En una entrada anterior explicamos nuestro propósito de traducir los Position Papers sobre el Misal de 1962 que desde hace algún tiempo viene preparando la Federación Internacional Una Voce, de la cual nuestra Asociación es capítulo chileno desde su creación en 1966.
En esta ocasión les ofrecemos la traducción del Position Paper 25 y que versa sobre la forma extraordinaria y el África sub-sahariana, cuyo original en inglés se puede consultar aquí. Dicho texto fue preparado en el mes de abril de 2015. Para facilitar su lectura hemos agregado un título (Texto) para separar su contenido del sumario (Abstract) que lo precede.
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La forma extraordinaria y el África sub-sahariana
Resumen
La Iglesia en África enfrenta
desafíos que provienen de la influencia de una cultura occidental secularizada,
de las dificultades de una auténtica inculturación, y de las tensiones y
conflictos propios de sociedades divididas por fronteras tribales y
lingüísticas. En todos estos desafíos la forma extraordinaria puede ser una
ayuda, ya que encierra muchos principios, como la preocupación por la Tradición, el respeto, y un sentido del pecado y de lo sagrado, que son
característicos de la espiritualidad africana.
Del mismo modo, proporciona un muro estable de defensa frente al
sincretismo, que permite una actitud más abierta frente a ciertas prácticas
culturales africanas, y evita el problema de tener que optar por una lengua, a
menudo de origen colonial, en vez de otras. Aunque la disponibilidad de la
forma extraordinaria sigue siendo muy escasa en África, hoy va en aumento. Y
los obispos y órdenes religiosas africanas debieran aprovechar las
oportunidades que ella ofrece.
Los comentarios a este texto pueden enviarse a positio@fiuv.
(Foto: FSSPX)
Texto
1. El
magisterio papal post-conciliar[1]
identifica una cantidad de desafíos que enfrenta en África una Iglesia que
crece rápidamente. Por un lado, las religiones tradicionales africanas, así
como la cultura y la estructura social tribal, representan tanto oportunidades
como desafíos para una Iglesia que evangeliza y para la estabilidad social y el
desarrollo. Por otro lado, el rápido desarrollo económico, la urbanización y la
exposición a la cultura occidental también significan desafíos para la Iglesia
y, al mismo tiempo, oportunidades para los africanos que tratan de escapar de
la pobreza.
La cultura africana tradicional.
2. La cultura africana tradicional es un tema importante, que incluye por cierto la cultura religiosa. Juan Pablo II ha expresado esto con gran fuerza al reconocer, en su Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa, de 1995, que ellas, las religiones [tradicionales] son la manifestación viva del alma de grandes grupos de hombres[2]. En relación con la influencia de la cultura occidental, que a menudo corroe todo tipo de espiritualidad, urgió a los africanos diciendo: “Mirad a vuestro interior. Ved las riquezas de vuestras tradiciones propias, mirad la fe que estamos celebrando en esta asamblea”[3].
3. La forma extraordinaria expresa muchos principios fundamentales de la cultura africana, sin el peligro del sincretismo religioso. Entre ellos el primero es el profundo respeto por la Tradición y la continuidad que se encuentra en la cultura africana tradicional[4], según la cual se considera que las generaciones pasadas de la familia y de la tribu siguen siendo miembros actuales de la comunidad[5].
El teólogo africano Bénézet Bujo describe esto del siguiente modo: “Así pues, la tradición, según el modo africano de pensar, no debe ser considerada de un modo determinístico, mucho menos fatalístico, sino que debe ser contemplada, más bien, como una potencia que el individuo puede decidir si actualizar o no. El éxito o el fracaso dependen de una elección personal: al recordar libremente las acciones y palabras vivificantes de los ancestros, el hombre elige la vida; pero si descuida estas cosas, elige la muerte”.
4. Otros principios religioso-culturales africanos son los principios litúrgicos del misterio y el respeto, y un sentido muy vívido de la realidad del reino de lo espiritual y del pecado.[6]
(Foto: LMS Chairman)
5. La antigua
tradición litúrgica latina está profundamente imbuida de estos principios, que
son, en cierta medida, comunes a muchas sociedades tradicionales y, también, a
la espiritualidad católica tradicional. Esto es algo que la tradición latina
tiene en común con los ritos litúrgicos que se han desarrollado en la propia África, o sea, los de las “grandes Iglesias africanas de Egipto y Etiopía”[7].
Aunque en muchos sentidos son diferentes del rito latino, esos ritos, como
todos los ritos orientales en general, tienen todavía mucho en común con la forma extraordinaria, como se ha analizado en el Positio Paper 21[8].
6. Es
significativo, en este contexto, que el grupo religioso sincrético conocido
como Legio Maria[9],
que se ha extendido desde Kenia a muchos países del Este de África[10],
ha retenido la liturgia latina propia de sus orígenes católicos[11].
7. Al ofrecer
un esquema litúrgico y espiritual que rinde el debido homenaje a los principios
tradicionales ya mencionados, la Iglesia, en la forma extraordinaria, otorga un
lugar de refugio a una cultura religiosa que, de otro modo, se ve en el peligro
de ser abrumada por actitudes y prácticas inspiradas por ideas de la post Ilustración occidental en una versión deteriorada, según una forma comercial.
Benedicto XVI llamó “shock cultural” a esta invasión cultural[12],
y los obispos de África, en el Sínodo de 1994, exclamaron “nuestra identidad
está siendo pulverizada como en un mortero”. Semejante asalto a la cultura
africana ha sido apropiadamente descrito como “neo-colonialismo”.
8. Este
conflicto entre los principios tradicionales de la espiritualidad africana y
las influencias culturales occidentales crea un inusual contexto para muchos
progresistas litúrgicos, que a menudo han expresado explícitamente que sus
propuestas son intentos de avenirse con el triunfo de la cultura post -ilustrada; triunfo que, a su juicio, no puede ya ser discutido. Cualquiera sea
la evaluación que se haga de este proyecto en el contexto del mundo
desarrollado, la propuesta de hacer concesiones al racionalismo, por ejemplo,
mediante la exclusión del silencio y del ceremonial complejo en la liturgia, o
de hacer concesiones al romanticismo mediante la promoción de la informalidad y
la espontaneidad, adquiere un aspecto muy diferente en el contexto africano: existe
un auténtico peligro de que tales tendencias coadyuven al ataque
neocolonialista sobre la espiritualidad africana.
Misa tradicional en África
(Foto: Rorate Caeli)
La inculturación.
9. Si se
considera el progreso histórico de la fe en Europa, Hispanoamérica y Asia,
resulta claro que, aunque el catolicismo latino ha tenido una importante
influencia en las culturas locales, no las ha destruido[13]
sino que, más bien, las ha hecho capaces de desarrollarse como auténticas
expresiones del genio de los pueblos de esas regiones[14].
El resultado es la maravillosa diversidad de la cultura católica que se puede
observar en todo el mundo. La transformación cultural, política y religiosa de
África en el período colonial tiende a oscurecer la aplicación a dicho continente de esta
generalización, pero hay que insistir en ella, y la demanda de “inculturación”
hay que mirarla en este contexto. Como Pablo VI ha dicho, “[p]uesto que la enseñanza de Cristo y
la redención cumplen, renuevan y perfeccionan todos los bienes innatos que hay
en los usos tradicionales de los hombres, se sigue que el hombre africano,
cuando se lo inicia en la religión cristiana, no se ve en absoluto forzado a
auto-repudiarse, sino que, por el contrario, retoma 'en espíritu y en verdad' (Jo. 4, 24) las antiguas fuerzas de su pueblo”[15].
10. El tema se
complica, sin embargo, por las fuerzas opuestas del sincretismo y del
protestantismo evangélico. Estas últimas tienden a rechazar toda huella de
cultura africana. Los cultos sincréticos y las congregaciones evangélicas son
comunes en África y se expanden con rapidez, con las críticas en contrario por
parte de la Iglesia católica.
11. Esta
situación realza la importancia del discernimiento en la inculturación,
cuestión a la que el magisterio papal ha concedido importancia repetidamente[16].
La inculturación indiscreta ha conducido, a veces, a abusos litúrgicos[17]
y a la construcción de iglesias indignas de la liturgia[18].
12. Donde la
inculturación se realiza del mejor modo es en el contexto de una liturgia
estable que, aunque claramente diferente del culto pagano, apela sin embargo a
las auténticas sensibilidades religiosas africanas. En tal contexto no es un
problema permitir, por ejemplo, importantes prácticas africanas, tal como la
referente al precio de la novia, o el uso de nombres indígenas, las cuales
resultan contrarias a ciertas fuerzas que consideran que tales cosas deben
necesariamente ser excluidas para rechazar el paganismo[19].
13. En
relación con este punto, el magisterio papal ha subrayado el problema de las
supersticiones, la brujería y el miedo de espíritus malignos, cosas que se
encuentran en las religiones africanas tradicionales y que no pueden ser
fácilmente excluidas de las comunidades cristianas recientes[20].
La forma extraordinaria, especialmente mediante las bendiciones del Ritual
Romano, produce el efecto de proteger efectivamente a los fieles y del calmar
el espíritu de los supersticiosos, como sociedad que fue, ella misma, víctima
de las supersticiones y de la brujería, tanto reales como imaginarias, y dicha forma refleja la sabiduría de la Iglesia al enfrentarlas[21].
14. Para un
gran número de africanos, la realidad de la liturgia en vernáculo no significa
liturgia en la lengua madre, sino en una segunda lengua, a menudo una lengua
colonial o, en el Este de África, el suajili[22].
El enorme número de lenguas en África -sólo Nigeria tiene más de 500 grupos de
lenguas- significa que sería imposible producir Misales en todas ellas[23]
o proporcionar sacerdotes que pudieran usarlos. En Sudáfrica, por ejemplo, en
la liturgia católica se usa sólo cuatro de las nueve lenguas indígenas
oficiales[24]; en
Kenya, país con 69 lenguas, sólo se usa el inglés y el suajili.
15. Incluso si
se superara estos obstáculos, cada parroquia urbana alberga hablantes de muchas
lenguas, que pueden incluir las de los inmigrantes o refugiados de otros
países. Las limitaciones de tiempo y de clero significan que hay que emplear
una lingua franca, formal o informal.
16. El
resultado práctico es el uso muy extendido de las antiguas lenguas coloniales
en la liturgia, con un concomitante aumento de la percepción de prestigio de
esas lenguas. El latín no sólo tiene la virtud de no pertenecer a ninguna tribu
en particular[25] sino
también de no ser la lengua de ninguna potencia colonial ni de ninguna
influencia cultural europea o americana. Como lo dijo Juan XXIII: “Por su naturaleza misma, el latín
es máximamente apropiado para promover todas las culturas entre los diversos
pueblos, por cuanto no da lugar al surgimiento de celos ni favorece a grupo
alguno, sino que se presenta a todos con igual imparcialidad, buena y amigable
con todos”[26].
17. Una de las
consecuencias de la pluralidad lingüística de África es el deseo de los
africanos de aprender lenguas nuevas. Es común incluso que los menos educados
posean una segunda o una tercera lengua. El deseo de aprender lenguas nuevas
no excluye el latín, cuando a éste se le da un lugar en la liturgia.
Sacerdote de la FSSP celebra Misa en África
(Imagen: captura de Youtube)
Las perspectivas
de la forma extraordinaria en África.
18. La
disponibilidad de la forma extraordinaria es limitada hoy en África[27].
Allí, como en todas partes, entrenar a un número suficiente de sacerdotes para
que la celebren presenta dificultades. Otro factor ha sido la gran preocupación
de los católicos africanos por la unidad con la Santa Sede durante el largo
período en que la situación jurídica de los antiguos libros litúrgicos fue poco
clara. Ahora que ésta ha sido aclarada, las actitudes pueden comenzar a
cambiar.
19. Hoy está
entregado a los obispos africanos y a las órdenes religiosas activas en África
el asegurar que “las riquezas que se han desarrollado en la fe y la oración de
la Iglesia”[28] estén a
disposición de los católicos africanos, tal como debiera ser el caso con todos
los católicos. Las circunstancias de la Iglesia en ese continente no debieran hacernos
dudar de ofrecer allá este tesoro, sino alentarnos a promoverlo todo lo
posible. Así como la forma extraordinaria tuvo parte en la evangelización de
África en el pasado, puede seguir alimentando hoy la vida espiritual de los
católicos africanos.
[1] Es digno de destacar que en Roma se han reunidos dos Sínodos
especiales sobre África, en 1994 y en 2009: el primero llevó a la Exhortación Apostólica Ecclesia in Africa (1995)
de Juan Pablo II y el segundo a la Exhortación Apostólica Africae munus (2011) de Benedicto XVI.
[2] Juan Pablo II, Ecclesia in Africa, núm. 47:
"quandoquidem ipsae significanter animum
exprimunt magnae gentium partis". Cfr. el Mensaje del Sínodo (1994), núm. 21:
“Debe darse especial atención a nuestras costumbres y tradiciones, en cuanto
que constituyen nuestro patrimonio cultural”.
[3] Juan Pablo II, Ecclesia in Africa, núm. 48:
“ut intra vos inspiciatis. Vestrarum
traditionum divitias respicite, fidem respicite quam hac in congressione
celebravimus.’ Esta es una cita tomada de la homilía de Juan Pablo II enLilongwe durante una visita a África (6 de mayo de 1989).
[4] Bujo, B., African
Theology in Social Context (trad. de John O’Donohue, Eugene OR., Wipf and
Stock, 1992), p. 30.
[5] Véase Bujo, African Theology, cit., p.
25 y passim.
[6] Juan Pablo II, Ecclesia in Africa, núm. 42:
“Los africanos tienen un profundo sentido religioso, un sentido de lo sagrado,
de la existencia de Dios Creador y de un mundo espiritual. La realidad del pecado
en sus formas individual y social está muy presente en la conciencia de estos
pueblos, como también la necesidad de ritos de purificación y expiación” ("Africani alto religionis sensu praediti
sunt, sacrarum rerum sensu, Dei creatoris existentiae sensu et rerum
spiritualium. Peccatum, in suis tum privatis tum socialibus formis, in illorum
populorum conscientia inest, atque necessitas quoque purificationis et
expiationis rituum animadvertitur") Cfr. Benedicto XVI, Encuentro con los periodistas (23 de marzo de 2009): “Por otra parte, el espíritu de recogimiento
en las liturgias, el fuerte sentido de lo sagrado, me causaron una gran
impresión: en las liturgias, los grupos no se ponían en primer lugar, no
atraían a sí la atención, pero sí había presencia de lo sagrado, de Dios mismo:
del mismo modo, en el modo cómo se movían, se veía siempre su respeto y
conciencia de la presencia divina. Esto me causó una gran impresión”. Cf. Pablo
VI, Motu proprio Africae terrarum
(1967), núm. 8.
[7] Mensaje del Sínodo publicado por el Sínodo Especial de Obispos de
Africa, 6 de mayo de 1994. Cfr. Juan Pblo II, Ecclesia
in Africa, núm. 31: “Al recordar las antiguas glorias del África cristiana,
deseamos expresar nuestro profundo respeto por las Iglesias con las que no
estamos en plena comunión, la Iglesia Griega del Patriarcado de Alejandría, la
Iglesia Copta de Egipto y la Iglesia de Etiopía, que comparten con la Iglesia
católica un común origen y la herencia doctrinal y espiritual de los grandes
Padres y santos, no sólo de sus propios países, sino de toda la Iglesia
primitiva: ellos trabajaron y sufrieron mucho para mantener vivo el nombre
cristiano en África a través de todas las vicisitudes de la historia” ("Attamen, dum veterum Africae christianae
laudum redintegramus memoriam, eas impensa prosequi observantia placet
Ecclesias, quibus haud plena utimur communione: Ecclesiam dicimus Graecam
Alexandrini Patriarchatus, Ecclesiam Coptam Aegypti et Ecclesiam Aethiopicam.
Ipsae enim communes cum catholica Ecclesia et doctrinam et spiritualem
disciplinam hereditarias habent a magnis Patribus sanctisque viris, qui non
modo ad earum regiones, sed ad universam etiam Ecclesiam antiquam pertinent.
Huc accedit quod tot egregia opera patraverunt durasque acerbitates perpessae
sunt, ne umquam per varietatem temporum christianum nomen in Africa
restingueretur"). Este pasaje es parte de una extensa cita de Pablo VI, Africae terrarum (1967).
[8] FIUV, Positio Paper 21: La forma extraordinaria y las Iglesias orientales.
[9] Su nombre oficial es “Legio
Maria de la Misión de la Iglesia Africana”. Fundada a comienzos de la
década de 1960 entre los Luo, de Kenya, hoy tiene más de un millón de
adherentes.
[10] Especialmente Tanzania, Uganda, Rwanda, Burundi, la República
Democrática del Congo y Etiopía.
[11] Véase Kustenbauder, M., “Believing
in the Black Messiah: The Legio Maria Church in an African Christian Lanscape”,
Nova Religio: The Journal of Alternative
and Emergent Religions, vol. 13, núm. 1 (2009), pp. 11-40: “Los
elementos materiales de la cristiandad católico-romana -reconocibles tan
fácilmente por los observadores occidentales en las túnicas flotantes, los
grandes rosarios y la Misa en latín de los seguidores de la Legio Maria- permanecen intactos sólo en
cuanto que han ayudado a los Legios a reformular la fe cristiana al interior de
su propio complejo cultural” (p. 14).
[12] Benedicto XVI, Africae munus, núm. 11. Cfr.
Mensaje del Sínodo, núm. 15: “Pero la cultura que dio su identidad a nuestro pueblo
está en una grave crisis. En vísperas del siglo XXI, cuando nuestra identidad
está siendo pulverizada en el mortero de una inmisericorde cadena de
acontecimientos, la necesidad fundamental es de profetas que se alcen y hablen
en nombre del Dios de la esperanza para la creación de una nueva identidad”.
[13] Cfr. Juan Pablo II, Ecclesia in Africa, núm. 59: “En varias ocasiones los Padres Sinodales subrayaron la especial
importancia de la evangelización de la inculturación, el proceso por el que la
'catequesis se 'encarna' en las diversas culturas'” ("Crebrius extulerunt synodales Patres momentum praecipuum quod habet in
ipsa evangelizatione insertio in culturam: processus nempe quo catechetica
institutio diversis in culturis veluti concorporatur"). Este pasaje es
cita de Juan Pablo II, Exhortación apostólica Catechesi Tradendae, (1979), núm. 53.
[14] De muchas formas el papel de la Iglesia ha sido ayudar a las
culturas locales a resistir las influencias exteriores potencialmente
destructivas, especialmente haciendo posible el registro permanente de la literatura
y la música importantes, y abriendo nuevos caminos al arte y la arquitectura
para la expresión de las ideas culturales locales. Ejemplo de esto sería la
preservación de la poesía vernácula original de las Islas Británicas y de
Escandinavia, y las tradiciones artísticas propias, especialmente las de los
irlandeses. Estos monumentos culturales de la alta Edad Media siguen siendo
considerados como fundamentales por las diversas tradiciones culturales de
estos países hasta la actualidad. De un modo diferente, la Iglesia hizo posible
la sobresaliente y única contribución al estilo barroco de la arquitectura en
Hispanoamérica.
[15] Pablo VI, Africae
terrarum, núm. 14: "Cum
enim Christi doctrina et redemptio omnia compleat, renovet et perficiat bona,
in traditis hominum moribus insita, Africanus idcirco homo, dum christianis
sacris initiatur, non cogitur quidem semetipsum repudiare, sed veteres suae
gentis virtutes in spiritu et veritate (Jn 4, 24) resumit".
[16] Véase Benedicto XVI, Africae munus, núm. 37: “El Espíritu Santo hace que el Evangelio permee todas las
culturas, sin convertirse en el servidor de ninguna. Los obispos debieran
preocuparse de esta necesidad de inculturación, respetando las normas
establecidas por la Iglesia. Mediante el discernimiento de qué elementos
culturales y tradiciones son contrarias al Evangelio, podrán separar la buena
semilla de la maleza (cf. Mt. 13, 26)”. Cfr. Pablo VI, Africae terrarum, núm. 8.
[17] Benedicto XVI, Africae munus, núm. 153: “Exhorto a toda la Iglesia en África a
tener particular cuidado con la celebración de la Eucaristía, memorial del
sacrificio de Jesucristo, signo de unidad y vínculo de caridad, banquete
pascual y prenda de vida eterna. La Eucaristía debiera ser celebrada con
dignidad y belleza, de acuerdo con las normas prescritas”.
[18] Benedicto XVI, Africae munus, núm. 154: “Es
necesario también asegurarse de que la arquitectura de estos edificios sagrados
sea digna de los misterios que celebran y esté de acuerdo con la legislación
eclesiástica y el estilo del lugar”.
[19] Véase Bujo, African Theology, cit., pp.
44-47. Aunque parece que Bujo quiere extender la recepción por la Iglesia de la
cultura africana también a la poligamia y al uso de materia inválida para la
Misa, su lista de las cosas que se ha perdido en la cristianización incluye
nombres indígenas, conocimiento de plantas medicinales, uso de los tambores,
arte y todas las costumbres que rodean a ciertos eventos de la caza y de la
vida.
[20] Benedicto XVI, Africae munus, núm. 93: “La
brujería, que se usa en las religiones tradicionales, está experimentando actualmente
cierto regreso. Reaparecen ciertos miedos antiguos, creando paralizantes lazos
de subordinación. La ansiedad por la salud, el bienestar, los hijos, el clima y
la protección respecto de espíritus malignos lleva a que la gente recurra a
prácticas de las religiones africanas tradicionales que son incompatibles con
las enseñanzas cristianas. El problema de la 'doble afiliación' a la
cristiandad y a las religiones africanas tradicionales sigue siendo un desafío.
[21] Benedicto XVI, en su Carta a los Obispos que acompaña al motu proprio Summorum Pontificum (2007), advierte la “sacralidad” de la forma extraordinaria.
[22] Aunque es usado y comprendido por muchos más, sólo 15 millones de
africanos hablan suajili como lengua madre.
[23] Los obispos analizaron el proyecto de traducir las Sagradas Escrituras a
todas las lenguas africanas en el Mensaje, núm. 18 del Sínodo. La Congregación para el Culto
Divino, en su Instrucción Linguam Authenticam (2001), núm. 21, hace notar el problema de encontrar un registro
sagrado en cada lengua para ser usado en la liturgia. En relación con las
“traducciones destinadas a los pueblos que han recibido recientemente la fe
cristiana”, advierte: “En especial, se debe usar cautela en la introducción de
palabras tomadas de religiones no cristianas”.
[24] En Johannesburgo (metrópolis de 6 millones, incluidos los
hablantes de todas las lenguas oficiales), tres de tales lenguas, como máximo,
serían usadas. Hay que tomar en cuenta que la Iglesia en Sudáfrica tiene
recursos incomparablemente mejores que otros países africanos. En algunas
parroquias de ciudades multilingüísticas aun las lenguas indígenas más
importantes tienden a obtener los horarios menos cómodos de Misas.
[25] Juan Pablo II, Ecclesia in Africa, núm. 49: “Se
ha hecho ver, con razón, que, dentro de las fronteras que fueron establecidas
por los poderes coloniales, la coexistencia de grupos étnicos con diferentes
tradiciones, lenguas e incluso religiones, se encuentra a menudo con obstáculos
surgidos de una grave hostilidad mutua. 'Las oposiciones tribales ponen en
peligro, si no la paz, al menos el esfuerzo por el bien común de la sociedad, y
crean también dificultades para la vida de las Iglesias y la aceptación de
pastores de otros grupos étnicos'. Esta es la razón por la que la Iglesia en
Africa siente el desafío de la especial responsabilidad de sanar estas
divisiones” ("Merito sane dictum est
intra fines qui ex colonicis regiminibus manarunt, translaticiarum
consuetudinum, sermonum et etiam religionum diversarum coniunctam exsistentiam
saepe ob mutuas contentiones impedimento esse. 'Tribuum dissentiones in
discrimen vocant, si non pacem, in universum societatis saltem bonum commune
adipiscendum, atque difficultates quoque afferunt Ecclesiarum vitae necnon
aliarum stirpium pastoribus recipiendis'. Quocirca Africana Ecclesia animadvertit se teneri certo officio has divisiones minuendi”). Este pasaje cita un documento de
la Pontificia Comisión Justicia y Paz, La Iglesia ante el racismo. Para una sociedad más fraterna (1988).
[26] Juan XXIII, Constitución Apostólica Veterum Sapientia (1962), núm. 3: "Suae enim sponte naturae lingua
Latina ad provehendum apud populos quoslibet omnem humanitatis cultum est
peraccommodata: cum invidiam non commoveat, singulis gentibus se aequabilem
praestet, nullius partibus faveat, omnibus postremo sit grata et amica".
[27] El Instituto de Cristo Rey Sumo Sacerdote (ICRSS) tiene un apostolado en la diócesis de
Mouila, en Gabón, y la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro (FSSP) una en la diócesis de Orlu, en
Nigeria. La forma extraordinaria existe en varios lugares en Sudáfrica gracias
al trabajo de Una Voce Sudáfrica. El sitio web Wikimissa tiene una lista de
clero diocesano que la celebra en Natitingou, Libreville, Gabón, y Bujumbara,
Burundi. En otros países presta servicio la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X (FSSPX), que también está presente en
algunos de los países ya mencionados:
Yaounde y Douala, Camerún; Accra, Ghana; Mauritius; Nairobi y otros lugares en
Keyna; La Reunion; Arivonimamo, Madagascar; Omaruru y Windhoek, Namibia;
Kampala y otros lugares en Uganda; Dar es Salaam, Tanzania; Mansa, Zambia; y
Harare y Tafara, Zimbabwe.
[28] Benedicto XVI, Carta a los Obispos que acompaña al motu proprio Summorum Pontificum (2007).
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