En los últimos días, el mundo católico francés quedó sorprendido por la decisión de Denis Crouan, fundador de Pro Liturgia, de poner fin a dicho blog dedicado a la implementación digna de la Misa reformada. El trabajo de esta asociación había comenzando en 1988, año que Jean Madiran ha calificado como "climatérico" porque coincidió con la excomunión de monseñor Marcel Lefebvre y la promulgación del motu proprio Eclessia Dei Afflicta que dio origen a la regularización y creación de los institutos tradicionales. La idea era ofrecer a los lectores recursos para poder celebrar la Misa reformada, como liturgia común de la Iglesia, conforme a la tradición bimilenario que tiene el culto católico romano. En otras palabras, Denis Crouan y su iniciativa han sido defensores de la llamada “reforma de la reforma”, es decir, de la idea de que se podía salvar la liturgia católica de la ruina que le sobrevino después del Concilio Vaticano II, mediante el expediente de atenerse con fidelidad a las normas conciliares sobre la materia, que no fueron respetadas por quienes realizaron las “reformas”, y de incorporar en ella elementos de la liturgia auténtica de la Iglesia, en concordancia con la “hermenéutica de la continuidad”, propiciada por el papa Benedicto XVI.
En su carta núm. 846, de 2 de febrero de 2022, Paix Liturgique comenta la decisión de Denis Crouan de poner fin a esta encomiable tarea, que él mismo llama “aventura”. Crouan lo ha hecho mediante un “último mensaje” en el blog de Pro Liturgia. Les ofrecemos a continuación las traducciones de ambos textos, que ha sida preparadas por la Redacción y muestran que el camino consiste en volver la Misa tradicional porque sólo ahí se encuentra aquella liturgia que es "centro y culmen de la vida cristiana", como dijeron los padres conciliares.
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Ultimo mensaje de Pro Liturgia (25 de enero de 2022)
Denis Crouan
Pedir al clero actual que se respete la liturgia es una pérdida de tiempo: con una obstinación a menudo fortalecida por una profunda incultura, quienes ocupan los lugares desde los que se supone que enseñan, encabezan y conducen a los fieles -y esto en todos los niveles de la Iglesia, desde el Papa hasta el simple cura de parroquia- parecen querer sabotear sistemáticamente el culto divino de un modo que resulta perfectamente incomprensible.
Es necesario alejarse de este clero que desde hace años se dedica a elucubrar celebraciones litúrgicas con inexplicable perseverancia, y que no parece ya sino un conjunto de ingenuos, de “continuistas” que ponen su necesidad de convivialidad y de sentimentalismo por encima de cualquier preocupación por la verdad de la fe y del sentido litúrgico, hasta el punto de olvidarse de ellas, de negarlas y de privar de las mismas a quienes las necesitan.
Es necesario alejarse de un clero y seguidores confortados y acompañados por obispos extraviados en las lecturas sesgadas que hacen de los textos magisteriales, como lo demuestra su forma de leer y aplicar tanto el Concilio Vaticano II como el motu proprio Traditionis Custodes del papa Francisco. Que quienes quieran seguir poniendo por obra extravagancias y niñerías y seguir cantando disparates en sus Misas tan kitsch como aburridas, lo hagan con toda libertad: no transmitirán nada a las generaciones futuras.
Que quienes quieran adherir a la rigidez de las casullas o al encaje de las albas, marca de fábrica de las celebraciones falsamente “tradicionales”, puedan hacerlo, si es que ello los hace felices: en estos tiempos, hay que considerar aceptable cualquier forma de celebrar la liturgia.
Que los obispos que quieran hacerse heraldos de una pastoral sin fundamento, que no ha producido nunca nada, lo puedan hacer, si es que eso les proporciona la sensación de estar a la altura de su misión: las extravagancias de que son capaces, y que ya ni siquiera causan asombro, están lejos de agotarse.
Que el papa Bergoglio prefiera interesarse más en Lutero o en la Pachamama que en la doctrina y la moral de la Iglesia, es asunto suyo. Cada cual podrá considerarlo lamentable y más que riesgoso.
Sea ello como fuere, todo eso, toda esa forma como se presenta la Iglesia y su liturgia ya no tiene ningún interés para el fiel corriente, que desea escapar de las traiciones de un clero que se conforma con gestionar parroquias vacías, donde no vibran mas que algunos “laicos comprometidos” que pretenden “animar” liturgias que son, a lo más, sopas tibias que, en el mejor de los casos, se traga por espíritu de mortificación, y en el peor de los casos, son veneno para la paz interior y el equilibrio psicológico.
Por cierto, quedan remansos de paz, los monasterios que han resistido el viento del modernismo y que han recibido y aplicado el Concilio Vaticano II con fe e inteligencia. Pero un monasterio, si en ocasiones puede ser un lugar para volver a las fuentes, no es el santuario parroquial que un fiel laico tiene que frecuentar normalmente, con la seguridad de vivir y alimentar en él su fe, en el silencio y la contemplación.
Para apartarse de esta situación eclesial que se ha hecho delirante y tóxica, hasta el punto de dañar la paz interior y la fe católica, hemos decidido poner término a la “aventura” de Pro Liturgia. Lo exige la situación actual, sin esperanza, sostenida por un clero en parte errático y por laicos que han aceptado que se los desoriente hasta el punto de no cuestionarse ya lo que se les hace hacer en las Misas.
La orden del día de nuestros obispos es que no hay que confiar Misas ni a los “tradicionalistas” ni a los fieles que respetan las decisiones del Concilio Vaticano II en materias litúrgicas, sino solamente a quienes maltratan el culto divino. Por tanto, tratar de argumentar con estos pastores mitrados, cuya lógica es impenetrable, es perder el tiempo (e incluso la fe).
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Denis Crouan, defensor de una liturgia nueva “dignamente celebrada” tira la esponja
El 25 de enero de 2022, Denis Crouan, que ha publicado numerosas obras, que ha luchado y ha escrito artículos y notas en su blog, anunció, con un mensaje muy fuerte, muy duro, muy desilusionado, que ponía fin a la “aventura de Pro Liturgia”. Rindamos homenaje a este luchador de lo imposible, que ha defendido toda su vida la idea que se hizo de lo que debiera haber sido la liturgia de Pablo VI.
Los liturgistas
del Vaticano II
Si se acepta, con Denis Crouan, que la nueva liturgia va un poco más allá de lo que exigía estrictamente el Concilio Vaticano II en la Constitución Sacrosanctum Concilium (el abandono de la celebración al oriente, por ejemplo, no está en absoluto pedido por los padres conciliares, pero se ha convertido, sin embargo, en la norma en la mayor parte de las parroquias después del Concilio), no se puede negar que Sacrosanctum Concilium inauguró una gran cantera de reformas litúrgicas; que quienes trabajaron y redactaron Sacrosanctum Concilium son los mismos que redactaron el nuevo Misal y los demás libros; que el Papa los promulgó legítimamente, y que esta liturgia inventada se caracteriza, en lo más profundo y en nombre de la prioridad pastoral, por un determinado número de rasgos que se expresan en la celebración de cara al pueblo, en el abandono del latín y del gregoriano, en la simplificación de los ritos, en la sistematización de opciones y en la obligación de elegir, en el debilitamiento del aspecto sacrificial de la Misa, en la disminución del papel del sacerdote, en la intrusión de lo profano en el espacio sagrado…
El falso ejemplo
de Solesmes
Y cuando Denis Crouan habla de los “monasterios que han resistido el viento del modernismo y que han recibido y aplicado el Concilio Vaticano II con fe e inteligencia”, quisiéramos, respetuosamente, hacerle ver que, en realidad, esos monasterios no usan el Misal nuevo, sino que eligen aplicar algunas opciones del nuevo Misal entre las muchas posibilidades oficiales ofrecidas por la liturgia reformada; y han elegido, hacia la década de 1970, aquello que se acercaba más a la liturgia tradicional para mantener, todo lo posible, la dimensión cultual y sacrificial de la liturgia, evitando ensuciarse las manos con las difíciles batallas que caracterizan a la historia de la Iglesia desde hace 50 años. Pero estas elecciones, aunque evitan las dificultades de conciencia, no permiten frenar la decadencia pastoral inédita que vive la Iglesia, al menos en Occidente. Ellas -lo que es lo más dañino- son un obstáculo para los tesoros teológicos y místicos que hacen de la liturgia tradicional lo que ella es. Todavía más: ellas, como lo advierte Denis Crouan, ¿no son acaso viables solamente en las comunidades monásticas gracias a la unidad que se vive alrededor del padre abad, lo que no es posible en absoluto en la vida de las parroquias, como lo prueba el mosaico ritual de las diócesis e iglesias de Francia?
Los
defensores de la liturgia tradicional no se rendirán jamás
En su mensaje, Denis Crouan escribe: “Para apartarse de esta situación eclesial que se ha hecho delirante y tóxica, hasta el punto de dañar la paz interior y la fe católica, hemos decidido poner término a la “aventura” de Pro Liturgia. Lo exige la situación actual, sin esperanza, sostenida por un clero en parte errático y por laicos que han aceptado que se los desoriente hasta el punto de no cuestionarse ya lo que se les manda hacer en las Misas. La orden del día de nuestros obispos es que no hay que confiar Misas ni a los “tradicionalistas” ni a los fieles que respetan las decisiones del Vaticano II en materias litúrgicas, sino solamente a quienes maltratan el culto divino. Por tanto, tratar de argumentar con estos pastores mitrados, cuya lógica es impenetrable, es perder el tiempo (e incluso la fe)”.
Aunque comprendemos bien su desaliento y aunque con aflicción constatamos con él el relativismo horizontal que reina en todas partes en materia litúrgica y, por ende, en materia de fe y, por tanto, de moral y, por consiguiente, la decadencia de la civilización cristiana, no podemos seguir a Denis Crouan en su capitulación y en su renuncia a discutir con nuestros obispos y con todo el clero de nuestras iglesias y con nuestros hermanos cristianos. No obstante, no les pedimos que se respete y practique la liturgia reformada de la Iglesia porque, desgraciadamente -y ahí está todo el problema-, se la respeta en la mayor parte de los casos. Es respetada cuando se reemplaza el Introito por un canto de entrada, cuando los niños depositan al pie del altar sus manualidades de papel crepé, cuando las mujeres leen las lecturas, cuando se usa la plegaria eucarística para las Misas con niños número 1, cuando la paz de Cristo se transforma en abrazamientos fraternales, cuando se distribuye descuidadamente la comunión, cuando…
Nosotros, que hemos sido “invisibilizados”, investigados, ridiculizados, amenazados, exiliados, lo que pedimos incansable, firme y filialmente, es que se respete y restaure la liturgia sin más. Que el culto que se rinde a Dios recupere su verticalidad, que la alabanza y el sacrificio recuperen el sentido expresado admirablemente por los libros litúrgicos anteriores a la reforma. En el fondo, más que los derechos de los laicos, lo que exigimos es que sean respetados los derechos del Señor, que no murió en la cruz para que la renovación incruenta de su Sacrificio sea tratada como se lo está haciendo, en nombre de una prioridad pastoral ya fracasada.
¡No, querido Denis Crouan! La situación actual no carece de porvenir. Nosotros afirmamos, y lo haremos siempre, precisamente que el porvenir de la Iglesia es la liturgia tradicional.
¿Por qué rezar el Canon Romano o Plegaria Eucarística 1 es un abuso litúrgico en la Misa Novus Ordo donde la mayoría son niños, si en la Misa Tradicional es la única que hay, y también en ella, a veces, hay más niños que adultos?
ResponderBorrarHago la pregunta sin ánimo de polemizar, ya que estoy de acuerdo con ambos artículos, solo escapa a mis conocimientos ésta afirmación del segundo artículo.
Estimado Lucas: Muchas gracias por leernos y por la pregunta. La referencia no alude a la utilización del Canon Romano, convertido en plegaria eucarística I en el Misal de Pablo VI, cuando en la Misa hay niños presentes, sino al empleo de aquellas plegarias eucarísticas compuestas especialmente para las Misas con niños. El Misal romano reformado incluye varias plegarias eucarísticas. Las más conocidas son las enumeradas: Plegaria Eucarística I, II, III y IV. También existe la plegaria V, que tiene cuatro versiones: "a", "b", "c" y "d", y que se usan en las Misas llamadas "por diversas necesidades". Después hay también dos plegarias que giran en torno a la reconciliación. Por último, hay tres plegarias eucarísticas adaptadas a su uso en las Misas con niños, cada una orientada a niños de distinta edad. A la primera de ellas se refiere el comentario de Paix Liturgique. Hemos corregido el giro en la traducción de todas formas. Saludos.
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