martes, 30 de julio de 2019

Resistir cuando la concelebración se vuelve obligatoria

Les ofrecemos hoy un artículo del Dr. Peter Kwasniewski, conocido en esta bitácora, sobre la obligatoriedad que se ha impuesto en algunos lugares a los sacerdotes de concelebrar, en desmedro de la Misa privada. Tal instrucción es contraria al derecho vigente y gravemente dañina de la espiritualidad sacerdotal, dado que el valor de cada Misa es infinito, incluso si no hay ningún otro fiel presente. Al respecto, puede revisarse lo que dijimos en esta entrada sobre los aspectos a tener en cuenta cuando se celebra una Misa privada, sin asistencia de ningún fiel.  

La versión original del artículo fue publicada en New Liturgical Movement. La traducción que ahora ofrecemos pertenece a la Redacción.  

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La creciente amenaza de las concelebraciones coercitivas

Peter Kwasniewski

Últimamente algunos sacerdotes me han contado que, en sus comunidades religiosas, en algunas escuelas o casas de formación y en algunas parroquias, así como en otras situaciones, se está intensificando una campaña para prohibir a los sacerdotes celebrar su propia Misa diaria, en las ocasiones en que no tienen obligación de celebrar el Santo Sacrificio con una congregación o para ella, y para forzarlos a concelebrar con sus colegas. La primera vez que se oyó acerca de esto fue en julio de 2017, cuando un documento que circuló en Roma trató de intimidar al clero a fin de que concelebrara, pasando a llevar con ello sus derechos canónicos. El inimitable P. Humwicke hizo algunos extensos comentarios sobre este y otros temas relacionados en una serie titulada “Concelebration in the Roman Colleges” [“Concelebración en los Colegios Romanos”].

Está claro que los modernistas y progresistas están enfurecidos y complotan contra el que los sacerdotes jóvenes se dirijan a los altares laterales a “decir Misa”, o contra el hecho de que los vicarios parroquiales monten dignos altares en su habitación para sus días de descanso, o contra los sacerdotes que, con curiosa coherencia, se ausentan de los “jamborees sacramentales” que pasan, en ocasiones especiales, por ser una Misa Crismal. Es que modernistas y progresistas comienzan a ver palabras escritas en la pared: ya llegan los tiempos en que se comenzará a considerar a la Tradición como una amenaza en serio, y en que toda benevolencia, real o simulada, será dejada de lado. Porque, en verdad, de lo que se trata es de una amenaza al castillo de naipes posconciliar con que muchos han sustituido a la Iglesia de Cristo, sólida como roca, y a su doctrina y liturgia perennes.


La generación más vieja, que todavía chapotea y petardea en un lago de refrescos Kool-Aid[1], quiere obstaculizar la recuperación de las Misas privadas[2], sobre todo porque estas Misas se celebran muy frecuentemente según el usus antiquior [Nota de la Redacción: Véase lo dicho sobre esta clase de Misas en esta entrada]. Con esta obstaculización se cometen simultáneamente dos delitos canónicos: uno, contra el Código deDerecho Canónico, y otro contra el motu proprio Summorum Pontificum y sus aplicaciones autorizadas en Universae Ecclesiae.

Permítasenos, pues, ser todo lo claros que podemos ser: no se puede forzar a un sacerdote a concelebrar, ni siquiera se puede disponer que debiera hacerlo “como norma general”. Menos, todavía, se puede excluir el usus antiquior de la Misa privada de un sacerdote -es decir, cuando éste no tiene el encargo de celebrar Misa en público con fieles-[3].

1. El canon 902 garantiza el derecho de todo sacerdote de celebrar individualmente, con la única condición de que quien celebre la Misa individualmente no lo haga en la misma iglesia u oratorio en que otra concelebración esté teniendo lugar (Nota bene: algunas traducciones al inglés dicen sencillamente “en que otra celebración esté teniendo lugar”, pero el latín es claro: non vero eo tempore, quo in eadem ecclesia aut oratorio concelebratio habetur). Por tanto, celebrar varias Misas simultáneas en los altares laterales está plenamente permitido incluso según el Código de Derecho Canónico de 1983.

2. El canon 904 recomienda que los sacerdotes celebren diariamente la Misa “ya que, incluso si los fieles no pueden estar presentes, se trata del acto de Cristo y de la Iglesia en que los sacerdotes cumplen su principal encargo [munus]”. La traducción inglesa estándar del Código de 1983 traduce munus como “función” en este canon, traducción que no es muy feliz.

3. El canon 906 prohíbe que un sacerdote celebre la Misa “sin la participación de al menos un fiel”, excepto “por alguna causa justa y razonable”. Queda claro, del contexto, que el cumplimiento de la recomendación del Canon 904, vale decir, la recomendación de que los sacerdotes celebren diariamente la Misa, es una causa justa y razonable.

4. Estas interpretaciones canónicas están bien apoyadas por el núm. 31 de la encíclica Ecclesia de Eucharistia, de Juan Pablo II, que dice, entre otras cosas:

“Si la Eucaristía es el centro y culminación de la vida de la Iglesia, es también el centro y culminación del ministerio sacerdotal. Por esta razón repito, con el corazón lleno de gratitud a nuestro Señor Jesucristo, que la Eucaristía 'es la razón de ser principal y central del sacramento del sacerdocio, que entró en vigencia en el momento de la institución de la Eucaristía'. […] Podemos comprender, pues, cuán importante es para la vida espiritual del sacerdote, como también para el bien de la Iglesia y del mundo, que los sacerdotes sigan la recomendación del Concilio de celebrar la Eucaristía diariamente: 'porque aun si los fieles no pueden estar presentes, ella es un acto de Cristo y de la Iglesia'. De este modo los sacerdotes podrán contrarrestar las diarias tensiones que conducen a una pérdida de foco, y encontrarán en el Sacrificio Eucarístico -verdadero centro de su vida y ministerio- la fuerza espiritual que necesitan para cumplir sus diversas responsabilidades pastorales. Su actividad diaria será, así, verdaderamente Eucarística”.

5. Se apoyan también en el núm. 80 de la Exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis de Benedicto XVI:

“La forma eucarística de la vida cristiana se advierte, de un modo muy especial, en el sacerdocio. La espiritualidad sacerdotal es intrínsecamente eucarística. […] Una intensa vida espiritual le hará posible [al sacerdote] entrar más profundamente en comunión con el Señor y dejarse poseer por el amor de Dios, siendo testigo de ese amor en todo tiempo, aun en el más oscuro y difícil. Con esta finalidad, me uno a los Padres Sinodales para recomendar 'la celebración diaria de la Misa, aun cuando los fieles no estén presentes' (Propositio, núm. 38). Esta recomendación es coherente con el valor objetivamente infinito de cada celebración de la Eucaristía, y es motivada por los frutos espirituales exclusivos producidos por la Misa. Si se la celebra de un modo lleno de fe y atento, la Misa es formativa en el más profundo sentido del término, ya que apoya la configuración del sacerdote con Cristo y fortalece su vocación”.

Estos dos documentos magisteriales renuevan la recomendación de la celebración diaria de la Misa incuso si no hay fieles presentes. Por cierto, es importante tener constantemente presente que la Misa jamás se celebra “en soledad”, porque siempre está presente la participación de los coros de los ángeles y la comunión de los santos.

6. En relación con la Misa de Pablo VI, la Instrucción General del Misal Romano contiene rúbricas para la celebración de la Misa cuando está presente sólo un ministro (núm. 252-272) y para su celebración sin la participación de un ministro (núm. 254). No tendría sentido formular esas rúbricas si no se considerara esta situación como de ocurrencia normal en la vida de los sacerdotes.

(Foto: Pinterest)

Los sacerdotes que sean víctimas del intento de excluir la Misa privada o de la exigencia de concelebrar deben resistir citando -y si es necesario, repetidamente y por escrito-[4] las normas del Derecho de la Iglesia, tal como las hemos resumido más arriba, omitiendo el atribuir motivaciones o el rencor, dejando el juicio de los corazones entregado a Dios Todopoderoso. Puesto que sabemos que hay hombres malvados en cargos elevados, en algunas ocasiones esta auto-defensa desencadenará enfrentamientos mayores. Estos no son nunca cosa agradable, pero pueden ser ocasión para una muy necesaria clarificación de cuáles son los límites de la autoridad y de la obediencia, e incluso momentos de gracia para discernir si una determinada situación pastoral o una determinada comunidad son sostenibles a largo plazo.

Una gran cantidad de hombres buenos situados en cargos elevados han dado este consejo: sean fuertes y defiendan sus derechos: esto vir, esto sacerdos Christi. Nadie tiene derecho a contradecir la ley universal. Mientras esa legislación se mantenga vigente, y mientras ninguna ley haya expresamente establecido excepciones, la ley universal es obligatoria para todos, sin excepción. Tal ha sido siempre el espíritu de la Iglesia.



[1] Nota del Traductor: Los refrescos Kool-Aid, inventados en la década de 1920, se hacen sobre la base de polvos saborizados a los que se agrega agua.

[2] Estoy consciente de las limitaciones de la expresión “Misa privada”, especialmente porque toda Misa es un acto social y público por su esencia misma, pero sigue siendo una expresión útil, cuyo significado todos captan con facilidad.

[3] La reciente carta del Gran Maestre de los Caballeros de Malta viola también los derechos del clero y de los laicos [Nota de la Redacción: Véase aquí el comunicado de la Federación Internacional Una Voce al respecto].

[4] Los matones rara vez quieren dejar nada por escrito, porque saben o intuyen que si escriben sus exigencias, pueden ser desafiados canónicamente y derrotados y avergonzados. Así pues, una defensa clave consiste en insistir que toda exigencia o requerimiento sea puesto por escrito, para que se sepa con certeza qué es lo que se está exigiendo y por qué. Si no lo hacen, puede uno entonces alegar que no entendió lo que pedían o que no se dieron razones suficientes o que se tienen dudas de conciencia sobre la validez de la petición, etcétera.

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