domingo, 7 de noviembre de 2021

FIUV Positio Paper 33: El ciclo santoral de la forma extraordinaria

En una entrada anterior explicamos nuestro propósito de traducir los Position Papers sobre el Misal de 1962 que desde hace algún tiempo viene preparando la Federación Internacional Una Voce, de la cual nuestra Asociación es capítulo chileno desde su creación en 1966. 

En esta ocasión les ofrecemos la traducción del Position Paper 33 y que versa sobre el ciclo santoral de la forma extraordinaria, cuyo original en inglés se puede consultar aquí. Dicho texto fue preparado en el mes de febrero de 2018. Para facilitar su lectura hemos agregado un título (Texto) para separar su contenido del resumen (Abstract) que lo precede. 

Cabe recordar que en su día dedicamos una entrada de esta bitácora al decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la incorporación de nuevos santos en el Misa previo a la reforma litúrgica de 1970, que fue publicado el 25 de marzo de 2020, el cual quedó derogado por el motu proprio Traditionis Custodes que restringe la celebración de la antigua liturgia. 


***

El ciclo santoral de la forma extraordinaria

Resumen

Benedicto XVI previó la inclusión de nuevos santos en el calendario de la forma extraordinaria. Esto no implica que esta forma vaya a dejar de tener su calendario propio, pues las diferencias de calendario han sido siempre un rasgo de la liturgia de la Iglesia. El ciclo santoral de la forma extraordinaria se distingue por tener una mayor cantidad de fiestas que el de la forma ordinaria, ya que incluye un gran número de santos muy antiguos y conmemora lo milagroso. De este modo, el calendario refleja el espíritu de esta forma como un todo, manifestada tanto en el propio como en los textos ordinarios. Encontramos en ella el interés por la intercesión, más que por el ejemplo, de los santos, y por la continuidad, como queda en evidencia por los santos antiguos. Al momento de buscar nuevos espacios para incluir a santos más recientes, es posible preguntarse si los santos más modernos del calendario de 1960 no estarían incluidos más apropiadamente en los calendarios locales que en el calendario universal.

Los comentarios a este texto pueden enviarse a positio@fiuv.

Alberto Durero, Adoración de la Trinidad (o Retablo de Todos los Santos), 1511, Museo de Historia del Arte de Viena
(Imagen: Wikipedia)

Texto

1. La carta de Benedicto XVI que acompaña al motu proprio Summorum Pontificum dice que, en principio, debiera insertarse nuevos santos en el Misal. Esta aseveración afirma, por un lado, que el Misal de 1962 tiene su propio calendario íntegro y, por otro lado, que debiera agregarse nuevos santos a ese calendario, como es lo normal en la historia de la liturgia[*]. Este documento intenta exponer la racionalidad del carácter propio del calendario de santos de la forma extraordinaria, la cual ha de tener consecuencias para el futuro desarrollo de ésta[1].

2. El calendario ha estado sujeto a continuos cambios a lo largo de los siglos, a medida que se añaden y quitan santos. El rito romano se ha caracterizado, desde los tiempos más antiguos, ya desde antes del desarrollo de la Cuaresma y de Adviento, por la celebración de días festivos, de los cuales algunos todavía se celebran hoy en la forma extraordinaria. El ciclo santoral infunde en todo el año litúrgico un espíritu especial, mucho más de lo que hace el ciclo santoral de la forma ordinaria, que no sólo tiene, elocuentemente, muchos menos santos, sino que, a los que celebra, concede mucho menos importancia litúrgica[2].

El problema de los calendarios múltiples

3. Es una antigua característica de la vida de la Iglesia la existencia de múltiples calendarios, incluso dentro de una misma región geográfica. Los santos de importancia en ciertas localidades son venerados con días de fiesta en las iglesias y regiones de los que son patronos, en los que se les rinde un culto local[3]. Del mismo modo, las órdenes religiosas puede tener o bien un calendario especial, como parte de un rito o uso litúrgico de larga data, como los dominicos, o bien, como en el caso de los benedictinos, algunas fiestas de fundadores, doctores y mártires de la orden que complementan el calendario universal[4].

4. Especialmente significativo es que los calendarios, muy distintos, de los ritos orientales, han sido usados simultáneamente con los del rito latino en regiones históricamente mezcladas, como el sur de Italia. Hoy, debido a la migración hacia Occidente de algunos países de tradición oriental y a la presencia permanente o transitoria de latinos en Oriente, esta situación ocurre en todo el mundo[5].

5. Los temas del pluralismo litúrgico y de la importancia de los ritos orientales han sido revisados en otros documentos de esta serie [6].

El culto de los santos en la forma extraordinaria

6. El esquema del calendario, tal como aparece en el Misal de 1962 (calendario de 1960), no puede ser considerado como ideal: en otras publicaciones se ha planteado que la abolición de muchas vigilias y octavas en 1955 fue lamentable[7], y se podría proponer además la idea de restaurar algunas fiestas abolidas antes de 1962[8]. Algunos de los cambios hechos en 1955 y 1960 fueron, de hecho, suprimidos en 1969[9]. Sin embargo, el ciclo santoral del calendario de 1960 presenta un alto grado de continuidad con los calendarios usados en décadas y siglos anteriores, y contrasta fuertemente con el calendario del Misal de 1970. La reforma de 1969 despertó airadas reacciones en su momento[10].

7. La peculiaridad del calendario antiguo se manifiesta en la cantidad de fiestas y conmemoraciones, en el lugar que en él ocupan santos muy antiguos, y en la conmemoración de lo milagroso.

8. Respecto de la cantidad de fiestas, la forma extraordinaria contiene santos (incluyendo cuarenta conmemoraciones opcionales)[11] para aproximadamente el 70% de los días del año, comparado con el 50% de la forma ordinaria[12]. Los santos acompañan y sustentan a los fieles día a día: las liturgias de los sucesivos días de la semana quedan individualizadas y marcadas por ellos, del mismo modo que, en cierta medida, se distinguen, en la forma ordinaria, por el leccionario ferial.

9. Es importante que haya una cierta proporción de los días del año que sean feriales o conmemoraciones, para permitir la celebración de las Misas votivas (incluyendo las Misas de difuntos); para la celebración de la Misa del domingo (la Misa del domingo anterior), especialmente cuando no se ha podido decir ese día[13]; y en Cuaresma para la celebración de las Misas feriales propias de este tiempo[14]. Pero no sería conveniente una liturgia semanal dominada por Misas votivas o por la reiteración de la Misa dominical.

10. Sobre la antigüedad de los santos que contiene el calendario, la forma extraordinaria conserva las fiestas que han tenido una parte importante en la vida de la Iglesia durante muchos siglos. Por ejemplo, de los santos incluidos en la importante devoción medieval de los Catorce Santos Intercesores, todos están incluidos en el calendario de 1960, con una sola excepción[15], pero sólo cuatro figuran en el calendario de 1969[16]. En el Apéndice se da otros ejemplos.

Catorce Santos Intercesores (o Auxiliadores)
Iglesia de San Cristóbal, Triembach-au-Val, Alsacia (Francia) 
(Imágenes: Wikicommons)

11. Muchos de estos santos antiguos, especialmente los mártires de las persecuciones romanas, todavía resuenan hoy día. No obstante la exclusión de San Valentín del calendario de 1969, el Santo Padre bendice a los novios el 14 de febrero, día descrito en los informes oficiales como “día de San Valentín”. Algunos santos antiguos figuran en el folclor europeo[17], en el arte religioso, en la dedicación de venerables iglesias, en la historia e inspiración de innumerables santos posteriores[18], y muchos de sus nombres están entre los más populares usados actualmente en los países de cultura católica.

12. La conmemoración de lo milagroso puede considerarse tanto en relación con los santos mencionados en los textos litúrgicos[19] como en relación con las fiestas que conmemoran sucesos sobrenaturales[20]. La irrupción de lo sobrenatural en la vida corriente, celebrada en esas fiestas, tiene una profunda importancia al ilustrar los caminos de Dios en la guía de la historia y en el cuidado de la Iglesia.

13. Los tres rasgos mencionados se relacionan con el lugar que, en general, tiene el culto de los santos en la forma extraordinaria, que puede resumirse con la frase, usada a menudo, “por sus méritos e intercesión” y otras equivalentes. En el Confiteor, en muchas de las Colectas y sobre todo en el Canon, las oraciones de la Misa están llenas de los santos, con frecuencia mencionados nominativamente (véase el Apéndice). La invocación de los santos en estos contextos no es primariamente una referencia a sus ejemplos edificantes -a menudo sabemos poco de ellos- ni a su papel representativo a lo largo del tiempo y del espacio[21], sino a su poder espiritual -son amados por Dios- y a la continuidad con que nos unen con los primeros Papas y mártires y con el Antiguo Testamento, así como con todas las generaciones de católicos que han pedido su intercesión. Es natural que el calendario de la forma extraordinaria refleje las mismas actitudes que sus textos litúrgicos.

Nuevos santos y calendario universal

14. Si bien se puede decir que el ciclo santoral de 1962 no está demasiado colmado, ello no significa que se le podría agregar un número importante de santos nuevos sin finalmente colmarlo. Si se le agrega nuevos santos, habrá que suprimir algunos, o hacer optativas sus celebraciones.

15. El calendario de la forma extraordinaria ciertamente contiene situaciones poco felices y anomalías, como resultado de antiguos intentos de reforma[22], pero hay que tener cuidado de no perjudicar el sentido de continuidad que experimentan los fieles adeptos a la forma extraordinaria; continuidad no sólo con un pasado idealizado y distante, sino con nuestros antecesores inmediato en la fe, los católicos de hace cincuenta, cien o doscientos años que construyeron o restauraron tantas de nuestras iglesias, que crearon mucho de nuestro arte sagrado y que compusieron el material devocional todavía en uso hoy.

16. Vale la pena advertir que, específicamente, el calendario romano de la antigüedad, que influyó en algunos calendarios locales (o, en algunos casos, fue su base), llegó, con el tiempo, a ser considerado simplemente como el calendario universal de la Iglesia latina. En la práctica, ese calendario tuvo también una tercera función como calendario local de Italia, lo que se refleja en que incluye muchos santos italianos.

17. De acuerdo con la práctica más antigua, parecería preferible que el calendario romano hiciera opcional la incorporación a los calendarios locales de santos más modernos, excepto en el caso de los santos más importantes, o de dejar la opción al celebrante[23]. Esto significaría que no se privaría a los fieles de los santos de importancia histórica local con culto propio, permitiéndose al mismo tiempo la inclusión de santos nuevos de importancia genuinamente mundial. Esto se podría lograr fácilmente en la práctica haciendo opcional la celebración de algunos de los santos modernos menos importantes, normalmente clasificados como de tercera clase. 

Calendario Romano General de 1960
(Foto: Wikicommons)

Conclusión

18. Se puede aplicar especialmente al ciclo santoral del calendario las palabras de Benedicto XVI referidas, en general, a la forma extraordinaria: “Lo que las antiguas generaciones consideraron sagrado, sigue siendo sagrado y grande también para nosotros, y no puede ser súbitamente prohibido del todo o considerado dañino. Nos corresponde a todos preservar las riquezas que se han desarrollado en la fe y las oraciones de la Iglesia y otorgarles el lugar que les corresponde”[24].

Se podría fácilmente dañar la integridad y el valor propio del antiguo Misal, así como también el sentido de continuidad que experimentan los fieles que lo usan, si se incurriera en una prisa indebida en la reforma del ciclo santoral, sin tomar suficientemente en cuenta los siguientes principios.

19. Primero, no debiera causar molestias el hecho de una multiplicidad de calendarios en uso en la Iglesia. La existencia de una variedad de cosas auténticamente valiosas es motivo de celebración, no de lamentaciones.

20. Segundo, la densidad y antigüedad de las fiestas y su asociación con lo milagroso son todos rasgos especialmente valiosos en la forma extraordinaria, especialmente por la ausencia en ella de un ciclo ferial, fuera del de Cuaresma.

21. Tercero, los méritos e intercesión de los santos es clave para su papel litúrgico en esta forma. Ello se refleja claramente en el típico lenguaje que se usa en los textos litúrgicos, que contrasta con el de la forma ordinaria. De ello se sigue que sería imposible usar en la forma extraordinaria oraciones compuestas para la forma ordinaria, tal como se consideró inapropiado usar oraciones no editadas del antiguo Misal en la composición del Misal de 1970. Los textos del Común de los Santos, que son a menudo de gran antigüedad, así como muchos otros textos del Misal antiguo, de hecho hacen menos necesario usar oraciones compuestas más recientemente.

22. Cuarto, el valor de la continuidad, de realizar el culto al modo de nuestros antepasados, indica cuál es la adecuada actitud de conservación, en relación con los cambios en el ciclo santoral. Las vivencias litúrgicas y las devociones caras a nuestros antecesores son dignas de recuerdo y de veneración. Es una vocación especial de la forma extraordinaria el representar este recuerdo, y no se le debiera impedir realizar esta función.

23. Los reformadores debieran dirigir su atención a los santos más modernos del calendario de 1960 y a los que carezcan de una conexión importante con Roma o de una devoción verdaderamente universal a fin de crear el espacio necesario para la inclusión de santos nuevos. No debiera considerarse esto, sin embargo, como supresión de fiestas, sino como una forma de preservarlas en los lugares donde tienen auténtica importancia.

Apéndice 

Los santos en la forma extraordinaria y la espiritualidad tradicional

Como se dijo antes, la importancia del culto de los santos en la forma extraordinaria queda evidenciada por su lugar en los textos litúrgicos que se usa a lo largo del año, especialmente en el Confiteor (que invoca a la Santísima Virgen, a San Miguel Arcángel, y a cuatro más), en el Canon romano (Santísima Virgen, San José y doce otros en el Communicantes, y quince después del Nobis quoque peccatoribus), además de tres santos del Antiguo Testamento. Se invoca de nuevo a los santos, brevemente, en la oración Libera nos.

Además, la Gran Letanía (Litaniae Sanctorum), que se usa en el rito de recepción en la Iglesia y en la Vigilia Pascual y en otras ocasiones, incluye a la Santísima Virgen y cincuenta y un ángeles y santos: esta lista se traslapa con la del Canon, pero incluye santos de un lapso más extenso.

El papel de los santos en la liturgia subraya su importancia en el calendario, y de hecho el calendario de la forma extraordinaria hace lugar a muchos más santos que el de la forma ordinaria. Lo mismo puede decirse de santos que son prominentes en algunas devociones populares como, según se dijo en el párrafo 10, los Catorce Santos Intercesores, y en fuentes hagiográficas tradicionales, de las que la más importante es la Legenda Aurea (1298)[25].

A modo de ilustración, todos los santos de la Gran Letanía[26] son venerados con una fiesta (o conmemoración) en el calendario de 1960, pero el calendario de 1969 no incluye a los mártires Juan y Pablo ni a las vírgenes Catalina[27] y Anastasia.

De los santos del Canon romano encontramos que, aparte de las figuras del Antiguo Testamento, cada uno de ellos tiene una fiesta o conmemoración en la forma extraordinaria, pero siete de ellos no la tienen en la forma ordinaria: los papas Lino, Cleto y Alejandro, y los mártires Crisógono, Juan y Pablo, y Anastasia.

Respecto de la Legenda Aurea se puede decir que esta obra puede todavía servir, en gran medida, como auxiliar del calendario de 1960, con cerca de cien santos de la Legenda incluidos en el calendario de 1960, en el mismo orden en que aparecen en el libro, lo que totaliza el doble de los incluidos en el calendario de 1969.

Reiterando una idea expresada en el párrafo 13, es una cuestión de integridad y coherencia de la forma extraordinaria el que su calendario refleje los mismos intereses que sus textos litúrgicos.

Edición del 10 de mayo de 1969 del periódico ABC de Paraguay
(Foto: Moopio)


[1] Otros documentos en esta serie han abordado la cuestión de las Vigilias y Octavas (Positio 20: El tiempo de Septuagésima y las vigilias y octavas en la forma extraordinaria) y de las Fiestas de precepto (Positio 13: Las fiestas de precepto).

[2] Este contraste entre las formas ordinaria y extraordinaria ha sido analizado en el contexto del Leccionario. En la práctica, el ciclo ferial de lecturas tiende a tener precedencia sobre las lecturas especiales propias del santo del día, incluso cuando se celebra ese santo. Véase FIUV, Positio 15, El leccionario de la forma extraordinaria, núm. 11-12.

[3] Por ejemplo, en Inglaterra y Gales, en 1962, había ocho santos, más los “mártires de Inglaterra y Gales”, que tenía fiestas nacionales, y 146 fiestas que se observaban en una o más diócesis, las cuales incluían santos de todas las épocas de la historia católica inglesa y galesa, especialmente de aquellos relacionados con las Leyes Penales de los siglos XVI y XVII, además de una cantidad de devociones propias de determinadas diócesis, tales como la de las Sagradas Reliquias, la Santa Casa de Loreto y Nuestra Señora en Pórtico. 

[4] Estas, igual que las fiestas particulares de una diócesis o país, generalmente figuraban en el suplemento del Misal que contenía los textos necesarios (con un suplemento correspondiente del Graduale Romanum para la música de los textos).

[5] El papa Francisco ha recordado recientemente su propio descubrimiento, en su juventud, del rito ucraniano gracias a la presencia en Argentina de un obispo de esa nacionalidad, Stepan Chmil (Discurso al Pontificio Colegio Ucraniano de San Josafat, 9 noviembre 2017).

[7] FIUV, Positio 20: El tiempo de Septuagésima, vigilias y octavas en la forma extraordinaria, núm. 17. Otro rasgo del rito romano suprimido antes de 1962, útil en el contexto del ciclo santoral, fue el uso de Últimos Evangelios “propios”: cuando coincidían dos fiestas, la menos importante podía conmemorarse leyéndose su Evangelio en lugar del Prefacio del Evangelio de San Juan al final de la Misa. En FIUV, Positio 15, El leccionario de la forma extraordinaria, núm. 21, se ha hecho ver el valor de esta práctica.

[8] Las pérdidas de antes de 1962 incluyen las fiestas propias de la Cátedra de San Pedro en Roma y en Antioquía (18 enero y 22 febrero: se las combinó a ambas en fecha posterior); San Juan ante la Puerta Latina (6 mayo); la aparición de San Miguel (8 mayo); San Pedro in vincula (1 agosto), y la invención de San Esteban (3 agosto). Hubo también pérdidas en la lista de Misas votivas. Por otra parte, el Misal de 1962 es menos restrictivo que los anteriores en el uso de Misas pro aliquibus locis, respecto de las que dice: “Las Misas que vienen a continuación, de un Misterio o de un santo en el Martirologio de ese día, pueden decirse en todas partes como Misas de fiesta, a elección del sacerdote, de acuerdo con las rúbricas. Asimismo, las Misas de este tipo pueden decirse como votivas, a menos que se exceptúe expresamente alguna de ellas” (‘Infrascriptæ Missæ de Mysterio vel Sancto elogium in Martyrologio eo die habente, dici possunt ut festive ubicumque, ad libitum sacerdotis, iuxta rubricas. Similiter huiusmodo Missæ dici possunt etiam et votivæ, nisi aliqua expresse excipiatur.’). Cfr. Rubricae Generalis del Misal Romano, núm. 302. De las Misas mencionadas aquí, todas, excepto la de la Cátedra de San Pedro, aparecen en el Misal en la sección pro aliquibus locis.

[9] Como se dice en FIUV, Positio 20: El tiempo de Septuagésima, las Vigilias y las Octavas de la forma extraordinaria, núm. 17, la vigilia de Epifanía, abolida en 1955, fue restaurada en 1969. En la reforma de 1960, se movió a san Ireneo desde el 28 de junio al 3 de julio, lo cual también se dejó sin efecto en 1969. Se derogó cambios muy anteriores, como los casos de San Hilario de Poitiers, Santa Catalina de Siena y Santa Isabel de Portugal. El traslado de los días de santos, a veces de un día para el siguiente, fue motivado por el deseo de sacar a los santos de los días de octavas y vigilias, las cuales se abolieron en la reforma de 1969.

[10] El Arzobispo Bugnini, arquitecto de la reforma litúrgica, escribe que “el calendario provocó reacciones más bien negativas entre los periodistas laicos y en la prensa católica en general […] Los miembros del clero y del laicado cuya concepción del culto y de la religión era inspirada por devociones, quedaron desconcertados”. Bugnini, A., The Reform of the Liturgy 1948-1975 (trad. de Matthew J. O’Connell, Collegeville MN, The Liturgical Press, 1990), p. 315. Louis Bouyer se quejó destempladamente de que la reforma “aventó a tontas y a locas tres cuartos de los santos”. Bouyer, L., The Memoirs of Louis Bouyer: From youth and conversion to Vatican II, the Liturgical Reform, and after (trad. de John Pepino, Kettering OH, Angelico Press, 2015), pp. 222-223.

[11] Si una conmemoración no se celebra como Misa del santo (o de devoción) del día, se la conmemora en la Misa rezada con Colecta, Secreta y Postcomunión adicionales.

[12] Tomando en cuenta conmemoraciones y cinco vigilias, pero no fiestas movibles, el calendario universal de 1960 contiene 249 días no feriales, de uno u otro tipo. Doce de los días feriales son Témporas y, por tanto, no disponibles para la celebración de la Misa dominical o de la mayoría de las Misas votivas. El calendario universal de 1969 contiene 181 días no feriales (incluyendo 92 “memorias” opcionales) y no trae días de Témporas.

[13] Igual que en el caso de fiestas importantes de fecha fija, que a veces caen en domingo, y de la celebración externa en domingo de fiestas como Corpus Christi y Ascensión, normalmente se reemplaza también el formulario de la Misa dominical por la celebración de la fiesta de Cristo Rey, el último domingo de octubre, y la celebración externa de Nuestra Señora del Rosario, el primer domingo de octubre. Puesto que la fiesta de la Sagrada Familia se celebra siempre el primer domingo después de Epifanía, y la de la Santísima Trinidad el primer domingo después de Pentecostés, esos formularios de Misa dominical se usan sólo en los días feriales de la semana siguiente.

[14] A diferencia de los días de feria fuera de Cuaresma, cada día de semana durante este tiempo litúrgico tiene su propio formulario. El valor de estas antiguas Misas y su adecuación al tiempo de preparación para Pascua es resaltado por diversos intentos, en la historia, de sacar fiestas de la Cuaresma, cuyas ferias son de Tercera Clase, a diferencia de las ferias del resto del año, que son de Cuarta Clase. En la práctica, esto hace imposible celebrar Misas votivas y de los santos con conmemoraciones en esos días, a menos que exista alguna razón especial (las Témporas, que son días feriales de importancia aun mayor, son de Segunda Clase en todo el año).

[15] La excepción es San Agatón.

[16] San Blas, San Denis (Dionisio), san Erasmo y san Jorge.

[17] Para poner ejemplos extremos, no es un logro cultural menor de la Iglesia el que Cristo y San Pedro aparezcan en los cuentos folclóricos recolectados por los hermanos Grimm en Alemania, en un contexto que trae a la memoria los cuentos de viajes de mortales de Thor y Loki, o de Zeus y Hermes, en el antiguo paganismo europeo.

[18] Un buen ejemplo es la guía de Santa Juana de Arco por San Miguel Arcángel, Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita de Antioquía. Estos tres santos fueron populares en la época de Santa Juana, y fueron a menudo pintados en el arte sagrado.

[19] El ejemplo más impactante es la curación milagrosa de los pechos de Santa Ágata, seccionados por sus torturadores, tal como se relata en la Colecta de su fiesta (5 febrero) y más explícitamente en el himno de sus Vísperas, Quis es tu qui venisti. La fiesta de Santa Ágata se celebra en la forma ordinaria, pero sin estos textos. Asimismo, el Evangelio de la fiesta de San Gregorio Taumaturgo (17 noviembre), tomado de Mc 11, 22-24, está elegido porque el propio santo movió una montaña. La Colecta de San José Cupertino (18 septiembre) alude, de un modo algo jocoso, a sus levitaciones. La Colecta de Santa Escolástica (10 febrero) menciona la entrada al cielo de su alma en forma de paloma.

[20] Algunos ejemplos son los Estigmas de San Francisco (17 septiembre), la Conversión de San Pablo (25 enero) y la Aparición de Nuestra Señora de Lourdes (11 febrero). En esta misma categoría, anteriormente en el calendario universal y ahora en “pro aliquibus locis” del Misal de 1962, están San Juan ante la Puerta Latina (6 mayo), que conmemora el martirio de San Juan Apóstol, frustrado debido a una intervención milagrosa; la Aparición de san Miguel Arcángel (8 mayo), y la  Invención de San Esteban (3 agosto).

[21] Aunque representan efectivamente diferentes órdenes en la Iglesia: sacerdotes, obispos, religiosos, laicos, mártires, confesores, vírgenes y viudas.

[22] Antes de 1960 una gran cantidad de fiestas de importancia histórica habían sido clasificadas “semi dobles” o “simples”, en tanto que muchos santos de la Contrarreforma eran “dobles”. La simplificación de las categorías en 1960 resultó en que muchas que estaban en la primera categoría se convirtieran en “conmemoraciones”, en tanto que estas últimas se convirtieron en “tercera clase”. Así, paradójicamente, vemos que San Luis de Gonzaga (21 junio) tiene una fiesta de tercera clase, en tanto que figuras importantes de la devoción popular, como San Valentín (14 marzo), San Jorge (23 abril) y Nuestra Señora del Carmen (16 julio) son conmemoraciones. Después de la reforma del Concilio Vaticano II se hizo esfuerzos para que la celebración litúrgica de los santos coincidiera con su dies natalis, lo cual, en algunos casos, sólo fue posible mediante la abolición de otras fiestas que ocupaban esos días.  Una solución, que encontramos en algunos calendarios medievales, es permitir la conmemoración de un santo en su dies natalis cuando éste está ocupado por una fiesta importante, aun cuando la fiesta del santo se celebre en un día libre posterior.

[23] De acuerdo con el principio general mencionado en la nota 8, los santos incluidos en el Martirologio Romano o en la sección pro aliquibus locis del Misal pueden celebrarse en su día festivo propio, o como Misas votivas.

[25] Compilación de Santiago de la Vorágine, pero con incorporación de material mucho más antiguo.

[26] En la versión usada en la forma extraordinaria.

[27] Restaurada posteriormente como conmemoración opcional.

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