En una entrada anterior explicamos nuestro propósito de traducir los Position Papers sobre el Misal de 1962 que desde hace algún tiempo viene preparando la Federación Internacional Una Voce, de la cual nuestra Asociación es capítulo chileno desde su creación en 1966.
En esta ocasión les ofrecemos la traducción del Position Paper 33 y que versa sobre el ciclo santoral de la forma extraordinaria, cuyo original en inglés se puede consultar aquí. Dicho texto fue preparado en el mes de febrero de 2018. Para facilitar su lectura hemos agregado un título (Texto) para separar su contenido del resumen (Abstract) que lo precede.
Cabe recordar que en su día dedicamos una entrada de esta bitácora al decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la incorporación de nuevos santos en el Misa previo a la reforma litúrgica de 1970, que fue publicado el 25 de marzo de 2020, el cual quedó derogado por el motu proprio Traditionis Custodes que restringe la celebración de la antigua liturgia.
Cabe recordar que en su día dedicamos una entrada de esta bitácora al decreto de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la incorporación de nuevos santos en el Misa previo a la reforma litúrgica de 1970, que fue publicado el 25 de marzo de 2020, el cual quedó derogado por el motu proprio Traditionis Custodes que restringe la celebración de la antigua liturgia.
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El ciclo santoral de la forma extraordinaria
Resumen
Benedicto XVI previó la inclusión de
nuevos santos en el calendario de la forma extraordinaria. Esto no implica que
esta forma vaya a dejar de tener su calendario propio, pues las diferencias de
calendario han sido siempre un rasgo de la liturgia de la Iglesia. El ciclo
santoral de la forma extraordinaria se distingue por tener una mayor cantidad
de fiestas que el de la forma ordinaria, ya que incluye un gran número de
santos muy antiguos y conmemora lo milagroso. De este modo, el calendario refleja
el espíritu de esta forma como un todo, manifestada tanto en el propio como en
los textos ordinarios. Encontramos en ella el interés por la intercesión, más
que por el ejemplo, de los santos, y por la continuidad, como queda en
evidencia por los santos antiguos. Al momento de buscar nuevos espacios para
incluir a santos más recientes, es posible preguntarse si los santos más
modernos del calendario de 1960 no estarían incluidos más apropiadamente en los
calendarios locales que en el calendario universal.
Los comentarios a este texto pueden enviarse a positio@fiuv.
Alberto Durero, Adoración de la Trinidad (o Retablo de Todos los Santos), 1511, Museo de Historia del Arte de Viena
(Imagen: Wikipedia)
Texto
1. La carta de
Benedicto XVI que acompaña al motu proprio Summorum Pontificum dice que, en principio, debiera insertarse
nuevos santos en el Misal. Esta aseveración afirma, por un lado, que el Misal
de 1962 tiene su propio calendario íntegro y, por otro lado, que debiera
agregarse nuevos santos a ese calendario, como es lo normal en la historia de
la liturgia[*]. Este documento intenta
exponer la racionalidad del carácter propio del calendario de santos de la forma extraordinaria, la cual ha de tener consecuencias para el futuro
desarrollo de ésta[1].
2. El
calendario ha estado sujeto a continuos cambios a lo largo de los siglos, a
medida que se añaden y quitan santos. El rito romano se ha caracterizado, desde
los tiempos más antiguos, ya desde antes del desarrollo de la Cuaresma y de
Adviento, por la celebración de días festivos, de los cuales algunos todavía se
celebran hoy en la forma extraordinaria. El ciclo santoral infunde en todo el
año litúrgico un espíritu especial, mucho más de lo que hace el ciclo santoral
de la forma ordinaria, que no sólo tiene, elocuentemente, muchos menos santos,
sino que, a los que celebra, concede mucho menos importancia litúrgica[2].
El problema
de los calendarios múltiples
3. Es una
antigua característica de la vida de la Iglesia la existencia de múltiples
calendarios, incluso dentro de una misma región geográfica. Los santos de
importancia en ciertas localidades son venerados con días de fiesta en las
iglesias y regiones de los que son patronos, en los que se les rinde un culto
local[3].
Del mismo modo, las órdenes religiosas puede tener o bien un calendario
especial, como parte de un rito o uso litúrgico de larga data, como los
dominicos, o bien, como en el caso de los benedictinos, algunas fiestas de
fundadores, doctores y mártires de la orden que complementan el calendario
universal[4].
4.
Especialmente significativo es que los calendarios, muy distintos, de los ritos
orientales, han sido usados simultáneamente con los del rito latino en
regiones históricamente mezcladas, como
el sur de Italia. Hoy, debido a la migración hacia Occidente de algunos países
de tradición oriental y a la presencia permanente o transitoria de latinos en
Oriente, esta situación ocurre en todo el mundo[5].
5. Los temas
del pluralismo litúrgico y de la importancia de los ritos orientales han sido
revisados en otros documentos de esta
serie [6].
El culto de
los santos en la forma extraordinaria
6. El esquema
del calendario, tal como aparece en el Misal de 1962 (calendario de 1960), no
puede ser considerado como ideal: en otras publicaciones se ha planteado que la
abolición de muchas vigilias y octavas en 1955 fue lamentable[7],
y se podría proponer además la idea de restaurar algunas fiestas abolidas antes
de 1962[8].
Algunos de los cambios hechos en 1955 y 1960 fueron, de hecho, suprimidos en
1969[9].
Sin embargo, el ciclo santoral del calendario de 1960 presenta un alto grado de
continuidad con los calendarios usados en décadas y siglos anteriores, y
contrasta fuertemente con el calendario del Misal de 1970. La reforma de 1969
despertó airadas reacciones en su momento[10].
7. La
peculiaridad del calendario antiguo se manifiesta en la cantidad de fiestas y
conmemoraciones, en el lugar que en él ocupan santos muy antiguos, y en la
conmemoración de lo milagroso.
8. Respecto de
la cantidad de fiestas, la forma extraordinaria contiene santos (incluyendo
cuarenta conmemoraciones opcionales)[11]
para aproximadamente el 70% de los días del año, comparado con el 50% de la forma ordinaria[12]. Los
santos acompañan y sustentan a los fieles día a día: las liturgias de los
sucesivos días de la semana quedan individualizadas y marcadas por ellos, del
mismo modo que, en cierta medida, se distinguen, en la forma ordinaria, por el
leccionario ferial.
9. Es
importante que haya una cierta proporción de los días del año que sean feriales
o conmemoraciones, para permitir la celebración de las Misas votivas
(incluyendo las Misas de difuntos); para la celebración de la Misa del domingo
(la Misa del domingo anterior), especialmente cuando no se ha podido decir ese
día[13];
y en Cuaresma para la celebración de las Misas feriales propias de este tiempo[14].
Pero no sería conveniente una liturgia semanal dominada por Misas votivas o por
la reiteración de la Misa dominical.
10. Sobre la
antigüedad de los santos que contiene el calendario, la forma extraordinaria
conserva las fiestas que han tenido una parte importante en la vida de la
Iglesia durante muchos siglos. Por ejemplo, de los santos incluidos en la
importante devoción medieval de los Catorce Santos Intercesores, todos están
incluidos en el calendario de 1960, con una sola excepción[15],
pero sólo cuatro figuran en el calendario de 1969[16].
En el Apéndice se da otros ejemplos.
Catorce Santos Intercesores (o Auxiliadores)
Iglesia de San Cristóbal, Triembach-au-Val, Alsacia (Francia)
(Imágenes: Wikicommons)
11. Muchos de
estos santos antiguos, especialmente los mártires de las persecuciones romanas,
todavía resuenan hoy día. No obstante la exclusión de San Valentín del
calendario de 1969, el Santo Padre bendice a los novios el 14 de febrero, día
descrito en los informes oficiales como “día de San Valentín”. Algunos santos
antiguos figuran en el folclor europeo[17],
en el arte religioso, en la dedicación de venerables iglesias, en la historia e
inspiración de innumerables santos posteriores[18],
y muchos de sus nombres están entre los más populares usados actualmente en los
países de cultura católica.
12. La
conmemoración de lo milagroso puede considerarse tanto en relación con los
santos mencionados en los textos litúrgicos[19]
como en relación con las fiestas que conmemoran sucesos sobrenaturales[20].
La irrupción de lo sobrenatural en la vida corriente, celebrada en esas
fiestas, tiene una profunda importancia al ilustrar los caminos de Dios en la
guía de la historia y en el cuidado de la Iglesia.
13. Los tres
rasgos mencionados se relacionan con el lugar que, en general, tiene el culto
de los santos en la forma extraordinaria, que puede resumirse con la frase,
usada a menudo, “por sus méritos e intercesión” y otras equivalentes. En el Confiteor, en muchas de las Colectas y
sobre todo en el Canon, las oraciones de la Misa están llenas de los santos,
con frecuencia mencionados nominativamente (véase el Apéndice). La invocación
de los santos en estos contextos no es primariamente una referencia a sus
ejemplos edificantes -a menudo sabemos poco de ellos- ni a su papel
representativo a lo largo del tiempo y del espacio[21],
sino a su poder espiritual -son amados por Dios- y a la continuidad con que nos
unen con los primeros Papas y mártires y con el Antiguo Testamento, así como con
todas las generaciones de católicos que han pedido su intercesión. Es natural
que el calendario de la forma extraordinaria refleje las mismas actitudes que
sus textos litúrgicos.
Nuevos
santos y calendario universal
14. Si bien se
puede decir que el ciclo santoral de 1962 no está demasiado colmado, ello no
significa que se le podría agregar un número importante de santos nuevos sin
finalmente colmarlo. Si se le agrega nuevos santos, habrá que suprimir algunos, o hacer optativas sus celebraciones.
15. El
calendario de la forma extraordinaria ciertamente contiene situaciones poco
felices y anomalías, como resultado de antiguos intentos de reforma[22],
pero hay que tener cuidado de no perjudicar el sentido de continuidad que
experimentan los fieles adeptos a la forma extraordinaria; continuidad no sólo
con un pasado idealizado y distante, sino con nuestros antecesores inmediato en
la fe, los católicos de hace cincuenta, cien o doscientos años que construyeron
o restauraron tantas de nuestras iglesias, que crearon mucho de nuestro arte
sagrado y que compusieron el material devocional todavía en uso hoy.
16. Vale la
pena advertir que, específicamente, el calendario romano de la antigüedad, que
influyó en algunos calendarios locales (o, en algunos casos, fue su base),
llegó, con el tiempo, a ser considerado simplemente como el calendario
universal de la Iglesia latina. En la práctica, ese calendario tuvo también una
tercera función como calendario local de Italia, lo que se refleja en que
incluye muchos santos italianos.
17. De acuerdo
con la práctica más antigua, parecería preferible que el calendario romano hiciera
opcional la incorporación a los calendarios locales de santos más modernos,
excepto en el caso de los santos más importantes, o de dejar la opción al
celebrante[23]. Esto
significaría que no se privaría a los fieles de los santos de importancia
histórica local con culto propio, permitiéndose al mismo tiempo la inclusión de
santos nuevos de importancia genuinamente mundial. Esto se podría lograr
fácilmente en la práctica haciendo opcional la celebración de algunos de los
santos modernos menos importantes, normalmente clasificados como de tercera
clase.
(Foto: Wikicommons)
Conclusión
18. Se puede
aplicar especialmente al ciclo santoral del calendario las palabras de
Benedicto XVI referidas, en general, a la forma extraordinaria: “Lo que las antiguas generaciones
consideraron sagrado, sigue siendo sagrado y grande también para nosotros, y no
puede ser súbitamente prohibido del todo o considerado dañino. Nos corresponde
a todos preservar las riquezas que se han desarrollado en la fe y las oraciones
de la Iglesia y otorgarles el lugar que les corresponde”[24].
Se podría fácilmente dañar la
integridad y el valor propio del antiguo Misal, así como también el sentido de
continuidad que experimentan los fieles que lo usan, si se incurriera en una
prisa indebida en la reforma del ciclo santoral, sin tomar suficientemente en
cuenta los siguientes principios.
19. Primero,
no debiera causar molestias el hecho de una multiplicidad de calendarios en uso
en la Iglesia. La existencia de una variedad de cosas auténticamente valiosas
es motivo de celebración, no de lamentaciones.
20. Segundo,
la densidad y antigüedad de las fiestas y su asociación con lo milagroso son
todos rasgos especialmente valiosos en la forma extraordinaria, especialmente
por la ausencia en ella de un ciclo ferial, fuera del de Cuaresma.
21. Tercero, los
méritos e intercesión de los santos es clave para su papel litúrgico en esta
forma. Ello se refleja claramente en el típico lenguaje que se usa en los
textos litúrgicos, que contrasta con el de la forma ordinaria. De ello se sigue
que sería imposible usar en la forma extraordinaria oraciones compuestas para
la forma ordinaria, tal como se consideró inapropiado usar oraciones no
editadas del antiguo Misal en la composición del Misal de 1970. Los textos del
Común de los Santos, que son a menudo de gran antigüedad, así como muchos otros
textos del Misal antiguo, de hecho hacen menos necesario usar oraciones
compuestas más recientemente.
22. Cuarto, el
valor de la continuidad, de realizar el culto al modo de nuestros antepasados,
indica cuál es la adecuada actitud de conservación, en relación con los cambios
en el ciclo santoral. Las vivencias litúrgicas y las devociones caras a
nuestros antecesores son dignas de recuerdo y de veneración. Es una vocación
especial de la forma extraordinaria el representar este recuerdo, y no se le
debiera impedir realizar esta función.
23. Los
reformadores debieran dirigir su atención a los santos más modernos del
calendario de 1960 y a los que carezcan de una conexión importante con Roma o
de una devoción verdaderamente universal a fin de crear el espacio necesario
para la inclusión de santos nuevos. No debiera considerarse esto, sin embargo,
como supresión de fiestas, sino como una forma de preservarlas en los lugares
donde tienen auténtica importancia.
Apéndice
Los santos en la forma extraordinaria y la espiritualidad tradicional
Como se dijo antes, la importancia
del culto de los santos en la forma extraordinaria queda evidenciada por su
lugar en los textos litúrgicos que se usa a lo largo del año, especialmente en
el Confiteor (que invoca a la
Santísima Virgen, a San Miguel Arcángel, y a cuatro más), en el Canon romano
(Santísima Virgen, San José y doce otros en el Communicantes, y quince después del Nobis quoque peccatoribus), además de tres santos del Antiguo Testamento.
Se invoca de nuevo a los santos, brevemente, en la oración Libera nos.
Además, la Gran Letanía (Litaniae Sanctorum), que se usa
en el rito de recepción en la Iglesia y en la Vigilia Pascual y en otras
ocasiones, incluye a la Santísima Virgen y cincuenta y un ángeles y santos:
esta lista se traslapa con la del Canon, pero incluye santos de un lapso más
extenso.
El papel de los santos en la
liturgia subraya su importancia en el calendario, y de hecho el calendario de
la forma extraordinaria hace lugar a muchos más santos que el de la forma ordinaria. Lo mismo puede decirse de santos que son prominentes en algunas
devociones populares como, según se dijo en el párrafo 10, los Catorce Santos
Intercesores, y en fuentes hagiográficas tradicionales, de las que la más importante
es la Legenda Aurea (1298)[25].
A modo de ilustración, todos los
santos de la Gran Letanía[26]
son venerados con una fiesta (o conmemoración) en el calendario de 1960, pero
el calendario de 1969 no incluye a los mártires Juan y Pablo ni a las vírgenes
Catalina[27] y
Anastasia.
De los santos del Canon romano
encontramos que, aparte de las figuras del Antiguo Testamento, cada uno de
ellos tiene una fiesta o conmemoración en la forma extraordinaria, pero siete
de ellos no la tienen en la forma ordinaria: los papas Lino, Cleto y Alejandro,
y los mártires Crisógono, Juan y Pablo, y Anastasia.
Respecto de la Legenda Aurea se puede decir que esta obra puede todavía servir, en
gran medida, como auxiliar del calendario de 1960, con cerca de cien santos de
la Legenda incluidos en el calendario
de 1960, en el mismo orden en que aparecen en el libro, lo que totaliza el
doble de los incluidos en el calendario de 1969.
Reiterando una idea expresada en el
párrafo 13, es una cuestión de integridad y coherencia de la forma extraordinaria el que su calendario refleje los mismos intereses que sus textos
litúrgicos.
(Foto: Moopio)
[1] Otros documentos en esta
serie han abordado la cuestión de las Vigilias y Octavas (Positio 20: El tiempo de Septuagésima y las vigilias y octavas en la forma extraordinaria) y de las
Fiestas de precepto (Positio 13: Las fiestas de precepto).
[2] Este contraste entre las formas ordinaria y extraordinaria ha
sido analizado en el contexto del Leccionario. En la práctica, el ciclo ferial
de lecturas tiende a tener precedencia sobre las lecturas especiales propias
del santo del día, incluso cuando se celebra ese santo. Véase FIUV, Positio 15, El leccionario de la forma extraordinaria, núm. 11-12.
[3] Por ejemplo, en Inglaterra y Gales, en 1962, había ocho santos,
más los “mártires de Inglaterra y Gales”, que tenía fiestas nacionales, y 146
fiestas que se observaban en una o más diócesis, las cuales incluían santos de
todas las épocas de la historia católica inglesa y galesa, especialmente de aquellos relacionados con las Leyes Penales de los siglos XVI y XVII, además de una cantidad de devociones
propias de determinadas diócesis, tales como la de las Sagradas Reliquias, la
Santa Casa de Loreto y Nuestra Señora en Pórtico.
[4] Estas, igual que las fiestas particulares de una diócesis o país,
generalmente figuraban en el suplemento del Misal que contenía los textos
necesarios (con un suplemento correspondiente del Graduale Romanum para la música de los textos).
[5] El papa Francisco ha recordado recientemente su propio
descubrimiento, en su juventud, del rito ucraniano gracias a la presencia en
Argentina de un obispo de esa nacionalidad, Stepan Chmil (Discurso al Pontificio Colegio Ucraniano de San Josafat, 9 noviembre 2017).
[6] Véase FIUV, Positio 6: El pluralismo litúrgico y forma extraordinaria; y
Positio 21: La forma extraordinaria y las Iglesias orientales.
[7] FIUV, Positio 20: El tiempo de Septuagésima, vigilias y octavas en la forma extraordinaria, núm. 17. Otro rasgo del rito romano suprimido antes de 1962,
útil en el contexto del ciclo santoral, fue el uso de Últimos Evangelios
“propios”: cuando coincidían dos fiestas, la menos importante podía
conmemorarse leyéndose su Evangelio en lugar del Prefacio del Evangelio de San
Juan al final de la Misa. En FIUV, Positio 15, El leccionario de la forma extraordinaria, núm. 21, se ha hecho ver el valor de esta práctica.
[8] Las pérdidas de antes de 1962 incluyen las fiestas propias de la Cátedra
de San Pedro en Roma y en Antioquía (18 enero y 22 febrero: se las combinó a
ambas en fecha posterior); San Juan ante la Puerta Latina (6 mayo); la
aparición de San Miguel (8 mayo); San Pedro in
vincula (1 agosto), y la invención de San Esteban (3 agosto). Hubo también
pérdidas en la lista de Misas votivas. Por otra parte, el Misal de 1962 es
menos restrictivo que los anteriores en el uso de Misas pro aliquibus locis, respecto de las que dice: “Las Misas que
vienen a continuación, de un Misterio o de un santo en el Martirologio de ese
día, pueden decirse en todas partes como Misas de fiesta, a elección del
sacerdote, de acuerdo con las rúbricas. Asimismo, las Misas de este tipo pueden
decirse como votivas, a menos que se exceptúe expresamente alguna de ellas” (‘Infrascriptæ Missæ de Mysterio vel Sancto
elogium in Martyrologio eo die habente, dici possunt ut festive ubicumque, ad
libitum sacerdotis, iuxta rubricas. Similiter huiusmodo Missæ dici possunt
etiam et votivæ, nisi aliqua expresse excipiatur.’). Cfr. Rubricae Generalis del Misal Romano, núm. 302. De
las Misas mencionadas aquí, todas, excepto la de la Cátedra de San Pedro,
aparecen en el Misal en la sección pro
aliquibus locis.
[9] Como se dice en FIUV, Positio 20: El tiempo de Septuagésima, las Vigilias y las Octavas de la forma extraordinaria, núm. 17, la vigilia de
Epifanía, abolida en 1955, fue restaurada en 1969. En la reforma de 1960, se
movió a san Ireneo desde el 28 de junio al 3 de julio, lo cual también se dejó
sin efecto en 1969. Se derogó cambios muy anteriores, como los casos de San
Hilario de Poitiers, Santa Catalina de Siena y Santa Isabel de Portugal. El
traslado de los días de santos, a veces de un día para el siguiente, fue
motivado por el deseo de sacar a los santos de los días de octavas y vigilias,
las cuales se abolieron en la reforma de 1969.
[10] El Arzobispo Bugnini, arquitecto de la reforma litúrgica, escribe que “el
calendario provocó reacciones más bien negativas entre los periodistas laicos y
en la prensa católica en general […] Los miembros del clero y del laicado cuya
concepción del culto y de la religión era inspirada por devociones, quedaron
desconcertados”. Bugnini, A., The
Reform of the Liturgy 1948-1975 (trad. de Matthew J. O’Connell, Collegeville MN, The Liturgical Press,
1990), p. 315. Louis Bouyer se quejó destempladamente
de que la reforma “aventó a tontas y a locas tres cuartos de los santos”. Bouyer, L., The Memoirs of Louis Bouyer: From youth and conversion to Vatican II,
the Liturgical Reform, and after (trad. de John Pepino, Kettering OH, Angelico Press, 2015), pp. 222-223.
[11] Si una conmemoración no se celebra como Misa del santo (o de
devoción) del día, se la conmemora en la Misa rezada con Colecta, Secreta y Postcomunión adicionales.
[12] Tomando en cuenta conmemoraciones y cinco vigilias, pero no
fiestas movibles, el calendario universal de 1960 contiene 249 días no
feriales, de uno u otro tipo. Doce de los días feriales son Témporas y, por
tanto, no disponibles para la celebración de la Misa dominical o de la mayoría
de las Misas votivas. El calendario universal de 1969 contiene 181 días no
feriales (incluyendo 92 “memorias” opcionales) y no trae días de Témporas.
[13] Igual que en el caso de fiestas importantes de fecha fija, que a
veces caen en domingo, y de la celebración externa en domingo de fiestas como
Corpus Christi y Ascensión, normalmente se reemplaza también el formulario de
la Misa dominical por la celebración de la fiesta de Cristo Rey, el último
domingo de octubre, y la celebración externa de Nuestra Señora del Rosario, el
primer domingo de octubre. Puesto que la fiesta de la Sagrada Familia se
celebra siempre el primer domingo después de Epifanía, y la de la Santísima
Trinidad el primer domingo después de Pentecostés, esos formularios de Misa
dominical se usan sólo en los días feriales de la semana siguiente.
[14] A diferencia de los días de feria fuera de Cuaresma, cada día de
semana durante este tiempo litúrgico tiene su propio formulario. El valor de estas antiguas Misas
y su adecuación al tiempo de preparación para Pascua es resaltado por diversos
intentos, en la historia, de sacar fiestas de la Cuaresma, cuyas ferias son de
Tercera Clase, a diferencia de las ferias del resto del año, que son de Cuarta
Clase. En la práctica, esto hace imposible celebrar Misas votivas y de los
santos con conmemoraciones en esos días, a menos que exista alguna razón
especial (las Témporas, que son días feriales de importancia aun mayor, son de
Segunda Clase en todo el año).
[15] La excepción es San Agatón.
[16] San Blas, San Denis (Dionisio), san Erasmo y san Jorge.
[17] Para poner ejemplos extremos, no es un logro cultural menor de la
Iglesia el que Cristo y San Pedro aparezcan en los cuentos folclóricos
recolectados por los hermanos Grimm en Alemania, en un contexto que trae a la
memoria los cuentos de viajes de mortales de Thor y Loki, o de Zeus y Hermes,
en el antiguo paganismo europeo.
[18] Un buen ejemplo es la guía de Santa Juana de Arco por San Miguel
Arcángel, Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita de Antioquía. Estos
tres santos fueron populares en la época de Santa Juana, y fueron a menudo
pintados en el arte sagrado.
[19] El ejemplo más impactante es la curación milagrosa de los pechos
de Santa Ágata, seccionados por sus torturadores, tal como se relata en la
Colecta de su fiesta (5 febrero) y más explícitamente en el himno de sus
Vísperas, Quis es tu qui venisti. La
fiesta de Santa Ágata se celebra en la forma ordinaria, pero sin estos textos.
Asimismo, el Evangelio de la fiesta de San Gregorio Taumaturgo (17 noviembre), tomado de Mc 11, 22-24, está elegido porque el propio santo movió una montaña. La Colecta de San José Cupertino (18 septiembre) alude, de un modo algo jocoso, a
sus levitaciones. La Colecta de Santa Escolástica (10 febrero) menciona la
entrada al cielo de su alma en forma de paloma.
[20] Algunos ejemplos son los Estigmas de San Francisco (17
septiembre), la Conversión de San Pablo (25 enero) y la Aparición de Nuestra
Señora de Lourdes (11 febrero). En esta misma categoría, anteriormente en el
calendario universal y ahora en “pro aliquibus
locis” del Misal de 1962, están San Juan ante la Puerta Latina (6 mayo),
que conmemora el martirio de San Juan Apóstol, frustrado debido a una
intervención milagrosa; la Aparición de san Miguel Arcángel (8 mayo), y la Invención de San Esteban (3 agosto).
[21] Aunque representan efectivamente diferentes órdenes en la
Iglesia: sacerdotes, obispos, religiosos, laicos, mártires, confesores,
vírgenes y viudas.
[22] Antes de 1960 una gran cantidad de fiestas de importancia
histórica habían sido clasificadas “semi dobles” o “simples”, en tanto que
muchos santos de la Contrarreforma eran “dobles”. La simplificación de las
categorías en 1960 resultó en que muchas que estaban en la primera categoría se
convirtieran en “conmemoraciones”, en tanto que estas últimas se convirtieron
en “tercera clase”. Así, paradójicamente, vemos que San Luis de Gonzaga (21
junio) tiene una fiesta de tercera clase, en tanto que figuras importantes de
la devoción popular, como San Valentín (14 marzo), San Jorge (23 abril) y
Nuestra Señora del Carmen (16 julio) son conmemoraciones. Después de la reforma
del Concilio Vaticano II se hizo esfuerzos para que la celebración litúrgica de
los santos coincidiera con su dies
natalis, lo cual, en algunos casos, sólo fue posible mediante la abolición
de otras fiestas que ocupaban esos días.
Una solución, que encontramos en algunos calendarios medievales, es
permitir la conmemoración de un santo en su dies
natalis cuando éste está ocupado por una fiesta importante, aun cuando la
fiesta del santo se celebre en un día libre posterior.
[23] De acuerdo con el principio general mencionado en la nota 8, los
santos incluidos en el Martirologio Romano o en la sección pro aliquibus locis del Misal pueden celebrarse en su día festivo
propio, o como Misas votivas.
[24] Benedicto XVI, Carta a los obispos que acompaña el motu proprio Summorum Pontificum (2007).
[25] Compilación de Santiago de la Vorágine, pero con incorporación de
material mucho más antiguo.
[26] En la versión usada en la forma extraordinaria.
[27] Restaurada posteriormente como conmemoración opcional.
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