sábado, 18 de noviembre de 2017

Los ornamentos papales (iii): el palio y el capillo salvacera

Continuamos con la serie sobre ornamentos papales. Cuando el Santo Padre celebra pontificalmente la Santa Misa, además de las usuales vestimentas de orden sacerdotal o episcopal, llevaba también el palio como símbolo de su potestad. En ocasiones vestía además el capillo salvacera sobre su mano izquierda. De estos ornamentos sólo sobrevive actualmente el palio. 

El palio

El palio (pallium) consiste en una faja blanca circular de unos cuatro dedos de ancho que pende de los hombros sobre el pecho mediante dos tiras rectangulares llamadas fíbulas, y que es concedida por el Santo Padre, como insignia pontifical, a los arzobispos, al Patriarca Latino de Jerusalén y a algunos obispos. El palio está adornado con seis cruces, cuatro alrededor del cuelo y una en cada fíbula.

Esta insignia se viste sobre la casulla o el fanón y representa la grandeza del oficio pontifical. De ahí que, en el caso de los arzobispos y patriarcas, quiera simbolizar su comunión con el Papa, a quien corresponde la suprema potestad sobre la Iglesia, el cual recibe el palio, junto con el anillo del pescador, en la Misa de comienzo de su ministerio petrino. Por eso, es el Santo Padre quien bendice los nuevos palios y los entrega a quien ha sido designado arzobispo, ya personalmente, ya mediante el Cardenal protodiácono, el mismo que tiene por misión anunciar la elección de un nuevo Pontífice e imponerle el palio en la Santa Misa de comienzo de su pontificado. Desde 2015, por decisión del papa Francisco corresponde a los respectivos nuncios apostólicos la entrega del palio a quien ha recibido el encargo de dirigir como metropolitano una provincia eclesiástica.

Su función explica que el palio, a diferencia de otros ornamentos, sea estrictamente personal, y que puesto sobre la tumba de San Pedro, por contacto, sea digno de veneración igual que una reliquia.  

San Apolinar († 75), primer obispo de Rávena
Detalle de los mosaicos de la Basílica de S. Apollinare in Classe, en Rávena (siglo VI)

De esta insignia hemos tratado ya en una entrada anterior a propósito de los ornamentos del obispo. En esta ocasión corresponde referirse al palio papal, símbolo de su potestad plena sobre la Iglesia, y que a diferencia de los otros es circular y se sostiene con tres alfileres de oro que recuerdan los clavos de la Pasión.

El Cardenal Ricardo Ezzati, Arzobispo de Santiago de Chile, revestido con palio

Como fuere, en los últimos siglos los Papas usaron un palio muy semejante al de cualquier arzobispo, pues uno de sus títulos le viene dado por ser el metropolitano de la Provincia Romana. 

San Gregorio Magno (590-604)
(Registrum gregorii, San Gregorio Magno inspirado por una paloma, 983, miniatura, Treviri Stadtbiblithek)

Pío VII  (1800-1823)
Estudio de Jacques-Louis David para el cuadro de la Coronación de Napoleón y Josefina (1807). 

Pío XII (1939-1958)

El beato Pablo VI (1963-1978)


San Juan Pablo II durante la Misa celebrada en la ciudad de Puerto Montt, Chile, en 1987

En la Natividad del Señor de 1999, para el comienzo del Jubileo del Nuevo Milenio, San Juan Pablo II usó un palio distinto al habitual, inspirado en las imágenes de los antiguos palios papales, mucho más largo y con las cruces bordadas en rojo. La idea de este cambio fue del entonces Maestro de Celebraciones Litúrgicas, S.E.R. Piero Marini, movido seguramente por un deseo de encontrar un ornamento distintivo del Santo Padre frente a la eliminación de todos aquellos que por siglos lo habían caracterizado. 

Ordenado sacerdote para la diócesis de Roma en 1965, Marini se desempeño desde entonces en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (nombre con que fue llamada la antigua Congregación de Ritos, ahora fusionada con la Congregación par ala Disciplina de los Sacramentos establecida en 1908) como secretario de monseñor Annibale Bugnini (1912-1982), encargado de acometer la reforma litúrgica que pedía la Constitución Sacrosanctum Concilium (1963). En 1975 fue designado ceremoniero pontificio, pasando a ocupar el cargo de Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias entre 1987 y 2007 (la misma función había correspondido de 1968 a 1970 al mencionado Bugnini). 


San Juan Pablo II con el palio diseñado por monseñor Piero Marini, que va detrás, durante la Misa de la Navidad de 1999

Sin embargo, enseguida y debido a su enfermedad, San Juan Pablo II volvió a utilizar el palio tradicional, mucho más cómodo para sus cada vez más reducidos movimientos. 


San Juan Pablo II con el palio tradicional
(Foto: Standaard)

Por el contrario, a Benedicto XVI no se le impuso el palio tradicional (privilegio que correspondió en esa ocasión al Cardenal Jorge Medina Estévez), sino uno con una forma que asemejaba al de una bufanda, mucho más grande, en el que caían sus largos extremos por el lado izquierdo del papa, y con las cruces en rojo, cuyo diseño provenía de monseñor Piero Marini, que fue su maestro de ceremonias durante los dos primeros años de su pontificado. 


Benedicto XVI con el primer modelo de palio usado durante su pontificado
(Foto: Tapatalk)

Como es fácil de comprender, este palio causaba problemas prácticos. Unas diez veces por celebración (y a veces incluso más) debía ser acomodado por los ceremonieros. Por esta razón, cuando monseñor Guido Marini sustituyó a Piero Marini, propuso el cambio a un palio de forma más tradicional pero con seis cruces bordadas en rojo, y no en negro. Así sucedió a partir del 29 de junio de 2008, Fiesta de San Pedro y San Pablo.


Benedicto XVI durante su visita a España con ocasión de la Jornada Mundial de la Jueventud (2011)
(Foto: RTVE)

Un dato curioso es que el 28 de abril de 2009, justo después del terremoto que asoló esa ciudad italiana, Benedicto XVI visitó L'Aquila y, tras rezar en silencio unos instantes, depositó su antiguo palio sobre la tumba del papa Celestino V (1215-1296). Hasta el 11 de febrero de 2013, este último era el único papa que había renunciado voluntariamente al Ministerio Petrino, pues Gregorio XII fue obligado a renunciar en 1415 por el Concilio de Constanza para poner fin al Cisma de Occidente. 


Celestino V revestido con el palio que depositara en su urna el papa Benedicto XVI

Al inicio de su pontificado, al papa Francisco recibió un palio que seguía el diseño del segundo usado por Benedicto XVI, vale decir, aquel de forma tradicional pero de cruces rojas. Sin embargo, en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo de 2014 el Santo Padre volvió a usar el palio histórico con cruces negras, el que ha continuado vistiendo hasta ahora. 


El papa Francisco usando el palio con cruces rojas
(Foto: Lifesitenews)

El papa Francisco con el palio tradicional de cruces negras

El capillo salvacera

El capillo salvacera era un paño bordado confeccionado del mismo material que los ornamentos que usaba el Santo Padre y cuya función era permitir que éste tomase las velas sin tener contacto directo con ellas y así evitar que la cera cayera sobre sus manos. Lo usaba, por ejemplo, cuando debía llevar un cirio, como en la Fiesta de la Presentación del Señor (2 de febrero).


Pío XII, con fimbria sencilla, habiendo pasado la Puerta Santa durante el Jubileo de 1950. Sobre la mano izquierda sostiene el cirio mediante el capillo salvacera

jueves, 16 de noviembre de 2017

La vida eremítica tradicional

Un ermitaño, eremita o anacoreta es una persona que elige profesar una vida solitaria y ascética, sin contacto permanente con la sociedad. El término procede del latín eremīta, que a su vez deriva del griego ἐρημίτης o de ἔρημος, que significa «del desierto». En sentido amplio, la expresión se extendió para significar a todo aquél que vive en soledad, apartado de los vínculos sociales, sirviéndose de la metáfora de la huida al desierto, lugar donde Cristo pasó cuarenta días de ayuno y oración como preparación de su vida pública. Esta forma de vida puede ser vivida de manera individual o colectiva. La primera es la seguida por los que propiamente revisten el carácter de ermitaños o anacoretas, los cuales deben reconocidos por el ordinario respectivo y dependen de él. Su situación es distinta de las órdenes monásticas eremíticas, que si bien se apartan del mundo para dedicarse a la oración y a la penitencia al igual que los ermitaños o anacoretas, hacen vida común en fraternidad, observan una regla de vida o estatutos y viven bajo la obediencia de un Superior. Ellas son, por tanto, institutos de vida consagrada. 

 Retrato de San Pablo Ermitaño (llamado también San Pablo el Egipcio), por José de Ribera (1640, El Prado)

En el cristianismo, la vida eremítica tiene por finalidad alcanzar una relación con Dios que se considera más perfecta. La vida del ermitaño está por lo general caracterizada por el ascetismo, la penitencia, el alejamiento del mundo urbano y la ruptura con las preferencias de éste, el silencio, la oración, el trabajo y, en ocasiones, la itinerancia. Se estima que el eremitismo nació hacia fines del siglo III o principios del siglo IV,​ particularmente tras la paz constantiniana (313), cuando los llamados «Padres del Desierto» abandonaron las ciudades del Imperio romano y zonas aledañas para ir a vivir en aislamiento y en el rigor de los desiertos de Siria y Egipto, especialmente en el desierto de la Tebaida. Una forma particular de esta vida eremítica fue la vivida por los estilitas, nombre con el que se conoce a aquellos monjes solitarios que vivían en el Medio Oriente a partir del siglo V y tenían la particularidad de transcurrir su vida de oración y penitencia sobre una plataforma colocada en la cima de una columna (de ahí su nombre: de stylos, columna en griego) permaneciendo allí durante muchos años e incluso hasta la muerte. Esta especie de monacato era especialmente practicado en el Oriente cristiano, sobre todo en las cercanías de Antioquía y en Siria. En la iglesia griega se mantuvo hasta después del cisma (1050) y entre los rusos hasta el siglo XV. Su institución se atribuye a Simón el Estilita (390-459). 

Durante el siglo XI se fundaron dos órdenes de vida eremítica. La primera es la Orden de la Camáldula, fundada por San Romulado en torno a los años 1024 y 1025, como una reforma que buscaba la pureza de la Regla benedictina según la forma de vida eremítica. Por su parte, en 1084 San Bruno fundó la Orden de los Cartujos, cuyo lema es "Stat Crux dum volvitur orbis" ("La Cruz permanece estable mientras el mundo da vueltas"). Los cartujos se rigen por el Statuts, cuya última versión fue aprobada por el Capítulo general de 1987, siendo el fin último de cada uno de ellos la contemplación en una vida monástica de oración pura y continua. De ahí que la primera característica de un monje cartujo sea la búsqueda de Dios en la soledad, la cual supone tres niveles: (i) la separación del mundo, (ii) la guarda de la celda y (iii) la soledad interior o soledad del corazón. 

Durante la secularización que trajo consigo la Ilustración alemana del siglo XVIII, surgió en la primera mitad del siglo XIX una nueva fraternidad eremítica en la diócesis de Ratisbona, Alemania. Los miembros de la fraternidad vivían como terciarios de San Francisco de Asís, y se extendieron por zonas yermas de Alemania, Suiza y Austria.

 Ilustración que representa a un eremita (1811)

En el siglo XX, el eremitismo tomó diferentes formas. Algunos de los ermitaños más conocidos pertenecían a órdenes religiosas, aunque debían solicitar permiso para llevar una vida eremítica. Tales fueron los casos de María Boulding (benedictina, 1929-2009) o Thomas Merton (cisterciense, 1915-1968). Ha habido ermitaños que no pertenecen a ninguna orden religiosa, como la hermana Wendy Beckett (quien provenía de las Hermanas de Nuestra Señora de Namur) o Jan Tyranowski (1901-1947), un laico que desempeñó un papel central en la formación de San Juan Pablo II.

El beato Carlos de Foucauld (1858-1916) constituye un caso emblemático. Habiendo sido un militar de vida disipada y un explorador de Marruecos, se convirtió al catolicismo y vivió como monje trapense, primero en Francia y luego en Siria. Más tarde abandonó la Trapa para llevar una vida eremítica aún más exigente en el Sahara argelino, aunque su espiritualidad incluyó numerosos rasgos de servicio hacia los más abandonados. Su figura, simbolizada en la célebre Oración de abandono, constituye una renovación del eremitismo y de la llamada «espiritualidad del desierto» en pleno siglo XX.

 El Beato Carlos de Foucauld

Después de la Segunda Guerra Mundial hubo un renovado interés por la vida solitaria. Esto explica que, si bien de manera implícita, el Concilio Vaticano II se refiera a los eremitas en un texto referido a la vida en soledad (LG 43 y PC 1). Como fuere, en la Iglesia latina las disposiciones canónicas en torno a la vida eremítica son recientes. El Código de Derecho Canónico de 1983 sitúa el único canon sobre los eremitas dentro de la disciplina de la vida consagrada y sujeta su aprobación al obispo diocesano. Tal es lo que dispone el canon 603:

1. Además de los institutos de vida consagrada, la Iglesia reconoce la vida eremítica o anacorética, en la cual los fieles, con un apartamiento más estricto del mundo, el silencio de la soledad, la oración asidua y la penitencia, dedican su vida a la alabanza de Dios y salvación del mundo.

2. Un ermitaño es reconocido por el derecho como entregado a Dios dentro de la vida consagrada, si profesa públicamente los tres consejos evangélicos, corroborados mediante voto u otro vínculo sagrado, en manos del Obispo diocesano, y sigue su forma propia de vida bajo la dirección de éste.

Retrato de San Jerónimo, por Francesco Bassano El Joven
(Imagen: Wikimedia Commons)

El lenguaje usado por el código recuerda el parágrafo sobre los contemplativos del Decreto Perfectae Caritates (1965) sobre la adecuada renovación de la vida religiosa (cfr. PC 7). La principal responsabilidad legal recae en el obispo diocesano, como pastor propio de la porción del Pueblo de Dios que le ha sido confiado. Hay muchas cuestiones importantes que varían de un país a otro y de una cultura a otra: la madurez y la salud físicas y psicológicas, la formación, el seguro médico, la financiación, el discernimiento, la dirección espiritual, la seguridad física y la disposición de las estructuras necesarias para el sostenimiento de esta vocación única. Con todo, el código no se refiere a otra posibilidad de ermitaños: los que, sin dejar de ser religiosos y bajo la dirección de sus superiores, viven una vida eremítica aparte de la comunidad, una práctica reconocida ya desde los tiempos de san Benito. Es el caso de María Boulding y Thomas Merton ante mencionado. Por su parte, la Iglesia oriental tiene su propia legislación en relación con los eremitas (cánones 481-485 CCEO). 

De igual forma, San Juan Pablo II alabó la vida eremítica como forma especial de consagración en la exhortación apostólica Vita consagrata (1996): "Es motivo de alegría y esperanza ver cómo hoy vuelve[n] a florecer […] los eremitas y las eremitas, pertenecientes a órdenes antiguas o a institutos nuevos o incluso dependientes directamente del obispo, quienes con su separación interior y exterior del mundo testimonian el carácter provisorio del tiempo presente […] Esta vida 'en el desierto' es una invitación para los demás y para la misma comunidad eclesial a no perder de vista la suprema vocación, que es la de estar siempre con el Señor [8]" (núm. 7).

El lugar de un eremita moderno puede estar en un sitio apartado o en la soledad de una ciudad moderna. Dada la novedad de la regulación sobre este estado de vida, y en especial debido al creciente interés por ella, la Iglesia tiene todavía mucho que aprender sobre esta vocación que el Espíritu ha revivido en su seno. 

Aunque la vida eremítica está menos difundido que en otros lugares (por ejemplo, en Alemania existen cerca de ochenta personas que viven este estilo de vida), también en Hispanoamérica existen hoy hombres y mujeres consagrados ermitaños según el canon 603 CIC. Un ejemplo reciente es Jerónimo Fernández, sacerdote diocesano de Córdoba, España, quien desde hace cuatro años vive como eremita, sin descuidar los encargos pastorales que su obispo le ha confiado (véase el reportaje que le dedicó Alfa y Omega). 

 El eremita español P. Jerónimo Fernández saluda al Cardenal Sarah durante una visita de éste a Córdoba
(Foto: Diócesis de Córdoba/Alfa y Omega)

Algunos de esos ermitaños modernos han adoptado la forma extraordinaria. Les ofrecemos a continuación un recuento de algunos de ellos (los dos primeros son propiamente eremitas, mientras que las siguientes tres fundaciones son comunidades de vida semieremítica). En una entrada posterior haremos referencia a las particularidades de la liturgia de los cartujos. 

1. El Santuario de Valdejimena (Salamanca, España)

Valdejimena
 es una localidad española del municipio de Horcajo Medianero, en la comarca de la Tierra de Alba, provincia de Salamanca, Comunidad autónoma de Castilla y León, España. Ahí se encuentra el Santuario de la Virgen de Valdejimena, el tercero desde los orígenes de esta devoción, y situado a 40 kms de la capital de la provincia. La actual eremita es de estilo barroco y comenzó a construirse en 1683, concluyéndose en 1698. Cada 4 de junio se realiza en ella una romería en honor de su patrona. 

Por siglos la ermita fue servida por ermitaños, hasta que a fines del siglo XX se asentó allí, una comunidad de vida activa. Aunque hicieron mucho, no era su carisma y acabaron marchándose. Para reemplazar a esta comunidad no se logró encontrar a ningún contemplativo dispuesto a vivir en estas austeras soledades. 

 Santuario de Valdejimena

En el Santuario de Valdejimena vive como ermitaño benedictino desde 2011 el padre Francisco, originario de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. En unión con el espíritu de los monjes de las otras abadías tradicionales y con el cumplimiento del espíritu tradicional que no se encuentra en otros monasterios, este sacerdote sigue la Regla de San Benito en medio de la sierra castellana. Celebra la Santa Misa tridentina todos los días a las 8.00 de la mañana y los festivos y domingos a las 11.30 horas en la capilla monástica con  los grupos que deseen participarTiene además una hospedería para los que deseen hacer retiros o que están en búsqueda interior. Mayor información puede ser obtenida en su bitácora, donde están asimismo los datos de contacto.  

2. La Ermita de Nuestra Señora del Huerto Cerrado (Warfhuizen, Países Bajos)

Esta ermita está ubicada en Warfhuizen, un pueblo en la provincia neerlandesa de Groninga, la más septentrional de dicho país. La ermita, que solía ser la iglesia reformada del pueblo (originalmente contruida en el siglo XIII, pero reemplazada en 1858 por una iglesia neoclásica) antes de ser adquirida por un grupo de católicos, fue fundada en 2001 y alberga al único ermitaño de los Países Bajos, el Hermano Hugo, quien hizo sus votos ante el obispo de Groninga-Leeuwarden, diócesis de la cual depende.  Pese a que siempre se ha mantenido la costumbre de que algunos miembros de órdenes religiosas pidan permiso a sus superiores para llevar una vida eremítica aparte de su comunidad, el último eremita neerlandés había muerto alrededor de 1930. 

 Iglesia de la ermita de Nuestra Señora del Huerto Cerrado de Warfhuizen

Reja que separa la sección del ermitaño de aquella destinada a los peregrinos

El nombre de la ermita deriva del tema pictórico de la Virgen del Huerto Cerrado (hortus conclusus), que representa a Nuestra Señora y al Divino Niño en un huerto florido cercado, normalmente de naturaleza paradisíaca, el que representa su Virginidad.  Como es típico en la antigua tradición eremítica neerlandesa (la que se manifestó con especial fuerza en Limburgo y Brabante Septentrional durante la Contrarreforma), la ermita es también un santuario con culto público, dedicado a la Santísima Virgen, bajo la advocación de la Madre Dolorosa de Warfhuizen, y a San Ludgero, y que atrae un gran número de peregrinos (la temporada de peregrinaje va desde aproximadamente mediados de abril hasta la fiesta patronal de Nuestra Señora de los Dolores, el 15 de septiembre), además de contar con una cofradía masculina y femenina. Debido a la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, muchos de los peregrinos acuden al santuario a pedir por sus hijos, o por personas enfermas o accidentadas, o que han perdido el rumbo en sus vidas.

Martin Schongauer, Madona en el jardín de rosas (circa 1473)
(Imagen: Wikimedia Commons)

La imagen de Nuestra Señora fue colocada en 2003 y es obra del escultor español Miguel Bejarano Moreno, quien es muy conocido por las imágenes que ha tallado para la Semana Santa sevillana, lo cual atrae a muchos peregrinos españoles residentes en los Países Bajos. En torno al pañuelo que sostiene la imagen de Nuestra Señora para enjugar sus lágrimas se ha creado la tradición del trueque del pañuelo: una persona pide por intermedio del ermitaño el pañuelo a Nuestra Señora y lo cambia por uno nuevo; el pañuelo viejo es entregado a una persona enferma o anciana o a alguien que enfrente una dificultad o prueba, como por ejemplo un examen. La imagen cuenta además con varios mantos festivos, los que son cambiado a lo largo del año litúrgico; algunos evocan el origen andaluz de la imagen, mientras que otros la tradición de los santuarios neerlandeses de la Contrarreforma.

Nuestra Señora de Warfhuizen, con el manto de octubre
(Imagen: Wikimedia Commons)


La imagen con un célebre manto confeccionado por el diseñador local Ramiro Koeiman (2010)
(Foto: Wikimedia Commons)


En la ermita se reza naturalmente el oficio divino. Hasta 2009, el ermitaño observaba el oficio de San Benito, pero a partir de ese año decidió cambiar al oficio de San Juan Casiano (siglo V), el que se inspiró para sus horarios en las costumbre de los Padres del Desierto,  por lo que resulta especialmente apropiado para la vida eremítica. El oficio de San Juan Casiano se diferencia principalmente de aquel de San Benito en que, en lugar de los ocho oficios tradicionales, están previstas dos vigilias largas, una al comenzar y otra al terminar la noche, las que en Warfhuizen se cantan en latín en voz baja. Las otras horas canónicas no tienen un oficio con salmos, por lo que se rezan en silencio, por influencia de la espiritualidad del cristianismo oriental, mediante la Plegaria de Jesús

 Icono de San Juan Casiano
(Imagen: Wikimedia Commons)

En el santuario, además, se observan además muchas devociones orientadas a los peregrinos, como el rezo del Rosario y de numerosas letanías, y se realizan frecuentes procesiones. Desde 2009, el obispo de Groninga-Leeuwarden autorizó el culto eucarístico en el lugar, exponiéndose a diario el Santísimo. El santuario cuenta además con reliquias de San Antonio Abad y de San Gerlaco, ermitaño neerlandés del siglo XII, las que son objeto de gran veneración por los peregrinos.

3. Los Hermanos Ermitaños de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo (Brasil)

Durante el siglo XX, el carisma eremítico de franciscanos y carmelitas (ambas órdenes fundados en el siglo XIII) logró recuperarse y se formaron nuevas comunidades eremíticas bajo una renovada legislación canónica que las hacía posible. Uno de esos casos es el los Hermanos Ermitaños de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo (a quienes nos hemos referido ya en una entrada previa sobre carmelitas tradicionales), un instituto religioso de derecho diocesano surgido en 2002 en la diócesis de Bragança Paulista (Sao Paulo, Brasil). Su iniciador fue un ex-carmelita descalzo, quien en 2007 se integró al clero secular por no estar conforme con la adopción de la liturgia tradicional por parte de su comunidad. 

De esta manera, Fray Santiago de San José, actual Prior, se quedó solo y tuvo que volver a empezar. La Virgen Santísima lo auxilió y pronto llegaron vocaciones. En 2009, el instituto adoptó el tradicional Rito Carmelitano de la Misa, así como el Oficio propio y el Ritual carmelitanos.

 (Foto: Divinas Vocaciones)

Esta nueva fundación constituye una restauración del original carisma monástico del Carmelo tal y como era hasta finales del siglo XIII, antes de su incorporación a las Órdenes Mendicantes que tienen apostolado activo. Siguen el propósito de Santa Teresa de Jesús de vivir sin mitigaciones la Santa Regla primitiva de San Alberto de Jerusalén, siendo sus Constituciones aquellas mismas que redactó en el siglo XIX el Beato Francisco Palau para un Carmelo eremítico en España. Viven en soledad compartida en pequeñas ermitas entorno a un oratorio en el que se reúnen para la Santa Misa y el Oficio Divino. También disfrutan de las alegres recreaciones teresianas. Su liturgia está abierta a los fieles, dando magníficos frutos de apostolado entre la juventud y las familias. 

Junto a los Hermanos han nacido las Hermanas Ermitañas de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, con idéntico carisma y espíritu.

4. La Comunidad de los eremitas de la Virgen del Socorro (Minucciano, Italia). 

La Comunidad de los eremitas de la Virgen del Soccoro vive desde 1982 en el santuario mariano del cual toma el nombre, situado a dos kilómetros de Minucciano (Toscana), insertándose en una tradición eremítica que tiene su origen en las peregrinaciones provenientes de Garfagnana hacia fines del siglo XVI. La pequeña comunidad, presidida por el hermano anciano, está integrada por tres ermitaños, uno de los cuales es sacerdote. Tiene reconocimiento canónico de la Arquidiócesis de Lucca desde 1994 como asociación pública masculina no clerical.  A ella se encuentra adscrito un grupo de oblatos laicos. 

Fra Mario
(Foto: Romualdica)

La comunidad observa la Regla de San Benito, la que se vive conforme al Espíritu de los Eremitas Camaldulenses de Monte Corona. Esta última es una orden religiosa monacal de derecho pontificio fundada por Pablo Justiniani el 7 de mayo de 1529, separando el monasterio de Monte Corona, situado cerca de Perugia, de la Orden Camaldulense. Los eremitas de Monte Corona se dedican a la vida contemplativa, integrando elementos del cenobitismo con algunas características eremíticas. De esta manera, cada eremita vive en soledad en su propia ermita, con su capilla y su baño, totalmente separadas una de otra, y sólo sale de ella para vivir algunos momentos de vida comunitaria, como la oración, el trabajo y la recreación. A los monasterios se les llama yermos y se asemejan a pequeñas aldeas. El 10 de octubre de 1997 la Congregación de los eremitas de Monte Corona reconoció la filiación espiritual de la comunidad que habita en el Santuario de la Virgen del Socorro. 


Yermo de la Virgen del Socorro

Los eremitas de la Virgen del Socorro celebran la Santa Misa tradicional dos veces a la semana. Asimismo, en los retiros que predican para sus oblatos sólo se reza la Misa de siempre. 

Mayor información puede obtener en este folleto publicado por la Arquidiócesis de Lucca (en italiano). Además, el sitio italiano Romualdica ha dado cuenta de un hermoso libro de fotografías de Giovanni Nardini, dedicado a esta comunidad eremítica, publicado recientemente e intitulado L'Anima del monaco. Vita nell'Eremo de Minucciano (Pezzini Editore, Viareggio, 2017, 96 pp.).

5. Los benedictinos ermitaños de Cerdeña

En otra entrada hemos mencionado esta fundación benedictina de la isla italiana de Cerdeña. El sitio The Eponymous Flower informaba en 2012 sobre los inicios de un claustro de eremitas benedictinos en ese lugar. Once años antes, un grupo de personas había solicitado al obispo de Tempio-Ampurias que autorizase la celebración de la Santa Misa tradicional. El obispo no accedió sus requerimientos, pero pronto fue reemplazado por otro. Poco a poco, el grupo comenzó a recibir la asesoría espiritual de un sacerdote perteneciente a un instituto Ecclesia Dei, viviendo según la regla benedictina y participando de la liturgia de siempre. En 2012, la comunidad comenzó la construcción de su propio monasterio, como fue reportado por Messa in latino.  Sin embargo, fuera del correo electrónico que se entrega (eremitani@hotmail.it), no hay mayor información sobre el estado actual del monasterio o su ubicación exacta, ni tampoco sobre si han obtenido el reconocimiento canónico por parte de la diócesis.

 Bendición del terreno donde se levantaría el monasterio de los benedictinos ermitaños de Cerdeña
(Foto: Messa in latino)


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Actualización [11 de enero de 2018]: Infocatólica ha publicado una artículo sobre los camaldunenses de Herrera, situados cerca de Miranda del Ebro, España, donde se cuenta el resurgir que ha experimentado el eremitismo. Su comunidad, por ejemplo, tienen cuatro postulantes en espera, uno de los cuales es un joven de 21 años y que probablemente se incorporará a ella dentro de poco tiempo.  

Actualización [14 de mayo de 2018]: Rorate Caeli informa que S.E.R Ronald Gainer, Obispo de Harrisburg, Pennsylvania, ha bendecido una nueva comunidad religiosa. Se trata de los Eremitas de Nuestra Señora del Monte Carmelo, erigidos como asociación de fieles de derecho diocesano. La nueva fundación sigue la regla carmelita original escrita por San Alberto de Jerusalén en el siglo XIII. 

Actualización [23 de julio de 2018]: Acción litúrgica informa de los horarios de la Misa tradicional en el Santuario de Valdejimena (Salamanca, España): ella se dice todos los días a las 8.00 horas y los domingos y festivos a las 11.30 horas. 

martes, 14 de noviembre de 2017

Pistas de lectura: The Benedict Option, de Rod Dreher

Ofrecemos a continuación a nuestros lectores una recensión escrita por el Dr. Rubén Peretó Rivas respecto del libro de Rod Dreher The Benedict Option (disponible aquí o aquí), el cual ha sido muy comentado en círculos cristianos y seculares en los EE.UU. luego de su aparición. Recientemente, la Editorial Arteche ha publicado la traducción francesa de esta obra bajo el título de Comment être chrétien dans un monde qui ne l'est plus: Le pari bénédictin (puede adquirirse aquí o aquí).

Dreher (*1967) es un escritor y periodista estadounidense, editor principal de The American Conservative, además de autor de varios libros y numerosas colaboraciones para diversos medios de prensa escrita. Criado como metodista, el autor se convirtió al catolicismo en 1993, pero en 2006 anunció su conversión al cristianismo ortodoxo oriental.

El Dr. Rubén Peretó, por su parte, es profesor de filosofía medieval y patrística en la Universidad Nacional de Cuyo e investigador de CONICET. Como de seguro lo recordarán nuestros lectores, este año nos honró con su gratísima presencia como expositor en nuestro III Congreso Summorum Pontificum. Le agradecemos su gentileza de permitir que publiquemos en nuestra bitácora su reseña. 

(Rod Dreher/Sentinel)

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Rod Dreher, The Benedict Option: A Strategy for Christians in a Post-Christian Nation, Nueva York, Sentinel, 2017.

Ruben Peretó Rivas


En casi trescientas páginas, el autor desarrolla un diagnóstico de la situación por la que atraviesan lo que él llama “cristianos ortodoxos” en el mundo contemporáneo y plantea las estrategias e, incluso, recetas que deberían adoptar para resistir y sobrevivir a los embates de la civilización post cristiana. Es a esta actitud concreta de resistencia y de modus vivendi a lo que él llama Benedict option, u “opción de San Benito”.

Dreher procura mostrar el paralelismo entre el estado en que se encontraba la civilización clásica romana cuando el joven Benito llegaba desde su pequeño poblado de Nursia y la decisión que tomó a las puertas de Roma: retirarse, construir monasterios y restaurar, desde ese retiro y apartamiento, la civilización que se perdía. La propuesta de Dreher consiste, entonces, en una separación del mundo para conservar las semillas de la civilización occidental que recibimos y de las que el mundo contemporáneo ha decidido deshacerse. La propuesta no es integrarse al mundo, sino apartarse y fundar pequeños monasterios domésticos, a imitación del exitoso modelo benedictino.

El que propone no es un apartamiento al estilo back to the land de los ’70 y mucho menos al modo de los menonitas. Es un apartamiento realista e inteligente, y señala como ejemplo el caso del grupo fundado por Marco Sermarini, en San Benedetto del Tronto, al estilo de los grupos Tipi loschi del beato Pier Giorgio Frassati y con una fuerte inspiración chestertoniana. Relata casos de cómo sobrevivir económicamente, de cómo educar a los hijos y de cómo formar pequeñas comunidades apartadas pero no weird. En definitiva, la propuesta es interesante y viable, y lo demuestra la enorme repercusión que ha tenido el libro, que se ha convertido en un best-seller y ha sido comentado por importante personalidades como Rowan Williams o Mons. Charles Chaput.

Es imposible no pensar, a medida que se pasan sus páginas, en La restauración de la cultura cristiana de John Senior. El libro de Dreher lo sigue paso a paso y, sin embargo, no lo menciona en ninguna ocasión, ni a la obra ni al autor, y esto constituye, cuanto menos, una injusticia. Y Dreher no puede aducir que no lo conoce puesto que admite tener relación con los monjes de Clear Creek y haber participado allí en unas jornadas sobre la Opción de San Benito.

La ascensión de San Benito (detalle de un vitral del S. XII, Museo de Cluny)
(Imagen: Wikimedia Commons)


Y aunque el libro de Dreher sigue al de Senior, no logra darle alcance. Omne agens agit sibi simile, decía Santo Tomas, y tampoco se equivocó en este caso. La obra de Senior muestra alsabio académico con una profunda experiencia de vida cristiana que hay detrás; la de Dreher muestra al periodista parte del equipo del periódico The American Conservative.

A riesgo de simplificar demasiado, podría decirse que mientras la propuesta de Senior tiene una base sobrenatural centrada en la liturgia, la base de Dreher es cultural. Pierde de vista un elemento esencial: la liturgia. Es verdad que la Regla de San Benito fue el andamiaje legislativo que permitió la reconstrucción de Occidente, pero Benito de Nurcia no optó por un texto legislativo, sino por una fe muy concreta que se concentraba en la celebración de la Santa Misa y del oficio divino. Si se elimina, o se coloca en un lugar secundario, este aspecto, la propuesta permanece en un plano estrictamente cultural y que, en cuanto tal, puede ser volada por cualquier ventarrón. Le faltan los cimientos.

Esto se manifiesta de varios modos. Por ejemplo, Dreher se dirige a lo que él llama “cristianos ortodoxos”, es decir, que permanecen fieles a la doctrina cristiana o que no aceptan las reformas liberales, y en ese grupo ubica por igual a católicos, ortodoxos y protestantes. Este entrevero manifiesta un profundo error teológico del autor: la conservación del cristianismo debe, necesariamente, edificarse sobre la vida sobrenatural de sus miembros, y esa vida nos llega a través de los sacramentos. Dicho de otro modo, sin sacramentos, no hay restauración cristiana posible. Y los protestantes, por más “ortodoxos” que sean, no tienen varios de los sacramentos, empezando por el del orden sagrado. Nuevamente, entonces, la opción de San Benito de Dreher es cultural: sólo la Regla pero sin la Santa Misa. The Benedict Option no es un mal libro. Es un libro recomendable, pero es un libro limitado. A muchos lectores actuales quizás le resulte demasiado difícil acercarse a La restauración de la cultura cristiana de Senior; Dreher es mucho más accesible y souple, adaptado a los decaído estándares contemporáneos pero, por eso mismo, más delgado y con escasa base de sustentación.



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Actualización [6 de enero de 2018]: El búho escrutador ha publicado en dos entradas (véase aquí y aquí) el ensayo intitulado "Cambio en la religión", escrito por Mario Góngora del Campo (1915-1985), quien ha sido definido como "el más riguroso, metódico y penetrante de los historiadores chilenos" (Sergio Villalobos). Dicho ensayo apareció originalmente en la Revista Vigilia, año I, vol. I, núm 3, Santiago de Chile, 1977, pp. vii-viii. Más tarde fue publicado, junto a otros artículos del autor, en el volumen póstumo que lleva por título Civilización de masas y esperanza, y otros ensayos, Santiago de Chile, Vivaria, 1987, p. 135-141. Tal escrito, junto a otros como "Historia y aggiornamento" y "Sobre la descomposición de la conciencia histórica del catolicismo", constituyen un interesante análisis de los cambios ocurridos en la religión durante las tormentosas décadas que siguieron al Concilio Vaticano II, los que Góngora pudo presenciar desde la universidad. Consciente de estar viviendo un momento que definía como "un inmenso tiempo de confusión", el autor intentó determinar las causas filosóficas e históricas que subyacen al penoso proceso de descomposición que describe. Muchas de sus reflexiones resultan de evidente actualidad. A su juicio, se trata de una crisis de imprevisible salida, la que comporta "un drama histórico espiritual en el cual hay que vivir decidiéndose arriesgada y resueltamente".

Actualización [31 de julio de 2018]: Edizioni San Paolo ha publicado la traducción italiano del libro de Rod Dreher bajo el título de L'opzione Benedetto. Una strategia per i cristiani in un mondo post-cristiano. Esperamos que pronto, así como se ha publicado en Argentina y España la traducción de La restauración de la cultura cristiana de John Senior, se edite la traducción castellana de este libro. 

Actualización [23 de septiembre de 2018]: El sitio Correspondencia Romana ha publicado, con ocasión de la gira de conferencias de Rod Dreher por Italia para promocionar la traducción italiana de su libro The Benedict Option (véase la actualización de 31 de julio de 2018 donde se daba cuenta de ella), una crítica, de cariz negativo, sobre el libro, la que puede leerse aquí (en castellano). En parte, el argumento que ahí se desarrolla tiene que ver con el hecho de que la vocación del cristiano se cumple en medio del mundo (aunque sin ser parte de éste) y no en comunidades aisladas. S.E.R. Charles Joseph Chaput, Arzobispo de Filadelfia, insistía sobre este aspecto de nuestra fe en el capítulo 11 de su recomendable libro Strangers in a Strange Land: Living the Catholic Faith in a Post-Christian World (Nueva York, Henry Holt and Co., 2017) [hay traducción castellana: Extranjeros en tierra extraña. Vivir como católicos en el mundo poscristiano, trad. de Diego Pereda, Madrid, Ediciones Palabra, 2018].

Actualización [23 de noviembre de 2018]: La bitácora The Wanderer ha publicado dos entradas (véase aquí y aquí) donde se reproducen traducidos al castellano algunos fragmentos de la introducción y el primer capítulo de The Benedict Option, los que pueden servir de anticipo mientras esperamos la (ojalá pronta) versión española de este libro, ya traducido en otros idiomas, como reportábamos en anteriores actualizaciones a esta entrada. 

Actualización [4 de diciembre de 2018]: Ediciones Encuentro ha publicado la esperada traducción castellana del libro de Rod Dreher, que lleva por título La opción benedictina.  

Actualización [12 de enero de 2019]: Rod Dreher, autor de The Benedict Option, estará en España durante la próxima presentando la traducción española de su libro (véase la actualización precedente de esta entrada). Visitará Sevilla (lunes 14), Madrid (martes 15), Valencia (miércoles 16), Barcelona (jueves 17) y Zaragoza (viernes 18). El programa de las presentaciones y una entrevista al autor puede verse en el artículo publicado en Religión en libertad.  

Actualización [28 de mayo de 2019]: Religión en libertad y Que no te la cuenten informan que ha visitado la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos Dom Philip Anderson, abad de Clear Creek, una de las vocaciones suscitadas por John Senior a través de su programa de formación en humanidades impartido en la Universidad de Kansas. Ahí celebró la Santa Misa según la forma extraordinaria, cuya homilía fue pronunciada por el prior de dicha abadía (la prédica de Dom Santiago Cantera OSB puede ser escuchada aquí), y dio una conferencia junto con la escritora Natalia Sanmartin Fenollera. El evento fue organizado por un grupo de jóvenes que, a través de la amistad y la oración, y en el espíritu de la llamada a la "resistencia" de Rod Dreher, se consagra a la coordinación de actividades católicas en Madrid y sus alrededores para propiciar la restauración de la cultura cristiana en los ámbitos universitario, académico, cultural y religioso. El grupo administra el sitio Revista Hispánica, que por supuesto dedicó un artículo a la visita del abad de Clear Creek.  

Actualización [8 de agosto de 2019]: Ha aparecido el núm. 573-574 de la Revista Verbo, correspondiente a los meses de marzo y abril de 2019, accesible en texto íntegro desde este enlace. El cuaderno central de la revista está dedicado al debate suscitado por la publicación del libro de Rod Dreher titulado The Benedict Option, el cual ha sido traducido a varios idiomas, entre ellos el castellano (véase la actualización de 4 de diciembre de 2018 precedente). La Redacción de la revista quiere llamar la atención respecto del mensaje que transmite el libro. Aunque la recuperación de la tesis comunitarista, de progenie americanista (nombre con el que se designa una herejía consistente esencialmente en una preferencia por la acción antes que por la oración), tiene lugar ahí de manera superficial y no muy depurada conceptualmente, se beneficia de una tentación cada vez más extendida en el mundo católico, aun el llamado tradicionalista. Para ubicar el asunto en sus coordenadas más precisas, dos artículos abordan la idea de la restauración de la cultura católica propuesta por el profesor John Senior (1923-1999) en los años ochenta del siglo pasado (véase aquí la entrada que le dedicamos) y vulgarizada por una novela española de gran éxito en los primeros años de este siglo (El despertar de la señorita Prim, de Natalia San Martín Fenollera, de la que dimos cuenta en esta entrada). En verdad no son estrictamente parangonable ambos modelos, como explican convenientemente Carmelo López-Arias y más contundentemente el padre Juan Retamar Server (Cooperadores de la Verdad), y también lo hacía el Prof. Rubén Peretó Rivas en la reseña que publicamos en esta entrada. La Revista apunta a que, de algún modo, la propuesta de Dreher, objetivamente criticable, se beneficia de ciertas siembras de Senior. Bernard Dumont, director de la revista francesa Catholica, en la estela del padre Retamar (pero desde un ángulo más sociológico que doctrinal) examina las razones de la llamada "opción benedictina" y pondera algunas de las críticas que se le han hecho desde el ángulo progresista, ya que el mundo conservador lo ha acogido con más entusiasmo. Sigue el profesor Joël Hautebert, de la Universidad de Angers (Francia), que toma la perspectiva de la relación entre la política natural y la política católica para observar las debilidades de Dreher y, de paso, para denunciar las de François Hugenin, en otro libro reciente que recibe alguna inspiración de aquél (Le pari chrétien: une autre vision du monde, París, Tallandier, 2017). También para recordar a Charles Maurras (1868-1952) en el año recién concluido del 150 aniversario de su nacimiento. Los dos últimos trabajos, de los profesores Danilo Castellano y Juan Fernando Segovia, cierran el círculo crítico, demostrando el primero los errores del conservatismo americanista y denunciando el segundo la increíble traslación al campo tradicionalista. La "opción benedictina" no parece ser la de la orden benedictina ni la de su fundador, San Benito, fundada en un concepción completamente diversa, donde la liturgia juega un papel crucial como un refugio y consuelo natural ante las inseguridades del mundo; enlaza, más bien, con una ilustración moderada del americanismo, en parte retomada por Benedicto XVI.

Actualización [30 de agosto de 2019]: José Manuel de Prada, haciéndose eco de las críticas publicadas en el número 573-574 de la Revista Verbo y referidas en la actualización precedente (8 de agosto de 2019), ha escrito una dura columna contra La opción benedictina de Rod Dreher, y que anuncia tendrá continuación. Por su parte, The Wanderer ha publicado una respuesta destinada a rebatir la crítica del escritor español. El argumento de esta réplica es que no hay que confundir el estar en desacuerdo con La opción benedictina con el hecho de arremeter contra el libro de un modo injusto y poco serio. Ciertamente se puede disentir, y hacerlo con argumentos o desde una postura prudencial diversa, pero la crítica ha de apoyarse en un análisis razonado y fundamentado de las falencias que presenta la postura de Dreher. Como fuere, esta polémica es una muestra de que el libro (como también los de Senior) dará todavía mucho que hablar. 

Actualización [21 de mayo de 2021]: El sitio Que no te la cuenten ha publicado un breve e interesante artículo titulado "Monjes del pasado para los cristianos de hoy"