remisión de todos sus pecados, y con tu poder líbranos de sus acechanzas. Por
Cristo nuestro Señor. Amén”[30].
La Colecta única ordenada por León XIII en 1884:
“Oh Dios, refugio y fortaleza
nuestra, mira propicio al pueblo que a Ti clama, y por intercesión de la
gloriosa e inmaculada Virgen María, Madre de Dios, y de San José su esposo, y
por la de tus santos apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, escucha
misericordioso y benigno las súplicas que te dirigimos, pidiéndote la
conversión de los pecadores y la libertad y exaltación de la santa Madre
Iglesia. Por el mismo Cristo nuestro Señor”[31].
Las oraciones, tal como existían en 1962 y se usan
hoy en la forma extraordinaria.
Texto latino:
V:
Ave Maria, grátia plena, Dóminus tecum; benedícta tu in muliéribus, et
benedíctus fructus ventris tui, Iesus.
R: Sancta María, Mater Dei,
ora pro nobis peccatóribus, nunc et in hora mortis nostræ. Amen. (ter)
Salve Regína, Mater
misericórdiæ; vita, dulcédo et spes nostra, salve. Ad te clamámus, éxsules
fílii Evæ. Ad te suspirámus, geméntes et flentes in hac lacrimarum valle.
Eia ergo, advocáta nostra, illos tuos misericórdes óculos ad nos convérte.
Et Iesum, benedíctum fructum ventris tui, nobis, post hoc exsílium, osténde.
O clemens, o pia, o dulcis Virgo María.
V: Ora pro nobis, sancta Dei
Génetrix.
R: Ut digni efficiámur
promissiónibus Christi.
V: Orémus. Deus, refúgium nostrum et
virtus, pópulum ad te clamántem propítius réspice; et intercedénte
gloriósa et immaculáta Virgine Dei Genetríce María, cum beáto Ioseph, eius
Sponso, ac beátis Apóstolis tuis Petro et Paulo, et ómnibus Sanctis, quas
pro conversióne peccatórum, pro libertáte et exaltatióne sanctæ Matris
Ecclésiæ, preces effúndimus, miséricors et benígnus exáudi. Per eúndem
Christum Dóminum nostrum.
R: Amen.
V: Sancte Míchaele Archángele, defénde nos in proélio,
contra nequítiam et insídias diáboli esto præsídium. Imperet illi Deus,
súpplices deprecámur: tuque, princeps milítiæ cæléstis, Sátanam aliósque
spíritus malígnos, qui ad perditiónem animárum pervagántur in mundo,
divína virtúte in inférnum detrúde.
R: Amen.
V: Cor Iesu sacratíssimum,
R: Miserére nobis. (ter)
Traducción castellana[*]:
V: Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
R: Santa María, Madre de Dos, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén (tres veces)
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. ¡Ea! pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María!
V: Ruega por nos, santa Madre de Dios.
R: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
V: Oremos. Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza, mira propicio al pueblo que a ti clama; y por la intercesión de la gloriosa e inmaculada Virgen María, Madre de Dios, y de san José, su Esposo, y por la de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, escucha misericordioso y benigno las súplicas que te dirigimos, pidiéndote la conversión de los pecadores y la libertad y exaltación de la santa Madre Iglesia. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
V. Arcángel San Miguel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. "Reprímale Dios", pedimos suplicantes; y y tú, Príncipe de la milicia celestial, lanza en el infierno con el divino poder, a Satanás y a los otros malignos espíritus, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
R. Amén.
V. Corazón sacratísimo de Jesús.
R: Ten misericordia de nosotros (tres veces).
Apéndice B:
Extracto de la alocución de Pío XI sobre las preces leoninas[32]
“Venerables hermanos, seguramente
recordáis que cuando, debido a que la religión estaba atribulada en las
regiones de Rusia, prescribimos que se consagrara un día al Patriarca San José,
y dando nosotros el ejemplo, se emplearon oraciones comunes en la Basílica
Vaticana a Dios, Óptimo, Máximo, y que un gran número de muy piadosos fieles
estuvo presente junto con nosotros, y que el ejemplo de los ciudadanos romanos
-y de otros, además de éstos, que se habían congregado para orar en otras
sagradas iglesias de la Ciudad- fue imitado de un modo digno de alabanza por
otros de muchas naciones en todas partes.
“Como sabéis, nuestro propósito
obtuvo consentimiento universal no sólo del pueblo católico, sino también de
muchos de quienes están separados de nosotros. En sus templos, como en un
acuerdo fraternal, se hicieron súplicas, y se nos mostró un espíritu de
acogida, tanto pública como privadamente.
“Atribuimos a la suprema bondad y
misericordia de Dios que esta armonía tan grande de oraciones no haya sido en
vano o sin frutos. Podemos esperar que tenga más frutos en el futuro, aunque
recientemente los enemigos del nombre de Dios y del culto se han inflamado con
mayor violencia en la persecución de la Iglesia. Por eso, debemos insistir a
Cristo, Redentor de la raza humana, que conceda la restauración de la tranquilidad y libertad para profesar la
fe a los afligidos hijos de Rusia. Y a fin de que todos puedan instar por esto
con poco esfuerzo y tropiezos, deseamos que esas mismas oraciones que nuestro
predecesor León XIII, de feliz memoria, ordenó a los sacerdotes que rezaran con
el pueblo después de la Santa Misa, sean dichas con la misma intención, en este
caso, por Rusia. Que los obispos y ambos cleros [secular y regular] sean
diligentes en comunicar esto a sus fieles y a todos los que asistan a la Santa
Misa, y que con frecuencia lo traigan a su memoria”.
Apéndice C:
Procesión “en tiempos de guerra contra los enemigos de la Iglesia”.
El Manual of Prayer para Inglaterra y Gales contiene oraciones para
una procesión con esta intención. A la Gran Letanía deben seguir las siguientes
oraciones:
“Concede a tu Iglesia, te rogamos,
oh Dios misericordioso, que habiendo sido reunida por el Espíritu Santo, no
pueda ser de ningún modo atacada por sus enemigos”.
“Oh Dios, que eres ofendido por el
pecado y aplacado por la penitencia, escucha con piedad las oraciones de tu
pueblo que te suplica, y aparta de nosotros los azotes de tu ira que merecemos
por nuestros pecados”.
“Dios Todopoderoso y Eterno, en
cuyas manos están el poder y el gobierno de todos los reinos, mira y ayuda al
pueblo cristiano, para que las naciones paganas, que confían en la fiereza de su
poder, sean aplastadas por tu brazo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los
siglos. Amén”.
Apéndice D:
Colectas del Clamor de Tierra Santa[33].
Con algunas
variaciones en el texto, las dos siguientes colectas fueron las más
extensamente usadas en la Edad Media por la Tierra Santa.
“Deus,
qui ad exhibenda nostre redemptionis mysteria terram promissionis elegisti,
libera eam, quaesumus, ab instantia paganorum, ut gentilium incredulitate
confusa populus Christianus de tue virtutis potentia glorietur”[34].
“Oh Dios, que elegiste la Tierra de
Promisión para exhibir los misterios de nuestra redención, líbrala, te rogamos,
de la presencia de los pagamos, para que, confundida la infidelidad de los
gentiles, el pueblo cristiano pueda gloriarse del poder de tu fuerza”.
“Deus
qui ammirabili providentia cuncta
disponis, te suppliciter exoramus, ut terram, quam unigenitus filius tuus proprio sanguine
consecravit, de manibus inimicorum crucis eripiens restituas cultui
christiano, vota fidelium ad eius liberationem instantium misericorditer dirigendo
in viam salutis eterne.Per Christum, Dóminum nostrum. Amen[35]”
“Oh Dios, que dispones todas las
cosas con tu admirable providencia, te rogamos suplicantes que restaures para
el culto cristiano, arrebatándola de las manos de los enemigos de la cruz, la
tierra que tu Hijo Unigénito consagró con su sangre, dirigiendo piadosamente
las oraciones de los fieles que oran por su liberación hacia el camino de la
salvación eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén”.
[2] Allen, A., The Global War
on Christians: dispatches from the front line of anti-Christian persecution (Nueva York, Image
Books 2014).
[3] La colecta de la Conmemoración “Por la Santa Iglesia, contra sus
perseguidores” fue enriquecida con una indulgencia por recitación privada en
1934: “Te rogamos, Señor, que piadosamente oigas las oraciones de tu Iglesia,
para que, destruidos sus enemigos y todas las herejías, pueda servirte en
perfecta seguridad y libertad. Por Cristo nuestro Señor. Amén” (Ecclesiae tuae, quaesumus, Domine, preces
placatus admitte: ut, destructis adversitatibus et erroribus universis, secura
tibi serviat libertate. Per Christum Dominum nostrum. Amen’). Esta oración
no está incluida en el Enchiridion
Indulgentiarum de 1968, ni en sus ediciones posteriores, que son mucho más
cortas que las preceentes. Algunas colecciones más antiguas de oraciones con
indulgencia incluyen una gran cantidad de otras convenientes oraciones
privadas.
[4] En Inglaterra y Gales se autoriza algunas procesiones “en tiempos
de guerra contra los enemigos de la Santa Iglesia”, con oraciones especiales al
término de ellas (véase el Apéndice C).
[5] La primera utilización conocida de una forma de este Clamor se da
en Londres en 1188. Para un análisis extenso, véase Linder, A., Raising Arms: Liturgy in the Struggle to Liberate Jerusalem in the Late Middle Ages
(Turnhout, Bélgica, Brepols, 2003) pp. 1-95. Sobre las dos colecciones de
colectas “Clamor por Tierra Santa” más usadas, véase el Apéndice D.
[6] En los países en que se recitan, en general monarquías católicas,
pero también en Inglaterra y Gales, se las reza después de la Misa dominical
principal, sea ésta rezada, cantada o solemne, dirigidas por el celebrante
antes de abandonar el presbiterio.
[7] Llamadas también, menos precisamente, “oraciones por la
conversión de Rusia”.
[8] En el Apéndice A se transcriben las cuatro colectas.
[9] Sagrada Congregación de Ritos, Decreto Iam Inde (1884): “Desde 1859, Pío IX, de santa
memoria, prescribió que en todas las iglesias de los Estados Papales, se
recitaran ciertas oraciones, a las que concedió indulgencias, después del Santo
Sacrificio de la Misa, a fin de obtener la necesaria ayuda de Dios en tiempos
de dificultades y pruebas. Y como la Iglesia Católica, rodeada siempre de
graves males (y que amenazan con convertirse en males todavía mayores) tiene
tanta necesidad de la especial protección de Dios, nuestro santísimo señor León
XIII ha considerado conveniente que esas oraciones, ligeramente alteradas en
algunas partes, se reciten en todo el mundo, para que la oración, hecha en
común por toda la cristiandad y con el aumento de los suplicantes, pueda
obtener más fácilmente los beneficios de la Divina Misericordia. Por lo tanto,
por el presente Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos Su Santidad ha
ordenado que, en el futuro, en todas las iglesias de la Ciudad y del mundo
católico, se recite las siguientes oraciones, enriquecidas con una indulgencia
de 300 días, de rodillas al término de la Misa, y sin música”.
[10] Véase el Apéndice A.
[11] Véase el Apéndice B.
[12] Luego de la anexión de Crimea por la Federación Rusa, el obispo
Bohdan Dzyurakh, secretario general del Sínodo Ucraniano de Obispos Católicos,
comentó al Catholic Herald (8 de
abril de 2014): “A las comunidades greco-católicas como la nuestra se ha negado
sus derechos en la Federación Rusa, lo cual consideramos como una violación de
la libertad de conciencia y de religión […] Esperábamos que estas restricciones no
se aplicaran a nuestra Iglesia en Crimea, pero se nos ha informado que todas
las comunidades religiosas deben registrarse ahora allá. Esto significa que el
gobierno local ha usurpado el poder de rechazar a todas aquéllas que considere
como una amenaza. Luego de la reciente limpieza étnica, esto va a significar
una limpieza religiosa”.
[13] Pío XII, Carta Apostólica Sacro Vergente Anno (1952), donde se cita a Pío XI sobre las
intenciones de las preces leoninas y se comenta: “Confirmamos vivamente y
renovamos esta exhortación y esta orden, ya que la situación religiosa entre
vosotros hasta ahora ciertamente no ha mejorado, y ya que estamos animados por
el mismo ardiente afecto y por la misma preocupación por los pueblo de Rusia”.
[14] El liturgista J.B. O’Connell enumera del siguiente modo las
ocasiones en que las preces leoninas pueden ser omitidas: cuando la Misa rezada
se celebra con “cierta solemnidad”, por ejemplo, la Misa nupcial o una que sea
precedida por el Asperges; cuando la
Misa es “inmediata y debidamente” seguida por otra función, tal como una
Bendición; cuando se predica una homilía durante, antes o después de la Misa;
cuando se dice la Misa rezada “con diálogo” en domingos y días festivos; y
cuando se diga otra Misa inmediatamente a continuación, sin que el celebrante
abandone el altar (por ejemplo, en el día de los Fieles Difuntos). O’Connell cita una serie
de decisiones de la Sagrada Congregación de Ritos que fundamentan estos
principios: SCR 3705, 3936, 3682, 3805. Vése O’Connell, J. B., The Celebration of Mass (Milwaukee, Bruce
Publishing Company, 1963), pp. 121-22.
[15] Juan Pablo II, Discurso Regina Coeli, 24 de abril de 1994.
[16] Francisco, Palabras con ocasión la dedicación de una estatua deSan Miguel Arcángel en los Jardines Vaticanos, 5 de julio de 2013: “pidámosle que
nos defienda del Malo y lo arroje fuera”.
[17] La ocasión fue el pedido de que las instituciones católicas
pagaran por “los servicios abortivos, de esterilización y contraceptivos” de
acuerdo con la disposición del Gobierno de los Estados Unidos sobre seguro de
cuidados médicos, según el Affordable Care Act, demanda de la que luego se eximió a las diócesis.
[18] Algunos sacerdotes se sacan el manípulo antes de recitar las
preces leoninas, igual que antes de predicar.
[19] En tanto que una Misa votiva tiene un formulario completo, una Conmemoración sólo añade una Colecta, una Secreta y una Postcomunión
adicionales a las que se dicen según la Misa del día. Hay numerosas Misas
votivas y Conmemoraciones también en el Misal de la forma ordinaria.
[20] Véase Novum Rubricarium
(1960), núm. 306-389.
[22] Las Misas votivas de “primer jueves”, “primer viernes” y “primer
sábado”, y las de Réquiem en el tercero, séptimo o trigésimo día después de la
muerte o del entierro, tienen estatus de tercera clase, lo que significa que
pueden decirse en fiestas de tercera clase, así como también en fiestas de
cuarta clase y en las ferias.
[23] Se puede decir las Conmemoraciones por el Papa, por el Obispo o
por la propagación de la fe tanto en las Misas cantadas como en las solemnes, y
no sólo en las rezadas.
[24] Sobre las oratio imperata,
el Novum Rubricarium dispone (núm. 459):
“Durante una calamidad pública o en necesidades que, por su naturaleza, se
prolongan por un tiempo largo (por ejemplo, guerras, epidemias, etcétera), el Ordinario
del lugar puede ciertamente ordenar una oratio
imperata por todo el período que dure el desastre, pero esta oración se
dice sólo los lunes, miércoles y viernes” y no en fiestas de primera y segunda clase. Para situaciones de duración breve, no se aplica la restricción de
lunes, miércoles y viernes (véase el núm. 457).
[25] Las reglas anteriores a 1960 pueden resumirse del siguiente modo:
en casos de Conmemoraciones “privadas”, los celebrantes de fiestas simples y de
ferias menores tenían la libertad de añadir oraciones votivas siempre que el
número total de ellas, en cada Misa, fuera cinco o siete. En días semidobles,
cuando la tercera colecta podía elegirse, los celebrantes podían añadir la de
su elección. En las colegiatas, en las Misas parroquiales y en las
casas religiosas, el rector o superior podía especificar cuál sería la oración
adicional. Incluso en Misas públicas cantadas y en Misas solemnes, el
celebrante podía añadir una oración de su elección.
[26] En el Manual of Prayers,
la guía oficial para devociones paralitúrgicas autorizada por los Obispos de
Inglaterra y Gales, en sucesivas ediciones, hasta la edición de 1954.
[27] Concede nos famulos tuos, quaesumus Domine Deus, perpetua mentis
et corporis sanitate gaudere, et gloriosa Beatae Mariae semper Virginis
intercessione, a praesenti liberari tristitia, et aeterna perfrui laetitia.
[28] Deus, qui nullum respuis, sed quantumvis peccantibus, per
poenitentiam pia miseratione placaris, respice propitius ad preces humilitatis
nostrae, et illumina corda nostra, ut tua valeamus implere praecepta.
[29] Deus a quo sancta desideria, recta consilia, et iusta sunt opera,
da servis tuis illam quam mundus dare non potest pacem: ut et corda nostra
mandatis tuis dedita, et hostium sublata formidine, tempora sint tua
protectione tranquilla.
[30] Deus pacis, charitatisque amator et custos, da omnibus inimicis
pacem charitatemque veram, et cunctorum eis remissionem tribue peccatorum,
nosque ab eorum insidiis potenter eripe. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
[31] Deus, refugium nostrum et virtus adesto piis Ecclesiae tuae
precibus, et praesta; ut intercedente gloriosa et Immaculata Virgine Dei
Genitrice Maria, beato Josepho, ac beatis apostolis tuis Petro et Paulo et
omnibus sanctis, quod in praesentibus necessitatibus humiliter petimus,
efficaciter consequamur. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
[*] La versión original en inglés de este Position Paper no da una traducción al vernáculo de las preces leoninas tal y como quedaron fijadas en el Misal que se usa en la forma extraordinaria. Para facilitar la lectura, aquí se ofrece la traducción castellana incluida en el Misal diario y Vesperal de Dom Gaspar Lefebvre (trad. de Dom Germán Prado, Brujas, Desclée de Braouwer y Cía, 1958).
[32] Pronunciada el 30 de junio de 1930 y publicada en Acta
Apostolicae Sedis, 1930, Vol. XXII, pp. 300-301. La traducción fue encargada
para este Position Paper, y realizada por RPD.
[33] Las traducciones fueron encargadas para este Positon Paper, y realizadas por RPD.
[34] Linder, Rainsin Arms, cit., p. 37.
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